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La SEP como plataforma política

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

«¿Es reprobable que una/un integrante del gabinete del gobierno federal participe en la arena de la política partidista y electoral?»

En la historia de la Secretaría de Educación Pública (SEP), y en específico en la biografía o trayectoria institucional de las/los titulares de la dependencia, se observan figuras científicas, políticas, magisteriales e intelectuales de diversa naturaleza, aderezadas con sus aspectos venturosos, espinosos, contradictorios e incongruentes.

Dentro de las experiencias difíciles, por controvertidas, en la historia de la SEP se registra el uso de la dependencia como trampolín o plataforma política. El mismo José Vasconcelos, primer secretario del ramo, en 1921, contendió por la presidencia de la República en 1929. Aunque no logró ser presidente de la nación, tuvo esa aspiración y antecedente político. ¿Es reprobable que una/un integrante del gabinete del gobierno federal participe en la arena de la política partidista y electoral?

Aunque Vasconcelos ocupó el cargo durante tres años, dio un impulso importante a las tareas educativas nacionales y sentó las bases de lo que hoy conocemos como “Sistema Educativo Mexicano” (SEM). “En 1920, el presidente Álvaro Obregón lo nombró rector de la Universidad Nacional. Durante su gestión propuso el escudo y lema universitarios que se conservan hasta nuestros días. En octubre de ese mismo año, publicó su proyecto de ley para la creación de la SEP, hecho que implicaba una reforma constitucional, misma que defendió duramente frente a quienes se oponían a ella.

Una vez firmado el decreto de creación de la Secretaría de Educación Pública por el presidente Obregón, Vasconcelos fue nombrado primer titular de la institución el 22 de octubre de 1921. Desde la SEP, se dedicó a luchar contra el analfabetismo, impulsó la escuela rural, implementó la difusión de las bibliotecas públicas, apoyó el desarrollo de las bellas artes, impulsó la educación media, inició la edición de libros de texto gratuitos y se repartieron desayunos escolares entre la población infantil.” (Historia de la SEP. Sitio oficial de la SEP, en internet. 2014)

Como lo escribí el año pasado, con motivo de la conmemoración del primer siglo de la SEP (1921-2021), esa dependencia del gobierno federal ha sido una institución que ha pasado por liderazgos diversos, contrastantes y controvertidos. Lo mismo han desfilado por ahí secretarias y secretarios ilustrados o destacados en sus campos profesionales, que personajes ajenos a las tareas culturales, artísticas y educativas, (ver: “Cien años de la SEP”, SDPnoticias, 6 de octubre, 2021).

Por sus pasillos y oficinas centrales, de la Ciudad de México, han transitado políticos, científicos, escritores, médicos y amigos o amigas del presidente de la República en turno.

En momentos distintos de la historia del país y de la SEP, algunos miembros del gabinete, desde la SEP, han usado a la dependencia como plataforma de lanzamiento político y han contendido, con el apoyo de diferentes organizaciones partidarias, por la jefatura del Ejecutivo Federal. Así lo hicieron Ernesto Zedillo Ponce de León (PRI) y Josefina Vázquez Mota (PAN), por ejemplo. El primero de ellos alcanzó la cima política de la nación durante el periodo 1994-2000; la segunda perdió la elección frente a Enrique Peña Nieto (PRI), en 2012, al ocupar el tercer lugar en la contienda de ese año, detrás de Andrés Manuel López Obrador.

De entrada y en términos generales, no es reprobable que un miembro del gabinete aspire y contienda en la lucha electoral, mientras cumpla satisfactoriamente con sus responsabilidades y dé continuidad a los planes, programas y actividades que encabeza en la dependencia a su cargo. Sobre todo si cuida las formas y los contenidos de sus gestión. Por cierto ¿Qué aportaciones significativas ha hecho Delfina Gómez al frente de la SEP, que marquen la diferencia entre el antes y después de su paso por la dependencia? ¿Cómo la recordarán las/los estudiantes, las familias y las maestras y los maestros de México?

¿Por qué asusta o escandaliza tanto (a algun@s) el hecho de que la maestra Delfina Gómez se perfile y contienda como candidata a la gubernatura del Estado de México? Más que un asunto de carácter legal (se le ha visto en precampaña en actos realizados durante los fines de semana), éste es un tema del ámbito moral. De ética política. ¿Cuánto está dispuesta, Delfina Gómez, a arriesgar su capital político por el hecho de permanecer en el cargo y “placearse” por el país en vísperas de las elecciones mexiquenses del próximo año?

Como se sabe, ella contendió en la pasada elección de su estado natal, en 2017, donde obtuvo el segundo lugar en cantidad de votos.

Es importante recordar dos datos que dan cuenta del valor político y estratégico (para el 2024) que representa el estado de México, en especial para el presidente López Obrador y para el partido Morena:

  1. Es la entidad que tiene uno de los padrones electorales más grandes del país.
  2. Es una entidad que durante toda su historia ha sido gobernada por el PRI. Esto último tiene un simbolismo especial.

¿Acaso es indebido que un funcionario público, en el ejercicio de su cargo, busque participar de la vida política de manera abierta y que se someta públicamente al escrutinio de la ciudadanía de su estado natal, a través de las urnas?

