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Colombia: La U. Nacional declara como prioridad las acciones contra el cambio climático

La universidad pública más importante de Colombia declaró como “asunto prioritario de gestión universitaria” las acciones frente a la emergencia climática, reconociendo el cambio climático como una emergencia y apoyando e incentivando medidas urgentes y drásticas para mitigar su impacto y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Así lo determinó el Consejo Superior Universitario (CSU), dando vía libre a 11 acciones que desde la universidad pretenden impulsar cambios frente al cambio climático. Entre dichas acciones destaca la meta de una reducción en la emisión de gases efecto invernadero, siendo carbono cero a 2030. Esto implica transformaciones de políticas y programas claves en el día a día.

La declaratoria toca áreas como la gestión de recursos hídricos y de residuos. En el primero la Unal pretende realizar acciones para motivar una mayor cultura de conservación del agua, el uso eficiente de ese recurso y su reutilización y reciclaje para fines potables o no potables. En cuanto a los residuos, el CSU espera desarrollar una economía circular (reutilización, reventa, reciclaje, compostaje in situ de alimentos y productos orgánicos y posteriormente transformación de residuos en energía).

En ese marco también resaltan las estrategias “cero plástico de un solo uso” y “producción y consumo sostenible”. Siendo la universidad más grande del país, la Unal plantea como un gran reto la movilidad sostenible. “La UNAL planificará las acciones de sostenibilidad en torno a la movilidad en sus campus, con el fin de reducir los gases efecto invernadero e involucrando la infraestructura de movilidad existente (construcción de carriles, estaciones, casilleros, duchas y centros de reparación para bicicletas, implementación de transporte público dentro del campus”, señala la institución en un comunicado.

El transporte, de hecho, ha sido una de las áreas donde la ONU ha pedido mayor acción frente al cambio climático. A mediados de octubre, en la antesala de la Cumbre Climática COP26, el secretario general de la ONU, António Guterres, instó a todos los países a descarbonizar el transporte. “Los gobiernos deben incentivar las opciones de transporte limpio, incluso a través de estándares e impuestos, e imponer una regulación más estricta de las infraestructuras y las ventas”, dijo Guterres.

Las acciones que complementan la ruta planteada por el CSU en la Universidad Nacional son la “Operación y gestión”; “Giro ambiental y cambio cultural” e “Indicadores de sostenibilidad”. “Todo esto es posible si damos un giro ambiental y cultural con estas temáticas ambientales. Necesitamos ese cambio y parte de una declaratoria de este Consejo Superior”, resalta la declaración.

Fuente de la información e imagen: https://www.elespectador.com

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Meterle el diente a la educación contratada

Por: Daniel Mera Villamizar

Abrirle espacio nacional al modelo de colegios en administración o concesión, un pequeño cambio.

Al comenzar la década pasada, en 2010, teníamos un millón largo de estudiantes bajo educación contratada, es decir, prestada por instituciones privadas con financiación pública. Cerca de un 40% en instalaciones de colegios oficiales, con operadores privados.

Hacia finales de la década, 2018, teníamos medio millón largo de alumnos. La razón de este “marchitamiento” es que pronto se advirtió que la modalidad, como había evolucionado, creaba más problemas que soluciones.

Sin embargo, la economía política no ha dejado que se tomen las decisiones de política educativa que tocan. Una parte de la clase política se beneficia de la educación contratada mediante prácticas ineficientes (clientelismo con cargos docentes) o simplemente corruptas (incluyendo dueños de colegios que se enriquecen escandalosamente).

En Soledad, Atlántico, por ejemplo, la modalidad no se ha marchitado desde 2010. En ese año tenía 28.000 cupos y en 2018, 37.000. Y la razón no ha sido el buen desempeño académico de los estudiantes (sin que esa sea la única medida). Cualquier ciudadano informado del departamento sabe que en Soledad la educación contratada funciona mal (o es una vergüenza).

En el Ministerio de Educación Nacional (MEN) también se sabe eso desde años. Pero en aquella ciudad caribe una cantidad de niños y adolescentes está recibiendo educación de mala calidad por cuenta de la debilidad del MEN, que en parte se explica por la falta de un consenso acerca de un proyecto educativo nacional.

Sin ese consenso, el presidente de la República más bien debilita al ministerio en vez de fortalecerlo. Lo que espera Casa de Nariño es que el MEN no le genere problemas políticos, sean llamadas de congresistas amigos descontentos o paros de FECODE. No hay capital político para gastar en pequeños cambios.

Sustituir una parte de la actual educación contratada por el modelo de colegios en administración a cargo de instituciones sin ánimo de lucro especializadas en el servicio educativo: eso sería un pequeño cambio. Gradual, si se quiere, e involucrando a los actuales oferentes con verdadera vocación educativa.

Los políticos estatistas reaccionan mal porque saben que instituciones fuertes de la sociedad civil no les permitirán injerencia. Los colegios débiles contratados, sí. Y los políticos de derecha siguen con la idea simplista de los bonos o subsidio a la demanda. Se imaginan que la solución es pagar la matrícula en el colegio privado que escoja “en libertad” el estudiante o su hogar.

Los colegios privados que escogería la mayoría, por limitaciones geográficas y/o socioeconómicas, son de similar calidad o peor que las instituciones oficiales. Lo que se necesita es mejorar la calidad de la oferta realmente a su alcance. Los bonos son una buena herramienta para casos excepcionales (y requerirían más inversión que la matrícula).

Un programa serio de este tipo financiaría la creación de capacidades específicas de las instituciones que podrían transferir buenas prácticas -para no forzar demasiado su buena voluntad o responsabilidad social- y no las pondría en desventaja para la remuneración de los docentes.

Pero somos timoratos para gestionar la economía política mala y decididos para despreciar las capacidades de la sociedad civil y el sector privado.

