Por: El Espectador.
Los autodeclarados defensores a ultranza de las niñas, niños y adolescentes del país, paradójicamente, los han terminado perjudicando. En el proceso oscurantista de luchar contra una educación sexual ambiciosa y transversal a todas las áreas de conocimiento se perpetúan las peores características de la sociedad colombiana.
Una investigación publicada hace una semana por El Espectador propone tres conclusiones angustiantes sobre la educación sexual en Colombia.
La primera es que el Ministerio de Educación no está enfrentando el tema como debe y, de hecho, no ha planteado una propuesta que empiece a corregir el retroceso que se dio durante la administración pasada luego de las marchas masivas contra las supuestas cartillas de género.
La segunda es que debería ser una prioridad nacional entender que “educación sexual” no se refiere exclusivamente a un tema genital, sino que se trata de un aspecto fundamental para la identidad de las niñas, niños y adolescentes.
La tercera es que el principal obstáculo para que el país avance en el tema son los mitos y prejuicios que abundan entre los padres de familia y profesores.
El diagnóstico es nefasto. La última Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) cuenta que el 80 % de los alumnos del país negaron haber recibido educación sexual en el último año. Además, la información les llega tarde: cuando tienen más de 15 años.
Esto se agrava cuando se observa que no hay docentes capacitados en el tema y que el Ministerio de Educación no tiene planes de acompañamiento que cubran todo el país.
Abundan los testimonios de padres de familia que identifican la educación sexual como una apelación al libertinaje y al esparcimiento de la “ideología de género”. Es todo lo contrario. Según un informe del Fondo de Poblaciones de Naciones Unidas (Unfpa), la educación sexual retrasa la edad de iniciación sexual, reduce los embarazos, reduce la violencia y aumenta el uso de anticonceptivos. ¿No queremos esos resultados en un país donde el 31,9 % de las mujeres entre 13 y 49 años dicen que alguna vez fueron víctima de violencia física por parte de su pareja?
Lo más frustrante es que en Colombia sí se sabe cómo enseñar educación sexual de manera integral. Está el ejemplo del colegio Juan Pablo Segundo, en Villavicencio, donde la profesora Luz Mary Roldán cuenta que este tipo de educación dejó la tasa de embarazos en cero durante 2018 y redujo los casos de matoneo y violencia machista. Luis Miguel Bermúdez, docente del colegio Gerardo Paredes, en Bogotá, ha sido reconocido por diseñar un plan que también redujo los embarazos en esa institución educativa. Y hay muchos más.
¿Cuál es el miedo? Las marchas de hace un par de años demostraron que este es un tema explosivo políticamente, pero no debería serlo. No podemos continuar celebrando la ignorancia en los padres de familia y los docentes pues eso afecta el desarrollo adecuado de las niñas, niños y adolescentes. Entregarle el futuro al oscurantismo es construir una Colombia violenta, desigual y plagada de temores infundados.
Necesitamos que el país entero, incluyendo a sus líderes políticos y religiosos, entiendan lo que explica muy bien María Camila Vásquez, estudiante de grado 11 del colegio Miguel Ángel Martín: “Hemos aprendido que el sexo no son solo condones. Es saber que tenemos derechos sexuales y reproductivos y que lo clave es el respeto y el amor propio. Por muchos años nos hicieron creer a las mujeres que el mundo era una fantasía. Y al hombre… ¿Por qué nunca fomentaron el amor en un hombre? ¿No aman? ¿No son sensibles? ¿No sienten?”.
Fuente del artículo: https://www.elespectador.com/opinion/editorial/quien-le-teme-la-educacion-sexual-articulo-847718