En el caso específico de la maestra Delfina, ella cuenta con la confianza del presidente López Obrador (al respecto, Julio Hernández “Astillero” reveló antier que hay luz verde de Morena para que ella sea su abanderada) y, entre los precandidatos más visibles, ella es la única que ocupa el cargo más alto en la jerarquía del gobierno federal. Tanto Higinio Martínez (senador) como Horacio Duarte (director del sistema aduanero), virtuales precandidatos para la contienda electoral del próximo año en el estado de México, se desempeñan en tareas menores a lo que representa formar parte del gabinete legal-federal.

Es claro que mientras Delfina cumpla con sus tareas al frente de la dependencia (la SEP es la secretaría de Estado que cuenta con el presupuesto más nutrido del gobierno federal), no hay nada que impida que ella busque una vez más la candidatura de Morena para contender por la gubernatura en 2023.

Sin embargo, sería de mayor legitimidad y credibilidad políticas que ella renunciara a su cargo, ya, para que se dedique de tiempo completo a preparar la campaña electoral, y de pasada, para que destine un tiempo sustantivo a aclarar lo relacionado con las retenciones o aportaciones obligatorias que se descontaron a las/los trabajadores del municipio de Texcoco, cuando ella se desempeñó hace algunos años en ese puesto.

Si las aspiraciones políticas de la maestra Delfina son tan altas, está obligada a limpiar su nombre y aclarar su pasado como funcionaria municipal. De otra manera, ese antecedente será uno de los obstáculos que le impedirán ser la primera gobernadora mexiquense en la historia.

Fuente de la información e imagen: SDPnoticias

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La educación y los viajes en tranvía

Por:  Juan Carlos Miranda Arroyo

¿Las reformas educativas fracasan o son reconfiguradas por las comunidades educativas?

¿Cuáles son los problemas educativos nacionales y locales que han identificado las/los tecnócratas, diseñadores y operadores, de las políticas públicas educativas durante el periodo neoliberal, en México (1992-2022)? ¿Qué estrategias fueron diseñadas y aplicadas, y cuáles han sido sus resultados? ¿Las reformas educativas fracasan o son reconfiguradas por las comunidades educativas? ¿La lógica del reformismo educativo ha conducido hacia una crisis de credibilidad y de legitimidad de tales dispositivos singulares –por retóricos- de políticas públicas? Son algunas preguntas que surgen a propósito de un ensayo publicado recientemente.

En “La ilusión viaja en tranvía. La imposibilidad de las reformas Educativas en México”, (Korpus 21, vol. 2, núm. 5, 2022), Manuel Gil Antón y Leobardo-Eduardo Contreras afirman que “las Reformas Educativas (RE), impulsadas en el siglo XXI (en México), son imposibles en su pretensión de lograr cambios sustanciales en los aprendizajes, dado que su diseño descansa en una serie de ilusiones.”

“Las más importantes –indican Gil y Contreras-, que son denominador común de las RE en general, refieren al tiempo, el espacio, la causalidad y a los actores involucrados, que conducen a la simplificación del problema que pretenden atender y su fracaso”.

La ilusión de la educación viaje en tranvía

¿El tren y los pasajeros de la educación pública, es el mismo que se descarrila en las zonas urbanas y semiurbanas; al igual que en las comunidades rurales e indígenas? El extravío del transporte público educativo -de ficción- no se debió a la falta de vías férreas; se debió a su abandono y a la imposición de un modelo tecnocrático. Ello sucede no sólo con las reformas educativas (el remedio), que se han lanzado desde las élites dirigentes y gobernantes de México, sino que transcurre en la educación como un todo, como un “sistema” o conjunto de instituciones educativas.

Si se me permite hacer la extensión analítica, necesaria, más allá de las iniciativas reformistas, la educación pública en México viaja en un tren de la ilusión, de acuerdo con la metáfora que nos regalan los académicos de El Colegio de México.

Junto con esta afirmación, esbozo aquí algunos argumentos: Porque ahí se juega el proyecto educativo nacional; y porque ahí de expresan las enormes desigualdades regionales y locales; y se estacionan los grandes obstáculos que no permiten avanzar por un camino que asegure el derecho humano a la educación.

Gil y Contreras afirman: “… usando esta situación como analogía (La ilusión viaja en tranvía), la conjetura central que se propone en este ensayo es que la factibilidad de realizar Reformas Educativas (RE) como se ha hecho en las primeras décadas del tercer milenio, es ilusoria. Argumentamos que la estrategia para lograrlas es inadecuada, pues pretenden transitar por vías cegadas y a través de aparatos de política pública que, por los supuestos en que descansan, son estériles. En otros términos, son espejismos. Sin embargo, se insiste: hay que abordar el tranvía (vehículo imaginario) para llegar (ya sin rieles ni cableado) a la cita (imposible) con la histórica transformación educativa en el país”.

Aparte de los remedios ilusorios referidos en el ensayo de Gil y Contreras (debido a las contradicciones entre el reformismo y la realidad educativa), aparecen como constantes en el escenario ferroviario urbano: el “centralismo” (SEP) en la toma de decisiones y atribuciones legales; y los grandes problemas añejos del sistema educativo mexicano que no han sido atendidos, históricamente, como el conflicto del rezago educativo, entendido como aquella población mayor de 15 años que no ha iniciado o no ha concluido la educación básica (especialmente primaria y secundaria). Hasta 2018, se calculaba una cantidad de alrededor de 32 millones de mexicanas y mexicanos en esa condición.

