Pobreza y tecnología en México

América del Norte/México/28 de Agosto de 2016/Autor: Manuel Gómez Granados/Fuente: Excelsior

Lejos, como estamos, de haber llegado a un acuerdo sobre qué ocurrirá en el futuro con la medición de la pobreza, tendríamos que prepararnos para una serie de transformaciones tecnológicas que tendrán un impacto terrible, acaso devastador, en la economía tanto de miles de pequeñas comunidades como de cientos de miles de colonias populares del país. Se trata de cambios que —en muchos sentidos— están ya a la vuelta de la esquina.

El más notable de esos cambios es la entrada en uso masivo de los vehículos autónomos. Ya nos hemos acostumbrado en México a la idea de que, más tarde o más temprano, llegarán autos como los que ahora prueba Alphabet, la holding que controla a Google. Todas las grandes armadoras automotrices tienen ya prototipos de autos autónomos. Esos vehículos podrían tener beneficios muy importantes en el ámbito ecológico, pues reducirían conductas estúpidas, como usar el acelerador como claxon o los acelerones innecesarios. Sin embargo, también traerán —con toda probabilidad— el final de una época en términos de empleo.

Basta voltear la vista en casi cualquier ciudad de la República, para ver la gran cantidad de personas empleadas por la industria automotriz, desde la producción y venta de autos nuevos, hasta quienes viven de la chatarra automotriz. Pero no será sólo con los autos. La división de transporte de carga de Mercedes Benz opera, desde mediados de 2015, prototipos del Freightliner Inspiration, un tráiler de cinco ejes y 18 llantas, que ya recorre algunas carreteras de Estados Unidos como parte de la primera generación de camiones de carga autónomos. De acuerdo con estimaciones de la propia Mercedes Benz y otras armadoras de vehículos, en 2018 entraremos en la fase de total autonomía de los autos, luego de lo cual, en 2023, ingresaríamos en la fase de adopción de los vehículos 100 por ciento autónomos.

La teoría económica suele colocar todo tipo de flores en este modelo de desarrollos y los presenta como una oportunidad más en la ruta de la liberación de las personas de tareas miserables y mal pagadas. La vida de una persona no tendría por qué perderse, suelen decir los economistas, tras el pesado volante de un tráiler que desplaza contenedores de México a Canadá y viceversa. El problema de esta línea de razonamiento es que, así como ocurrió con la llegada de las computadoras y otros desarrollos tecnológicos, la popularización de los vehículos autónomos implicará una monumental destrucción de empleos, no sólo de choferes, sino también de quienes prestan servicios a éstos. Basta recorrer con la mente parajes en la autopista México-Veracruz como Río Frío o Esperanza, que viven de prestar servicios a los transportistas, para imaginarse el impacto que tendrá que los contenedores sean transportados por vehículos autónomos como el Freightliner Inspiration y no por choferes. En otros países donde existen mecanismos más eficaces para atemperar cambios en el comportamiento de los mercados, ya piensan en los posibles efectos de una nueva revolución tecnológica como la descrita. Acá, la Reforma Energética, por citar el caso más cercano, se diseñó sin considerar siquiera la posibilidad de que el barril de petróleo se vendiera a menos de 80 dólares. Todas las decisiones de la reforma se tomaron sobre esa base. Eso explica nuestra actual vulnerabilidad, y deja ver qué podría pasar si ocurre, digamos en 2024, una revolución como la descrita aquí. La idea —popular entre algunos economistas e ideólogos neoliberales— de que todo estará bien y de que el mercado por sí mismo resolverá los problemas que el propio mercado genera, no ha funcionado. Lo que se advierte en México y en muchos otros países es una creciente disociación entre las tasas de crecimiento y las de pobreza. Es decir, la economía en su conjunto crece, pero ello no implica una caída en las tasas de pobreza; más bien lo contrario. Ello es así gracias al modelo de desarrollo vigente en países como México que, incluso sin considerar factores como la corrupción, no distribuyen el crecimiento, lo reconcentran. En países como el nuestro, afectados por la corrupción como estamos, el efecto de concentración del ingreso y el aumento de la pobreza es todavía mayor y es allí donde está el gran riesgo de disparar todavía más las cifras de empleo informal, desempleo y pobreza, gracias a una revolución tecnológica en un contexto tan desigual como el mexicano.

