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Qué debemos saber a la hora de poner límites a nuestros hijos

Por Observatorio FAROS Sant Joan de Déu

Educación y límites son dos palabras indisociables. Criar a los hijos con unos limites claros desde la primera infancia equivale a ofrecerles unas herramientas emocionales para toda la vida, ya que los ayudarán a formarse como personas centradas y respetuosas y les permitirá reconocer la autoridad -que no el autoritarismo- de los adultos.

Estas son algunas de las conclusiones a las que han llegado las expertas consultadas tras más de dos décadas de experiencia atendiendo a la pequeña infancia.

La psicóloga infantil Laia Delriu dirige la guardería Dintell de Barcelona, un centro con 40 años de vida especializado en niños de 0 a 3 años. Delriu, además, es madre de dos niñas, y afirma que «es necesario que los límites estén muy presentes desde el nacimiento para ayudar a formar la personalidad de los niños, y que sepan desde bien pequeños que las frustraciones existen: los límites deben ser muy claros desde pequeños «. La psicóloga reflexiona que la educación «tiene un papel clave en todo esto». «Hoy en día se vive un exceso de permisividad y sobreprotección de los hijos», explica Delriu, que advierte que hay que tener cuidado «porque todo lo que no se trabaja desde bien pequeños después trae consecuencias, y en algunos casos graves, como los trastornos de la personalidad «.

«Los límites que no se han trabajado en la infancia vuelven a brotar después en la adolescencia con fuerza, y es entonces cuando ya no estamos a tiempo«, advierte la experta, que explica que en ciertos casos se puede hablar de síndrome del niño emperador, es decir, de niños «tiranos que luego se volverán adolescentes agresivos». «Estos niños no han interiorizado los límites de manera clara, y les cuesta mucho aceptar normas.

Además, hay que añadir que son incapaces de asumir frutaciones. Se vuelven muy egoístas y poco empáticos. En el fondo, son niños que suelen ser muy dependientes «, señala. «No hay que tener miedo a decir no a los hijos. Hay padres que creen que los querrán menos o que la negativa les pasará factura «. Y es completamente al contrario.

Rutina y paciencia

La rutina y la paciencia son ingredientes básicos a la hora de preparar la maleta de los límites y las normas. La pedagoga y terapeuta familiar Cristina García, autora de la guía El método de la paciencia con hijos, publicado por Edúkame, reconoce: «Vivimos en una sociedad en la que la prisa y la exigencia nos acompañan en todas las situaciones de la vida. Queremos resultados inmediatos en la pareja, la profesión, la enfermedad y también con los hijos. La paciencia es una práctica que se ha de ir cultivando, pero tiene que salir de dentro de ti. Para ganar paciencia con nuestros hijos, el cambio debe venir primero de los padres y no al revés».

Reconoce que en la pequeña infancia necesitamos una dosis extra. «Especialmente a los 2-3 años, los niños no hacen fechorías para hacerte daño, sencillamente están explorando el mundo y forma parte del proceso evolutivo. No les etiquetes diciendo que son perezosos, desobedientes, lentos, desafiantes… El niño está creciendo y prueba los propios límites, y lo que necesita de los padres son pautas claras con seguridad, amor y constancia. Debemos acompañarlos en la frustración «.

García defiende los límites claros, pero advierte que los padres y los educadores deben adaptarse a las capacidades de la edad de la criatura y no deben perseguir la perfección. Lo ejemplifica: «Si pides a un niño de tres años que recoja los juguetes, no esperes que lo haga en cinco minutos y todo perfecto. Lo tienes que motivar, hacerlo como un juego, implicarte y dejarle un tiempo adaptado a sus capacidades». «Tener expectativas superiores a lo que los niños necesitan no solo lleva a perder la paciencia con facilidad, sino que genera mucha frustración y enfado», lamenta García.

Delriu detalla que los niños, desde bebés, comienzan a aprender los diferentes registros, qué pueden hacer con cada persona (con los abuelos, con los padres, con la maestra…). «Aprenden muy rápido y tienen una capacidad camaleónica para adaptarse. Por lo tanto, pueden aprender rápidamente donde hay un límite y que se debe respetar «.

Propone establecer las normas y los límites en los tres primeros años de vida de la criatura. «El adulto debe estar convencido y creer firmemente en ese límite. Si hay espacio para la duda, lo tambaleará. Hay que ser constantes y rutinarios en pautas de sueño, de comida… hasta que esa norma o límite quede interiorizada». Pero cuidado: «El exceso de rigidez también genera niños angustiados que no están preparados para los imprevistos o los cambios de planes, y eso tampoco es bueno». Hay que encontrar, pues, un equilibrio. «Hay que poner pocos límites, pero claros y concisos. Límites que difícilmente serán reversibles, aunque debe existir una cierta elasticidad, pero vale la pena ser firmes en algunos objetivos a trabajar «, aconseja.