Por otra parte, si interpretamos -con el apoyo de la metáfora buñueliana- que la educación pública viaja en un tranvía, como la ilusión, ello nos coloca ante la inevitable discusión acerca del impacto que produjo el “tsunami de la salud” en la educación pública. Para la SEP, los problemas o los efectos de la pandemia sobre la educación han sido minimizados de manera ilusoria.

Otro trágico transporte público descarrilado. La enfermedad Covid y sus consecuencias devastadoras en todos los ámbitos de la vida social y que, en especial, generó estragos en las/los estudiantes, en términos de la “expulsión” escolar de niñas, niños y jóvenes que ya no regresaron a clases (hoy seguimos sin estadísticas oficiales al respecto, por parte de las autoridades educativas federales y estatales); y del efecto que ello propició en el rezago de aprendizajes escolares, a pesar de la puesta en operación de los fallidos programas de “Aprende en Casa” (utilizados como remedios improvisados durante los años 2020 y 2021).

La dinámica de la educación pública y sus viajes ilusorios dan vueltas y vueltas a través de un tranvía inexistente. La ausencia de políticas públicas para revalorizar de manera integral al magisterio; la carencia de planes para armonizar la formación inicial de docentes (y de profesionales de la educación) con los nuevos vientos del cambio curricular; la casi inexistente política pública orientada hacia el fortalecimiento de la formación continua y la profesionalización de docentes, directivos escolares y asesores técnicos, sólo por señalar algunos problemas no resueltos.

El realismo mágico de Buñuel, o de Rulfo, o de García Márquez resultan ser herramientas interesantes, creativas, para entender los derroteros de las actuales y anteriores políticas públicas educativas operadas en México. A los excesos retóricos e inoperancia de las reformas educativas, y de las PPE dominantes en su conjunto, son los rasgos a los que he denominado, entre otras razones, de la “crisis del reformismo educativo”. Sólo en México se han ensayado dos (ilusorias) reformas educativas, con esas características, en un periodo de 10 años con los pésimos resultados que conocemos.

Hace unos meses pregunté a uno de nuestros colegas y amigos en Argentina, al destacado profesor Alejandro Castro Santander, acerca de la evolución de la reforma educativa argentina, a lo que me contestó: “Aquí no hay nada de eso”. Hay políticas públicas silenciosas, inciertas, pero no hay una narrativa reformista.

Pero en 30 años, en México, hemos vivido un tránsito de PPE con una narrativa reformista, que no se aparta ni evita la crítica de la ilusión. Con diseños nacionales que han transitado por la modernización, la planificación centralizada hasta la descentralización, la desconcentración, el federalismo y las políticas de evaluación de la educación pública.

Esa manera de abordar o resolver los problemas educativos nacionales, ha dado lugar a un escenario de fracasos, derrotas, pérdidas, catástrofes silenciosas, etc., lo cual incluye una crisis del reformismo educativo, entre otros aspectos.

Sólo en México, hoy, los funcionarios del más alto nivel de la SEP creen que los libros de texto son más relevantes que el plan y los programas de estudio de la educación básica; y que éstos, a su vez, son más importantes que un replanteamiento curricular de fondo y del proyecto nacional de educación.

Gil y Contreras argumentan en torno a la escasa factibilidad de realizar reformas educativas (RE) como se ha hecho en las primeras décadas del tercer milenio, en México, (eso es ilusorio, señalan); analizan, así mismo, las RE derivadas del Pacto por México (2012-2018) y su continuidad pragmática actual (2018-2024), y exponen, como bosquejo inicial, otra vía para la transformación educativa. Por todo ello, sugiero su lectura.

Fuente de la información e imagen: https://www.sdpnoticias.com

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Educación y Pensamiento Matemático Infantil

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

«Es un libro que busca contribuir al desarrollo del pensamiento matemático temprano de las niñas y los niños.»

El título de esta colaboración, es el mismo del libro que en próximos días se dará a conocer: “Educación y Pensamiento Matemático Infantil”, una obra editada por Episistemas Educativos como parte de la serie denominada “Con razón”.

Tengo el honor de compartir los créditos de esta próxima y especial publicación con la Maestra Minerva Ramírez Meza, quien me lleva años luz en la experiencia y práctica docente, con las niñas y los niños de educación preescolar en el vínculo educativo y pedagógico.

Quizá mi aportación se limita al hecho de compartir, en el libro, las experiencias, intercambios, reflexiones y procesos generados al calor de la formación profesional y continua de cientos de docentes de educación básica, en la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Querétaro, donde hemos jugado el rol de la docencia y la asesoría; así como con docentes de ese nivel educativo, entre otros, con quienes nos hemos vinculado a través de sus procesos de formación permanente en la escuela pública.

A continuación compartimos con ustedes el texto que escribimos para la presentación del libro, como un adelanto de lo que verán impreso en unas semanas.

