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Daniel Mato: “Repensar las universidades a partir de su vínculo con la sociedad”

Por Ingrid Lucero Parada

Es lo que plantea Daniel Mato, investigador del CONICET, en un estudio que aborda más de 200 experiencias de vinculación social de 39 universidades argentinas con comunidades y organizaciones sociales.

Producción agropecuaria, Odontología, Medicina, Microbiología y Parasitología, Género, Ambiente y Recursos Naturales, Inclusión Educativa y Promoción de la Salud son tan sólo algunos exponentes de toda la variedad de problemáticas que abordan equipos de trabajo multidisciplinarios de universidades de Argentina a través de lo que se denominan actividades o programas de “extensión”, o de “vinculación social”.

Son actividades que responden a necesidades de determinados actores o colectivos sociales, a veces formalizadas institucionalmente, otras gestionadas directamente por docentes e investigadores que, en muchos casos, desde hace décadas vienen trabajando desde perspectivas de colaboración con esas comunidades y que en la actualidad intentan ganar reconocimiento en el mundo académico.

“En los últimos años se ha venido planteando la necesidad de reconocer la importancia de las tres funciones institucionales de las universidades por igual, éstas son investigación, docencia y extensión, pero las visiones hegemónicas y las políticas públicas y prácticas institucionales derivadas de estas han posicionado a las labores de extensión en un lugar subalterno”, afirma Daniel Mato, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), quien analiza el fenómeno desde la Universidad Nacional de Tres de Febrero.

“Mi experiencia en Venezuela y otros países latinoamericanos con universidades indígenas e interculturales, cuya currícula y estructura institucional se diseña en diálogo con organizaciones locales, me hizo tener mucho más vínculo territorial con grupos sociales. Son universidades fuertemente articuladas y comprometidas con la sociedad en la que están insertas. Esto fue un disparador para mí cuando regresé al país e ingresé al CONICET, en el 2010”, comenta el investigador.

Nuevamente arraigado a su país, Mato se interesó en ahondar sobre el lugar que ocupa la vinculación social en las universidades argentinas y los sentidos que los actores le dan a esta dimensión. En consecuencia, realizó una investigación en la cual principalmente se propuso responder: ¿contribuyen las labores de extensión en sentido amplio (abarcador de voluntariado, investigación–acción, aprendizaje servicio, u otras modalidades de vinculación) al mejoramiento de las de docencia e investigación en las universidades “convencionales”? ¿Cómo lo hacen?

Eso lo llevó a relevar y analizar más de 200 experiencias de vinculación de equipos de 39 universidades públicas argentinas con comunidades y organizaciones sociales. Como resultado, lo que pudo determinar es que “las prácticas de colaboración entre equipos universitarios y comunidades y organizaciones sociales no sólo contribuyen a mejorar la calidad de vida de sectores sociales, sino también la formación profesional ofrecida por las universidades, así como las posibilidades y calidad de investigación que realizan dichos equipos”. Además, su trabajo lo llevó a concluir que “es necesario repensar y transformar todas las universidades desde su articulación y compromiso con las sociedades de las que forman parte”.

La Vinculación como fortaleza

Hay muchas experiencias exitosas de vinculación social que demuestran que su función y relevancia va más allá de lo que puede ser visto como un “servicio” o “voluntariado”. Esto se desprende del análisis de Mato, donde la mayoría de sus entrevistados, docentes e investigadores de diversas disciplinas y responsables de programas de Extensión, afirman que los resultados de las experiencias de colaboración realizadas han sido muy auspiciosos.

“Las experiencias desarrolladas por los equipos universitarios y estudiantes con comunidades y organizaciones sociales, no solamente han contribuido de diversas maneras al mejoramiento de la calidad de vida de éstas, sino que, además, mediante su realización, los equipos han logrado asegurar un conjunto de logros académicamente significativos”, asegura Mato.

Algunos de estos logros son: adquisición de nuevos conocimientos, desarrollo de perspectivas críticas respecto de conocimientos teóricos, identificación de aspectos de la “realidad” no previstos en los programas de formación, comprensión de la complejidad de problemas que no pueden resolverse desde perspectivas unidisciplinares, formulación de nuevas preguntas de investigación, identificación y valoración de saberes no académicos que permiten enriquecer la formación profesional, identificación de la existencia entre la población de algunos prejuicios y creencias que afectan la práctica profesional propia de las disciplinas de los miembros de los equipos universitarios participantes, entre otros.

Un campo que gana terreno

El investigador es optimista respecto al lugar que está ganando la vinculación social en los ámbitos académicos. Al respecto, señala como un precedente la Ley de Educación Superior de Ecuador, el primer país latinoamericano en otorgar una jerarquía institucional privilegiada al área dado que evalúa a las universidades no solo por investigación y docencia sino también por su vinculación social.

“En la última década en nuestro país, ha habido avances importantes, entre los que sobresalen el incremento de los presupuestos destinados a extensión universitaria, la creación de la Red Nacional de Extensión Universitaria (REXUNI) en el marco del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y la incorporación, por parte de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), de las actividades de extensión como una de las dimensiones de sus protocolos de evaluación y criterios de acreditación”, señala el investigador.

