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La escuela postpandémica acumula muchas incógnitas, incrementará desigualdades

Por: Carmelo Marcén

Toca cerrar por unas semanas el escaparate de la ecoescuela abierta, que ha querido llevar a los domicilios de los escolares confinados, al profesorado, una parte de la naturaleza para hacerla perceptible en su relación con las personas: cometido social o asignatura escolar que todavía necesita bastantes empeños. Estos días de julio, muchas escuelas, a un lado y otro del Atlántico, retoman las vacaciones. Pero ahora todo resulta extraño; ni las pausas lectivas se miran como antes. La emergencia sanitaria nos ha roto los ritmos, además de otras muchas cosas. Lo ha hecho en España, pero qué decir de lo que sucede en México, Perú, Ecuador o Brasil por citar solo unos ejemplos de América Central y del Sur.

olvamos al pasado prepandémico. Es incuestionable que los sistemas educativos no estaban preparados para lo que se les ha venido encima, de golpe y con virulencia. El impacto de la COVID-19 ha sido terrible. Cabría haber hecho algo antes. Siquiera, se nos ocurre así de pronto, haber introducido las pandemias como contenido escolar en el tema de salud comunitaria. De esta manera el alumnado hubiese dispuesto de más argumentos para entender lo que sucedía y llevar a cabo una lectura crítica sobre lo que supone disponer o no de acceso a una educación formal continuada. En este cometido, que también se aprende, buena parte del alumnado no valora lo que supone tener a alguien cerca a quien se le puedan preguntar las dudas, que guíe por las sendas que hay que recorrer para aprender a aprender. También se debería reconocer más y mejor lo que significa hacerlo en compañía, de los otros y con los diferentes, en convivencia con quienes sean de círculo próximo de amistades o no. Todo esto, que ya era difícil, se ha roto mucho más con el cierre escolar por la COVID-19.

Hay que lamentar que el sistema de gobernanza mundial no hubiera previsto esta emergencia, no se le ocurría imaginar que la salud global pudiese estar en peligro en algún momento. Sorprende ese despiste pues en 2016, tras el ébola, la OMS había recordado que en 1995 había impulsado una Iniciativa Mundial de Salud Escolar, que entre sus estrategias principales señalaba: la investigación para mejorar los programas de salud escolar, la creación de capacidades para abogar por programas mejorados de salud escolar; el fortalecimiento de las capacidades nacionales y la creación de redes y alianzas para el desarrollo de escuelas promotoras de la salud. Llegó el impacto y se cerraron escuelas por todo el mundo. Asustan los datos del seguimiento pormenorizado que lleva a cabo Unesco. A fecha 28 de junio de 2020 se contabilizaban 109 cierres a escala país, lo cual supone 1.058.897.779 estudiantes afectados (en todos los tramos educativos desde infantil a la universidad), un 60,5 % del total de alumnos matriculados. De ellos más de 37 millones y medio en México, casi 13 millones en Colombia, 14 millones en Argentina, unos 10 millones en Perú, 8 millones en España; por citar solo algunos ejemplos entre los países desde los que se asoman a menudo a El Diario de la Educación.

En estos meses, los cierres han ocasionado graves prejuicios en todo el mundo, más todavía en los países de ingresos medios como es el caso de una buena parte de Latinoamérica. Para entender la dimensión del impacto cabe echar mano a lo que dice Unesco: los aprendizajes se vieron interrumpidos, de forma especial en aquellos estudiantes que no disponen de oportunidades educativas más allá de la escuela; la nutrición saludable, gratuita o con descuentos, que las escuelas proporcionan a muchos niños y jóvenes se vio comprometida; la confusión y el estrés del profesorado y del alumnado no ha podido ser paliada con las transiciones a plataformas de aprendizaje a distancia, en bastantes casos desordenadas y frustrantes; muchas familias no estaban preparadas para la educación a distancia y en el hogar, sin la necesaria formación y con recursos limitados; el cuidado de niños y niñas se ha resentido mucho si los adultos han tenido que trabajar dejándolos solos en los domicilios; la situación ha provocado altos costos económicos en algunas familias o un quebranto laboral; el aumento de las tasas de deserción puede ser una realidad en muchos países; la mayor exposición a la violencia y la explotación por la no asistencia a clase ha aumentado en algunos lugares; las estrategias para medir y validar el aprendizaje se han resentido en casi todos los casos, tanto para el profesorado como para el alumnado y las familias.

El retroceso que conllevarán estos cierres va a ser tremendo. El último informe GEM (Global Education Monitoring) de Unesco pronostica que las ayudas a la educación mundial, que habían alcanzado buenos valores en 2018, van a sufrir un descenso por la COVID-19 cercano al 12 %, lo cual deja inermes a muchos escolares de países con evidentes dificultades educativas. Además, en territorios en los que las desigualdades en ingresos familiares ya alcanzaban valores graves, el virus no ha hecho sino flagelar todavía más a los desfavorecidos, acaso provocarles cicatrices permanentes. Estas heridas serán pésimas acompañantes para retomar los impulsos educativos cuando las circunstancias los permitan. El secretario general de la ONU, António Guterres, avisó en un informe en abril de 2020 de que la emergencia económica y social está provocando una merma considerable de los derechos humanos, por lo que urgen medidas de emergencia para socorrer a sectores y grupos sociales más desprotegidos.

Cuando la emergencia de salud disminuya habrá que renovar la educación colectiva y particular; hacerla más reflexiva. En este proceso, cabría preguntarse si la monotonía escolar dificulta su comprensión organizativa, si no se interioriza la dimensión de la escuela como institución, con sus virtudes y sus defectos. Nos tememos que tampoco queda manifiesto, aquí y en América Latina, ese cometido ecosocial dirigido a ayudar a entender la vida cotidiana y el mundo, circundante o no, en temas como el cambio climático o la pobreza e igualdad de oportunidades, por ejemplo.

Mucho de lo que la escuela y la educación significan, con sus fortalezas y debilidades, se vino abajo, incluso los momentos compartidos en la búsqueda de compromisos sociales y transformadores, que también los hay en muchas ecoescuelas abiertas. La formación on line no fue, no será, la solución universal: no hace fácil la cercanía entre profesorado y alumnado y no está al alcance de muchas familias, menos todavía en los países de ingresos bajos pero también en sectores importantes de los de ingresos medios e incluso altos, tampoco en barrios de las megalópolis. El paisaje educativo tras la pandemia ha perdido nitidez, y debe enfrentarse a graves retos en los cursos venideros.

En fin, feliz descanso. ¡Fuerza renovada cuando se retomen las clases presenciales! Hará falta, pues en un ambiente de recesión global no es extraño que se extienda el pesimismo educativo. Levantarse va a ser laborioso, pero no queda otra solución que intentarlo aunando fuerzas y comprometiendo todos los recursos necesarios.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2020/07/24/la-escuela-postpandemica-acumula-muchas-incognitas-incrementara-desigualdades/

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Conseguir una educación mundial de calidad tras la pandemia

Por: Carmelo Marcén

Cerramos con este artículo la serie que hemos dedicado a valorar el Informe de Seguimiento de la Educación en el mundo ODS. 4 aportado por la UNESCO hace unos meses.

La irrupción de la pandemia lo dejó en suspenso pues abrimos un espacio para acoger propuestas que ayudasen a los centros escolares a trabajar la naturaleza desde casa. Ya nada será como nunca. Pero queremos repetir aquello que decíamos en los tres artículos anteriores de que la educación de calidad adorna la vida de esperanza, de compromiso, de universalidad y de futuro. Subrayábamos que el informe se estructura en torno a la valoración del acceso universal a la educación, la equidad, las variables referidas al aprendizaje en sí, la calidad de la educación apoyada también en la formación inicial y permanente del profesorado. Asuntos todos sobre los que hay que trabajar mucho en este momento, cuando la educación formal ha sufrido tanto.

Toca hablar de financiación; máxime ahora cuando los dineros destinados a hacer frente a la pandemia en todo el mundo dejan en incógnita las necesarias inversiones educativas. Cuando volvamos a las aulas hay que examinar si la educación de cualquier país –lo centramos en España y América porque desde allí se visita este blog- dispone de recursos económicos, traducidos en programas y profesorado. Leamos el informe. Empezamos mal: “Uno de cada cuatro países no cumple ninguno de los principales objetivos de referencia sobre financiación para los gobiernos esbozados en el Marco de Acción de Educación 2030”. Dice la UESCO que para empezar medianamente bien hay que dedicar al menos el 4 % del PIB a la educación. Claro que es difícil hacer lo que Suecia (7,7 %), Dinamarca (7,6) o Islandia (7,5) pero ahí tenemos a Costa Rica y Belice (7,4) y Bolivia (7,1). Preguntémonos cada uno, invitemos al alumnado, si hemos sentido durante estos años alguna carencia de recursos; hagamos una lectura comparada de países pues el informe proporciona suficientes datos (4,2 en España).