Presentación del libro “Educación y Pensamiento Matemático Infantil”

“Este libro es el producto de más de 32 años de experiencias profesionales, como docentes, en la educación pública básica y superior. También, es una muestra del trabajo realizado tanto en los ámbitos de la formación profesional de maestras y maestros, así como con directivos escolares y asesores de educación básica, en servicio; y con estudiantes egresados de bachillerato que se incorporan, año con año, a estudiar los programas académicos, a nivel de licenciatura, en la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Querétaro.

Este conjunto de textos es, así mismo, el resultado de dos y media décadas de nutritivas vivencias en la enseñanza y el aprendizaje activos con niñas y niños de Educación Preescolar y Primaria en escuelas tanto públicas como privadas del Estado de Querétaro.

La intención principal de esta obra es, por lo anterior, ofrecer a las y los docentes, asesores técnicos y directivos escolares de ambos niveles educativos de Preescolar y Primaria, entre otros profesionales de la educación, una serie de reflexiones, estrategias, propuestas e ideas teóricas y prácticas, en los planos psicopedagógicos y de planificación e intervención didácticas, para entrar en acción dentro del aula y fuera de ella.

Por fin, con esta obra, tenemos la oportunidad de compartir por escrito lo expresado verbalmente en cursos, talleres y diplomados, tanto presenciales como en línea, dirigidos a las figuras docentes, académicos y demás profesionales de la educación.

Esta labor se ha hecho a efecto de dar variedad, pertinencia, significado y profundidad a las actividades de enseñanza y aprendizaje, que llevan a cabo las y los docentes y estudiantes tanto al interior como fuera de los centros escolares; dentro y afuera de las aulas, dado que el pensamiento matemático no se reduce únicamente a los espacios escolares.

Pero, sobre todo, la intención psicopedagógica de estos textos, es compartir, con las diferentes figuras académicas, nociones y criterios de aplicación profesionales en el campo de saberes o de conocimientos (campo de formación) denominado ‘Pensamiento Matemático’, para llevar a cabo de manera sistemática, las etapas de planificación, intervención y evaluación educativas en las escuelas o en los proyectos educativos no escolarizados que correspondan.

La idea es, en resumen, contribuir al desarrollo del pensamiento matemático temprano de las niñas y los niños, así como de las y los jóvenes, en términos de los aprendizajes significativos y los saberes específicos de nociones, estrategias y procedimientos en este campo de formación y de conocimiento, a partir de criterios basados en el desarrollo psicológico (intelectual) humano.

La organización de los contenidos y actividades sugeridas abarcan los primeros propósitos establecidos en el plan y los programas vigentes de la educación básica en México (SEP, 2017); aunque también recupera algunas ideas y conceptos de los programas anteriores, tanto para la Educación Preescolar como para la Educación Primaria. Específicamente, nos referimos a los propósitos educativos que están concentrados en los aprendizajes de las relaciones cuantitativas y al desarrollo del sentido numérico.

La primera parte del libro lleva por título: ‘Pensar, enseñar y aprender a pensar’, que contiene reflexiones sobre la educación y su relación con el pensamiento matemático infantil. La segunda parte se denomina: ‘Pensar aritméticamente: saber cómo sin saber cuánto”’ que integra la primera sección de la propuesta psicopedagógica. La tercera y última parte se llama: “Pensar aritméticamente: saber cómo, saber cuánto y para qué”, que contiene la segunda sección de la propuesta.

Esperamos que estas reflexiones, análisis y propuestas, que están integradas en este libro de manera organizada, crítica y amigable, sean del interés psicopedagógico de las y los docentes y directivos escolares de educación básica, así como de las y los profesionales de la educación, en general, interesados en la educación y el pensamiento matemático durante los primeros años de la escolaridad.”

Fuente de la información e imagen: https://www.sdpnoticias.com

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Educación, neoliberalismo y políticas públicas

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

¿Es una declaración que refleja o proyecta el verdadero posicionamiento político e ideológico de AMLO?, cuestiona Juan Carlos Miranda Arroyo en su columna.

En esta oportunidad comparto tres comentarios sobre educación, neoliberalismo y políticas públicas.

El diario La Jornada publicó este miércoles 25 de mayo la siguiente cabeza informativa: “AMLO: no sería del todo malo el neoliberalismo si se aplicara sin corrupción”.

Durante la conferencia matutina en Palacio Nacional y en respuesta a una pregunta sobre las concesiones que se han otorgado a particulares de bienes patrimoniales de la nación (como el agua), el presidente Andrés Manuel López Obrador “llamó a tener “mucho cuidado” con estas concesiones, aunque subrayó que “no es malo per se el que una empresa administre la distribución del agua, lo que sucede por lo general es que hay corrupción. La variable, dirían los tecnócratas, es ese fenómeno, que echa todo a perder” (Nota de Néstor Jiménez y Ángeles Cruz).

¿Ésta es una declaración que refleja o proyecta el verdadero posicionamiento político e ideológico de AMLO?

Hay tres aspectos de las Políticas Públicas Educativas (PPE) neoliberales, que han sido adoptadas por el gobierno del presidente López Obrador y que contradicen su discurso anti neoliberal:

1) Llevar a cabo uno o varios programas para entregar “vouchers educativos” a la población que lo requiriera (Estancias Infantiles), que se refiere a la orientación y operación de entregar vales de colegiaturas a las familias de las niñas, los niños o los jóvenes que no tienen recursos para pagar a las escuelas particulares de su elección. Ésta es una acción que se observa en el diseño y ejecución de PPE de Gran Bretaña, EU y Canadá.

