¿A quién pertenecen las Normales Rurales? (Parte I)

Por: José Guadalupe Sánchez Aviña

 

A través de elementos básicos se abordará una situación histórica y compleja de dimensiones sociales

Como suele suceder en ciertos periodos del año, hoy, las Escuelas Normales Rurales ocupan parte de la atención pública. Para Puebla, los casos más cercanos, física y emocionalmente, son la “Carmen Serdán” en Teteles de Ávila Castillo, en nuestra entidad y la “Lic. Benito Juárez”, en Panotla, Tlaxcala, pertenecientes ambas, al mismo subsistema de la educación superior en nuestro país.

En esta irrupción en los medios, se da cuenta de hechos, fechas y demandas, se publican marchas, tomas, pliego petitorio, así como respuestas oficiales, entre otras cosas; esto bajo la figura de información para la sociedad. Sin embargo, es necesario, que, al ciudadano realice un análisis de la situación informada, por básico que fuera, antes de asumir una postura de rechazo o aceptación mecánica. Agregaría que, en el caso de algunos académicos se debiera hacer lo mismo, antes de condenar los hechos, o bajo el influjo de la idealización, se justifiquen las acciones emprendidas por los Normalistas, cualquiera que esta sea.

Una alternativa es generar interrogantes propias, tal vez, iniciando con ¿cuáles son los hechos? ¿cómo se suceden? Pero escalando en complejidad hacia ¿por qué suceden?, ¿para qué?, ¿quiénes son sus actores?, ¿qué intereses son los que están en juego?… en fin, interrogantes medianamente profundas, que posibiliten no solo informarse de los detalles, sino el formarnos postura propia.

En esta ocasión, permítaseme dedicar esta colaboración y la de la semana próxima, a ofrecer elementos básicos, que sirvan de referencia, para aproximarnos al abordaje de una situación histórica y compleja de dimensiones sociales. Desde luego, desde la subjetividad de quien escribe.

Como Institución, las Escuelas Normales Rurales son producto del movimiento revolucionario de principios del siglo pasado. En 1922 siendo presidente el General Álvaro Obregón del Partido Liberal Constitucionalista, son creadas las Escuelas Nacionales Rurales (ENR), con el objetivo de formar a los maestros que habrían de extender la educación hasta el medio rural. Su importancia era evidente: en un México, que en 1921, reportaba que poco menos del 70 por ciento de su población se ubicaba en el medio rural, contexto que se complementa con el 65% de analfabetismo, de ese momento.

Como institución educativa, aun cuando cada una de ellas, son una historia particular, se puede decir, de manera general, que como parte del sistema educativo nacional, han experimentado diferentes fasesa) sus primeros momentos en los que llegó a tener presencia en cada entidad federativa; b) con la llegada del General Lázaro Cárdenas a la presidencia, experimentan un fuerte impulso y cambian su nombre a Escuelas Regionales Campesinas (ERC), nombre que subsiste hasta 1946, año en el que retoman su denominación como Escuelas Normales Rurales, tal como hoy se les ubica.

Varios han sido los intentos de cerrarlas, especialmente significativo, es el ejecutado durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, cuando cerró 15 de las 29 existentes. En general se podrían distinguir tres modalidades, en los esfuerzos por desaparecerlas: Una temprana, en donde la fuerza se ejerció de manera directa; una intermedia, con violencia sutil, en donde la presión se ejerció desde el presupuesto; y la actual, en donde el Estado las abandona a su suerte, evadiendo la responsabilidad establecida en nuestra Carta Magna. Sobra decir, que esta última, la que hoy presenciamos, es la más nefasta de las tres modalidades, implicando el abandonar a estudiantes y comunidad de colaboradores, a su suerte. Alguna ocasión escuche a un político decir: dales cuerda, para que se ahorquen solos.

Cabe destacar, que, en 1935, se crea la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM); organización concebida para la defensa de las ENR, misma, que, a través de los Comités Estudiantiles de las Normales, tiene presencia determinante en la vida interna de cada una de ellas, y como subsistema. Sin este actor, no se puede realizar análisis alguno, de cualquiera de los aspectos de interés de estas Escuelas, mucho menos comprender lo que sucede en y con ellas.

