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¿Por qué los niños necesitan tener amigos?

Por: Observatorio FAROS Sant Joan de Déu

Las amistades son importantes para ayudar a los niños a desarrollarse emocionalmente y socialmente.

Además, mediante las relaciones de amistad, aprenden a establecer normas, sopesar alternativas y tomar decisiones.

Introducción

Los seres humanos somos seres sociales. Venimos al mundo programados para responder y relacionarnos con los demás. Incluso los niños más pequeños giran la cabeza como respuesta al sonido de una voz humana. Ya en los primeros años de vida, los niños comienzan a interactuar con otros niños fuera del ámbito familiar. La amistad entre los pequeños es diferente a la amistad que establecen con los padres y con otros familiares. Las relaciones familiares proporcionan un sentido de intimidad más profundo y cercano, pero no sustituyen a las otras relaciones. Desde la infancia hasta la adultez, pasando por la adolescencia, la amistad es uno de los aspectos más importantes de la vida.

¿Para qué están los amigos?

Las amistades son importantes para ayudar a los niños a desarrollarse emocional y socialmente. Proporcionan un campo de entrenamiento para probar diferentes maneras de relacionarse con los demás. A través de la interacción con los amigos, los niños aprenden a establecer normas, sopesar alternativas y tomar decisiones. Experimentan miedo, enojo, agresión y rechazo, aprenden a ganar y a perder y entienden lo que es apropiado y lo que no. También adquieren conocimientos sobre el posicionamiento social y las clases de poder: quién está dentro, quién está fuera, cómo dirigir y cómo seguir, qué es justo y qué no, etc. Los niños aprenden que diferentes personas y diferentes situaciones requieren diferentes comportamientos, y llegan a comprender los puntos de vista de otras personas.

Los amigos proporcionan compañerismo y los niños descubren quiénes son al compararse con otros niños: quién es más grande, quién es más rápido, etc. Aprenden que son similares a otros niños, pero que cada uno tiene sus particularidades. En los pequeños, la amistad y el hecho de formar parte de un grupo mejora el sentimiento de autoestima.

El consuelo y el apoyo que dan los amigos ayudan a los niños a hacer frente aafrontar momentos difíciles o periodos de transición, como el cambio a una nueva escuela, el comienzo de la adolescencia, asuntos familiares complicados, decepciones, etc.

Las amistades no son un lujo, son una necesidad para un desarrollo psicosocial sano. Estudios previos demuestran que los niños con amigos disfrutan de un estado de bienestar óptimo, de una mejor autoestima y tienen menos problemas sociales en la edad adulta que los niños que no tienen amistades. Por otro lado, los niños con problemas para hacer amigos tienen más posibilidades de sentirse solos, de recibir burlas de los compañeros, de tener problemas académicos y de adquirir malas conductas.

Tener amigos

Cuanto más pequeños sean los niños a la hora de empezar a tener amigos, más probable será que tengan amistades en edades posteriores. Un 75 % de niños en edad preescolar tienen amistades, y en la adolescencia, entre un 80 % y un 90 % afirman tener amigos, normalmente indicando que uno o dos son los mejores amigos y los demás buenos amigos.

Niños y adolescentes de todas las edades piensan en la amistad en términos de reciprocidad, es decir, lo que uno hace por el otro, pero las relaciones de amistad cambian con la edad. El niño pequeño ayudará a un compañero a reconstruir una torre de bloques, el niño en edad escolar ayudará al amigo a hacer los deberes, y el adolescente dará consejo a un amigo sobre un tema que éste no quiere hablar con los padres. Aunque los términos de la reciprocidad se mantienen constantes, el concepto de amistad y del comportamiento asociado a esta cambia a medida que el niño crece.

La amistad según los grupos de edad

En la edad preescolar, los niños comienzan a establecer contacto con los compañeros, a desarrollar los fundamentos de comportamiento del juego y a hacer visibles las preferencias por ciertos compañeros. Identifican niños específicos como amigos e interactúan de manera diferente con ellos. Dentro de este grupo de edad, la amistad no se refleja a través del lenguaje, pero durante el tiempo que pasan juntos están inmersos en una misma actividad.

Durante la etapa escolar, los niños, generalmente, eligen amigos que presentan alguna similitud con ellos y con los que comparten intereses. A esta edad, los niños se suelen orientar a un grupo determinado de amigos. Los grupos reflejan muchos de los problemas que existen en cualquier relación social: inclusión, exclusión, conformidad, independencia, miedo o rechazo. También reflejan diferencias de género. Cuanta más edad, los grupos se vuelven cada vez más determinados por el sexo: las chicas suelen manifestar relaciones más íntimas y de apoyo con las amigas. Los chicos tienden a formar grandes grupos de amigos, centrados sobre todo en el deporte, mientras que las chicas, en general, prefieren formar grupos más pequeños y mantener conversaciones más personales. Los grupos de niñas suelen ser más pequeños y exclusivos que los de niños durante la infancia, pero en la adolescencia la situación se revierte.

