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Tras la saga de Garín

Por: Luis Hernández Navarro

Alfabetizador, fundador de escuelas, periodista, organizador obrero y de jornaleros agrícolas, orador brillante, propagandista, el andaluz Abelardo Saavedra Toro utilizó el seudónimo de Garín para firmar sus artículos. A lo largo de los años, se ganó la vida ejerciendo múltiples oficios: zapatero, boticario, tranviario, impresor, sastre, albañil, fotógrafo, lector en una tabaquería y fabricante de aparatos ortopédicos. Fue uno de los más destacados militantes ácratas de finales del siglo XIX y las primeras tres décadas y media del XX.

Según el investigador José Luis Gutiérrez, el recorrido vital de Saavedra es el del anarquismo histórico español y caribeño. El que va desde la creación de la Primera Internacional en 1864 hasta la Revolución española de 1936. Su trayecto es el del prototipo del anarquista ibérico que aunaba las prácticas estrictamente ácratas a las societarias primero y sindicalistas después.

Este apasionante camino está amena y rigurosamente narrado en un libro de reciente aparición: Saavedra: un anarquismo, escrito por Aurelio Fernández, economista, director de La Jornada de Oriente y bisnieto de Garín. En la obra se cruzan y funden, con buen ritmo, diversas historias: la del biografiado (1860-1938); la de las luchas obreras y campesinas en España y Cuba; la de la difusión del anarquismo a través de sus periódicos y de su proyecto organizativo, y la de la elaboración del libro.

Saavedra es un personaje que parece sacado de una audaz novela social. Uno más de una generación extraordinaria de revolucionarios sin fronteras, internacionalistas de corazón, formados en el mundo del trabajo, que hacen de la revolución social, la solidaridad y la ayuda mutua el centro de su existencia. De militantes que se oponen a la profesionalización de la política, sufren cárcel y persecución sin claudicar en sus convicciones y gestan una contracultura, que piensan y practican en todos los ámbitos de la vida privada y pública.

Felipe Fernández Rodríguez, su yerno, decía: Los anarquistas no tenemos patria, nuestra patria es el mundo y allí donde haya explotación estaremos luchando. Fiel a esta divisa, Garín, además de batallar en el campo andaluz, en el mundo obrero madrileño y catalán, en la Cuba dominada por Estados Unidos y en Portugal hasta que fue deportado, combatió la dictadura de Porfirio Díaz en México.

El lance maya de Saavedra lo llevó a la cárcel en Cuba, adonde llegó después de pasar una temporada en prisión, con 42 procesos legales, como una espada de Damocles sobre su cabeza. Allí, los magonistas mexicanos lo convencieron de escribir contra Porfirio Díaz en el periódico ¡Tierra! En noviembre de 1907 aparecieron las dos entregas de su artículo La inquisición en México, en el que denuncia la oprobiosa situación que se vivía en el país. El diario entró a la Península de Yucatán a través del puerto de Progreso. La represión del dictador no se hizo esperar. En Mérida detuvieron a sus distribuidores, catalanes anarquistas, y los deportaron. El presidente Porfirio Díaz solicitó al interventor estadunidense en la isla, Charles Magoon, actuar contra la publicación y contra Garín. El juicio en su contra duró seis meses. Años después, en 1915, fue nuevamente detenido y expulsado de Cuba.

Profundamente anticapitalistas, dotados de una enorme mística, los anarquistas hispanos de aquellos años –cuenta Aurelio Fernández– crearon grupos de afinidad, primera forma de reunir a los simpatizantes, a partir de las proximidades en barrios, gremios y familias. En ellos se comentaba la actualidad, se pensaba un mundo alternativo, y se leía la prensa y la literatura ácrata en voz alta. Al que no sabía leer, se le alfabetizaba. Con la consigna de ni dios ni amo, fundaron sus propias escuelas y Centros de Estudios Sociológicos, en los se abrazaron los postulados de la ciencia y la cultura universales.

Los comunistas libertarios extendieron su influencia y construyeron sus redes a través de giras de propaganda, en las que hacían mítines y daban conferencias en las poblaciones de trabajadores. Estas excursiones estaban a cargo de formidables y entusiastas oradores, como Saavedra.

Su actualidad es sorprendente. Hace más de un siglo, rechazaban el matrimonio y exaltaban la unión y el amor libres. Fomentaban el control natal. Llamaban a sus hijos con nombres ajenos al santoral católico, como Fraternidad, Violeta o África. Los educaban en sus propios sistemas escolares, auspiciados por las organizaciones de trabajadores, con base en la laicidad y la ciencia. Promovían el cariño y respeto a la naturaleza, practicaban el nudismo, el vegetarianismo y el excursionismo popular. Fomentaban la igualdad de los sexos.

Saavedra fue enterrado, por decisión propia, en una fosa común. Solidaridad Obrera lo describió como suma de bondades, inteligencia clara y corazón exuberante. Fue, además, un hombre fecundo en toda la acepción de la palabra: en hijos, en ideas, en trabajo, en bondad, resumió la publicación.