Las PPE neoliberales han pasado de aplicar subsidios a la oferta para cambiar la estrategia a favor de los subsidios a la demanda. “El subsidio a la oferta es tradicional: es pobre no puede pagar escuela, creamos escuela y no le cobramos. Pero otra opción es (el) subsidio a la demanda: le pagamos la escuela privada. Y elige cual. Esto genera competencia para intentar dar la mejor educación. Se entregarían vouchers a los padres necesitados. Pueden ser públicos (los da el Estado) o privados (lo hacen fundaciones)”. (Martin Krause. Políticas sociales en educación o salud: subsidio a la oferta o subsidio (¿privado?) a la demanda, 2016).

Cabe recordar que las políticas públicas neoliberales se caracterizan, entre otros aspectos, por una su tendencia hacia la disolución de las instituciones públicas que tuvieran participación en la economía, a efecto de reducir a su máxima expresión al Estado benefactor o de bienestar, ello para promover mayor participación de las empresas, corporaciones, sociedades o asociaciones privadas, con la intención de que los diferentes sectores de la economía sean regulados por el mercado, no por el Estado.

2) Mantener un programa de incentivos económicos para la cima de la meritocracia magisterial. El Programa de Carrera Magisterial, que tuvo esa lógica entre 1992 y 2012, fue reciclado y reestructurado a través de la Ley del Servicio Profesional Docente (2012-2103); y luego retomado, revisado y sofisticado mediante la Ley del Sistema para la Carrera de las maestras y Los Maestros (desde 2019 a la fecha).

3) Reivindicar prácticas gerencialistas en la escuela pública, a través de dispositivos organizacionales y un lenguaje tecnocrático-neoliberal (planificación estratégica, calidad-excelencia, mejora continua, idoneidad o máximo desempeño, máximo logro de aprendizajes, etc.).

II

Por otra parte, con respecto al término “variables”, calificado por AMLO como rasgo lingüístico de los neoliberales, pienso que no es exacto lo que señaló.

No señor, la palabra “variable” no proviene del lenguaje tecnócrata, ni de la corriente neoliberal, sino del orden del discurso de las ciencias y específicamente de los métodos experimentales.

Al respecto, en redes sociales por cierto, se generó una controversia: Armando Rojas (@armarhdz) comentó lo siguiente: “Sin embargo, el método experimental se asocia al pensamiento positivista y el positivismo está más asociado a la corriente neoliberal, que a otras corrientes humanistas o alternativas que tienen una visión diferente de lo que es la vida y el mundo.” (24 de mayo)

“De acuerdo”, fue mi respuesta. Entonces hay que decir algo así como: “La variable corrupción, como dirían los positivistas o neopositivistas…”. Un discurso así es más coherente y creíble.

No tengo duda que, sobre este tema, hay una añeja discusión acerca del contenido ideológico de las prácticas y perspectivas de las ciencias y las tecnologías, a través de las instituciones científicas. (J. Habermas).

III

En fin, no deja de llamar la atención la serie de contradicciones que aparecen con frecuencia en el discurso oficial de la “4T”. En varias ocasiones, durante las conferencias matutinas, por ejemplo, se ha escuchado que el presidente López Obrador se refiere a las “políticas públicas” (y a su estudio), en un tono peyorativo, como si fueran parte de un enfoque o tendencia neoliberal o producto del llamado “neoliberalismo”.

Me parece que también ahí el mandatario se equivoca, porque el ejercicio (gubernamental) y el estudio de las políticas públicas son derivaciones de los vacíos que han dejado o han propiciado las ciencias políticas (en parte y en su momento), al concentrarse casi totalmente en los análisis teóricos-filosóficos acerca del papel, el accionar, la estructura o el significado del Estado.

Hoy, las “políticas públicas”, se refieren a los programas, acciones (u omisiones), discursos, intencionalidades o cursos de actividades que llevan a cabo los gobiernos, con un método, en los diferentes planos de la vida pública.

Una cosa distinta es el estudio de las políticas públicas o la investigación que se lleva a cabo en torno a las acciones de los gobiernos. Generalmente, dichos estudios están a cargo de instituciones académicas. Y ahí hay una diversidad de aproximaciones y tradiciones teóricas y metodológicas, no solamente “neoliberales”.

Por todo ello, pienso que no habría razón para tirar al bote de la basura las aportaciones que generan los estudios de políticas públicas.

Fuente de la información: https://www.sdpnoticias.com
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Magisterio: El consenso salarial

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

«Hay escasas ideas por parte de las élites gobernantes para romper los esquemas meritocráticos y el impopular tope salarial.»

Son dignas de reconocerse las medidas emergentes que ha tomado el gobierno del presidente López Obrador, en el sentido de aplicar medidas compensatorias para resarcir la pauperización y la precariedad del esquema salarial base del magisterio mexicano.