Asimismo, en Argentina existen sendos proyectos en universidades públicas que han sido relevado y se pueden consultar de manera on line el “Mapa”  y los “Proyectos”.

“Afortunadamente, en años recientes, la visión institucional de universidades interculturales ha venido inspirando el modelo adoptado por algunas universidades que podríamos llamar “convencionales”. Hay muchas carreras que no vienen del campo de lo social, como medicina, odontología o agronomía, que han desarrollado una importante reflexión al respecto y trabajan con un enfoque colaborativo, en espacios de aprendizaje mutuo”, reflexiona Mato.

“Los procesos de aprendizaje deben tener aplicación y bases prácticas. Es importante abrir el diálogo y construir modalidades de colaboración con los diversos sectores sociales. Esto no sólo es lo correcto en tanto se supone que las universidades deben contribuir a resolver los problemas y desafíos de las sociedades de las que forman parte, sino que además contribuye a que mejoren su calidad académica, tanto en términos de docencia como de investigación. Por eso pienso que deberíamos repensar y transformar las universidades desde las experiencias de Vinculación Social”, concluye.

La nota fue realizada en base a los siguientes artículos publicados por el investigador:

Contribución de experiencias de vinculación social de las universidades al mejoramiento de la calidad académica y factores que limitan su desarrollo y valoración institucionalRevista Avaliação: Revista da Avaliação da Educação Superior (Universidade de Sorocaba, Sao Paulo, Brasil).

Repensar y transformar las universidades desde su articulación y compromiso con las sociedades de las que forman parteRevista +E.

Fuente: https://www.conicet.gov.ar/75618-2/?fbclid=IwAR1-nbh7ET7D4Rp_LSFL1_HUVMMo4q-HPX-YUMW5oT4HDUKiJamHTsjsUEA

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“La educación superior necesita cambios estructurales”: Julián De Zubiría

Colombia / 28 de marzo de 2019 / Autor: UNIMINUTO Colombia / Fuente: Vimeo

22 de marzo de 2019

En su visita a UNIMINUTO, el experto en educación superior explicó que debe haber un cambio en el modelo pedagógico, las estructuras curriculares y el sistema de evaluación.

Fuente de la Entrevista: https://vimeo.com/325896574
ove/mahv
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Seara Vázquez: con la educación está en juego la transformación de Oaxaca

América del Norte/ México/ 25.03.2019/ Fuente: www.hoylosangeles.com.

Con la educación está en juego la transformación de Oaxaca y, por ello, de México, asegura el español Modesto Seara Vázquez, quien a sus 88 años dirige como rector desde hace 30 años el sistema universitario oaxaqueño, único en su tipo en México.

«Nuestras universidades cumplen una función de transformación muy importante porque están formando los cuadros que después van a tomar el control del estado y que también en el país están participando», afirma Seara Vázquez sobre estas escuelas cuya calidad educativa la mantienen a la vanguardia en el país.

Reconocida figura de la educación superior en México, Seara Vázquez es artífice de este sistema de las universidades de Oaxaca, formado por 10 instituciones de educación superior y 18 institutos con más de 10.000 estudiantes.

«Todos quieren a nuestra gente lo que pasa es que no producimos tanta», señala Seara Vázquez, nacido el 11 de septiembre de 1931 en Allariz (Ourense, Galicia).

En entrevista con Efe en su residencia familiar en la costera ciudad de Huatulco, Oaxaca, Seara Vazquez, además de protagonista de la transición democrática en España, presume de sus egresados que trabajan en Silicon Valley (California) con Google, en Seattle (Washington) con Microsoft, y en Nueva Zelanda, Dubai y Alemania.

Con 10 universidades y 18 institutos repartidos a lo largo y ancho de Oaxaca, este sistema tiene actualmente más de 10.000 estudiantes.

Oaxaca tiene unos 4 millones de habitantes, el 43,4 % indígenas, es el estado con el mayor número de hablantes de lenguas indígenas de México y el 74 % de su población vive en condiciones de pobreza, según el Institudo Nacional de Estadísticas de México.

El rector Seara Vázquez tiene una casa en cada sede universitaria de este sistema que da vivienda a sus maestros, todos contratados de tiempo completo para cumplir programas de enseñanza, investigación, divulgación y vinculación social.

Con una productiva vida en México, a donde llegó en 1960, Seara se dedicó tres décadas a enseñar en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde alcanzó cargos importantes y ayudó a fundar centros académicos por los cuales la institución lo cuenta entre sus grandes maestros del siglo XX.

Su libro Derecho Internacional Público es una obligada referencia para estudiantes y profesores en las universidades.

Reconocido mexicano por convicción «no necesito papeles» y «me he comportado como tal desde que llegue», argumenta, Seara supervisa personalmente el sistema de universidades, sin importar el tiempo ni las distancias.

Relata que uno de los automóviles supera los 800.000 kilómetros y el tacómetro de otro más tiene más des 600.000 y detallista como es, sonríe cuando dice que supera los seis millones de kilómetros recorriendo las universidades.

Recuerda que conoció el estado de Oaxaca en 1962, como turista, y que desde entonces tiene un afecto especial por su gente. «Me ocurrió una cosa muy extraña; sentí una atracción muy especial por Oaxaca. No la puedo describir, además no era racional», comenta.