En un mundo dominado por el presentismo y el posibilismo, en el que el futuro ya no es lo que era pero en el que urge poner a debate la sociedad que queremos, Saavedra: un anarquismo, de Aurelio Fernández, permite asomarnos no sólo a la saga de un personaje excepcional como Garín, sino a las prácticas y valores que hacen un otro mundo posible.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2021/07/20/opinion/013a1pol

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Ezequiel Reyes Carrillo, el normalista rural

Por: Luis Hernández Navarro
Volví a nacer, dijo el maestro rural Ezequiel Reyes Carrillo a la asamblea nacional de la CNTE el 12 de junio de 1982. No exageraba. Unos meses antes, a finales de 1981, cerca de la Central Camionera de la Ciudad de México, fue secuestrado por agentes de la Dirección Federal de Seguridad, encabezada por Miguel Nazar Haro. Durante cuatro meses estuvo desaparecido y fue torturado. La incesante movilización magisterial lo rescató con vida.

No tuvo la misma suerte el profesor Juan Carlos Mendoza Galóz, fundador de escuelas populares en Ciudad Nezahualcóyotl, como la Niños Héroes, en la colonia Sol. Tampoco Austreberta Hilda Escobedo, compañera de lucha de Juan, levantada por la policía un día después. Ellos continúan desaparecidos.

Ezequiel nació el 10 de abril de 1950, en San Miguel Tlaixpan, Texcoco. Ironías de la vida, un 10 de abril fue asesinado Emiliano Zapata, y a Cheque sus compañeros lo llaman Zapata, en parte por su profuso bigote negro.

Reyes Carrillo estudió en la Escuela Normal Rural de Tenería, adonde entró con el aval de una carta del ejido. Allí entabló estrecha amistad con Misael Núñez Acosta, asesinado por pistoleros a sueldo contratados por el SNTE, 11 meses antes de que él fuera secuestrado. Como estudiante, se ganaba la vida con un grupito musical llamado Coco Seco y sus Estrellas, que interpretaba canciones de la Sonora Dinamita en ferias de los ranchitos y en un hotel de lujo de Ixtapan de la Sal.

A Zapata, además de la influencia de la revolución cubana, le tocó vivir en Tenería el movimiento estudiantil-popular de 1968. “Nos fuimos a la huelga –cuenta. Agarrábamos un autobús y veníamos a México a las marchas. Estuvimos en la que partió del Museo de Antropología y muchas más. Éramos un contingente pequeño, pero participamos abiertamente. Y salíamos a informar a las rancherías.”

Ezequiel se ve a sí mismo y los maestros rurales de su generación como producto de los viejos profesores cardenistas. Esa fue la corriente ideológica que los formó y en la que adquirieron un lenguaje común. En la escuela, la mayoría de los catedráti­cos estaban más o menos cortados por esa tijera; se habían formado en el periodo del general o bajo su influencia. Imbuían a los estudiantes de ese espíritu de lucha, de com­bate y de atender las necesidades de las comunidades. Ese era el pan de cada día.

Los normalistas rurales estaban preparados para ir al campo a trabajar. No sólo dar clases en la escuela, sino en los poblados, como líderes comunitarios, para organizar las necesidades del pueblo, hacer cooperativas y exigir que el gobierno proporcionara servicios básicos. “La política cardenista para las normales rurales consistía en formar líderes de la comunidad –asegura. Por eso, muchos egresados de esas escuelas son líderes comunitarios.”

En Tenería se impartía una educación muy apegada a la tierra. Tenían una granja con 300 pollos y gallinas ponedoras que daban huevos diario; vacas; terrenos para sembrar, y como 300 hectáreas de maíz o de frijol. Cada tarde, los jóvenes iban a labrar y cuidar los animales. Eran, a un tiempo, estudiantes y campesinos.

Los alumnos sufrían grandes precariedades en la escuela. Tenían como presupuesto para las raciones diarias de desayuno, comida y cena, 4.50 pesos. La dieta de los caballos del Séptimo Regimiento de Caballería, cerca de la escuela, era de 35 pesos al día. Sigue siendo igual, remarca Zapata.

Cuando Ezequiel se recibió de maestro se fue a enseñar a Veracruz, donde organizó un grupo peticionario de tierra en Misantla. Luego se incorporó a la Unión Campesina Independiente. En Martínez de la Torre, el pueblo indignado con el cacicazgo, incendió el palacio municipal. Las autoridades lo acusaron a él de la sublevación y lo arrestaron. Pero más tardó la policía en encarcelarlo que los campesinos en sacarlo. A un tractor cañero le amarraron unas cadenas y derrumbaron las rejas.