La pandemia debe hacernos cambiar aquellos contenidos estáticos de los que tanto hablamos normalmente en las aulas para acoger acontecimientos de alcance social, propios de una ecoescuela abierta, como puede ser otra de las contundencias del informe: “Las ambiciosas metas en materia de educación no se alcanzarán a tiempo sin recursos adicionales, especialmente en los países más rezagados”. Tomemos nota: de los aproximadamente 5 billones de USD que se destinan a educación al año en el mundo, solamente el 0,5 % se emplea en los países de ingresos más bajos mientras que más del 65 % se dedica a la educación de los de ingresos más altos. Esto se llama injustica global, es un motivo más para que aumente la explotación de los débiles en muchos países, para anular sus ilusiones colectivas, para que la emigración multidireccional se convierta en una espoleta social. Por eso, solo estos datos nos deben empujar a hacer las cosas de otra forma. Ahí vamos.

En septiembre o cuando sea, dialoguemos en clase, debatamos en los equipos pedagógicos si se puede hacer algo para mejorar la situación. Si logramos encontrarlo, hagámoslo llegar a sus autoridades educativas. Reclamemos sus respuestas. La escuela, como impulsora de la mejora colectiva, tiene que posicionarse en demanda de la justicia, al menos educativa. El marco de referencia de la Acción Educativa 2030 había señalado dos opciones presupuestarias dentro de las necesarias políticas: destinar a educación entre el 4 y el 6 % del PIB o al menos de un 15% a un 20% del gasto público total.

Otra alerta que debe despertarnos y hacer emerger las verdades ocultas: las ayudas a la educación están estancadas desde la crisis financiera de 2008. Tomemos de nuevo notas para el debate escolar y social: “La proporción de la ayuda total a la educación destinada a los países de bajos ingresos disminuyó del 25% en 2002 al 22% en 2016. Es más, durante el mismo período, a pesar de que el 35% de los niños sin escolarizar en edad de asistir a la escuela primaria se encontraba en los países más pobres, la proporción de la ayuda total a la educación básica dirigida a los países de bajos ingresos se redujo del 37% al 27%.” (Indicador 4.5.5. de los ODS). Cuando se habla de los mayores donantes, la UE y otros, hay que decir a qué se destinan sus ayudas; no es lo mismo que vayan dirigidas a universalizar una educación básica de calidad con profesorado bien formado, que se conviertan en becas para que estudiantes universitarios de países de bajos ingresos acudan a las universidades de altos. Un dato más: En muchos países de ingresos bajos y medianos, los hogares asumen entre un quinto y la mitad de todo el gasto en educación. Debatamos en nuestras ecoescuelas sociales abiertas sobre la esperanza educativa universal. Situemos este asunto vital en un lugar preferente de nuestra Web para animar a que toda la comunidad educativa opine.

La pandemia no ha hecho sino aumentar las desigualdades, dentro del mismo país y entre diferentes. Dejó sin clase a más de 1.300 millones de niños en todo el mundo, muchos sin la mínima ayuda escolar. Unesco calcula que el 40% en países de ingresos bajos y medio-bajos; a estos habría que añadir los perjudicados en países de ingresos medios-altos y altos. Si antes de la pandemia más de 250 millones de niños y niñas de entre 6-18 años (el 17% del total) estaban excluidos de la educación, si la proporción de quienes completan la secundaria estaba en 18 a 100 entre países con ingresos más bajos frente a los de altos, qué pasará ahora. Todo esto sin fijarnos en la inclusividad, de la cual ya hablamos en otra entrada del blog. Hace unos días conocimos el último informe GEM “Todos significa todos”. Asegura que se corre el riesgo de que la pandemia arrincone más todavía la inclusividad. Nos tememos que dentro de unos años hablaremos de los estragos educativos en la “generación covid”.

Nada sale gratis; las ilusiones tampoco. Pero si creemos de verdad que los ODS pueden mejorar el estado global del mundo habremos de proponer esperanzas y buscar soluciones imaginativas. Quizás cada uno desde nuestra escuela. Al menos hablemos de estas cosas con el alumnado, ayudémosles a forjar un pensamiento crítico, a rescatar el significado de la palabra compromiso, a saber mirar en el espejo de los otros. Cuando se reanuden las clases, hay que retomar el cuento –ilusión, relato, creencia, fantasía, ensayo- de los ODS. Apenas tiene escritas las primeras páginas, llenas de deseos; le han salido tachones por esto de la pandemia. Nos está esperando; escribamos en él. ¿Llegaremos a darle un final feliz?

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2020/07/17/conseguir-una-educacion-mundial-de-calidad-tras-la-pandemia/

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Actividades para vivir el medioambiente desde casa

Por: Carmelo Marcén

A lo largo de los próximos días y semanas os queremos ir presentando diferentes herramientas con las que poder «salir de casa» y respetar el confinamiento al mismo tiempo. Vamos a ir empezando poco a poco y cada ciertos días iremos añadiendo más y más propuestas que irán, desde pasear por Parques Nacionales a escuchar e identificar pájaros por su canto o conocer el principio de las cosas. ¡Comenzamos!

Un diario muy resumido del medioambiente doméstico

En estos días que no podemos salir hemos de aprovechar el tiempo para hacer cosas diferentes a las habituales. Algo nos ocuparán las actividades, jugaremos con modelos clásicos o a inventarnos juegos, nos responsabilizaremos de ciertas tareas de la casa, veremos un poco la tele o nos engancharemos un rato a los dispositivos electrónicos. Pero hay tiempo para todo; por eso recomendamos pararse a pensar unos minutos en todo eso que hacemos cotidianamente en casa que tiene que ver mucho con nuestra relación con el medioambiente. Aquí caben cantidad de cosas, si bien vamos a indicar algunos caminos para no perderse. Hace falta ponerse las gafas de explorar y tomar notas, pues en muchas ocasiones nuestras rutinas nos impiden sacar partido de lo que hacemos bien, o menos bien. Por eso, mejor si lo vamos escribiendo; así nos servirá a nosotros e incluso podremos enseñarlo, o enviarlo en un whatsapp a nuestras amistades.

Esta es una propuesta para hacer en equipo; estaría bien ensayarla en familia. Después podemos llevarla al grupo de WhatsApp u otras redes que tenemos con los compañeros y compañeras de clase. Seguro que cada cual tendrá su visión de las cosas que hace, aunque si se piensa con un poco de detenimiento se verá que poco a poco surgen coincidencias. Se trata de ir anotando en una tabla pequeñas o grandes acciones que tienen que ver con una parte del medioambiente; el real, no ese que estudiamos en aquella lección en el colegio o el instituto. Esta actividad se podría titular “Una gincana por el medioambiente casero”. Avisamos ya de que nos dará una visión incompleta, hay otras muchas más cosas que podríamos revisar.

Vamos a fijarnos solamente en cada actuación que tiene que ver con el consumo de agua, energía y otros materiales que tienen que ver con la producción de residuos; no tratamos aquí de los alimentos pero habría mucho que hablar. Repasar ciertos hábitos cotidianos es como abrir una ventana de casa y lanzar una mirada a la naturaleza, ahora que está más lejos. Nadie negará que el agua y la energía son parte de ella, como la tierra y el aire. Solo es necesario recordar que en la cultura occidental, desde los griegos, los cuatro elementos motores de todo fueron agua, fuego, aire y tierra; de hecho, están incorporados a las ideas de varias religiones. Quiénes tengan interés lo pueden buscar en Internet y lo comprobarán.