Con los años, Seara volvió a Oaxaca como conferenciante y a sus aulas llegaron alumnos oaxaqueños uno de ellos, Heladio Ramírez, le pidió cuando fue gobernador hacer el proyecto de la Universidad de la Mixteca, una zona indígena deprimida del norte del estado.

«Estaba para jubilarme, estábamos viendo a dónde nos íbamos y vino la otra reencarnación porque estuve 30 años de tiempo completo (en la UNAM) y ya llevo 30 años aquí: yo me iba a jubilar y ya no me jubilé», comenta.

El respeto de los gobiernos de Oaxaca y la decisión de mantener fuera de las aulas las expresiones políticas en un estado afectado las últimas dos décadas por un persistente conflicto magisterial, explican el éxito del sistema, manifiesta Seara.

«No se permite que las cátedras se conviertan en un púlpito, en una tribuna; no puede ser porque lo que está en juego es algo muy importante es la transformación del estado», argumenta el rector.

Su trabajo en las universidades y la familia, con la que pasa los fines de semana en su casa de Oaxaca, no le impiden ser un escritor prolijo con más de 30 libros, entre ellos la primera parte de su biografía «La Vuelta al Mundo en 80 años» que termina en 1976.

El rector ha recibido innumerables reconocimientos en su carrera, desde el Águila Azteca, la máxima distinción que México concede a un extranjero, y también la Medalla Castelao, que la Xunta de Galicia otorga cada año a personalidades.

Los reconocimientos, con sus doctorados Honoris Causa y un busto metálico que prefirió guardar antes que ver colocado en una de sus escuelas, adornan la habitación de su residencial que utiliza como biblioteca y despacho.

Seara asegura que desde que nació ya estaba predestinado a ser lo que es porque, primero nació el año de República, en 1931 mientras que su padre fue en 1936 el último alcalde del Frente Popular de su pueblo.

Seara se matriculó en la Universidad Central, ahora Complutense; en 1957 viajó a Inglaterra y después Francia, donde obtuvo el doctorado con la tesis «Estudios del Derecho Interplanetario» el cual le valió el reconocimiento mundial como pioneros de este campo.

En París conoció al mexicano Isidro Fabela (1882-1964), cuya amistad fue decisiva para que viajara a México y que también favoreció su integración a la vida del país.

En la Universidad de Utah (Estados Unidos) fue catedrático invitado de 1965-1966; en la UNAM fue jefe de estudios de posgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y como tal se vio involucrado en el Movimiento Estudiantil que terminó con la masacre del 2 de octubre de 1968.

Seara volvió a España tras la muerte de Franco para fundar el PSOE gallego, del que llegó a ser secretario general con Felipe González.

«Participé en la transición pero no me sentí a gusto en la vida política, no es para mí. Decidí regresar (a México) y volví a la universidad», explica el rector de diez universidades públicas de Oaxaca.

Fuente de la entrevista: https://www.hoylosangeles.com/efe-3933731-15260089-20190324-story.html

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Morduchowicz: “Los chicos de hoy no leen menos: lo hacen de manera diferente, más fragmentada”

Por: Alejandro Czerwacki.

Diferentes investigaciones de acá y el mundo llegan a conclusiones contundentes sobre el vínculo sostenido entre chicos y adolescentes con la tecnología social, especialmente las redes sociales. En la Universidad de Oxford, Inglaterra, por ejemplo, concluyeron que 8 de cada 10 adolescentes confunden información con publicidad y 7 de cada 10 creen todo lo que dice la web. En Estados Unidos, el American Press Institute, detectó que el 80% de la población americana adulta se informa por las redes sociales con los problemas que esto conlleva por la proliferación de noticias falsas, comúnmente conocidas como “Fake news”.

Sobre esta problemática, poniendo foco en la población juvenil, se ha dedicado Roxana Morduchowicz, doctora en comunicación de la Universidad de Paris y consultora de la Unesco en temas de educación y tecnologías. Escribió muchos libros sobre la temática y el último es “Ruidos en la web. Cómo se informan los adolescentes en la era digital”.

¿Los chicos leen menos que antes, producto de la tecnología social, o es sólo un mito o percepción equivocada?

Está el prejuicio y el preconcepto que en un mundo de pantallas, los chicos de hoy leen menos que los de antes. Pero no leen menos sino que lo hacen de manera diferente, más fragmentada y mosaica con otros fines y soportes. Porque el chico que busca información sobre su banda de música o equipo de fútbol preferido, también está leyendo. No hay un único tipo de lector ni una única manera de leer ni único soporte de lectura así que hay que atender a la multiplicidad de lecturas

¿De qué manera absorbe contenidos esta generación de chicos multitasking, que consume información con tantas pantallas al mismo tiempo?

En muchos congresos se dice que se necesitaría un Piaget (Jean) del siglo XXI, que entienda los procesos de aprendizaje actuales. Para cualquier adulto es difícil entender que los chicos de hoy puedan buscar información o hacer la tarea mientras miran televisión, hablan por celular, navegan por internet y escuchan música al mismo tiempo. Es la generación de lo simultáneo, de la superposición. Pero no hay estudios concluyentes que por esta multifuncionalidad haya bajado el rendimiento escolar o se dé repetición escolar. Como dicen los propios adolescentes: es lo que hay. Lo que tienen que hacer psicólogos, pediatras, padres, docentes, todos aquellos que trabajan o conviven con chicos, es entender cómo es la generación actual, donde la percepción se hace en simultáneo y el aprendizaje se da en múltiples pantallas.

