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Universidad Nacional de Colombia sufre baja de mujeres matriculadas

Por: El Espectador

Un reciente estudio del centro educativo sobre la prueba de admisión, arrojó una fuerte tendencia hacia la masculinización de los admitidos, o sesgo o discriminación en contra de las mujeres.

Contrariamente a la tendencia nacional e internacional de aumento de la participación de mujeres en el nivel de educación superior, la que en muchos países es de paridad, en un reciente estudio titulado Examen al Examen de Admisión de la Universidad Nacional de Colombia, sobre la prueba de admisión al claustro educativo, se encontró una fuerte tendencia hacia la masculinización de los admitidos, o sesgo o discriminación en contra de las mujeres.

En efecto, desde la década anterior ha aumentado la tasa de absorción de aspirantes hombres sobre mujeres, a pesar de porcentajes similares de participación, con algunos puntos de ventaja de mujeres sobre hombres (gráficas 1, 2, 3 ). Actualmente la tasa de absorción es casi el doble en aspirantes hombres que mujeres (12.18 % vs. 6.3 %). El porcentaje de admitidos hombres es de 64.6 % y el de mujeres de 35.5 %En la sede Bogotá , la tasa de absorción en 2015-I fue de 7.25 % para hombres y 3.29 % para mujeres (Gráfico 4). Todos los datos son de la Oficina de Admisiones de la UN, 2014-2015.

El análisis de este sesgo requiere un estudio detallado de los diversos temas, o áreas del saber, que componen el Examen y el desempeño relativo de mujeres en estas diversas áreas del Examen.

Pero en la Universidad Nacional el Examen de Admisión nunca ha sido considerado un ‘objeto’ de estudio interdisciplinario sino el ámbito autorreferido de la psicometría y de los bancos de preguntas. Lo que pone en cuestionamiento el anuncio en El Observatorio, agosto 6: www.universidad.edu.co “Propuesta de la U. Nacional definiría modelo único de admisiones en las universidades oficiales”.

Si el examen de la UN, que nunca ha sido sometido a análisis crítico, ni a comparaciones analíticas con Saber 11 ni con Saber Pro, se aplicara a otras universidades públicas, sería mayor el efecto discriminatorio de género en contra de las mujeres. Otros efectos negativos han sido identificados sobre el aumento de la deserción, el aumento del número de “no-matrículas” en el primer semestre y sobre el rendimiento académico de admitidos a carreras que no corresponden con sus intereses, motivaciones e identidad intelectual. El actual examen de admisión a la UN no considera la opción subjetiva del aspirante (vocación, interés…), sino que distribuye los cupos en orden descendente. Los de mayores puntajes pueden seleccionar su carrera de preferencia, mientras los puntajes relativamente inferiores deben tomar los cupos que existan aun en carreras ajenas a su vocación o interés.

¿Este es el tipo de examen que se desea para las universidades públicas? Urge entonces el debate académico y político sobre el tipo de examen que estas instituciones requieren. Lo que implica la constitución del examen como objeto interdisciplinario y sistemático de investigación. Lo que no sucede en ninguna universidad colombiana.

Es evidente el sesgo en contra de las aspirantes mujeres en el examen de admisión a la UN. Las cifras de admisiones lo demuestran claramente. Hay un descenso continuado en el número de mujeres admitidas en los últimos años, a pesar de que aproximadamente el mismo porcentaje de hombres y mujeres se presentan al examen.

Pero es difícil identificar cuáles son los ítems o contenidos de ese examen responsables de este sesgo de género. Este análisis lo debe realizar la Oficina de Admisiones en un estudio de cada ítem, las respuestas respectivas de aspirantes hombres y mujeres y sus efectos sobre el puntaje final. Ese análisis no se ha realizado hasta ahora. Y que ésta sea la oportunidad para exigir que se realice.