Una cuestión básica para entender cómo funciona una casa, que ahora se asemeja un poco a la naturaleza de la que estamos distanciados, es conocer cómo cada persona se relaciona con ella. Para facilitar esta tarea hemos preparado una tabla, para anotar. Reproducir esa hoja de la ilustración y colocarla en un lugar visible de casa. Enviadla al grupo si esto lo hacéis con la gente de clase. Se trata de que cada miembro de la familia, o del grupo, vaya anotando con una rayita las veces que hace tal o cual cosa. Aquí ponemos un número para identificar a los miembros de la familia: yo mismo, hermanos, madres o padres, otras personas que están en nuestro domicilio. Aunque es mejor que cada cual escriba su nombre. Al final del día, después de la cena, se puede comentar cómo ha ido la cosa. Lo mismo han de hacer quienes están en el grupo de clase. Si resulta complicado dedicar un tiempo diario a la reflexión se puede hacer el recuento semanal; no os olvidéis de hacer los totales de cada persona y los de la familia o grupo.

Convendría guardar los datos de días sucesivos, mientras dure el confinamiento en casa, para comentar entre todos los miembros de la familia, o del grupo, lo que supone tener o no una serie de servicios que nos procura la gente que trabaja para nosotros. Quizás, llegado el momento, se puede hacer un plan general de comportamientos familiares, o colectivos, y ajustar los consumos de algunas cosas; mejorar los hábitos personales ayuda al medioambiente que aquí se limita a agua, electricidad y producción de residuos únicamente.

Convendría resumir los hábitos, a la vista de los datos, referidos a los distintos días o semanas. Habría que jugar también con las cifras de, al menos, tres de semanas; los fines de semana también cuentan, no cabe el relajamiento. Así se podría valorar si los hábitos/usos parecen muchos o pocos, si son necesarios. Incluso distinguir con algún reconocimiento, a los más pequeños les reconforta, aquellos comportamientos que merecen un premio. Se puede hablar igualmente sobre si alguna persona en especial se ha responsabilizado de determinada tarea, y si en los días normales también sucede así, lo cual permitiría organizar la vida posterior y repartir esas ocupaciones fundamentales.
Volviendo al principio. Habíamos comentado que muchas de estas acciones tienen que ver con aquellos cuatro principios de los que hablaban los griegos: agua, fuego/energía, aire y tierra. La tabla que sigue recoge un poco de lo que estamos hablando. Esta sí que hay que completarla en grupo. Se trata de encontrar señales de esos principios de vida en cada una de las acciones y decir en qué parte del proceso es más visible, y cómo. Rellenamos un par de casos a modo de ejemplo. Es posible que los más pequeños necesiten alguna ayuda para la interpretación. Puede quedar alguna casilla en blanco.

También conviene jugar con el tiempo. Hay que estimar las horas que diariamente dedicamos a satisfacer estas necesidades, contemplarlas también en relación con los trabajos que muchas personas habrán tenido que realizar para que disfrutemos de ellas

Por fin, hay que apuntar:

  • Lo que mejor hemos hecho y cómo están de repartidos los compromisos:
  • Aquello en lo que debemos mejorar, ahora y para siempre:

No estaría de más poner nota a cada una de las tareas:

  • Puntuad entre 1 (apropiado) y 10 (imprescindible) cada una de las acciones:
  • Separad aquellas acciones en las que su riguroso cumplimiento es solamente ahora en esta crisis o siempre.

Es interesante llevar a cabo una valoración familiar de nuestra dependencia con el exterior, lo que en forma resumida podríamos llamar medioambiente. Hay que ser sinceros y decir si alguien no ha cuidado mucho a la hora de apuntar y se ha olvidado alguna vez. Aunque ya lo decíamos antes, habrá que hablar de los servicios públicos, de las personas que permiten que en estos días de confinamiento nos resulte un poco menos complicado pasar cada jornada y poder hacer las cosas necesarias. Al final, como síntesis cada cual puede resumir en una frase lo que ha supuesto esta experiencia.

El sueño de repartir el agua como respuesta al Covid-19

Para empezar a repartir afectos hacia el agua un poema. “Toda el agua del mundo es una abuela/ que nos cuenta naufragios y regatas/ que nos moja la sed y da permiso/ para seguir viviendo otro semestre”, al decir de Mario Benedetti.

El agua de la que disponemos para la vida, la dulce, escasea en muchos lugares. ¡Qué paradoja llamar a la Tierra “el Planeta Agua” y decir que escasea! El hecho es que en ocasiones es muy difícil repartirla para todos los seres vivos, ni siquiera mucha gente puede conseguirla cuando más la necesita. ¡Sueña con el agua! Normal que esto suceda. A periodos largos de sequía le siguen aguas torrenciales en algunos lugares. En otros nunca llueve. Además, ahora ya no cae con el ritmo de antes, por lo del cambio climático. Ya lo dice el refrán: si alguna vez el agua moja, no lo hace a gusto de todos.

Cuando la ONU propuso la celebración de la Década del Agua 2005-2015 elaboró un material sumamente interesante: El agua fuente de vida. En él se habla del agua y las mujeres, el agua y salud con saneamiento, el agua y la producción de alimentos y bienes, y muchas cosas de sumo interés a escala mundial. Porque hay que conocer que aunque hay agua en cantidad suficiente para toda la gente en todo el mundo, muchas personas carecen de ella. Lo saben bien esas tres mujeres cuyas vidas fueron transformadas gracias al acceso de agua para beber que relata el documental El poder del agua limpia producido por National Geographic, en el cual se expresan muchas ilusiones y deseos, necesarios para descubrir el sueño que disponer de agua representa para todos. Porque en muchos lugares, en especial en África, el agua y el saneamiento se han convertido en una especie de violencia de género.

¿Pero por qué un llueve si hay agua en las nubes que tanto se mueven? Se cuenta por algunos lugares una leyenda que dice que cuando los grillos estridulan (el cri-cri repetido) es que barruntan la humedad; o sea que va a llover. En tiempos, la gente hacía romerías para llamar a la lluvia, cantaba letanías a los santos. Los grillos parece que no recitan cosas religiosas y desconocemos si sueñan con el agua. Sabemos que el ruidoso movimiento de las alas de los machos es para llamar la atención de las hembras y convencerlas para que se apareen. Recuerdo que de ellos se hablaba en la sedienta estepa monegrina -una zona semi desértica que hay en Aragón de la cual se pueden capturar bellas imágenes asomándose a Internet- donde pasé la niñez; se confiaba en el buen hacer de los grillos (algunos los confunden con las cigarras). También se estima su poder llovedor en Sudamérica.

Hay un pueblo nativo de Bolivia, los Ayoreos –gente que vive de la caza y de la recolección- que tenía una abuela Direjna que era la dueña del agua. Así, dónde sea que ella fuere llovía. Parece ser que hubo un tiempo en el que la gente no la quería. La abuela Grillo se marchó ofendida. A partir de entonces aumentaron los días de calor y sequía. Dice la leyenda que marchó al segundo cielo y desde ahí es capaz de enviar lluvia cada vez que alguien cuenta su historia con un buen deseo. ¿Conocería la leyenda Benedetti que acaba su poema agua que encabeza este artículo diciendo que la abuela da seis meses más de vida? A partir de esta trama, inventada o no, se hizo el guión de La abuela Grillo, un corto de animación precioso. Durante su narración nos hace ver los problemas que generan la distribución y el hecho de compartir el agua. También nos ilustra sobre las guerras del agua, acerca de la codicia de unos frente a la pobreza de otros. Merece la pena verlo en familia, grandes y pequeños, y comentar lo que expresa. Sobre el mismo tema trata También la lluvia, la película de Icíar Bolláin. Seguro que la encuentran en alguna plataforma de tele. Lo más interesante sería comentar/comparar los lenguajes fílmicos que una y otra traen, si abordan o no la misma cuestión, si aparecen en la historia buenos y malos, etc.

Soñar con el agua conduce a espejismos. Para conocer lo que suponen estos en algunos lugares, invitamos a todos a realizar un viaje a la India en busca de “Los sueños del agua”, expresados en el material que la ONU preparó para la exposición internacional “Agua y Sostenibilidad” celebrada en Zaragoza en el año 2008. Soñar con el agua en Mumbay es lo que hace una niña, Nandini, cada día. En un país de tantos contrastes sobra el agua para unos pocos y falta para otros muchos. Repartir el agua no resulta fácil.

