Miedos, sobreprotección y sufrimiento en los niños: ¿cómo influyen en su felicidad?

Por: Observatorio FAROS Sant Joan de Déu

Sufrir forma parte de la vida, o eso es lo que afirma Fernando Sarráis, psiquiatra y psicólogo por la Universidad de Navarra e investigador por la Universidad de Ottawa (Canadá) especializado en el ámbito educativo, que insta a los padres a dejar sufrir los sus hijos.

Cada vez más tendemos a sobreproteger a nuestros hijos, les ofrecemos una existencia basada en la satisfacción del placer, y evitamos constantemente enseñarles a afrontar un contratiempo.

¿Por qué les hemos de dejar sufrir?

Porque sufrir ayuda a ser feliz. El carácter es muy importante, y se desarrolla fundamentalmente durante la infancia y la adolescencia. En estas edades hay que estar muy encima de cómo evolucionan porque la personalidad que les consolide marcará sus opciones para ser felices durante toda su vida. Sarráis afirma que cuando educamos a nuestros hijos para que no sufran, estamos precisamente generándoles el miedo a sufrir.

Las personas que no saben sufrir tienen miedo a experimentarlo, y las personas con miedo entran en espirales muy negativas: mienten, ponen excusas, sienten frustración, ira, tristeza, envidia… Sentimientos que los alejan de la felicidad y del amor de quien los rodea, que es uno de los ingredientes claves para alcanzarla.

¿Cómo hemos de educar a nuestros hijos?

Lo mejor es educarlos en la capacidad de sobreponerse a la adversidad, porque sin esta virtud difícilmente serán felices. Los psicólogos han observado, entre los niños africanos y los filipinos, que son capaces de sonreír a pesar de lo poco que tienen. En Occidente, en cambio, a un niño no le das una golosina y tiene un «trauma». Y tienen que aprender que no pueden tenerlo todo.

Hay que dejar que los niños sufran cuando les toca, no aligerar cada pequeña situación adversa que afrontan. Que se aburren, pues que se aburran. Que están cansados y quieren ir en brazos, pues que caminen. Que tienen hambre entre horas, pues que esperen la hora de comer. Sin olvidar fomentar siempre una actitud positiva ante cualquier circunstancia.

Para ello es importante dar ejemplo. Los seres humanos somos imitadores, aprendemos imitando. Así creamos hábitos. Es muy importante que los padres sean buenos modelos, que enseñen a sufrir con buen humor, poner buena cara al mal tiempo. Si se nos pierden las llaves o nos pitan en el semáforo no hay que llamar y desesperarse.

Es mejor decir algo como «a las claves les han salido piernas y no se donde han ido». De esta manera el niño aprenderá a hacer frente a situaciones similares de manera optimista. Por el contrario, si un problema de los hijos pone histéricos los padres, se está ejerciendo de modelo malo para el hijo, que tenderá a hacer lo mismo ante mil situaciones.

¿Se nos forma para ser felices?

Vivimos la crisis del relativismo. Así como la dieta mediterránea aceptamos que es buena para la salud, en cuanto a la salud interior optamos por no adoctrinar, esperando que cada uno encuentre su modelo. Pero perdemos la oportunidad de educar el interior de las personas. Hay una crisis en este sentido porque hemos construido una sociedad en la que prima el placer, y el placer es sentirse siempre bien porque tenemos miedo de sentirnos mal.

Vivimos en una sociedad de consumo, en el que predomina la creación de necesidades para vender productos, y el mercado necesita que consumamos, que tengamos carencias interiores, porque el infeliz compra más. Fomentar la paz interior va contra el sistema, pero la única manera de ser libres es actuando sin miedo.

Esta es en realidad la clave de la felicidad. El poder hacer lo que uno quiere por decisión propia. Cuando alguien hace algo por miedo o vergüenza, en realidad no es libre porque no se siente capaz de actuar de otra manera.

Cuando hipertrofiamos a nuestros hijos para que no sufran, que no se sientan mal, lo más probable es que les estemos generando el miedo a sufrir. Y la única manera de sacar este miedo a las cosas que nos hacen sufrir es sufriéndolas. El miedo a hablar en público se supera hablando en público. Si una persona se acostumbra de pequeña evitar las emociones negativas que le produce el mundo, de adulto le costará mucho más hacer frente a este aprendizaje.

Actualmente hay un término en psicología que está muy de moda: resiliencia. Que no es más que ser resistente y fuerte, saber aguantar el impacto de lo negativo.

Fuente: http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/miedos-sobreproteccion-sufrimiento-ninos-como-influyen-su-felicidad

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