Educación: ¿por qué si crece el gasto no aumentan los salarios?

Por: Alieto Algo Guadagni y Guisela Lima

En países como Colombia, los docentes de Primaria ganan un 65% más que en Argentina. Las diferencias entre las provincias y el debate por la jornada escolar extendida.

Hace algo más de una década, nuestro país comenzó a incrementar el gasto público en educación, cumpliendo así lo dispuesto en el año 2006 por la ley 26075. Esta fue una buena noticia, pero ese incremento en el gasto no estuvo asociado con una mejora de los salarios docentes.

Si se considera la situación salarial de los docentes argentinos y se la compara con otros países, podemos observar que los salarios de nuestros maestros son bajos.

Autoevaluación en escuelas primarias (Diego Díaz).

Una autoevaluación que se promovió en 2017 en escuelas públicas de la provincia de Buenos Aires (Diego Díaz).

Por ejemplo, el salario de los docentes primarios después de diez años de experiencia, medido en poder de compra, es apenas la mitad del promedio de las naciones agrupadas en la OCDE. Si esta comparación se realiza con países latinoamericanos, tenemos que los salarios en Colombia son un 65 por ciento mayores a los nuestros, lo mismo ocurre con Costa Rica (52 por ciento), Chile (25 por ciento) y México (15 por ciento).

Señalemos que existen grandes diferencias salariales entre las provincias. Por ejemplo, en Santa Cruz y Tierra del Fuego, en 2017 los salarios docentes eran algo más del doble que en Santiago del Estero Fuego y Formosa. En Córdoba los salarios docentes eran 37 por ciento mayores que en Mendoza y 57 por ciento que en Catamarca. Estas diferencias son mayores a las diferencias existentes en el costo de vida de estas provincias.

En el 2017, el promedio nacional del salario mensual de un docente argentino con 10 años de antigüedad era inferior al costo para una familia de la Canasta Básica Total del INDEC.

Durante el 2017, el salario docente promedio en todo el país registró un aumento inferior al incremento del costo de vida, pero nuevamente hubo grandes diferencias entre las provincias, mientras en San Luis los salarios docentes aumentaron 33,1 por ciento, en Chaco apenas crecieron 13,8 por ciento.

Pero, ¿cómo es posible tener uno de los gastos en educación más altos en América Latina y al mismo tiempo tener salarios docentes tan bajos? Para contestar este interrogante hay que prestar atención a la relación entre cantidad de alumnos y cargos docentes.

Primera "autoevaluación" de una escuela en la Provincia Escuela EP N24 Basavilbaso 1612, Gerli Foto Diego Díaz

Autoevaluación en la escuela primaria Nº24, en Gerli (Diego Díaz).

Según el Ministerio de Educación, hay apenas 11,6 alumnos por cargo docente en las escuelas primarias estatales, esta relación asciende a 21 en Chile, 24 en Colombia, 25 en Brasil, y 27 en México, países con mejor nivel educativo que nosotros en la escuela primaria.

Recordemos que entre 2003 y el 2015 la matrícula primaria estatal se redujo un 12 por ciento mientras que, al mismo tiempo, el plantel de cargos docentes aumentaba un 19 por ciento.

Por esta razón, mientras en 2003 había un cargo docente cada 15,6 alumnos, esta relación disminuía a 11,6 en el 2015. Aumentaron los cargos y no los salarios.

Nuestro calendario escolar es muy corto cuando se lo compara con otros países latinoamericanos, y muchas veces incumplido por conflictos gremiales.

La ley establece que debe haber como mínimo 180 días de clase anuales, pero esto sucede en pocas instituciones. Y son pocas las escuelas que pueden ofrecer a su alumnado la jornada escolar extendida (JEE), por lo que se incumple el artículo 26 de la Ley de Educación Nacional, sancionada en 2006. En las escuelas primarias estatales hay apenas 13 niños cada 100 alumnos en JEE, cuando la Ley Nacional de Educación dice que debe beneficiar a todos los alumnos primarios.

Inicio de Ciclo Lectivo 2017 en la Escuela Técnica N°29 "Reconquista de Buenos Aires", ciudad de Buenos AIres (Alfredo Martínez).

Inicio de Ciclo Lectivo 2017 en la Escuela Técnica N°29 «Reconquista de Buenos Aires», ciudad de Buenos AIres (Alfredo Martínez).

Tenemos un calendario escolar corto, con incumplimiento de la JEE, con cada vez menos alumnos estatales y más cargos docentes. Docentes con bajos salarios, a pesar de que aumentó el presupuesto educativo, que apenas logran cruzar el umbral de la pobreza; y alumnos con niveles de conocimiento por debajo del básico en exámenes nacionales e internacionales que miden calidad educativa; de los cuales sólo 39 de cada 100 que ingresan a primer grado logran culminar el ciclo secundario obligatorio, cifra muy dispar si el análisis se realiza por tipo de gestión escolar, ya que en las escuelas estatales esa cifra es de apenas 30, en tanto que en las privadas es de 69.