Agua que se ha convertido en un sueño debido al COVID-19. En estos momentos, disponer de agua suficiente y de calidad es todavía un ilusión mayor, pero en este caso también está mal repartida. Leímos en una Web americana que millones de personas no tienen agua para combatir el coronavirus. Dicen las cifras del Banco Mundial que por más que Latinoamérica disponga de casi un 31% de las fuentes de agua dulce del mundo, casi 37 millones de personas no tienen acceso al servicio de agua potable. ¿Qué puede suponer eso si allí llega la pandemia? Ahora, según UNICEF-OMS alrededor del 82% de la población de Latinoamérica tiene acceso a agua potable segura, mientras que solo el 37% a un saneamiento seguro; qué decir de lo que está ocurriendo ahora mismo en África, en donde si la pobreza se alía con la pandemia puede componer un aterrador escenario. Tendrán que apelar muy fuerte a Yemayá reparta agua por Nigeria o que el dios Anzar haga lo mismo en el norte. Agua suficiente para mejorar la economía pero también la salud. Por eso, el lavado de manos varias veces al día es fundamental. Si alguien tiene alguna duda, solamente debe mirar la página de Unicef, que habla de lo importante que es el lavado de manos y otras cosas que relacionan agua con higiene y salud.

El agua es un vehículo en donde viaja la salud, se ha convertido en una de nuestras mejores aliadas contra el coronavirus. En nuestros países ricos la potabilizan añadiéndole el hipoclorito –lejía- y otros desinfectantes para destruir los posibles patógenos que pudiera tener en origen. También dentro de ella viajan los desinfectantes que lanzan los equipos que limpian ahora más que nunca nuestras calles, ciudades y estancias –como hospitales, residencias de mayores y lugares de tránsito-. En ella se disuelve el jabón (con sus sales y triglicéridos) que protege nuestras manos una y otra vez de las posibles trazas del coronavirus. Con ella, convenientemente calentada y con los aditivos necesarios, se lavan buena parte de los materiales reutilizables para luchar contra la pandemia. Seguro que el personal sanitario se acuerda de ella cada vez que se prepara para su trabajo, cuando se ducha en casa tras una jornada agotadora, porque le transfiere antisépticos o desinfectantes útiles. Así se lleva los patógenos víricos no se sabe dónde; tampoco nos importa mucho ahora. Bastantes cosas aprenderemos de esta pandemia, seguro que un nuevo sueño de todos será valorar el agua cada día más, para usarla mejor y querer repartirla. Ahora mismo, merece el mismo aplauso, al menos con el pensamiento, que la ciudadanía confinada lanza en España al personal sanitario y de otros servicios esenciales. Porque el agua también será sensible a los afectos, imaginamos.

No debemos despertar del sueño de Nandini hasta que consigamos que llegue a todo el mundo, que dé salud a la gente.

Disfrutar del canto de los pájaros

Un paseo por la orilla de un río reconforta. Solamente mirando con atención se despiertan los sentidos. Nos inundan colores que nos amplían los horizontes buscados, que son distintos a la llegada y cuando nos vamos, porque depende de cómo reciben y reflejan los rayos del sol, imágenes nada estáticas que cambian casi cada metro que recorremos. Qué decir si volvemos pasados unos días. La vegetación es una y muchas a la vez; la del suelo, distinta a todas, no se molesta en competir con esos árboles cercanos de portes tan diferentes. No conocemos sus nombres, da lo mismo. Son singulares y forman conjunto, no sabemos si obedecen reglas o no, tampoco importa demasiado. Si lo pensamos bien, pasear por la orilla del río es algo así como mirar un cuadro; cada uno vemos algo distinto por mucho que te lo expliquen. Sabido es que nadie pasea con la mente vacía, por ellas fluyen recuerdos de otras experiencias. ¡Cuánto nos acordamos de Machado y sus paseos por la orilla del Duero, de aquel poema al olmo herido!

También cambian mucho los sonidos del río. Nos gusta escuchar cómo se expresa el agua. Observemos esas imágenes de la ribera e intentemos ver si nos sugieren algo con claridad o solamente susurran. Imaginemos qué querrá decirnos el agua que fluye por el río. Seguro que emitirá señales, acaso desea explicar temores o hablarnos un poco de su historia. Escuchemos una parte de las grabaciones de dos ríos distintos; no hace falta identificarlos. Serán simplemente el A y el B. Anotemos impresiones y emociones que nos provocan, si nos indican algo. En este otro ejemplo, lo identificaremos como C, ya se mezclan lenguajes diferentes. Suponemos que evocan algo más a quienes quieren escuchar.

Es difícil encontrar algo más bello que el poema Pájaro del agua de Juan Ramón Jiménez, que no resistimos a reproducir aquí: Pájaro del agua/ ¿qué cantas, qué encantas?/ A la tarde nueva/ das una nostalgia/ de eternidad fresca,/ de gloria mojada./ El sol se desnuda/ sobre tu cantata./ ¡Pájaro del agua!/ Desde los rosales/ de mi jardín llama/ a esas nubes bellas,/ cargadas de lágrima./ Quisiera en las rosas/ ver gotas de plata./ ¡Pájaro del agua!/ Mi canto también/ es canto de agua./ En mi primavera,/ la nube gris baja/ hasta los rosales
de mis esperanzas./ ¡Pájaro del agua!/ Amo el son errante/ y azul que desgranas/ en las hojas verdes,/ en la fuente blanca./ ¡No te vayas tú,/ corazón con alas!/ Pájaro del agua/ ¿qué encantas, qué cantas?

Todos sabemos que en una ribera nunca faltan los sonidos de los pájaros. Se puede oír sin más o realizar una escucha atenta. Incluso hay alguien que logrará identificarlos. Quien lo desee puede viajar sin moverse de casa hasta el Museu del Ter para conocer a los pájaros del río, para identificar alguno, para disfrutar de sus cantos e incluso competir con quienes nos acompañan en casa para identificarlos. Pero la riqueza interactiva de este museo no acaba ahí. Los ríos son como la paleta de una artista llamada naturaleza. Al Ter también le pintó una variada vegetación de ribera, en la que colocó múltiples macroinvertebrados, bastantes peces, varios anfibios y algunos mamíferos. Esta Web es muy interesante. Hay que detenerse a mirar. Habla de los pájaros invernantes, estivales, residentes todo el año. Por cierto, se puede descargar el contenido en PDF.

Hay mucha gente por ahí aficionada a la ornitología. Es la que nunca se pierde lo que nos cuentan los de SEO/Bird Life. Permiten observar las aves en directo, una maravilla lograda mediante una instalación de cámaras que no provoca ninguna molestia a las aves –en este caso cernícalo primilla, lechuza común, buitre negro o halcón peregrino- ni cuando están criando. Se empeñan en llevar la naturaleza a las ciudades. Además, tienen una Guía de aves extraordinaria, para disfrutar de su belleza y muy útil cuando toque hacer algún trabajo en clase. Incluye dibujos, características de cada especie, lugares de España en dónde se pueden avistar, etc. Todo un lujo del que hay que disfrutar muchas veces, también elaborar fichas con los pájaros preferidos, los que hay que proteger, los invernantes o veraneantes, etc. Por cierto, el 20 de marzo fue el Día Mundial del gorrión, cuya población está descendiendo de forma alarmante en todo el mundo.

Por si no se sabía, ya está digitalizado el mayor archivo científico de animales del mundo Macaulay Library; nada más ni menos que 150.000 audios. Digamos que unas 9.000 especies (muchos pájaros pero también ballenas, elefantes, ranas y primates entre otros nos mandan sus sonidos).

Más de una vez nos habremos preguntado qué querrán decir los pájaros con sus cantos. Imaginémoslo: se contarán lo que hicieron el día de antes, o los planes que tienen para ese día. Otras veces emitirán llamadas de aviso, de búsqueda, o se sentirán contentos simplemente y querrán que el resto lo sepan. En más de una ocasión advierten a otros colegas de que están en territorio privado, o eso creen, pues en la naturaleza no hay fronteras. Escucha el canto de algunos de estos pájaros; y jugar en familia a adivinar lo que quieren decir es un placer que nadie se debería perder. Con ellos se podría componer una bella sinfonía que titularíamos “La naturaleza alada habla”. Para quien no lo sepa, los pájaros son protagonistas en la música clásica como se explica Julio Andrade en este artículo; quién lo desee, seguro que enlazará fácilmente con las obras citadas. Por ahora facilitamos la entrada a la soberbia interpretación de Emmanuelle Bertrand de El canto de los pájaros de Pau Casals, símbolo de la paz y libertad en todo el mundo, de la cual también se puede disfrutar en otras versiones orquestadas. También a El lenguaje de los pájaros de Jean Sibelius por la NHK Shympony Orchestra.

