Filosofía de la Educación en Fidel Castro Ruz: Continuidad y ruptura dialéctica

Cuba / 26 de agosto de 2018 / Autor: Felipe de J. Pérez Cruz / Fuente: Moscovita

El papel de la personalidad histórica de Fidel en la Revolución Educacional Cubana revela su constante ocupación e impulso político al sistema nacional de educación.  Quizás lo más extraordinario y poco conocido es que Fidel en este campo desarrolló una extraordinaria obra creativa desde el punto de vista teórico, en búsqueda constante de viejas y nuevas contradicciones, en el ejercicio  de la más incisiva crítica y autocrítica. Se trata del ejercicio de una praxis de construcción revolucionaria, sólidamente asumida, desarrollada y dialécticamente superada, sobre la que resulta sumamente interesante reflexionar. En la base de esta praxis está la formación histórico-filosófica que Fidel adquiere en su trato íntimo con el pensamiento del Héroe Nacional José Martí Pérez (1853-1895.

La personalidad en la Historia

 

Con el pensamiento del Héroe Nacional José Martí Pérez (1853-1895) por estandarte, el joven Fidel Castro Ruz (1926-2016) había iniciado  desde mediados del pasado siglo XX su propio proyecto de lucha popular y antimperialista frente a la conducción antinacional y corrupción de la política burguesa. La propia praxis revolucionaria en el vórtice de los acontecimientos, le permiten madurar como pensador revolucionario, diseñar y poner en ejecución un audaz proyecto educativo cultural revolucionario, que forjó en su seno las fuerzas populares que pusieron fin al capitalismo en Cuba.

 

A nivel histórico-filosófico Fidel parte del interés de los revolucionarios cubanos de una y otra generación, de uno u otra filiación ideológica, de convertir la educación popular en vehículo de desenajenación, y en arma de lucha por la liberación nacional. Encuentra en el inconcluso proyecto educativo cultural revolucionario martiano[1] -parte sustantiva de la idea de país y república del Apóstol-, las claves para plantearse la transformar la sociedad neocolonial, la escuela y la educación cubana a mediados del siglo XX.

 

Fidel estudia lo más progresivo del positivismo latinoamericano, en Enrique José Varona y José Ingenieros. El humanismo y el conocimiento serán los  puntos focales de partida de la concepción que Fidel Castro desarrolla del hombre en sus nexos dialécticos con la naturaleza, la sociedad y sus semejantes[2].

 

El marxismo ya con un camino recorrido en la cultura y la política  cubana, completa y dispara la perspectiva filosófica y política de Fidel. Por el camino que ya había transitado el joven comunista Julio Antonio Mella (1903-1929), fundador del socialismo martiano, marxista y leninista cubano, Fidel muy joven también, logra una enriquecedora síntesis dialéctica del legado martiano y la tradición democrática, popular y revolucionaria, y en búsqueda consecuente arriba a una fértil articulación dialéctica con la revolución del pensamiento que iniciaron Carlos Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1895) fundadores del marxismo, con los aportes trascendentes de Vladimir Ilich Lenin (1870-1924) y sus más genuinos seguidores en el movimiento revolucionario  comunista latinoamericano y mundial.

 

El Martí de Fidel

 

La concepción antropológica de  Martí precisamente si situó en un momento de tránsito que se aproxima y comparte la visión marxista de hombre, y esta confluencia constituye uno de los ejes de articulación que Fidel percibe y desarrolla. Así la antropología educativa en el pensamiento filosófico de Fidel parte de una concepción del hombre resumida en:

 

  • Amor infinito hacia los seres humanos, que se manifiesta en su entrega total a la causa justa de los humildes por la dignificación, la igualdad y la justicia social.
  • Confianza en la educabilidad del hombre y la mujer, en sus potencialidades para ser educado y educar.
  • Concepción de la educación y la cultura como medio de riqueza espiritual, realización y reproducción social de los individuos y la sociedad.
  • Ocupación constante por la elevación y crecimiento del hombre y la mujer mediante el trabajo honrado y la lucha revolucionaria.

 

Tampoco pasó inadvertida para Fidel la coincidencia de los conceptos martianos y marxistas de cultura y educación unidos a la acción práctica revolucionaria, por transformar la realidad, se vinculan estrechamente al progreso social, al desarrollo y a la emancipación  lo que caracterizan de modo sustancial la visión revolucionaria de ambas perspectivas.

 

Fidel crece en el clima político de la Universidad de La Habana, donde para finales de la década del cuarenta del pasado siglo afloraban aún todas las contradicciones y excresencias que habían sucedido a la pérdida de la Revolución nacional liberadora en 1934.  Fidel en tal escenario se nutrió del pensamiento anti dogmático de Mella, y también de la agudeza revolucionaria de Antonio Guiteras Holmes (1906-1935), quienes le anteceden en pensar y pelear la Revolución socialista. Fidel retoma de Mella y Guiteras la necesidad de la defensa de los principios revolucionarios en continuidad y ruptura creadora; claridad praxiológica y valorativa, que le ratifican la certeza martiana de buscar todo lo progresivo, sin asunciones miméticas, en crecimiento del tronco robusto del ser nacional, de su  historia y circunstancias particulares. Esta posición lo enfrentaría a la ortodoxia del llamado marxismo-leninismo de matriz soviético estalinista.

 

La cosmovisión martiana con la que Fidel se acercó al marxismo, el énfasis en la eticidad y la moralidad que están presente en Martí y en toda la tradición del pensamiento revolucionario cubano, que él reivindica desde sus primeras acciones como líder del estudiantado universitario y de  la juventud cubana, le posibilitan arribar al socialismo científico desde un fuerte sustrato axiológico, y le permiten sustraerse de las vulgarizaciones economicistas y dogmatizantes del marxismo y el leninismo, que  predominaban en la teoría y la práctica de la URSS y de los partidos comunistas a mediados del siglo XX.

 

Lejos del anticomunismo y de los sectarismos que envenenaban la unidad de los y las patriotas de la época, el joven líder vio en los comunistas sus émulos y aliados potenciales en la batalla liberadora, y con todas las fuerzas y elementos sanos del país se propuso retomar el programa martiano y cambiar la historia. Más que entramparse en debates doctrinales, se ocupó en  tejer consensos, forjar unidad y hacer Revolución.

La Historia me absolverá

 

La concepción filosófica martiana y marxista del hombre y la mujer de la nueva época y los presupuestos de eticidad y moralidad revolucionaria que los sustentan tienen su primera y pública expresión en el movimiento revolucionario que organiza Fidel Castro Ruz, con el que se inició la insurrección revolucionaria el 26 de julio de 1953.  Martí es el ideólogo por excelencia del movimiento cuyas integrantes se autoafirman como Generación del Centenario en atención a que se constituyen y actúan en el año 100 del nacimiento del Héroe Nacional. Martí es públicamente declarado por Fidel autor intelectual del asalto a las fortalezas militares de la dictadura, y su pensamiento nutre la “La Historia me absolverá”, documento programático que a partir de 1955 –también asumido como Programa del Moncada-, uniría a todos los patriotas cubanos en el propósito de derrotar a la dictadura pro imperialista. Un estudio fino del texto, su organización temática y proyección confirma que ya el marxismo era guía y enfoque para la acción fidelista.

 

En su histórico alegato de La Historia me Absolverá, Fidel expuso los seis problemas básicos que debía resolver la Revolución de llegar al poder: salud, desempleo, vivienda, industrialización, tierra y educación.  Fidel parte de la crítica al negativo condicionamiento que el sistema neocolonial creaba para la educación[3]. Al respecto señalo la medida que se tomaría una vez logrado el objetivo de la liberación: «…un gobierno revolucionario procedería a la reforma integral de nuestra enseñanza, poniéndola a tono con las iniciativas anteriores, para preparar debidamente a las generaciones que están llamadas a vivir en una patria más feliz[4].

 

En La Historia me absolverá se aprecia a nivel histórico – como afirma un colectivo de autores del Proyecto Pedagogía del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas (ICCP)-, el primer plan nacional para transformación de la educación, encaminado a lograr que la misma fuera activa, democrática y popular[5]. La pauta estratégica que Martí traza con su relación dialéctica entre cultura y libertad y el derrotero táctico sobre el derecho y el deber en relación con la educación de todos los ciudadanos, recorre y organiza esta primera propuesta programática fidelista

 

El programa fidelista, aún antes de la derrota definitiva de la dictadura, comenzó a hacerse efectivo en las zonas liberadas por el Ejército Rebelde. Tras el desembarco del Granma, en los tiempos en que la guerrilla estaba constantemente perseguida, los combatientes guiados por Fidel cargaban como preciada munición una notable biblioteca ambulante, y se organizaban en las horas de descanso, sesiones para auto prepararse y alfabetizar a los campesinos que se integraban a la tropa rebelde. A pesar de la gran movilidad de las guerrillas que operaban en las sierras y llanos orientales, durante la Guerra de Liberación[6], no desatiende la tarea de fundar escuelas rurales para los niños de las zonas donde operaban.

Cuando aún los prejuicios anticomunistas enquistados en la psicología social colectiva hacían imposible hablar de socialismo marxista, el pensamiento revolucionario de José Martí fue suficiente para enrumbar la política educacional fidelista, y nutrir los postulados de la Reforma Integral de la Educación, promulgada 23 de diciembre de 1959.

 

Continuidad y ruptura dialéctica

 

En Fidel, la continuidad con la Filosofía de la Educación martiana está en la centralidad del humanismo y de la eticidad que le es inmanente. La ruptura para la incorporación progresiva, se presenta en la asunción de la dialéctica materialista, y en el enfoque de clase. Fidel concibe a la educación, como una responsabilidad indelegable de la sociedad, de la familia, del Estado, y de cada ciudadano.

 

El método fidelista es la dialéctica materialista entendida como instrumento de y para la perfectibilidad humana, en unidad dialéctica con lo ontológico, lo gnoseológico, lo lógico, lo axiológico, lo antropológico y lo praxiológico. Su finalidad  es la de propiciar la superación de la enajenación mediante la fundamentación y promoción de la transformación revolucionaria de la realidad, a través del paradigma comunista de sociedad donde cada vez más se deberán corresponder la esencia y la existencia del hombre. Tal universo comenzó formarse en Fidel desde la cosmovisión martiana por su naturaleza social; su adecuación a los fines de la lucha revolucionaria y su contenido ético-formativo de una nueva socialidad, tras asumirse como marxista, retorna  a Martí una y otra vez, para encontrar las esencias particulares latinoamericanas y caribeñas, y la especificidad cubana.

 

Fidel incorpora a nivel conceptual, el presupuesto marxista de la superación de la enajenación. Martí precisa y fundamenta la transformación revolucionaria de hombre, la mujer y su realidad, Fidel medio siglo después de la caída en combate del Héroe Nacional, sabe que la república con todos y para el bien de todos, solo se alcanzará a través de un tipo de sociedad que se platee el fin de la explotación del hombre por el hombre, donde cada vez más se correspondan la esencia y la existencia de cada hombre y mujer, de sus familias y comunidades.

 

La idea de la lucha por la desenajenación en tanto motivación humanista y misión principal de la labor educativa, tiene en Fidel como elemento central el mundo moral de los individuos: “El sentimiento – sostiene Fidel en junio de 1960 – es una riqueza mayor que las otras riquezas de orden material…, sobre todo si son sentimientos…de puro amor a nobles propósitos, de puro amor a su patria”[7].

Desde la pedagogía del amor Fidel fijó tempranamente –en perfecta coincidencia con su hermano de la Revolución Ernesto “Che” Guevara de la Serna (1928​-1967)-la posición cubana sobre el hecho de que el socialismo no solo era un problema del desarrollo de las riquezas materiales, sino también – y muy esencialmente – un problema de desarrollo de la conciencia humana[8]. Así frente a las posiciones entonces predominantes en la dirección de la URSS y de otros países socialistas, el socialismo cubano se propuso “crear riqueza con conciencia” .Y en esta dirección resultará esencial el tema de los valores.

 

El líder cubano insiste en la necesidad de “conocer que los valores sí constituyen la verdadera calidad de la vida, la suprema calidad de vida, aun por encima de alimento, techo y ropa...[9].

La axiología educativa del martiano Fidel se despliega en tres dimensiones principales: En la eticidad del acto pedagógico, en el valor educativo del ejemplo y la educación en valores. Enfatiza  el líder de la Revolución en la formación de los valores revolucionarios, de los valores humanistas y solidarios, del valor del trabajo y de las tradiciones proletarias y de los valores ciudadanos[10].

 

José Martí le aportaría el método de masas que caracterizaría al movimiento educacional cubano: “Al venir a la tierra, todo hombre tiene el derecho a que se le eduque, y después, en pago, el deber de contribuir a la educación de los demás”[11]. Así se movería la sensibilidad de todos los y las patriotas, y se les convocaría para brindar su aporte personal a la obra educacional. “Andando, enseña a andar” exhortaba optimista[12], Martí, y  para una Revolución que comenzaba esta máxima resultaba inspiradora.

 

En la concepción martiana de Fidel el papel del maestro resulta decisivo. Para Fidel lo esencial era «lograr que no quedara un solo niño sin maestro«. No importa si no tenían el edificio, las clases se podían dar en una casa, aun debajo de un árbol, porque «lo más importante de la escuela era el maestro”[13].

 

La democratización de la educación es entendida como amplitud y oportunidad del acceso, en las relaciones democráticas y horizontales que se establezcan, en el proceso, y el compromiso participativo de los sujetos sociales implicados: el maestro, los alumnos, la familia, la comunidad y todo el entretejido de la sociedad civil, económica y política.

 


[1] Ver del autor: Raíces históricas del proyecto educativo martiano. Revista Historia de la Educación Latinoamericana, Boyacá, Colombia, Vol. 13, No. 17, julio-diciembre, 2011, p 199-236.

[2] Refiero solo lo que considero esencial. La formación de Fidel, según el mismo ha narrado fue espoleada por su voracidad como lector y un significativo espíritu de aprendizaje y superación personal.

[3] Fidel Castro Ruz: La Historia me Absolverá. Edición Anotada. La Habana: Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 1993, p 23.

[4] Fidel Castro Ruz: La Historia me Absolverá. Edición Anotada. La Habana: Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 1993, p 64.

[5] Josefina. López Hurtado, y otros: Fundamentos de la Educación”, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2000, p 121-122

[6] Entre el 2 de diciembre1956 y el 31 de diciembre de1958.

[7]Fidel Castro Ruz, Fidel Castro, Obra Revolucionaria, La Habana, 1960, No. 10, p 10

[8] Fidel Castro: Discurso en el acto de fin de curso de la Escuela campesina Ana Betancourt, Ediciones OR, La Habana, No. 29, 1967, p 13.

[9] Ver: Discurso pronunciado por el Presidente de la República de Cuba, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el 26 de mayo del 2003 en la Facultad de Derecho. Buenos Aires, Argentina. Documento.

[10] Ver: Nancy Chacón Arteaga  y otros: Dimensión Ética de la Educación cubana. Pueblo y Educación. La Habana, 2006.

[11]José Martí: Ob. cit., Tomo 21, p.289. 21

[12]José Martí: Ob. cit., Tomo 21 p. 351.

[13] Fidel Castro Ruz. “Discurso de clausura del Primer Congreso Nacional de Maestros Rurales”. Versión taquigráfica de las Oficinas del Primer Ministro. Centro de Documentación del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, La Habana.