Fuente de la información: https://www.elespectador.com

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El libro más odiado por los dictadores

Por: Alberto Medina López*

Muchos libros fueron perseguidos por los dictadores latinoamericanos de la segunda mitad del siglo pasado, pero ninguno como “Las venas abiertas de América Latina”, que logró unir en un solo odio tres regímenes autoritarios.

La obra de Eduardo Galeano ya circulaba cuando el presidente uruguayo Juan María Bordaberry dio golpe de Estado en 1973 para enfrentar el comunismo. Disolvió el Congreso y restringió las libertades, incluida la de Galeano, que fue encarcelado y expulsado de su país.

La ruta de su exilio fue Argentina, pero tres años después se vio obligado a huir a España tras el ascenso al poder del general Jorge Rafael Videla.

Su libro fue declarado instrumento de corrupción de la juventud, y la dictadura de Pinochet, en Chile, también lo incluyó en la lista de textos prohibidos.

Las venas abiertas de América Latina es el relato de la opresión económica y política de los pueblos conquistados por España y Portugal, que empezó con el saqueo del oro y la masacre de las civilizaciones esclavizadas. “La espada y la cruz marchaban juntas en la Conquista y en el despojo colonial”.

Desde Barcelona, en 1978, Eduardo Galeano escribió un capítulo adicional, en una nueva edición de su obra, al que tituló “Siete años después”. Allí afirmó que “los comentarios más favorables que este libro recibió no provienen de ningún crítico de prestigio, sino de las dictaduras militares que lo elogiaron prohibiéndolo”.

El nuevo capítulo era una dura crítica al nuevo opresor que respaldaba las dictaduras para sofocar el comunismo con sangre: Estados Unidos.

“En Washington se planificó la estrategia del crimen. Desde 1970, Kissinger y los servicios de informaciones prepararon cuidadosamente la caída de Allende”.

A Galeano no le tembló el pulso para señalar las millonarias ayudas de ese país a Augusto Pinochet, Jorge Rafael Videla y otros dictadores latinoamericanos para sostenerlos en el poder.

Aunque Jimmy Carter inauguró la política de derechos humanos preocupado por los excesos de las dictaduras, Galeano se encargó de que sus lectores no perdieran de vista una realidad.

“… los actuales dictadores no son autodidactas: han aprendido las técnicas de la represión y el arte de gobernar en los cursos del Pentágono en Estados Unidos y en la zona del Canal de Panamá”.

Eduardo Galeano murió hace cinco años con el mismo sueño que siempre lo acompañó: el de cambiar el mundo y sus ismos: militarismo, racismo, elitismo, machismo y los otros que hacen infeliz a la humanidad.

* Escritor y periodista colombiano. Trabajó en el diario El Tiempo y fue libretista de documentales y periodista político de la televisión. Fue galardonado con el Premio Bicentenario de Periodismo. Dirigió el documental Por los caminos de Gabo.

Fuente:   El Espectador    www.nodal.am

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A un clic del abuso sexual: la soledad de menores en la web

Por: El Espectador.

Lia Beltrán Valero.

Una tarde de septiembre de 2015, Paula* recibió una solicitud de amistad en Facebook de María José. Pocos días antes, había participado en un campamento mundial de scouts, donde conoció niñas y niños de diversos lugares del país y del mundo que ahora querían ser sus amigos en redes sociales. María José parecía una de ellas.

Una tarde de septiembre de 2015, Paula* recibió una solicitud de amistad en Facebook de María José. Pocos días antes, había participado en un campamento mundial de scouts, donde conoció niñas y niños de diversos lugares del país y del mundo que ahora querían ser sus amigos en redes sociales. María José parecía una de ellas.

*Este reportaje hace parte de #HablemosDeAbusoSexualEnLínea: una conversación social sobre la necesidad de proteger a los niñas, niñas y adolescentes de los riesgos del abuso sexual en la web. Levanta la mano y participa en los canales @MutanteOrg.

En su foto de perfil no aparentaba más 14 años y en su descripción se presentaba como una estudiante de un colegio del norte de Bogotá. Nada raro hasta entonces.

En menos de un mes, Paula había encontrado en María José la amiga y confidente con quien podía conversar sobre cualquier tema, incluida la crisis familiar que atravesaba, desatada por la depresión de su mamá. Con el tiempo, su amiga tras la pantalla le compartió experiencias muy íntimas. Y ahí, todo se tornó oscuro para ella.

La joven de 18 años que me comparte su historia en un café en Bogotá, no parece la misma niña aislada y solitaria que hace tres años fue víctima de grooming, una modalidad de abuso sexual en línea en la que un adulto analiza las debilidades de su víctima y construye lazos de amistad, con el objetivo de obtener imágenes eróticas, pornográficas o incluso un encuentro sexual.

Poco tiempo después de comenzar a chatear por Facebook con María José, las conversaciones migraron a Snapchat, la aplicación de mensajería para teléfonos móviles donde palabras, imágenes y videos pueden ser accesibles sólo durante un corto tiempo.

“Hubo cosas que empezaron a parecerme sospechosas. Cuando yo le mandaba fotos, ella tomaba pantallazos. Yo le decía que no lo hiciera, luego me respondía cualquier pendejada para justificarse”, me cuenta Paula. Luego, intentó ganarse su confianza a partir de historias íntimas que inventaba con habilidad.

“Una vez, me contó que cuando supuestamente perdió su virginidad, lo había hecho con tres personas al mismo tiempo. Y cuando yo le preguntaba si era verdad, me respondía: ‘¿no me crees?, tú ya no me quieres’. Si yo dudaba, se ofendía”.

Hasta que un día ocurrió lo que para los ojos de los expertos parece previsible, pero que ella no pudo suponer: María José le pidió un video en el que pudiera verla mientras se masturbaba. A pesar de la duda, Paula accedió.

