Por Pressenza
Quisimos entrevistar a otra columnista permanente de nuestro medio, la chilena Carolina Vásquez Araya, radicada en Guatemala desde hace años.
Quisimos entrevistar a otra columnista permanente de nuestro medio, la chilena Carolina Vásquez Araya, radicada en Guatemala desde hace años.
Tras convertirse en todo un referente en su profesión con la publicación del libro La Nueva Educación y la obtención de varias distinciones, el maestro zaragozano César Bona (Ainzón, 1972) ha visitado siete escuelas que están revolucionando el panorama educativo español. En estos centros, adscritos a un proyecto pionero dirigido por la Fundación Ashoka, lo más importante no es que los alumnos aprueben, sino escucharlos, motivarlos y formarlos para que sean personas socialmente responsables. En algunos de ellos no hay deberes ni exámenes; en otros, las materias nacen de las preguntas que formulan los propios niños, y tienen como común denominador el promover valores relacionados con el compromiso social en detrimento de la competitividad feroz que domina el mundo actual.
Pero no todo son elogios. Los planteamientos del docente también han levantado ampollas entre algunos de sus colegas de profesión con una visión más convencional de la educación. Muestra de ello es el libro de Alberto Royo Contra la nueva educación. Pero a pesar de las críticas, César se mantiene firme en su compromiso por una educación mejor y más humana. También reconoce que “ha sido un regalo” este paréntesis que se ha tomado en su carrera como docente –está de excedencia desde 2015 de la escuela pública donde trabaja – con el objetivo de difundir cómo es el día a día en los centros educativos que protagonizan su nuevo libro: Las escuelas que cambian el mundo. Porque una nueva educación no es un sueño, es una realidad.
¿Qué recuerdos guarda de su etapa como alumno?
Supongo que los mismos que tienen los lectores que nos leerán: el ir a la escuela, tener que leer un libro de texto y, luego, soltarlo en un examen, olvidarte e ir al siguiente tema; lo que sigue sucediendo ahora años después. Y, claro, las cosas van cambiando en todos los ámbitos de la vida y la educación no debería ser diferente.
¿Cuál es el fallo de la educación convencional?
Nos tenemos que dar cuenta de que somos seres sociales, pero seguimos educando a seres individuales. Es necesario que el conocimiento ya no parta solo del maestro, sino que sea un factor compartido y no sea usado exclusivamente de forma individual.
¿Qué carencias educativas arrastramos la generación EGB?
Sobre todo sociales. Si echas la vista atrás, ¿qué importancia se le daba a las relaciones humanas en la escuela en la que nosotros vivimos?¿O qué cultura ecológica se nos inculcó?¿Cuántas veces escuchamos cuando éramos niños que las diferencias entre nosotros enriquecen? Vida y Escuela han de ser indisolubles.
¿En qué consiste el proyecto ‘changemarker’ al que están adscritas las escuelas en las que se basa su nuevo libro?
En escuchar a los niños, porque tienen mucho que aportar, invitarles a mirar a la sociedad donde viven e intentar mejorarla. Se trata de convertirles en agentes de cambio. Los alumnos de estos centros celebran asambleas, deciden qué colegio quieren. Y esto no significa que se suban a las barbas, sino que están más a gusto en un lugar donde pueden tomar decisiones, algo que nos sucede también a los adultos.
Usted critica que en el sistema imperante se escucha poco a los alumnos.
En realidad no es una crítica, es un hecho. Los niños y niñas en la escuela siguen recibiendo información que luego van a tener que repetir. La educación tiene que evolucionar: lo más importante para educar o enseñar es escuchar.
¿Qué diferencias hay entre los siete centros ‘changemarker’ de España?
No todos hacen lo mismo. Tenemos, por ejemplo, una escuela rural en Zaragoza –Alpartir, que tiene 39 alumnos- con una relación maravillosa con el pueblo que la acoge: los vecinos de la localidad entran en el colegio y los niños participan en el Ayuntamiento.
Interesante.
En el instituto de Sils (Gironès) y en la escuela Sadako (Barcelona) tienen muy en cuenta el compromiso social. En el colegio O Pelouro, de Galicia, conviven niños de distintas capacidades y no se tienen en cuenta las etiquetas. En el centro Padre Piquer, en Madrid, los chavales de secundaria, bachillerato y FP evalúan a los profesores -también su nivel de empatía-.
¿Qué otras singularidades de estas escuelas le han llamado más la atención?
En Amara Berri, en San Sebastián, los niños rigen sus propios medios de comunicación y comparten sus proyectos y trabajos con los demás compañeros y con la sociedad. Otro ejemplo es el curso de mediación de conflictos de segundo de ESO que imparte la escuela Sadako. En este colegio los mayores apadrinan a los pequeños creando una relación muy especial. Además, es maravilloso ver cómo proyectos que pueden durar semanas nacen de una pregunta sencilla de un niño.
¿Otras peculiaridades interesantes?
En Amara Berri no se les enseña a hacer operaciones de matemáticas para que luego las plasmen en un papel, sino que las aprenden a través del juego: van a su tienda donde hacen de tenderos, negocian, compran pescado, galletas… ¡Que es como realmente aprenden los niños! En La Biznaga (Málaga) deciden todo por consenso en asambleas y da gusto verles hablar.
Pero la escuela no es un juego.
Cuando la gente lea “aprenden jugando” pensarán que estos centros desvirtúan la educación, y es justo lo contrario: lo que nos sucede es que miramos a la infancia con ojos de adulto y se nos olvida cómo aprenden los niños.
¡Ilumíneme!
Deja un niño suelto y obsérvalo un rato y verás como siempre tiene la curiosidad a flor de piel. Tenemos que saber aprovechar la esencia de los niños -curiosos, creativos…- para sacar lo mejor de ellos.
¿Y memorizar?¿También es importante para la educación?