Sin embargo, los ejes de la política salarial (y temas afines) del Estado mexicano hacia el magisterio, son los mismos que se han aplicado durante los últimos 42 años: Tope a los aumentos anuales al salario de los trabajadores de la educación (3.4% de aumento anual, directo al salario, durante la última década); sistema meritocrático para repartir incentivos económicos y compensar el salario base; irregularidades en el manejo de las pensiones (cosa que afecta a toda la burocracia federal); retención de pagos en algunas entidades federativas; contratos de corto plazo que violentan derechos laborales, etc.

Tanto el gobierno federal como los gobiernos de los estados han aplicado las mismas políticas salariales (y sus accesorios) hacia el magisterio nacional y local: Además de los problemas señalados, ejemplos concretos y constantes son los contratos cortos que niegan derechos laborales a docentes de la escuela pública. Este problema se ha registrado y generalizado en educación básica, media superior y superior.

Por si faltara algo a este cuadro, el poder político en México cuenta con un sindicato a modo el cual, en la más reciente de sus demostraciones de cinismo, se ha declarado “ejército intelectual” del presidente de la República.

En particular, hay que subrayar el hecho de que existe un sistema de incentivos económicos montados sobre una pirámide meritocrática, desde 1992. Primero, en ese año, mediante el diseño y operación del programa de Carrera Magisterial (esquema voluntario de concursos para lograr promociones horizontales); después, a través de la aplicación de esquemas similares en los sistemas de incentivos económicos previstos en la Ley del Servicio Profesional Docente (LSPD, 2013), y en la Ley del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (LSCAMM, vigente desde 2019).

Dicho en otras palabras: El Estado mexicano ha dispuesto de una bolsa financiera no para aumentos salariales generalizados, sino para la cima de la meritocracia magisterial, donde ha participado, históricamente, sólo una parte minoritaria del personal docente.

Hoy, todavía hay un tope salarial que no se ha derribado desde entonces. La política salarial no ha cambiado. Esa sí es transexenal. Además, el incremento al salario magisterial de este año (2022), en promedio (aprox. 3.5% base generalizado), estará por debajo del índice inflacionario del último año (6-7%).

Según los documentos oficiales, el aumento salarial para el magisterio (3.5% más 1%, así anunciado por el titular de la SHCP), será ligeramente superior (en 2022) que el promedio de incremento salarial anual otorgado durante la última década (3.4%), directo al salario, aparte las prestaciones.

Éste era el panorama que se registraba hace 5 años: De acuerdo con una nota del periódico La Jornada: “En lo que va de la presente administración federal (de Peña Nieto), los más de 1.2 millones de trabajadores de la educación, tanto de formación básica como de educación media superior y superior, afiliados al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), no han alcanzado un incremento directo salarial superior al tope establecido para el aumento en las percepciones mínimas, incluso no ha superado el 3.5 por ciento desde 2014″, (nota de Laura Poy, 28 de abril, 2017).

Con el incremento salarial escalonado al magisterio recién anunciado, (16 de mayo, 2022), tenemos una “revalorización salarial escalonada”. Este hecho no tiene nada que ver con la demanda por “una escala móvil de salarios”, que algunas gremios lanzaron en los tiempos de los topes salariales, durante los años 80′s del siglo pasado.

Para el magisterio, en esta parte de las políticas públicas educativas y salariales sí hay consenso de las élites gobernantes, porque se traduce en una política salarial de Estado con acciones transexenales, de espalda a las y los trabajadores, que se han puesto en operación desde 1980.

Con esto, lo que se podría interpretar como un avance en materia de política salarial del actual gobierno de la “4T”, en realidad es la continuidad de una política laboral de contención al salario de las y los trabajadores de la educación.

A los problemas salariales, habrá que agregar los diversos conflictos que existen y que lesionan en sus derechos a miles de maestras y maestros del país, quienes laboran en algunas dependencias u organismos públicos dedicados a la educación: Prepa en línea; profesores del Programa nacional del Inglés para la educación básica; reivindicaciones diversas por las que luchan docentes de educación física, de educación espacial, asesores técnico pedagógicos, así como profesores del sistema de universidades “Benito Juárez”, entre otros.

Por último, diría que hay escasas ideas, por parte de las élites gobernantes de ayer y hoy, para romper los esquemas meritocráticos y el impopular tope salarial.

Justamente, una de las alternativas que no se han probado es la puesta en práctica de un robusto y bien cimentado programa de profesionalización magisterial, con alternativas de formación continua que respondan a las necesidades del sistema educativo nacional, y que asegure el derecho a la educación para todas y todos; ello serviría también para eliminar, de paso, los sistemas de evaluación al magisterio con perspectiva meritocrática.

Fuente de la información: https://profelandia.com

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Logro, mérito y lucro

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

«La lógica meritocrática se aplica a diestra y siniestra tanto en los sistemas de evaluación de docentes, directivos escolares y asesores técnicos como en los sistemas de evaluación de los aprendizajes escolares…»

Según algunos diccionarios, en esencia, el logro se define como: “Alcance de una meta previamente propuesta por una persona o un grupo de personas. Este logro, lejos de ser un mero “golpe de fortuna” (o “suerte”), necesita que la o las personas apliquen diferentes acciones, acordadas de manera previa, de modo que sean tendientes a facilitar el alcance de la meta”.

