Un Estado presente en el sistema educativo

Por: Gabriel Sánchez Zinny.

El director de Educación de la Provincia de Buenos Aires compara la actual gestión con la anterior.

Hace unos días recorriendo una escuela en Quilmes la directora me dijo “la gran diferencia es que a ustedes realmente les importa”, y creo que esta frase describe acabadamente las políticas de María Eugenia Vidal enfocadas en el sistema educativo.

Muestra la diferencia de los últimos tres años y medio, donde realmente se priorizó la política educativa y el Estado volvió a hacerse cargo, dejando atrás tantos años de abandono y desidia. ¿No era acaso abandono que no existiera un presupuesto de infraestructura escolar o que la mitad de los chicos se fueran del secundario sin que hubiera programas para remediarlo? ¿No era abandono que no se supiera la cantidad de alumnos que estaban en las escuelas, y muchos menos si aprendían o no? ¿No era abandono que los comedores solo funcionaran en algunas escuelas, y que si bien la ley lo imponía, no se construyeran aulas para que todos los chicos de 4 y 5 años accedieran al nivel inicial?

Nos hemos animado a dar debates que en el mundo se venían dando hace años, como la importancia de evaluar para poder enfocar las políticas educativas en quienes más desafíos tienen, entendiendo al sistema de calificaciones como una herramienta vinculada a los aprendizajes y no a una idea de estigmatización como era vista por la anterior gestión provincial.

Hemos decidido mirar de frente los problemas y asumir la responsabilidad de dar respuestas, con políticas educativas enfocadas en los verdaderos protagonistas del sistema educativo: los alumnos.Porque cuando llegó la gobernadora Vidal a la Provincia, nos encontramos con un Estado indiferente, que poco hacía con los estudiantes que no aprendían lengua y matemática, con diseños curriculares sin actualización, con jubilaciones que demoraban años, con procedimientos administrativos que les restaban tiempo a los directores de escuelas y con escasos concursos y capacitaciones para los

Para ocuparnos de lo importante pero también de lo urgente, comenzamos por contarles a los bonaerenses, a los padres, a los ciudadanos, con datos precisos realidades que antes se escondían: aprendizajes, analfabetismo, infraestructura, desafíos de retención en secundaria y más de 3 millones de adultos sin estudios obligatorios completos en la Provincia.

Así fue como mientras actualizamos los diseños curriculares de inicial y primaria para que los chicos puedan aprender con contenidos modernos, también nos preocupamos por los jóvenes que abandonaban la secundaria y les propusimos un formato más atractivo con aprendizajes basados en proyectos y con profesores que acompañaran más de cerca sus trayectorias.

Mientras llevamos robótica y tecnología a todas las primarias y jardines para que desde temprana edad los chicos puedan prepararse para los desafíos del futuro, logramos mediante ley que entre 40 y 50% del Fondo Educativo que reciben los municipios fuera a las escuelas, lugar a donde siempre deberían haber ido.

Así fue como, con una inversión que supera los 30 mil millones de pesos, realizamos más de 8 mil intervenciones y construimos 134 escuelas nuevas y 366 aulas, generando 40 mil nuevas vacantes para el nivel inicial.

Las políticas socioeducativas eran fuertemente difundidas por el Gobierno anterior, pero la realidad era que las orquestas no tenían instrumentos y los docentes cobraban cada seis meses. Lo mismo pasaba con los comedores escolares, que sólo funcionaban en algunas escuelas, no había auditorías ni controles y se pagaba a los proveedores cada ocho meses. En el 2017 se universalizó el desayuno y la merienda para todos los alumnos de jardín y primaria y se triplicó la inversión, lo que permitió que se incluyeran al menú frutas, cereales y lácteos para todos los estudiantes.

La inclusión es un eje central dentro de las políticas educativas, por lo que trabajamos con propuestas y resoluciones para que los estudiantes con discapacidad puedan inscribirse en las escuelas que elijan teniendo garantizado su título secundario en igualdad de condiciones. También nos acercamos a los barrios más vulnerables con propuestas artísticas y deportivas para que después de clase los chicos puedan tener un espacio que los ayude a fortalecer sus aprendizajes.

Pero tal vez la innovación más importante que hicimos en estos años fue priorizar a la escuela pública, y no sólo en un acto declamativo como ocurría en el pasado, sino con hechos, con la verdad, con más inversión y con un estado presente que decidió hacerse cargo.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/presente-sistema-educativo_0__tyCJc3bR.html

Comparte este contenido:

Para el nuevo mundo, nueva educación

Por Gabriel Sánchez Zinny

La desconexión entre las capacidades y habilidades de los jóvenes y la demanda laboral sigue creciendo, tanto en países desarrollados como en los que están en vías de desarrollo. En América latina la tasa de desempleo entre los 18 y 24 años es de aproximadamente el 17%. En un reciente reporte del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET), realizado con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), sectores importantes de la economía argentina como el automotor, la construcción y el metalmecánico expresaban la dificultad de encontrar personal con las capacidades necesarias para desempeñarse en la industria del siglo XXI.