Pueden plantearse algunas hipótesis sobre el desempeño diferencial de aspirantes hombres y mujeres en el examen de admisión a la UN. Si en el nivel medio hay mayor probabilidad de éxito o logros en matemáticas, en los estudiantes hombres, esta ventaja comparativa se traslada a los ítems de matemáticas en dicho examen y los consiguientes menores puntajes en aspirantes mujeres. Hipótesis similar puede plantearse sobre los ítems de ciencias naturales.

Pero este análisis de ítems y temas no se ha realizado debido la carencia de voluntad política de mejorar las probabilidades de ingreso de mujeres a la UN. Este análisis implicaría rediseñar el examen de admisión para eliminar los ítems con mayor sesgo negativo de género e introducir otros tipos de ítems y temas en los que no sea evidente la ventaja comparativa de estudiantes hombres en el nivel medio.

Además, surge el interrogante sobre la racionalidad de un solo examen de admisión para tantas y tan diversas áreas del conocimiento, las que exigen competencias y conocimientos previos muy diferentes entre sí. ¿Cuántos aspirantes altamente competentes para determinadas carreras no logran ingresar a la UN debido al modelo obsoleto y disfuncional de un único examen, una tabula rasa para áreas del conocimiento tan diferentes?

Tomado de: http://mba.americaeconomia.com/articulos/notas/u-nacional-de-colombia-sufre-baja-de-mujeres-matriculadas

Imagen: https://www.google.com/search?q=Universidad+Nacional+de+Colombia+sufre+baja+de+mujeres+matriculadas&espv=2&biw=1366&bih=623&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwi1suDTsIDOAhVHXh4KHTZLALcQ_AUIBigB#tbm=isch&q=+baja+de+mujeres+matriculadas&imgdii=FJD4s0Lhh4YoRM%3A%3BFJD4s0Lhh4YoRM%3A%3BuU_CoaEo9J8vWM%3A&imgrc=FJD4s0Lhh4YoRM%3A

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¿De qué sufren los doctores en Colombia?

Ausencia de becas, un sistema de educación centralizado, poca oferta de programas y falta de posibilidades de trabajo son algunos de los problemas a los que se deben enfrentar tanto graduados como candidatos a doctores en el país.

Por: El Espectador

La situación de los doctorados en el país no es la más deseada. Factores como el déficit actual de investigadores en Colombia (hay 6,6 por cada millón de habitantes, cuando el promedio en Latinoamérica es de 37,4, según Colciencias), la calidad, escasez de ofertas, la estructura de los sistemas de financiación, el pobre fomento entre la juventud y, principalmente, la falta de inversión del Estado, hacen tambalear el nivel más alto de la educación superior. Esa es la conclusión a la que han llegado los expertos después de preguntarles sobre el tema.

La directora del Observatorio Nacional de Ciencia y Tecnología, Clara Inés Pardo, señala que los doctorados nacieron en Colombia, tardíamente, a finales de los 90, “cuando se empieza a hablar de acreditaciones y de requerimientos internacionales”. Desde entonces, el país invierte en ciencia y tecnología el 0,2 % del PIB nacional, según Eduardo Mora, director de investigación y Desarrollo de la Fundación Universitaria del Área Andina, quien cree que actualmente “no hay una voluntad política adecuada” para mejorar las cosas.

Sin embargo, las universidades han mostrado interés por la investigación, pues de cero, en 1999, han incrementado el número de doctorados a 236 en 2015, según el Ministerio de Educación. Pero Carlos Mario Lopera, director del Observatorio de la Universidad Colombiana, considera que la cifra aún es irrisoria frente a países desarrollados de Europa, Estados Unidos e, incluso, Brasil, y prueba de ello es que la oferta “es excesivamente costosa”, por lo que muchos no pueden acceder a este nivel de educación.

La calidad es un tema que también preocupa. De acuerdo con cifras de Colciencias, solo el 5 % de los programas de doctorado en el territorio nacional cuentan con una acreditación de alta calidad del Ministerio de Educación. Aunque hay una salvedad: la gran mayoría son programas muy jóvenes y para la acreditación se necesitan egresados y trayectoria que todavía no tienen. Habría que esperar una década para evaluar realmente cuáles son buenos y cuáles no.