Ezequiel participó en la Unión de Comuneros Emiliano Zapata de Michoacán y en la fundación de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala; con unos 30 maestros egresados de normales rurales (y otros de normales urbanas) formó la Coordinadora Regional de Centros de Educación Básica en el corredor Netzahualcóyotl-Ecatepec, integrada por más de 30 escuelas; asesoró luchas obreras en Tapetes Luxor, Sosa Texcoco, Aceros Ecatepec, Fontana, Panam; acompañó luchas urbano-populares como la de la Coalición de Colonias de Tulpetlac, y organizó la disidencia magisterial democrática antes de que naciera la CNTE, de la que forma parte.

También egresado de la Normal Superior, Reyes Carrillo cree que el normalismo está muy arraigado entre los maestros rurales. “Es que la normal es algo muy especial. Es como el Poema pedagógico, de Makárenko. Tú forjas la escuela, eres parte de ella, no te lo dan todo. Y participar en la construcción de tu propia educación es fenomenal. La mayoría está muy orgulloso de su institución.”

Desde su experiencia de vida, satisfecho de su paso por Tenería, Ezequiel ve a las actuales movilizaciones de Mactumactzá y Teteles como parte de la resistencia de casi un siglo de las normales rurales por su sobrevivencia. Siempre ha sido así. Sus demandas son viejas y justas. “Ninguna represión –advierte– detendrá la lucha del normalismo. Y menos del rural, que es una herencia de las fuerzas revolucionarias zapatistas, villistas y cardenistas”.

Twitter; @lhan55

https://www.jornada.com.mx/2021/06/15/opinion/015a1pol

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Mactumactzá: el renacer del cerro de las once estrellas

Por:  Luis Hernández Navarro

 

Cuatro veces las autoridades han cerrado la Escuela Normal Rural de Mactumactzá (en Chiapas) y cuatro veces ha renacido. Así sucedió en 1935, 1942, 1946 y 2003. La tenacidad y la lucha de sus alumnos y egresados, y de las comunidades de las que provienen, la hicieron retoñar.

 

Lo que hoy es Mactumactzá (el cerro de las once estrellas, en lengua zoque), comenzó a funcionar con el nombre de Escuela Normal Rural de Cerro Hueco, el 24 de febrero de 1931, en un terreno donado por el gobierno de Raymundo E. Enríquez. Carente de infraestructura y mobiliario, con aulas de adobe y palma, se equipó con el trabajo voluntario de los estudiantes y las donaciones en especie de los campesinos. Funcionó hasta 1935.

 

En 1936, las autoridades la cerraron y, en su lugar, en la finca La Chacona, instalaron una Escuela Regional Campesina, que funcionó muy precariamente. No les duró mucho el gusto. En 1941, la SEP la transformó en Escuela Práctica de Agricultura. Sus alumnos emigraron a otras instituciones. Durante seis años impartió enseñanza técnica a los campesinos, quienes, al egresar, podían ejercer como maestros y titularse en otra normal.

 

Como a las autoridades les incomodaba profundamente el compromiso social de los alumnos, en 1945 se suprimió el primer año, con el argumento de que no había presupuesto. Un año más tarde, su suerte estaba echada. Los estudiantes fueron trasladados a otras instituciones. El gobierno anunció que, en su lugar, se instalaría un laboratorio de inseminación artificial para mejora del ganado. El edificio quedó abandonado.

 

Diez años más tarde, se impuso la imperiosa necesidad de formar maestros en una entidad que carecía de ellos, y la escuela renació como Escuela Normal Rural Mactumactzá (ENRM). En abril de 1956, abrió sus puertas como internado para hombres, con grandes limitaciones financieras y materiales.

 

En 1970, muchos egresados de la normal participaron activamente en las luchas campesinas e indígenas (y hasta en las obreras) que irrumpieron en Chiapas en esa década. Se convirtieron en intelectuales orgánicos del mundo rural. Su participación en tomas de tierras, organización de cooperativas de producción y consumo, protestas por servicios y para incrementar precios de garantía, fue fundamental. En 1979, los maestros del estado organizaron grandes paros para aumentar su salario y democratizar el SNTE. El equipo dirigente de ese movimiento se había formado políticamente en Mactumactzá, y en las Escuelas Técnicas Agropecuarias. En diciembre de ese año, fundaron, junto a las disidencias democráticas de todo el país, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

 

Esa centralidad organizativa de los egresados de la normal en las luchas populares en Chiapas ha disminuido conforme las organizaciones campesinas e indígenas han forjado liderazgos no vinculados al magisterio. Sin embargo, sigue siendo relevante. En el comité ejecutivo de la sección 7, integrado por 155 maestros, 34 son egresados de ­Mactumactzá.

 

Un momento clave en la historia de la normal fue su confrontación con el gobierno de Pablo Salazar. Su administración recibió un préstamo del Banco Mundial por 40 millones de dólares. Entre las sugerencias que el organismo multilateral hizo estaba el cancelar las plazas automáticas a los egresados de la ENRM.

