Cinco desafíos de desarrollo sostenible para 2021

La recuperación verde de la covid-19, la resistencia a antibióticos y la pobreza extrema son algunas de las cuestiones que pondrán a prueba el liderazgo de los países este año.

El año 2020 batió récords en materia de desastres naturales, salud global y emergencias humanitarias, empujando a líderes de los cinco continentes a comprometerse con un futuro más sostenible y equitativo. Estos son cinco de los desafíos sobre los que los poderes políticos y económicos tendrán que actuar, y rendir cuentas, en este recién estrenado 2021.

1. Recuperación verde de la covid-19

Pandemias emergentes como la covid-19, el ébola, VIH, SARS, MERS no son hechos aislados, sino que forman parte de una tendencia. Las enfermedades humanas de origen animal, llamadas zoonosis, son fruto de la destrucción creciente de los ecosistemas naturales, el tráfico ilícito de animales salvajes y la ganadería industrial mal gestionada, que aumentan el contacto entre especies y las posibilidades de que un patógeno acabe pasando de una a otra. Durante la Cumbre de Biodiversidad de la ONU en septiembre, la Unión Europea se sumó a líderes de los cinco continentes para comprometerse con una recuperación económica verde de la pandemia y abordar la salud animal, humana y de los ecosistemas naturales de forma coordinada, un enfoque conocido como One Health (Una Salud)En mayo, los países negociarán la hoja de ruta sobre biodiversidad para la próxima década, parecida al Acuerdo de París sobre el clima. Por este y otros motivos, 2021 será un año para seguir de cerca cómo lo están haciendo la UE, España y el resto de Gobiernos nacionales y subnacionales que se han comprometido a restaurar el equilibrio entre las personas y el planeta que las sustenta.

2. Punto de inflexión para el clima

Hasta la fecha, 126 países han anunciado planes de neutralidad de carbono, o sea, de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero. Sin embargo, los países del G20 están destinando un 50% más en incentivos fiscales para combustibles y sectores altos en carbono que en energías limpias, alertó este diciembre el secretario general de la ONU António Guterres durante la Climate Ambition Summit 2020Según un informe de ONU Medio Ambiente, los confinamientos por la covid-19 han tenido un impacto insignificante en la lucha contra la crisis climática. El mundo sigue rumbo a un aumento catastrófico de más de 3 °C este siglo, pero hay esperanza si los Gobiernos y el sector privado dan un golpe de timón. Crear estímulos económicos con el clima en mente puede reducir en hasta un 25% las emisiones previstas para 2030, evitando los peores efectos del calentamiento global. Pero hay que hacerlo ya.

3. La epidemia de la resistencia a antibióticos

El nuevo coronavirus amenaza con acelerar el desarrollo de la resistencia microbiana a los fármacos a nivel global. Uno de los motivos es el uso de antibióticos de amplio espectro a gran escala para prevenir co-infecciones bacterianas, aunque estas solo se acaben dando en una pequeña parte de los casos. La resistencia a fármacos ya causa 700.000 muertes al año y, antes de la covid-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) preveía que alcanzase los 10 millones en 2050. Por todo ello, los expertos llaman a distribuir de forma rápida y equitativa las vacunas del nuevo coronavirus y a invertir en el desarrollo de nuevos antimicrobianos, además de combatir el uso inadecuado de antibióticos en las personas y el ganado. El objetivo: pasar a la acción contra la que podría convertirse en la primera causa de muerte en solo 30 años.

4. Acción humanitaria bajo presión

El año ha llegado a su fin con un último récord: 235 millones de personas necesitarán ayuda humanitaria y protección para sobrevivir en 2021, un 40% más que en 2020. Según el responsable de emergencias de la ONU, Mark Lowcock, el aumento se debe “casi por completo a la covid-19”, que viene a sumarse a los impactos de la crisis climática y a una serie de conflictos enquistados, como el de Yemen, y emergentes, como los del norte de Etiopía y Mozambique. Este diciembre, la organización pidió 35.100 millones de dólares para cubrir las necesidades humanitarias en 2021, frente a los 28.800 solicitados para atender a 168 millones de personas en 2020. Sin embargo, las donaciones de los países suelen quedar cortas: en el último año, los 17.300 millones de dólares aportados solo dieron para ayudar a 98 millones de personas. ¿Cómo responderán ahora los países donantes, absorbidos por las crisis sanitaria y económica dentro de sus propias fronteras? ¿Y cómo transformará la covid-19 la distribución de la ayuda humanitaria?