La formación de grupos es un fenómeno natural. Pertenecer a un grupo, ya sea de deporte, político, etc. proporciona un sentimiento de pertenencia. Entre los 10 y los 12 años se empiezan a formar los grupos, y a medida que los niños crecen, se apoyan más en los amigos, y los toman como guía a seguir, en detrimento de los padres. Los grupos se pueden formar en base a la apariencia, a las habilidades atléticas, a los resultados académicos, al estatus económico o social, al talento, a la habilidad para atraer al sexo opuesto, etc. Para algunos niños, no pertenecer a ningún grupo es un motivo de preocupación. Algunos de ellos pueden sufrir sentimientos de rechazo si no son incluidos e, incluso, pueden ser motivo de burlas y bullying.

La cantidad de tiempo que los niños pasan con los amigos es mayor durante la escuela primaria, la secundaria y la adolescencia. Los jóvenes pasan casi un tercio de su tiempo en compañía. La mayoría de adolescentes tiende a alejarse de los padres y de otros familiares y, en cambio, desarrolla unos vínculos más estrechos con los compañeros.

Mientras que la amistad entre los niños pequeños se basa, generalmente, en el compañerismo, los mayores prefieren compartir inquietudes, pensamientos y sentimientos personales. Las características de la amistad en la preadolescencia, como el compañerismo, la ayuda, la validación, el cuidado de los amigos y la confianza son determinantes, pero, además, las amistades adolescentes se vuelven significativamente más íntimas. Los adolescentes reconocen y valoran la complejidad de las relaciones humanas: consideran la amistad un fuerte vínculo perdurable en el tiempo.

Los amigos y los resultados académicos

Parece lógico que tener amigos en la escuela potencie el progreso académico de los niños. La escuela puede convertirse en una fuente de experiencias gratificantes y en un espacio natural de reforzamiento de comunidades. Los amigos pueden ayudarse mutuamente con las tareas escolares y los deberes, y lo que es más importante, hacen que la escuela sea más divertida.

Diversos estudios demuestran que los niños que tienen amigos y cambian de grado escolar, tienen mejores resultados escolares y les es más fácil conservar y hacer nuevos amigos. Paralelamente, los adolescentes que tienen amigos experimentan menos problemas psicológicos a la hora de cambiar de curso o de instituto.

Cuando la amistad no ayuda

La calidad de la amistad es importante. La conocida expresión «presión de grupo», que comienza en la adolescencia, aunque positiva para muchos, puede comportar también consecuencias negativas. Los niños que se relacionan con compañeros que muestran conductas antisociales corren el riesgo de seguir este mismo patrón de comportamiento. Los amigos antisociales no son un buen modelo a seguir.

Especialmente durante la adolescencia, los jóvenes que tienen un historial de comportamiento difícil y unas relaciones pobres con los compañeros tienen más riesgo de involucrarse en conductas delictivas. Por el contrario, los adolescentes que tienen un historial de buenas relaciones y son socialmente maduros tienen más capacidad de resiliencia y mejores aptitudes para hacer frente a los cambios y al estrés.

Fomentar la amistad entre los niños

¿Qué pueden hacer las escuelas?

Para los niños que necesitan ayuda individualizada:

  • Enseñar a los niños habilidades sociales a través de un coach o de un asesor, y practicar con ellos las nuevas estrategias.
  • Terapia en pareja: 2 niños con dificultad interactúan el uno con el otro mientras reciben feedback de un adulto.

Intervenciones de grupo en la clase:

  • Realizar programas de resolución de conflictos que enseñen a los niños a encontrar alternativas para gestionar los problemas.
  • Trabajar en tareas de cooperación, organizar juegos, etc. que fomenten la interacción y fortalezcan las alianzas entre los compañeros.
  • Mediante un refuerzo de las habilidades sociales adecuadas se puede mejorar la sociabilidad del niño.

¿Qué pueden hacer los padres?

  • Explica a tu hijo qué representa para ti la amistad. Esta transmisión es importante y hay que dedicarle esfuerzo.
  • Respeta el estilo de sociabilidad de tu hijo. Algunos niños se desarrollan mejor con muchos amigos, otros con menos pero más íntimos, etc. Algunos hacen amistades de manera más rápida mientras que otros necesitan más tiempo.
  • Ayuda a tu hijo a que dedique tiempo a hacer amigos. Esto es especialmente importante si el niño es tímido o reticente a mantener interacciones con otros niños. Por ejemplo, ofrece tu casa para que el niño pueda invitar a compañeros de clase, queda con otras familias con niños o sugiérele directamente que invite a algún amigo.