A su vez, directores y docentes de todo el país, particularmente de escuelas técnicas e instituciones terciarias, expresan la necesidad de actualizar los contenidos y perfiles curriculares, y que las instituciones educativas deberían ser más atractivas para los estudiantes, que las siguen abandonando (en algunos casos, más de la mitad de los que ingresan). Como decía un profesor de tecnología: «La vida de un joven en la escuela se parece muy poco a lo que vive en su vida cotidiana. Casi todos los chicos tienen un teléfono inteligente, ven constantemente videos y contenidos en WhatsApp… No logramos mantenerlos interesados».

Esta realidad se percibe todavía más en los institutos terciarios y en las universidades: están muy lejos de las demandas laborales, con carreras largas en años y horas, y poco relacionadas con las competencias y los escenarios del dinámico mundo productivo de las próximas décadas. Además no ponen el énfasis en habilidades socioemocionales, sino en otras que rápidamente se vuelven obsoletas en la actual economía del conocimiento.

En muchos países se ve la expansión de una formación basada en competencias -el mismo fenómeno ocurre en el reclutamiento de las empresas- más que en títulos formales y certificaciones. Sin embargo, el debate y consenso sobre estos temas parece mucho más avanzado que la realidad, tal vez porque la mayoría de las empresas sigue priorizando los títulos como base para las entrevistas. Es más seguro y sencillo tomar personal sobre la base de su título universitario como garantía de habilidades para un trabajo.

La apertura de la economía argentina al mundo y la mayor incursión de la tecnología en todos los sectores convierten estos desafíos en más acuciantes para los jóvenes en edad escolar, pero también para los que actualmente están trabajando. El Ministerio de Educación, junto con el de Trabajo, tiene un importante rol para garantizar las capacidades y habilidades necesarias a todos los que llegan al mercado laboral. Pero sin perder de vista que en las próximas décadas la educación formal será en tramos cortos pero continuos, muchas veces durante toda la vida, ya sea para actualizarse en algunas competencias y conocimientos o para adquirir otros, debido a que un sector o industria se ha transformado.

En este sistema de educación y trabajo, basado en la necesidad de seguir capacitándose toda la vida, hacen falta muchos más actores que los que existen hoy en la Argentina. El Estado debe asegurar que todos tengan estas oportunidades, y becar a quienes no puedan recibir formación profesional y reentrenamiento; pero también se requiere el aporte de gremios, empresas privadas y organizaciones de la sociedad civil, e instituciones terciarias y universitarias más modernas, que logren adaptarse a estas nuevas realidades.

La tecnología en el sistema educativo, muy escasa a todos los niveles, tiene un importante rol que jugar, al conectar competencias demandadas por el sector laboral con carreras terciarias y universitarias. Así se ayudará al joven a tomar sus decisiones de estudios sobre información transparente, que complemente su vocación e intereses individuales. A su vez, la tecnología puede ofrecer información a cada individuo sobre sus capacidades personales, sobre las demandas del mundo socioproductivo y los estudios necesarios para combinar ambas, y tener así un camino de desarrollo profesional más definido.

Así lo expresa Ryan Craig, autor del libro College Disrupted. The Great Unbundling of Higher Education: «Cerrar la brecha de capacidades, terminando la monocultura de los títulos, tanto desde la educación como desde la empresa, promoviendo una cultura de estudios más cortos, respetados y caminos menos costosos hacia empleos de valor agregado, es el desafío de nuestros tiempo».

Director ejecutivo del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET)

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1977768-para-el-nuevo-mundo-nueva-educacion

Imagen: radio.uchile.cl/wp-content/uploads/2016/09/Liceos-Tecnicos-1.jpg

Comparte este contenido:

¿Por qué no mejora la educación en América Latina?

Por: Gabriel Sánchez Zinny

 

Hay preocupación por el estancamiento de la calidad de la educación en demasiados países de América Latina.

Esto es un problema importante en una economía globalizada, donde las recompensas van a parar a los trabajadores mejor cualificados y más productivos, y donde se le da más importancia que nunca a la educación de alta calidad.