No tenemos ningún indicador significativo que nos diga que estamos bien en términos educativos. Pero, ¿quién es responsable? Algunos señalarían a las autoridades, otros a los sindicatos, otros a los propios docentes, o a los padres.

Siempre buscamos al culpable en la vereda de enfrente, pero debemos admitir que la responsabilidad es de todos, y debemos hacernos cargo e involucrarnos todos (incluso los padres y alumnos) en un proyecto educativo superador, que nos devuelva la educación de excelencia que supo tener nuestro país.

Fuente: https://www.clarin.com/opinion/educacion-crece-gasto-aumentan-salarios_0_ryBGaxPgm.html

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No es pobreza, es exclusión social.

Por: Alieto Aldo Guadagni.

Uno de cada de tres habitantes es hoy pobre, esto es grave, pero esta gravedad aumenta cuando observamos que la mayoría de nuestros pobres son “excluidos”, ya que han sido expulsados permanentemente de la fuerza laboral del siglo XXI. Son pobres porque no tienen un empleo productivo y difícilmente lo tengan aunque la demanda laboral crezca en los próximos años. Nuestros pobres hoy son más que pobres transitorios, ya que en muchos casos son familias enteras, que por más de una generación han estado excluidas del nuevo y difícil mundo del trabajo de este siglo. Cuando la pobreza es coyuntural, si se pueden encontrar soluciones de corto plazo con planes sociales, pero cuando la pobreza es estructural como la que padecemos, son necesarias otras líneas de acción que apunten directamente a la raíz del flagelo de la pobreza con exclusión social.

La propuesta superadora se centra en la educacion, ya que de la pobreza no se sale con subsidios, que son útiles pero no alcanzan, el requisito mínimo es la escolarización completa de los adolescentes. En este siglo la graduación secundaria es imprescindible para poder acceder a buenos empleos. La escuela secundaria es esencial para que los jóvenes adquieran las competencias que les ofrezcan posibilidades de insertarse en el nuevo mundo laboral, caracterizado por acelerados avances tecnológicos. Si queremos que los jóvenes humildes tengan las mismas oportunidades que tienen los jóvenes de familias de niveles socioeconómicos más altos, para acceder a buenos empleos futuros, la escuela secundaria debe ser no solo inclusiva sino también de una calidad educativa que no dependa del nivel socioeconómico de las familias. Pero hoy nuestra escuela secundaria no es inclusiva ni de calidad. El bajo nivel educativo es hoy un pasaporte directo al desempleo y la pobreza, que entre aquellos que no concluyeron la secundaria es cuatro veces mayor a la pobreza de quienes concluyeron sus estudios secundarios.

Hoy existe una enorme desigualdad en la graduación secundaria entre las escuelas estatales y privadas. De cada 100 niños que ingresaron a primer grado en una escuela privada en nuestro país en 2004, se registraron 69 graduados secundarios en el 2015, pero esta proporción colapsa a apenas 30 en los mismos años en las escuelas estatales. En la CABA, con el nivel de ingreso por habitante más alto del país, la desigualdad es bien notoria, ya que en primer grado en las escuelas estatales había un 30 por ciento mas de alumnos que en las privadas en el 2004, sin embargo la graduación secundaria en las privadas en el 2015 era 57 por ciento mayor a la graduación estatal..Es evidente que estamos en presencia de un sistema escolar con dos niveles distintos y separados.

Como expresa Norberto Bobbio “la mayor parte de las desigualdades son sociales y por lo tanto eliminables”, aunque debe quedar claro que lograr este objetivo exige un formidable esfuerzo político con amplio apoyo de la sociedad. El principio básico de la justicia social es la vigencia de la igualdad de oportunidades para todos, más allá de las diferencias de origen económico, étnico, social o de genero. Nuestro Papa Francisco apunta en la misma dirección cuando afirma “Debemos decir no a la economía de la exclusión…estamos en la cultura del descarte”. Que la graduación secundaria de nuestros jóvenes dependa hoy crucialmente del nivel socioeconómico de las familias, es justamente eso: el descarte futuro de los jóvenes humildes. Nuestros adultos que hoy son pobres y excluidos no terminaron ayer la escuela secundaria, pero debemos lograr que mañana sus hijos se gradúen en escuelas secundarias de buen nivel educativo. Así podremos quebrar este círculo nefasto de la reproducción intergeneracional de la pobreza. La igualdad de oportunidades es esencial en una sociedad donde la justicia social no sea simple retórica. Sin inclusión educativa no podremos abatir una pobreza que hoy es laboralmente excluyente.

Es hora de cumplir la ley, ya que así como en 1884 la ley 1420 hizo obligatoria la escuela primaria, la ley 26206 hizo obligatoria la escuela secundaria en el 2006. Pero hay una gran diferencia entre ayer y hoy : la generación del ochenta asumió su responsabilidad y cumplió la ley y universalizó la escuela primaria, por el contrario los gobernantes de este siglo no cumplen este claro mandato legal y así consolidan la desigualdad social.