 

Filosofía de la Educación en Fidel Castro Ruz: La hegemonía ideológico-cultural

Felipe de J. Pérez Cruz

 

La labor educacional de Fidel Castro Ruz ratifica que la educación como aparato de construcción de hegemonía en el seno de la sociedad civil, deviene en componente de la revolución de la ideología y la cultura. Expresa la capacidad de dirección moral y cultural de la clase o el grupo dirigente que trabaja – lucha – por construir el imprescindible consenso ideológico espiritual para el logro de sus fines.

 

Cuando se estudia la dinámica histórica de la Revolución Cubana, puede constatarse como Fidel concedió a la educación un protagonismo especial en la lucha política, en particular en la lucha ideológica: “las ideas libraron sus batallas junto a los acontecimientos, definirá en 1975, al inaugurar el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba[1].

 

La tarea histórica

 

Fidel comprendió que la solución de la contradicción principal entre la nación y la dictadura pro imperialista de Batista, tras el triunfo del 1 de enero de 1959, planteaba nuevamente en el escenario cubano, la esencialidad de la solución del problema fundamental del país: el logro de su definitiva liberación nacional frente a los mecanismos de sujeción neocolonial y expoliación económica, impuestos por los Estados Unidos en más de medio siglo de relaciones de dependencia y dominación.

 

Para Fidel el reto cubano no solo comprendería la liberación propiamente dicha y su constante defensa, frente a un imperio obcecado y criminal, siempre beligerante, nunca resignado a la pérdida de sus privilegios expoliadores en la Mayor de las Antillas. Sino que su más trascendente escenario sería el de llevar adelante la construcción de un genuino proyecto de desarrollo humano, de despliegue de todas las potencialidades de los cubanos y cubanas, en la concreción de una nueva sociedad, con capacidad económica, política y cultural para auto sustentarse, resolver las crecientes necesidades espirituales y materiales de sus hijos, y aportar al contexto latinoamericano y universal los valores culturales, intelectuales y productivos de su pueblo. En esta dirección histórica la Revolución con el liderazgo de Fidel comienza a transitar desde sus primeros días de victoria, en tanto se trabajópor sentar las bases de una cultura democrática, popular y socialista.

El desarrollo del movimiento de masas que dio al traste con la dictadura pro imperialista, para dar paso a la solución de las tareas históricas de la liberación nacional y el tránsito socialista, tendría que llevar en su seno, necesariamente, como imprescindible elemento desenajenador, un movimiento educacional y una genuina Revolución en la Educación y la Cultura, con capacidad para rescatar y desarrollar la tradición ideológico cultural revolucionaria de la escuela cubana, y el pensamiento de las vanguardias políticas, científicas y artísticas. La importancia y la urgencia de desatar ese movimiento fueron asumidas por Fidel. No fue casual que el primer gran movimiento masivo de naturaleza político ideológica, que lidera tras el triunfo revolucionario de enero de 1959, fuera precisamente un movimiento educacional[2], cuya consigna central fue la sentencia martiana que define que “ser cultos, era la única manera de ser libre[3].

 

La casualidad tampoco explica por qué los dos primeros grandes temas que abre Fidel a debate nacional y coloca como objetivos prioritarios de la educación revolucionaria, desde el mismo enero de 1959, sean los de la lucha contra la discriminación racial y de género. Los ancestrales prejuicios contra los cubanos negros y mestizos, y la cultura sexista y machista heredada, fueron temas sometidos desde entonces a una severa y sistemática crítica. Para el líder revolucionario “el primer gran problema de la Revolución es cómo se combate y cómo se vence la influencia de las viejas ideas, de las viejas tradiciones, de los viejos prejuicios y como las ideas de la revolución van ganando terreno y convirtiéndose en cuestiones de conocimiento común y de clara comprensión para todo el pueblo»[4].

Más que en discursos, hechos

 

Fidel ve la necesidad de estructura un sistema de influencias educativas que partan de la praxis de los niños y jóvenes en sus circunstancias, en el estudio y el trabajo, para llegar al reconocimiento y construcción de su propia historia, como resultante del conocimiento de las luchas pasadas, presentes y futuras. En tal criterio precisa que la educación de la nueva generación corresponde al más amplio espacio de sociedad y a su vez a los propios niños y jóvenes, a los que  otorga responsabilidad social y le da misiones específicas, complejas e importantes en las que tiene que crecer como ser humano, estudiar, trabajar y crear.

 

Una constante en el hacer pedagógico de Fidel estuvo en reforzar la idea de la continuidad generacional en la obra revolucionaria,  la sensibilización afectivo-cognitiva de los niños y jóvenes con su pasado, presente y futuro. En el Acto de inauguración del Palacio de los Pioneros, 6 de enero de 1962 precisaba: “¡Para que los niños sean felices se ha luchado, para que los niños sean felices han tenido que dar su vida muchos patriotas, desde Martí, Maceo y todos los que han muerto!”[5]. El 20 de julio de 1975, inaugura el Campamento de PionerosJosé Martíde Tarará, en La Habana, y señala: “Y cuando decimos José Martí, a su nombre están unidos todos los que lucharon en las distintas épocas por la libertad, por el bienestar y la felicidad de nuestro pueblo”[6].

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El estudio de los hechos que jalonan la historia revolucionaria confirma que la práctica política entendida como práctica pedagógica, resulta decisiva en el hacer fidelista. Esa práctica para el cambio cualitativo en la conciencia de las masas, transita por una intensa relación en el que el educador por excelencia es el propio proceso revolucionario. Para Fidel “toda revolución es un extraordinario proceso de educación. Por eso, Revolución y educación son una misma cosa”, anunciaba Fidel al intervenir el 9 de abril de 1961 en el ciclo de conferencias de la Universidad Popular “Educación y Revolución”[7].

El hecho de ser Fidel el líder del proceso revolucionario en su conjunto, favoreció la simultaneidad, interacción y multilateralidad del esfuerzo educacional con el conjunto de las acciones revolucionarias a escala social, con la planificación y desarrollo de los programas de transformaciones, y produjo resultados de impacto  trascendental.

Preparar al hombre y la mujer para la vida

 

El combate por la hegemonía ideológico cultural parte del principio martiano de preparar al hombre desde, durante y para la vida, de hacerlo resumen del tiempo histórico que le ha correspondido vivir, de ser parte integrante, activa y transformadora de su sociedad. Con el propósito de alcanzar este propósito Fidel desarrolló una pedagogía problémica del estudio y el trabajo. En criterio de Fidel “el trabajo no debe ser una actividad profesional,…no debe ser una medio de  vida, sino que el trabajo debe ser parte de la formación,…, de la educación del joven…  ha de ser el trabajo el gran pedagogo de la juventud...”[8].

 

La concepción de la combinación del estudio con el trabajo se abre a un amplio concepto de educación para la vida”. Continúa con un énfasis particular en la educación formal, en los hábitos de convivencia y cortesía. Junto a la importancia de desarrollar un espíritu de caballerosidad en el hombre, Fidel resaltaba la importancia de desarrollar un espíritu de urbanidad en todos los niños, varones y hembras, el saber comportarse correctamente en cada lugar.  En Fidel lo justicia social y la dignificación humana  poseía además una dimensión estética: “son realmente tan hermosos los hábitos de solidaridad y de respeto, que nuestra sociedad revolucionaria no debe jamás renunciar a ellos”[9], afirmaba.

 

La visión de formación integral de las nuevas generaciones se continúa con la incorporación de la educación física, el deporte y la educación artística. Estas áreas de la educación se conciben como parte sustantiva del propósito de lograr una mujer  y un hombre con una cultura general integral.

 

A iniciativa de Fidel Cuba a partir del curso 1964-1965 generalizó la educación física desde el primer grado de la enseñanza primaria[10].Para dar respuesta al trabajo artístico- cultural masivo de la sociedad Fidel impulsó la formación de Instructores de Artes a partir de abril de 1961. Tras los deteriores de la base material de estudios en el período especial, desarrolló a partir del 2000 un nuevo programa de formación de instructores de arte. En la actual concepción se aspira que la escuela llegue a convertirse en la institución cultural más importante de la comunidad, que los resultados de su labor se reflejan en el seno de la familia y su trabajo se proyecte más allá de la institución cultural y se vincule con el resto de las instituciones culturales y sociales de la comunidad.[11]

 

El 15 de enero de 1959 Fidel expresó: «El futuro de nuestro país tendrá que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, de hombres de pensamiento»[12]. Y tal afirmación se ha desarrollado como paradigma de la Revolución Cubana. La incorporación a los programas docentes de los conocimientos y tecnologías de avanzada, fue preocupación constante de Fidel[13]. Si hoy el país dispone de un pujante sistema de ciencia, tecnología e innovación, con capacidad de respuesta para hallar soluciones certeras a las disímiles problemáticas que plantea la producción y la ingeniería social socialista, ello se debe al aporte decisivo que ha tenido la estrategia educacional fidelista.

 

Fidel, como líder de la Revolución, fundador del Estado socialista y del nuevo Partido comunista de todos los revolucionarios cubanos, fue el educador por excelencia de la vanguardia y del pueblo. Las concepciones fidelistas hechas conciencia colectiva, devenidas en retos a la práctica y teoría pedagógica adelantaron los propios acontecimientos, sirvieron de modelo y acicate, de referencial de criticidad y pivote de desarrollo. Desde Fidel y con Fidel se pensó se hizo y se acertó en Revolución Educacional y teoría pedagógica, en Fidel se hallaban las inconformidades y los puntos de criticidad propositiva frente a los errores e insuficiencias de la obra revolucionaria. De ahí la certera concepción del profesor Rolando Buenavilla Recio sobre la condición de Fidel como educador social[14].

 

En plena dialéctica histórico concreta, puede afirmarse que las concepciones revolucionarias fidelistas han trascendido a las masas a partir de su labor educativa[15]. En  tal perspectiva Paulo Freire definió a Fidel –también a Ernesto Che Guevara y Amilcar Cabral- como pedagogo de la Revolución[16].

 

 

 


[1] Fidel Castro Ruz: Informe del Comité Central al Primer Congreso del Partido, Editado por el Departamento de Orientación Revolucionaria, La Habana, 1975, p 34.

[2] Ver del autor: Las coordenadas de la alfabetización, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2000, p 71.

[3] José Martí Pérez; Obras Completas, Editora Nacional de Cuba, la Habana, 1965, tomo 8, p.290.

[4] Fidel Castro Ruz: Discurso en la inauguración del seminternado de primaria “Juan Manuel Márquez, Ediciones COR, No. 5, La Habana, 1968.

[5] Fidel Castro Ruz: Acto de inauguración del Palacio de los Pioneros, 6 de enero de 1962

[6] Fidel Castro Ruz: Inauguración  del Campamento de Pioneros José Martí de Tarará, en La Habana, 20 de julio de 1975

[7]Fidel Castro: Obra revolucionaria, No 30, La Habana, 1961, p 22

[8] Fidel Castro Ruz: Fidel habla a la juventud, Selección: 1960-1998. Casa Editora Abril- Editora Política. La Habana, 1998, p 12

[9] Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto central conmemorativo del XV Aniversario de la Unión de Pioneros de Cuba y XIV Aniversario de la Unión de Jóvenes Comunistas, celebrado en el teatro «Lázaro Peña», el 3 de abril de 1976

[10] Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto clausura del curso de Educación Física a los maestros de enseñanza primaria, en el Estadio Latinoamericano, La Habana, el 4 de septiembre de 1964.

[11] Ver: Paula M. Sánchez Ortega: La educación artística en Cuba; antecedentes y actualidad, Atenas, Matanzas, Vol. 4 Nro. 22 (2013)https://atenas.reduniv.edu.cu/index.php/atenas/article/view/51/75

[12] Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en el acto celebrado por la Sociedad Espeleológica de Cuba, en la Academia de Ciencias, el 15 de enero de 1960.

[13] La Universidad Cubana cuenta con 80 centros dedicados a tiempo completo a la investigación, generación y transferencia de tecnología de punta. Vinculados a estas y otras instituciones de investigación está el 69 por ciento de las y los profesores universitarios. En general todos los docentes de la educación superior, tienen contemplado en su fondo de tiempo el trabajo de investigación científica. En total más de 250 mil docentes del Ministerio de Educación (MINED) y el Ministerio de Educación Superior (MES), están incorporados desde sus aulas a la actividad científica.  El 42 por ciento de ellos la efectúa en forma extracurricular.

[14] Rolando Buenavilla y otros: Concepción teórico metodológica para el estudio de Fidel Castro Ruz como educador social, Pedagogía 2017, Sello Editor Educación Cubana, La Habana, 2017.

[15] Olga Fernández: “Integridad y dialéctica del pensamiento de Fidel”, en La mujer en la Revolución y la Revolución en la mujer. Coloquio sobre el pensamiento y al obra de Fidel Editorial de la Mujer, La Habana, 1996, p 27.

[16] Paulo Freire, Esther Pérez y Fernando Martínez: Diálogos con Paulo Freire, Colección de Educación Popular, Editorial Caminos, La Habana 1997, p 20.

 

Filosofía de la Educación en Fidel Castro Ruz: La praxis pedagógica

 

Felipe de J. Pérez Cruz

 

Las Ciencias de la Educación en Cuba tienen frente a la obra de Fidel un importante campo de estudios y sistematizaciones, de urgencia en su realización si se trata de aportar al diseño y realización de las actuales políticas educacionales del socialismo cubano. La tarea a realizar resulta compleja en el orden filosófico, historiográfico y metodológico. Estamos ante un colosal universo de ideas y realizaciones en constante movimiento. En una evaluación de 1990 sobre lo alcanzado en la educación Fidel afirma: “Si comparamos las ideas que teníamos antes del triunfo de la Revolución con las que tenemos ahora, hay un abismo, porque se fueron desarrollando nuevas y nuevas ideas en este campo, que es lo que hoy constituye la suma de todas nuestras instituciones y programas educacionales[1].

 

La Pedagogía

La Pedagogía, no está sometida únicamente a las variaciones de los procesos político – sociales y a los escenarios principales de la lucha de clases. Fidel siempre estuvo atento a cómo la educación también encuentra en las prácticas pedagógicas formas de permanencia y de cambio –de avance, de estancamientos y también de retrocesos-que no necesariamente  obedecen siempre al ritmo de los acontecimientos políticos. Fidel se preocupó por mantener siempre un intercambio propiamente pedagógico, con los maestros, con los pedagogos, con los estudiantes, padres y madres y pueblo en general.

Para Fidel la Pedagogía “es la ciencia de inculcar el máximo de conocimientos; debe enseñar sobre todo, al individuo a pensar[2]. Precisamente esa fue la orientación pedagógica que explicó a los primeros maestros voluntarios e, agosto de 1960[3].

 

Fidel continúa con la fertilidad de la visión martiana, la tradición de lo mejor de la pedagogía marxista. Comparte la consideración de la unidad de educación y la instrucción, de la enseñanza y el aprendizaje, de la combinación estudio-trabajo como articulaciones de y para la perfectibilidad humana. Su discurso y hacer confirma que la educación es un proceso esencialmente liberador, que tiene un carácter complejo y multilateral.

 

Fidel asume la consideración martiana que entiende el proceso pedagógico[4], como proceso de enseñanza aprendizaje -de organización de la actividad cognoscitiva y su realización efectiva en los sujetos del proceso-, y el proceso de educación – de formación objetiva de sentimientos, principios ideológicos, valores morales, políticos y culturales, actitudes y normas de conducta social. Fidel entiende también lo propiamente educacional como calidad y contenido de la Educación, y como fenómeno de socialización.