 

El conflicto se intensificó. Las autoridades reprimieron salvajemente a estudiantes y trabajadores y los encarcelaron. Pablo Salazar se propuso cerrar la escuela y crear en su lugar un instituto politécnico. Sin esa normal, miles de campesinos ya no tendrán siquiera la aspiración de llegar a ser maestros profesionales, le expresó a Blanche Pietrich, el dirigente de la sección 7, Fortino Vázquez (https://bit.ly/3fa2Q3f).

 

El desenlace representó un golpe muy duro para el normalismo. Se cerró el sistema de internado; más de la mitad de las 560 matrículas que tenían se redujeron. La persecución política en su contra fue inclemente.

 

Pese a ello, Mactumactzá sobrevivió y poco a poco comenzó a recuperarse del descalabro. La matrícula fue creciendo, se construyeron dormitorios y el equipamiento mejoró.

 

Sin embargo, el fantasma de su desaparición ronda la escuela. Durante la administración del morenista Rutilio Escandón se ha utilizado, una y otra vez, de manera bestial la fuerza pública contra los normalistas. La detención de casi 100 estudiantes, la mayoría muchachas, y la agresión sexual de la que fueron víctimas apenas la semana pasada muestra cuánto incomoda la normal al gobernador.

 

La magnitud de la represión contrasta con las demandas estudiantiles. Los jóvenes exigen que se haga pública la convocatoria para nuevos ingresos a la escuela y que el examen de admisión sea presencial y escrito en un cuadernillo. Las autoridades, en cambio, están empecinadas en que sea en línea.

 

La ENRM es una escuela de pobres para pobres. Obligar a presentar un examen de admisión en computadora a un hijo de campesinos que no ha tenido acceso a una y que en su comunidad no hay servicio de Internet significa dejarlo fuera de la escuela. Nunca podrá competir así por un lugar para estudiar, con quienes, por vivir en las ciudades o tener más recursos económicos, están familiarizados con el uso de medios digitales.

 

La sospecha de que el gobierno quiere clausurar la escuela o, al menos, modificar la composición social de sus estudiantes, tiene bases firmes. Pero quienes acarician la fantasía de golpear a Mactumactzá olvidan que, las cuatro veces que han querido cerrarla, el cerro de las once estrellas ha renacido. Ésta, no será la excepción. Los jóvenes sueñan con ser maestros de los pobres. No van a renunciar a ello. De paso, han advertido que serán la pesadilla de quienes quieran arrebatarles sus sueños.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2021/05/25/politica/015a1pol?partner=rss

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Orgullo Magisterial

Por: Luis Hernández Navarro L

a foto tiene poco más de un año. En ella, con el puño izquierdo en alto, dentro de Palacio Nacional, los maestros Arcángel Ramírez, David Guadalupe Valenzuela, Juan Melchor Román y Fredy Ezequiel Ocampo celebran la reunión que acaba de culminar con el presidente Andrés Manuel López Obrador y otros integrantes de su gabinete.

Ellos son parte de la Comisión Nacional Única de Negociación (CNUN) de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), la instancia que se ha reunido con el mandatario mexicano 18 veces en los últimos tres años, para buscar solución a problemas laborales, pedagógicos y de seguridad social del magisterio.

Pero a partir de ahora, ni Arcángel (de Guerrero), ni David (de Sonora), ni Melchor (de Michoacán), ni Fredy (del estado de México) aparecerán en las futuras fotografías en la sede del Poder Ejecutivo. Como muchos otros profesores, no pudieron sobrevivir al Covid-19. No fueron los únicos. Hasta febrero de este año, fallecieron por la pandemia al menos 2 mil 700 mentores. El virus llenó de luto y dolor a sus familias, a sus compañeros y a su organización. Le arrancó la vida a la décima parte de la comisión negociadora de la coordinadora.

Los estragos fueron aún más lejos. A pesar de todos los cuidados y precauciones sanitarias, muchos dirigentes más de la CNTE se contagiaron. Varios debieron ser hospitalizados de urgencia. Algunos cargan a cuestas con las secuelas de la enfermedad.

La plaga afectó drásticamente el proceso educativo. De un día para otro, los maestros se vieron obligados a dejar de lado las clases presenciales y aprender a impartirlas a distancia. Con su salario, tuvieron que adquirir equipos de cómputo o de telefonía celular, pagar la interconexión, aplicaciones y elaborar material pedagógico de apoyo.

Según la coordinadora, el gobierno, escuchó y respaldó a los monopolios televisivos e ignoró a los trabajadores de la educación y comunidades escolares. Avanzó la educación digital, la flexibilidad laboral y con ésta la privatización de la educación beneficiando a los dueños de las trasnacionales de las comunicaciones digitales, como Google, Microsoft y Facebook.

Ya de por sí las cosas no estaban bien para el magisterio democrático desde antes de la pandemia. La reforma educativa del nuevo gobierno es, de acuerdo con la CNTE, una simulación, continuidad de la reforma neoliberal del régimen anterior, que favorece a la iniciativa privada transgrediendo la educación pública y los derechos laborales de los trabajadores de la educación.

Por si fuera poco, la Nueva Escuela Mexicana ofrecida por la 4T, resultó una cáscara sin contenido. La promesa de revalorizar al magisterio fueron palabras vacías. Además de anular la relación laboral bilateral, los procesos de inscripción en línea para las convocatorias de las promociones verticales y horizontales estuvieron plagadas de irregularidades. Además, la segunda sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), sentencia de manera definitiva el pago de pensiones a los jubilados tomando como cálculo la unidad de medida y actualización (UMA), precarizando las pensiones.

Para romper la dinámica de confinamiento y cerrazón gubernamental a la solución de la problemática laboral, en febrero y marzo de 2021, la CNTE organizó dos caravanas nacionales, en las que demandó la reinstalación de la mesa nacional de negociación entre el Ejecutivo federal y la CNUN. La primera fue bautizada como Por la estabilidad laboral y salarial, y partió de Lázaro Cárdenas (Michoacán). La segunda fue nombrada, Caravana del Sur, y salió de Tuxtla Gutiérrez (Chiapas). Ambas llegaron a la Ciudad de México. Sin embargo, no lograron revertir el impasse en las negociaciones.

Es ese contexto, para reorganizar a la coordinadora en su conjunto, se efectuó del 13 al 15 de mayo, en Tuxtla Gutiérrez, el Congreso Nacional 14 de la CNTE.

Aunque la coordinadora se fundó en diciembre de 1979, no fue hasta septiembre de 1990 que organizó su primer congreso. En ese acto comenzó una nueva etapa en la vida del movimiento magisterial democrático y de elaboración de su proyecto educativo y sindical para transformar México. Allí se aprobaron documentos básicos, un pliego petitorio y un plan de acción nacional, con el objetivo de unificar y coordinar sus acciones.

Decía el gran José Carlos Mariátegui en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana que no es posible democratizar la enseñanza de un país sin democratizar su economía y sin democratizar, por ende, su superestructura política. Fiel a estas enseñanzas, la CNTE ratificó en su congreso 14 sus objetivos estratégicos de avanzar en la democratización del sindicato, de la enseñanza y del país, mantener en pie sus 22 principios y su táctica movilización-negociación-movilización.

El acto permitió avanzar en la definición de la ruta de resistencia y lucha por la exigencia de solución de sus demandas más sentidas, “además de las afectaciones laborales y sindicales derivadas de la imposición de la mal llamada reforma educativa del actual gobierno. La CNTE –acordó el congreso– no tiene representación legislativa ni cargos de elección popular alguno”.

A 41 años de su fundación, en un país repleto de canallas, la lucha de los maestros mexicanos de la CNTE es nuestro orgullo. Es la muestra de que no todo puede ser mejor, sino de que seguramente lo será. El ejemplo de los profesores Arcángel, David, Fredy y Melchor así lo muestra.

Twitter: @lhan55

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Misael Núñez Acosta, impunidad infinita

Por: Luis Hernández Navarro

Misael Núñez Acosta siempre fue muy alegre. Tenía gran sentido del humor. De niño bailaba. Le llamaban el huapanguito porque tenía el don de hacer la trova al estilo huasteco. Como estudiante normalista le encantaban las fiestas. En los viajes a las reuniones de la CNTE le encantaba cantar y danzar.

El maestro usaba medias botas negras. A las reuniones de la coordinadora llegaba con su calzado reluciente, impecablemente boleado. Si, como tantos otros profes del estado de México, vivía en una colonia popular llena de polvaredas y lodo, y para tomar el camión rumbo al Metro (que usaba cuando no manejaba su Mustang negro) debía andar varias cuadras, ¿cómo le hacía para llegar a las asambleas de la Normal Superior de San Cosme con las botas relucientes?

Su amigo, el maestro Ezequiel Reyes Carrillo, desaparecido por la policía política el 30 de diciembre de 1981 y presentado con vida gracias las protestas magisteriales, resolvió en una ocasión el enigma: para caminar el tramo que había entre su casa y la parada del autobús, el hidalguense utilizaba un par de zapatos. Al llegar donde debía abordar el transporte, se los cambiaba por sus botas bien lustradas. Su hermano, que lo acompañaba en el trayecto, se regresaba con el calzado polvoriento de Misael.

Misael nació el 1º de agosto de 1949, en Tenango, Hidalgo. Hijo de una familia de campesinos pobres de religión pentecostal, terminó la primaria en Chalpulhuacán, la secundaria en Tamanzuchale y estuvo en la normal rural del Mexe durante dos años. De allí lo expulsaron por denunciar los malos manejos de las raciones alimentarias. Finalmente, se recibió como maestro en 1970 en Tenería, estado de México.

Enseñó primero en escuelas de Tetelia de Islas y Santiago Xolguilancan, Puebla. Allí se casó con la maestra Yolanda Rodríguez, con la que procreó tres hijos. El 30 de enero de 1981 fue asesinado por pistoleros a sueldo, contratados por la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), entre las que, según declaró el cacique Carlos Jonguitud Barrios (y luego se retractó), estaba Elba Esther Gordillo (https://bit.ly/35MjqRx). Él tenía entonces 32 años. Su hijo mayor, Edson Misael, 10; Héctor, siete, y Tania Angélica, cuatro.

En 1973, en El Cardenal, estado de México, promovió un movimiento en contra de la contaminación provocada por una fábrica procesadora de huesos. Un año después, llegó a Tulpetlac, Ecatepec, en medio de una imparable efervescencia de la lucha urbano-popular por servicios y regularización de predios y sindical, que Jorge Belarmino Fernández narró en un libro excepcional: San Ecatepec de los obreros (https://bit.ly/3bIViTH).

Formidable organizador y educador popular, gran orador, pueden seguirse las huellas de su trabajo político y social en la zona leyendo las denuncias de sus enemigos priístas del municipio y en reportes como el del general Félix Galván López, divulgados por Archivos de la Represión (https://bit.ly/3oNTDAc).

El 15 de octubre de 1977, el general advirtió al secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, que el maestro realizaba actividades subversivas dentro de la escuela secundaria popular para adultos en Tulpetlac y en empresas como Panam de México y Harper Wyman (que, curiosamente, quedaban en Naucalpan), distribuía la “revista clandestina Madera” y posiblemente tenía nexos con la Liga Comunista 23 de Septiembre.

El Consejo de Colaboración Municipal de Ecatepec describió, a finales de octubre de 1976, cómo Misael, dotado de fuerza, mando y poder, organizó asambleas con jefes de manzana y comisiones para gestionar las necesidades de las colonias; dirigió la secundaria gratuita para adultos de La Loma, que es una escuela de formación de líderes de tendencia socialista comunista; se apoderó del patronato de la telesecundaria y controló las sociedades de padres de familia y patronatos.

En noviembre de ese año, las fuerzas vivas del municipio, incluidas la Asociación de Charros y la Comisión Taurina, señalaron que su escuela fue el centro de actividades de la huelga de Kelvinator y de General Electric.

El 29 de enero de 1981 por la noche, un día antes de su asesinato, la dirección del magisterio democrático del valle de México, de la que él formaba parte, realizó un encuentro preparatorio del paro indefinido en la normal popular Emiliano Zapata, en la calle de Ramón López Velarde de la Ciudad de México. Se llevaban pesado. Misael llegó en su coche, acompañado por Daniel Campos. Iba vestido de negro.

La reunión se alargó hasta las seis de la mañana. Misael cabeceó en varias ocasiones. José González Figueroa, le reconvino. Medio adormilado, Núñez Acosta se disculpó: Es que comí unos tacos hace un rato y me sentaron mal. Al terminar se despidieron entre bromas y chascarrillos. Figueroa quiso limar asperezas. Le pidió a Noé Morales que alcanzara a Núñez Acosta y le dijera: “Oye, dice mi compa Figueroa, que a ver cuándo se dan un round de cabellera contra cabellera o de calva contra calva”. Misael sonrió haciendo la paces. Fue la última vez que sus compañeros del Consejo Central de Lucha del Valle de México lo vieron vivo.

Han pasado 40 años del asesinato de Misael. Los matones materiales confesos se escaparon de la cárcel. Los autores intelectuales nunca fueron juzgados. El cuchillero Clemente Villegas, intermediario entre éstos y los líderes del SNTE que encargaron el crimen, incluso fue candidato a alcalde por el municipio de Canali, Hidalgo, por el PRD. Su homicidio es un caso más de impunidad e injusticia infinitas.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2021/01/19/opinion/012a2pol

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Noche sin estrellas

Por: Luis Hernández Navarro

Cuando los xiñá (sabios y sabias) de la Montaña de Guerrero divisaron los relámpagos en el norte, supieron que 2020 sería funesto, cuenta el Centro de Derechos Humanos Tlachinollan. No sólo visualizaron en el horizonte el incremento de la violencia, sino la fuerza irascible del hambre, acompañada de una nube grisácea, que de momento no pudieron interpretar, pero que, al final de cuentas, resultó ser el anuncio de una enfermedad desconocida.

Sus rezos –explica Tlachi– se intensificaron entonces para calmar a las potencias sagradas y contener los malos vientos, que traen la enfermedad y la guerra. En la cima de los cerros quemaron vela.

Como toda persona asceta –describe el Centro de Derechos Humanos de la Montaña en su 26 Informe de actividades– guardaron para sí estos mensajes y los transmitieron a los mayores y mayoras, y a las autoridades que están en la mesa. Su objetivo fue asirse a su costumbre, como el ancla más segura para las comunidades que se encuentran en extrema vulnerabilidad, ante el olvido gubernamental y el empoderamiento de las fuerzas oscuras del crimen organizado, pudieran enfrentar las adversidades.

Como una noche sin estrellas se llama el informe de Tlachinollan. Su título evoca, como lo dice el poema que lo acompaña, el eclipse del sol de justicia y la forma en que la milpa comunitaria se marchitó en la región. En él, se documenta tanto la etapa de sorda oscuridad que la región y Guerrero vivieron durante el último año, como la capacidad para hacer frente y salir adelante en la adversidad, de pueblos, comunidades y organizaciones indígenas y campesinas en el estado.

La obra es una formidable y vasta (396 páginas) narración, similar a las que los grandes novelistas sociales del siglo XIX (Balzac, Zola, Dickens) produjeron. En ella, la pluma de Tlachinollan traza una visión panorámica de la política, la sociedad y las luchas sociales de la Montaña y el Guerrero de abajo, al tiempo que describe los personajes colectivos que hacen la historia regional: comunidades indígenas, movimientos populares, buscadoras de sus desaparecidos, nuevos defensores de derechos humanos, migrantes.

Al hacerlo, retrata a figuras excepcionales que expresan a los sujetos colectivos y que parecen extraídos de una novela de Gorki, como el dirigente del Frente Popular de la Montaña Arnulfo Cerón Soriano y el líder campesino Ranferí Hernández. Ambos fueron asesinados por su participación política en momentos distintos. O a la migrante doña Amelia, quien en 1980 salió de Ixcateopan, en un viaje sin retorno, a Nueva York, a buscar a su hijo, y a quien ya no le alcanzaron las fuerzas para vencer al coronavirus.

Como si fuera un textil elaborado con los más diversos hilos, el informe de Tlachi entreteje la historia de grupos criminales imbricados con políticos y fuerzas de seguridad, que se dedican a labores de contrainsurgencia; la descomposición de la vida urbana en la ciudad de Tlapa; el avance incontenible del Covid-19; las penurias y el heroísmo de los montañeros migrantes en Tlapayork; el surgimiento de un grupo de buscadores de desaparecidos, la continuidad de la lucha de los familiares de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y muchos acontecimientos más.

Las historias se suceden vertiginosamente unas a otras. El Covid-19 no ha pegado igual a todos. Se ha cebado especialmente con los más pobres, que ya de por sí padecían hambre, marginación y violencia ancestrales. Sin médicos ni medicinas, ni centros de salud en las comunidades, la llegada de la pandemia a la Montaña resultó aciago. Los pueblos han improvisado el cuidado de sí mismos. Como recomendaron los xiñá, echaron mano de la tradición y alrededor de ella se unieron para enfrentar la adversidad.

Guerrero es un enorme camposanto clandestino. Como si vivieran en un país aparte, en los terrenos de los negocios inmobiliarios con los que el narco lava sus ganancias ilícitas, han instalado casas de seguridad y depósitos de restos humanos.

Antes que hospitalizarse, por temor a la migra y las deportaciones, cuando enfermaron los montañeros que partieron a Nueva York a buscar el sueño americano, los que mandaban a los suyos 300 dólares al mes como bálsamo para la penuria familiar, se encerraron hacinados en sus viviendas. Para muchos, contagiarse lejos de la casa resultó más doloroso que la sola afección. Como fue mayor el calvario de los familiares de quienes fallecieron por el mal, que debieron pagar pequeñas fortunas para incinerar los cuerpos y trasladar las cenizas de sus deudos a México, sin ni siquiera poder despedirlos como se debe.

Sin ingresos y sin trabajo, las familias rurales tuvieron que salir a buscarlos en los campos agrícolas del norte. Carentes de la higiene adecuada, en transportes en los que viajan hacinados, se han convertido (más de lo que ya eran) en fácil presa del coronavirus.

Decía Vaclav Havel que a veces se necesita tocar el fondo de la miseria para poder entender la verdad, igual que hay que lanzarse hasta el fondo del pozo para llegar a ver las estrellas. En un mundo sordo, en medio de un mar de dolor, muy cerca de lo más profundo del pozo, en Como una noche sin estrellas se atisban los astros de la esperanza comunitaria que permiten comprender la verdad de los de abajo.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/12/08/opinion/019a2pol

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El regreso de Elba Esther Gordillo

Por: Luis Hernández Navarro

Dos años y casi tres meses después de obtener su libertad, Elba Esther Gordillo está de vuelta en la política nacional. El pasado 20 de octubre, el Instituto Nacional Electoral otorgó el registro al partido familiar de la maestra: Redes Sociales Progresistas (RSP).

Ciertamente, aún hay nubarrones que podrían empañar su retorno triunfal a la política institucional. Un juez de control dio 72 horas a Fernando González, presidente del nuevo partido y yerno de la maestra, para que presente el acta de la asamblea en la que fue electo, en sustitución de Juan Iván Peña Nader, el anterior dirigente a quien destituyeron. Si el yerno no presenta el documento, será vinculado a proceso.

Juan Iván, fundador del nuevo partido, fue destituido hace un año, acusado de maltrato a líderes estatales y de pedir dinero a empresarios a cambio de futuras candidaturas. A su vez, Peña Nader organizó una reunión para ser ratificado en el cargo y denunció a Fernando González de amenazas.

Juan Iván es un polémico abogado li­gado a casineros, especialmente a Luis Carlos Urzúa, antiguo priísta dueño del casino Abu Dhabi. Juntos organizaron la asamblea para conseguir el registro de RSP en Nuevo León, con abundante financiamiento. Según Peña Nader, Fernando González falsificó la destitución de Juan Iván, comprando la firma de Gerónimo Escuinca y falsificando la de Rafael Ortiz Cárcamo. Arabela Ochoa, hija del ex secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) Rafael Ochoa, les certificó la maniobra.

RSP fue, desde su fundación, un matrimonio por conveniencia entre Elba Esther y Peña Nader. Según el abogado, su partido era afín a Morena, pero con una orientación de centroderecha. La gota que derramó el vaso y precipitó el divorcio entre ambos fue la decisión de la maestra de tomar el control completo del partido una vez que fracasó en su intento de recuperar desde arriba el SNTE. Visiblemente molesta con su antiguo aliado Esteban Moctezuma, porque éste decidió seguir usando los servicios de Alfonso Cepeda al frente del gremio, se lanzó a controlar completamente el partido.

Desde que se encontraba en prisión domiciliaria, Elba Esther diseñó una estrategia política que conoce bien. Buscó aliarse a Andrés Manuel López Obrador para la Presidencia de la República y ca­minó organizativamente en dos pies: el partidario, con RSP, y el sindical, a través de la corriente Maestros por México (MxM), en la que puso al frente a su compadre jalisciense Tomás Vázquez Vigil.

Su objetivo ha sido, siempre, recuperar el control del SNTE, que perdió cuando cayó en la cárcel. Nunca lo ocultó. En una reunión pública celebrada el 7 de abril de 2019, en Puebla, declaró que tenía sed de justicia, y criticó a la dirigencia del SNTE, a la que calificó de ilegítima, mediocre, pequeña e ignorante. Encarrerada, dijo que la reforma educativa de la 4T era una reformita con ineficiencias y deficienciasla misma gata, pero revolcadita.

Desde ese momento, la relación entre el secretario Moctezuma y la maestra se tensó más. Aunque Elba cuenta con el apoyo de personajes tan importantes en el obradorismo como Marcelo Ebrard (una de sus viejas debilidades) y Julio Scherer, su fuerza no le alcanzó para operar un regreso triunfal al sindicato. Decidió entonces quedarse con el partido para ella y su familia y dio el golpe de mano para deshacerse de Peña Nader y sus aliados.

La maestra comenzó a construir una relación cercana con el obradorismo antes de los comicios de 2018. Fue público el apoyo que brindó a la candidata de Morena la gubernatura del estado de México, Delfina Gómez, en 2017. Su operador Rafael Ochoa llamó a los docentes a votar por Delfina. Su nieto René Fujiwara se unió a la campaña de AMLO. El 10 de febrero de 2018, en un multitudinario acto en Zacatecas, López Obrador suscribió con los gordillistas el Acuerdo para la transformación de la educación en México. Figuras del entorno cercano de Elba Esther fueron incorporadas a las listas parlamentarias de Juntos Haremos Historia.

Concentrada en tomar los hilos de RSP y delicada de salud, Elba Esther perdió el control de MxM. Gordillo impulsó el proyecto junto a un grupo de viejos líderes sindicales afines a ella –como Tomás Vázquez, Rafael Ochoa, Moisés Jiménez, Ricardo Aguilar Gordillo, Enrique Menéndez y Dominga Escobar–, conocido como Los diez fantásticos.

Sin embargo, muchos de esos dirigentes se alejaron silenciosamente del proyecto de Elba, porque ella se volcó a construir un partido familiar. Rafael Ochoa gira en la órbita de Ricardo Monreal. Moisés Jiménez formó Podemos, partido estatal en Hidalgo. Aguilar Gordillo opera con varios diputados de Morena, y gravita alrededor de Mario Delgado. Incluso Tomás Vázquez, el dueño de la franquicia de MxM, se ha autonomizado de su comadre. Ninguno de ellos tiene, sin embargo, las relaciones por arriba que la maestra ha construido con la 4T.

Sin nexos con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (que no quiere nada con Elba o con los suyos), con una influencia muy precaria dentro del SNTE y con el desgranamiento de MxM, el futuro sindical de la maestra parece poco promisorio. Le queda, en cambio, si no sucede algo en el camino, el registro de RSP para cubrir y promover políticamente a su familia.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/10/27/opinion/021a2pol

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