Aunque, a menudo, muchos padres sienten que pueden estar forzando demasiado estas estrategias, estudios recientes indican que los niños que fueron reconducidos socialmente tenían padres que estaban involucrados en sus actividades sociales.

Si tu hijo tiene problemas con algún amigo, fomenta que hable con él o ella y piensen de qué manera pueden gestionar situaciones similares si vuelven a aparecer.

Es importante ayudar al niño a manejar la situación de forma positiva y a entender sus reacciones y sentimientos.

Referencia bibliográfica

Do Kids Need Friends?. NYU Child Study Center , 2013 [acceso: 31 de enero de 2013].

Fuente: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/ninos-necesitan-tener-amigos

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Miedos, sobreprotección y sufrimiento en los niños: ¿cómo influyen en su felicidad?

Por: Observatorio FAROS Sant Joan de Déu

Sufrir forma parte de la vida, o eso es lo que afirma Fernando Sarráis, psiquiatra y psicólogo por la Universidad de Navarra e investigador por la Universidad de Ottawa (Canadá) especializado en el ámbito educativo, que insta a los padres a dejar sufrir los sus hijos.

Cada vez más tendemos a sobreproteger a nuestros hijos, les ofrecemos una existencia basada en la satisfacción del placer, y evitamos constantemente enseñarles a afrontar un contratiempo.

¿Por qué les hemos de dejar sufrir?

Porque sufrir ayuda a ser feliz. El carácter es muy importante, y se desarrolla fundamentalmente durante la infancia y la adolescencia. En estas edades hay que estar muy encima de cómo evolucionan porque la personalidad que les consolide marcará sus opciones para ser felices durante toda su vida. Sarráis afirma que cuando educamos a nuestros hijos para que no sufran, estamos precisamente generándoles el miedo a sufrir.

Las personas que no saben sufrir tienen miedo a experimentarlo, y las personas con miedo entran en espirales muy negativas: mienten, ponen excusas, sienten frustración, ira, tristeza, envidia… Sentimientos que los alejan de la felicidad y del amor de quien los rodea, que es uno de los ingredientes claves para alcanzarla.

¿Cómo hemos de educar a nuestros hijos?

Lo mejor es educarlos en la capacidad de sobreponerse a la adversidad, porque sin esta virtud difícilmente serán felices. Los psicólogos han observado, entre los niños africanos y los filipinos, que son capaces de sonreír a pesar de lo poco que tienen. En Occidente, en cambio, a un niño no le das una golosina y tiene un «trauma». Y tienen que aprender que no pueden tenerlo todo.

Hay que dejar que los niños sufran cuando les toca, no aligerar cada pequeña situación adversa que afrontan. Que se aburren, pues que se aburran. Que están cansados y quieren ir en brazos, pues que caminen. Que tienen hambre entre horas, pues que esperen la hora de comer. Sin olvidar fomentar siempre una actitud positiva ante cualquier circunstancia.

Para ello es importante dar ejemplo. Los seres humanos somos imitadores, aprendemos imitando. Así creamos hábitos. Es muy importante que los padres sean buenos modelos, que enseñen a sufrir con buen humor, poner buena cara al mal tiempo. Si se nos pierden las llaves o nos pitan en el semáforo no hay que llamar y desesperarse.

Es mejor decir algo como «a las claves les han salido piernas y no se donde han ido». De esta manera el niño aprenderá a hacer frente a situaciones similares de manera optimista. Por el contrario, si un problema de los hijos pone histéricos los padres, se está ejerciendo de modelo malo para el hijo, que tenderá a hacer lo mismo ante mil situaciones.

¿Se nos forma para ser felices?

Vivimos la crisis del relativismo. Así como la dieta mediterránea aceptamos que es buena para la salud, en cuanto a la salud interior optamos por no adoctrinar, esperando que cada uno encuentre su modelo. Pero perdemos la oportunidad de educar el interior de las personas. Hay una crisis en este sentido porque hemos construido una sociedad en la que prima el placer, y el placer es sentirse siempre bien porque tenemos miedo de sentirnos mal.

Vivimos en una sociedad de consumo, en el que predomina la creación de necesidades para vender productos, y el mercado necesita que consumamos, que tengamos carencias interiores, porque el infeliz compra más. Fomentar la paz interior va contra el sistema, pero la única manera de ser libres es actuando sin miedo.

Esta es en realidad la clave de la felicidad. El poder hacer lo que uno quiere por decisión propia. Cuando alguien hace algo por miedo o vergüenza, en realidad no es libre porque no se siente capaz de actuar de otra manera.