Sí y tenemos que saber estimular y usar la memoria, pero no podemos olvidar que se aprende también lo que se siente. Lo que sucede en nuestro sistema educativo es que se busca que los chicos den una respuesta que previamente les hemos dado. Ahí está la clave: si tú te implicas en el proceso, te quedas mejor con lo que aprendes.
¿Cómo se evalúa en estos centros?
Evaluar es importante en la vida: evaluamos constantemente cada día lo que hacemos, aprendemos de los errores, al igual que hacen los niños de estas escuelas, donde hay buenos resultados académicos y sociales, que es una parte no menos importante.
¿Pero hay exámenes?
En algunos sitios, sí; en otros, no. Pero en cualquier caso el aprendizaje sí existe.
Pero al acabar el instituto o en la universidad tendrán que pasar todos ellos exámenes.
Todos estos alumnos están preparados para la vida y para pasar pruebas porque es mucho más fácil volcar la información en un papel cuando sabes buscarla. La diferencia es que normalmente se enseña a decir: “Mira, tú tienes que estudiar esto para mañana y luego me vas a demostrar que te lo has aprendido”. A los dos días eso está olvidado. Pero aquí se les invita a investigar, a compartir con los compañeros, a debatir, y eso se queda dentro. Otra cosa es el tema de la reválida…
¿Qué opina de la reválida que establece la Lomce?
La reválida es un viaje en el tiempo, pero hacia atrás. Si realmente piensan que poniendo más exámenes se va a conseguir mejorar la calidad educativa están cometiendo un error: miles de estudiantes se quedarán fuera del sistema educativo. Si pretenden eso, lo conseguirán.
Hace unos días usted fue recibido por el recién estrenado ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo. ¿Le trasladó sus reticencias a la nueva ley?
Estuvimos hablando un rato. En cualquier caso, no creo que fuera nada trascendente.
¿Pero le mostró su incomodidad por la reválida?
Sí, como cualquier maestro…
Pero usted no es como cualquier maestro. El Ministerio de Educaciónse refiere a usted como “el mejor profesor de España”.
No, yo no me considero el mejor de España. Y esto como titular ni se te ocurra ponerlo porque no me considero así, porque hay muchos profesores que he conocido que son maravillosos. Fui allí como un maestro y le dije (al ministro): “Que sepas que cuando se marchó Wert, todos sentimos una mezcla de esperanza y de alivio”. A ver si escuchan a los maestros, a las familias y a los niños. Así empezaría a cambiar la cosa.
¿A favor o en contra de los deberes?
Estoy a favor de que los niños tengan tiempo para sí mismos, para incluso aburrirse. ¿Qué tiene de malo aburrirse? Los niños tienen derecho a disfrutar de su infancia y las familias, de sus hijos. Habrá niños que quizá necesiten algo de repaso, otros que solo necesiten investigar, pero si hubiere deberes, debería ser para que los niños investigaran o para completar lo que hacen en clase. No tienen la culpa de que el currículo sea largo. ¡No tienen que acabar en casa lo que no da tiempo de hacer en clase!
De hecho, muchos padres se quejan de que no tienen fines de semana por culpa de los deberes.
La gente desea que llegue el viernes para tener tiempo libre, pero muchos niños no lo tienen. “¿Tenéis dos días? ¡Tomad caña!”. Pero lo que no veo bien es que se haga una huelga contra los deberes porque para mí es un error. Secundaría un diálogo, pero esta huelga, no. No es acertada. Ya estamos otra vez enfrentados: padres y maestros…
¿Qué piensa sobre las críticas que ha recibido su propuesta educativa, como la que plantea Alberto Royo en su libro ‘Contra la nueva educación’, donde acusa a su modelo de despreciar el conocimiento y la cultura y apostar por la felicidad ignorante?
Primero, le felicito por la tipografía de su libro porque es copia exacta del nuestro; segundo, decir que se desprecia la cultura y el conocimiento es no tener ni idea de educación, es tener los ojos cerrados, es querer vivir en una educación de hace 30 o 40 años; tercero, decir que a la escuela se va a aprender y no a ser feliz es un error; y cuarto, estar en contra de la evolución es una equivocación.
¿Ninguno de los antiguos dogmas del sistema educativo son útiles?
Hay cosas que se hacen hace 40 años que sirven perfectamente ahora. No hablo de innovación, sino de sentido común. Que los niños se sientan implicados en su propia educación, que se sientan escuchados y queridos. Una obviedad tremenda.
¿Qué se consigue con ello?
Que los niños y niñas tengan ganas de volver al día siguiente, dejarles con ganas de aprender. Ahí entra también el tema de los deberes, por supuesto. Si estás saturado con tu trabajo, es imposible que al día siguiente vayas contenta y con ganas. A los niños les sucede lo mismo. Es lógico.
Sí.
Seguramente hoy habrá miles de padres o madres que lleguen con su hijo a casa y le digan: “Ahora tienes que hacer extraescolar, deberes, no se cuánto más y, luego, a cenar y a dormir. ¡Y la infancia vuela! No tengo hijos pero cuando los tenga, disfrutaré de ellos: pondré la pausa y los llevaré al parque, a la biblioteca, a la librería y no sólo aprenderán, también vivirán.
Y si mi hijo por la mañana me dice: ‘¡Mamá, no quiero ir al colegio, es que no quiero!, ¿qué es lo que falla?
¡Escúchale! y estate un buen rato hablando con ella. Pregúntale: “¿por qué?¿qué ocurre?”. Habla con la maestra o el maestro y dialoga todo lo que sea necesario. Al día siguiente tenéis que conseguir que el niño vuelva al colegio con ganas. La motivación por la escuela ya está en todos los niños, hay que saber cómo encontrarla.
Pasadas las Navidades, muchos padres empezarán a buscar escuela para el curso que viene, ¿qué les aconseja?