 

En la tradición pedagógica marxista Fidel reconoce el concepto formación como categoría de superior nivel de generalización teórica[5], y se pronuncia por lograr el resultado mejor, más multifacético e integral para todos y todas, en la consideración de que lo formativo no es un punto de llegada sino un proceso vital que nos acompaña con cualidad natural de trascendencia. En Fidel el propósito de la formación educacional fue desarrollándose en  la medida que avanzó la propia obra revolucionaria. Hoy se sintetiza en lograr profesionales, trabajadores y ciudadanos que sean portadores  de una cultura general integral. Para Fidel en tanto martiano y marxista, no hay formación sin praxis revolucionaria, y para tal resulta decisiva la lucha por ampliar los horizontes de la justicia social como base de la dignificación humana, de la dignidad nacional, laboral, personal.

Educación científica

A los maestros voluntarios les explica la importancia de desarrollar una pedagogía científica, y desterrar  todo lo dogmático, mecánico y escolástico heredado de la época neocolonial: “Las clases se pueden dar a veces hasta debajo de un árbol y, sinceramente, si a mí, por ejemplo, me pusieran otra vez, me dieran la oportunidad de ir a la escuela, me gustaría más las clases las clases en el campo que las clases en pupitre. A los muchachos les gusta caminar, les gusta pasear, les gusta investigar y ustedes deben despertar, o estimular todas esas inclinaciones”[6]. Tal enfoque y la exhortación a los maestros y maestras para que innoven acompañara la pedagogía fidelista, cuatro décadas después  en el año 2000, en el acto de graduación de las Escuelas Emergentes de Maestros de la Enseñanza Primaria, ratificará: “hay mucho que innovar en la educación”[7]

La enseñanza  además tiene que ser de calidad, entendida, como “…aquella en que los sujetos del proceso crean, recrean, producen y aportan de manera eficaz los conocimientos, valores y procesos que contribuyen a perfeccionar la sociedad en su conjunto en todas las dimensiones posibles[8].

Fidel se pronunció por el despliegue de la inteligencia y las capacidades creativas y científicas de los sujetos de la educación[9].En el orden didáctico en tiempos de la Revolución Científico Técnica y de la Revolución infocomunicacional, Fidel expresó una pedagogía de la praxis socio-tecnológica, de la incorporación creativa de la tecnología de punta. En cuanto a los sujetos principales del proceso defendió en una perspectiva socialista la interacción democrática del profesor y los alumnos, y el empoderamiento en igualdad de ambos a nivel institucional. Impulsó, además, a construir y practicar una pedagogía internacional aplicada con éxito en más de 50 países.

La escuela y los maestros

A la escuela como institución central del sistema educacional Fidel le prestó una sistemática atención. Reflexiona junto  a los asistentes a las diversas concentraciones y actos relacionados con la inauguración de escuelas, cómo es que él las concibe: Posee todo un ideario al respecto que va desde la concepción de los Círculos Infantiles hasta la Universidad[10]. Fue generador de nuevos tipos de escuela de carácter vocacional y politécnico, y se preocupó por las condiciones higiénicas y de organización. “La escuela no es, por supuesto el edificio, la escuela es una comunión entre el maestro y los niños de cada lugar”[11], sintetizaba.

 

La prioridad que da al tema escolar como gobernante, su concepto de la responsabilidad estatal y gubernamental con la escuela como institución, está en una perspectiva de corresponsabilidad social y familiar, por ello afirma: «La educación no se inicia en las escuelas; se inicia en el instante en que la criatura nace. Los primeros que deben ser esmeradamente educados son los propios padres…»[12].

 

Para Fidel la calidad en la educación requiere, en primer lugar, de la ejemplaridad y la profesionalidad del maestro y la maestra. Quienes asumen la dirección del proceso pedagógico deben expresar más que en el discurso, en su conducta las cualidades, los modelos de pensamiento y actuación que pretenden formar. Hombres y mujeres patriotas, comprometidos con su tiempo, con la obra revolucionaria, con espíritu de superación, trabajadores disciplinados, estudiosos, autodidactas, propensos a la investigación y la búsqueda constante de perfeccionamiento de su labor, de sus alumnos y de ellos mismos[13].

 

La filosofía fidelista de la educación

La filosofía fidelista de la educación puede ser entendida a partir de comprender la misma como una teoría universal y una praxis consecuente sobre los problemas de la cultura y la educabilidad de los niños y niñas, de los y las jóvenes, del  hombre, la mujer, de la sociedad sus diversos sujetos y de esta como totalidad, de la transformación revolucionaria de todos y todas en una perspectiva de lucha anticapitalista, antimperialista y socialista. En el orden político, Fidel defiende una Pedagogía para la Revolución y la emancipación de las conciencias y las circunstancias.

 

Para Fidel lo educacional existe en nexo íntimo y tránsito recíproco con los conceptos de cultura, ciencia, política y eticidad. Y tiene su concreción objetiva en la calidad de la vida espiritual y material que alcance, en la emancipación de las relaciones humanas, en la desenajenación de las circunstancias y de los sujetos colectivos e individuales. Por ello su filosofía de la educación como sistema teórico y escuela de pensamiento, se expresa en sus reflexiones acerca de las bases y significados de la educación, como vehículo de desenajenación y formación integral de los seres humanos, su modo de vida y filosofía moral

 

En tanto la ya subrayada centralidad de la ética, la Pedagogía de Fidel ha sido eminentemente una Pedagogía del ejemplo personal, del dialogo de principios desde los valores del humanismo, la justicia social y la dignificación de cada niño o niña, joven, hombre y mujer, de la búsqueda consciente de la perfectibilidad de la sociedad y de los individuos en Revolución. En su pensamiento pedagógico sobresale una infinita confianza en la niñez y la juventud, en el hombre y la mujer cubanos.

 

La filosofía martiana y marxista de la educación de Fidel Castro puede expresarse en un conjunto principios estrechamente interconectados:

 

  1. El carácter social de la educación
  2. El carácter liberador, desenajenador de la educación
  3. El carácter axiológico de la educación
  4. El carácter patriótico de la educación
  5. El carácter popular de la educación
  6. El carácter democrático de la educación
  7. El carácter científico de la educación
  8. El carácter socio tecnológico de la educación
  9. El carácter estético de la educación

10. El carácter de dignificación personal de la educación

11. La educación como derecho y deber de todos los ciudadanos

12. La  educación como tarea de masas

13. La unidad de la función instructiva y educativa en el acto docente

14. La combinación de la enseñanza teórica con la práctica

15. La combinación del estudio y el trabajo

16. La integración de la educación física

17. La integración de la educación artística

18. La integración de la educación sexual y de género

19. La integración de la educación formal

20. La integración de la educación medioambiental

21. La vinculación de la escuela con la comunidad

22. La educación  laica

23. La coeducación

 


[1]Fidel Castro Ruz Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la clausura de «Pedagogía 90», efectuada en el teatro «Karl Marx», el 9 de febrero de 1990. (A menos que se declare todas los discursos de Fidel que utilizaremos pueden consultarse en: Discursos e intervenciones del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Presidente del Consejo de Estado de la República de Cuba, http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/)

[2]Ídem. Ant.

[3]Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto de graduación de los maestros voluntarios a su regreso de la Sierra Maestra, celebrado en el Teatro Auditórium, La Habana, el 29 de agosto de 1960

[4] Asumo lo pedagógico como sinónimo de  lo educacional. Sin embargo el alcance  epistemológico que le otorgamos  al término proceso pedagógico, nos permite considerar  además de lo propiamente docente educativo, otros  procesos educativos extra docentes o paradocentes. Ver: Orlado Valera: El debate teórico entorno a la Pedagogía, 1999.

[5] La formación como proceso pedagógico para el marxismo se asume como integral y liberadora (desenajenadora). Así se expresa el concepto de totalidad de Marx.

[6] Fidel Castro Ruz: Discurso en el acto de graduación de maestros voluntarios en  el teatro Auditórium, La Habana, 29 de agosto de 1960

[7] Fidel Castro Ruz: Discurso en el acto de graduación de las Escuelas Emergentes de Maestros de la Enseñanza Primaria. Granma, La Habana, 2002, p. 5

[8] Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado en el acto de graduación del  Destacamento Pedagógico “Manuel Ascunce Domenech”, efectuado en  Ciudad Libertad, La Habana, el 7 de julio de 1981

[9] Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el teatro Chaplin, efectuada el 17 de septiembre de 1966

[10] Odalys Barrabia Monier: Fidel Castro y su contribución a la orientación de la pedagogía cubana entre 1959-61.

[11] Fidel Castro Ruz: Discurso en el acto de graduación de maestros voluntarios en  el teatro Auditórium, La Habana, 29 de agosto de 1960

[12] Fidel Castro Ruz: Las ideas son el arma esencial en la lucha de la humanidad por su propia salvación. La Habana: Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2003, p, 26.

[13] Fidel Castro Ruz: Ideología, conciencia y trabajo político 1959-1986, Editora política,  La Habana, 1987,  p.48.

 

Fuente del Artículo:

https://moscovita.org/mosconews/filosofia-de-la-educacion-en-fidel-castro-ruz-continuidad-y-ruptura-dialectica/

ove/mahv

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Filosofía de la educación: La educación cubana en la época de Fidel Castro (I)

Felipe de J. Pérez Cruz

Del 30 de enero al 3 de febrero de 2017 en La Habana se efectuará un nuevo congreso de pedagogía internacional, que en esta edición reúne a más de 2 000 delegados de América Latina y otras regiones del mundo. La presente edición estará dedicada al aporte del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz (1926-2016) en la obra educacional de la Revolución, al aniversario 50 de la caída en combate del Guerrillero Heroico Comandante Ernesto Guevara (1928-1967), y a los 55 años del triunfo de la Campaña Nacional de Alfabetización. Se trata del estudio de praxis de construcción revolucionaria, sólidamente asumidas, desarrolladas y dialécticamente superadas, que precisan de sistematización continua, para volver a ellas una y otra vez.

A la reflexión sobre la perspectiva pedagógica del líder de la Revolución Cubana se le ha dedicado atención en nuestras Ciencias de la Educación, pero en criterio de este autor aún falta mucho por hacer. Más inexplorado colectivamente, el estudio de la pedagogía del Che Guevara cuenta sin embargo con el sólido aporte que ha realizado en tres textos la maestra de maestros Lidia Turner Martí. Me referiré al estudio que he adelantado sobre el aporte educacional del Comandante en Jefe, en tanto recomiendo la enjundiosa lectura de los libros de la doctora Turner Martí1.

En la creación del proyecto educacional del programa de liberación nacional y tránsito al socialismo en Cuba, en la conducción de la batalla contra el analfabetismo, en la elaboración, planificación y ejecución de la estrategia educacional revolucionaria, y en la consolidación y sucesivo despliegue de la Revolución Educacional, el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz ha realizado un trascendente aporte a la educación de su país, Latinoamérica y el mundo. A la reflexión sobre la perspectiva pedagógica del líder revolucionario cubano, se le ha dedicado atención en nuestras Ciencias de la Educación, pero en criterio de este autor, aún falta mucho por hacer.

Filosofía martiana

La filosofía de la educación de Fidel Castro puede ser entendida a partir de comprender la misma como una teoría universal y una praxis consecuente sobre los problemas de la educabilidad de la sociedad y sus diversos sujetos, de la transformación revolucionaria de estos, de todos y todas, y de cada hombre y mujer, de cada niño y joven. Tal postura tiene sus raíces más genuinas en el universo ideoteórico del Héroe Nacional José Martí Pérez (1853-1895)2.

Fidel parte del interés de los revolucionarios cubanos de una y otra generación, de uno u otra filiación ideológica, de convertir la educación popular en vehículo de desenajenación, y en arma de lucha por la liberación nacional. Y en esta búsqueda logra una enriquecedora síntesis dialéctica de la tradición democrática y popular de la escuela cubana, en particular del legado martiano, en fértil articulación dialéctica con la revolución del pensamiento que iniciaron Carlos Marx ( 1818-1883 ) y Federico Engels (1820-1895) fundadores del marxismo, y el aporte trascendente de Vladimir Ilich Lenin (1870-1924).

La perspectiva martiana con la que Fidel se acercó al marxismo, el énfasis en el mundo moral que está presente en la tradición del pensamiento revolucionario cubano, que él reivindica desde sus primeras acciones como líder del estudiantado universitario y de la juventud cubana, le posibilitan arribar al socialismo científico desde un fuerte sustrato axiológico y le permiten sustraerse de las vulgarizaciones economicistas y dogmatizantes del marxismo y el leninismo, que predominaban en la teoría y la práctica de la URSS y de los partidos comunistas a mediados del siglo XX. .

Los conceptos martianos y marxistas de cultura y educación, unidos a la acción práctica revolucionaria, por transformar la realidad, se vinculan estrechamente al progreso social, y al desarrollo y la formación progresiva de la libertad que caracterizan de modo sustancial ese progreso. Y esta coincidencia conceptual no pasó inadvertida para Fidel. Por ello la filosofía de la educación en Fidel como sistema teórico y escuela de pensamiento, se expresa en sus reflexiones acerca de las bases y significados formativos de la educación, como modo de vida, filosofía moral en el contexto educativo, y vehículo de desenajenación y formación integral de los seres humanos. Para Fidel en tanto martiano y marxista, no hay formación sin praxis revolucionaria, y para tal resulta decisiva la lucha por ampliar los horizontes de la justicia social como base de la dignidad humana e incluso de la dignidad nacional.

Continuidad y ruptura dialéctica

El método fidelista es la dialéctica materialista entendida como instrumento de y para la perfectibilidad humana, y posee como dimensiones fundamentales lo ontológico, lo gnoseológico, lo lógico, lo axiológico, lo antropológico y lo praxiológico. Su finalidad es la de propiciar la superación de la enajenación mediante la fundamentación y promoción de la transformación revolucionaria de la realidad, a través de un tipo de sociedad donde cada vez más se correspondan la esencia y la existencia del hombre. Tal cosmovisión se caracteriza por su naturaleza social; su adecuación a los fines de la lucha revolucionaria y su contenido formativo de una nueva socialidad.

En Fidel, la continuidad con la Filosofía de la Educación martiana, está en la centralidad del humanismo, en la consideración de la unidad de educación y la instrucción, de la enseñanza y el aprendizaje, como articulaciones de y para la perfectibilidad humana. La ruptura para la incorporación progresiva, está en la asunción por Fidel de la dialéctica materialista, en el enfoque de clase. La finalidad martiana es la educación para la cultura de la liberación, Fidel incorpora a nivel conceptual, la superación de la enajenación. Martí precisa y fundamenta la transformación revolucionaria de la realidad, Fidel medio siglo después de la caída en combate del Héroe Nacional, sabe que la república con todos y para el bien de todos, solo se alcanzará a través de un tipo de sociedad que se platee el fin de la explotación del hombre por el hombre, donde cada vez más se correspondan la esencia y la existencia del hombre.