Cuando hipertrofiamos a nuestros hijos para que no sufran, que no se sientan mal, lo más probable es que les estemos generando el miedo a sufrir. Y la única manera de sacar este miedo a las cosas que nos hacen sufrir es sufriéndolas. El miedo a hablar en público se supera hablando en público. Si una persona se acostumbra de pequeña evitar las emociones negativas que le produce el mundo, de adulto le costará mucho más hacer frente a este aprendizaje.

Actualmente hay un término en psicología que está muy de moda: resiliencia. Que no es más que ser resistente y fuerte, saber aguantar el impacto de lo negativo.

Fuente: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/miedos-sobreproteccion-sufrimiento-ninos-como-influyen-su-felicidad

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Sí a las actividades extraescolares, pero sin abusar

Por: Observatorio FAROS Sant Joan de Déu

La mayoría de niños no finaliza su actividad diaria con la jornada escolar, sino que acude a clases extraescolares, que en ocasiones pueden suponer un estrés para el pequeño.

¿Qué debemos tener en cuenta para escoger correctamente estas actividades?

En muchas ocasiones, es la jornada laboral de los padres la que determina el tiempo que los niños ocupan en actividades extraescolares. Los padres necesitan mantener a los pequeños ocupados después de la escuela, hasta que acaben de trabajar y puedan cuidar de ellos. Pese a que a veces se trata de una necesidad, es importante no abusar de estas actividades y tener en cuenta diferentes aspectos para escoger las más adecuadas para cada niño.

En general, la mayoría de pequeños practican algún deporte durante las horas extraescolares. Los idiomas, sobre todo el inglés, y las actividades relacionadas con la música o el teatro también ocupan gran parte del tiempo extraescolar de los niños. En los últimos tiempos, algunos colegios han añadido actividades más innovadoras como el yoga o la psicomotricidad.

Las actividades extraescolares pueden ser muy positivas, siempre que no se abuse de ellas, dejen tiempo libre y motiven al pequeño. Sólo así, tu hijo podrá desarrollar sus aptitudes y capacidades, y pasárselo bien al mismo tiempo. Hay que pensar siempre en el niño y no en ocupar las horas de trabajo, ya que estas actividades pueden generar estrés y cansancio entre los pequeños.

A continuación, exponemos una serie de aspectos que pueden ayudar a escoger las actividades extraescolares más adecuadas para cada niño:

  • Tener en cuenta el presupuesto disponible y la oferta de cada centro: hoy en día, la mayoría de escuelas e institutos disponen de una gran variedad de actividades extraescolares y, muchas veces, están subvencionadas. Algunos Ayuntamientos ofrecen actividades sin apenas coste económico favoreciendo que muchas actividades están al alcance de muchas familias.
  • No sobrecargar al niño con tareas extraescolares y asegurarse de que dispone de tiempo libre para actividades de carácter lúdico: las tareas posteriores a la jornada escolar nunca deben ocupar el tiempo de actividades necesarias para los más pequeños como descansar, hacer los deberes, jugar y pasar tiempo con la familia.
  • Tener en cuenta las circunstancias y el carácter de cada niño: cada niño es diferente y tiene sus particularidades y, por ello, unas actividades que son adecuadas para unos pueden no serlo para otros. Así, por ejemplo, si un niño es muy tímido, las actividades en grupo pueden ayudarle a socializarse y abrirse, y si un pequeño es inquieto, un exceso de actividades deportivas puede ser contraproducente y aumentar su nerviosismo.
  • Dar preferencia a los gustos del niño y que así esté motivado: es importante que los pequeños den su opinión sobre las actividades que les gustaría practicar y, aunque los padres pueden orientar, nunca deben escoger o imponer una actividad. Sólo así los niños estarán motivados y podrán divertirse, al mismo tiempo que desarrollan sus capacidades en la materia en cuestión. Si la actividad se convierte en una obligación, la respuesta del niño puede ser contraproducente, además de generar estrés.
  • Hacer un seguimiento de las actividades del niño y saber cómo evoluciona: es importante que los padres se involucren en las actividades extraescolares de los niños y sepan cómo evolucionan. Para ello, se puede preguntar a los profesores, a los orientadores y a los propios niños. Así, se podrá detectar si se sienten estresados, desmotivados o cansados, y si estas actividades afectan a su rendimiento escolar.

Acceso a las fuentes de consulta:

Ojo con cargar la agenda del niño. El País, 2010 [Fecha de consulta 03 de septiembre de 2015].

Actividades extraescolares. yodona.com, 2013 [Fecha de consulta 03 de septiembre de 2015]].

Actividades extraescolares: ¿estresamos a los niños? Padres o nones, 2013 [Fecha de consulta 03 de septiembre de 2015]].