Podemos imaginar que muchos de estos chicos y jóvenes en quince o veinte años ocuparán roles de liderazgo. ¿De qué modo, en este contexto de consumo en múltiples pantallas, están teniendo capacidad reflexiva?

Primero hay que decir que esta generación, los que tienen menos de dieciocho años, es fundamentalmente visual y se conectan a través de las pantallas. Todo es simultáneo, superpuesto, visual, fragmentado, mosaico y el zapping, que para nosotros era una conducta frente al televisor, para ellos lo es frente a la vida. Para estos chicos la información la reciben las veinticuatro horas y sobre todo a través de las redes sociales. Dicho esto, aunque no se puede generalizar, podemos decir que la manera en que se relacionan con la tecnología es un saber instrumental, del estilo de cómo bajarse una aplicación en el celular, pero en lo crítico les falta mucho. Se sabe que si buscan información, que es la segunda actividad más importante después de las redes sociales, utilizan el primer link que ven, copian y pegan cualquier información que les llega, viralizan sin chequear, no identifican la fuente y es más importante quién se la envió que quien lo produjo. Por todo esto vemos que la relación de los chicos con las tecnologías no es del todo crítica y reflexiva que quisiéramos que fuera.

¿Hay alguna responsabilidad de las tecnologías en esta falta de capacidad crítica de los jóvenes o el problema sigue estando en la escuela?

No, la tecnología no es la responsable, es como asumir que tienen un poder omnipotente sobre nosotros. No hay una relación de causa y efecto entre las pantallas y el comportamiento en la vida real. De hecho, el horrendo suceso que ocurrió en Nueva Zelanda, con el extremista australiano que produjo una masacre filmando todo con una camarita en su cabeza como si se tratara de un videojuego, allí tampoco hay una relación lineal de causa efecto entre lo que la persona ve en su pantalla y la vida. Las pantallas no tienen el poder para hacer de la persona lo que quiere sino su contexto social, familiar y personal. Antes tampoco éramos muy críticos de la información que utilizábamos en la escuela. El problema es que ahora la cantidad de fuentes de información de que disponen los chicos es mucho más abundante Se tiende a creer que a mayor información, más fácil serán las decisiones y muchas veces pasa lo contrario, la confusión o infoxicación, porque se intoxican de información si no saben manejarla. Abren demasiadas ventanas y cuando llegan a la última pierden de vista quién es el autor de ese contenido y si no conocen quién es pueden utilizar una información falsa que se convierte en proliferación de fake news.

¿Cómo se está trabajando esta problemática a nivel global?

Es un problema grave en todo el mundo y por eso la Unesco sacó un programa llamado Alfabetización Informacional en todo el mundo que trata de promover que las políticas públicas empiecen a trabajar con las escuelas sobre esta alfabetización nueva. La responsabilidad y el desafío sigue siendo la propuesta de la escuela. Para afrontar este desafío educativo hoy no hace falta una nueva receta sino enseñar a pensar. Hay que volver a esa vieja fórmula.

Fuente de la entrevista: https://www.clarin.com/opinion/morduchowicz-chicos-hoy-leen-hacen-manera-diferente-fragmentada_0_09Bkpjehl.html

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“El pensamiento reaccionario idealiza la escuela del pasado y magnifica los problemas del presente”. Entrevista a Jaume Trilla

Entrevista/31 Enero 2019/Autor: Víctor Saura/Fuente: El diario la educación

Hablamos con Jaume Trilla, catedrático de Teoría de la Educación de la Universitat de Barcelona y autor de ‘La moda reaccionaría en educación’ (Laertes), donde repasa y responde a los argumentos más repetidos por aquellos que abogan por una especie de retorno al pasado.

A pesar de que empezó como maestro de primaria, hace más de 40 años que Jaume Trilla es profesor de universidad, la mitad de los cuales como catedrático, lo cual le acredita, según escribe en La moda reaccionaria en educación, “como miembro indudable –e incluso privilegiado, en el peor sentido de la palabra– del gremio contra el que los antipedagogos dirigen sus dardos”. El libro es un compendio de cosas que se han dicho y escrito en los últimos años en relación a aspectos como la disciplina, la necesidad de poner límites, la supuesta falta de autoridad de los maestros, la separación por sexos, la separación por niveles de desarrollo, los uniformes, la recuperación de algunas asignaturas del currículum, la asignatura de religión católica… y que Trilla engloba dentro de una misma tendencia: la moda reaccionaria. Un libro relleno de citas de cada uno de los autores, con nombres y apellidos, a los que va replicando. Un libro, reconoce, con el que no hará muchos amigos.

¿Es reaccionario decir que la educación de antes era mejor que la de ahora porque el maestro tenía más autoridad?