Quienes amen la literatura no pueden perderse el poema El vuelo de Pablo Neruda, y el relato El príncipe feliz de Oscar Wilde. El multiforme canto de los pájaros, que sin duda expresa tanto esperanzas como temores, se expresa de muchas maneras.

Disfrutar de los pájaros sin salir de casa, por ahora. Todo un lujo que nadie debería perderse. Después, habrá que buscarlos en la naturaleza real.

Visita virtual al Parque Natural o Espacio Singular

Sin salir de casa se puede disfrutar de la naturaleza y ampliar la dimensión de nuestra reducida habitación. La imaginación nos lleva a lugares desconocidos. Si no que se lo pregunten a Julio Verne, que sin viajar fue capaz de viajar por el fondo del mar, dar la vuelta a la tierra y hasta llegar a la Luna.

Nuestra propuesta de viaje es más sencilla. No hay que buscar lo extraordinario sino disfrutar de lo sencillo. Se puede ir cerca o lejos, aquí vamos a sugerir algunas visitas, pero cabe disfrutar de muchas más. Simplemente hay que indagar si cerca tenemos algún enclave natural para que la familia al complejo viaje en estos días que no puede salir de casa. Interesa que cada miembro diga qué quiere ver, qué le parece que va a encontrar. Si hay pequeños en casa, habrá que guiarlos en el descubrimiento de cosas o irles contando historias sobre el sitio elegido. Estaría bien guardar algo sobre los lugares visitados en una carpeta del escritorio del ordenador para que quienes no nos hayan acompañado esta vez puedan verlo, o para volver nosotros mismos a disfrutar de los paisajes. Vayamos con ello.

El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido dispone de una completa visita virtual. No costará mucho localizarlo en un mapa. Sí, se enclava en los Pirineos españoles. Una vez allí, hay varios itinerarios para descubrir. Se puede mirar el cielo desde el Bosque de las hayas –qué tienen esos áboles para atraernos tanto–, viajar con el agua por las Gradas de Soaso –quién sería la persona afortunada que le pondría el nombre de gradas–, disfrutar de una vista aérea del parque desde una altura de 5.000 metros –hay pájaros que lo hacen–, maravillarse del Cañón de Añisclo –ese tajo a la roca caliza que parece hecho de artesanía- que ha excavado durante siglos el río Vellos. La posibilidad de ver fotos o acercar otros rincones permite maravillarse de la acción de las aguas a la hora de esculpir estos espacios, o de ascender a las cumbres como el Monte Perdido sin moverse de casa. Quienes quieran volar mucho más, como si fueran pájaros pueden realizar otras visitas virtuales. Hay varios enlaces en Youtube que pueden servir.

La visita sirve para reconocer el valor de los espacios naturales protegidos, para interrogarse, jóvenes y adultos, sobre las ventajas e inconvenientes de hacerlas así. Por cierto, existe una red española de espacios protegidos bajo la figura de Parques Nacionales, pero cada Comunudad Autónoma tiene su propia red de espacios protegidos. También una red internacional Natura 2000, que guarda la naturaleza y la biodiversidad europea. Se puede consultar los espacios de tu provincia poniendo simplemente el nombre detrás del identificador general.

Pero como hay también gente aventurera pueden viajar más lejos, sin necesidad de tomar un avión. Por ejemplo, hasta Yosemite. En una visita virtual se aprecia la majestuosidad de Mariposa Grove of Giant Sequoias; quedarse extasiado sin haberse cansado viendo las cimas de Half Dome, la aventura de Yosemite Falls y la espectacularidad del Glacier Point; explorar zonas tan bellas como Tuolumne Meadows , Hetch HetchyForesta Wawona. Habrá que comentar qué sensaciones produce llevar a cabo esa visita virtual, si se conocía algo del parque, si se sabía dónde está enclavado. Sobre todo, interesa ver de lo que es capaz la naturaleza cuando la dejan sola y le dan tiempo.

Como tras cualquier visita surgen curiosidades, cabe indagar mucho más. Así mayores y pequeños pueden apreciar la riqueza de los ecosistemas. Nada se ha dicho hasta ahora de los animales o plantas que pueden albergar estos santuarios, cofres o reservas de la biodiversidad. Existen webs que informan de quiénes viven allí. También se pueden guardar fichas de ellas en esa carpeta. No hay que escribir mucho de esas plantas o animales: por qué nos atraen, qué tienen de particular, etc. Alguna de ellas se puede adoptar como mascota virtual; seguro que apetece conocer más de ella y contarlo a quien quiera escuchar. Cuando regresemos a clase, que esperemos que sea pronto, hay que contar en el aula lo que hemos aprendido. Incluso ahora mismo podemos invitar a nuestras y nuestros compañeros.

No hay que olvidarse del espacio protegido que tenemos cerca. Hay que indagar en la Web y acudir a disfrutar de los enclaves una vez que ya podamos salir de casa. Puedes consultarlos en poniendo Red Natura 2000 añadiendo detrás el nombre de tu comunidad autónoma.
¡A disfrutar sin salir de casa!

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2020/05/07/actividades-para-vivir-el-medioambiente-desde-casa/

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Educación circular para acercar el mundo a la justicia social. ODS Núm. 4, III

Por: Carmelo Marcén Albero

Se trataría de dar valor para el futuro a cada contenido que se aprende, a cada idea que se construye. Habría que reconocer qué se debe aprender, cómo hacerlo para que el constructo sea consistente; cómo reutilizar una y otra vez los saberes para no desperdiciarlos en residuos inútiles.

Se ha puesto de moda hablar de la economía circular, esa que busca un sistema más sostenible y humano. Imaginemos por un momento que, como propaga en su página el Parlamento Europeo, la economía del mundo se basa en un modelo de producción y consumo cuyo lema es usar los ajustados recursos materiales o energéticos para hacerlo lo mejor posible. Necesariamente, habrá que compartir usos, reutilizar máquinas y materiales, reparar utensilios y destrozos, renovar procesos para usar menos y reciclar una y otra vez materiales y productos existentes, de tal forma que se logre darles un valor casi infinito; en algunos casos se puede. Si así se obra, el ciclo de vida de los productos se extiende; incluso los beneficios llegarán a las personas, más baratos y mejores, y al medio ambiente.

Repasemos en la escuela estas ideas. Comparémoslas con el modelo económico que domina en este momento: “usar y tirar”, referido no solo a lo material sino a lo aprendido, cuya mayor parte se desvanece una vez ha perdido el estímulo, o se ha pasado con éxito el examen.

Se podría hablar mucho de este asunto en la escuela, del derecho a tener y compartir, a reutilizar lo que se tiene, a que el beneficio de los recursos convierta las relaciones económicas en convivencia entre iguales, a que impere la justicia social. Por eso, vamos a intentar emerger el poder no aprovechado de la educación circular.

Más o menos, se trataría de dar valor para el futuro a cada contenido que se aprende, a cada idea que se construye. Habría que reconocer qué se debe aprender, cómo hacerlo para que el constructo sea consistente; cómo reutilizar una y otra vez los saberes para no desperdiciarlos en residuos inútiles. Serviría también para aprovechar el poder transformador de la educación, pocas veces reutilizado tanto para entender lo próximo como para acercarse al escenario universal.

Reparemos en esa corona, logo, que es el pin de la sostenibilidad. El pin representaría, en un mundo más ecosocial, la no existencia de fronteras por su circularidad. El espacio reservado a la educación resplandece en su color rojo que, en una interpretación personal, podría significar atracción, fuerza, vida, valentía, vigor, pero también el deseo, la energía, el calor y el placer. ¿Acaso no servirían esas cualidades para la educación? Más o menos eso queremos expresar en este artículo, desde la escuela.

Ese rojo debe circular a lo largo de la corona que es el pin, hacia la derecha o la izquierda; tanto da, después volverá a su lugar enriquecida y con la satisfacción de haber servido al resto de los ODS. Si se educa en aprendizajes reutilizables, se entiende mejor la igualdad de género, está justo al lado, se sabe lo que significa agua limpia y saneamiento y se lucha porque siempre sea así; se le asigna valor a una energía sostenible y asequible para todos; se adquirirá y valorará lo que supone un trabajo digno en el marco de un crecimiento económico que no deje fallas sociales; se podrá encontrar el camino de investigaciones de producción e infraestructura compartidas. Quién duda que esto no supone la reducción de las desigualdades, ¡bendita educación!, que se apoyan en ciudades más habitables y menos excluyentes, aunque por ahora tienen sus relaciones totalmente condicionadas a la producción y consumos responsables. La educación circulante, bien reciclada, posibilita la acción ante la emergencia climática y la participación de los jóvenes, que también se preocupan de la vida submarina y de los ecosistemas terrestres, que demandan paz y justicia social y son críticos con la acción de sus gobiernos. Todo en el marco, ¡bendita educación!, de un proyecto de alianzas que pongan fin a la pobreza, acaben con el hambre y aprovechen el recorrido educativo para encontrar la salud y el bienestar de las personas. El pin es el símbolo de una utopía deseable, la educación de calidad puede hacerla realidad.