A esto se suma que la variedad en la oferta de doctorados es precaria. Mora opina que los programas no se dirigen a lo que necesita el país, sino a las tendencias del mercado; una opinión a la que se suma el subdirector de Colciencias, Alejandro Olaya, al argumentar que “en nuestro sistema doctoral las áreas que predominan son las ciencias sociales humanas”, dejando de lado otras indispensables para el país, como las ciencias de la educación, de la salud y la agronomía. Las dos primeras con un 8 % de participación cada una y la última con 6%, según cifras del Mineducación.

El vicerrector académico de la Universidad Nacional, Juan Manuel Tejeiro, agrega que la educación en Colombia es totalmente centralista y eso obedece a la concentración de grandes poblaciones, donde hay una variedad de la oferta. Por ejemplo, en Bogotá, la Nacional tiene casi 40 programas de doctorados, mientras que la Universidad de La Guajira tan solo dos.

Con ese panorama, los aspirantes se ven en la necesidad de buscar apoyos y becas de movilidad, como las financiaciones del sistema nacional de regalías, las facilidades que ofrecen las universidades a proyectos de investigación o las becas de Colciencias. Sobre estas últimas, la entidad señala que ha otorgado 6.818 becas de doctorado entre 1992 y 2015, de las cuales “el 58,81 % se queda en Colombia, mientras el 41,19 % se va al exterior”.

La mayoría de estas becas son, en realidad, créditos condonables, un término que el vicerrector de la Nacional cree necesario revaluar por sus limitaciones. Por ejemplo, “si el candidato a doctor se demora un poco más de lo presupuestado, ese préstamo no lo cubre”. Al ser precisamente un préstamo, los aspirantes tienen un compromiso para devolverle su inversión al Estado, ya sea trabajando o pagando la cuantiosa deuda.

Y muchas veces ocurre que ese retorno, así se tenga un trabajo asegurado, no es satisfactorio. Según la directora del Observatorio Nacional de Ciencia, es común que quienes vuelven a Colombia estén acostumbrados a sistemas de ciencia mucho más potentes y con más recursos. Esto provoca que el doctor “baje la producción, tenga que investigar cosas que no planeaba y busque la manera de regresar al otro país para hacer sus pruebas, pues no tiene un laboratorio con lo que necesita”. La situación se repite si los que se trasladaron a Bogotá tienen que regresar a sus regiones, complementa Tejeiro.

Ahora bien, la vinculación laboral con la industria tampoco es la mejor. “Colombia es uno de los países del mundo en donde la gran mayoría de sus doctorados trabajan en la academia, con salarios poco atractivos, y muy escasos en la industria”, dice Carlos Mario Lopera. Y no miente. Por un lado, Alejandro Olaya, subdirector de Colciencias, manifiesta que casi el 98 % de nuestros doctores están vinculados a universidades y solo el 0,5 % trabajan en el sector productivo. Eso se debe a la falta de interés de las empresas colombianas. Por el otro, Mora asegura que un doctor recién egresado en Colombia gana seis millones de pesos, mientras que en el exterior factura más de diez.

Por supuesto, los expertos no solo hablan de problemas, también de soluciones. Tejeiro, por ejemplo, cree que el Gobierno debe seguir apostando por el reforzamiento de las políticas públicas de los posgrados, en especial, de los doctorados. “En el discurso se quiere aumentar el apoyo, pero en la práctica no. Eso se refleja en que las pocas políticas que hay en instituciones públicas, como Colciencias, cada año cambian. No son consistentes y no hay para todos, solo para unos cuantos”.

En ese sentido, Olaya señala que los estudios concluyen que ponernos al día con la región costará $7 billones en los próximos diez años. Dicha cifra está expuesta en un documento Conpes que contiene la política nacional de ciencia y tecnología que comenzó a ser discutida en el consejo de ministros en marzo, comenta el funcionario, quien agrega que las probabilidades de aprobación completa son bajas por la situación financiera que atraviesa la nación.