Lo es. De hecho, creo que es una deformación del pasado. Es muy discutible que los maestros de antes realmente tuvieran más autoridad que la que tienen ahora. Tenían mucho más poder, eso sí. El castigo físico estaba al orden del día, y a nadie le parecía mal que un maestro le diera una colleja a un alumno o le pusiera de rodillas de cara a la pared durante un buen rato. Las familias incluso legitimaban este tipo de castigos; pero si hoy un maestro le suelta una colleja a un alumno probablemente al día siguiente los padres irán a quejarse a la dirección. O sea que creo que tenemos que estar de acuerdo que erradicar los castigos corporales de las instituciones educativas ha sido algo del todo positivo.

Pero, si preguntáramos por la calle, seguramente mucha gente estaría de acuerdo que hoy los chicos son más indisciplinados que cuando uno iba a la escuela.

La estrategia argumentativa del pensamiento reaccionario tiene dos partes. Una parte consiste en idealizar el pasado. Parecería como si en las escuelas de antes fuera todo un remanso de paz, y que los maestros disfrutaran de un gran prestigio social. Esto es una clara deformación del pasado; solo hay que leer narrativa sobre la escuela del siglo XIX y de buena parte del XX para ver que esta imagen idealizada de la escuela de antes no tiene nada que ver con la historia real de las instituciones educativas. La otra parte de la estrategia del discurso reaccionario consiste en magnificar los problemas del presente. Ahora oyes hablar a según quién y parecería que las aulas actuales sean, literalmente, un campo de batalla; pero cualquiera que conozca la realidad sabe que esto no es verdad. Hay problemas de disciplina, seguro, pero no al nivel que los describen algunos. Antes había de todo y ahora también, ¿pero alguien puede pensar, seriamente, que en general las escuelas de antes eran mejores que las de ahora?

¿Este discurso es una moda o siempre ha estado ahí?

Seguramente siempre hay estado, pero estaba más escondido. En España, después de la Transición quizás no había mucha gente que se atreviera a cantar públicamente las excelencias de la escuela tradicional y, todavía menos, las de su variante franquista. Ahora, en cambio, parece que hay más gente que se atreve más, lo cual es de agradecer, puesto que es cuando la gente escribe y se posiciona públicamente que puedes entrar a discutir, que es lo que intento hacer en el libro.

Durante un tiempo se decía que se tenía que recuperar la cultura del esfuerzo, que se había perdido. Jordi Pujol lo acostumbraba a decir a menudo. ¿Se tiene que recuperar?

No creo que sea verdad que se haya perdido porque no ha existido nunca. Ha existido el esfuerzo que te sale de dentro. Claro, si te exigían exámenes memorísticos, pues tenías que hacer este esfuerzo de memorizar. Pero aquello no era un esfuerzo real y automotivado. Ahora, con las buenas escuelas y los buenos maestros que son capaces de motivar a los chicos, pues quizás se esfuerzan mucho porque les interesa. Cuando te esfuerzas de verdad es cuando te interesa aquello que estás haciendo. En el libro pongo una cita de Chomsky que viene a decir que cuando la motivación básica es aprobar el examen, una vez que ha desaparecido esta motivación básica desaparece también el aprendizaje. Esforzarse para eso no creo que merezca la pena.

Clasifica a los reaccionarios en tres tipos.

Sí, me parece que hay tres tipos de personas o grupos que defienden posicionamientos reaccionarios en educación. Unos serían los reaccionarios completos; es decir, aquellos que lo son en educación y en otros muchos aspectos: en la política, en la moral, etc. Pero también hay quien, sin ser políticamente reaccionario, en determinadas cuestiones educativas defiende posicionamientos claramente retrógrados. Entre estos hay, por ejemplo, algunos profesionales de la enseñanza (sobre todo de secundaria, más que de infantil o primaria), que ven mal cualquier innovación metodológica que se quiera introducir. Algunos de los que van de antipedagogos estarían en esta línea.

Y en tercer lugar están los compañeros de viaje de estos, es decir, intelectuales, escritores, periodistas, tertulianos… famosos que, por su cuenta o bien haciendo de padrinos a los del grupo anterior (prologando sus libros, por ejemplo), también en educación sostienen posicionamientos bastante reaccionarios. Los hay que lo hacen de forma bastante persistente, mientras que otros solo ocasionalmente. Esto es también propio de las modas: para seguir la moda del tatuaje puede haber quien se haga pintar el 80% de la piel y quien solo se haga dibujar una pequeña flor en el hombro. En el libro menciono concretamente a unos cuantos autores de cada una de las tres tipologías mencionadas.

De entre los ‘antipedagogos’ sobre todo cita a uno: Moreno Castillo.

Seguramente es quien más ha escrito en esta línea.

Este autor y otros acusan a los pedagogos como usted de pontificar desde el pedestal, es decir, sin haber pisado un aula de verdad en décadas.

Lo primero que dicen sobre los pedagogos es que tenemos mucho poder, lo cual no es cierto. Me gustaría saber cuántos ministros de Educación han sido pedagogos [podemos responder a este interrogante: desde la Transición ha habido 20 ministros de Educación y Ciencia, y ninguno estudió pedagogía, la mayor parte han sido juristas. La que más se acerca es la actual ministra, que es catedrática de secundaria]. Pero después, efectivamente, dicen esto del aula, y la realidad es que desconocen bastante nuestro trabajo.