“Dejé de hablar con esta persona dos días y entonces me dijo: ‘le vamos a mandar ese video a tu familia y a tus amigos’. Me asusté mucho, pensé que se había acabado mi vida, y decidí contarle a mi hermano mayor”, recuerda, esta vez con su voz entrecortada.

Detrás de esa identidad falsa estaba un adulto que conocía muy bien cómo manipular adolescentes a su favor. Así lo explica Claudia Sánchez, psicóloga clínica y miembro del grupo Opciones, un equipo profesional que brinda asesoría psicológica a víctimas de violencia sexual y sus familias y capacita a centros educativos en la prevención del abuso sexual en línea.

La niña de 14 años llegó a su consultorio en 2015, remitida por el colegio privado donde estudiaba. Su alerta temprana y su red de apoyo evitaron un abuso mayor. “Es importante saber que cuando una niña, niño o adolescente está solo, es más propenso a ser víctima de este crimen. La manipulación del grooming va poquito a poquito y puede durar meses mientras el victimario se vuelve confidente”, comentó la experta.

Hasta el momento ha sido imposible identificar quién estaba tras el falso perfil de María José, un problema común en este tipo de delito, cuyas denuncias vienen en aumento en Colombia pero con lentos avances en la judicialización.

Según los datos del CAI Virtual de la Policía Nacional, en el 2015, el año en el que Paula fue víctima de grooming y sextorsión – la amenaza de revelar su video íntimo si no entregaba más imágenes eróticas–, se denunciaron 848 casos de suplantación de identidad, publicación de imágenes o videos con material de abuso infantil con menores de 18 años, sextorsión, cyberbullying y grooming. Estas prácticas suelen estar orquestadas con bandas organizadas o redes de explotación sexual que buscan lucrarse de sus víctima.

Para 2018, estas denuncias ascendieron a 2500. Pero esta es una cifra que se aleja del reporte hecho por Te Protejo, la línea virtual de denuncia de Red PaPaz, la cual supera los 10.000 casos de material de abuso o explotación sexual en el mismo año.

Por la época que Paula conversaba a diario con María José, las páginas de los medios en Colombia publicaron la imagen del periodista Alejandro Matamoros capturado por la Sijín en un operativo contra la explotación infantil.

Las técnicas de Matamoros fueron las mismas de las que Paula fue víctima. Al hombre que los medios mostraron como un monstruo, oculto tras los falsos perfiles de “Juliana Salazar” y “Andrés Monsalve”, le encontraron 52 videos de niños menores de 14 años masturbándose, muchos de ellos de prestigiosos colegios del norte de Bogotá.

Cinco meses después de su captura y detención en la Cárcel La Picota, el juez 81 de conocimiento lo dejó en libertad, argumentando que la Fiscalía dejó vencer los términos para iniciar el juicio en su contra. Sin embargo, lo último que se sabe es que fue llamado a juicio y que, según fuentes de la Fiscalía, el proceso penal está en etapa final: solo falta que el juez escuche por última vez a las partes involucradas y sobre eso se emitirá un fallo.

Ante casos como estos y las dudas sobre el poder de la justicia para ponerle freno a estas violencias, queda rondando una pregunta: ¿Cómo proteger a los niños, niñas y adolescentes de un abusador que solo necesita acceso a internet?

 

 

 

La primera y única vez en la que Paula declaró ante la Fiscalía se sintió juzgada. Mientras era grabada en video, se sentó frente a una investigadora que le preguntó: “¿A ti te gustan las mujeres?”.

Además de lo impávida que quedó con el interrogante, se presentó sin una sola evidencia. Después de enviarle el video al agresor y de las amenazas, su hermano, cuatro años mayor que ella, le aconsejó eliminar la conversación. “En ese momento fue bueno pero cuando fui a declarar, era mi palabra contra la del abusador”, me cuenta Paula.

Su frustración es evidente, ahora que tiene 18 años y su proceso terapéutico le ha permitido entender las dimensiones del problema. “¿Por qué no me preguntaron sobre mi cuenta de Facebook? ¿Por qué no pidieron que fuera un hacker a buscar esa cuenta en ese tiempo y ver qué había en el historial? Hay mucho que se puede hacer, pero como no tenían las pruebas fáciles, no ayudaron a buscar”, dice.

Desde una oficina en la Dirección de Protección de Servicios Especiales de Policía Nacional, el mayor Nelson Guillermo Guzmán, jefe de la seccional de investigación criminal, trata de responder a esta pregunta. “Hay técnicas que desarrollamos, como un software para recuperar información eliminada. Dependiendo del tiempo que se haya eliminado esta información, ese mismo va a ser el trabajo que se va a tener que hacer”, explica.

Le pregunto cómo trabajan para recuperar la evidencia y me responde que la Dirección de Investigación Criminal e Interpol (DIJIN) se articula con el Ministerio de las Tecnologías y Comunicaciones para tener una comunicación directa con Facebook, WhatsApp o Instagram y puede hacer una búsqueda selectiva para saber cuál fue la dirección IP desde donde se desarrollaban estas acciones.

Pero esto sigue siendo un mapa lleno de variables difíciles de descifrar. Mientras tanto, la persona detrás del perfil de Maria José sigue libre.

Mario Gómez, fiscal delegado para la infancia y la adolescencia de la Fiscalía General de la Nación, reconoce que faltan esfuerzos en materia de investigación y capacitación de los investigadores criminales. “Hay poco presupuesto para la compra de laboratorios de Cibercrimen y mucho investigador forense no está suficientemente preparado”, explicó recientemente.

Según la DIJIN, solo existen cerca de 179 agentes especializados en el país, con la capacidad de atender casos de abuso y explotación sexual de menores en línea, un total de 108 procesos investigativos en curso por estos delitos.