Antes los llevábamos en el colegio más cercano, ahora existe más interés en ver qué tipo de educación se ofrece en cada centro. Y esto significa que la gente está más preocupada por la educación de sus hijos. Hay padres que preferirán una educación más clásica y, otros, una educación que tenga en cuenta el compromiso social. Pero si yo tuviera que llevar a mi hijo a una escuela, sería un lugar donde participara en la sociedad, se le invitara a mirar su entorno e intentar cambiarlo y mantuviera intacta la curiosidad innata de los niños.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/facebook-ia/20161128/412108186383/entrevista-cesar-bona.html
América del Sur/ Argentina/ REALPOLITIK/Por MARIANA SIDOTI
En un llamativo “festejo” de fin de año, los docentes nucleados en Suteba La Plata brindaron junto con dirigentes de la CTA, con pan y agua en la puerta de la Dirección General de Cultura y Educación para reclamar contra el recorte presupuestario en el área educativa de cara al 2017.
Mientras en el interior del edificio los dirigentes de la CTA protestaban en el hall,Amelia García, secretaria general del Suteba local, dialogó con REALPOLITIK y adelantó que el año próximo apostarán por el no inicio de clases. Además, la dirigente expresó: “No vamos a aceptar paritarias cada quince meses, a la baja y con tope”.
A continuación, la entrevista completa.
RP.- Están realizando este particular festejo en la puerta de la Dirección General de Escuelas, ¿por qué?
Lo hacemos acá porque es un reclamo conjunto de estatales y docentes al ministro Finocchiaro y a la gobernadora Vidal. Se votó el Presupuesto y plantean una reducción dirigida al área educativa del 3 por ciento.
Le negaron un bono a los docentes y estatales de la educación pero se lo dieron a la policía porque perpetúan el impuesto a las ganancias sobre los ingresos de los trabajadores, incluso ahora le quieren modificar el nombre -«impuesto a los altos ingresos»- para justificar seguir metiendo la mano en el bolsillo sobre sectores que arañamos la canasta básica familiar.
Es decir, estamos un 22 de diciembre en la Dirección General de Escuelas un importante grupo de docentes de La Plata y Ensenada, le estamos diciendo al gobierno que cerramos el año con lucha para iniciar el 2017 con lucha. No vamos a aceptar paritarias cada quince meses, a la baja y con tope.
RP.- ¿Tienen expectativas de una respuesta por parte de Finocchiaro?
Hemos reclamado durante todo el año y el gobierno no da respuestas, ni si quiera en el pago de los salarios. Esto es lo que hemos vivenciado durante todos estos meses: los salarios tienen recortes, los docentes cobran con descuentos que nunca se sabe de dónde son, descuentan absolutamente todos los paros, las medidas sindicales.
Es un ataque a los docentes y lo que están tratando de instalar -hay un pacto entre el gobierno y los gobernadores- es un acuerdo para poner un presentismo, un «ítem aula» como el que existe en Mendoza.
Eso es un condicionamiento a la docencia, para cercenarle derechos. Eso también lo vamos a enfrentar.
RP.- Actualmente el ministerio de Ciencia y Ténica está tomado por los recortes en el área científica… ¿Podrían los docentes definir medidas similares?
Apoyamos la lucha de los trabajadores precarizados de Ciencia y Técnica y el CONICET y hemos estado durante la toma. Estas son medidas que se resuelven en plenarios y asambleas.
Nosotros tenemos un plenario provincial -nos reuniremos en febrero del año que viene- convocado por las seccionales multicolor y siempre está la posibilidad de recurrir a una toma como medida.
Un sueldo neto de 13 mil pesos araña la canasta familiar, ni si quiera la cubre. Por lo tanto nos quieren seguir condenando a salarios de pobreza, como los que tenemos los docentes. Esto es lo que estamos rechazando.
RP.- ¿Qué opina del resultado de la paritaria estatal?
Han puesto un tope en la paritaria de los trabajadores estatales. Los docentes rechazamos este tope, reclamamos por el 10 por ciento que hemos perdido este año y le decimos al gobierno que estamos organizando desde ahora el no inicio en el 2017.
Pero lo que abarca a toda la docencia y se siente en la sociedad es el paro. Por eso lo que primero queremos organizar es el paro en las escuelas, el no inicio. Eso es lo que se va a vivir en todos los distritos, es lo que afecta al gobierno.
Y es por lo que están trabajando, para que no se les escape ningún hilito y se pueda garantizar el comienzo, como lograron garantizar este año, con el auxilio -obviamente- de la burocracia sindical.
Hemos recorrido todo un año de lucha en el cual hemos ido preparando la lucha de la docencia, por eso estamos en condiciones de decir que el año que viene vamos a un no inicio.
Con el resto de las medidas, como la toma de un ministerio, se verá la posibilidad y necesidad para reforzar esa lucha que se haga en las escuelas. No sabemos cómo vamos a hacer la lucha, pero sí que vamos a luchar, que vamos a enfrentar al gobierno y que no vamos a actuar para garantizar la gobernabilidad, porque la gobernabilidad es el ajuste y el ataque a los trabajadores.
Fuente: (www.REALPOLITIK.com.ar)
Por Graduate SXXI
Para mirar el futuro quizás hay que comenzar por quienes lo están “practicando”, transformando sus escuelas en espacios educativos fascinantes para los alumnos. Ese es el caso de Jorge Yzusqui, de las Innova Schools en Perú, y Mónika Horch, del Colegio Monserrat en España. Un tercer invitado a la conversación fue Alfredo Hernando Calvo, autor del libro Viaje a la escuela del Siglo XXI (con más de 200 mil descargas), luego de recorrer escuelas innovadoras de todo el mundo.
Los entrevistamos en un encuentro de innovadores educativos organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo en San Francisco. Sus visiones mezclan realidades posibles con sueños en construcción. Son parte de una nueva conversación educativa que cruza la tecnología, la pedagogía y la escuela del futuro. Así inauguramos una serie de entrevistas con actores decisivos del mundo de la innovación educativa en este blog.