Fuente: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/si-actividades-extraescolares-pero-sin-abusar

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Qué es el ciberbullying y cómo detectar si tu hijo lo está sufriendo

Por: Observatorio FAROS Sant Joan de Déu

El ciberbullying, o acoso a través de Internet, es un grave problema que se da entre niños y adolescentes usuarios de las nuevas tecnologías. De hecho, alrededor de un 20 % de los adolescentes ha sufrido alguna vez acoso cibernético, a través de las redes sociales o del teléfono móvil.

Para evitar que un niño sufra ciberacoso hay que prevenir ciertas conductas y conocer ante qué señales debemos estar alerta para evitar que el menor se sienta gravemente intimidado o que aparezcan posibles trastornos psicológicos importantes, incluyendo conductas autolesivas en los casos más graves.

Para prevenir que estos casos se produzcan, la educación es fundamental. Enseña a tu hijo a proteger su intimidad, y transmítele el importante valor que tienen los datos personales. Ello incluye datos, direcciones (tanto físicas como de correo electrónico), fotografías, datos sobre la vida privada, etc. Dale a entender que no puede publicar todo eso de forma indiscriminada, ya que siempre puede ser usado en su contra, y que sólo debe darlo a personas de extrema confianza y por razones justificadas.

Además, recomiéndale que se mantenga alejado de chats o foros donde se traten temas muy radicales (racismo, xenofobia, etc.). Asimismo, es importante que le mantengas alejado de contactos anónimos dudosos, y advertirle que jamás debe verse con personas desconocidas, aunque haya contactado con ellas a través de las redes. Por último, ofrécele confianza. Es la mejor forma de que te informe inmediatamente si comienza a ser objeto de alguna práctica perjudicial o sospechosa.

Si tu hijo es víctima de ciberbullying

Tu hijo podría estar siendo víctima de ciberacoso si observas alguna de estas conductas:

  • Otros menores le amenazan, le humillan, le provocan o publican fotografías suyas algo comprometidas.
  • Descubres que otros están difundiendo falsos rumores sobre él, aunque al principio parezcan inocentes.
  • Encuentras perfiles o páginas anónimas dedicadas únicamente a difamarle.
  • Detectas que alguien ha diseñado un perfil falso de él en alguna red social.
  • Se queja de que alguien ha modificado o alterado su propio perfil.
  • Recibe amenazas o insultos mediante foros, chats, comentarios, mensajes de móvil o correos electrónicos.

Una vez hayas conseguido identificar el problema, se aconseja a los padres actuar de forma rápida, antes de que el problema se haga más grande. Sigue estos pasos:

  • Guarda todas las pruebas que tengas sobre el acoso contra el menor.
  • Cierra la conexión de inmediato cuando empiecen a molestarle, pero sin omitir el paso anterior.
  • Si identificas al agresor o a los agresores, dales a entender formalmente que están cometiendo un delito.
  • Si el acoso se produce en un sitio con gestores o administradores, adviértelos del problema.
  • Si las amenazas son graves, debes denunciar el caso, primero, ante los responsables del centro educativo, y posteriormente a la policía si lo primero no ha dado resultado.

Si tu hijo hace ciberbullying

De igual modo, también debes reaccionar a tiempo si observas que tu hijo podría estar ejerciendo él mismo el ciberacoso. Para evitarlo, sigue las siguientes orientaciones:

  • Ínstale a dirigirse siempre a los demás con corrección y con respeto en los entornos virtuales (para hacerlo las recomendaciones de la Netiqueta pueden ser una buena guía).
  • Recuérdale que no debe hacer en la red lo que no haría en la vida real (amenazar, intimidar…).
  • Contrólalo si ves que pasa excesivo tiempo delante de las pantallas.
  • Invítalo a la reflexión, en caso que descubras que ha insultado o amenazado a alguien, y recomiéndale que retire la amenaza, ya que es algo que podría traerle problemas.

Por último, es una sugerencia a tener en cuenta que el ordenador esté situado en el comedor, o en general, en un espacio común del hogar. Recomendamos la visita de las páginas web Pantallas Amigas y Ciberfamilias para tener más información sobre el tema.

Referencia bibliográfica:

Guía práctica sobre ciberbullying. Ciberbullying: Ciberacoso escolar entre menores, 2013. [acceso 7 de octubre 2013]

Fuente: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/ciberbullying-como-detectar-si-tu-hijo-esta-sufriendo

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Educar sin levantar la voz. Cómo pasar del grito al diálogo

Por:  Observatorio FAROS Sant Joan de Déu

Como padre, reconocerás que tus hijos te han enervado en más de una ocasión, cuando no obedecen, cuando te ignoran, cuando te contradicen… y que gritarles puede resultar una herramienta de resultado fácil.