Una de las alternativas, propone, sería “buscar créditos de banca multilateral”, que se otorgan a plazos de veinte años, con periodos de gracia de siete años y tasas de interés bajas. En cuanto a temas como la ubicación laboral y el impulso a la investigación académica entre los jóvenes, todos concuerdan en que es necesario entablar un diálogo claro entre el sector público, el sector privado y las instituciones de educación superior para mejorar la inversión y el compromiso. Por ahora, habrá que esperar para conocer la voluntad del Gobierno frente al Conpes.

Tomado de: http://mba.americaeconomia.com/articulos/entrevistas/de-que-sufren-los-doctores-en-colombia

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¿Cómo descubrir la vocación para no equivocarse al elegir carrera?

¿Cómo descubrir la vocación para no equivocarse al elegir carrera?

Encontrar la vocación profesional no es fácil y elegir mal el pregrado se ha vuelto cada vez más común entre los colombianos. ¿Cómo resolver la confusión?

Por: Redacción Especiales, El Espectador, Colombia

La historia se repetía todos los meses. Los papás de Juan Felipe revisaban los programas que podrían tener afinidad con el perfil de su hijo y él seguía confundido. Se graduó hace un año del colegio y ya sabe lo que es cursar un semestre de derecho en la U. Externado y hacer un premédico en la del Rosario. Pero aún no está seguro a qué se quiere dedicar.
Un problema que afecta a muchos jóvenes del país y en el que inciden varios factores: la influencia de los papás de querer un hijo egresado de cierta universidad y con una profesión específica, la presión social por graduar bachilleres en cuanto salen del colegio y, en muchos casos, el problema se ahonda cuando los orientadores se limitan a entregar los resultados de una prueba, pero no generan un espacio de análisis en el que los estudiantes puedan articular sus intereses, aptitudes y la dimensión valorativa.
Esta circunstancia puede generar traumas personales y familiares. Así lo explica Luis Fernando Correa, gerente de operaciones e innovación de Universia Colombia: “Los estudiantes cuando ya han cursado algunos semestres de cierta carrera y descubren que no es lo que quieren entran en crisis porque piensan en la plata que gastaron sus padres, sienten que han perdido el tiempo y se frustran. Son traumas que pueden durar toda la vida”.
Las soluciones, coinciden los expertos, están en generar acercamientos entre el colegio y la universidad para que la decisión de carrera no se tome en el grado 11; investigar cómo son los estudiantes, cómo actúan, cómo sienten y qué quieren; ir más allá de un test; ofrecer espacios donde vivan el ambiente universitario, pero sin la presión de estar en una carrera y que escuchen testimonios de distintos profesionales para que se vayan conectando con una profesión. Esto los aterriza un poco.
Algunas de esas soluciones ya se están implementando en instituciones como la U. Pedagógica. “Estamos haciendo un estudio sobre los factores y las causas de la deserción, pues en tercero y cuarto semestre los estudiantes se dan cuenta que esa no es su carrera”, cuenta Osana Medina, coordinadora del Grupo de Apoyo y Orientación Estudiantil.
Por su parte, el Ministerio de Educación destaca dentro de sus acciones la formulación de la política de permanencia y graduación estudiantil a través del acompañamiento a 83 universidades en la construcción y consolidación de sus propios modelos de gestión de permanencia, lo que permitió que la tasa de deserción se haya mantenido en 10,1 %.
Asimismo, en 2007 creó el micrositio Buscando carrera, con contenidos especializados para orientar a cualquier persona interesada en ingresar a la educación superior.
Fuente:
http://www.elespectador.com/noticias/educacion/descubrir-vocacion-no-equivocarse-al-elegir-carrera-articulo-629679

Foto:
http://www.elespectador.com/files/imagecache/560_width_display/imported/8b2fe3e83a445df9b920fd7f8ce5d90f_1461885304.jpg

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