El logro en contextos educativos o académicos, es definido como la obtención de una meta o resultados “positivos” que son alcanzados por estudiantes o profesores, como parte de las actividades programadas en la normatividad específica de una institución educativa.

Generalmente, a las/los docentes se les atribuyen “logros” en términos de las evaluaciones de desempeño académico, mientras que a las/los estudiantes se les designan esas etiquetas en términos de la normatividad establecida para la evaluación de los aprendizajes escolares.

¿Qué tiene que ver esto con nuestra realidad educativa nacional y local?

Durante el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012), la SEP promovió ampliamente la prueba ENLACE, que constituyó un sistema de Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares. La prueba se aplicaba no a muestras de población, sino a todos los estudiantes de educación primaria (desde 3er. grado), secundaria y media superior. La prueba ENLACE se aplicó durante algunos años durante el gobierno de Enrique Peña Nieto.

El logro académico forma parte de un aparato conceptual más amplio que es el de la “evaluación educativa”, del cual se desprende, desde determinados enfoques tecnocráticos, la definición y el valor de los aprendizajes escolares, en términos de desempeño o de la ejecución de determinadas tareas derivadas de la planificación-programación didáctica (de modo eufemístico, algunos también les llaman evidencias de aprendizaje).

Cabe recordar que esta expresión “máximo logro de aprendizaje” se conservó desde la reforma constitucional de 2013 hasta 2019. Es letra vigente en el artículo 3º. Constitucional.

La terminología tecnocrática en evaluación de la educación, insertada en el texto constitucional de 2013 y luego ratificada por los poderes ejecutivo y legislativo en 2019, nos dice que tanto el “logro de aprendizaje” como el “logro académico” son conceptos derivados de un enfoque particular o específico de la evaluación educativa.

Junto con los criterios y los estándares, los indicadores de logro son igualmente conceptos que dependen de la misma matriz teórico-metodológica de la evaluación educativa, donde prevalecen o dominan los métodos y las interpretaciones cuantitativas sobre las cualitativas.

Los criterios de evaluación educativa, en el nivel de aprendizajes, están relacionados directamente con los objetivos educativos (o de aprendizaje) que se establecen en una planificación-programación didáctica. Mientras que los estándares de aprendizaje (también conocidos como estándares curriculares) están vinculados con la definición de ámbitos de competencia o competencias educativas (capacidades cognitivas, de habilidades psicomotrices y de actitudes y valores), a nivel de un planteamiento curricular más genérico.

Por lo tanto, los indicadores de logro académico o de aprendizaje, son una referencia que marca el grado de cumplimiento de un estándar de aprendizaje. Pero este logro, como lo dicen las acepciones más simples, lejos de ser un mero “golpe de fortuna” (o “suerte”), necesita que la o las personas realicen un determinado esfuerzo o estén empujadas por una cierta motivación.

El problema en el uso de esta terminología, es que introduce una serie de elementos que fueron por primera vez probados en las organizaciones productoras de bienes y servicios (década de los años 50 del siglo XX), junto con otros conceptos como funcionamiento, eficiencia, eficacia y mejora continua.

Cuando se habló por primera vez en términos de competencias educativas o para el trabajo (no competencias lingüísticas, a las que se refería Noam Chomsky), éstos sirvieron para segregar, clasificar o filtrar a las personas tanto en el trabajo como en la escuela.

Las evaluaciones que se aplican para ingresar a la educación media superior pública (y a la superior, también), en México, se han convertido en verdaderos filtros sociales que, en nombre de la calidad de la educación, constituyen medios, procedimientos e instrumentos que han cancelado el derecho a la educación de miles de jóvenes (solamente se otorgan lugares para estudiar en la escuela pública, a aquellas y aquellos estudiantes que “logran” las más altas puntuaciones en las pruebas estandarizadas) ¿Cuándo se establecerán juicios ponderados, con criterios de equidad e igualdad, en estas evaluaciones?

La lógica meritocrática se aplica a diestra y siniestra tanto en los sistemas de evaluación de docentes, directivos escolares y asesores técnicos como en los sistemas de evaluación de los aprendizajes escolares de las/los estudiantes de la escuela pública.

No puede haber una “meritocracia justa” mientras las desigualdades sociales y educativas (que encierran condiciones económicas y culturales de precariedad), sobredeterminan los resultados en las pruebas estandarizadas. Ejemplo: Una estudiante que proviene de una comunidad indígena, cuya historia está marcada por las desigualdades, la discriminación y la segregación, se encuentra en condiciones adversas al momento de realizar una prueba estandarizada para ingresar a una institución de educación superior o de bachillerato públicos.

En medio de todas estas contradicciones de los sistemas de evaluación, las instituciones públicas que cobran una cuota por evaluar a estudiantes o las instituciones privadas que emplean y comercializan a través de estos sistemas de evaluación en masa, en el fondo buscan una ganancia, un valor agregado, una plusvalía o el lucro.

¿Cómo puede justificarse un sistema de evaluación que, mediante una tecnología evaluativa sofisticada y presuntamente científica, impone sus criterios, estándares e indicadores para cancelar o negar el derecho a la educación de ciudadanas y ciudadanos mexican@s?