Sin embargo, este hábito es poco recomendable si quieres inculcar buenos comportamientos, disciplina a largo plazo y una relación sana en el seno de la familia. El grito no es sólo un método de corto recorrido, sino que, además, puede tener consecuencias indeseables en el desarrollo de tus pequeños.

Los efectos negativos de los gritos son mucho mayores que los escasos beneficios que pueden aportar en momentos puntuales. En consecuencia, tienes que trabajar actitudes y modos de afrontar situaciones complejas para dejar atrás los monólogos en tono de voz elevada dirigidos a tus hijos y poner en práctica diálogos respetuosos con ellos.

Daños limitantes e irreversibles

Educar mediante gritos genera un malestar constante, estrés, problemas de concentración, desmotivación, frustración, rabia, baja autoestima, desatención, etc. Tus hijos responderán de la misma forma y no sólo te gritarán a ti, sino que también lo harán en otros entornos, en la escuela, con los amigos en sus actividades de ocio, etc.

Además, estudios psiquiátricos elaborados en el ámbito norteamericano han demostrado que estas prácticas pueden, incluso, alterar significativamente y para siempre la estructura de los cerebros de los niños.

Alternativas a levantar tu voz

La conexión emocional con tus hijos es fundamental para la disciplina. Por ello, es tan importante cultivar, día a día, a través de pequeños momentos, la complicidad con ellos. Cuando los niños se sienten seguros y amados se encuentran más receptivos al diálogo y a entrar en razón antes de que estalle un conflicto a gritos.

Los expertos proponen a los padres poner en marcha cuatro prácticas positivas para lograr armonía en casa:

  1. Antes de levantar la voz, un respiro.Es recomendable que como padre, te avances al momento de pérdida de control para evitar los gritos. Por ejemplo, saliendo de la zona de conflicto durante breves momentos. Con ello, podrás replantearte la situación, respirar profundamente y calmarte. De esta manera, también enseñarás a tus hijos a gestionar de una forma saludable situaciones de conflicto y a fijar dónde se encuentran los límites de la convivencia.
  2. Habla sobre las emociones. El enfado o la rabia son sentimientos habituales, pero también lo son la alegría, la tristeza, los celos o la frustración. Todas las emociones forman parte de la condición humana y debes enseñar a tus pequeños que son normales, pero que deben ser gestionadas coherentemente y con respeto. Por este motivo, es primordial el diálogo, hablar con tus hijos a menudo de la variedad de sentimientos que pueden experimentar y animarlos a desarrollar actitudes respetuosas tanto para ellos mismos como en sus relaciones con la familia y con amigos.
  3. Dirige el mal comportamiento con calma, pero firmemente. Es normal que los niños se porten mal en algún momento porque forma parte del proceso de su propio crecimiento. Habla con tus hijos firmemente, respetando su dignidad, pero dejando claro que ciertos comportamientos son intolerables. En esta conversación debes poner la mirada a su mismo nivel y estar próximo, incluso cogerles de la mano. Las perspectivas de arriba a abajo o distanciada no ayudan a resolver el enfrentamiento.
  4. Evita las amenazas. Aplicar castigos o amenazas crea en los niños más sentimiento de enfado, resentimiento y, en definitiva, agrava el conflicto. Además, a largo plazo, pueden limitar el desarrollo de las bases de una correcta disciplina. Ambos, castigos y amenazas, humillan y avergüenzan a los pequeños, con lo que generas en ellos sentimientos de inseguridad. De hecho, una alternativa es mostrar a tus hijos las consecuencias positivas de un buen comportamiento.

Beneficios para la personalidad

Aportar serenidad a la resolución de momentos críticos con tus hijos va a ser una clave no sólo en la constitución de su carácter, sino también de su personalidad y su capacidad para afrontar situaciones complejas en todos los ámbitos.

Los gritos pueden aparecer en momentos esporádicos, sin mayor trascendencia y como resultado del empecinamiento de los niños o del estrés y responsabilidades que arrastran los padres. Sin embargo, la práctica habitual de educar elevando la voz, imponiendo situaciones, requiere de un replanteamiento en su totalidad.

El grito es la respuesta rápida, pero como padre debes recapacitar y replantear los conflictos con sosiego y dialogar con tus hijos. La conversación calmada, la escucha activa de todos los argumentos, e incluso, la opción de pedir perdón desde ambas partes, serán imprescindibles para una convivencia más agradable.