5. Cuenta atrás para los ODS

En 2020 empezó la cuenta atrás para alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) de la ONU, fijados para 2030. Luego llegó la pandemia. Según la ONU, esta ha causado el primer aumento de la pobreza global en décadas, con 71 millones de personas afectadas por la miseria extrema en 2020, y se prevé cerrar el año con 270 millones de afectados por la inseguridad alimentaria aguda, un 82% más que antes de la crisis sanitaria. Entre los países en riesgo inminente de hambruna este 2021 están Sudán del Sur, Yemen, Burkina Faso y el noreste de Nigeria. Entre otras cuestiones, también se prevé que, en África subsahariana, las muertes por malaria se disparen un 100% debido a las cancelaciones de servicios durante la pandemia.

Un colectivo que sale especialmente damnificado son las mujeres y niñas: en algunos países, el confinamiento ha conllevado aumentos de hasta el 30% en los casos de violencia machista. El despliegue masivo de la vacuna podría ayudar a reconducir algunas de las estadísticas, pero 2021 será un año de incertidumbre para muchas otras.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2021-01-05/cinco-desafios-de-desarrollo-sostenible-para-2021.html

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Igualdad de datos para la igualdad de género

Por: Glória Pallarés

Una corriente global promueve más y mejores datos sobre mujeres para avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

 Algunos datos no cuentan toda la verdad y otros cuentan, incluso, mentiras. La infravaloración de las mujeres —de sus actividades y prioridades— en cada aspecto de la vida se replica en registros estadísticos y conjuntos de datos de todo el mundo. La mayoría de los datos globales sobre mujeres y niñas son incompletos o responden a prejuicios sobre lo que se supone que les está permitido hacer en cada sociedad. De hecho, faltan datos de calidad sobre aspectos tan elementales como el acceso de las mujeres a un documento nacional de identidad y a los servicios de salud, y sólo un 13% de los países tienen un presupuesto para elaborar estadísticas sobre sus ciudadanas. Ante esta realidad, organizaciones internacionales como la ONU y el Banco Mundial y entidades como la Fundación ONU se han puesto al frente de un movimiento global para promover más y mejores datos sobre la vida de las mujeres. El objetivo: fundar políticas más eficaces para avanzar en la igualdad de género y en los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) de la ONU hasta 2030.

“Sin igualdad de datos no hay igualdad de género. Sólo si mejoramos los datos sobre mujeres podremos promover realmente la igualdad, aliviar la pobreza y progresar en los ODS”, afirma la directora ejecutiva de Data2X, Emily Courey Pryor, al timón de la iniciativa sobre datos de género de la Fundación ONU. La entidad ha identificado 28 lagunas de datos en cinco aspectos clave del empoderamiento de las mujeres y de las políticas de desarrollo: salud, educación, oportunidades económicas, participación política y seguridad humana. La carencia abarca cuestiones como mortalidad materna y salud de las adolescentes, exclusión del sistema educativo y resultados de aprendizaje.

 También falta información esencial sobre propiedad de activos por parte de mujeres; acceso a teléfonos móviles e Internet; registro de votantes, y participación en procesos como negociaciones de acuerdos de paz. Y no se acaba aquí. Según el científico de Datos senior del Banco Mundial Tariq Khokar, menos de un tercio de los países tiene datos sobre trabajo informal y emprendimiento desglosados por sexo. En cuanto a violencia machista, sólo el 41% de los Estados produce datos al respecto, apunta la ONU. Estas informaciones raramente incluyen a mayores de 49 años y a menudo sirven de poco porque no son comparables en el espacio o en el tiempo —no permiten seguir ni la evolución del fenómeno ni confrontar las políticas de diferentes países para ver cuáles son más eficaces.

Malos datos, malas políticas

Estas lagunas están causadas tanto por los datos de mala calidad como por la ausencia de datos. Los malos datos resultan de sesgos en las mediciones que refuerzan los estereotipos de género y distorsionan la realidad, haciendo que las mujeres parezcan más dependientes y menos productivas de lo que son —en África, por ejemplo, las mujeres producen el 70% de los alimentos y representan más del 80% de la economía informal, estima la ONU. “Las políticas elaboradas en base a estos datos inexactos y que tergiversan la realidad no pueden mejorar el bienestar de las mujeres y niñas a las que se dirigen”, explica Pryor. La ausencia de datos se da cuando no se recoge ninguna información sobre facetas cruciales de la vida de las mujeres. A menudo, ello se debe a normas sociales dañinas sobre lo que se permite hacer a las mujeres y a las niñas.