Muchos pedagogos se han dedicado a la enseñanza y conocen por experiencia propia el mundo de la escuela; y, además de esto, por su trabajo y su investigación muchos siguen manteniendo un contacto muy directo con la práctica educativa. En el libro cito unas palabras de Jordi Llovet, catedrático jubilado de Literatura de mi Universidad, cuyos artículos siempre sigo con interés. En este texto dice que nunca se tiene que hacer caso a los pedagogos porque no tienen ni idea de la práctica de la enseñanza; a quien hay que creer, dice, es a los maestros que son quienes realmente saben.

Su argumento sería muy parecido a decir que nunca se tiene que hacer caso a los teóricos de la literatura o a los críticos literarios, sino a los novelistas y poetas, puesto que los otros nunca han sido capaces de escribir una novela presentable. Como que este argumento no me lo creo, yo seguiré haciendo caso de las recomendaciones que hace el profesor Llovet en sus artículos periodísticos.

Además de Llovet no salen muchos catalanes alineados con el reaccionarismo.

Hay más. Por ejemplo, menciono un artículo de Josep Maria Espinàs –a quien también siempre he leído con agrado–, en el que comentaba una idea alocada de Esperanza Aguirre cuando fue presidenta de la Comunidad de Madrid: dijo que reinstalaría las tarimas en todas las aulas de su Comunidad. Aguirre, con razón, recibió muchas críticas, pero Espinàs escribió un artículo donde defendía la idea, aludiendo a la funcionalidad de las tarimas para mejorar la visibilidad. No creo que haya ningún maestro que viva como un problema para su trabajo no poder ver a los alumnos desde más arriba. Las tarimas son funcionales para metodologías didácticas solo transmisivas y en colectivos mucho más numerosos de lo que son los grupos-clase actuales, afortunadamente. Quizás la necesidad de escribir una columna te puede llevar a defender propuestas tan reaccionarias e inútiles como la de la expresidenta de Madrid.

Una parte importante del libro lo dedica al Opus y a los defensores de la educación diferenciada.

Sí, ellos denominan así a la segregación escolar según el sexo.

¿No es cierto, pues, que la separación por sexos ayude al aprendizaje porque elimina distracciones?

Quieren demostrar que la separación de sexos va bien para el aprendizaje. Es decir, como que los niños y las niñas tienen procesos de maduración diferentes, aprenderán mejor las matemáticas, la gramática y las ciencias naturales si en la escuela los separamos; y defienden también que, separados, ellas y ellos estarán más tranquilos en clase, en especial cuando lleguen a la adolescencia. Lo que está demostrado es que esta variable (juntos o separados) no es nada relevante en el aprendizaje de esas materias: aprender bien matemáticas no depende de si los niños y las niñas las aprenden juntos o separados; depende de otros muchos factores.

Por otro lado, la defensa de la coeducación no se ha hecho nunca para que estén más tranquilos en la escuela, sino para que juntos estén más tranquilos en todos los espacios de la vida social y cotidiana que tienen que compartir. Cuando, durante el franquismo, la entidad por la que me preguntabas disfrutaba de mucho poder político sobre el sistema educativo, prohibieron, directamente y para todo el mundo, la coeducación en las escuelas; y lo hicieron por motivos religiosos o ideológicos. Después, en la democracia, estos argumentos ya no servían y por eso aducen ahora argumentos presuntamente científicos.

¿La asignatura de religión es anacrónica?

Lo que cuestiono es que en los planes de estudio haya una asignatura confesional de religión. Lo que no creo que sea discutible es que en el sistema educativo formal se estudie el hecho religioso. Las religiones han tenido y siguen teniendo un papel antropológico, social, político muy relevante; a veces para bien y a veces para mal. Por lo tanto, todo esto también tiene que formar parte de los contenidos escolares; sea de forma transversal en varias asignaturas o de manera específica en una de ellas (algunos denominan “Cultura religiosa” a esta asignatura posible). Pero una cosa es esta cultura religiosa y otra muy diferente es una asignatura confesional de religión. Incluir esta asignatura dentro del currículum es legitimar la escuela como un lugar de adoctrinamiento religioso.

Por otro lado, si esto se tuviera que hacer bien (de forma democrática e igualitaria para todas las creencias y descreencias) querría decir que cada escuela tendría que ofrecer clases diferentes de religión confesional para cada una de las opciones existentes entre las familias de los alumnos; es decir, que una sociedad cada vez más multicultural como la nuestra, muchas escuelas tendrían que tener un montón de asignaturas y profesorado diferentes: religión católica, musulmana, budista, protestante… y también, está claro, ateísmo, agnosticismo… Ya se ve que este planteamiento –que sería lo democráticamente exigible– comportaría una clara imposibilidad económica y organizativa, además de que sería de un gusto pedagógico francamente dudoso.

La solución es bien fácil: en la escuela, cultura religiosa (como asignatura o distribuida en otras materias); y la educación religiosa confesional, que tenga lugar en el ámbito familiar y/o por medio de todas aquellas instancias privadas que las confesiones religiosas consideren pertinentes.

El hecho de que la escuela concertada de carácter religioso haga religión tiene sentido, pero ¿por qué se tiene que hacer a las públicas? ¿Por qué ningún gobierno socialista lo ha sacado del currículum?