En Colombia, las prácticas relacionadas con el abuso sexual en línea están tipificadas de dos maneras: como pornografía con personas menores de 18 años, establecido en el artículo 215 del Código Penal, y utilización o facilitación de medios de comunicación para ofrecer servicios sexuales de menores, en el artículo 216.

En los últimos cinco años, la DIJIN ha registrado 4.780 denuncias por los dos delitos y apenas 234 capturas. Y han sido bloqueados 17.862 sitios web de este tipo, lo que representa en promedio casi 9 páginas web diarias. Esto último no siempre es suficiente, teniendo en cuenta que, una vez el material entra en internet, se multiplica, difunde y comparte más rápido y más oculto de lo que se puede rastrear.

Frente a esto,  ¿qué estamos haciendo cuando recibimos o nos muestran contenido de abuso sexual de menores en redes sociales? Días antes de escribir terminar este reportaje, en Twitter la discusión se viralizó por un hilo en el que se narraba con detalle cómo los pedófilos usan términos como «caldo de pollo”, “cp”, “club penguin» para conseguir y distribuir pornografía infantil en Twitter, YouTube, Facebook, WhatsApp y Telegram.

Por eso, Viviana Quintero, experta en protección a la niñez en los entornos digitales dice que más allá de ser testigos y querer profundizar en estas redes criminales, la acción más responsable es poder denunciar. Y, por supuesto, no compartir.

Cuando el abuso es registrado y distribuido en línea, el trauma puede ser permanente

En definitiva, internet no es Disney. Paula lo supo el día que en una de sus clases de afectividad en el colegio, meses después de conocer a María José, le mostraran un video sobre cómo ocurre el abuso sexual en línea. Se vio reflejada y sintió el impulso de contarle a la psicóloga del colegio y a sus padres la situación que había vivido.

“Ese día yo llegué a la casa y no sabía cómo contarle a mi mamá. Sabía que me iba a apoyar, pero sentía miedo. Yo sé que no era mi culpa, pero a veces creía que había permitido que eso pasara”, me cuenta. Mientras Sánchez, su psicóloga me dice que ella “tenía mucho susto de ser reconocida. Solo quería desaparecer y el victimario ya tenía todo sus datos”.

La vergüenza, la humillación, vulnerabilidad y el miedo constante a ser reconocidos por cualquier extraño, son algunos de los efectos más notables de este tipo de violencia. También así lo evidencia el Center for Child Protection de Canadá, en su Encuesta Internacional de Sobrevivientes de abuso sexual infantil en línea, donde el 70% de los encuestados manifestaron pánico de ser reconocidos después del abuso. El sentimiento de traición y que el abuso sea registrado y potencialmente distribuido aumentan el trauma.

La doctora Sánchez complementa y explica que también se presentan síntomas como apatía, trastornos de sueño, ansiedad y crisis de pánico, depresión, baja autoestima o ideas suicidas así como dificultades sociales, porque la persona suele retraerse y aislarse. Los efectos, dice, dependen de la personalidad y el temperamento y de qué tanto apoyo haya tenido.

Luego viene la impotencia de no poder frenar la circulación de las fotografías o videos e imaginar que, por ejemplo, alguien puede masturbarse mientras las mira. “Es como si estuvieran abusando a la víctima una y otra vez, pero más complicado aún, porque es una difusión que no para. La imagen está circulando 24 horas al día y 7 días a la semana. Así ¿dónde y cómo una víctima se puede sentir segura?”, apunta la psicóloga.

Paula contó con una serie de privilegios que la ayudaron a continuar con su vida ¿Qué pasa con los menores de edad que no tienen esas posibilidades?

No hay una ley, una guía o un protocolo específico que contemple la atención a niños, niñas y adolescentes que pasen por situaciones de abuso sexual en línea. Los lineamientos más cercanos los tiene la Ley 1620 de 2013, conocida como Ley de Convivencia Escolar. O el más reciente Directorio de protocolos de atención integral para la convivencia escolar y el ejercicio de los derechos humanos, sexuales y reproductivos del Comité Distrital de Convivencia Escolar, en el que se menciona el cyberbulling y se definen procesos y protocolos para la formación en educación sexual y prevención y mitigación de la violencia escolar. Hasta ahí.

El camino institucional está a medias y, en el caso de los colegios, queda a potestad de cada uno la decisión sobre cómo actuar frente al abuso sexual en línea.

Contenido altamente sexualizado a un click

Gabriela Hermida es psicóloga y directora del programa Desafíos, con el cual ha certificado a más de 600 docentes y 3.000 padres de familia en prevención, detección y atención inicial del abuso sexual.

Para ella, sin el acompañamiento familiar, el uso del internet puede ser un verdadero problema: “es preocupante porque los adultos inducen al mundo digital pero luego son los primeros en quejarse de las adicciones a la pantalla”.

Y es que el silencio reina en los hogares cuando de los peligros de internet se trata. “Tú preguntas, si los papás han hablado de abuso sexual en línea y el 95% dicen que no”, me lo confirma Gabriela.

Esta preocupación la comparte Carolina Piñeros, directora de Red PaPaz, una organización dedicada a la protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en Colombia. “Siempre creemos que a nuestros hijos eso no les va a pasar. Pero si al 80% de las niñas le han pedido una imagen, ¿por qué voy a creer que mi hija no ha enviado ninguna? Hay que hacer el esfuerzo por acercarnos a la realidad de ellos”, explica.

¿Y de pornografía? ¿Están los papás hablándole a sus hijos e hijas de “porno”?

Gabriela y Carolina se detienen especialmente en este tema. Es una realidad. Los menores de edad consumen pornografía y cada vez a una edad menor, en algunos casos desde los 10 y 11 años, según lo confirman, con preocupación, las expertas.