¿Cuáles deberían ser los fines, la dirección que priorice la educación escolar en los próximos años?
Alfredo: La clave pasará por poner al alumno en el centro de la educación. La gran pregunta que se hacen las escuelas que han logrado transformarse a sí mismas para crear un ambiente educativo donde los alumnos disfrutan aprender es: ¿cómo hacemos para que la escuela ponga en disposición todos sus recursos para que cada alumno se desarrolle en todo su potencial? En esas escuelas el objetivo central no es repetir contenidos sino ampliar el horizonte de cada alumno.
Jorge: Mi primera pregunta siempre es ¿cómo va a ser el mundo dentro de 15 años para saber cómo preparo a los alumnos para ese mundo? Como no sabemos cuál es la respuesta, pese a que tenemos muchos indicadores, lo que tenemos que hacer es preparar al alumno para adaptarse a un mundo cambiante y que sepa administrar el conflicto del cambio constante.
Un desafío cada vez mayor es preparar a los alumnos para enfrentar nuevos dilemas éticos, que van a venir de la tecnología de las ciencias, de la genética. La escuela tiene que acentuar más que nunca la formación de valores y principios. Tenemos que preparar a los alumnos para situaciones nuevas que todavía no existen.
Mónika: Hay que prepararlos para convivir en un mundo globalizado y multicultural. Hoy todo el mundo es tu casa en cierto sentido. Hay que vivir en la diversidad y aprender de la diversidad. A esto se suma la incertidumbre sobre el futuro: como no sabemos lo que vendrá tenemos que generar la motivación de querer aprender toda la vida, no sólo durante la escuela.
¿Qué deberían cambiar las escuelas para viajar en esta dirección? ¿Hasta qué punto se necesitan ciertas disrupciones para lograr esos fines? ¿Cuánto hay que crear un cambio profundo?
Alfredo: Hay un falso debate entre escuelas innovadoras y escuelas tradicionales. En realidad hay escuelas en proceso de crecimiento, que van a distinta marcha. La innovación es una forma más de crecimiento, como muchas otras maneras de mejorar.
Jorge: Yo veo la creación de un caldo de cultivo, no es una disrupción, es un cambio de época que se va materializando en innovaciones. Creo que estamos en un tipping point donde hay escuelas eficientes pero ineficaces: están haciendo bien lo que tienen que hacer pero no están haciendo lo que deberían hacer. Hay escuelas que enseñan bien los contenidos tradicionales, pero ya no es eso lo que debería definir el rol de una escuela, sino la formación de las competencias del siglo XXI.
Mónika: La tecnología ha cambiado todo: el conocimiento está a la mano y las neurociencias nos han mostrado una revolución del campo científico de la educación. No es suficiente mejorar sino transformar la escuela, de manera sistémica, toda la escuela entera. Hay que combinar el cambio en currículum, pedagogía y evaluación. Esto cambia por completo el rol del docente y el rol de la escuela. Cambian los tiempos, los ritmos y los espacios, incluyendo los espacios digitales.
¿Cuáles son las claves, los elementos decisivos, los secretos de sus escuelas que son tan transformadoras?
Jorge: Un ejemplo lo tenemos con la clase invertida, donde los alumnos ven un video sobre contenidos y luego trabajan en clase sobre ese material. El principal problema que teníamos cuando empezamos es que algunos profesores no lo aguantaban, porque no sabían qué responder a los alumnos. Entonces los acompañamos y ellos se empezaron a preparar más, se pusieron a estudiar para poder responder a las nuevas preguntas que traían los alumnos. El cambio empieza cuando generamos en los mismos alumnos mecanismos para que ellos generen la demanda de conocimiento, de nuevas formas de enseñanza.
Mónika: En nuestro caso no hay dudas que es una combinación. Por un lado es un liderazgo, que en nuestra escuela tiene Monserrat del Pozo, pero es también el equipo docente que está con la cabeza mirando el mundo. Es un equipo que se interroga, que se hace preguntas, que lee, que busca nuevas respuestas. Es antes que nada cambiar el orden quieto de la cultura escolar y crear una espiral de crecimiento continua. Es crear la capacidad de dudar de lo que uno hace y mirar al mundo, entender qué está pasando.
Jorge: Un disparador del cambio educativo es el director. Un director activo es un transformador, necesitamos líderes pedagógicos que puedan impulsar cambios sin imponerlos, inspirando y motivando a los demás.
Mónika: Para nosotros han sido equipos directivos que muestran a partir del ejemplo. Ellos son los primeros que hacen innovaciones en el aula y demuestran que se puede y no alguien de afuera que viene de la teoría. El equipo directivo lo demuestra en la práctica y arrastra a los demás de esa manera.
Alfredo: Hay líderes colectivos, que se sienten parte de una trasformación que excede a la escuela: tienen la idea de que el mundo puede ser modificado. Eso genera una búsqueda, la necesidad de transformar el mundo desde el aula, se activa en ellos la pregunta de qué están haciendo otros, qué es lo nuevo, qué funciona. Así se genera una actividad constante de mejora basada en la evidencia y en buenas prácticas.
¿Cómo se imaginan que serán las escuelas en 10 años? ¿Habrá un cambio profundo de las escuelas, vendrán cambios por fuera de las escuelas, serán unas pocas las que generarán transformaciones? ¿O se irán los alumnos de las escuelas hacia el aprendizaje digital?
Alfredo: Yo tengo una visión optimista que las escuelas se irán transformando. Las escuelas faro, las que están conduciendo los cambios, serán claves para mostrar caminos. Pero en el medio habrá dilemas porque vendrá un posible choque entre la introducción exitosa de la tecnología para aprender y la resistencia de parte de las escuelas a repensar su modelo.