¿Quién se atreve a trabajar en las aulas este pin de la sostenibilidad y darle valor al deseo y las posibilidades de aprender? En anteriores entradas en este blog hacíamos alusión a la reciente publicación del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo por parte de la UNESCO. ODS Núm 4. Educación de calidad. Nos falta hablar de calidad y financiación. Para que la educación sea circular, se recicle una y otra vez, necesita impulsores: energía y recursos permanentes. Queremos llamar la atención de quienes tienen competencias en los departamentos o ministerios de Educación, aquí y en Latinoamérica, para que se impliquen activamente en la mejora de los ámbitos que les correspondan inyectando recursos humanos y materiales.

Dice el informe que para que la educación circule y se reutilice hace falta que cuente con buenos docentes, preparados. Hay países como Mali en donde los poseedores de formación específica apenas pasan del 5 %, en Bolivia no llegan al 60 %, mientras que son casi el 95 % en Costa Rica y Colombia; en Uruguay todos. Como siempre, el África subsahariana se lleva la peor parte: la masiva llegada de escolares desde hace 30 años no ha sido acompañada de la necesaria preparación de docentes. ¡Qué decir del número de alumnos por docente! (indicador 4.c.2. de los ODS). En Europa y América del Norte la ratio es de unos 15 alumnos, en América Latina y el Caribe 17, mientras que en el África subsahariana son 44.

Las infraestructuras escolares condicionan mucho la calidad de la educación. Solo un par de datos para que sirvan de motivo de diálogo en nuestros claustros de profesores o con el alumnado de los cursos superiores en materias relacionadas con las Ciencias Sociales:

  • En los países más pobres, la mayoría de las escuelas primarias no cuenta con instalaciones de saneamiento separadas por sexo (o a veces con ninguna instalación).
  • La disponibilidad de Internet en las escuelas suele quedarse muy por detrás de la electrificación.

Habría que acabar trayendo lo último que dice el informe con respecto a los entornos favorables para el aprendizaje: “Contar con instalaciones educativas que tengan en cuenta las necesidades de los niños y las personas con discapacidad y las diferencias de género y que ofrezcan entornos de aprendizaje seguros, no violentos, inclusivos y eficaces para todos es problemático en numerosos países”, tal como demuestra en parte la serie de artículos sobre el ODS Núm. 4 que recogemos en este blog. Al mismo tiempo, resulta difícil medir el progreso referente a esta cuestión, porque el indicador mundial pertinente no es una sola medida, sino un conjunto de varias interacciones.

Invitemos a nuestros alumnos a que dialoguen, a que trabajen en equipo y rellenen los huecos de la rueda/corona del pin de la sostenibilidad, que salten de un color a otro, que encuentren cómo en su caso concreto una educación circular les puede ayudar a comprender mejor cada uno del resto de los ODS. Cabe hacerlo en todos los niveles educativos. Y, por supuesto, el profesorado y el resto de la comunidad educativa deben ponerlo como prioridad en sus encuentros pedagógicos.

Preguntémonos todos, alguna vez, qué le falta a la educación para acercar el mundo a la justicia social. Por cierto, qué sería lo primero que le daríamos cada uno, incluso en forma de compromiso personal.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2020/02/21/educacion-circular-para-acercar-el-mundo-a-la-justicia-social-ods-num-4-iii/

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La educación de calidad como camino hacia un futuro compartido, más justo. ODS Núm. 4, II

Por: Carmelo Marcén Albero

La escuela de los ricos tiene que mirar fuera de sus estrechos contornos y darse una vuelta por el mundo, para ver si palpita o no, para verse reflejada en los otros.

La lectura del mundo actual tiene que ser forzosamente ecosocial para entender lo que en él acontece. Las múltiples interacciones entre las personas y el lugar donde viven es lo que constituye el medioambiente: un espacio sin fronteras espaciales ni temporales, multidimensional, por donde circulan afectos y compromisos, encuentros y competencias, desidias y acciones positivas.

Ese medioambiente sin fronteras es también emocional, pues transfiere y aporta llamadas a los sentidos que empujan a la gente a ser y actuar de una u otra manera, en cualquier lugar del mundo. Por eso, cómo los grupos sociales gestionan sus intereses, sus deseos e incertidumbres, supone un argumento principal. En este artículo, dedicado a mirar la educación de calidad en el mundo, intentamos llamar la atención sobre el hecho de que esa forma parte indisoluble del medioambiente del futuro. Con ese mismo sentido se concreta en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), un sueño que necesita mucho de todos para servir de algo a casi todos. Por eso, le abrimos aquí la puerta de la escuela de par en par.

En la anterior entrada hacíamos alusión a la reciente publicación del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo  por parte de la UNESCO. ODS núm 4. Educación de calidad. Decíamos que se detiene de forma especial en cinco escenarios fundamentales para conocer qué debemos hacer en nuestro ámbito si queremos mantener la esperanza educativa global: acceso, equidad, aprendizaje, calidad y financiación. Habíamos abordado la lectura de lo que dice con respecto al acceso y la equidad. Recomendábamos su reposado análisis a quienes tienen competencias en los departamentos o ministerios de Educación, aquí y en Latinoamérica, para estudiar la forma de mejorar resultados en los ámbitos que les correspondan. Añadíamos que desde estas páginas íbamos a realizar un resumen de lo que a nosotros nos parece más importante.

Subrayábamos lo fundamental que era hablar de los ODS en estos momentos tan convulsos a escala planetaria que cuestionan casi todo en al ámbito social, económico y ambiental. Proponíamos hacerlo tanto en los cursos de formación del profesorado como dentro de los equipos educativos o consejos escolares de cada comunidad educativa. Animábamos a llevar a cabo una lectura comparada entre lo que en el informe se dice de España y la Unión Europea y el resto de los países; hay que leer con atención los datos de América latina y el Caribe. Otro de los capítulos del informe se dedica al aprendizaje. Recogeremos de él simplemente algunos detalles para no hacer prolija la entrada. Dice el informe que en uno de cada cuatro países del África Subsahariana, la mitad de los alumnos que terminan la primaria no supera el nivel medio de competencia lectora. La meta 4.1.4. de los ODS para el año 2030 apostaba porque el 100 % de los niños y niñas del mundo alcanzase un nivel mínimo de competencia en los primeros grados.

Sonroja leer que en Zambia o Mali apenas se llega al 2 %, mientras que en Letonia, Países Bajos o Noruega se alcanza el 99 %; en España el 97, como en Portugal, Chequia o Singapur. Merece la pena revisar los gráficos sobre este asunto que incluye el informe y relacionarlos con otros ODS como la justicia social, el derecho a un trabajo digno, la eliminación de la pobreza, la potenciación de las alianzas, etc. En América Latina y el Caribe en torno al 75 % sí aprenderán; hay que fijarse en las diferencias entre las distintas repúblicas. Escalofriante esta afirmación del informe: “En algunos países, muchos niños no pueden leer ni una sola palabra después de varios años de escolaridad”. Seguro que nos preguntaremos de qué mundo estamos hablando cuando ni siquiera seis años de escolaridad garantizan la alfabetización. ¿Sorprende que haya tantos jóvenes dispuestos a jugarse la vida y gastar la economía de sus familias en cruzar África o América exponiéndose a perder a múltiples vejaciones y peligros para llegar al mundo rico para buscar educación para sus hijos en donde se dan tasas cercanas al 100 %? Se debe hablar de estas desigualdades, y más de una vez, en nuestras aulas.