La cosmovisión de Martí y Fidel se caracterizan en su naturaleza social, política e ideológica; la adecuación a los fines de la lucha revolucionaria, los contenidos constructivos de una nueva eticidad para una nueva socialidad, la defensa de la verdad desde los intereses nacionales populares y solidarios, y el optimismo histórico. En esa cosmovisión, la vocación pedagógica de Fidel coincide, comparte y desarrolla los principios martianos, fertilizados por las nuevas esencias marxistas que ha incorporado:

  • El principio de la función social de la educación.
  • El principio de la función político-ideológica de la educación.
  • El principio de la unidad dialéctica entre justicia social y dignificación humana.
  • El principio de la democratización de la educación desde las propias relaciones pedagógicas, en el conjunto de las relaciones sociales, políticas y económicas.
  • El principio de la función axiológica de la educación. De la eticidad del acto pedagógico, del valor educativo del ejemplo, de la educación en valores.
  • El principio de la sensibilidad, de la ternura en el hecho educativo: De la pedagogía del amor.
  • El principio da la verdad en la educación.
  • El principio de la función estética de la educación
  • El principio del desarrollo en la formación humana –física, intelectiva y ciudadana-, en la transformación del hombre, la mujer y sus circunstancias.
  • El principio de la contradicción, y de la lucha de contarios dialécticos.
  • El valor y la valoración en el proceso docente.
  • El principio de la interrelación ciencia-tecnología-docencia-conciencia.
  • El principio de la interrelación entre educación, desenajenación (liberación) y cultura.

Y para que tal conjunto de principios pueda funcionar como sistema, Fidel en Martí, Marx, Engels y Lenin, encuentra la precisión del eje fundamental o principio articulador: El principio de la práctica, entendida como transformación revolucionaria del hombre, la mujer y sus circunstancias.

Filosofía del humanismo socialista

En Fidel la idea de la lucha por la desenajenación en tanto motivación y misión principal de la labor educativa, tiene como elemento central el mundo moral de los individuos: “El sentimiento – sostiene Fidel en junio de 1960 – es una riqueza mayor que las otras riquezas de orden material…, sobre todo si son sentimientos…de puro amor a nobles propósitos, de puro amor a su patria”3. Desde esta convicción fijó tempranamente –en perfecta coincidencia con su hermano de la Revolución Ernesto Che Guevara- la posición cubana sobre el hecho de que el socialismo no solo era un problema del desarrollo de las riquezas materiales, sino también – y muy esencialmente – un problema de desarrollo de la conciencia humana4. Así frente a las posiciones entonces predominantes en la dirección de la URSS y de otros países socialistas, el socialismo cubano se propuso “crear riqueza con conciencia”.

Para Fidel el cambio cualitativo en la conciencia de las masas transitaba por una intensa relación pedagógica en el que el educador por excelencia era el propio proceso revolucionario, “toda revolución es un extraordinario proceso de educación. Por eso, Revolución y educación son una misma cosa”, afirmaba al intervenir el 9 de abril de 1961 en el ciclo de conferencias de la Universidad Popular “Educación y Revolución”5.

Desde estos antecedentes se puede comprender la preocupación que manifiesta Fidel en los últimos años sobre el avance de la cosificación de la vida social y el consumismo, y su denuncia de que este es “uno de los más tenebrosos inventos del capitalismo desarrollado”, más aún hoy en la fase de globalización neoliberal. El líder cubano insiste en la necesidad de “conocer que los valores sí constituyen la verdadera calidad de la vida, la suprema calidad de vida, aun por encima de alimento, techo y ropa”. No disminuyo, ni mucho menos –afirma-, la importancia de las necesidades materiales, siempre hay que colocarlas en primer lugar, porque para poder estudiar, para adquirir esa otra calidad de vida hay que satisfacer determinadas necesidades que son físicas, que son materiales; pero la calidad de vida está en los conocimientos, en la cultura”6.

De su estudio del mundo contemporáneo el líder de la Revolución Cubana coincide con Antonio Gramsci en ver en la cultura y la ideología dominante, como elementos determinantes de la hegemonía del capitalismo sobre millones de seres humanos: “El imperialismo y el capitalismo han subsistido en gran parte por factores subjetivos”, afirma en discurso realizado a los periodistas latinoamericanos el 12 de noviembre de 1999.

Los capitalistas – continúa en el mismo discurso de noviembre – descubrieron el valor de los factores subjetivos y descubrieron en los medios masivos el instrumento perfecto de influir de una manera avasalladora sobre esos factores subjetivos que constituyen ingredientes imprescindibles de la historia, de los avances históricos, o de la prolongación de sistemas inicuos, explotadores, monstruosos, inhumanos…”. Y en esta dirección Fidel afirma que “en realidad al campo socialista y a la URSS no los destruyeron fundamentalmente sus propios errores, los destruyó esa infernal maquinaria de la mentira, del engaño y de la desinformación…”7. Y desde esta perspectiva, a diferencia de los revolucionarios de la Europa socialista los cubanos alertados por Fidel, no subvaloramos los mensajes de la propaganda capitalista y retomamos una seria y sistemática labor de educación política, ética y estética.

Frente a esos retos de la lucha ideológica Fidel recomienda que todos los revolucionarios y personas honestas del mundo comprendan la importancia de las herramientas de hegemonía ideológica que maneja el capitalismo transnacional, e insiste en cómo estas armas de enajenación de las conciencias, pueden llegar a convertir los factores subjetivos “en instrumentos decisivos de la marcha de los acontecimientos históricos”. Precisamente por ello para el líder cubano hoy en día “las ideas son el arma esencial en la lucha de la humanidad por su propia salvación…”8.

Notas: 

1 Ver: Lidia Turner Martí: Ernesto Che Guevara y la Pedagogía Social, Editorial Pueblo y Revolución (PE), La Habana, 1995; Del pensamiento pedagógico de Ernesto Che Guevara , Editorial Capitán San Luís, La Habana, 1997; Ernesto Che Guevara y las Universidades, Editorial Félix Varela, La Habana 2001.

2 Ver del autor: Raíces históricas del proyecto educativo martiano. Revista Historia de la Educación Latinoamericana, Boyacá, Colombia, Vol. 13, No. 17, julio-diciembre, 2011, p 199-236.

3 Fidel Castro Ruz, Fidel Castro, Obra Revolucionaria, La Habana, 1960, No. 10, p 10

4 Fidel Castro: Discurso en el acto de fin de curso de la Escuela campesina Ana Betancourt, Ediciones OR, La Habana, No. 29, 1967, p 13.

5 Fidel Castro: Obra revolucionaria, No 30, La Habana, 1961, p 22

6 Ver: Discurso pronunciado por el Presidente de la República de Cuba, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el 26 de mayo del 2003 en la Facultad de Derecho. Buenos Aires, Argentina. Documento.

7 Fidel Castro: Discurso pronunciado en la clausura del VIII Congreso de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 12 de noviembre de 1999, http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/index.htm.

8 Fidel Castro: Las ideas son el arma esencial en la lucha de la humanidad por su propia salvación, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2003, p 39.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=222360

Imagen tomada de: https://images.eldiario.es/fotos/analfabetismo-Cuba-frente-Espana-EFE_EDIIMA20161207_0607_19.jpg

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La educación cubana en la época de Fidel Castro (I) Filosofía de la educación

Por: Felipe de J. Pérez Cruz

Del 30 de enero al 3 de febrero de 2017 en La Habana se efectuará un nuevo congreso de pedagogía internacional, que en esta edición reúne a más de 2 000 delegados de América Latina y otras regiones del mundo. La presente edición estará dedicada al aporte del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz (1926-2016) en la obra educacional de la Revolución, al aniversario 50 de la caída en combate del Guerrillero Heroico Comandante Ernesto Guevara (1928-1967), y a los 55 años del triunfo de la Campaña Nacional de Alfabetización. Se trata del estudio de praxis de construcción revolucionaria, sólidamente asumidas, desarrolladas y dialécticamente superadas, que precisan de sistematización continua, para volver a ellas una y otra vez.

A la reflexión sobre la perspectiva pedagógica del líder de la Revolución Cubana se le ha dedicado atención en nuestras Ciencias de la Educación, pero en criterio de este autor aún falta mucho por hacer. Más inexplorado colectivamente, el estudio de la pedagogía del Che Guevara cuenta sin embargo con el sólido aporte que ha realizado en tres textos la maestra de maestros Lidia Turner Martí. Me referiré al estudio que he adelantado sobre el aporte educacional del Comandante en Jefe, en tanto recomiendo la enjundiosa lectura de los libros de la doctora Turner Martí1.

En la creación del proyecto educacional del programa de liberación nacional y tránsito al socialismo en Cuba, en la conducción de la batalla contra el analfabetismo, en la elaboración, planificación y ejecución de la estrategia educacional revolucionaria, y en la consolidación y sucesivo despliegue de la Revolución Educacional, el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz ha realizado un trascendente aporte a la educación de su país, Latinoamérica y el mundo. A la reflexión sobre la perspectiva pedagógica del líder revolucionario cubano, se le ha dedicado atención en nuestras Ciencias de la Educación, pero en criterio de este autor, aún falta mucho por hacer.

Filosofía martiana

La filosofía de la educación de Fidel Castro puede ser entendida a partir de comprender la misma como una teoría universal y una praxis consecuente sobre los problemas de la educabilidad de la sociedad y sus diversos sujetos, de la transformación revolucionaria de estos, de todos y todas, y de cada hombre y mujer, de cada niño y joven. Tal postura tiene sus raíces más genuinas en el universo ideoteórico del Héroe Nacional José Martí Pérez (1853-1895)2.

Fidel parte del interés de los revolucionarios cubanos de una y otra generación, de uno u otra filiación ideológica, de convertir la educación popular en vehículo de desenajenación, y en arma de lucha por la liberación nacional. Y en esta búsqueda logra una enriquecedora síntesis dialéctica de la tradición democrática y popular de la escuela cubana, en particular del legado martiano, en fértil articulación dialéctica con la revolución del pensamiento que iniciaron Carlos Marx ( 1818-1883 ) y Federico Engels (1820-1895) fundadores del marxismo, y el aporte trascendente de Vladimir Ilich Lenin (1870-1924).

La perspectiva martiana con la que Fidel se acercó al marxismo, el énfasis en el mundo moral que está presente en la tradición del pensamiento revolucionario cubano, que él reivindica desde sus primeras acciones como líder del estudiantado universitario y de la juventud cubana, le posibilitan arribar al socialismo científico desde un fuerte sustrato axiológico y le permiten sustraerse de las vulgarizaciones economicistas y dogmatizantes del marxismo y el leninismo, que predominaban en la teoría y la práctica de la URSS y de los partidos comunistas a mediados del siglo XX. .

Los conceptos martianos y marxistas de cultura y educación, unidos a la acción práctica revolucionaria, por transformar la realidad, se vinculan estrechamente al progreso social, y al desarrollo y la formación progresiva de la libertad que caracterizan de modo sustancial ese progreso. Y esta coincidencia conceptual no pasó inadvertida para Fidel. Por ello la filosofía de la educación en Fidel como sistema teórico y escuela de pensamiento, se expresa en sus reflexiones acerca de las bases y significados formativos de la educación, como modo de vida, filosofía moral en el contexto educativo, y vehículo de desenajenación y formación integral de los seres humanos. Para Fidel en tanto martiano y marxista, no hay formación sin praxis revolucionaria, y para tal resulta decisiva la lucha por ampliar los horizontes de la justicia social como base de la dignidad humana e incluso de la dignidad nacional.

Continuidad y ruptura dialéctica

El método fidelista es la dialéctica materialista entendida como instrumento de y para la perfectibilidad humana, y posee como dimensiones fundamentales lo ontológico, lo gnoseológico, lo lógico, lo axiológico, lo antropológico y lo praxiológico. Su finalidad es la de propiciar la superación de la enajenación mediante la fundamentación y promoción de la transformación revolucionaria de la realidad, a través de un tipo de sociedad donde cada vez más se correspondan la esencia y la existencia del hombre. Tal cosmovisión se caracteriza por su naturaleza social; su adecuación a los fines de la lucha revolucionaria y su contenido formativo de una nueva socialidad.

En Fidel, la continuidad con la Filosofía de la Educación martiana, está en la centralidad del humanismo, en la consideración de la unidad de educación y la instrucción, de la enseñanza y el aprendizaje, como articulaciones de y para la perfectibilidad humana. La ruptura para la incorporación progresiva, está en la asunción por Fidel de la dialéctica materialista, en el enfoque de clase. La finalidad martiana es la educación para la cultura de la liberación, Fidel incorpora a nivel conceptual, la superación de la enajenación. Martí precisa y fundamenta la transformación revolucionaria de la realidad, Fidel medio siglo después de la caída en combate del Héroe Nacional, sabe que la república con todos y para el bien de todos, solo se alcanzará a través de un tipo de sociedad que se platee el fin de la explotación del hombre por el hombre, donde cada vez más se correspondan la esencia y la existencia del hombre.

La cosmovisión de Martí y Fidel se caracterizan en su naturaleza social, política e ideológica; la adecuación a los fines de la lucha revolucionaria, los contenidos constructivos de una nueva eticidad para una nueva socialidad, la defensa de la verdad desde los intereses nacionales populares y solidarios, y el optimismo histórico. En esa cosmovisión, la vocación pedagógica de Fidel coincide, comparte y desarrolla los principios martianos, fertilizados por las nuevas esencias marxistas que ha incorporado:

  • El principio de la función social de la educación.
  • El principio de la función político-ideológica de la educación.
  • El principio de la unidad dialéctica entre justicia social y dignificación humana.
  • El principio de la democratización de la educación desde las propias relaciones pedagógicas, en el conjunto de las relaciones sociales, políticas y económicas.
  • El principio de la función axiológica de la educación. De la eticidad del acto pedagógico, del valor educativo del ejemplo, de la educación en valores.
  • El principio de la sensibilidad, de la ternura en el hecho educativo: De la pedagogía del amor.
  • El principio da la verdad en la educación.
  • El principio de la función estética de la educación
  • El principio del desarrollo en la formación humana –física, intelectiva y ciudadana-, en la transformación del hombre, la mujer y sus circunstancias.
  • El principio de la contradicción, y de la lucha de contarios dialécticos.
  • El valor y la valoración en el proceso docente.

  • El principio de la interrelación ciencia-tecnología-docencia-conciencia.
  • El principio de la interrelación entre educación, desenajenación (liberación) y cultura.

Y para que tal conjunto de principios pueda funcionar como sistema, Fidel en Martí, Marx, Engels y Lenin, encuentra la precisión del eje fundamental o principio articulador: El principio de la práctica, entendida como transformación revolucionaria del hombre, la mujer y sus circunstancias.

Filosofía del humanismo socialista

En Fidel la idea de la lucha por la desenajenación en tanto motivación y misión principal de la labor educativa, tiene como elemento central el mundo moral de los individuos: “El sentimiento – sostiene Fidel en junio de 1960 – es una riqueza mayor que las otras riquezas de orden material…, sobre todo si son sentimientos…de puro amor a nobles propósitos, de puro amor a su patria”3. Desde esta convicción fijó tempranamente –en perfecta coincidencia con su hermano de la Revolución Ernesto Che Guevara- la posición cubana sobre el hecho de que el socialismo no solo era un problema del desarrollo de las riquezas materiales, sino también – y muy esencialmente – un problema de desarrollo de la conciencia humana4. Así frente a las posiciones entonces predominantes en la dirección de la URSS y de otros países socialistas, el socialismo cubano se propuso “crear riqueza con conciencia”.