Jorge: No sé si en 10 años América Latina va a tener un cambio importante. Creo que va a cambiar mucho la escuela secundaria porque allí la tecnología va a aumentar mucho y no tanto en jardín de infantes o en la primaria. Un cambio radical que veo venir es la ruptura de las disciplinas como compartimentos estancos con horarios cerrados. Yo me imagino en 10 años una escuela donde un alumno llega a la escuela y tiene 10 proyectos para hacer y van a trabajar en grupos interdisciplinarios con distintos modelos, no encerados en aulas, con diversos horarios y formatos, como lo está haciendo el Colegio Monserrat y muchos otros.
Mónika: Yo me imagino las escuelas del futuro como lugares de encuentro. Quizás en el futuro no desaparezca la escuela pero sí el aula, como un lugar encerrado. La escuela debe ser un espacio completo, un espacio vivo, donde todo el tiempo se están desarrollando proyectos.
Jorge: En última instancia en el futuro, cuando cambien los trabajos porque se va a automatizar mucho de lo que hacemos hoy, ¿qué es lo que va a quedar para formar desde la escuela? Las cosas que las máquinas no podrán reemplazar: las artes, la sensibilidad, el amor, la empatía, la comunicación humana, las facultades que forman la cultura. Quizás eso pase a ser el centro de la escuela del futuro.
Fuente: http://futuroeducativo.com/el-futuro-de-la-escuela-la-vision-de-tres-transformadores/
Foto: Alex Fernández
La pregunta que suelen hacer los estudiantes, sobre todo en la escuela, es para qué me sirve esto. Hay conocimientos que cobran utilidad solo cuando son integrados a la realidad en la que se vive. El Dr. Jurjo Torres, catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de A Coruña (España), asegura que es posible hacer el proceso inverso a través del currículum.
El currículum integrado es una respuesta que organizamos desde el sistema educativo para poner en contacto al estudiante con la realidad. Todos los sistemas educativos pretenden que el alumnado conozca la realidad y le presentamos esa realidad muy fragmentada en asignaturas. Cada asignatura es una forma de ver la realidad. Puedes hablar de la realidad históricamente, geográficamente, matemáticamente, artísticamente, literariamente. El problema que tiene el currículum tradicional es que, al final, acabas viendo esas distinciones que no existen en la realidad. El currículum integrado lo que hace es coger una parcela de la realidad, algo que sea relevante o significativo, y la investiga, así trae a colación ese conocimiento disciplinar y ve cómo está relacionado.
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Todo el mundo necesita tomar en cuenta el mayor número de perspectivas en todos los análisis que hace de la realidad, en las decisiones que toma respecto a qué comprar, dónde vivir, cómo vivir. En la escuela, los estudiantes sienten que la información que reciben no sirve para nada o no tiene sentido en ese momento. Son aprendizajes cuya funcionalidad y, por lo tanto, comprensión se aplazan permanentemente, hasta que construyen lo que algunos llamamos el conocimiento escolar. Este conocimiento te permite pasar de primero a segundo, de segundo a tercero, pero, en tu vida cotidiana, muy rara vez utilizas. Solo sirve para aprobar la asignatura. El currículum oculto beneficia o perjudica a alguien. Finalmente, el conocimiento es producido por seres humanos que somos falibles, tenemos intereses, prejuicios, sesgos, manías.
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Son aquellos aprendizajes que los estudiantes aprenden y que los profesores no tiene intención de enseñar. Por ejemplo, todos queremos que los estudiantes sean sinceros. Pero muchísimos estudiantes engañan al profesorado copiando en los exámenes y saben muchos trucos. Un aprendizaje que realiza todo estudiante, que es muy difícil, es aprender a ser estudiante. Lo que más le cuesta a un estudiante para adaptarse a una escuela no es ponerse al día en cuestión de conocimientos, sino saber qué está permitido, qué se espera de él, cómo se puede relacionar con sus compañeros y compañeras. El primer año de universidad suele ser difícil porque no sabes ese tipo de rutinas. Son conocimientos que se van aprendiendo y que no están en el currículum.
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Además, aprendes a no ver muchas cosas de la realidad y a fijarte solo en algunas. Los niños y niñas del aula no aparecen como parte de la realidad en los libros de texto escolares. El texto les dice que ellos no existen. En los libros españoles, por ejemplo, todos los niños son de clase media. No hay personas pobres, no hay personas discapacitadas, no hay personas de otras etnias, de otras razas y cuando hay están estereotipadas. No ves personas enfermas, no ves personas de la tercera edad.
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No, porque si fuimos educados en un sistema educativo que es racista, clasista, sexista, todos vamos a salir así. Cuando alguien me dice que no es racista ni sexista, me pregunto en qué planeta fue criada esa persona porque en este, todos lo somos. Dejar de serlo exige un ejercicio de consciencia muy fuerte de saber a través de qué manifestaciones, de qué rutinas, qué comportamientos lo somos. Ese es un nivel de autoanálisis importante, nadie lo es conscientemente.
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Forma parte de una ideología que funciona así. Una ideología es un discurso que intenta vender cómo es la realidad y para vender eso va a tratar de convencer a todas las personas que es lo lógico. Eso va conformando un sentido común y hace que las personas consintamos situaciones de opresión, injusticia y discriminación porque no las vemos. Al revés, nos parece que son lógicas. Cuando vemos alguna incluso culpamos a la víctima. Se dice que todos somos iguales, pero algunas personas no se esfuerzan lo suficiente. Ese es el mantra que se utiliza ahora para convencer a la gente de que todas las cosas son posibles si te esfuerzas. Algunas, de hecho, se esfuerzan muchísimo y no lo logran. ¿No habrá más cosas? Ese mantra está queriendo convencer a la sociedad de que, en realidad, ya tenemos igualdad de oportunidades.