Hoy se registra la existencia de 17 Instituciones: El Quinto, Sonora; Saucillo, Chihuahua; Aguilera, Durango; San Marcos, Zacatecas; El Cedral, San Luis Potosí; Cañada Honda, Aguascalientes; Atequiza, Jalisco; Tiripetío y Cherán, Michoacán; Teteles, Puebla; Panotla, Tlaxcala; Tenería, Estado de México; Amilcingo, Morelos; Ayotzinapa, Guerrero; Tamazulapam, Oaxaca; Mactumactzá, Chiapas, y Hecelchakán, Campeche. Si logran la reapertura como normal rural de El Mexe, Hidalgo, el próximo año podrían reintegrar a esta escuela a la FECSM y sumar 18 instituciones. El Mexe, Hidalgo, es un caso pendiente con la cual, sumarían 18.

Bueno… quedando pendientes asuntos como el perfil de estudiantes, financiamiento, servicios internos, gobierno, administración y respuesta al cuestionamiento del título, por el momento hay que cortar, pero continuaremos la semana próxima, hasta entonces.

Fuente de la información: https://cutt.ly/iNrY7Wa

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Escuelas de Educación Normal, bien de la Nación

Por: José Guadalupe Sánchez Aviña

Junio 10 2021

(Quincuagésimo aniversario de la matanza de Corpus)

En la entrega de la semana pasada me referí a las Escuelas de Educación Normal, y resulta interesante la reacción de algunas personas, por un lado, me felicitaban por estar del lado de las Normales, y al mismo tiempo, otros me felicitaban por no idealizarlas y prácticamente atacarlas. Lo anterior resulta comprensible, pues como sabemos, tendemos a interpretar todo aquello con lo que nos topamos; sin afán de aclarar a detalle lo expuesto, desde mi experiencia, y sin distinguir entre rurales y no rurales, quisiera hacer algunos señalamientos adicionales, al respecto.

Primero, es necesario distinguir las Normales como espacios físicos institucionalizados en donde se desarrolla este subsistema de educación superior, Normalismo como propuesta y movimiento pedagógico-social, y finalmente los Normalistas, como los sujetos que personifican al Normalismo y acuden a las Normales. Hace tiempo, aprendí que nada es obvio en esta vida, por más que lo parezca, por eso hay que dejar claridad en los términos.

Segundo, aun cuando reconozco el legado histórico del Normalismo en este país, y defiendo la subsistencia de las Escuelas de Educación Normal por la función vital de formar formadores, y que tengo el placer de conocer tal vez cientos de Normalistas, contando con la distinción de la amistad de algunos de ellos, intento evitar la idealización.

Me esfuerzo en resistir la redituable tentación de victimizar a los Normalistas, así como el gritar mi “solidaridad fraterna y revolucionaria” “enfrentando”, desde la comodidad de mi cubículo, al gobierno “opresor” e “insensible en turno. La actual estructura, operación y lógica de funcionamiento de las Normales tendrían que ser analizadas en profundidad; se correría el riesgo de encontrar cosas que podrían desencantar la postura de defensa social mecánica, ¿quiénes las gobiernan?, ¿quiénes establecen las formas de organización y actuación?, ¿qué pasa en ellas que cada año hay que dotarlas de mobiliario vario, tal como literas, así como enseres y varias cosas más?, ¿para el caso de Teteles, habría culpables internos?

En cuanto al gobierno, su responsabilidad no desaparece y la culpa radica en dejar a la deriva a las Escuelas de Educación Normal, desentendiéndose de su papel de acompañante, hueco que es llenado por organizaciones que habría que revisar concienzudamente. No basta dar chamarras, sábanas, colchones y esas cosas; es necesario enfrentar la situación respetando la esencia del Normalismo, aquél que construyó este país y echar fuera a cualquiera que represente lo contrario. No solo se puede atentar contra el Normalismo utilizando la fuerza física o con limitaciones presupuestales, una forma más sutil y con menos rechazo público, es dejarlas desangrar en la soledad.

Como ciudadanos, debemos ejercer nuestro sentido crítico, y antes de satanizar o victimizar, informarnos, ir más allá de lo que dicen intelectuales, periodistas o líderes sociales. Debemos entender que las Escuelas de Educación Normal, más allá de estigmatizarlas como escuelas para pobres, como propios y extraños las enmarcan, son espacios en donde se forman los formadores de este país: las Normales deben ser reconocidas y defendidas, ya que son un bien de la Nación.