Para Fidel el cambio cualitativo en la conciencia de las masas transitaba por una intensa relación pedagógica en el que el educador por excelencia era el propio proceso revolucionario, “toda revolución es un extraordinario proceso de educación. Por eso, Revolución y educación son una misma cosa”, afirmaba al intervenir el 9 de abril de 1961 en el ciclo de conferencias de la Universidad Popular “Educación y Revolución”5.

Desde estos antecedentes se puede comprender la preocupación que manifiesta Fidel en los últimos años sobre el avance de la cosificación de la vida social y el consumismo, y su denuncia de que este es “uno de los más tenebrosos inventos del capitalismo desarrollado”, más aún hoy en la fase de globalización neoliberal. El líder cubano insiste en la necesidad de “conocer que los valores sí constituyen la verdadera calidad de la vida, la suprema calidad de vida, aun por encima de alimento, techo y ropa”. No disminuyo, ni mucho menos –afirma-, la importancia de las necesidades materiales, siempre hay que colocarlas en primer lugar, porque para poder estudiar, para adquirir esa otra calidad de vida hay que satisfacer determinadas necesidades que son físicas, que son materiales; pero la calidad de vida está en los conocimientos, en la cultura”6.

De su estudio del mundo contemporáneo el líder de la Revolución Cubana coincide con Antonio Gramsci en ver en la cultura y la ideología dominante, como elementos determinantes de la hegemonía del capitalismo sobre millones de seres humanos: “El imperialismo y el capitalismo han subsistido en gran parte por factores subjetivos”, afirma en discurso realizado a los periodistas latinoamericanos el 12 de noviembre de 1999.

Los capitalistas – continúa en el mismo discurso de noviembre – descubrieron el valor de los factores subjetivos y descubrieron en los medios masivos el instrumento perfecto de influir de una manera avasalladora sobre esos factores subjetivos que constituyen ingredientes imprescindibles de la historia, de los avances históricos, o de la prolongación de sistemas inicuos, explotadores, monstruosos, inhumanos…”. Y en esta dirección Fidel afirma que “en realidad al campo socialista y a la URSS no los destruyeron fundamentalmente sus propios errores, los destruyó esa infernal maquinaria de la mentira, del engaño y de la desinformación…”7. Y desde esta perspectiva, a diferencia de los revolucionarios de la Europa socialista los cubanos alertados por Fidel, no subvaloramos los mensajes de la propaganda capitalista y retomamos una seria y sistemática labor de educación política, ética y estética.

Frente a esos retos de la lucha ideológica Fidel recomienda que todos los revolucionarios y personas honestas del mundo comprendan la importancia de las herramientas de hegemonía ideológica que maneja el capitalismo transnacional, e insiste en cómo estas armas de enajenación de las conciencias, pueden llegar a convertir los factores subjetivos “en instrumentos decisivos de la marcha de los acontecimientos históricos”. Precisamente por ello para el líder cubano hoy en día “las ideas son el arma esencial en la lucha de la humanidad por su propia salvación…”8.

Notas: 

1 Ver: Lidia Turner Martí: Ernesto Che Guevara y la Pedagogía Social, Editorial Pueblo y Revolución (PE), La Habana, 1995; Del pensamiento pedagógico de Ernesto Che Guevara , Editorial Capitán San Luís, La Habana, 1997; Ernesto Che Guevara y las Universidades, Editorial Félix Varela, La Habana 2001.

2 Ver del autor: Raíces históricas del proyecto educativo martiano. Revista Historia de la Educación Latinoamericana, Boyacá, Colombia, Vol. 13, No. 17, julio-diciembre, 2011, p 199-236.

3 Fidel Castro Ruz, Fidel Castro, Obra Revolucionaria, La Habana, 1960, No. 10, p 10

4 Fidel Castro: Discurso en el acto de fin de curso de la Escuela campesina Ana Betancourt, Ediciones OR, La Habana, No. 29, 1967, p 13.

5 Fidel Castro: Obra revolucionaria, No 30, La Habana, 1961, p 22

6 Ver: Discurso pronunciado por el Presidente de la República de Cuba, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el 26 de mayo del 2003 en la Facultad de Derecho. Buenos Aires, Argentina. Documento.

7 Fidel Castro: Discurso pronunciado en la clausura del VIII Congreso de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 12 de noviembre de 1999, http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/index.htm.

8 Fidel Castro: Las ideas son el arma esencial en la lucha de la humanidad por su propia salvación, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2003, p 39.

Fuente noticia: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=222360

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Afrocubanía y afrodescendencia

Centro América/Cuba/Diciembre 2016/Felipe de J. Pérez Cruz/
Rebelión

El debate sobre lo propiamente afrocubano ha sido un tema complicado desde siempre. La trascendencia epistemológica y sus implicaciones políticas, lo ha sido mucho más. Recién el término afrodescendiente, se ha incorporado al escenario mediático y en tanto también escolar y académico. Sobre los retos de conocimiento, sistematización y praxis, que implican una u otra definición e interpretación de las referidas categorías y muchas más, que se utilizan indistintamente, reflexionamos en una reunión de expertos a la que se me invitó en junio pasado en el Ministerio de Educación Nacional (MINED). Se trataba la importante propuesta de un programa audiovisual que comenzará en breve, con el objetivo de apoyar la capacitación de los maestros y maestras en activo. Entonces expuse el criterio dentro de la bienvenida a la buena iniciativa, de que se tuviera en cuenta que no todos los especialistas parten del mismo sistema categorial. En el caso que nos ocupa aprecio la necesidad de intentar ponernos de acuerdo. Mis criterios al respecto son los siguientes:

  1. No voy a abundar en el concepto de raza humana, que hay una sola. Ni en la categoría racialidad entendida como constructo teórico-operativo, para tratar los fenómenos étnicos que caracterizan la variabilidad de la raza o especie humana. En cuanto al racismo como fenómeno impuesto desde las circunstancias de poder y dominación, que se establecen en las sociedades de explotación, hay suficiente consenso. Me centraré en el concepto afrocubano, y en el término afrodescendiente de más reciente promoción, y tendré como referencia los debates históricos, étnicos, sociológicos, y políticos que últimamente se han dado alrededor de los referidos conceptos.
  1. Mucho se ha debatido sobre si el producto resultante de lo “afro” y de lo cubano, más que una mezcla de ambos, es cubano de origen africano, o africano transculturado1 en Cuba, pero de lo que no cabe dudas es de que existe un sujeto social colectivo histórico, donde la cubanía como totalidad se expresa con un definido corpus –de materialidades y subjetividades- de origen africano. El concepto de afrocubano lo propone Fernando Ortiz Fernández (1881-1969) a principios del siglo XX. Considero que no existe mejor concepto para referirse al complejo cultural de la población negra y mestiza cubana. La condición de afrocubano por demás escapa al reduccionismo del color de la piel. Se trata ante todo de un sentimiento de pertenencia e identidad, de psicología personal y colectiva, de cultura espiritual y material, de especificidades del modo de vida, de la constatación y el orgullo de ser negro o negra – “por dentro”- , peculiaridades todas que interpenetran la vitalidad de los sujetos, y se expresan como totalidad, independientemente del lugar que se ocupe en la estructura social, en la actividad laboral, cultural o política. África, con sus santos tambores, cosmogonías, sensualidades, colores, sabores y olores, es una condición cultural aún para aquellos que no se han podido sacudir los prejuicios y estereotipos heredados y los adquiridos. Definitivamente existe en Cuba un complejo cultural afrocubano que es patrimonio de todos, independientemente del color de la piel, incluso quiéranlo o no las personas, porque está “metido” en lo profundo de la psicología y la cultura nacional.
  1. El término afrodescendiente o africano-descendiente hace referencia a las personas nacidas fuera de África que tienen antepasados oriundos de ella. La Asamblea General de la ONU manifestó que la declaración del 2011 como “Año Internacional de los Afrodescendientes”, tiene como objetivo fortalecer el compromiso político de erradicar la discriminación contra las personas de descendencia africana, y promover una mayor conciencia y respeto a su diversidad y cultura. El término no aparece en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Si los términos afroamericano, afroantillano, afrocubano. Con la declaración de la ONU, el término comenzó a abrirse paso, y en tanto a motivar inquietudes y polémicas. En muchas naciones esta propuesta de la ONU se utiliza para actualizar y adelantar las luchas a favor de la pretérita población de origen africano. Cuba, el país que ha saldado en lo fundamental su deuda histórica con la población negra y mulata, y avanza para eliminar los espacios de discriminación que en este y otros zonas sociales aún persisten, y sin dudas el pueblo que más ha hecho en materia de solidaridad concreta por la liberación y el desarrollo del continente de sus ancestros2; el concepto afrodescendiente, permite subrayar uno de los troncos fundamentales de la matriz nacional, para reconocernos en lo que realmente somos como pueblo latinoafricano, y en tanto recolocar y reimpulsar la conciencia de nuestra etnicidad y universalidad. En tanto cubanos somos idoamericano-descendientes, hispano descendientes, afrodescendientes… A propósito las últimas investigaciones realizadas, prueban que todos los seres humanos provenimos de una primera madre AFRICANA. Por lo tanto todos, TODOS Y TODAS EN ESTE MUNDO, somos en buena medida afrodescendientes.
  1. Hay religiones afrocubanas por su origen africano y formación criolla, y digo por su origen y formación histórica, porque tanto la Santería, como los Abakuá, los Paleros… constituyen complejos religiosos que integran y practican cubanos y cubanas de todos los colores de piel y orígenes, y mucho más allende los mares.
  1. Hay grupos de cubanos que viven sumergidos en lo afrocubano, lo disfrutan y desarrollan, la mayoría de estos son compatriotas de evidente origen africano, a lo que no están cerrados muchos otros cubanos y cubanas de nuestro hermoso mosaico racial, sobre todo en los barrios y poblaciones donde la mayoría es de negros y mulatos, en La Habana: el barrio de El Canal, Los Sitios, Coco Solo… En estas unidades familiares y barriales donde la concentración demográfica resulta significativa, lo afrocubano crece y se enriquece, y en tales concentraciones podemos hablar de población afrocubana. En esta dimensión no es exacto hablar pueblo afrocubano, pues reducimos a una parte el todo.
  1. En Cuba todos y todas somos mestizos Tenemos de aborigen, congo, de carabalí de mandinga…, de asturiano, gallego, canario… La Genética confirma que somos mestizos y la tendencia es a ser más mestizos. Los estudios de ADN nuclear y de ADN mitocondrial, que ya existen, no dejan lugar a dudas, en todo el archipiélago, sea cual sea el origen matrilineal, el fenotipo, el color de la piel. La Genética nos confirma lo que la cultura también prueba: somos una nueva entidad en comparación con nuestros orígenes, y somos más que genes y corporalidad. Somos peculiaridad identitaria y especificidad cultural, productos de la historia compartida: cubanos y cubanas.
  1. Por el color de la piel no ha ido el tema racial, aunque este sea un indicador de visibilidad por excelencia, que marca la diferencia. Si por la explotación del hombre por el hombre y la doble y hasta trile explotación de la mujer, por el capitalismo primero colonial y luego neocolonial. El color de la piel -y más los enfoques prejuiciosos sobre las etnias del África subsahariana3-, han sido parte del pretexto, para ocultar la historia de la esclavitud moderna, de cómo se dio la conversión de África en cazadero de esclavos (Acordarse de Carlos Marx en el Capítulo XXIV de El Capital). La esclavitud antigua, era menos mentirosa: sustentaba el “derecho” de esclavizar en la guerra de conquista, las penas por delitos, deudas económicas, que podían hacer de cualquier sujeto independientemente de la etnia y el color de su piel, un esclavo o esclava.
  1. La historiografía cubana aún con presencia racista y sexista, ha hecho énfasis en el proyecto de nación de la oligarquía reformista blanca, cuyos contornos más visibles, se conformaron en la última década del siglo XVIII, que tuvo en la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP) su institución más representativa, y en Félix Varela y Morales (1788-18539 la figura más avanzada en términos políticos e ideológico culturales, en tanto es quien rompe con el horizonte reformista y se plantea la emancipación política. El proyecto oligárquico reformista fue esencialmente racista, solo Varela denuncia la falacia de fingirse liberales con esclavitud: “Constitución, libertad, igualdad, son sinónimos; y a estos términos repugnan los de esclavitud y desigualdad de derechos”4.
  1. Existió un proyecto cubano progresista y revolucionario de nación, desde los negros y mulatos, en particular desde aquellos que mejor podían hacerlo, que eran los libertos, que por su esfuerzo propio logran moverse de manera ascendente en la sociedad colonial. Las clases populares -“los sin historia”, no dejan muchas cartas, documentos y otras huellas para la evaluación positiva tradicional y cuando existen se trata la mayor parte de las veces, de una historia contada por sus antagonistas, hacendados, policías y fiscales. Entonces las evidencias fundamentales precisan de una evaluación pluricualitativa, que reconstruya lo que realmente pasó en la Historia. El movimiento revolucionario del campesino negro bayamés Nicolás Morales (1795), y la conspiración abolicionista e independentista (1812) del artesano negro criollo habanero José Antonio Aponte Ulabarra –primer intelectual orgánico del movimiento popular cubano-, a pesar de intentar ser sepultadas en los legajos de la inquisitoria policial así lo confirman. Lo demuestra, el odio feroz de clase, contra Aponte y sus lugartenientes, torturados y ejecutados sin presentarlos a juicio; el asesinato de la lucumí Carlota, líder de la sublevación de Triunvirato (Matanzas, 1843), torturada, aún viva, atada por sus extremidades a cuatro caballos, que tiraron de ellas hasta descuartizar su cuerpo. Ese terror del Estado colonial, que se multiplicó en los masivos crímenes contra esclavos y libertos durante la llamada Conspiración de la Escalera (1848), tuvo especial enseñamiento con los negros y mulatos libres, representativos de avance socio-económico de la población afrocubana, y en especial con aquellos que eran de hecho lo primeros representantes de la intelectualidad negra y mulata. Y definitivamente lo ratifica el sector de negros y mulatos libres que en la ruralidad del oriente cubano, espoleados además por el arribo “de los franceses” luego del levantamiento haitiano, logran organizar su propio complejo de vida económica y sociocultural. La familia Maceo-Grajales-Regüeiferos fue representativa de este entorno, que dará a la guerra independentista, en su estallido de 1868, un decisivo aporte en soldados y jefes capaces. Marcos Maceo y Mariana Grajales, la Madre de la Patria, constituyeron un matrimonio y familia tipo, y no un excepcionalidad. El proyecto de cubanía forjado en aquella familia que haría historia, fue de superación cultural y religiosidad liberadora, abolicionista, antirracista, inclusivo, patriótico.

