Sobreestimular a niños los frustra y frena su desarrollo

POR IRENE RODRÍGUEZ S.

irodriguez@nacion.com

 04 de mayo de 2016

Exceso de actividades puede limitar la imaginación y afectar la salud. Menores de 5 años necesitan tiempo para aburrirse y crear sus propios juegos.

Nació hace solo cuatro años, pero ya debe someterse a una agenda realmente saturada, casi como la de un adulto: por la mañana va al kinder y en las tardes recibe, según el día de la semana, inglés, natación o robótica. El sábado asiste a kárate.

Sobrestimular a niños los frustra y frena su desarrollo

Sus padres tienen la buena intención de “potenciar al máximo su talento”. Sin embargo, cabe preguntarse si se les estará pasando la mano.

Aunque este es un caso ficticio, la escena se repite cada vez más en hogares con hijos en edad preescolar y en familias “apuntadísimas” con la estimulación temprana.

Según psicólogos, educadores y psicopedagogos, estimular en los primeros cinco años de vida siempre da resultados beneficiosos. Pero el exceso o la “sobreestimulacion” podría ser frustrante para el niño e incluso interrumpiría su proceso de aprendizaje. “La sobreestimulación y las agendas recargadas hacen que los menores pasen de una actividad a otra con poco tiempo para descansar, jugar o ser ellos mismos”, dice Carolina García, educadora y psicóloga educativa.

Según la especialista, con estos niños sucede algo muy interesante: “Reciben tantas, tantas instrucciones todo el tiempo, que cuando se les pide elegir o tomar una decisión, no lo logran”.

Para García, la forma natural de aprender de los menores es el juego. Así comparten con otros y con su entorno y conocen sus habilidades y sus límites. “El juego más efectivo debe ser libre; que los niños pongan sus propias reglas. Esa es la mejor forma de aprender”, sostiene García.

Sobrestimular a niños los frustra y frena su desarrollo

La psicopedagoga Laura Ureña opina igual: “La sobreestimulación es castración creativa. Los chicos se sobrecargan y se enferman. Cuando la estimulación es demasiada y son muchas las órdenes, actividades y el tiempo estructurado con tal de aumentar el ritmo del aprendizaje, lo que sucede es que se incrementa la ansiedad”, señaló en una entrevista anterior con La Nación.

Las consecuencias pueden manifestarse en diferentes niveles y ser muy distintas de un niño a otro. Un estudio de la Universidad de California, en San Francisco (EE. UU.), señaló que estas van desde negarse a estudiar hasta sufrir problemas de sueño y gastritis. ¡A esas edades!

Ritmos distintos. Una de las mayores preocupaciones de investigadores internacionales es la de centros de preescolar que prometen a los padres que sus hijos, por ejemplo, comenzarán a leer antes de cumplir los seis o siete años. Esto podría resultar frustrante para quienes tienen un ritmo más lento de aprendizaje.

De acuerdo con Malva Villalón, investigadora de la Universidad Católica de Chile, uno de los problemas es hacer una educación “unitalla”, sin tomar en cuenta las diferencias que existen entre los menores.

“Una enseñanza así atenta contra el derecho a la educación de todos los seres humanos. Enseñar lo que los niños ya saben genera en ellos frustración y desconfianza en sus propias capacidades. Enseñarles en un nivel de dificultad más alto que sus conocimientos previos se traduce en ansiedad y baja autoestima”, aseveró Villalón a La Nación.

¿Qué hacer? Los expertos dicen que no existen fórmulas, pero lo primero es tomar un respiro y analizar la situación, ponerse en los zapatos del niño, mirar su esencia y buscar un balance.

Publicado originalmente en: http://www.nacion.com/vivir/educacion-familia/Sobrestimular-ninos-frustra-frena-desarrollo_0_1558644126.html

Imagen: http://www.elcastilloencantado.edu.pe/images/secciones/programas/estimulaciontemprana/MAX/1.jpg

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Educación preescolar sería más determinante que universitaria

Irene Rodríguez S.