Acceso a las fuentes de consulta:

No yelling here! News.com.au. [Fecha de consulta: 14/04/2016]

Loud but not proud. The Guardian. [Fecha de consulta: 14/04/2016]

Claves para educar a tu hijo sin gritar. ABC. [Fecha de consulta: 14/04/2016]

The Long-Lasting Effects of Yelling at Your Kids. Healthline. [Fecha de consulta: 14/04/2016]

A Parental Wake-Up Call: Yelling Doesn’t Help. Parents. [Fecha de consulta: 14/04/2016]

Fuente noticia: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/educar-sin-levantar-voz-como-pasar-grito-dialogo

Fuente imagen: http://beta.noroeste.com.mx/files/Publicacion/1009478/Foto/original/MOM1-18426.jpg

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Combatiendo los problemas del aprendizaje infantil con tecnología

Por: Observatorio FAROS Sant Joan de Déu

Millones de padres en todo el mundo somos conscientes de que los trastornos de aprendizaje de nuestros hijos pueden marcarles negativamente si no los trabajamos desde que son detectados.

Unos primeros años escolares difíciles pueden provocar que los niños se queden rezagados e identifiquen el acudir a la escuela con sentimientos negativos, como sentir vergüenza y pensar que no son válidos. Si no se trabaja sobre ello, un niño que no tiene ninguna limitación intelectual en absoluto, puede sentirse muy desmotivado y todo su enorme potencial quedarse oculto.

Es por ello que la comunidad educativa y médica sigue investigando nuevas maneras de ayudar a aquellos niños con problemas de aprendizaje, para facilitarles el desarrollo de toda su capacidad y eliminar los obstáculos que les dificultan la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades.

Cuando es necesario aprender a aprender

Entre los trastornos más frecuentes e influyentes, están la discalculia y la dislexia. La primera se refiere a la diferente manera de procesar los números y conceptos matemáticos, que dificulta a quien la padece la adquisición de las destrezas matemáticas básicas.

Más frecuente es el caso de la dislexia, que es una dificultad para la comprensión lectora y la asociación de la grafía de las letras con sus sonidos, lo que hace que la lectura sea un escollo para el aprendizaje. Nuestros sistema educativos priman la lectura, especialmente a partir de que las materias de estudio empiezan a ser más exigentes, como el elemento clave para aprender.

El alumno con dificultades de lectura puede seguir aprendiendo lo que capte de manera verbal, pero en el momento en el que tenga que leer, escribir apuntes o hacer ejercicios, puede tener problemas para mostrar sus verdaderas capacidades.

Esto obliga a los estudiantes a tener que dedicar más tiempo de lo normal a hacer sus deberes y a estudiar, ya que parte de su esfuerzo debe dedicarse a la mejora de sus capacidades lectoras, en definitiva, a aprender a aprender. Y es aquí donde la aplicación de diversas tecnologías pueden contribuir mucho al progreso de estos alumnos.

Tecnología en apoyo de los estudiantes con trastornos del aprendizaje

Es muy importante tener claro que los estudiantes con este tipo de peculiaridades no son en absoluto menos inteligentes que los demás. De hecho, por lo general son especialmente creativos y el listado de personas con dislexia que han demostrado una gran capacidad en diversos campos del conocimiento y las artes, es muy extenso.

Su cerebro funciona de un modo distinto en lo relativo a diversas actividades. La tecnología no solo está permitiendo a los investigadores desentrañar mejor el funcionamiento del cerebro de una persona con dislexia, sino que también ayuda a los profesores a mejorar la calidad de la educación que estos alumnos reciben.

Actualmente hay programas educativos, tanto para ordenadores de sobremesa como para dispositivos portátiles que ayudan a realizar ejercicios de lectura a quienes tienen dislexia. Se trata de ejercicios especialmente programados para estimular áreas cerebrales relacionadas con el lenguaje y la coordinación ocular y bucal.

Con este tipo de ejercicios es factible lograr una mejoría en el desempeño lector de los estudiantes con dislexia y además facilita un tratamiento mucho más intensivo, porque los niños de hoy tienen una relación mucho más natural y sencilla con las nuevas tecnologías. Además, estos programas no requieren la presencia constante de un profesor o terapeuta e incluso facilitan la autocorrección de los ejercicios y el estudio autónomo.

Mediante este tipo de ayudas se puede también individualizar el tratamiento y el seguimiento del alumno e identificar las áreas en las que necesita más apoyo. Con las respuestas de cada alumno a las distintas terapias, se puede construir una base de datos para identificar los problemas más comunes, así como las terapias más exitosas. En definitiva, la tecnología puede ser una ayuda trascendental para combatir los problemas de aprendizaje de millones de personas.

Fuente noticia: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/combatiendo-problemas-aprendizaje-infantil-tecnologia

Fuente imagen : http://www.empoderasalud.com/wp-content/uploads/2015/04/tecnologia-ninos.jp

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La dislexia o trastorno de aprendizaje de la lectura: qué es y cómo tratarla

Por Observatorio FAROS Sant Joan de Déu

Si tu hijo empieza a tener dificultades cuando tiene que empezar a aprender a leer después de haber presentado hasta ese momento un desarrollo normal, haber aprendido sin problemas lo que le explican en clase y comportarse de una manera adecuada a su edad, quizás padece dislexia.