¿Pero cómo medimos la calidad de la educación en América Latina respecto a estándares globales si no hay voluntad para participar en las pruebas internacionales? ¿Cómo podrán los potenciales reformadores comparar los resultados más allá de las fronteras?

Entre las comparaciones más reconocidas globalmente está la prueba PISA -el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes- que realiza cada tres años la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Estudiantes de ChileChile es el país latinoamericano con mejor posición en el ránking del informe PISA.

En América Latina, los ránking regionales de estos tests internacionales realizados a jóvenes de 15 años en matemáticas, lectura y ciencia están encabezados por Chile, por encima de potencias económicas como Brasil y México.

La mayoría de los países de la región está en un lugar bajo de la lista.

Ausencia en las pruebas

Parte del recelo de muchos países latinoamericanos hacia este tipo de listas puede ser un temor a ser comparados con líderes mundiales en educación como Finlandia y Japón.

Incluso Chile, el país de la región más alto de la lista PISA, está considerablemente por debajo de la media en estos tests, que queda marcada por países como Reino Unido y Francia.

Pero el examen PISA ha generado también bastante controversia por su metodología y diseño, generando dudas –algo común en muchos exámenes estándar- sobre si mide de forma adecuada la calidad de la enseñanza. O por el hecho de que no captura de forma real la diversidad de contextos de unos sistemas de educación tan dispares.

Estas inquietudes se reflejan en el hecho de que menos de la mitad de los países de América Latina participa en la prueba.

Pero hay otros exámenes que pueden ofrecer una escala global de evaluación: el Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo de la Unesco (Terce) cubre una parte más extensa de la región.

El Terce evaluó 15 países incluyendo Brasil, México, Argentina y Colombia, así como participantes más pequeños como Costa Rica, Honduras, Guatemala, República Dominicana y Uruguay.

Educación en América Latina

La prueba de la Unesco evalúa a estudiantes de países como Guatemala en comparación con estándares internacionales.

La evaluación tiene también un margen más amplio que PISA, al estudiar a menores en diferentes fases de desarrollo -con edades de 8 y 11 años- y considerar el contexto de cada escuela.

Lo que Terce halló fue motivo de prudente optimismo: su comparación entre la última evaluación en 2006 y el presente mostró una mejora modesta pero extendida en la mayoría de los países latinoamericanos.

Estos ránkings fueron también liderados por Chile, seguido de Costa Rica y Uruguay.

Pero también permitieron una comparación con países ausentes de la prueba PISA, como Guatemala y Paraguay, que aparecen en la mitad más baja de los resultados de la prueba Terce.

Quedándose atrás

Pese –o quizá debido- a la controversia circundante, estas pruebas ya cumplieron un propósito importante.

Estudiantes con profesor.

La masiva expansión del acceso a la educación en la región no es suficiente sin una mejora equivalente en calidad.

Más allá de sus carencias, pusieron la atención en el hecho de que la masiva expansión del acceso a la educación en la región, una gran victoria en sí misma, no es suficiente sin una mejora equivalente en calidad.

Los legisladores ya no pueden ignorar la realidad de que incluso los países con mejor desempeño en América Latina, mucho menos los medios, están muy lejos del mundo desarrollado y muy lejos del lugar donde necesitan estar para competir en la economía global.

Como resultado, la demanda por una mejor educación crece desde abajo hacia arriba, conforme estudiantes, padres y grupos de la sociedad civil se van haciendo más conscientes de cómo sus escuelas se comportan respecto a los estándares internacionales.

No es sólo inversión

Las comparaciones internacionales también aportaron una lección necesaria: que una mayor inversión sola no puede resolver problemas de educación

Educación en América Latina

Un estudiante de Honduras o Paraguay compite por un trabajo con licenciados de Singapur y Corea del Sur.

Los sistemas de educación de América Latina se gastan casi tanto como la media de los países de la OCDE, donde algunos invierten hasta el 6% del Producto Interno Bruto (PIB), mientras producen resultados deslucidos.

En algunos casos se necesita más financiación pero, sin un enfoque riguroso y enfocado para asegurar que se utilizará bien, el dinero adicional puede que sea desperdiciado.

Es por eso que se necesita una nueva conversación en América Latina, que se centre en maneras innovadoras para mejorar la calidad, y de forma rápida.

Una oleada de nuevos actores -emprendedores sociales, negocios privados, fondos de inversión, fundaciones y grupos activistas- está tomando el liderazgo en la adopción de nuevas pedagogías, tecnologías y reformas estructurales en sus sistemas de educación.

Y proyectos como PISA y Terce ayudan a poner estos temas en primera línea en la agenda política pública.

La siguiente generación de estudiantes tiene poco tiempo que perder.