Esto viene de aquellos Acuerdos famosos entre el Estado español y el Vaticano firmados durante la Transición. En ellos España se comprometía a garantizar la enseñanza de la religión católica en todas las escuelas para todo el mundo que lo quisiera; y garantizar quiere decir, entre otras cosas, pagar al profesorado. Un profesorado elegido por los obispos correspondientes, pero que cobra del dinero público. Lo cual ha generado conflictos realmente inverosímiles. Por ejemplo, profesores o profesoras de religión que han sido despedidos por haberse casado con una persona divorciada.

¿Hay más reaccionarios o más progres en educación?

Esto no lo sé. Pero en todo caso en el libro también intento dejar claro que hay muchos tipos de posicionamientos reaccionarios en educación; no se pueden meter todos en el mismo cesto. Por ejemplo, estoy convencido de que muchos de los que, como decía antes, van de antipedagogos no son partidarios de la segregación por sexos o del adoctrinamiento religioso en la escuela. Supongo que quienes sostienen posicionamientos reaccionarios piensan que aquello que realmente está de moda no son sus posicionamientos, sino los del progresismo pedagógico. En cualquier caso, puede haber modas diferentes e, incluso, contrarias que coexistan en un mismo tiempo.

Al final del libro también dedica alguna crítica a las pedagogías ‘progres’, pero sin dar nombres.

Yo critico dos aspectos de un cierto progresismo pedagógico que también critican algunos de los reaccionarios. Lo primero es que a veces parece que estemos inventando la sopa de ajo en cada momento, cuando mucho de lo que se reivindica desde el progresismo son aportaciones de los clásicos de los movimientos de la Escuela Nueva de finales del XIX y comienzos del XX. Está muy bien recuperar, divulgar y actualizar aquellas aportaciones de entonces, pero que nadie se piense que son invenciones de ahora. De todas maneras, me parece positiva la incidencia que pueden tener estas propuestas para sacudir un poco el sistema y, sobre todo, para poner en valor escuelas y maestras que ya hacían todo esto desde hace tiempo.

Después también critico las ínfulas cientifistas que tienen algunos sectores de la pedagogía, y que consideran que todo tiene que ser científico y que tenemos que estar a la altura de las ciencias de verdad… No estoy de acuerdo. Una parte del conocimiento del que disponemos sobre la educación es científico, supongo que a unos niveles similares al de otras ciencias humanas y sociales; después hay una parte del conocimiento que todavía no es científico pero que lo irá siendo; pero también hay una parte de la pedagogía que no será nunca científica ni tiene porqué serlo. Por ejemplo, la determinación de las finalidades de la educación: esto no lo decidirá nunca la ciencia, sino la ideología, la política.

Y también tenemos que reconocer que una parte de los grandes hallazgos y aciertos en la historia de la pedagogía no se ha hecho por la vía científica, sino por la puramente experiencial. Por ejemplo, la pedagogía de Celestin Freinet. Un maestro que iba tirando y experimentando, que supo explicarlo muy bien, y dejó un método que ha tenido muchos seguidores; entre otros motivos, porque estaba al alcance de cualquier maestro que quisiera cambiar su manera hacer en la escuela.

Quizás tendría que haber escrito el libro sobre “la moda progre en educación”, porque hay más moda progre que carca, ¿verdad?

Tal vez sí, pero a mí la que me da miedo es la moda carca. Aun así, no he querido ahorrar alguna crítica a los progres porque los planteamientos maniqueos tampoco me gustan, nunca la razón está al 100% en un solo lado.

Fuente e imagen: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/01/31/el-pensamiento-reaccionario-idealiza-la-escuela-del-pasado-y-magnifica-los-problemas-del-presente/

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Miguel Angel Esoinbar: “El Design Thinking innova en un mundo que ha convertido el cambio en lo habitual”

 

Miguel Ángel Espinar, diseñador gráfico y experto en Design Thinking, defiende la utilidad de esta metodología para que el alumnado sea capaz de encontrar soluciones a los problemas cotidianos.

Miguel Ángel Espinar es diseñador gráfico y creativo. Lidera ‘Proyéctate ahora’, un proyecto con el que ayuda a desarrollar la creatividad en todos los sectores a través de cursos, jornadas y asesoramiento personalizado. En el entorno educativo defiende el uso de la metodología Design Thinking mediante la gamificación y el Aprendizaje Basado en Proyectos. Nos explica sus razones en esta entrevista.

¿Cuáles cree que son los beneficios del Design thinking en las aulas?

Creo que, en mayor parte, su adaptabilidad y que se complementa con casi todas las metodologías activas. El Design Thinking responde a lo siguiente: ¿quieres resolver un problema?, ¿quieres que se trabaje en equipo?, ¿fomentar los equipos multidisciplinares?, ¿buscar soluciones creativas? o ¿deseas que los estudiantes entiendan la realidad donde se encuentran? En mi caso trabajo la gamificación, el aprendizaje basado en problemas y el aprendizaje por proyectos y no los ha sustituido, sino que los ha completado.

¿De qué forma ayuda esta metodología al alumnado a prepararse para su futuro?