Además, los menores de edad acceden a este material por canales como WhatsApp y lo tienen a un clic de distancia. Con esa facilidad es posible que cualquiera entre a un grupo de WhatsApp con hasta 256 contactos y que su número quede expuesto para que cualquier desconocido le pueda hablar.

Así lo reafirma el estudio “Contigo Conectados”, realizado en 2017 por la Universidad EAFIT de Medellín y la empresa de telecomunicaciones Tigo – Une, a 436 niños y jóvenes de Bogotá, Bucaramanga, Cali, Cartagena, Pereira, Manizales y Medellín.

Esta investigación revela que un poco más de la mitad de los niños y jóvenes encuestados, entre 15 y 16 años, ha tenido contacto en internet con personas desconocidas. Además, el 35% expresó haber visualizado imágenes sexuales en el último año y el 20% de los niños entre 11 y 16 años recibió algún tipo de mensajes con contenido sexual.

De esto hablan abiertamente Wilian Plazas de 17 y Camila Fuentes de 20 años, dos jóvenes que hacen parte del Comité Consultivo Juvenil de EICYAC, un grupo en todo el mundo que trabaja para eliminar la explotación sexual comercial y los riesgos en internet.

“Aparte del grooming y el sexting (intercambio en línea de material sexual), lo que más hemos detectado en cualquier colegio es la circulación de pornografia por medio del ‘pack’”, me dice Wilian para referirse al conjunto de imágenes y videos con material de abuso sexual infantil que circula en redes sociales. En Bogotá, él junto a más adolescentes se encargan de hablar de abuso sexual en línea con estudiantes de colegios distritales de la zona centro y en la localidad de Chapinero.

Desde Cartagena, Camila y sus colegas trabajan con líderes de acción comunal, padres de familia y madres comunitarias y van a emisoras escolares y comerciales para llevar mensajes de prevención.

“Como en Cartagena hay muchos lugares donde no hay internet, los jóvenes usan free.facebook.com, la página gratuita de Facebook, donde puedes mensajear y solo enviar una foto a la vez en el chat. Sin muchos datos se puede interactuar por ahí con desconocidos y los explotadores lo saben”, me comenta Camila.

Cuando les pregunto por qué creen que los jóvenes acceden a enviar fotografías o aceptar personas desconocidas en sus redes sociales, me responden sin titubear: porque queremos ser ‘farándula’, es decir famosos. “Las personas que tienen muchos ‘amigos’, son las que reciben más likes, están en la onda, son los más top porque todo el mundo comenta lo que publican y se vuelven personas muy importantes. Es lo que te vende la sociedad: hay que ser instagramer, influencer y que la gente te siga”.

Y muchas veces, el contenido de quienes tienen fama, también es material sexualizado que otros niños y jóvenes quieren reproducir. Así lo explica Viviana Quintero, experta en protección a la niñez en los entornos digitales. “El primer mecanismo que tenemos como seres humanos es el modelado: tú ves a alguien hacer algo, lo imitas y así estás aprendiendo. Cuando un niño ve contenido en TV, en internet o en videojuegos tiende a repetir esas conductas”, dice esta psicóloga con más de 10 años de experiencia.

¿Y en los colegios?

Le pregunto a Pedro José Palomeque, rector de una institución del municipio de Riosucio, Chocó, sobre prevención en abuso sexual en línea y su silencio y asombro me confirman que se trata de un tema aún marginal en las aulas de clase, mucho más en lugares donde hasta hace poco tuvieron conexión a internet.

Sin embargo, otras iniciativas intentan hacerle frente al problema.

Monica Londoño es rectora del colegio oficial Alfonso López Pumarejo en el barrio Boston de Medellín, ubicado en el costado centro oriental de esta ciudad. En esa institución hay 2000 estudiantes de estratos 1, 2 y 3, desde preescolar hasta 11.

Según describe, una de las situaciones más complicadas y urgentes sobre el uso de redes sociales, ha sido el chantaje entre estudiantes que comparten fotos de desnudos o invitaciones a las niñas para que vendan fotos íntimas, especialmente en grados 6º y 7º.

“En una ocasión, un hombre adulto externo a la Institución, contactó a dos niñas y logró citarlas para que se encontraran. Se ganó la confianza de ellas hasta que las fotografió. En uno de los casos hubo violación. Les ofrecía 400.000 por fotografía. Afortunadamente, la mamá del segundo caso se dio cuenta y logró denunciar”, me contó Mónica desde el otro lado de la línea.

A raíz de estos hechos y como parte del programa de la Alcaldía de Medellín “Con mi cuerpo nadie se mete”, cuyo objetivo es prevenir el abuso sexual infantil, emprendieron su propio camino a la prevención del ciberacoso, ciberbullying y riesgos en internet. Involucraron a líderes estudiantiles con las áreas de informática, ética y proyecto de vida. Esta serie de acciones están recogidas en el proyecto que lleva por nombre “Consumo Cuidado”.

“Les enseñamos a que seleccionen los amigos que aceptan en Facebook, la información que publican, las páginas a las que acceden y, sobretodo, la valoración de sus propios cuerpos. Creemos que es mucho más convincente cuando los jóvenes se dirigen a otros jóvenes y entre pares hacen ese acompañamiento”, me cuenta la rectora.

Este esfuerzo se alinea con otros a nivel internacional como el del Canadian Center for Child Protection de Canadá, el cual invita a los niños, a través de una estrategia digital, a enviar memes de topos, en vez de fotografías de sus penes.

Al conversar con Carlos Barrera, el rector de Qualia, un colegio personalizado de sexto grado a undécimo, con grupos de máximo seis estudiantes, ubicado en Bogotá, vuelve a la responsabilidad de los padres de familia. “Muchas veces siento que los papás no tienen ni idea de que está pasando en el mundo virtual. Hay un poquito de resignación porque saben que algunos contenidos se les salieron de las manos. Además, en el imaginario, se sigue pensando que los ‘chinos’ son iguales que hace 20 años”, recalca.