Fuente de la información: https://profelandia.com

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Burocracia e investigación educativa

POR: JUAN CARLOS MIRANDA ARROYO

«La SEP no es un centro de investigación educativa, eso es cierto. Pero debe ser una institución que establezca vínculos orgánicos permanentes con especialistas y estudiosos de la educación.»

En una entrevista que Marx Arriaga, director general de materiales educativos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), concedió a Erick Juárez Pineda, el funcionario “advirtió que los documentos que se trabajan no tienen una rigurosidad académica, pues «no son un centro de investigación o una universidad», esto al referirse a la propuesta curricular para la educación básica, cuya versión preliminar dio a conocer la propia SEP en enero pasado (ver Educación Futura, 23 de abril, 2022).

Arriaga debe saber que, aunque la SEP no es una institución dedicada a la investigación educativa, no está exenta del escrutinio de la comunidad académica ni del examen riguroso de especialistas y estudiosos de la educación. Además, como responsabilidad de gobierno, la SEP debiera de generar documentos con contenidos estructurados, sustentados o debidamente argumentados, a partir de los hallazgos reportados recientemente por la investigación en el campo educativo.

Por otra parte, la SEP necesita vincularse con grupos de investigadores y especialistas del ramo, tal como se hace en cualquier otra entidad gubernamental. Ahí hay un espacio y tiempo valiosos para concretar las retroalimentaciones mutuas. No veo por qué no hacerlo de esa manera.

El argumento utilizado por el funcionario, por lo tanto, para excusarse de la falta de rigor académico en la propuesta curricular, es insostenible.

“El funcionario detalló –dice Juárez Pineda- que, aunque la construcción del nuevo marco curricular le corresponde a la dirección que él encabeza, no es su responsabilidad establecer una propuesta de evaluación, pues «ellos solo crean y evalúan los materiales educativos»; sin embargo, señaló que esta tarea le toca a otras unidades como a la Dirección General de Desarrollo Curricular o a la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM)”.

Arriaga señaló, así mismo, que la dependencia a su cargo (materiales educativos) tiene el liderazgo del proyecto de reforma curricular para la educación básica. ¿Por qué entonces los documentos de referencia están firmados (en su versión preliminar) por la dirección de desarrollo curricular de la SEP? ¿No debería estar al frente de este proyecto, más bien y como líder, y ante los medios, la subsecretaría de educación básica?

La SEP no es un centro de investigación educativa, eso es cierto. Pero debe ser una institución que establezca vínculos orgánicos permanentes con especialistas y estudiosos de la educación. También, debiera de impulsar el desarrollo de estos grupos de trabajo, con recursos y diversos apoyos hacia dichas comunidades que realizan investigaciones o estudios educativos, independientemente de sus intereses académicos o líneas de investigación, es decir, tanto de corte teórico, filosófico o histórico, como aplicado.

Lamentablemente y por lo general, hay un vacío de la alta burocracia hacia las tareas de investigación educativa en México. Pienso que eso deberá cambiar. El intercambio entre burocracia y academia habrá que ser más intenso, creativo y propiciar condiciones adecuadas de trabajo, a efecto de generar nuevos conocimientos sobre lo educativo, y específicamente sobre la educación básica pública.

La cruda realidad indica que a las burocracias educativas, federales y estatales, (con funcionarios no especializados en educación), no les interesa generar nuevo conocimiento sobre lo educativo. Les obsesiona administrar, al más bajo costo, los procesos escolares. Contrario al interés académico, a este círculo gobernante de la educación le preocupa y se ocupa solo en rendir cuentas a sus jefes superiores, pero se desentiende de las necesidades del magisterio. Existe evidencia de que su prioridad es controlar y vigilar a las comunidades educativas (escuelas). Esa visión limitada y rígida de la realidad educativa, es una tragedia que no favorece el adecuado avance del sistema educativo nacional.

De manera institucional y a lo largo de la historia, las burocracias educativas no encuentran valor a los hallazgos de la investigación. ¿Cuántos convenios han realizado o firmado el gobierno federal y los gobiernos de los estados con las unidades UPN locales o con las Normales para desarrollar proyectos de investigación o producción editoriales, durante los últimos 20 años? La cifra está cercana a cero. ¿Pueden mostrar pruebas en contra?

La composición de las burocracias educativas (me refiero especialmente a quienes ocupan la cima de las instituciones) es de perfil político, administrativo y de profesiones afines (excepcionalmente se registran trayectorias académicas en esos escritorios), y no cuenta con orientación ni sensibilidad hacia la investigación educativa. Dicho esto en términos generales. Cuando hay algunas excepciones, las iniciativas para llevar a cabo investigaciones o estudios educativos, sin embargo, quedan desplazadas por otros proyectos de carácter administrativo.

Adicionalmente a la necesidad de establecer un diálogo con la comunidad académica, profesional o científica, las burocracias educativas también requieren de crear dispositivos de comunicación permanentes, institucionalizados, en condiciones de igualdad, para intercambiar ideas y propuestas con las maestras y los maestros, directivos escolares y asesores técnicos, que trabajan directamente en las escuelas, y que tienen a su cargo los procesos específicos y más relevantes de la educación pública en México.

Fuente de la información: https://profelandia.com

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