Los Normalistas… deben hacer su parte; sin ellos, nada se moverá.

*Texto publicado originalmente en E-Consulta

Fuente: http://www.educacionfutura.org/escuelas-de-educacion-normal-bien-de-la-nacion/

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La escuela al centro ¿la respuesta?

La educación es responsabilidad de todos. Humanizar los espacios y realizar la propia humanidad.

Por: Jose Guadalupe Sanchez Aviña.

En dos entregas anteriores inmediatas he comentado sobre lo ubicuo de la educación y de la responsabilidad de ser profesor en México; hoy quisiera dedicar estas líneas a lo que la escuela como centro educativo le corresponde y muy especialmente del derecho y obligación que Todos tenemos de procurar su correcto funcionamiento. ¡Sí!, tengamos o no hijos inscritos en ellos.

Como es sabido, la propuesta del nuevo modelo educativo, señala que: “Para materializar el nuevo planteamiento pedagógico, se parte de una nueva visión que pone la Escuela al centro del sistema educativo, como espacio en donde convergen todos los recursos y esfuerzos de los distintos actores.” (p. 16) y pone énfasis en su mayor autonomía. Esta es una opción dentro de las opciones mundiales que procuran la calidad en la educación; las otras son la comunidad una y el maestro la otra, además de una cuarta que presenta una propuesta integradora.

Dos tendencias ha seguido su aplicación: a) mayor responsabilidad de la escuela, adelgazamiento de unidades centrales o una privatización de los servicios educativos, y el sistema evalúa los resultados logrados de la escuela, existiendo el riesgo de utilizar los resultados de manera punitiva. b) descentralización con reorganización de los sistemas educativos, con base en arreglos administrativos y de apoyo técnico entre el centro y las escuelas, y la evaluación se hace por el sistema para tener elementos para definir a las escuelas que necesitan mayor acompañamiento. ¿Qué ruta se seguirá en nuestra experiencia? Ya lo estaremos viendo.

Sin duda es fundamental lo que se está comentando, sin embargo, quiero referirme a un aspecto más elemental que considero crucial en la mejora de la educación en nuestro País. ¿De quién es responsabilidad lo que sucede o deja de suceder en las escuelas? ¿De las autoridades gubernamentales? ¿De los padres de familia de los niños que acuden a esa escuela? ¿De los profesores de esa escuela? ¿De los estudiantes de esa escuela? ¿De estos cuatro actores de manera conjunta? Tal pareciera que lo más sensato es pensar que es la responsabilidad compartida entre estos cuatro actores lo que haría posible su correcto funcionamiento.

La acción coordinada entre los cuatro actores mencionados, representa un paso adelante para impulsar los buenos resultados educativos pretendidos desde las cúpulas administrativas del sistema educativo mexicano; si esto nos complace… pues ya se tiene definida la ruta a seguir. Sin embargo, si lo que se quiere es mejorar sustancialmente la educación en nuestro País, entonces es indispensable dar un golpe de timón y modificar la estructura de las decisiones en el sistema educativo nacional. Ni la participación de los padres de familia se cumple con realizar reparaciones en las escuelas o encargarse de cooperativas o gastos de festivales, ni mucho menos la responsabilidad de lo que sucede en nuestras escuelas es exclusiva de los padres que tienen hijos en ellas.

Una posibilidad de acción para la transformación del sistema educativo se encuentra en modificar de raíz la concepción que socialmente se tiene sobre la educación: debemos avanzar en entender que la educación es responsabilidad de cada ciudadano y que representa un valor que hace posible nuestro desarrollo como Seres Humanos en contextos concretos. Para el caso específico del que aquí se escribe, significaría aceptar que lo que sucede al interior de las escuelas nos compete a todos, tengamos a no hijos en ellas. Hablamos una vez más de un ciudadano empoderado que ejerce su cualidad de constructor de ese Estado del que forma parte.

Fuente: http://www.e-consulta.com/opinion/2017-02-24/la-escuela-al-centro-la-respuesta

Imagen:http://www.muralchiapas.com/images/Plan_escuela_al_centro_dar%C3%A1_respuesta_a_a%C3%B1ejas_demandas_Albores_Gleason.jpeg

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