Mientras los jóvenes son cada vez más usuarios digitales, la discusión actual en Colombia vuelve al lugar de la restricción y la prohibición, como una medida de contención a los riesgos en internet.

Actualmente, cursa en el Congreso un proyecto de ley para restringir el uso de dispositivos móviles en los colegios, liderado por el representante a la Cámara por el partido Liberal, Rodrigo Rojas. Según el documento, el proyecto busca generar entornos seguros de aprendizaje en el uso de herramientas tecnológicas en los establecimientos educativos, limitar el tiempo de acceso a internet y que padres de familia puedan supervisar el uso que hacen los menores.

A diferencia de las tabletas, computadores y dispositivos que cuentan los colegios para uso pedagógico y que están bajo supervisión institucional, el celular sigue siendo un lugar sin mayor acompañamiento. Según Rodrigo, este proyecto de ley es un primer paso para que los niños puedan acceder de manera segura a internet, ante las escasa efectividad que han tenido las políticas de prevención y pedagogía.

Sin embargo, ¿es prohibir los celulares una medida necesaria? Carolina Piñeros, directora de Red PaPaz defiende que se deben reglamentar horarios y momentos de uso pero que debe ser el colegio quien tenga autonomía para incluirlo en el manual de convivencia, de manera conversada con padres y no como una medida estricta desde el Congreso. “Muchos colegios ya lo prohíben, pero me parece interesante que se den lineamientos y que los colegios se sientan tranquilos para discutirlo internamente y reglamentar.”

Lo que todos saben, incluido el representante a la Cámara, es que internet hoy es fundamental para la nueva generación de niños, niñas y jóvenes. Las TIC, bien usadas, podrían ser una herramienta para conocer el mundo y formarse en muchas materias.

En esto también coinciden psicólogas, educadores, investigadores y personas preocupadas por la pedagogía sobre el abuso sexual en línea que consultamos durante esta investigación. Ellas, en su mayoría mujeres, están de acuerdo en que la prevención en los riesgos en internet tiene más sentido que la prohibición.

“Desde la familia es un error creer que porque nuestros hijos están frente a una pantalla podemos desentendernos, porque allí están seguros y no pasa nada. En realidad, es como dejarlos en una calle o un lugar público. Si el niño está en la calle debo decirle por dónde puede transitar”, reflexiona María Isabel Villa, directora de la investigación “Contigo Conectados”

Y agrega: “Pero si no lo hago y lo dejo solo, lo dejo en riesgo. Internet no es una niñera, nosotros debemos determinar qué miran y con qué frecuencia, pero primero debemos conocer, tener alfabetización digital para saber por dónde transitar”.

A Paula le tomó varios años pasar la página. Pensando en dejar su testimonio para evitar que esto le suceda a otros adolescentes escribió una carta. En un apartado dice:

Hay muchos sentimientos en mi cabeza, me siento mal porque abusaron de mi confianza y ahora es difícil saber en quién confiar. También siento rabia porque sabía lo que pasaba pero no fui capaz de detenerlo hasta que se me salió de las manos. Si te está pasando esto, o sabes que a alguien le pasa, habla o dile que hable, esto puede pasarle a cualquiera. Cuídate y ponte siempre alerta.

Fuente del artículo: https://www.elespectador.com/noticias/nacional/un-clic-del-abuso-sexual-la-soledad-de-menores-de-edad-en-la-web-articulo-882157

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Poca calidad y mucha deserción: ¿crisis en la educación media?

Por: Juan Miguel Hernández/El Espectador

Un informe de seguimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible en Colombia analiza la cobertura, el nivel educativo de los docentes, los resultados de las pruebas Saber y las tasas de deserción en el sector rural. Revela, por ejemplo, que el 34 % de los jóvenes que dejan el colegio lo hacen por problemas económicos.

La educación de calidad es el cuarto de los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, que buscan conciliar el progreso económico, el bienestar social y la sostenibilidad del planeta para 2030. Este objetivo particular, firmado en 2015 por Colombia y 173 países más, tiene como propósito “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos los ciudadanos”. Entre las metas concretas están el acceso a la educación primaria y secundaria, el acceso a servicios de atención y desarrollo en primera infancia y el acceso igualitario de hombres y mujeres a la educación superior.

Aunque es fundamental aumentar los recursos y los cupos universitarios, el Gobierno y los expertos en educación coinciden en que el primer paso para cumplir esta meta es fortalecer la educación media, que en la mayoría de colegios de Colombia incluye los grados décimo y once. Es ahí, en ese tiempo de toma de decisiones, cuando los estudiantes tienen entre 14 y 17 años, que muchos definen su futuro.

Por eso el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (CEDE), de la Universidad de los Andes, y el curso Datos, Diseño y Comunicación, del Departamento de Diseño de la misma universidad, presentaron una investigación que recopiló información detallada sobre cómo va Colombia en el cumplimiento del objetivo de educación de calidad. Este informe muestra la participación del PIB de Colombia en educación con respecto a otros países de Latinoamérica y revela cómo está la educación media en cobertura, nivel educativo docente, calidad promedio de pruebas Saber y deserción.

De acuerdo con los investigadores, la importancia de este análisis radica en que “estos factores influencian el ingreso de los estudiantes a la educación superior y reconocen que la buena calidad en la educación media se puede reflejar en el crecimiento económico del país”.

Una gráfica muestra que la inversión promedio del PIB entre los años 2010-2014 en Colombia fue del 4,64 %, una de las más bajas de la región. Bolivia, Argentina y Brasil destinaron para educación 6,89, 5,29 y 5,80 % del PIB, respectivamente. En 2019 Colombia invirtió $41,3 billones, es decir, 4,3 % del PIB, cifra que muestra que, aunque este es el presupuesto más alto que ha asignado para la educación, en la práctica se reduce la participación de este sector en el PIB en comparación con años anteriores. Dinamarca es el país del mundo que más invierte en educación: 8 % del PIB.