Pero claro, en esto de educación hay que fijarse también en los adultos; así lo hace el informe (meta 4.6.2. de los ODS). Copiamos textualmente algunos párrafos para que sean aprovechados en el debate escolar y social:

  • Entre 2000 y 2018, el porcentaje de adultos alfabetizados aumentó del 81% al 86%, mientras que el de jóvenes alfabetizados pasó del 87% al 91%.
  • A pesar de estas mejoras, el analfabetismo sigue estando generalizado en muchos países, especialmente entre las mujeres. En América Latina y el Caribe, el estancamiento de los progresos a niveles relativamente altos es un indicio de que existen grupos profundamente desfavorecidos «difíciles de alcanzar».
  • En 37 países de África Subsahariana, más de la mitad de las mujeres no sabe leer.

El futuro del mundo se escribe de muchas formas; una de las más importantes es situar la igualdad educativa a todos sus habitantes. Esta “quimera” reduciría considerablemente una parte de las pulsiones demográficas, sociales, bélicas y económicas; acercaría mucho más a la paz social que tantas veces se nombra. Era el año 1996 cuando Jacques Delors coordinaba un equipo que escribía el informe “La educación encierra un tesoro”. Muchas cosas han sucedido desde entonces. Un buen tema de diálogo para los cursos superiores en nuestros colegios, institutos y facultades; también para las Asociaciones de Madres y Padres, para esas jornadas culturales en las que no se sabe qué hacer. La escuela de los ricos tiene que mirar fuera de sus estrechos contornos y darse una vuelta por el mundo, para ver si palpita o no, para verse reflejada en los otros.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2020/02/07/la-educacion-de-calidad-como-camino-hacia-un-futuro-compartido-mas-justo-ods-num-4-ii/

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Educación de calidad en el ODS 4: sus progresos van por países I

Por: Carmelo Marcén

Nuestra escuela, a un lado y otro del Atlántico, debe proporcionar una visión crítica del mundo, sujeto a múltiples interacciones entre ricos y pobres, presente y futuro. Los escolares de hoy, de cualquier país deberán utilizar criterios de lectura diferentes para entender el complejo y cambiante mundo que se les presenta.

Las escuelas de todo el mundo acogieron con expectación disimulada, dada la experiencia previa tan llena de olvidos, la formulación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), esos que buscan que ninguna persona se quede atrás en el camino hacia una vida digna en relación amistosa con el medioambiente que es el planeta y sus moradores. Algunos actores del mundo educativo, de forma interesada las escuelas que desde Latinoamérica nos siguen, mirarían con más detalle lo que venía a decir el ODS. Núm. 4; en general suelen tener más carencias a la vez que esperanzas. Su mismo enunciado “Educación de calidad” ya dice algo, pero cada una de sus metas merece la lectura e interpretación reposada; diríamos que sacude un poco las adormecidas ilusiones de cambiar el paso errático del mundo a través de la educación. Los ODS están pensados para las personas; la educación también. Este axioma se olvida a menudo. La educación lo es cuando mejora el pensamiento y la vida de las personas, hoy y mañana, cerca y lejos; poca trascendencia adquiere para sí misma como no sea su cordura.

Ahora acaba de conocerse el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo, publicado por la UNESCO. Se detiene de forma especial en cinco escenarios fundamentales para conocer qué debemos hacer en nuestro ámbito si queremos mantener la ilusión educativa global: acceso, equidad, aprendizaje, calidad y financiación. Convendría que los departamentos o ministerios de Educación y quienes tienen competencias para mejorar los derechos de la infancia y adolescencia en cada país se lo estudiasen con detalle y pusiesen en marcha lo que falta para conseguir en cada una de las metas del ODS 4. También los equipos directivos de nuestras escuelas, las comunidades escolares de un lado y otro del Atlántico, deberían llevar a cabo un análisis comparado de lo que en él se dice. De todas formas, por si el quehacer diario impide encontrar ahora mismo el tiempo de su consideración, nos permitimos hacer una breve interpretación de algunos aspectos básicos, que continuaremos en el siguiente artículo de esta ecoescuela abierta.

En estos momentos de efervescente opinión educativa, muchas veces contaminante, hay que ocuparse de lo interesante. Hay que hablar de los ODS en los cursos de formación permanente del profesorado, no estaría de más que se dialogase con sentido crítico y reflexión no limitada a lo personal sobre estas metas que acordó la ONU y firmaron muchos países. Pero no porque sea una moda sino porque es una urgente necesidad. Es aventurado decir que los ODS van a cambiar totalmente la vida de las personas en todo el mundo, pero hay que conservar la utopía que supone la satisfacción personal, en este caso del profesorado, por la lucha hacia la mejora social. En primer lugar, hay que tener una idea fundada y compartida, una perspectiva global, del estado de la educación en el mundo, de los progresos habidos en algunos países, de la posible incidencia en la sociedad del futuro, de la influencia en las economías locales y en las dinámicas políticas y sociales, de las repercusiones que puede tener en los movimientos sociales y las migraciones, de si se puede hacer algo para retener el desastre social que se nos anuncia, etc. Pero también, para analizar la situación en la Unión Europea y en España.

Empezamos por el acceso a la educación de calidad. La meta para 2030 decía que el 100 % de los niños y niñas del mundo debería superar el primer ciclo de educación secundaria. Hoy apenas llega al 72 %: lo cual sale de que alcance el 95 % en los países de ingresos altos y el 33 % en los de ingresos bajos. Tres curiosidades: en Guinea-Bissau el 13 %, en España el 87 %; en el mundo, alrededor de 1 de cada 60 niños, más probabilidades si son niñas, nunca irá a la escuela; casi todas-os viven en países de ingresos bajos.

Más cosas de las que hablar en relación con los ODS en su conjunto. Hay una máxima que se repite a menudo: no dejar a nadie atrás, en particular a las niñas y adolescentes. Digamos, de entrada, que se han producido avances, que lo dice el informe, pero también recalca lo mucho que queda por conseguir: “Aunque en la educación preescolar la paridad mujeres/hombres es casi de 1 hasta en los países con ingresos bajos, en el mundo solo dos de cada tres países han logrado la paridad de género en la educación primaria, uno de cada dos en el primer ciclo de secundaria y uno de cada cuatro en el segundo ciclo de secundaria”. Hay que señalar que en este tramo educativo se han dado progresiones importantes, entre 1990 y 2018, que merecen ser analizadas: en los países de ingresos altos la paridad era de 1,02 y ahora es 1; en los de ingresos medios altos (0,95 a 1,05); ingresos medios bajos (0,59 a 0,96); ingresos bajos (0,52 a 0,80). Por regiones, hay que destacar que el Asia central y Meridional ha pasado del 0,44 al 0,96.
Se puede analizar mucho más, como el hecho de ver el porcentaje de escolares en edad superior al curso que les correspondería (Indicador 4.1.6 de los ODS). O que las tasas de no escolarización están estancadas en muchos países de ingresos bajos (Indicador 4.1.5). Así, quienes por circunstancias diversas no están en el curso que les correspondería por su edad a escala mundial suponen el 8,2 % en primaria, el 15,6 % en primer ciclo de secundaria y el 35,25 % en el segundo ciclo de secundaria (datos de 2017). Una afirmación del informe para tener en cuenta: aunque la tasa de niños sin escolarizar se ha reducido en más de la mitad durante este período, su número apenas ha cambiado, especialmente en el África subsahariana; aumentaron mucho los nacimientos.

Otra afirmación que incluye el informe y puede estar detrás de muchas de las rémoras sociales, económicas y de todo tipo que sufren los habitantes de algunos países: “Los más pobres no tienen prácticamente ninguna oportunidad de recibir educación terciaria en los países de ingresos bajos y medianos” (Indicador 4.5.1. de los ODS).

¿Acaso alguien se opone a que se hable de esto en la comunidad educativa? ¿Por qué? Las escuelas no deberían encerrase en sí mismas; mucho menos las de los países con ingresos altos que disfrutan de privilegios lejanos a las de los países con ingresos bajos. Son unos convenientes espejos donde mirarse. Hay que saber cómo están las de fuera; ayuda a conocerse a sí mismas. Esto de las diferencias educativas por países o regiones del mundo también debería trabajarse de forma especial en algunas materias de los currículos de secundaria y bachillerato; para nosotros es mucho más importante que buena parte de lo que mandan los currículos. Nos preguntamos si no serían estos unos buenos temas de diálogo para el profesorado que quiere transitar hacia la Educación Ambiental o para la Sostenibilidad, o que tienen en marcha ya proyectos de este tipo.