  1. Cuba tiene la maravilla de que la lucha por la independencia nacional, fraguó una nación de integración racial. Lo fue en muchos aspectos y en tres fundamentales: Primero: Carlos Manuel de Céspedes –que fue un hacendado esclavista-, se superó a sí mismo en su interés de clase, para entender la eticidad de la abolición y su necesidad política. En el mismo acto de la Demajagua:1) hizo a sus esclavos hombres y mujeres libres, 2) les convirtió en ciudadanos de la República en Armas que nacía, y 3) les dio la posibilidad de asumir voluntariamente la condición de combatientes revolucionarios. Esa trilogía no se dio en ninguna de las campañas por la independencia de América, no en el Sur, mucho menos en el Norte, tal claridad ética y política, es la que hizo a Céspedes ante sus contemporáneos, el Padre de la Patria. Segundo: La trilogía cespediana sentó las bases para el democratismo antirracista en el Ejército Libertador, que en su concepción de méritos y ascensos militares, reconoció en igualdad a todos sus miembros, y premiaba por valor en el combate y resultados. Ello hizo posible la promoción de decenas de oficiales negros y mulatos, ex esclavos y libertos, que llegaron ostentar los más altos grados, y fueron jefes militares respetados y queridos por las tropas multirraciales del movimiento independentista. Tercero: La trilogía cespediana tuvo éxito, porque era la expresión de un sentir maduro en las bases del movimiento emancipador, expresada en los valores de la familia mambisa: Una peculiaridad cubana es el papel importante que ocupa lo familiar, y en tal, el lugar de las madres y esposas. La familia en su composición, se incorpora al campamento insurrecto. Y acuden las de los hacendados revolucionarios y las de base popular –de negros, mulatos y campesinos y blancos pobres, que se funden en un modelo de relaciones cotidianas y trascendentes, de prácticas y saberes, de eticidades y solidaridades. Desde una psicología que evocaba el colectivismo y el heroísmo, en la entrega patriótica, en la producción y economía de guerra, en educación y alfabetización de niños y niñas, junto a sus padres y madres combatientes, en la manigua insurrecta y en la emigración revolucionaria, se forjó en treinta años de duro combate por la vida en dignidad y soberanía, una tipología de familia patriótica, la familia mambisa.
  1. Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro.Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro” definiría José Martí Pérez (1853-1895)5: Tanto la condición humana, como la identidad nacional, estaban para Martí por encima de las diferencias étnicas6. Esta perspectiva consolida la amistad de Martí con el intelectual mulato Juan Gualberto Gómez (1854-1933), el más importante líder de la lucha contra la discriminación racial en la Cuba desde finales del siglo XIX. En 1887, surge el “Directorio Central de las Sociedades de la Raza de Color» para representar los intereses de los negros y mulatos y fortalecer la lucha contra el racismo, organización que elige a Juan Gualberto como su presidente en agosto de 1891. Hacia el julio de 1892, el Directorio tenía 65 sociedades extendidas por la isla. A la promoción de las ideas antirracistas del periódico La Fraternidad fundado por Juan Gualberto en 1878, se suma “La Igualdad”, órgano oficial del Directorio. En abril de 1892 se proclama por Martí la constitución del Partido Revolucionario Cubano, para preparar y dirigir la lucha por la independencia de Cuba y Puerto Rico, y en ejercicio definitivo de praxis revolucionaria, Juan Gualberto se convierte en el principal colaborador dentro del país del Partido martiano.
  1. El antirracismo militante de José Martí es compartido por Antonio Maceo Grajales (1845-1896) y Máximo Gómez Báez (1836-1905), quienes con sus actos y pensamiento desde la Guerra de los Diez Años, forjaron en el legado cespediano, la concepción igualitaria y solidaria, multirracial, que nutrió y proyectó el basamento conceptual emancipatorio, en el tránsito de lo patriótico –de la vanguardia ideológica y política- a lo nacional, como expresión masiva y totalizadora del arribo al concierto universal de un corpus particular, el cubano. Martí, Maceo y Gómez, unidos en esta y en otras decisivas coincidencias ideológicas y políticas, por haberlas hecho realidad, por fundirlas en el movimiento real de masas de la independencia, para que nos acompañen hasta el día de hoy, conformaron con precisos contornos, el panteón compartido de los Héroes Nacionales de Cuba.
  1. La concepción popular y revolucionaria de la no raza, de lo cubano como integridad, perdió prevalencia en la medida que el liderazgo revolucionario en la última Guerra de Independencia 1895-1898 –muertos Martí y Maceo-, fue ocupado por sectores proclives a la ideología y política burguesa, donde el racismo es consustancial.
  1. Los negros y mulatos, como exponentes del pueblo pobre, fueron los perdedores más significativos en el traspaso de la soberanía y la sociedad colonial a neocolonial. La republica oligárquica, racista y sexista que surge en 1902, como resultado de una intervención militar estadounidense profundamente reaccionaria y racista, a la que las fuerzas patrióticas le impiden prosperar como anexión; se ve obligada a reconocer el voto de los oficiales y veteranos mambisas, en su mayoría –sobre el 60 %- negros y mulatos, pero prepara y ejecuta en 1912 el zarpazo racista, con la represión del movimiento revolucionario de los Independientes de Color (1912). Desde entonces el sector de la oficialidad mambisa negra y mulata, queda fuera de toda alternativa política. Y a la par, la politiquería burguesa perfecciona sus políticas clientelistas de control del voto electoral, de promoción del divisionismo por la vía de la exclusión –hasta se quiso organizar Ku Klux Klan nativo-. En este escenario se fortalece el asociacionismo negro y mulato de matriz burguesa asimilacioncita, se produce un reflujo del pensamiento y el movimiento revolucionario, y las manifestaciones progresías y revolucionarias son muy limitadas.

  1. La pobreza se profundiza y extiende por el pueblo cubano, y la población afrocubana es la más pretérita. Esta situación se agudiza con la importación por parte de las compañías monopolistas azucareras de braceros antillanos. Mientras, la sociedad burguesa se escandaliza con “los negros brujos” y los “hechos de sangre” de los santeros, matrices de opinión que adelantan la criminalización de las prácticas religiosas y culturales afrocubanas.

  1. Deprimido y sin invisibilidad, el proyecto martiano de nación antirracista, se mantuvo latente en lo profundo de la cultura popular, en el mambisado patriótico –en un mantenido liderazgo ético antirracista de Juan Gualberto Gómez hasta su muerte – y la intelectualidad política, artística y literaria. El sabio Fernando Ortiz y su traducción inédita del mundo afrocubano a los lenguajes de la historia, la etnología y la sociología, y el sentimiento y orgullo de la negritud en la poesía negra o afroantillana de Nicolás Guillén (1902-1989)7, marcan la época. La tradición mambisa y las visiones desde los saberes de la ciencia y el arte, serán decisivos en la estructuración y actuación de una intelectualidad negra y mulata, que va a ser crítica del blanqueamiento y la asimilación, para mantener vigente el tema de la cultura afrocubana y la lucha contra la discriminación racial, a lo largo de cinco décadas en las que se suceden gobiernos “democráticos” corruptos y dictaduras neocoloniales. En lo político la crítica al racismo del joven mulato Julio Antonio Mella (1903-1927), y el programa antirracista que desde la década del 40 del siglo pasado, levanta el primer Partido Comunista de Cuba, y sus impactos en los movimientos obrero, juvenil y feminista, serán los focos más significativos; hasta el definitiva reinicio de la gesta libertadora con el salto los cuarteles Moncada y de Bayamo, el 26 de julio de 1953.

  1. La Revolución en el poder salda en lo fundamental la deuda histórica con la población negra y mulata, cuando colocó por primera vez en la Historia de Cuba, a todos los trabajadores y campesinos y a sus hijos e hijas, en posibilidad de acceder a la dignidad del trabajo, a la capacitación, cultura, y gestión y promoción política, lo que produjo una notable movilidad social a favor de la población afrocubana y rescató, e hizo política de Estado, el concepto multirracial de cubano de Martí. El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz desde febrero de 1959, inicia una radical crítica política y ética contra el racismo como parte del programa martiano de unidad nacional. Muy pronto –en 1965- comenzaría la epopeya cubana a favor de la liberación africana. Miles de cubanos y cubanas acudieron voluntariamente, en composición de ejército popular de masas, a dar su aporte militar y civil en la tierra de sus ancestros.
  1. La Revolución no pudo resolver en lo mediato, la totalidad de una problemática, que como la racial acumula errores y prejuicios centenarios. Los líderes revolucionarios, y los más preclaros intelectuales -al menos los que estaban más cercanos o eran parte del poder político real-, no vieron la notable diferencia de punto de partida que acumulaban negros y mulatos, por los siglos de explotación y pobreza y racismo. Tampoco se percataron de la complejidad que conlleva la erradicación de los impactos, que la perenne discriminación y los fenómenos patológicos que ello conllevó, habían creado en lo profundo del ser nacional. Esta situación se arrastró durante los primeros 30 años de Revolución, y fue aflorando en la medida en que desde la economía y la sociedad avanzaba la crisis del modelo soviético que importamos, para eclosionar y convertirse en un importante nudo de necesidades y contradicciones no resueltas, al precipitarse el período especial. Esta situación se hace más visible aún, con varios fenómenos de discriminación racial directa o indirecta, que intentan imponer los empresarios capitalistas, que recomienzan a interactuar en el país a raíz de las asociaciones con capital extranjero. En ese el momento histórico en que, Fidel declara la lucha contra la marginalidad, y renueva su crítica al racismo, en medio del programa de lucha ideológica y formación cultural socialista, que fue la Batalla de Ideas.
  1. En siglos de explotación y discriminación colonial y neocolonial, el racismo que tiene su andamiaje estructural en las relaciones materiales objetivas, ante todo, las económicas, interpenetró la psicología, las culturas, las políticas y muchas otras expresiones de la socialidad, enquistándose como patología social que afecta al conjunto de la sociedad. Los prejuicios racistas y la discriminación por el color de la piel se metamorfosearon para esconder su vileza en cada momentos y ante cada situación: Resistieron al margen del movimiento antirracista independentista, sobrevivieron la tardía e inmoral “abolición” colonialista de 1886, se fortalecieron e intentaron emular el racismo visceral de la élite burguesa estadounidense y sus interventores y gobernantes de turno, pervivieron en la república oligárquica y burguesa, y llegaron hasta la Revolución de 1959, para pervivir en los reductos de desigualdad no resueltos, y en el pensamiento burgués- individualista derrotado, en minoría, pero persistente. Hay quien se declara y se piensa revolucionario, reconoce derechos, pero no quiere mezclarse con “la gente de color”. Existen personas que siguen viendo en el negro un factor de atraso social y cultural, como lo hacían los oligarcas y la intelectualidad burguesa reformista de principios del siglo XIX, que lo perciben como el “otro” o la “otra”, siempre en recelo y previsión del suceso negativo, el negro como sujeto del choteo y el chiste racista, que ven lo afrocubano como subcultura, y llegan hasta el rechazo al “olor a negro” en los carnavales. Esta minoría no hace nación, menos patria, pero como lleva en sí la infamia secular del opresor, frena. Hay que trabajar y rescatarlos a la causa justa, en primer lugar para ellos mismos, porque son cubanos y cubanas que merecen ser y sentirse mejores humanos.
  1. Negro-homosexual, Negra-lesbiana, Negra y prostituta… acusan la existencia de otras dimensiones cuya visibilidad y atención discriminatoria aún no se asume con rigor y pertinencia. La problemática de quienes son rechazados doblemente, por los prejuicios racistas en conjunción con el machismo y el sexismo que nos contamina, resulta puente y confirmación para avanzar en la articulación de unas y otras necesidades, del conjunto de las batallas culturales e ideológicas desenajenadoras del socialismo cubano.
  1. A tanto racismo “desde el poder” de explotadores que en su mayoría eran “blancos” de piel, criollos hacendados, funcionarios coloniales y neocoloniales, mandones desde las metrópolis racistas de Madrid o Washington, correspondieron también patologías del racismo en sectores e individuos negros y mulatos. El blanqueamiento y la asimilación, fue y aún hoy es, una estrategia racista para negar los orígenes, esconderse e integrarse a la sociedad de opresión económica y racial. Así hubo negros y mulatos dueños de esclavos, capataces, rancheadores, guerrilleros mercenarios y serviles en todos los tiempos, que actuaron como blancos y “aspiraron” a que se les reconociera como tales. Y en su extremo, negros y mulatos comidos de la injusticia y el oprobio acumulado, actores del odio racial contra los “blancos”. Hubo y hay negros y mulatos racistas respecto a los blancos. Y ahora mismo, por muy fenomenológico que pueda ser esta realidad, también los tenemos. Un solo ejemplo sirva de medida: He tenido que discrepar de activistas en la lucha contra la discriminación racial, que cuestionan a otros activistas, por el hecho de que la pareja que estos tienen en la vida sea “blanca”, y sus hijos en tanto tengan una piel “menos” negra. Con mucha fraternidad, y más perseverancia y amplitud, sin ceder un solo ápice en la tarea martiana y marxista de la desenajenación de las circunstancias, y de cada uno de nosotros, como sujetos donde una y otra vez se introproyecta –al decir de Paulo Freire (1921-1997)- la dominación y la ideología reaccionaria a vencer8, debemos ir al debate con los compañeros y compañeras que no logran sacudirse esta tipología de opresión racial.
  1. La nueva realidad de la reemergencia de las relaciones de mercado, la filosofía individualista y la discriminación racial reimportada en empresas capitalistas, son fenómenos que colocan al tema racial en el punto de mira de los problemas internos a resolver, si de salvar y avanzar el socialismo en Cuba se trata (Me refiero a la valiente clarinada autocrítica y alerta del líder de la Revolución Cubana, el 17 de noviembre del 2005, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana9). Una vez más el alerta de Carlos Marx resulta definitivo, hay que explicarse el mundo, el cómo y por qué llegamos hasta donde estamos, pero tal conocimiento solo es progresivo si se convierte en praxis revolucionaria, si peleamos el cambio de las circunstancias, y con ellas sus hombres y mujeres.

  1. En la presencia de racismo en espacios de la socialidad cubana, y en la emergencia de contribuir a dar equidad y equilibrio, frente a la centenaria realidad de desventajas de la población afrocubana; crece el movimiento intelectual y popular que reivindica la justicia de hallar las soluciones pertinentes con la mayor cuota de justicia histórica que merecen. El Comité Central del PCC, la Asamblea Nacional del Poder Popular y el Gobierno han colocado el tema en sus agendas de prioridad. Ente las organizaciones políticas y de masas, de jóvenes, barriales, femenina, las asociaciones de la intelectualidad artística y literaria, historiadores e historiadoras, etnólogos, culturólogos, profesores y maestras, avanzan los programas concretos de acciones y se pronuncia la necesidad una estrategia integral nacional, en estrecho vínculo con otros temas de discriminación aun latentes, como parte del crecimiento de la solidaridad y el humanismo socialista.