La dislexia es el trastorno del aprendizaje más estudiado y el más frecuente. En este artículo, te contamos qué es la dislexia y cómo hacerle frente.

¿Qué es la dislexia?

La dislexia, o trastorno específico para la adquisición de la lectura, es una dificultad inesperada a la hora de aprender a leer que presentan algunos niños con inteligencia, motivación y escolarización adecuadas.

Las repercusiones de las dificultades para la lectura y la escritura cambian a lo largo de la vida pero siempre están presentes. Sin embargo, en muchos casos, con ayuda, se pueden compensar para permitir a la persona afectada una lectura precisa. Siempre lo hará, sin embargo, de una manera menos automatizada. Por lo tanto, el adulto disléxico leerá con lentitud y tendrá poco dominio ortográfico.

Entre un 5 y un 17% de la población padece dislexia, según varios estudios. Además, afecta por igual ambos sexos.

¿Por qué se produce?

Existe un amplio consenso en la comunidad científica respecto a la consideración de que la base del trastorno disléxico es neurobiológica y radica en una disfunción del hemisferio cerebral izquierdo, concretamente de las áreas del lenguaje.

La dislexia es un trastorno con una fuerte carga hereditaria. El 40% de los hermanos y entre un 30 y un 50% de padres de un niño disléxico también lo son.

Es un trastorno de base genética, lo que significa que no hay factores externos causantes, sino que el problema se encuentra en la información genética (el ADN) del individuo. La alteración genética exacta causante de la dislexia aún no se conoce. Probablemente hay varios genes implicados en este trastorno.

En contra de lo que se puede pensar, los problemas durante el embarazo o el parto, los golpes en la cabeza (traumatismos craneales), el método de enseñanza de la lectura, la falta de esfuerzo, los celos, las pautas educativas equivocadas, la televisión o los videojuegos no son la causa de la dislexia.

¿Cómo detectarla?

Para diagnosticar la dislexia, nos tenemos que basar en la historia clínica (los antecedentes familiares y el desarrollo del aprendizaje del niño) y en el estudio neuropsicológico, con el que se valoran funciones de la inteligencia como el cociente intelectual global, la memoria, la coordinación motriz, la capacidad de atención o el lenguaje oral y escrito.

Los niños disléxicos suelen obtener puntuaciones dentro de la normalidad en todas las funciones cognitivas a excepción de la lectura y de la escritura.

¿Qué tener en cuenta en el tratamiento?

Una vez se ha diagnosticado la dislexia, hay aspectos muy importantes a tener en cuenta cuando se plantea el tratamiento:

  • La dislexia, al igual que el resto de trastornos de aprendizaje, acompaña al individuo durante toda su vida.
  • Las manifestaciones y repercusiones del trastorno cambian con el tiempo; por ello, el enfoque de tratamiento se debe acomodar a cada etapa. Lo que es válido para un niño de 8 años no lo es para uno de 14, pero los dos necesitan ayuda.
  • No sólo hay que identificar las dificultades del niño, sino también sus habilidades, que serán recursos importantes para superar y compensar los tropiezos.
  • Tan importante es el tratamiento individual del niño como que las personas de su entorno, especialmente de la familia y de la escuela, conozcan qué es este trastorno.
  • Hay que atender a la familia del niño. Ser madre o padre de un niño con un trastorno de aprendizaje no es una tarea fácil. Se ha de orientar, asesorar a los padres y apoyarlos de manera adecuada.
  • Las adaptaciones escolares son fundamentales para que la repercusión de la dislexia en el aprendizaje del alumno sea la menor posible.
  • Hay que tener en cuenta la autoestima del niño.
  • La coordinación entre la escuela, la familia y los especialistas que atienden al niño es fundamental.

¿Cuándo empezar la intervención?

La intervención educativa debe ser precoz. A menudo, frases como «esperemos un poco más», «démosle un poco más de tiempo» o «no le pongamos una etiqueta» son una pérdida de tiempo innecesaria. Hay que intentar que la dificultad lectora no impida a tu hijo seguir el ritmo de aprendizaje del resto de alumnos y esto sólo es posible con una detección e intervención precoz.

Le tienes que explicar a tu hijo, de manera adecuada a su edad, la naturaleza de su problema. Debe saber que su dificultad tiene un nombre, esto no quiere decir que no sea inteligente y que recibirá ayuda para mejorar. Es necesario que todos los que forméis su entorno tengáis clara la necesidad de ser comprensivos, positivos y sensibles a la hora de detectar posibles problemas de autoestima.

Fuente: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/dislexia-trastorno-aprendizaje-lectura-como-tratarla

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