Autonomía del pequeño

La psicóloga considera importante trabajar la autonomía desde pequeños. Es bueno que «adquieran responsabilidades y entiendan que las cosas tienen un esfuerzo. También que entiendan la diferencia entre un comportamiento adecuado, que debe ser porque sí, y un premio «.

Delriu y García coinciden en que no se debe premiar a los niños para acciones que tienen que hacer porque les toca, porque forman parte de la rutina familiar o educativa. «No se debe utilizar el chantaje para que hagan las cosas. Hay ciertas normas que deben cumplirse. Al igual que hay ciertos límites que no se pueden sobrepasar», argumentan ambas.

Para Delriu es «muy importante no darles lo que quieren y piden de manera inmediata». «De esta manera aprenderán a tolerar las frustraciones y controlar sus impulsos. Es necesario que el niño aprenda a esperar, a ser paciente. Hay que darles tiempo. Si ven un juguete que les gusta, no hay que comprarlo enseguida, sino esperar a una fecha señalada, que quede claro que se trata de un hecho extra», concluye.

Fuente: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/debemos-saber-hora-poner-limites-nuestros-hijos

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Las escuelas con poca contaminación y mucha zona verde favorecen el aprendizaje de los niños

Por Observatorio FAROS Sant Joan de Déu

Los alumnos de primaria que estudian en centros escolares con una mayor polución tienen más dificultades en el aprendizaje. Los que lo hacen rodeados de zonas verdes, en cambio, desarrollan mejor algunas habilidades mentales que son muy importantes.

Estas son las conclusiones de dos estudios pioneros realizados por investigadores de Barcelona publicados recientemente que analizaron trimestralmente durante un año la evolución en 3.000 alumnos entre 7 y 10 años de 39 escuelas de la Ciudad Condal. Los autores de estos proyectos evaluaron habilidades mentales como la memoria de trabajo (que permite retener datos brevemente en el cerebro y es esencial para leer o calcular) o la capacidad de atención (también clave para el rendimiento académico).

La polución no es buena para la memoria y la atención

Según el primero de estos estudios, los alumnos de escuelas con más contaminación en las aulas y en los patios muestran un desarrollo más lento de la memoria de trabajo y de la capacidad de atención que los que estudian en centros que están más alejados del tráfico y tienen un aire más limpio.

La contaminación del aire por culpa del tráfico podría tener un efecto neurotóxico asociado con un menor desarrollo cognitivo en los niños estudiados, que están en una edad clave para consolidar sus mecanismos de aprendizaje.

Las conclusiones de este estudio, considerado muy solvente por investigadores ajenos a él, pueden tener una gran repercusión ya que son muchas las ciudades europeas que sobrepasan los niveles recomendados de polución. En torno al 90% de la población urbana de la Unión Europea está expuesta a niveles de contaminación atmosférica que son considerados nocivos para la salud, según la Agencia Europaea del Medio Ambiente. Además, muchas escuelas están localizadas cerca de vías de tráfico concurridas y precisamente la polución es más alta en los momentos del día en los que los niños están en ellas.

Este estudio es de gran trascendencia porque es el primero que analiza en profundidad este problema a pesar del gran número de escuelas que hay en zonas con intensa circulación de vehículos.

El aumento de la memoria de trabajo durante el año estudiado entre los alumnos fue de un 11,5% en centros poco contaminados y de un 7,4% en los que tienen una peor calidad del aire. Los alumnos de colegios más afectados por la polución desarrollaron la memoria de trabajo hasta un 13% menos que los que estudiaban en otros con menor contaminación.

Los autores de esta investigación proponen que se tenga en cuenta la calidad del aire a la hora de construir nuevos centros educativos, que se haga lejos de las zonas de mayor tráfico y que cuenten con zonas verdes. Además, piden que se reduzcan los niveles de tráfico y polución alrededor de los que ya existen, y que se sustituyan en ellos las superficies de asfalto u hormigón por espacios verdes.

Las zonas verdes favorecen el desarrollo cognitivo

El otro estudio concluye que las escuelas con zonas verdes favorecen el desarrollo cognitivo de los niños, no sólo porque la vegetación mitiga la contaminación sino por otros factores como podrían ser el bienestar psicológico que proporciona el contacto con la naturaleza, la reducción del ruido, el aumento de la actividad física e incluso la posibilidad de que las plantas y árboles modifiquen la microbiota de los niños (los microbios que viven en su organismo) de una manera que tendría efectos positivos en su cerebro.

Según este estudio, un 8,8% de los niños que tienen trastornos de atención en escuelas con pocos árboles resolverían su problema si disfrutaran de un entorno con más vegetación.

Este estudio es también pionero porque es el primero que investiga el efecto de la cercanía de espacios verdes en el desarrollo cognitivo de los alumnos, y concluye que el contacto con la naturaleza tiene un efecto positivo no sólo sobre el aprendizaje sino sobre la salud física y mental en general.