Los problemas y proyectos a los que nos enfrentamos son complejos y cambiantes. Nos encontramos en un mundo que debe buscar la sostenibilidad haciendo balanza con la perspectiva tecnológica, las motivaciones internas, los costes económicos, la mejora continua y una conciencia social. El Design Thinking es una metodología perfecta para enfocar los proyectos e innovar en un mundo que ha convertido el cambio en lo habitual.

metodologías activas

Este proceso está continuamente itinerando entre sus fases por lo que se adapta a los cambios fácilmente, ya que éste forma parte del proceso en sí. Entender el problema, empatizar con el alumnado, generar muchas opciones y aprender rápidamente del fallo para reformular la solución logra que los estudiantes entiendan los fallos en los prototipos no como una penalización, sino como una manera de entender mejor la realidad que les rodea y así mejorar las soluciones.

De los 5 principales pasos que hay que dar para poner en marcha un proyecto de Design Thinking -Empatizar, Definir, Idear, Prototipar y Evaluar- ,¿a cuál cree que hay que prestar más atención en el aula?

El proceso es flexible y adaptable, pero entendiendo que estos pasos hay que recorrerlos para poder fluir en la adaptación de las mejoras y soluciones alcanzadas. Desde el punto de vista del aula, creo que la fase de Empatizar y la de Evaluar son la clave del proceso.

“Desde el punto de vista del aula, creo que la fase de Empatizar y la de Evaluar son la clave del proceso”

En la fase de Empatía es donde nos acercamos al problema y los estudiantes pueden verdaderamente ponerse en los pies del usuario a través de su investigación y la de sus compañeros. Son capaces de comprender situaciones que nunca antes se habían planteado. Es un aprendizaje interno fundamental y les abre la mente ante futuros problemas complejos. Esta fase logra, a su vez, que una problemática compleja y abstracta se traduzca en distintos obstáculos concretos u oportunidades de innovación (Fase de Definir).

niños pensando

Cada uno de estos obstáculos o problemas definidos generará múltiples ideas de solución (Idear) y la construcción de un prototipo rápido y barato (Prototipar) que se refina evaluándolo ante los usuarios objetivos. Esta fase de evaluación es también clave para el proceso y, al principio, es difícil de entender para los estudiantes ya que no comprenden los comentarios y aportaciones sobre su modelo para mejorar, sino que lo interpretan como un fallo. Este pensamiento inducido de que la solución es una única respuesta posible pronto es superado, pero es un obstáculo de compresión para el alumnado.

¿Cómo intervienen las emociones en el Design Thinking?

Intervienen desde tres perspectivas. La primera se produce al enfocar la mirada hacia la persona y buscar la empatía, mientras la segunda se da al trabajar en equipo, ya que se buscan perfiles de miembros diversos que lo completen. Esto genera emociones durante el acople del grupo, que suelen desembocar en emociones de alegría y optimismo al cooperar ante un objetivo común. Por último, las emociones intervienen cuando son generadas por el propio proceso de resolución de problemas, ya sea la incertidumbre al enfrentarse a un dilema nuevo, el optimismo al empezar a investigar y entender el problema, la duda ante la situación de tener que enfocar toda la investigación hacia un punto en concreto, la lucidez ante las posibles soluciones generadas, la confianza al construir el prototipo y decepción o la satisfacción al testear el modelo.

En el aula es importante entender todas estas emociones  sobre todo en las dos primeras fases de investigación del problema, ya que hay momentos en los que sientes que estás explorando un mundo nuevo y te cuesta saber cuando parar y comenzar el proyecto. El Design Thinking es un viaje de emociones envuelto en optimismo y buen humor.

¿Cómo se puede adaptar un proyecto de Design Thinking a las preocupaciones o problemáticas escolares?

Básicamente es su razón de ser. El Design Thinking es una metodología para la comprensión de problemas y la búsqueda de sus soluciones. En muchas aulas se están llevando a cabo proyectos para la mejora de los espacios de estudio o de recreo del centro, por ejemplo, o para mejorar los hábitos saludables del alumnado tanto dentro como fuera del comedor, para fomentar la inclusión o la movilidad… Los problemas que más afecten a los estudiantes también van a ser los que más les motiven para comenzar a entender esta metodología.

“El Design Thinking es una metodología para la comprensión de problemas y la búsqueda de sus soluciones”

¿Cómo puede ayudar el Design Thinking a resolver algunos de los problemas que existen en la educación actual?

El Design Thinking es horizontal, lo que significa que en el equipo de trabajo no hay docentes o estudiantes, sino un equipo trabajando en común que decide una solución conjunta ante un problema mediante un prototipo. Si este prototipo llega a un modelo estable, debe implantarse y asumirse por la administración, el centro educativo o el profesorado del aula. Esta es la única manera de entender un proceso de innovación continua en los centros educativos y el sentido de usar Design Thinking en la educación.

¿Cambiará esta metodología la forma de enseñar y aprender en los centros educativos?

La forma de enseñar y aprender en los centros educativos lo determinan los cambios que se producen en la sociedad: las transformaciones tecnológicas, de valores, sociales…Unos cambios que afectan a la humanidad tanto de manera individual (a formadores y alumnado) como a nivel social. El Design Thinking ayuda a entender esos cambios y adaptarnos a ellos desde dos puntos de vista: desde la mirada de los formadores para entender nuevas situaciones a las que enfrentarse  hasta los estudiantes que aprenden desde una manera más holística.

Fuente: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/miguel-angel-espinar-design-thinking/101514.html

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