Fuente: http://www.clarin.com/opinion/pobreza-exclusion-social_0_HyQxza-rl.html

Imagen:  http://blogs.laverdad.es/elsaltodelgrillo/files/2015/06/pobrezayexclusion-ugt-ugt.png

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La Ley de Educación es letra muerta

Por: Alieto Guadagni y Gisela Lima

En el año 2009, 741 mil niños cursaban sexto grado en nuestras escuelas primarias. Tres años habían pasado desde la sanción de la Ley de Educación Nacional que en su artículo 16 expresa: “la obligatoriedad escolar en todo el país se extiende desde la edad de cinco años hasta la finalización del nivel de la educación secundaria”. Si esta ley se cumpliera, unos 700 mil adolescentes deberían haber concluido el ciclo secundario en el año 2015. Pero esto no fue así: sólo 324 mil egresaron de colegios secundarios en ese año, apenas el 44 por ciento de aquellos que concluían el ciclo primario seis años antes. Pero esta cifra engloba los dos sistemas de gestión educativa, los cuales tienen un comportamiento muy desigual: en el año 2015, las escuelas secundarias estatales graduaron apenas un 35 por ciento de aquellos que culminaban el ciclo primario en 2009, en tanto que en las escuelas privadas en ese mismo año egresaba un 72 por ciento de aquellos que finalizaban el nivel primario seis años antes. La desigualdad es notoria y determina que la mayoría de los adolescentes pobres no concluya el ciclo secundario.

La calidad educativa se ha medido a través de las pruebas ONE (Operativo Nacional de Evaluación); este dispositivo de evaluación recientemente ha cambiado su nomenclatura, llamándose ahora Aprender. En las pruebas ONE 2013, más de la mitad de los alumnos de 2°/3° año de secundaria mostraron un nivel de desempeño bajo en Matemática. La desigualdad en los resultados en estas evaluaciones es muy grande, tanto cuando se comparan las escuelas privadas con las estatales, como cuando se evidencian las grandes carencias en muchas provincias argentinas, particularmente en el NOA y el NEA. Por ejemplo, en la prueba ONE 2007 casi la mitad de los estudiantes de último año de secundario mostró un nivel de conocimientos bajo en matemática, pero esta cifra fue de 80 por ciento en aquellos chicos que cursaban en los colegios secundarios estatales en Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero y estuvo en menos del 22 por ciento por ciento en aquellos que concluían el secundario en colegios privados de CABA, Córdoba, Mendoza y La Pampa. Esta comparación no puede hacerse con las posteriores pruebas ONE 2010 y 2013, ya que la información publicada se fue reduciendo, dejando de suministrarse los datos por tipo de escuela y por provincias.

Estos malos resultados en las evaluaciones nacionales ayudan a interpretar el puesto 59 obtenido por Argentina en la última edición de la Prueba PISA en el 2013, implementada por la OCDE a estudiantes de 15 años de 65 países.

Según la Encuesta Nacional de Jóvenes publicada por el INDEC en 2015, son muchos los jóvenes que están fuera del sistema educativo. Respecto a las razones de este grave alejamiento, la mayoría declaró que dejó o nunca empezó el secundario porque “Tuvo que Trabajar”, o porque “No le gustaba estudiar/No le servía”. De la totalidad de jóvenes encuestados, el 46 por ciento se encontraba trabajando, el 17 por ciento estudiaba únicamente y el 14 por ciento se encontraba buscando trabajo. Esta suma no da 100 por ciento: faltan los Ni-Ni, aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan, y que son nada menos que un 23 por ciento del total.

El artículo 16 de la ley de educación no se cumple. Muchos chicos no concurren al colegio secundario, o dejan de hacerlo, o repiten años. Son todas caras de la misma moneda. Las autoridades deben asegurar una buena educación, pero los padres deben inculcar el valor del estudio y de la responsabilidad a sus hijos. Tenemos una sabia ley que dice que la educación secundaria es obligatoria, por lo tanto hay que asegurar que todos los adolescentes concurran a la escuela secundaria, estudiando y cumpliendo con sus responsabilidades de alumnos.

Esto es crucial, ya que en este globalizado mundo laboral quien no concluye la secundaria no puede acceder a buenos empleos. La pobreza y la indigencia abruman a quienes no concluyen la escuela secundaria ya que, mientras la tercera parte de todas las familias argentinas es hoy pobre, entre quienes concluyeron la escuela secundaria solamente el 11 por ciento es pobre, mientras que son pobres nada menos que la mitad de quienes no concluyeron este ciclo escolar. De esta pobreza socialmente excluyente no se sale simplemente con crecimiento económico.

Es hora de cumplir la Ley de Educación, que expresa: “El Estado nacional, las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tienen la responsabilidad principal e indelegable de proveer una educación integral, permanente y de calidad para todos/as los/las habitantes de la Nación, garantizando la igualdad, gratuidad y equidad en el ejercicio de este derecho (…)”. Fortalezcamos nuestra escuela secundaria y aseguremos que la educación que se les brinda a nuestros jóvenes sea de calidad y socialmente inclusiva.

Tomado de: http://www.clarin.com/opinion/Ley-Educacion-letra-muerta_0_1681032036.html

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