Los datos de género incluyen tanto las estadísticas y nuevas fuentes de datos desglosadas por sexo como las que arrojan luz sobre cuestiones que afectan específicamente a las mujeres. Estos datos revelan diferencias injustas en el acceso a oportunidades; ilustran las necesidades, aspiraciones y logros de las mujeres, y ayudan a diseñar políticas y programas de desarrollo y ayuda humanitaria eficaces para que puedan prosperar. Para Pryor, su importancia trasciende la igualdad entre hombres y mujeres: “una visión transversal de género y de derechos humanos es imprescindible para el éxito de otros ODS, desde la educación de calidad hasta el trabajo decente, el crecimiento económico y los ideales de paz, justicia y fortaleza institucional”. El reto es grande, pero las oportunidades que ofrece la nueva Agenda de Desarrollo 2030, también.

Construcción de una presa en Sri Lanka. Los datos de género son clave para avanzar en la inclusión de las mujeres en todas las esferas de la vida económica y social. 
Construcción de una presa en Sri Lanka. Los datos de género son clave para avanzar en la inclusión de las mujeres en todas las esferas de la vida económica y social. Lakshman Nadaraja Banco Mundial

Proyectos pioneros

La buena noticia es que se puede empezar a cambiar esta situación desde hoy mismo, y con las herramientas y fuentes de datos existentes. Open Data Watch y Data2X han identificado 16 indicadores sobre mujeres relativos a ocho de los 17 ODS —cero pobreza y hambre, salud, educación, igualdad de género, trabajo decente, reducción de desigualdades, así como paz, justicia e instituciones fuertes. Todos se pueden empezar a medir ahora. “Los nuevos indicadores y aquellos para los que ya existen datos son complementarios para medir el progreso en los ODS, pero estos 16 ofrecen la oportunidad de poner en marcha la obtención de datos en la mayoría de países y con un bajo coste”, explica Data2X. Además de promover políticas inclusivas, una finalidad es ofrecer a los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil los datos necesarios para supervisar a los gobernantes.

Para ir más allá de los recursos existentes, Data2X también se ha aliado con organizaciones públicas y privadas para explorar el potencial de las nuevas tecnologías y el big data —la avalancha de datos digitales generados por las personas en su vida cotidiana— con vistas a rellenar las lagunas de datos sobre mujeres a nivel global. Con este objetivo, ha puesto en marcha proyectos piloto pioneros basados en datos geoespaciales, informaciones de tarjetas de crédito y móviles, y redes sociales, respectivamente.

Uno de los proyectos, cuyos primeros resultados se publicarán este 2017, utiliza imágenes de satélite para aumentar la resolución espacial de datos existentes sobre alfabetización de las mujeres, atrofia del crecimiento y acceso a contraceptivos modernos en Kenia, Nigeria, Tanzania, Bangladesh y Haití. “Muchas cuestiones sociales y de salud están correlacionadas con fenómenos geoespaciales, por lo que este tipo de información permite estimar el bienestar en zonas donde no se han realizado sondeos”, avanza la organización. Dicha combinación de fuentes de datos nuevas y tradicionales se puede utilizar para cubrir poblaciones remotas que jamás ha pisado un agente del censo, indica la máxima autoridad de Estadística de la ONU, Stefen Schweinfest, cuya División actúa de secretariado del I Foro Mundial de Datos ONU celebrado entre este 15 y 18 de enero en Cape Town (Sudáfrica) y cuya segunda edición está prevista para la segunda mitad de 2018.

Si un proyecto captura el bienestar de las personas desde el aire, otro lo hace desde las redes sociales. Global Pulse ONU, iniciativa dedicada al aprovechamiento del big data para el desarrollo y la acción humanitaria, ha colaborado con Data2X y la Universidad de Leiden (Países Bajos) para desarrollar una herramienta que permita identificar, de forma automática, el sexo de los usuarios de Twitter. Según explica el científico jefe de Datos de Global Pulse ONU, Miguel Luengo-Oroz, la herramienta infiere el sexo comparando el nombre de usuario con una base de datos de nombres predefinidos. Si quedan dudas, analiza las fotos de perfil con un programa de reconocimiento de caras. Aunque el estudio aún no se ha publicado, Luengo-Oroz avanza que ya se observan unos primeros resultados prometedores, en el sentido de que es posible captar —en tiempo real— cuáles son las preocupaciones de las mujeres en cuestiones como salud y educación. Prioridades que difieren de las de los hombres y que a menudo no están recogidas en ningún otro conjunto de datos.