A modo de conclusión, copia textual del informe: “Existen niveles inaceptables de desigualdad en la educación entre países y entre grupos dentro de un mismo país. Es indispensable contar con datos desglosados de alta calidad para formular estrategias apropiadas que permitan reducir estas desigualdades y, en última instancia, no dejar a nadie atrás en el empeño por alcanzar el ODS 4”. Nuestra escuela, a un lado y otro del Atlántico, debe proporcionar una visión crítica del mundo, sujeto a múltiples interacciones entre ricos y pobres, presente y futuro. Los escolares de hoy, de cualquier país deberán utilizar criterios de lectura diferentes para entender el complejo y cambiante mundo que se les presenta.

Y hasta ahora solamente hemos anotado cuatro cosas de lo que en el Informe se dice con respecto al acceso a la educación, que por lo que parece todavía no es un derecho humano universal. Hay mucho más en el Informe. No dejen de leerlo detenidamente.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2020/01/31/educacion-de-calidad-en-el-ods-4-sus-progresos-van-por-paises-i/

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La tabla periódica incita a la educación ambiental para la sostenibilidad

Por: Carmelo Marcén

De lo que se trata con esta propuesta es hablar de cosas cotidianas en las aulas; de hacer una verdadera ecoescuela que se pregunte dónde estamos en relación con el medioambiente global a través de la consideración de cosas pequeñas.

Así dicho suena raro, pero sí. Pongamos que la naturaleza es una mezcla de elementos diversos, de los cuales solamente reparamos habitualmente en los más nombrados: carbono, oxígeno, hidrógeno, nitrógeno, oro, plata, hierro y unos pocos más. Estos, como el resto, están por ahí combinados con otros y dan forma y propiedades a todo lo que vemos o utilizamos. Casi seguro que el medio ambiente es eso. De ahí que haya que hablar de ellos, poco a poco, sin grandes aventuras, simplemente leyendo, viendo, oliendo, tocando y, cuando se despierte el interés, investigando. En la vida son omnipresentes (cualquier roca, el agua que se mueve, los animales que podamos encontrar en la naturaleza, las cosas que cada día vemos o utilizamos, el aire que nos trae lluvias y sequía, etc.); en la escuela ya aparecen sin darles importancia, pero a veces sí, inundan en los cursos más altos el mundo de la química, que es el mundo real: las experiencias de cada día.

Dicen quienes saben de esto que un objeto tan corriente ahora como es un móvil puede estar fabricado, contener, más de 30 elementos distintos. También hemos leído por ahí que el cuerpo humano podría llegar casi a 60. Más asombro todavía: por la vida circulan unos 120 elementos diferentes, que se sepa hasta ahora. La lista no ha hecho sino crecer desde que los primitivos humanos apreciaron las propiedades del hierro, cobre u otros metales, allá por la Prehistoria; en el siglo XIX aparecían identificados poco más de 60.

No se trata de organizar una aburrida clase de química. Si los sacamos del medio ambiente y los traemos aquí, a la ecoescuela, es porque son importantes. Además, en este caso, los queremos recordar porque alguien se empeñó en organizarlos en una tabla para que se entendieran mejor y se pudieran enseñar, también en el instituto. El año pasado se cumplían 150 años desde que un científico ruso Dimitri Ivánovich Mendeléiev había “ordenado” su comprensión, con unos criterios que ya aprenderán quienes estudien química en los últimos cursos de Secundaria o en Bachillerato. Como no sabemos si esos estudiantes se manejan con soltura o no por la tabla, se nos ocurre encaminarlos a una tabla periódica muda. Tan importante fue la tarea de Mendeléiev que la Unesco decidió declarar al 2019 como Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos. Es posible que no todos los colegios e institutos se habrán hecho eco de la efeméride, aquí está explicada.

Entender esto de los elementos presentes en el medio ambiente requiere tiempo y dedicación. Una manera de abordarlos es buscando su relación con la vida diaria, por ejemplo, en los aparatos electrónicos que empleamos. Para entender el asunto merece la pena leer con detenimiento el artículo “Tres tablas periódicas que explican el irracional consumo de muchos aparatos eléctricos” que publicaba Clemente Álvarez en Ballena Blanca de eldiario.es, cuando empezaba el año de la tabla periódica. En primer lugar hay que fijarse en la “Tabla periódica de la escasez”, con 98 elementos no sintéticos, que ha propuesto la Sociedad Química Europea (EuChems). En ella se aprecian cuestiones tan importantes para la vida económica y social, tal como la entendemos ahora, como su abundancia o no en el medio ambiente –algunos tienen su disponibilidad limitada, otros están en riesgo por su uso creciente, y los hay en grave riesgo en los próximos 100 años). Alguno, como el caso del litio, aparece en color amarillo, que indica riesgo futuro de abastecimiento. Este supuesto se podría aprovechar para hablar de las baterías de los coches eléctricos, de lo que podría suceder si todos los coches funcionasen con ellas. Seguro que el debate traería ideas para fortalecer el uso del transporte público, para hablar de dónde se concentran los pocos “yacimientos” de litio; incluso en Cáceres provocará opiniones encontradas acerca de la pretendida explotación de litio que supondría ser la segunda de Europa. Como vemos, medioambiente y tabla periódica van de la mano en la vida aunque no nos lo propongamos.

En el mismo gráfico, la EuChems ilustra sobre aquellos elementos químicos que están presentes en nuestros móviles. Este asunto también es aprovechable en clase. Puede emplearse para ver sin son muchos o pocos, para revisar si alguno de ellos está marcado en rojo o amarillo, pero, sobre todo, para cuestionar si la tendencia compulsiva a cambiar de móvil beneficia al medio ambiente o a nosotros; el artículo alude a que en la Unión Europea se tiran o reemplazan 10 millones de estos dispositivos todos los meses. Es indudable que merecerá la pena hablar de la recuperación de sus componentes, elementos de la tabla una buena parte de ellos.

Los elementos químicos nombrados se obtienen del medio ambiente, la naturaleza para quien así lo prefiera. Para extraerlos se utilizan complejos procesos de minería, que tienen más o menos repercusión ambiental. En otra tabla del artículo se señalan los elementos cuya extracción tiene un impacto bajo, medio o alto (cuidado con el oro, el mercurio o el platino). El asunto daría para hablar largo y tendido con el alumnado de determinados cursos de las huellas que conlleva en la naturaleza disponer de unos cuantos elementos implicados en la fabricación de los aparatos electrónicos, que hoy mismo mandan en nuestras vidas.

Finalmente, la tercera tabla se pregunta por el porcentaje de reciclaje de los distintos elementos. Su recuperación o no tiene una alta repercusión en nuestras vidas, en su disposición posterior o no, en el medio ambiente próximo y global, en el resto de los seres que forman la ecosfera. Aquí se podría reconocer de dónde, cómo y en qué países se “recuperan” parte de esos elementos químicos tan valiosos, de si hay riesgos ambientales en la recuperación. Hay muchos portales de Internet que lo abordan.

Habría más cosas de las que hablar: Por ahí está el paladio, un metal que instalado en los tubos de escape de los nuevos coches híbridos y a gasolina reduce la emisión de gases contaminantes. O ese arsénico que viaja en pinturas e insecticidas hacia las corrientes de agua en donde encuentra cadmio y otros metales pesados, que hacen casi imposible la vida de los peces, entro otros seres acuáticos. Y cómo olvidar a las tierras raras, esos 17 materiales que provocan conflictos bélicos o económicos, ambientales y sociales también, a cualquiera que tiene relación con ellos. Para quienes sean curiosos, hay una tabla que identifica los elementos químicos en los objetos de usos cotidianos.

Al final, de lo que se trata con esta propuesta es hablar de cosas cotidianas en las aulas; de hacer una verdadera ecoescuela que se pregunte dónde estamos en relación con el medio ambiente global a través de la consideración de cosas pequeñas. Se quiere proporcionar una visión general de lo que suponen algunos elementos químicos, en este caso contextualizados en la vida, utilizando como escusa una efemérides científica para hablar de un contenido escolar que, si bien servirá más en unos niveles que en otros, seguro que al profesorado le vendrá bien refrescar lo que en su formación aprendió sobre la tabla periódica para exponer al alumnado la complejidad ambiental de ciertas maniobras productivas o comerciales, al fin y al cabo el consumo, que en principio nos hacen más cómoda la vida. Esto es un avance de la Educación Ambiental para la Sostenibilidad, que tanta falta nos hace.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2020/01/24/la-tabla-periodica-incita-a-la-educacion-ambiental-para-la-sostenibilidad/

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