“Cuando mi nieta tuvo edad de ir al preescolar, mi hija me dijo: ‘voy a cancelar la suscripción en el gimnasio y comenzaré a correr por el barrio para pagarle un buen kínder a mi hija’. Yo le dije: ‘es la mejor inversión porque la educación preescolar le dará herramientas para toda la vida’”.

Estas palabras no son de cualquier abuela. Son de Kathy Silva,investigadora de la Universidad de Oxford , en Inglaterra, quien entre 1997 y 2015 dio seguimiento a más de 3.000 niños, desde sus etapas preescolares o en sus casas, a los tres o cuatro años de edad, hasta sus 21 o 22, cuando muchos ya finalizaban carreras universitarias o tenían su primer trabajo.

Esta doctora en Psicología Educativa y su equipo concluyeron que el asistir a un kínder de buena calidad da mejores herramientas en Lenguaje, Matemáticas y Lectoescritura, lo que eleva el rendimiento académico en la escuela, colegio y universidad. Pero hay más, estos niños, al crecer, también se verían favorecidos con mejores salarios que quienes se quedaron en casa los primeros años de vida.

Silva aclara que no se trata de gastar mucho dinero porque la alta calidad también se puede ver en centros públicos y, por el contrario, podría haber un bajo desempeño en centros que cobren altas sumas.

La Nación conversó con Silva luego de una conferencia que brindó en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, para el grupo ProLeer, integrado por personas del sector de enseñanza de varios países. Ella ahondó sobre su estudio, pero también sobre los beneficios del preescolar para la vida.

Paso a paso. El trabajo de Silva, llamado Educación preescolar, primaria y secundaria efectiva(EPPSE, por sus siglas en inglés)”, registró los resultados logrados por los chicos en cada uno de los niveles educativos.

El primer análisis midió el desempeño entre los tres y los siete años. Así vieron que quienes fueron a preescolar, tuvieron mayor motivación para el aprendizaje y su desempeño cognitivo y social era mejor. Además: los menores con padres interesados por ellos, que les brindan amor y una relación cercana, presentaron mejores resultados.

Los pequeños entre los siete y los 11 años que recibieron educación preescolar de buena calidad, aprendieron a leer más rápido y con mejor comprensión que los demás. Asimismo, tenían mejores habilidades en Matemáticas.

A los 11 años, los niños analizados hicieron sus pruebas nacionales (una especie de bachillerato escolar) y, quienes estuvieron en una institución preescolar de buena calidad demostraron un rendimiento 29% mejor en Inglés y un 34% mejor en Matemáticas, en comparación con quienes no fueron al kínder o estuvieron en uno deficiente.

De igual manera, los primeros tenían un autocontrol 24% mejor que los otros, así como un comportamiento social 23% mayor al resto de los menores.

Impacto en la adolescencia. Cuando llegaron a los 14 años, quienes hicieron preescolar ya llevaban cerca de diez años en el sistema educativo y obtenían calificaciones hasta un 37% mayores en Matemáticas y Ciencias que quienes se quedaron en casa entre los tres y los seis años.

Al cumplir 16 años, las calificaciones en las pruebas nacionales (bachillerato) fueron un 38% mayores en Inglés y un 21% mejores en Matemáticas.

Finalmente, ingresar a la universidad fue más fácil para los que hicieron preescolar. Ellos, en promedio, obtuvieron calificaciones 12% más altas.

Al momento en que el estudio finalizó, los jóvenes tenían entre 21 y 22 años.

Los que trabajaban y habían pasado por un kínder ganaban un 8% más que quienes nunca recibieron enseñanza preescolar.

Silva concluyó diciendo que en la educación preescolar, más allá de impartir materias, lo que se hace es brindar herramientas para la vida misma.

“En el sistema preescolar se adquieren los hábitos de aprendizaje, es decir, se aprende cómo aprender y cómo relacionarse con los demás”, concluyó.

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