  1. La Revolución Cubana está enfrascada en el diseño de sus más inmediatas y mediatas acciones emancipadoras, y en tal propósito se articula una estrategia antirracista, y ello impone una mayor responsabilidad y activismo ciudadano. La estrategia necesita uno y muchos análisis de la naturaleza y de las causas del racismo que pervive entre nosotros, precisa sobre todo de confrontar opiniones, sin temores a la equivocación o el disenso, pues el conocimiento de lo que se piensa por unos y otros cubanos y cubanas, será siempre el acierto mayor. Un tema a resolver es la promoción mediática: Hay debates de excelencia que no logran saltar de nuestros salones de conferencia, a la fertilidad de los juicios y saberes populares.
  1. También se manifiestan en el país un conjunto de posicionamientos adversos. Están los que atrincherados en una oficialidad burocrática, solo subrayan los logros de la Revolución, y hablan de las “reminiscencias heredadas” de la pasada sociedad, como si la propia socialidad e idealidad revolucionaria, no tuviera responsabilidad en lo que no vimos y en lo que erramos, y sobre todo en lo que tenemos que hacer ahora mismo. Están los que “no ven” contradicciones ni entuertos por resolver, estos en su mayoría son cubanos de piel menos negra. Otros ciudadanos no le dan al tema la importancia que tiene, no se sienten ni objeto ni sujetos de discriminación, afirman que la problemática no es significativa y que se irá resolviendo de manera “natural”, “sin tanto aspaviento”. Hay quien sostienen que la reemergencia del tema racial le hace “daño” a la unidad política de la nación. La más reciente y muy hipercrítica ultraizquierda cubana, se hace eco de las leyendas sobre un pretendido capitalismo de Estado en Cuba, y por esta vía intenta contender y hostilizar la actividad gubernamental y partidista, tachándola de ineficiente, complaciente, comprometida con el mal hacer, y pro capitalista. En esta visión el Estado socialista tiene tanta culpa como los Estado capitalista contemporáneos, y los apremios de soluciones se subjetivizan, desligándose de las conexiones con el conjunto de luchas y resistencias internas y externas de la etapa actual de la Revolución Cubana. Entre tales compañeros y compañeras, aparecen los que se reafirman una afrocubanidad y/o una afrodescendencia, copiada de las plataformas de lucha afro en el exterior, que nada tienen que ver con la historia, y la visión integrativa de nuestros próceres. Hay quien sueña con un Caucus negro como el existente en el Congreso norteamericano, para defender los intereses de los negros millonarios estadounidenses. Las posiciones burocráticas incomunican a sus sostenedores, porque verdades incluidas, la gente en Cuba está cansada del discurso mecanicista y apologista. El contenido confrontativo, completamente alejado de la cultura política socialista que hemos fomentado, es percibido y criticado por muchos compatriotas. La última postura que refiero, también fábrica rechazos por su mimetismo acrítico y ahistórico, y califica sospechas de oportunismo, así se debilita el conjunto de sus planteamientos, donde hay críticas y propuestas valiosas. El conjunto de opiniones que refiero desdibujan la problemática, y frenan avanzar el debate ideopolítico.
  1. Hay que reconocerle a nuestros adversarios, que han sabido colocar en la agenda de la subversión anticubana y de la actividad contrarrevolucionaria, el tema de la “situación” de pobreza de los negros y mulatos en Cuba; y la hipercrítica oportunista –desvergonzada, lo subrayo aunque tales tipejos carecen de vergüenza -, sobre lo racial como un “problema no resuelto” por la Revolución. Así han sido efectivos en la construcción de una nómina de mercenarios que venden como disidentes, de piel negra y mulata. No es casualidad que hoy la mayoría de los líderes más promovidos en la fauna contrarrevolucionaria son negros y mulatos, y no falta un mustio ramillete de organizaciones contrarrevolucionarias de “defensa” y promoción de los negros, que ocultan su raquítica membresía e inexistente incidencia social, en una alta publicidad mediática por medios de Internet y la prensa extranjera. La maquinaria propagandística anticubana, y no pocos de los “estudios” que paga la USAID y otras agencias de la subversión, manipulan los conceptos afrocubano y afrodescendiente, como elementos de desmonte de la historia, confrontación y división al interior del pueblo cubano.

  1. Soy de lo que sostienen que 1) todos los cubanos somos afrodescendiente, 2) que la existencia de lo afrocubano y de una población que culturalmente se puede catalogar como afrocubana, es riqueza y privilegio, también de todos los cubanos y cubanas, 3) y que el problema de la discriminación racial existe, es histórico y concreto, y hay que enfrentarlo con métodos de ciencia, cultura del debate ciudadano y académico, con todos los revolucionarios y patriotas, con políticas efectivas, con propaganda eficiente, sin ingenuidades, con combatividad frente a las maquinaciones de la subversión anticubana y la contrarrevolución mercenaria, y sobre todo con mucho sentido patriótico y humanismo martiano y socialista. Mi punto de vista es el siguiente: Ni las características antropofísicas, ni la genética, tienen la última palabra, y la realidad desborda lo propiamente etnológico cultural. No soy afrocubano, pero en tanto cubano, vivo consciente y orgulloso de mi naturaleza afrocubana y condición de afrodescendiente. Quienes nos hemos formado en el humanismo de raíz popular, que nace de lo más profundo de la cubanía, tuvimos la posibilidad de acceder a una ‘conciencia de etnicidad’ en la que nuestras abuelas y abuelos africanos, fueron dotados de valores positivos y utilizados como medios simbólicos de afirmación de la propia identidad individual, familiar y nacional. Una identidad que en el caso de la africanidad, tiene por centro, para nuestro orgullo y regocijo a nuestros compatriotas afrocubanos.

  1. Hay que achicar y eliminar las secuelas de la discriminación racista alrededor del tema de los negros y mulatos, pero ello no basta. El para qué resulta decisivo. En esta dirección me gusta mencionar el siguiente ejemplo. Si la Historiografía de Cuba, ha sido hasta ahora racista -salvo las excepciones que conocemos-, nos tenemos que plantear la tarea de HACER –investigar, sistematizar, construir- la Historia de los negros en Cuba, pero concluida esta tarea, como no vivimos la problemática segregacionista de Estados Unidos, Brasil u otro de los países, donde la historia de discriminación hizo necesario el reducto de resistencia y desarrollo propio de la cultura de origen africano, en Cuba no se trata solo de establecer un curso de Historia de los negros “para fortalecer la identidad afro”, lo fundamental está en que con los nuevos conocimientos y enfoques sobre el papel de los negros en la historia colectiva, completemos y enriquezcamos el curso general de la Historia de la nación, para fortalecer la identidad de los indoamericano-descendientes, los afrocubanos, los hispano cubanos, los chino cubanos…para fortalecer la identidad compartida de todos los cubanos y cubanas.
  1. En política, en ciudadanía, en ejercicio y disfrute de una identidad política patriótica nacional multifertilizada, nuestra historia ha adelantado tanto, que más que idoamericano-descendientes, afrocubanos, hispano cubanos, afrodescendientes, chino descendientes…. Hoy somos cubanos patriotas, buenos cubanos y cubanas; o apátridas y malos cubanos y cubanas, no hay término medio. Todo otro reconocimiento atrasa lo alcanzado, divide artificial y peligrosamente en tiempos que siempre van a ser de urgente y enriquecedora unidad.
  1. La cubanidad multirracial que hoy nos caracteriza, impone la unidad de lucha contra todas las discriminaciones que persisten, y en tanto se precisa a nivel de la producción artística, literaria y científica, y en el activismo social, una mayor interacción de los temas de raza, género y diversidad sexual. Si una sociedad en el mundo actual, está en posibilidad de resolver los legados centenarios de la hegemonía ideológico-cultural reaccionaria, esa es la cubana. Nadie en el mundo –y lo digo sin chovinismo, sin autosuficiencia: está probado y reconocido por numerosas mediciones y evaluaciones de organismos internacionales-, ha resuelto en equidad e igualdad plena, lo que los cubanos y cubanas tenemos y disfrutamos, y esa fortaleza nos abre horizontes aún inalcanzables para otras sociedades.

Notas:

1 El vocablo transculturación la creó Ortiz para expresar los variadísimos fenómenos que se originan en Cuba por las complejísimas transmutaciones de culturas que aquí se verifican, sin conocer las cuales, consideraba imposible entender la evolución del pueblo cubano, así en lo económico como en lo institucional, jurídico, ético, religioso, artístico, lingüístico, psicológico, sexual y en los demás aspectos de su vida. Ver: Fernando Ortiz: “Del fenómeno social de la transculturación y de su importancia en Cuba”. En: Contrapunteo Cubano del Tabaco y el Azúcar, La Habana, Consejo Nacional de Cultura, 1963. p. 98 -104.

2 Hasta 1991, más de 380 mil cubanos y cubanas cumplieron misiones militares internacionalistas en África y su entrega fue decisiva para la consolidación de la independencia de Angola, la liberación de Namibia, y la derrota del régimen del apartheid en Sudáfrica. Hasta el día de hoy más de 80 mil compatriotas han prestado colaboración civil o se encuentran haciéndolo. Más de 40 mil jóvenes africanos se han formado en Cuba como especialistas para el desarrollo y la paz del continente.

3 El desconocimiento de la historia de estos pueblos es notorio y nada casual.

4 Felix Varela y Morales: Proyecto y memoria para la abolición de la esclavitud en Cuba. En: Obras (Volumen II), Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz- Universidad de La Habana, Imagen Contemporánea-Cultura Popular, La Habana, 2001, p 115.

5 José Martí Pérez: “Mi raza”. En: Obras completas, tomo 2, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1963-1965, p. 299.

6 Últimamente algunos críticos acusan a Martí de omitir los elementos culturales propios de los negros y de ofrecer un panorama idílico y falseado de la igualdad racial durante las luchas por la independencia. Así, descontextualizan y deforman estas frases al eliminar la primera y citar solo la segunda con lo que se quiebra y se deforma la secuencia de la lógica argumentativa martiana: hombre, o sea, humanidad, es el concepto clave y superior, que sintetiza las cualidades de cada grupo y de cada individuo; cubano —como cualquier otra nacionalidad— es para él un concepto incluido dentro del anterior. Recuérdese su frase, de similar sentido inclusivo, tantas veces citada: “Patria es humanidad”: Ver: Pedro Pablo Rodríguez: El negro y la africanía en el ideario de José Martí, Revista Temas, La Habana, octubre-diciembre de 2012, No. 72, p 101.

7 En Motivos de son (1930), Sóngoro cosongo. Poemas mulatos (1931), West Indies Ltd. (1934).

8 Para Paulo Freire, la problemática fundamental del oprimido y de la construcción de una pedagogía (hegemonía) a formular “con” él se centra en la “introyección” de los valores/intereses/necesidades de los opresores en su conciencia, lo que impediría la real percepción de la situación de subalternidad en la cual se encuentra y la toma de decisión en sentido opuesto: El gran problema consiste en cómo podrán los oprimidos, que han introyectado al opresor, participar en la elaboración, en tanto seres duales, inauténticos, de la pedagogía de su liberación. Solamente en la medida en que descubran que llevan en sí al opresor podrán contribuir al nacimiento de su pedagogía liberadora. Ver: Paulo Freire: Pedagogia do oprimido, Editora Paz e Terra, Río de Janeiro, 1984, p. 32.

9 Ver: Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, Presidente de la República de Cuba, en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la universidad, efectuado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 17 de noviembre de 2005. Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado, http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html

Fuente :

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=203471

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/kRuqxy5QU4J99GS233l3Mx7-JDIULYossFXRO_mNyyeGba9OmnQBNpieX9Xx_q15rWMtb0I=s85

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La enseñanza de la Filosofía Marxista en Cuba Pensar, hablar y obrar bien

Considero que de la mano del debate sobre los problemas de la enseñanza de la Historia, va la problemática de la Filosofía, la que impartimos y también la que no entregamos en nuestras escuelas, institutos y universidades. En la prensa y los medios cubanos no emerge este tema, y solo aparece tangencialmente en algunas publicaciones académicas. El esfuerzo de reflexión y de propuestas, que han realizado varios colectivos de profesores en las universidades de Las Villas y La Habana, en Ciencias Médicas y en otros centros e instituciones académicas, no ha contado con la promoción que la importancia del asunto reclama. Me interesa proponer este debate para acompañar, tanto los cambios positivos que en la enseñanza se han realizado desde el Ministerio de Educación, como las transformaciones en curso en la Educación Superior, y en particular las que atañen a las carreras de Marxismo e Historia. Es muy difícil y se corren innecesarios riesgos, cuando los cambios y las transformaciones se comienzan a hacer sin tener en cuenta el balance histórico de lo que nos antecede.

Un maridaje fallido

La relación problémica entre la Enseñanzas de la Historia y la de la Filosofía, tienen como punto de partida decisiones tomadas a principios de los años setenta del pasado siglo. Entonces la Filosofía que recién nacía como disciplina marxista en la universidad cubana, fue sustituida en nomenclatura y alcance, por el contenido manualesco en el que nos formamos buena parte de quienes hoy ejercemos la enseñanza y la labor de investigación social. Con la entelequia de apellido Marxista-leninista, no solo sufrió por reduccionismo la propia filosofía revolucionaria fundada por Carlos Marx y Federico Engels, sino que de hecho se fracturó la historia de la Filosofía y del pensamiento cubano, en negación del aporte trascendental de José Martí, y de las corrientes de pensamiento nacional revolucionario y socialistas, que con la impronta de Julio César Gandarilla, Alfredo López, Carlos Baliño, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena y Antonio Guiteras, se mantuvieron beligerantes durante el siglo XX, y que en buena medida articularon con el marxismo y el leninismo desde la tercera década del siglo, para fundar con el liderazgo de Fidel Castro Ruz, las bases ideoteóricas que hoy reivindican los documentos y acuerdos aprobados por el Partido Comunista de Cuba en sus dos últimos congresos del 2011 y el 2015, y en la Primera Conferencia Nacional del Partido del 20121. Precisamente el pensamiento de Fidel fue y es continuidad, y a la vez ruptura dialéctica de esa fértil tradición.

En el reinado de la Filosofía Marxista-leninista, se construyó un orden jerárquico que subordinó a la Historia y a las demás ciencias sociales. De ahí los énfasis crípticos en las aulas para enseñar y evaluar regularidades, causas y consecuencias de los procesos históricos, a costa de desdibujar y hasta perder la objetividad de los hechos y sus protagonistas. Tales decisiones en el orden historiográfico dieron la prioridad –casi la exclusividad- de concentrar los recursos, para atender solo a la historia que sustentaba la tradición del primer Partido Comunista de Cuba, historia robusta y heroica, sobredimensionada –y en tanto afectada en su incuestionable aporte-, por el errático propósito de silenciar y sustituir el hacer de la totalidad del movimiento histórico, de los partidos, organizaciones, instituciones, personalidades y circunstancias, confluentes o paralelas en la Cuba real. Tal situación tuvo como colofón el reducir la enseñanza, a la historia del movimiento obrero y comunista nacional e internacional.

Durante más de treinta años los fórceps dogmáticos gravitaron en el hacer pedagógico de la Historia y la Filosofía en la escuela y la universidad cubanas. La rectificación de tendencias y errores negativos a partir de 1985-1986 en tanto revolución profunda en el pensar y el hacer de la Revolución Cubana, criticó los fenómenos más visibles que afloraban en la educación cubana, pero no tuvo tiempo para más, en medio de la abrupta crisis económica que se precipitó en el país en 1990-1991, tras el derrumbe de la URSS, la implosión y la regresión capitalista en el otrora país de los soviets y en la totalidad de los países del socialismo europeo.

El IV Congreso del Partido Comunista de Cuba, celebrado en octubre de 1991, retomó el curso de prioridad a la tradición nacional, pero el hacer y el pensar dogmático enquistado en el cuerpo de la institucionalidad revolucionaria, posesionado en un sector burocratizado de sus directivos y funcionarios, y en cientos de cuadros medios y de base formados bajo su influencia, aún daría y da sus batallas retardarias, incluso a pesar de los lineamientos, objetivos y la plataforma teórico política, aprobados en los ya citados y recientes cónclaves partidistas.

Las tres capacidades de Demócrito

La formación del maestro y la maestra para el ejercicio de la enseñanza de la Filosofía requiere de un significativo número de requisitos pedagógicos y didácticos, y de dotar al futuro profesional de un grupo de herramientas teóricas que le permitan realizar con éxito su labor, entendida esta como un ejercicio de constante autoestudio y reflexión, orientado a los fines de una educación para la emancipación y transformación revolucionaria del hombre, la mujer y sus circunstancias. Para el perfeccionamiento de la formación del maestro y la maestra de Filosofía, debemos enfrentar al menos, tres problemáticas centrales, que por demás son de vieja data.