 

Cobertura en educación media

Según el Ministerio de Educación, la cobertura neta describe la relación entre los estudiantes matriculados en un nivel educativo y los que tienen la edad apropiada para cursarlo. De acuerdo con datos del DANE, las tasas más altas de cobertura de educación media están en Bogotá, Cundinamarca, Boyacá, Atlántico y Santander. En estos departamentos, entre 50 y 60 % de los jóvenes de 15, 16 y 17 años están cursando décimo y once en el colegio.

La tasa de cobertura más baja para esta misma población está en Guainía: en algunos municipios de este departamento la cobertura es del 1 % y en otros del 10 %. En Vaupés y Vichada la cobertura está entre 10 y 20 %. La Guajira, Guaviare, Chocó, Caquetá, Amazonas y Nariño tienen una cobertura que oscila entre 20 y 30 %. En Arauca, Putumayo, Cauca, Magdalena, Norte de Santander y San Andrés y Providencia la cobertura está entre el 30 y el 40 %. Huila, Valle del Cauca, Córdoba, Bolívar, Cesar, Antioquia, Caldas, Meta, Tolima, Sucre, Risaralda, Casanare y Quindío están entre 40 y 50 %.

El estudio confirma que los profesores son el componente escolar con mayor influencia en los procesos de aprendizaje de los estudiantes, más que la infraestructura o la tecnología. Para llegar a esta conclusión, los investigadores compararon la cantidad de docentes con nivel educativo de posgrado que dictan clases en educación media y el promedio de los resultados de las pruebas Saber presentadas en grado 11 por los estudiantes.

“Mejorar la calidad de los maestros eleva también los estándares del proceso educativo. Se estima que por cada punto porcentual que aumente el número de docentes con posgrado en un colegio, el desempeño académico de los alumnos aumentaría en promedio entre 0,08 y 0,31”. Un ejemplo que muestra esta relación es que Chocó, con 88 profesores con posgrado, obtuvo en promedio 209 puntos de 500 en las pruebas Saber. En cambio, Bogotá, con 3.825 profesores con posgrado, obtuvo en promedio 275 puntos, un incremento del 32 %.

 

Deserción en educación media

En entrevista con El Espectador, la ministra de Educación, María Victoria Angulo, reconoció que la deserción en educación media es muy alta y se agudiza en zonas rurales. Angulo hizo énfasis en la necesidad de garantizar las condiciones mínimas para que los adolescentes que llegan a noveno no dejen el colegio. “Vamos a lanzar un programa de reducción de deserción que integre los programas de alimentación, transporte e infraestructura a la educación rural”.

 
Fuente: https://www.elespectador.com/articulo-503
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¿Quién le teme a la educación sexual?

Por: El Espectador.

 

Los autodeclarados defensores a ultranza de las niñas, niños y adolescentes del país, paradójicamente, los han terminado perjudicando. En el proceso oscurantista de luchar contra una educación sexual ambiciosa y transversal a todas las áreas de conocimiento se perpetúan las peores características de la sociedad colombiana.

Una investigación publicada hace una semana por El Espectador propone tres conclusiones angustiantes sobre la educación sexual en Colombia.

La primera es que el Ministerio de Educación no está enfrentando el tema como debe y, de hecho, no ha planteado una propuesta que empiece a corregir el retroceso que se dio durante la administración pasada luego de las marchas masivas contra las supuestas cartillas de género.

La segunda es que debería ser una prioridad nacional entender que “educación sexual” no se refiere exclusivamente a un tema genital, sino que se trata de un aspecto fundamental para la identidad de las niñas, niños y adolescentes.

La tercera es que el principal obstáculo para que el país avance en el tema son los mitos y prejuicios que abundan entre los padres de familia y profesores.

El diagnóstico es nefasto. La última Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) cuenta que el 80 % de los alumnos del país negaron haber recibido educación sexual en el último año. Además, la información les llega tarde: cuando tienen más de 15 años.

Esto se agrava cuando se observa que no hay docentes capacitados en el tema y que el Ministerio de Educación no tiene planes de acompañamiento que cubran todo el país.

Abundan los testimonios de padres de familia que identifican la educación sexual como una apelación al libertinaje y al esparcimiento de la “ideología de género”. Es todo lo contrario. Según un informe del Fondo de Poblaciones de Naciones Unidas (Unfpa), la educación sexual retrasa la edad de iniciación sexual, reduce los embarazos, reduce la violencia y aumenta el uso de anticonceptivos. ¿No queremos esos resultados en un país donde el 31,9 % de las mujeres entre 13 y 49 años dicen que alguna vez fueron víctima de violencia física por parte de su pareja?

Lo más frustrante es que en Colombia sí se sabe cómo enseñar educación sexual de manera integral. Está el ejemplo del colegio Juan Pablo Segundo, en Villavicencio, donde la profesora Luz Mary Roldán cuenta que este tipo de educación dejó la tasa de embarazos en cero durante 2018 y redujo los casos de matoneo y violencia machista. Luis Miguel Bermúdez, docente del colegio Gerardo Paredes, en Bogotá, ha sido reconocido por diseñar un plan que también redujo los embarazos en esa institución educativa. Y hay muchos más.

¿Cuál es el miedo? Las marchas de hace un par de años demostraron que este es un tema explosivo políticamente, pero no debería serlo. No podemos continuar celebrando la ignorancia en los padres de familia y los docentes pues eso afecta el desarrollo adecuado de las niñas, niños y adolescentes. Entregarle el futuro al oscurantismo es construir una Colombia violenta, desigual y plagada de temores infundados.