Retos y oportunidades

Como con todas las innovaciones, hay que utilizar el big data con sentido común.

Pryor de Data2X destaca el “tremendo potencial” de esta nueva fuente para rellenar lagunas de datos, pero remarca que debe combinarse con buenos sondeos y métodos clásicos de investigación en ciencias sociales para validar los resultados y corregir desviaciones. El Banco Mundial ha elaborado directrices para mejorar encuestas empresariales y de hogar, al tiempo que ayuda al sector privado a desglosar los datos por sexo y “está incorporando enfoques de big data a sus propias actividades e investigaciones cuando es necesario”, ilustra Khokhar.

Una visión transversal de género y de derechos humanos es imprescindible para el éxito de otros ODS

En el uso de big data, hay otro aspecto crucial a tener en cuenta: la brecha digital entre mujeres y hombres ­—ellas tienen un acceso menor a teléfonos móviles e Internet, sobre todo en zonas rurales. “Por ello abogamos con tanta fuerza por los conjuntos de datos complementarios”, insiste Pryor. Esto significa que, si en un territorio hay una parte de la población que no utiliza herramientas digitales, este grupo sólo se podrá identificar a través de sondeos clásicos sobre el terreno. “No podemos utilizar big data sin tomar en cuenta los potenciales sesgos basados en quien accede a las herramientas digitales”.

Por este y otros motivos, Data2X se dedica a aunar investigadores y agencias de la ONU para garantizar que las mujeres son incluidas en el ámbito emergente de los datos —y del big data— para el desarrollo. Con esta misma motivación ha participado en el Foro Mundial de Datos de la ONU, en el que 1.000 profesionales de diversos ámbitos —sectores público, privado, académico y de organizaciones sociales— se han dado cita por primera vez en torno al uso de datos para los ODS. Para Pryor, los Objetivos de Desarrollo Sostenible suponen una oportunidad sin precedentes para reformar sistemas de datos deficientes y sesgados y para priorizar los datos de género a nivel global. El Foro también ha supuesto una oportunidad para reivindicar la importancia de estos datos. “La cuestión de los datos de género se suele abordar entre los especialistas de género; esta ha sido una oportunidad para que también se debata entre los profesionales de la estadística y de datos”.

Desigualdad de datos y futuro

Los datos de género no lo tienen fácil. Deben abrirse paso en un mundo en el que sólo 34 países tienen datos accesibles y de alta calidad sobre algo tan importante —y tan elemental— como la causa de muerte de los ciudadanos. Un mundo en el que 120 millones de niñas menores de 20 años han sufrido violencia sexual, según la ONU —un indicador simple, pero contundente, de la valía que se otorga a las mujeres. Por si fuera poco, los datos de género tienen que hacerse hueco en un mundo con un nuevo desequilibrio: la desigualdad de datos.

“Se están abriendo grandes brechas entre los que tienen datos y los que no los tienen. Si no se actúa, se levantará una nueva frontera de desigualdad, dividiendo el mundo entre los que saben y los que no saben”, alerta en un informe el Grupo Asesor de la ONU sobre revolución de datos. Muchas personas están excluidas del nuevo mundo de los datos y la información por barreras lingüísticas, pobreza, falta de educación o de infraestructura tecnológica, aislamiento y discriminación —prosigue el Grupo, que se refiere a la división de las personas entre “ricas o pobres en información”. En todas estas categorías, y dentro de todos los países, los 3.500 millones de mujeres del mundo son uno de los grupos que salen peor parados.

Para avanzar en la inclusión de las mujeres en todos las esferas de la vida económica y social, Pryor de Data2X hace cuatro llamamientos a la acción. Pide que se apoye a los profesionales para que los desglosen por sexo y hagan encuestas sin sesgo. También pide apoyo para los gobernantes comprometidos con invertir en datos de calidad, y llama a explorar el potencial de los datos en manos del sector privado. Finalmente, insta a los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil a reclamar datos de género, y a usarlos para garantizar la rendición de cuentas por parte de sus administraciones. “Medimos lo que valoramos y valoramos lo que medimos. Comprendiendo las necesidades de las mujeres, podemos trabajar juntos para asegurar que —en el espíritu de los ODS— no se las deja atrás”.

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