Se deben tener en cuenta las tres capacidades que en opinión de Demócrito (460-370 a. C), aporta la Filosofía: la capacidad de pensar, hablar y obrar bien2. La Filosofía es una forma peculiar y específica de conocer el mundo, pero es también una forma de ser y estar en, ante y para el mundo. Por tanto, la enseñanza de la Filosofía debe considerar esos aspectos característicos, que van más allá del ámbito epistemológico y se ubican en el nivel ontológico, y en lo axiológico, puesto que en la clase de Filosofía se ponen en juego concepciones de ser y formas del ser, así como los valores y las posibles valoraciones que el estudiante debe efectuar acerca de la naturaleza, la sociedad y de sí mismo. Esta necesidad pedagógica se manifiesta en:

  • El proceso pedagógico de la construcción del conocimiento científico.
  • La naturaleza del enfoque metodológico.
  • El protagonismo histórico-concreto, del profesor y el estudiante.

Pensar con el corazón

Una primera problemática de partida, está en que no se ha entendido suficientemente, que si bien el proceso de la construcción científico-filosófico, da prioridad al factor racional, a la lógica y el discurso de la ciencia filosófica; el proceso pedagógico de la construcción del conocimiento científico: la enseñanza y el aprendizaje de esa teoría, discurren por otro camino. Ya Vladimir Ilich Lenin en: «Acerca de algunas particularidades del desarrollo histórico del marxismo» (1910) sistematiza el valor de la teoría revolucionaria dividiéndola en dos partes necesariamente complementarias y conexas. Lo que el genial conductor refiere como la parte del materialismo histórico (la ciencia) y la parte que compete al arte político de intervenir en la lucha de clases y fundir el socialismo (la enseñanza y divulgación) en el seno del movimiento obrero.

Para Lenin: “La dialéctica del desarrollo histórico (del marxismo) ha sido tal, que en el primer período estaba a la orden del día la realización de transformaciones inmediatas en todos los aspectos de la vida del país, y, en el segundo, el estudio de la experiencia adquirida, su asimilación por capas más amplias, su penetración, si se puede expresar así, en el subsuelo… de las clases sociales” 3.

Se trata de un proceso eminentemente educativo, y en tanto a la par y primero que lo “racional”, la enseñanza como ciencia pedagógica, parte de lo ideológico, de lo ético, de lo praxiológico valorativo, lo que permite incentivar, mover y desarrollar el conocimiento científico y la inteligencia racional. “En la actualidad –definía Martha Martínez Llantada, nuestra más reconocida especialista en Filosofía de la Educación-, es imprescindible propiciar cambios conceptuales, procedimentales y actitudinales en el trabajo docente educativo, la importancia del clima del aula y los aspectos motivacionales son de vital importancia y la necesidad de un enfoque científico en su tratamiento se vuelve tarea de primer orden, si de verdad se quiere propiciar el desarrollo y enfrentar la educación a la altura de las exigencias del tercer milenio”4.

Se hace necesario partir desde la inteligencia emocional, la psicología colectiva, las circunstancias histórico-culturales, y las características personológicas de los sujetos del proceso, de los estudiantes y del maestro y la maestra, que en tanto educan, son educados. No son pocos los autores que de una forma u otra analizan, desde diversos puntos de vista esta problemática. Quizás el más conocido internacionalmente sea Paulo Freire (1921-1997), y en Cuba tenemos un maravilloso libro que se titula Pedagogía de la ternura, de la autoría de una pedagoga mayor Lidia Turner Martí, y la profesora Balbina Pita Céspedes5.

Pensar desde los principios

La  neutralidad no es posible en el oficio y en el acto educativo. El punto de vista del marxismo es el de la dignificación del ser de los explotados, excluidos y discriminados, el de los pueblos y los individuos en emancipación.

El marxismo primero que ciencia, es una ideología política de profundo contenido ético, al colocar en el centro de su pensar y hacer, los principios de la justicia, la honradez, la igualdad y la solidaridad, como condiciones de existencia de la dignificación, lo que se expresa de manera radical en la crítica a la depredación de la naturaleza y el medioambiente, a la explotación y dominación de unos hombres sobre otros, a la inmoralidad de los hombres que se convierten en lobos de otros hombres, a la indignidad de la explotación de la mujer en la pareja, la familia y la sociedad, a la maldad del racismo y de todas las discriminaciones, a la manipulación de sentimientos, en particular del sentimiento religioso de los pueblos.

En segundo lugar, por ser una ética del humanismo, posee un contenido estético, en tanto lo mejor del ser humano resulta una y otra vez, en explosión de sensibilidades que se afirman desde lo bueno en lo bello.

En tercer lugar, por ser una hermosa propuesta de significación, organización y realización de la vida social que se propone adelantar un reino de armonía y comunión con la naturaleza, de felicidad para todos y todas, resulta una propuesta que por más utópica que parezca, merece luchar por ella, merece dedicarle la vida.

En cuarto lugar, esta teoría justa, hermosa, que reclama todo nuestro entusiasmo y dedicación: es realizable. Resulta una posibilidad de presente y futuro posible, porque se sustenta en un sólido basamento científico, con demostrada capacidad para interpretar el mundo, intervenirlo y pronosticarlo.

Y lo más trascendental de esta teoría es, que a diferencia de todas las propuestas existentes, lo científico en el marxismo, no solo se valoriza “en la ciencia”, sino que existe para realizarse y preciarse en la práctica revolucionaria, lo que nos coloca en el punto de partida de lo ideológico y ético, y en consecuencia confirma la validez del camino del conocimiento pedagógico que proponemos. La comunicación desde la moralidad, la ética y la necesidad y belleza de la lucha revolucionaria, resulta mucho más rápida y convincente, por estar más cerca de las praxis de vida.

La expresión del enfoque didáctico que refiero está una y otra vez, en la lógica pedagógica de Fidel: Felicito a todos los que luchan, a los que no desisten jamás ante las dificultades; a los que creen en las capacidades humanas para crear, sembrar y cultivar valores e ideas; a los que apuestan por la humanidad; ¡a todos los que comparten la hermosa convicción de que un mundo mejor es posible!”6

Pensar con modestia

Se busca hoy una filosofía clara, que concilie todas las fuerzas, que no tenga la soberbia de la infalibilidad”7, recomendaba José Martí. Lenin siempre criticó como uno de los principales males, el engreimiento de los comunistas, y es que querámoslo o no, siempre habrá una cuota de vanidad y petulancia, cuando nos comunicamos con quien no sabe, quien duda, o tiene otro punto de vista, desde la afirmación de la pretendida cientificidad y la superioridad del marxismo. Esa postura nos crea barreras a veces infranqueables.

Proclamarse “marxista” no otorga por generación espontánea sabiduría. Hay que estudiar muchísimo y obrar bien, porque de muy poco vale el estudio si no se le emplea en acciones concretas.

Es imprescindible la modestia. Siempre vamos a estar lejos del dominio que realmente necesitaríamos para solucionar con conocimiento y profesionalidad pedagógica, cada uno de los muchos retos que se abren en un debate filosófico, más en la medida que nos acerquemos a la búsqueda de soluciones prácticas a problemas concretos. No conocemos toda la teoría creada por los fundadores y sus más brillantes continuadores, somos hombres normales y ellos fueron genios. De ahí el valor del trabajo colectivo. No se equivocó el General de Ejército Raúl Castro Ruz, cuando afirmó que el más genuino sustituto de Fidel es el Partido. Comunista de Cuba.

Formar en la cultura de la inteligencia de masas, resulta un objetivo decisivo, en el que el debate filosófico tiene un lugar no despreciable. Y es que la labor colectiva es tan importante por el resultado que promueve las fortalezas, como en la trascendencia ejemplarizante del hecho colaborativo en sí mismo.

Además de modestia, para romper con las resistencias y el no saber de los sujetos de nuestra práctica docente, se necesita de paciencia y tolerancia. Si además pretendemos enseñar Filosofía, y ganar para el marxismo a esos interlocutores, el hacer pedagógico y didáctico precisa de una alta y eficaz suma de delicadezas y calidades inteligentes, del logro de la máxima atención por la vía del compromiso y la autodisciplina, necesita tiempo y condiciones para el aprendizaje personalizado. Si preparamos y realizamos en la clase de Filosofía las acciones instructivas y educativas que refiero, estaremos también abriendo el proceso a las diversidades, las inteligencias, los talentos y los muchos saberes presentes. La clase de Filosofía puede aspirar a ser el ágora pedagógica donde se comparte y aprende, donde se estimule la especulación y la duda, y el error no abochorne ni “preocupe”, pues unos y otro acompañan la construcción de las certezas.

Pensar en el compañero

La clase de Filosofía Marxista es para los que saben que no saben, y quieren aprender en ejercicio de sus conocimientos y reto a sus valores humanistas. Incluso la clase puede ser también para los que estén ganados por los postmodernos-viejos prejuicios antimarxistas, y los nihilismos y eclecticismos en boga. Con la sencillez de la sabiduría, Isabel Monal, la figura más importante de la Filosofía marxista cubana contemporánea, explica: Hoy vemos todavía a muchos compañeros negar el marxismo o ignorarlo. Creo que es un grave error. Y muestra, entre otras cosas, una incomprensión de lo que realmente ha ocurrido en el mundo. Hoy no se puede ser revolucionario si no se es antiimperialista, y el marxismo y el leninismo es la única concepción que ofrece una interpretación y comprensión del fenómeno imperialista contemporáneo: un arma tremenda de lucha”8. Insisto en fijar el concepto y el método que refiere la profesora Monal: Concepto, de compañeros que todavía no han entendido… Y compañero es un concepto muy distinto al término demoburgués de “ciudadano”, con sus esencias ya prostituidas por la dictadura implacable del capital. El término compañero es una conquista epistemológica del movimiento socialista y comunista: Hablamos de nuestro camarada, hermanado en derechos y deberes democráticos, en tareas, aspiraciones y retos comunes dentro de la Revolución.

Mientras la docencia esté organizada para “vencer” contenidos, y el dictado del discurso sabio y profesoral sea lo prevaleciente, no avanzaremos en la aspiración de lograr una enseñanza eficiente de la Filosofía Marxista. Podemos desplegar toda una batería de “métodos activos”, mejorar la calidad de la clase, la comunicación y el rendimiento, pero no alcanzaremos trascender la disciplina escolar, en el objetivo de convertir la Filosofía revolucionaria en convicción profunda y el ejercicio de filosofar en recurso, en arma de lucha para la actuación y vitalidad social de cada alumno y alumna, de los estudiantes.

La clase no se piensa y realiza por el profesor solo para cumplir un programa, ni para aprender a prender Filosofía. Tengo la opinión y al menos mi práctica como maestro me lo ha confirmado, que lo primero a lograr está en trabajar con el criterio de que nuestros interlocutores antes, durante y después de la clase, son NUESTROS COMPAÑEROS. Y no les vamos a dar y evaluar en clase “contenidos”, los vamos a dotar de herramientas teóricas para pensar, hacer y defender la emancipación en la Revolución martiana y socialista.

Pensar, hablar y obrar bien

No me siento responsable de los errores pasados. También pienso que yo no lo hubiera hecho mejor. Como hombre agradecido estoy muy comprometido con el esfuerzo de todos los que con desaciertos incluidos, hicieron posible que llegáramos hasta aquí. Pero ya en el hoy, nada puede justificar que no pongamos en acción lo aprendido, tanto en política como en ciencia. Y asumo por cada hora de no obrar bien, crece nuestra responsabilidad.

Desafortunadamente en el caso que nos ocupa, no todos los que se adentran en la crítica, para buscar soluciones, reparan en la infertilidad y trascendencia negativa que tuvo y aún tiene, el maridaje que se produjo entre el filosofismo dogmático y el historicismo sectario. Me refiero a los que buscan soluciones, porque abundan bastante los eternos adoradores de la mujer de Lot, los patriotas oficiales, y los que intentan militar a la izquierda de la izquierda revolucionaria, a unos los caracteriza el escudo de la desconfianza, a otros el creerse que ellos son la historia misma, y todo lo pasado fue un “imperdonable” error. Coinciden en el inmovilismo de buscar culpables, en repetirse y auto flagelarse continuamente. Les es crónica la falta de confianza en las potencialidades humanistas, en los valores y la inteligencia creada por la Revolución. En estos compañeros abunda el no implicarse personalmente en acciones concretas en la profundidad y cotidianidad del movimiento social cubano. Con unos y otros no van a avanzar en lo inmediato y mediato las tareas del perfeccionamiento de la enseñanza de la Filosofía y de la Historia

De urgencias importantes vivimos, y si queremos avanzar las soluciones, hay que tomar no uno –la enseñanza de la Historia en este caso-, sino todos los toros por sus cuernos, aún a riesgo de las cornadas que provocará nuestra impericia, y en su accidente o defecto, la probable ingratitud de los hombres que -como lo predijo Martí-, siempre asecha cuan miseria perversa en la vorágine del acontecer humano. Quienes somos maestros, por demás, no podemos dejar pasar un solo día sin hacer pedagogía, historia y filosofía para el cambio, pedagogía de y para la Revolución: martiana, marxista, leninista, fidelista. Enseñar y estudiar. Educar y educarnos.

Notas:

1 El Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba se celebró en la Ciudad de La Habana, entre los días 16 y 19 de abril de 2011. El séptimo también se realizó en La Habana entre el 16 al 18 de abril de 2016. La Primera Conferencia Nacional del Partido se realizó en La Habana los días 28 y 29 de enero del 2012.

2 Según Sexto Empírico (IX, 24), Demócrito creía, como otros pensadores, en tres principios: pensar bien , bien hablar y obrar bien. Ver: José García López: La religión griega, Ediciones AKAL, 1975, p 2373 Ver: V. I. Lenin: “Acerca de algunas particularidades del desarrollo histórico del marxismo». Ver: V. I. Lenin: “Acerca de algunas particularidades del desarrollo histórico del marxismo«. En: V. I. Lenin, Marx Engels. Marxismo Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1980, p 321-27.

4 Martha Martínez Llantada: “Vigencia de la Filosofía martiana de la educación ante las demandas del siglo XXI», Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona”, La Habana, 2009 (Centro de Documentación Pedagógica. Documento inédito), p 11-12

5 Ver: Lidia Turner Martí, y Balbina Pita Céspedes: Pedagogía de la Ternura. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2002.

6 Ver: Fidel Castro Ruz: “Discurso pronunciado por el Presidente de la República de Cuba Fidel Castro Ruz, en ocasión del aniversario 45 del triunfo de la Revolución Cubana, en el teatro «Carlos Marx», el 3 de enero de 2004”, http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2004/esp/f030104e.html

7 José Martí: Escenas mexicanas, México. 21 de septiembre de 1875. En: Obras Completas. Editorial Nacional de Cuba. La Habana, 1963, Tomo 6, p. 332

8Ver: Paquita Armas Fonseca: Isabel Monal: una autoridad política, La Jiribilla, La Habana, Año V, 28 de octubre-4 de noviembre del 2006, http://www.lajiribilla.co.cu/rss/dossier.xml

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Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=219501

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