Necesitamos que el país entero, incluyendo a sus líderes políticos y religiosos, entiendan lo que explica muy bien María Camila Vásquez, estudiante de grado 11 del colegio Miguel Ángel Martín: “Hemos aprendido que el sexo no son solo condones. Es saber que tenemos derechos sexuales y reproductivos y que lo clave es el respeto y el amor propio. Por muchos años nos hicieron creer a las mujeres que el mundo era una fantasía. Y al hombre… ¿Por qué nunca fomentaron el amor en un hombre? ¿No aman? ¿No son sensibles? ¿No sienten?”.

Fuente del artículo: https://www.elespectador.com/opinion/editorial/quien-le-teme-la-educacion-sexual-articulo-847718

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La teoría de la elección, el método de enseñanza del siglo XXI

Por: El Espectador/Juan Pablo Aljure

A diferencia del colegio, en el mundo real las personas necesitan saber usar los conocimientos; no es suficiente con adquirirlos. Instituciones y organizaciones alrededor del mundo trabajan por formar a estudiantes con destrezas y conocimientos que les permitan enfrentar los retos de esta época.

La mayoría de las personas que pasaron por el colegio saben lo tedioso que era tener que memorizar los 18 grupos de elementos de la tabla periódica, las tablas de multiplicar, historias como la teoría del Big Bang, las capitales del mundo, los presidentes de cierto número de países y un sinfín de conceptos que hasta hoy muchos no han utilizado. Se trataba de un método de estudio tradicional que medía al ser humano con calificaciones que valoran más su capacidad de memorizar la información, que su habilidad de ponerla en práctica para solucionar los problemas de su vida real y hacerla mejor.

Fue así como se formaron varias generaciones alrededor del mundo y como aún se siguen formando muchos niños y adolescentes, con un modelo de transmisión, repetición y reproducción de conocimiento que no logra educar a los estudiantes para vivir y desenvolverse con éxito en la era globalizada del conocimiento.

Conscientes de esta falencia, gobiernos, organizaciones e instituciones alrededor del mundo hoy les apuntan a las habilidades que una persona necesita para enfrentar el mundo real, habilidades que han sido llamadas competencias del siglo XXI. Dentro de ellas se incluyen destrezas, conocimientos y actitudes necesarias para enfrentar exitosamente los retos de esta época. Pues la globalización y el uso de las tecnologías han cambiado sustancialmente la forma en que las personas se comunican y colaboran, y, por ende, la forma en que se produce conocimiento.

No se trata de algo nuevo. Hacia el año 1965, William Glasser, médico psiquiatra y psicólogo, creó la Teoría de la elección. Dicha teoría explica el funcionamiento del cerebro, de la mente y del comportamiento humano, y plantea que las personas aprenden más y mejor cuando se retan, se motivan y actúan por su propia elección.

Para Glasser, “el método educativo tradicional castiga con bajas calificaciones y reprobación a los estudiantes que se rehúsan a aprender de memoria información, que tanto ellos como sus profesores saben que pronto olvidarán. El castigo por no aprender de memoria es una práctica educativa destructiva. Se trata de tiempo que podrían usar en la lectura, investigación de información en libros y utilización de lo que han consultado”.

Cambiar el chip de enseñanza y aprendizaje no resulta tan sencillo. Sin embargo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) considera que cambiar el modelo educativo tradicional es un deber en el que todos los sectores de la sociedad a escala mundial deben intervenir si se desea una nueva generación productiva y feliz.

“El método tradicional debe ser reemplazado, ya que el desarrollo social y económico actual exige que los sistemas educativos ofrezcan nuevas habilidades y competencias que les permitan a los estudiantes beneficiarse de las nuevas formas emergentes de socialización y contribuyan activamente al desarrollo económico bajo un sistema cuya base principal es el conocimiento”, señala un informe de la organización.

Para ellos, “las personas deberán poseer un conjunto de habilidades y competencias que se ajusten a la gestión del conocimiento, que incluye procesos de selección, adquisición, integración, análisis y colaboración en entornos sociales en red. Para muchos jóvenes, las escuelas son el único lugar en el que se aprenden tales competencias”.

En Colombia, el tema no es aislado. El colegio Rochester, ubicado en Bogotá, cuenta con calidad Glasser en Latinoamérica, certificación otorgada por el Instituto William Glasser International a organizaciones educativas alrededor del mundo que basan su sistema pedagógico en la Teoría de la elección.

Para Juan Pablo Aljure, presidente de la Fundación Educativa Rochester, “los niños y jóvenes de hoy requerirán para el mañana mayores habilidades analíticas y comunicativas, capacidad para resolver problemas, creatividad e iniciativa, así como trabajo en equipo, adaptabilidad y dominio de las relaciones públicas para colaborar de manera constructiva y efectiva con otros”.

La metodología, implementada en el colegio desde 1997, permite ver cambios rápidos y evidentes como que los niños se interesan por ir al colegio, no porque de lo contrario les pongan una mala calificación, sino porque conviven en un ambiente de respeto, confianza y cooperación.

“El objetivo inicial es eliminar las relaciones de adversarios, es decir, llenas de miedo. El miedo es el enemigo del aprendizaje. Bajo estrés crónico las personas sobreviven, no aprenden. Después de esto lo que empezamos a ver es gente alegre y en ese contexto sucede todo el cambio curricular para que los estudiantes desarrollen competencias basadas en un aprendizaje útil, donde los estudiantes resuelvan asuntos de la vida cotidiana, creen soluciones, conserven la biodiversidad, tengan y mantengan una salud mental y física, aprendan a liderar sin autoritarismo, y a ser sistémicos al pensar y actuar”, puntualizó Juan Pablo Aljure.

Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/la-teoria-de-la-eleccion-el-metodo-de-ensenanza-del-siglo-xxi-articulo-752720

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