Por: Hugo Acevedo
La presentación oficial de la “Propuesta didáctica para el abordaje de la educación sexual en Educación Inicial y Primaria” por parte de la Administración Nacional de Educación Pública, detonó agrios cuestionamientos de la coalición conservadora integrada por la derecha más visceral y la cerril ideología confesional que comulga la Iglesia Católica.
Esta refractaria actitud es congruente con la impronta ortodoxa del arco opositor liderado por blancos y colorados, que se ha vaciado totalmente de ideas progresistas como el batllismo y el wilsonismo.
Se trata de un tema ideológico en tanto la sociedad uruguaya está dividida en dos bloques de pensamiento, que traducen la tensión entre la construcción de un nuevo paradigma social como proyecto de país y la restauración del regresivo statu quo anterior a 2005.
Este, como otros temas de la agenda de derechos instalada durante los gobiernos de izquierda, está directamente imbricado con el pleno ejercicio de las libertades públicas.
No en vano el oficialismo aprobó las leyes de matrimonio igualitario, de unión concubinaria, de identidad de género y de despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo, que no fueron acompañadas por la oposición.
Asimismo, se han potenciado las políticas de género y la apertura de nuevos espacios de tolerancia y de debate, en torno a temas tan cruciales como la sexualidad.
En ese contexto, en 2006 se inauguró el Programa de Educación Sexual, como un ámbito de propuesta colectivo y participativo, destinado a arrojar luz sobre un tópico que, en el pasado, era una suerte de tabú.
Al respecto, como lo recordó el propio consejero del Consejo de Educación Inicial y Primaria Pablo Caggiani, durante el acto de presentación de la controvertida guía, en otros tiempos algunos educadores fueron sumariados y sancionados por aludir al tema de la sexualidad en clase.
Hoy, esa realidad es radicalmente diferente y fruto de ese largo proceso de elaboración, acumulación y maduración, nació, entre otros documentos, la “Propuesta didáctica para el abordaje de la educación sexual en Educación Inicial y Primaria”.
El libro -que es una suerte de guía docente para compartir entre los maestros, los niños y las familias y está avalado nada menos que por el Fondo de Población de la Organización de las Naciones Unidas- postula a la sexualidad como un derecho y como una herramienta de construcción de ciudadanía responsable desde los primeros tramos de la vida.
En ese marco, el objetivo de esta publicación es brindar orientaciones y herramientas teóricas y metodológicas a los docentes, para abordar los contenidos de la Educación Sexual en el programa de Educación Inicial y Primaria, mediante propuestas concretas y acordes a la etapa vital por la cual transitan los alumnos que cursan el ciclo primario.
Asimismo, el material aspira a ser un punto de referencia que facilite la visualización de la Educación Sexual en la escuela, partiendo de la premisa que es un instrumento que necesita ser recreado, enriquecido y problematizado por los educadores que lo utilicen en sus prácticas de aula.
Por supuesto, esta orientación se disocia radicalmente del modelo patriarcal y machista hegemónico de un tiempo perimido, en el cual el concepto de sexualidad estaba únicamente acotado a lo meramente biológico y reproductivo, acorde a los patrones de comportamiento de un modelo de convivencia transversalizado por una moral dominante contaminada de hipocresía.
La primera reacción partió de la conversa diputada nacionalista Graciela Bianchi, una de las más fieles escuderas del senador y líder herrerista Luis Lacalle Pou, quien afirmó que “se quiere imponer a los niños una ideología de género, donde los heterosexuales pasamos a ser una minoría discriminada”.
Con respecto al polémico manual, la parlamentaria reflexionó que “se propone una imposición ideológica, donde no aparece la libre opción sexual, sino desde niños se imponen determinadas concepciones e incluso prácticas, como masajes y cosquillas”.
Evidentemente, o no leyó la propuesta y la conoce tangencialmente por referencias de terceros o no entendió nada, una circunstancia muy grave tratándose de una educadora que se suele ufanar de su sabiduría y que aspira a dirigir la educación pública en un eventual futuro gobierno de su partido.
Además, resulta insólito que afirme que se niega la libre opción al niño, cuando el documento realmente rompe con prejuicios largamente arraigados en el imaginario colectivo y -por primera vez en la historia- instala la libertad como prerrogativa real.
Bianchi acusó a la ANEP de querer imponer el concepto que “todo lo que es homosexualidad y cambio de roles es lo predominante”, lo cual, a su juicio, “es una discriminación al revés”.
Parece inverosímil que una docente que se precie de tal ostente una mirada tan sesgada y oblicua y no comprenda el sustento pedagógico de una educación integral que pone en valor los derechos humanos y el respeto al diferente, recurrentemente segregado por patrones de conducta discriminatorios.
Evidentemente, su actitud está en sintonía con la ideología del herrerismo, el sector político en el cual milita y al cual representa, históricamente impregnado de una ideología ultra-conservadora de impronta confesional.
Su postura coincide en lo sustantivo con otros referentes de su colectividad partidaria, como los ortodoxos diputados blancos
Carlos Iafigliola y Álvaro Dastugue, dos dogmáticos viscerales para quienes la “voluntad de Dios” trasciende a la mera voluntad de los seres humanos.
Empero, la diputada Bianchi -que opera en este caso como una suerte de doble de riesgo para evitar que su líder se desgaste en debates que tal vez considere baladíes-encontró un previsible aliado estratégico en el arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla.
En una extensa proclama, el religioso consideró que la guía de marras impone una ideología que es “propia de los estados totalitarios”, reivindicando el rol de los padres en la educación de sus hijos. Evidentemente, tampoco leyó el material con la atención requerida, porque este está colmado de reflexiones y ejercicios para compartir en familia.
Incluso, actores de la prensa reaccionaria obsecuente fustigaron el material sin ningún fundamento técnico, demostrando su ignorancia, estrechez mental e intolerancia.
Este tema comporta un núcleo de tensión entre dos concepciones ideológicas radicalmente antagónicas, que discurren entre la libertad y el pleno ejercicio de derechos que promueve el progresismo y el paradigma regresivo, oscurantista y anclado en el pasado que proclama la derecha.
Fuente: http://www.republica.com.uy/el-paradigma-de-educar-para-la-libertad/