Por: Gonzalo Casino
Sobre la ciencia como método intelectual y su difícil aplicación en otros ámbitos
¿Qué es la ciencia?, se preguntaba George Orwell en 1945, en un artículo en el semanario británico Tribune, a propósito de la utilidad de extender la educación científica a la población y, a la vez, de implicar más a los científicos en los asuntos públicos. Con su habitual agudeza, apuntaba que la palabra ciencia se usa al menos en dos sentidos, según la conveniencia, y que el saltar del uno al otro enturbia el debate. Por un lado, designa las ciencias naturales y exactas, como la química y las matemáticas; y, por otro, “un método intelectual que llega a resultados verificables razonando en modo lógico a partir de los hechos observados”. Aunque para los científicos y personas instruidas la ciencia es antes que nada una manera crítica de pensar y comprender el mundo, el común de la gente asimila la ciencia con las disciplinas experimentales. Según Orwell, esta confusión es, en parte, deliberada y corporativista, pues promueve la preeminencia de los científicos para razonar y opinar con mayor fundamento, incluso sobre asuntos ajenos a las ciencias, evitando de paso que cualquiera que despliegue un pensamiento racional, metódico y crítico sea considerado científico.
Contra lo que algunos puedan creer, la ciencia es una forma de comprender el mundo radicalmente antidogmática, incierta y provisional
Mucho ha llovido desde los tiempos de Orwell, incluyendo lluvias radiactivas y ácidas. En este tiempo se ha despertado la conciencia social sobre los peligros de algunas aplicaciones del conocimiento científico y ha cambiado la imagen social de la ciencia (entre otras cosas, la medicina, que no es una ciencia, ha desbancado a la física del imaginario científico popular, y las aplicaciones tecnológicas han sido aupadas a los altares del progreso). Con todo, el prestigio de la ciencia sigue siendo considerable y hasta es posible que haya mejorado la educación científica. El auge de las ciencias sociales, desde la economía a las “ciencias de la información”, ha contribuido a ampliar el espectro de los hombres de ciencia, aunque en el imaginario popular la bata blanca, asociada a los trabajos de laboratorio y las ciencias de la salud, sigue siendo un poderoso fetiche. Sin embargo, no está claro que la ciudadanía tenga un conocimiento claro de qué es la ciencia y mucho menos que el pensamiento crítico y científico se haya impuesto al pensamiento mágico y que su enseñanza esté en consonancia con el prestigio social de la ciencia. Si la ciencia es realmente un método y una disciplina de pensamiento, la educación y divulgación científicas deberían incidir más en el pensamiento crítico.
La competencia científica de un investigador no garantiza que sea capaz de desplegar un pensamiento crítico y racional fuera del ámbito de la ciencia
Contra lo que algunos puedan creer, la ciencia es una forma de comprender el mundo radicalmente antidogmática, incierta y provisional. Esto es algo que intuyó antes que nadie Anaximandro de Mileto, en el siglo VI a. C, según explica Carlo Rovelli en su libro El nacimiento del pensamiento científico. Como señala este físico teórico, la ciencia es una búsqueda continua de la mejor manera de explorar y de pensar el mundo, una aventura intelectual que cuestiona continuamente lo que se conoce para ofrecer respuestas cada vez mejores. Son tantas las disciplinas científicas y tan variado el abanico de métodos, que resulta complicado ofrecer una definición breve y precisa de la ciencia, incluso para los profesionales. Pero en el núcleo mismo de esta forma de conocimiento, radicalmente diferente del religioso y del artístico, está sin duda el pensamiento crítico. Hoy, como en los tiempos de Orwell, la competencia científica de un investigador no garantiza que sea capaz de desplegar un pensamiento crítico y racional fuera del ámbito de la ciencia. En este sentido, el pensamiento de George Orwell sigue siendo mucho más crítico y científico que el de muchos investigadores de bata blanca cuando razonan sobre asuntos políticos y sociales.
Fuente: https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=93014