Fuente: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/04/150409_economia_educacion_en_america_latina_finde_bd

Comparte este contenido:

Hacia una transición escuela. Trabajo con mayor inclusión

Por: Gabriel Sanchez Zinny

Las brechas entre educación y trabajo alcanzan a miles de jóvenes y adultos en edad productiva

BUENOS AIRES (Gabriel Sánchez Zinny*) ─ La participación de personas con discapacidad en el sistema educativo sigue siendo muy baja en nuestro país. Los índices de empleabilidad, a su vez, indican que este déficit educativo conlleva una deuda en términos de inclusión que debe llevarnos de la reflexión a la acción. Las escuelas y centros de formación técnico profesional tienen la oportunidad de liderar el diseño de una oferta educativa inclusiva que facilite las condiciones para achicar la brecha y acercarlos al mundo del trabajo.

De acuerdo a datos del INDEC, más de 5 millones de argentinos han manifestado tener una dificultad o limitación permanente. A pesar de que alrededor de la mitad de ellos pertenece a la población económicamente activa, según datos del Ministerio de Salud publicados en el Anuario Estadístico Nacional sobre Discapacidad sólo el 11% tramitó un Certificado de Discapacidad mientas que el 88% no trabaja. La trayectoria educativa de este segmento poblacional no puede leerse aisladamente de este resultado: según consta en el mismo informe, un cuarto no terminó la escuela primaria, más del 40% no cuenta con título secundario y solo el 15% llego a la universidad o nivel terciario, aunque apenas un 5% logro graduarse.

La opción por modalidades educativas que acercan a los alumnos al mundo del trabajo, en particular, también es baja. Los Talleres de Educación Integral, dependientes de la modalidad de Educación Especial, se reparten en 836 instituciones que albergan a más de 31.000 alumnos con discapacidad. Por su parte, las estadísticas sobre educación técnica solo recientemente incorporaron la variable inclusiva en las mediciones. De allí surge que en 2015 solamente en los Centros de Formación Profesional, asistían 4.000 cursantes con esta condición.

Las brechas entre educación y trabajo alcanzan a miles de jóvenes y adultos en edad productiva. Los desafíos son muchos y llevan largo tiempo, pero hemos empezado a dar algunos pasos para superarlos. En particular, desde el Ministerio de Educación de la Nación, en coordinación con el INET y Educación Especial, se está trabajando sobre el Programa de Educación para el Trabajo y la Inclusión Social (PRETIS) con el objetivo de desarrollar los ejes estratégicos necesarios para que en forma gradual y escalonada, estos jóvenes y adultos puedan desarrollar las capacidades necesarias para alcanzar una rápida inserción laboral.

El Proyecto trabaja con una mirada integral sobre 4 ejes: el fortalecimiento institucional de los propios centros educativos, destinado a remover los obstáculos culturales y actitudinales que dificultan la inclusión; el fortalecimiento de las trayectorias educativas a través de certificaciones, mejoras de equipamiento, o talleres; la promoción de igualdad de oportunidades, por medio de becas, dispositivos de apoyo específicos para los alumnos con discapacidad, el desarrollo de material de apoyo y también la facilitación de traslados; y finalmente la mejora en las posibilidades mismas de inclusión laboral de los alumnos, a través de acuerdos con el sector productivo o el diseño de programas de prácticas profesionalizantes.

Con ello aspiramos a que más personas son discapacidad puedan acceder a una sólida formación profesional y una estrecha vinculación con el mundo del trabajo, que les permite emplearse, y desarrollar sus habilidades y capacidades. Una escuela integrada es una mejor escuela para todos los alumnos, y lo mismo sucede con el ambiente laboral. Numerosos estudios muestran que cuando se incluyen las personas con discapacidad, es mejor el resultado que se logra en el mundo socio-productivo.

Es un desafío que asumimos pero que no podremos ni queremos encararlo solo desde el Estado. Pensar una cultura inclusiva, en la que nadie quede marginado o excluido, requiere de la participación y la construcción colaborativa de todos los actores sociales. Sabemos que todos los alumnos pueden tener experiencias de éxito en sus aprendizajes. Es hora de que el Estado en sus distintos niveles, pero también el sector productivo, la matriz de organizaciones sociales, la escuela y las propias comunidades aporten su mejor esfuerzo para saldar esta deuda con un segmento de la población que tiene mucho para aportar al desarrollo del país. (Director del Instituto Nacional de Educación Tecnológica – INET)

Fuente:http://www.elintransigente.com/sociedad/2016/9/12/hacia-transicion-escuela-trabajo-mayor-inclusion-402082.html

Comparte este contenido: