Por: Luis Miguel Pérez Adán
Corresponde este título a una publicación de 1881, editada en Barcelona por la imprenta y litografía de Faustino Paluzie, obra muy popular en su tiempo que se siguió reeditando hasta 1954. Su edición estaba destinada al público infantil, especialmente niñas. El objetivo era fomentar la devoción y la educación moral entre ellas.
La autora de este texto, fue la cartagenera de cuna Pilar Pascual de Sanjuán, nacida en este municipio el 23 de octubre de 1827. Su padre Francisco Pascual, oficial de artillería, se encontraba en esta plaza formando parte de la guarnición, cuando Pilar vino al mundo.
A los 14 años de edad y tras el fallecimiento de su padre, Pilar Pascual junto con su madre, se trasladaron a la localidad de Mequinenza (Zaragoza) de donde era originaria esta última. Allí emprendieron una nueva vida llena de dificultades económicas, obligadas por las circunstancias a trabajar haciendo bordados y otras labores textiles.
Pero eso no fue óbice para que Pilar recibiera de su madre una sólida formación intelectual, fomentada desde la lectura de obras literarias y educativas. Compaginando el trabajo con la educación, la joven pronto pudo acceder a niveles educativos que generalmente estaban vetados a las mujeres de aquella época.
Otro hecho transcendental en la vida de esta cartagenera fue su matrimonio con el farmacéutico de Mequinenza y su posterior traslado a la ciudad de Lérida. Allí se le abrieron nuevas oportunidades. Obtuvo el título de maestra superior en 1856 y desarrolló una increíble labor como educadora y autora de numerosos libros, casi todos relacionados con la pedagogía. Así, se convirtió en la maestra más reconocida de su época.
Figura en el diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia como maestra de primera enseñanza, escritora y defensora de la educación de las mujeres. Destacó por su profundo sentimiento religioso, su respeto con las ideas sociales y pedagógicas más conservadoras y se convirtió en adalid de la dignificación de las mujeres y de su profesionalidad como maestras.
Al quedar viuda, abrió con éxito una escuela privada de niñas, pero decidió ingresar en el Magisterio público, donde las garantías de seguridad laboral eran más elevadas. Ejerció en escuelas de niñas de San Juan de Vilassar, Manresa y Sabadell y, finalmente, se trasladó a Barcelona donde fue regente de la Escuela Práctica Agregada a la Normal de Maestras, hasta su fallecimiento cuando contaba setenta y un años. Allí ejerció su magisterio y se convirtió en una escritora prolífica, especialmente de manuales escolares para niñas, pero también de tratados pedagógicos, de poesía y de artículos de opinión. Formó parte activa de varias entidades culturales y de varios tribunales y jurados y fue redactora del ‘El monitor de primera enseñanza’, revista de carácter profesional.
Sus obras alcanzaron tanto prestigio que, fueron premiadas en numerosos foros e instituciones. Destaca la Medalla de Oro que logró en la Exposición Universal de Barcelona, con su obra ‘El nuevo Fleurí’, en 1888.
Pilar Pascual de Sanjuán
En 1889, doce de sus obras ya habían sido aprobadas como texto para las escuelas. Según sus biógrafos, sus postulados sobre la educación de las niñas se basaban en la defensa de una doctrina separada entre hombres y mujeres y exaltaba el ideal de feminidad imperante a la época. A pesar de que no cuestionaba los rasgos fundamentales de esta dicotomía, cuando definía el modelo de mujer basado en la figura del ángel del hogar, lo hacía desde una perspectiva propia que, pretendía dignificarlo para mejorar la autoestima y las condiciones de vida de las mujeres.
Esta opción, atendidos los estrechos límites de actuación que se reconocían a las mujeres de mediados de siglo XIX, hay que valorarla cómo una de las pocas estrategias de intervención viables del momento. A Pilar Pascual se la relacionó con el movimiento feminista del siglo XIX. Fue, claro está, una feminista de su tiempo, algo que no le impidió denunciar la desigualdad salarial establecida por la Ley Moyano de 1857, ni reclamar la dignificación del estatus de las maestras y un reconocimiento social equiparable al de sus colegas, impulsando campañas que desembocaron en 1883 con la promulgación de la Ley de Nivelación salarial entre el magisterio de ambos sexos, una de las pioneras en el mundo en esta línea.
Como decimos, su obra es extensa. Destaca la anteriormente citada ‘El nuevo fleuri’, junto a ‘El trovador de la niñez’; colección de composiciones en verso para que los niños se ejerciten en la lectura de poesía. Se convirtió en libro de lectura obligatoria en muchas escuelas españolas. ‘Breve tratado de urbanidad para las niñas’, ‘Prontuario del ama de casa’ fueron tratados elementales de labores para las niñas y las jóvenes.
En definitiva, rescatamos para nuestra sección la importante figura de esta educadora del siglo XIX, nacida en Cartagena, pero con poca presencia y reconocimiento en nuestra ciudad, solamente en 1926 se le puso su nombre a un grupo de escuelas afiliadas a la cruz roja en la Casa del Niño, no perdamos ahora la oportunidad de hacerlo.
Fuente: https://www.laverdad.es/murcia/cartagena/flora-educacion-nina-20190223010213-ntvo.html