Fuente noticia: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/escuelas-poca-contaminacion-mucha-zona-verde-favorecen-aprendizaje-ninos

Fuente imagen: http://cdn6.concienciaeco.com/wp-content/uploads/2015/06/granja-escuela-Granxa-du-souto.jpg

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¡Cuidado con presionar excesivamente a tus hijos en su educación!

Por: Observatorio FAROS Sant Joan de Déu

Un estudio realizado hace unos años en Holanda detectó que un tercio de los niños entre 5 y 15 años tomaban fármacos para tratar la hiperactividad, un dato que contrastaba con la prevalencia de este trastorno, que ronda el 5%.

Psicólogos y pedagogos comenzaron a buscar una explicación y la encontraron en la excesiva presión que viven los padres de estos pequeños, dispuestos a darles cualquier cosa que puedan creer que les ayuda a rendir más. Una sociedad que mide a la gente por su rendimiento, se venía a decir, crea padres ansiosos, con miedo al fracaso, que pueden sentirse culpables si sus hijos no funcionan de forma satisfactoria.

Datos como este evidencian la obsesión por una educación perfecta que se vive en muchos países y los problemas que puede acarrear. Algunos responsables educativos de Reino Unido y Estados Unidos han alertado recientemente de la creciente presión para que los niños entren en las escuelas infantiles de élite y obtengan buenos resultados en ellas. Con la crisis, aseguran algunos expertos, la competitividad en la educación se ha exacerbado.

¡Cuidado con presionar excesivamente a tus hijos! Escuela, deberes y sus múltiples actividades extraescolares pueden dejarles sin tiempo libre suficiente. Ten en cuenta que ellos necesitan espacios de ocio sin las presiones de la vida adulta. Comportarse como niños es lo que les ayuda a potenciar su creatividad  e imaginación. Una presión excesiva puede tener efectos negativos sobre ellos.

Evita que se vean afectados emocionalmente

Según diversos especialistas en pedagogía, tus hijos pueden tener más problemas de autoestima y confianza en sí mismos si sienten que la presión paterna sobre ellos es demasiado pesada. Se pueden convertir en niños tristes y retraídos, lo que puede conducirles a ser posteriormente adultos insatisfechos.

Además, una excesiva presión puede hacerles cuestionarse su propia inteligencia y habilidades, lo que les creará dificultades para aprender y crecer. Ten en cuenta que la semilla de la felicidad futurase siembra durante la infancia.

Ayúdales para que no se agoten físicamente

El bienestar emocional de tus hijos no es lo único que puede verse afectado por una presión excesiva por tu parte. Es probable también que muestren síntomas de agotamiento físico.

Por ejemplo, si estás demasiado tiempo presionándoles para que alcancen un alto nivel en la escuela o en algún deporte, es posible que no puedan dormir adecuadamente, lo que afectará a su estado de ánimo, su actitud y su capacidad de aprendizaje.

Establece objetivos de aprendizaje, no de rendimiento

Es natural que quieras que tus hijos rindan bien en los deportes, en la escuela y en la vida, pero si sienten demasiada presión para hacerlo siempre a la perfección, sufrirán. Para evitarlo, te será de utilidad establecer objetivos de aprendizaje más que de rendimiento.

Por ejemplo, más que presionarlos excesivamente para que obtengan una buena nota en una asignatura, motívales para que aprendan del examen. Si no lo han hecho bien, ayúdales a decirte qué han aprendido de su experiencia, y así sabrán si necesitan estudiar más la próxima vez o quizá dormir más antes del examen. Esto les ayudará a aprender no sólo de sus calificaciones sino también de sus errores, lo que es bastante más productivo que presionarles siempre para obtener buenos resultados.

Limita la presión sobre ellos

Puedes ver a tus hijos desbordados de actividades y creer que lo están disfrutando. Sin embargo, debes hablar con ellos y preguntarles si están demasiado estresados. Si sienten que no tienen tiempo suficiente para disfrutar de su vida, debes ayudarles a eliminar actividades de su agenda. Ten en cuenta que tus hijos pueden no querer decírtelo por miedo o por no querer enfadarte. Tendrás que ser capaz de comprender sus estados de ánimo. Si tus hijos sienten que jugar al fútbol al mismo tiempo que van a clases de piano no les deja suficiente tiempo para estudiar y tener tiempo libre, será recomendable que dejen de realizar alguna de estas actividades.

Ten siempre presente que es muy importante que tus hijos puedan disfrutar de ser niños. El éxito a toda costa no es una ambición saludable. Tu principal prioridad debe ser guiarlos y darles apoyo para que sean felices y tengan un entorno estable. Además, los niños satisfechos son al final capaces de rendir mejor.

Fuente noticia: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/cuidado-presionar-excesivamente-tus-hijos-su-educacion

Fuente imagen: http://www.elcorreo.com/noticias/201511/05/media/cortadas/deberes–575×380.jpg

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