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Hay estudiantes que pueden dedicarse solo a estudiar, otros tienen que trabajar al mismo tiempo y, cuando llegan a casa, no tienen condiciones porque tienen una familia con muchas dificultades o conflictos muy graves. Lógicamente, ese estudiante está en peor condición que uno que lo tiene todo y viene de una familia que lo estimula. Eso tiene que ver con la educación. Nosotros como profesores también debemos considerar ese tipo de cuestiones porque somos profesionales, ciudadanos y ciudadanas, y, por lo tanto, tenemos exigencias cívicas, como luchar por construir un modelo de sociedad más justa.
Fuente de la Entrevista:
“Los sistemas educativos pretenden que el alumnado conozca la realidad”
23 de diciembre de 2016 / Fuente: http://blog.tiching.com/
¿Hay sexismo en las aulas?
Sería muy extraño que no existiera sexismo en las aulas, si el sexismo consiste en las diversas formas de manifestarse el sistema patriarcal que favorece y perpetúa las desigualdades y las jerarquías en el trato que reciben las mujeres teniendo en cuenta sólo su diferencia sexual. Si toda la sociedad está impregnada por la plaga del sexismo, afectando la vida de todos los seres humanos, todas las instituciones, formas culturales y relaciones, podemos asegurar que la escuela está afectada.
¿Con qué edades aparecen las manifestaciones sexistas en las niñas y los niños?
Tanto las niñas como los niños aprenden a ser niñas y niños y a formar parte de la sociedad (se socializan), mimetizando, imitando, copiando los modelos, las formas de ser y de estar en el mundo de las personas que son referentes en sus vidas: las madres, los padres, abuelas, abuelos, hermanas, hermanos, otros familiares, profesorado, etc. y posteriormente los medios de comunicación y sus amigas o amigos. La mayoría de estas y estos agentes no saben en qué consiste el sexismo y por lo tanto lo producen, lo reproducen y lo perpetúan sin ser conscientes de ello.
¿Nos puede poner algún ejemplo?
Para empezar, aprenden a hablar utilizando sólo el masculino. Además, sin que nadie se lo explique, saben que los niños en las aulas de infantil se mueven más que las niñas, que hablan y gritan más y más fuerte, que se visten de forma diferente… Ellos no llevan nada de color rosa, suelen llevar el pelo corto, visten siempre pantalones, no llevan aderezos en el pelo, ni pulseras, ni collares. Las niñas visten de colores, incluido el rosa, pueden vestir pantalones o faldas, se adornan la cabeza, las muñecas… Todas estas diferencias físicas, en el trato, en los juegos y juguetes, en el valor que le dan las personas adultas a lo que saben unas y otros, se acaban convirtiendo en desigualdades con el tiempo, tanto en la escuela como en la vida familiar y social. Este proceso de diferenciación y desigualdades comienza a ser visible a partir de los 2 años, tanto en las niñas como en los niños.
¿Somos conscientes de ello?
No podemos ser conscientes debido a que el sexismo está normalizado, naturalizado y por lo tanto nos aparece como normal, natural y tanto sus manifestaciones como sus consecuencias son invisibles a nuestros ojos, ya que son manifestaciones que hemos mamado y vivido desde que llegamos al mundo. Esta es una de las dificultades que nos encontramos para diagnosticarlo y eliminarlo.
¿Por dónde empezar?
En todos los procesos de desaprendizaje del sexismo existe un momento en el que parece que el sexismo nos acecha desde una posición de superioridad cual aguilucho que descubre un lagarto. Te encuentras acechada por cualquier programa de televisión, la publicidad, los videojuegos, los cuentos infantiles… Todo lo que hemos visto y vivido como “normal” se vuelve agresivo, insoportable, dañino. ¿Cómo plantarle cara a un fenómeno tan intenso, extenso y universal? Desnormalizar el sexismo es una tarea que requiere de una profunda toma de consciencia, de la voluntad de querer luchar en su contra, y del análisis de sus causas y las consecuencias de sus manifestaciones para todas las mujeres y la mayoría de los hombres.
¿Qué actitudes lo refuerzan?
Para empezar, la falta de reflexión social respecto los orígenes y perpetuación de las desigualdades sociales. Las jerarquías y las desigualdades parece que son inevitables. También afecta la falta de espíritu crítico en todas y cada una de las instituciones sociales, especialmente las educativas, que educan las formaciones de las subjetividades y las identidades de niñas y niños que más tarde serán madres, padres, doctoras, maestros, ingenieras, cocineros…
¿Y en las aulas?
El exiguo conocimiento por parte del profesorado y de las familias de las nuevas identidades femeninas y masculinas. Cuando las familias se interesan por sus hijas e hijos les suele interesar las cualificaciones, los rendimientos académicos, los comportamientos; pero no suelen ni sospechar que sus hijas e hijos sufran por el sexismo en la escuela. También debemos tener en cuenta la creencia y aceptación generalizada de que los modelos masculinos ostentan más valor, más visibilidad, más concreción que los femeninos. O la creencia y aceptación generalizada de que los privilegios que heredan y disfrutan los hombres son justos.
¿A qué edad o en qué momento se empiezan a intuir o a reflejar los roles en los juegos?
Existe un trabajo de investigación que hoy día está recogida en un vídeo que ilustra a la perfección cómo las expectativas de las personas adultas respecto a lo que implica ser una niña o un niño siendo aún un o una bebé, pueden marcar las vidas de unas y otros. En un primer momento la distinción es algo tan simple como el color de la ropa que visten: rosa la bebé y azul el bebé. En segundo lugar, los hombres y las mujeres que han de interaccionar con la bebé y con el bebé lo cogen en brazos, acunan, hablan, ríen de forma totalmente distinta si el bebé es niña o niño. Y en tercer lugar, se da por supuesto que si son niños han de ser fuertes para poder ser futbolistas, o bomberos, y si son niñas han de ser guapas para ser bailarinas o actrices. ¿Cuándo empiezan a aprender sus roles sexuales? Diría que desde que están en el vientre materno.
¿Es posible diferenciar si los niños y las niñas escogen espontáneamente esos juegos o si están siendo influenciados por la sociedad y el mundo adulto?
Este debate sigue estando vigente como una fuerte resistencia a admitir que la biología por ella misma no tiene mucho sentido si no va acompañada de los criterios aprendidos en la cultura, si hablamos de la libertad de elección. No es posible que la biología nos marque a los hombres con un gen violento y con el gen del cuidado a las mujeres.
En los momentos de recreo que los chicos y chicas tienen en la escuela, ¿cómo se divierten? ¿Es algo espontáneo?
El patio de la escuela es el lugar más público de la escuela y posiblemente es el espacio donde chicas y chicos se comportan más libremente. Es un espacio ideal de observación de algunos aspectos que nos dan mucha información respecto a las manifestaciones del sexismo. El uso del espacio de juego, quién juega a qué, cómo juegan y con quién juegan.
¿Qué información tenemos?
Sabemos que el patio está ocupado mayoritariamente por chicos jugando al fútbol, el resto del espacio lo ocupan los chicos que no son buenos jugando al futbol, y todas las chicas. Las chicas se agrupan por amistad y charlan lejos de los lugares de riesgo. A las edades entre los 11 y los 14 se ven algunas parejas de chicos y chicas enamorados, se aprecian peleas o “ajustes de cuentas”. El profesorado interviene regularmente cuando ocurre algo que se considera “grave”, ya que es su recreo también y no se contabiliza como hora lectiva.
Si los adultos intervenimos en sus espacios de juego, ¿se modifican las conductas?
Hemos observado en las investigaciones desde hace más de veinte años y las realizadas en estos momentos que si modificamos, por ejemplo, el centro del patio y no permitimos el fútbol como único juego y ampliamos la posibilidad a otros juegos colectivos, efectivamente cambian las pautas de comportamiento del alumnado tanto masculino como femenino y se crean nuevos grupos de juego y amistades. No es que las criaturas elijan los juegos, son las tendencias y el valor que tienen lo que marcan la “espontaneidad” y la pasión por unos juegos y no por otros.
¿Los profesores o monitores responsables de estos ratos deben intervenir en organizar estas franjas de tiempo?
Por supuesto que han de intervenir por un justo uso del espacio del patio: dar valor a otros juegos que no sea el fútbol, corregir o admirar los comportamientos en las canchas de juegos… Hay que educarlos tanto en el aula como en el patio, es erróneo pensar que tanto niñas como niños se autorregulan en el patio y no lo saben hacer en el aula.
¿Debemos dejar tiempo y espacio para su espontaneidad aunque veamos que reproducen roles sexistas?
Pues no, a no ser que haya una intencionalidad de corregir o hacerles ver dónde estriban las injusticias de esas manifestaciones sexistas.
¿Qué se podría hacer al respecto?
Es hora de cambiar los patios grises por jardines de esparcimiento en los que aprender a cuidar los árboles, las plantas o el huerto como formación en valores y que forme parte de sus conocimientos vitales.
¿Prohibir los balones es una solución?
No hay porque prohibir los balones: los juegos con las pelotas son ideales para desarrollar estrategias de juego, fortaleza ante los fracasos, agilidad mental y física… Pero no puede monopolizar los demás juegos. Nos admiramos de la capacidad espacial que tienen la mayoría de los chicos y no lo correlacionamos con su facilidad de controlar el espacio.
¿Cuáles son los principales retos a los que nos enfrentamos para reducir el sexismo en las aulas?
Ya que los gobiernos en nuestro país siguen sin querer desarrollar las leyes que ya existen para poder afrontar este reto como prioritario, ha de ser el profesorado u otros agentes sociales quien se encargue. Algunas comunidades autónomas con sentido del deber educativo han elaborado leyes que introducen el género como reto importante en la vida escolar. Desafortunadamente, tan pronto como cambian las o los consejeros o el partido que gobierna, todos los esfuerzos se deshacen como el hielo bajo el sol.
Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/amparo-tome-hay-que-educar-tanto-en-el-aula-como-en-el-patio/
23 de diciembre de 2016 / Fuente: http://blog.tiching.com/
¿En qué consisten los juegos Yo, persona, Mundo cruel y Lo que tú quieras?
Son libro-juegos o juego-libros, es difícil decidirse por el orden, pero los tres comparten que vienen en caja, con las páginas sueltas para poder barajarlas al azar u ordenarlas con el criterio que apetezca a los lectores / jugadores. Cada uno de nuestros títulos es una invitación a explorar y reflexionar sobre un gran tema filosófico (la identidad -quién somos y qué somos- en el caso de Yo, persona; la crueldad en el caso de Mundo cruel, y la libertad en el caso de Lo que tú quieras). Son juegos que invitan a pararse a pensar, a solas o en compañía, pero concibiendo “pensar” como una posible actividad a la que uno puede dedicarse un rato.
¿Qué valores o ámbitos pretenden potenciar?
Pretende potenciar el pensamiento y la reflexión pausadas, y todo lo que implica: escucha, pensamiento hipotético, pensamiento lógico, pensamiento empático, argumentación, imaginación, lógica…
¿Por qué es importante enseñar filosofía en la escuela?
Es importante porque la filosofía es la base de la curiosidad; pone orden y le da rigor a la curiosidad. Es esencial como base o trampolín a la curiosidad en otras asignaturas. Me parece importante promover una actitud filosófica hacia el mundo que, por ende, lo es también hacia las asignaturas. Es una actitud crítica y cuestionadora
¿A partir de qué edad se puede trabajar la filosofía?
A partir de que se empieza a desarrollar el habla. Con niños muy pequeños, de 2 o 3 años, hay muchos hábitos que se pueden incorporar y trabajar en el aula y en casa que fomentan la costumbre de escuchar, pararse a pensar y ser riguroso con las respuestas que uno recibe. En la esas edades, en la época de los “por qué”, es importante darles importancia, atenderlos y preocuparse porque no decaigan; que es justo lo contrario de lo que muchas veces ocurre tanto en el hogar como en la escuela. Trabajar ese “por qué” y esa curiosidad natural es importante para fomentar ciertas actitudes.
A veces la filosofía en las aulas se centra en estudiar una larga lista de pensadores y sus diferentes teorías… ¿Hay otra forma de aprender filosofía?
Se puede enseñar a filosofar. Lo ideal es combinar ambos enfoques. Pero creo que es de sentido común que para comprender una teoría de un pensador, es útil haber reflexionado sobre lo mismo que él para ser conscientes de donde viene su teoría y cómo ha llegado a ese punto. Siempre hace falta traer a la vida la idea y las reflexiones de estos filósofos y la forma de hacerlo es hacerlo relevante para los estudiantes.
¿El juego es la manera de introducir la filosofía en el aula, o hay también otras metodologías adecuadas?
Creo que hay tantas maneras de introducir la filosofía en el aula como funcionen para cada profesor. Realmente no pienso que haya una sola metodología. Lo mejor suele ser combinar distintos enfoques y caminos para generar una aproximación rica y multidimensional a la filosofía.
¿Y el llamado espíritu crítico? ¿Cómo cree que se puede potenciar en los más pequeños?
Hay muchas maneras de fomentar un espíritu crítico, que al fin y al cabo no es otra cosa que hacer consciente a los niños de que son sujetos e interlocutores reales en el mundo. Que tienen el derecho y la obligación de reaccionar ante el mundo con su propio camino de reflexión, sin adoptar sin más el camino que nos viene dado. Leer prensa, analizar publicidad, cuestionar ciertas verdades dadas y buscar la base científica o de razonamiento detrás de las ideas se puede llevar a muchas de las asignaturas. Sobre todo, creo que debe ser algo transversal. Una actitud hacia el mundo, para desarrollar un criterio de qué información es fiable y cuál podría no serlo, de qué postura es respetable y cuál se cae por no tener donde apoyarse.
Últimamente estamos viendo como se está dando cada vez menos importancia en el currículum a las materias “menos productivas”, como es el caso de la filosofía. ¿Qué opina de ello? ¿Qué consecuencias puede tener?
Creo que esa idea de productividad es estrecha y corta de miras. Yo estudié filosofía en Edimburgo. Nunca, nadie en Reino Unido me preguntó qué salidas tenía esa carrera. En España no había ocasión en la que mencionara lo que estaba estudiando sin que alguien sacara el tema de las salidas que podía tener o me mirara con cara de estar pensando que era una romántica alocada por estudiar algo tan alejado de la vida práctica. Así se percibe la filosofía. En ese sentido, yo defiendo la educación como un bien intrínseco para el desarrollo de la persona y creo que hay que separar la formación vocacional del concepto de educación.
¿Cree que en el aula faltan juegos para que los alumnos y alumnas puedan aprender filosofía, educación en valores, etc.?
No tienen que ser juegos. Y no separaría la filosofía o la educación en valores de otras asignaturas. Tiene que haber libros, enfoques y materiales que enganchen genuinamente al alumnado. Esto se consigue planteándoles cosas que les importan, que les enganchan, que les mueven.
¿Cómo plantearía una sesión de juego en el aula con este objetivo?
¡Sacaría una caja de Wonder Ponder!
¿Considera que en el aula se tiende a poner el acento en las TIC y, en ocasiones, se olvidan las actividades más analógicas como esta?
No tengo problema con las TIC, pero sí tengo problema con la percepción de las TIC como algo diferente a lo analógico en un sentido de calidad de aprendizaje o calidad educativa. Las TIC son un medio y no un fin. Las cajas de Wonder Ponder no podrían ser más analógicas y esto fue una decisión muy meditada. Creemos y hemos visto que la implicación física de abrir la caja, sacar las tarjetas, barajar, disponer en el suelo, en un muro, implica un tipo de enganche mental distinto.
¿Se puede trabajar la filosofía también en casa, en familia?
Sí. Hay un consejo fundamental. Cuando tu hija o tu hijo te haga una pregunta, devuélvesela y di “Y tú, ¿qué piensas?”. Hacer esto con frecuencia lleva pronto a acostumbrarse a un diálogo más rico, más reflexivo, en casa. El segundo consejo que daría es tratar de deshacerse del sentimiento de que, como adulto, debemos tener respuesta para todo.
Si tuviera que recomendar a las familias y maestros tres recursos educativos que incidan en las materias y ámbitos citados, ¿cuáles le recomendaría?
Un recurso muy interesante, y muy accesible para todos, es la buena literatura. No la literatura ejemplarizante ni que contenga lecciones, ni la que “sirva para trabajar” según qué tema. Sino la literatura que cuente buenas historias sobre personajes complejos, ideas ricas y trayectos interesantes, literatura que muestre nuestro mundo desde otros puntos de vista, o bien otros mundos posibles que nos hagan reflexionar sobre la realidad del nuestro.
¿Y recursos digitales?
Hay un recurso estupendo desde el que se plantean dilemas morales para reflexionar sobre ellos. Está realizado por un equipo de personas especializadas en la práctica de filosofía para niños y dirigido más a secundaria, pero muchos de los dilemas son también muy adaptables a niveles de primaria. Con frecuencia, la educación en valores se realiza desde un intento de inculcar determinados valores desde el ejemplo o la condena. Y es justamente en la reflexión sobre los casos más difíciles o menos claros en cuanto a qué deberíamos hacer donde realmente surge una reflexión genuina, una educación real sobre la complejidad del mundo y una formación más significante en valores.
Fuente entrevista: http://blog.tiching.com/ellen-duthie-la-filosofia-pone-orden-da-rigor-la-curiosidad/