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/opinion/manuel-gomez-granados/2016/08/13/1110736

Fuente de la imagen: http://www.pantallatech.com.ve/tecnologia/mexico-entre-paises-que-mas-escalan-en-uso-de-tecnologia-2/

Comparte este contenido:

Artículo: México y los derechos humanos

Artículo: México y los derechos humanos

Por: Manuel Gomez Granados

Fundado por familias mexicanas que llegaron a California en los años 20, huyendo en gran medida del clima de intolerancia que acompañaba a Plutarco Elías Calles a donde quiera que iba, La Opinión es un referente para entender qué piensan las comunidades de hispanos de California. La entrevista es parte de los rituales de la política californiana, pero en este año de intensa competencia electoral en Estados Unidos, La Opinión se convirtió en una aduana de la elección presidencial, pues muy probablemente llegaremos hasta junio, que es cuando votan California y un puñado más de estados como Nueva Jersey, sin un ganador claro.
Nada de eso sería relevante del todo para México si no fuera porque la señora Clinton, interesada en cortejar el voto mexicano en California, aprovechó la entrevista con La Opinión para hacer sentir su peso en la política interior mexicana, especialmente en el tema de Ayotzinapa. Bastaron cinco oraciones de la exprimera dama para hacerlo: “Si yo estuviese en el gobierno mexicano, no descansaría hasta descubrir lo que pasó… Su secuestro fue una terrible violación de la ley… Es algo por lo que todos en México deberían unirse… Si hubiese algo que EU pudiera hacer, yo sería la primera en ofrecerlo… Trabajaré muy duro para ser una buena socia para México y seguir presionando para reformar el gobierno y garantizar el respeto a los derechos humanos”.
La precandidata presidencial deja ver, entre otras cosas, que el tema de Ayotzinapa está muy lejos de ser un problema local, algo que sólo interese a los directamente afectados en México. También deja ver qué tanto nos hemos insensibilizado ante la gravedad de la violencia en México. Filtra que, al menos desde la perspectiva de la precandidata, el gobierno de México no ha hecho lo suficiente para reformarse a sí mismo y no garantiza el respeto a los derechos humanos. Finalmente, muestra al gobierno federal que la relación México-Estados Unidos no sólo será difícil si el racista, xenófobo e intolerante de Donald Trump gana la Presidencia de aquel país. Quizás no tan intenso, pero habrá distintos grados de presión sobre el gobierno de México si gana la señora Clinton o si lo hacen Bernie Sanders, Trump, Ted Cruz o algún otro candidato republicano designado por la que, seguramente, será una muy difícil convención republicana.
Lo que la señora Clinton le dijo al gobierno de México se suma a las expresiones, muy diplomáticas, pero interpelantes en lo que hace a la preocupación con la que observan en Europa tanto la violencia, como la impunidad y la corrupción que campean en nuestro país y que aparecieron en los mensajes que el Presidente de la República escuchó de jefes de Gobierno europeos durante su más reciente visita al antiguo continente.
Esto debería hacernos conscientes de que no es sólo Trump quien nos critica por la corrupción, por las violaciones de los derechos humanos y la violencia. No son sólo quienes, como Trump, nos tienen mala fe. Tenemos un problema muy serio en las manos. Michoacán, uno de los estados que más ha sufrido los efectos de esta ola de violencia de casi una década, está sumido de nuevo en el temor y la desazón. Poco duró la esperanza que llevó el papa Francisco a aquellos rumbos, entre otras razones, porque hemos desatendido el fondo del mensaje del papa Bergoglio del 13 de febrero en Palacio Nacional, sobre todo la parte que dice: “La experiencia nos demuestra que cada vez que buscamos el camino del privilegio o el beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo”.
Sería difícil una descripción más sucinta y precisa de nuestro presente. A pesar de ello y a pesar de todo el caravaneo al Papa durante sus días aquí, los políticos mexicanos de todos los partidos no desean escuchar a quien señala sus errores o contradicciones. Prueba de ello son las campañas lanzadas contra quienes señalan esos errores, que buscan expresar cualquier versión alterna a las verdades oficiales de tantas masacres que ya hemos perdido la cuenta. Todos tenemos la obligación de atender las críticas y admitir nuestros errores, sobre todo los funcionarios públicos, y debemos hacerlo ya o el país se nos acaba.
Fuente: http://www.excelsior.com.mx/opinion/manuel-gomez-granados/2016/04/23/1088336

Comparte este contenido:

Tiempo de dialogar.

 Manuel Gomez Granados

América del Norte/México/Fuente:http://www.cronica.com.mx/

Hace justo una semana, Nochixtlán, Oaxaca, se unió a la indigna lista de las localidades mexicanas que han sido testigos de la violencia desmedida de las autoridades. El saldo de los enfrentamientos en esa localidad todavía está en disputa pero, más allá del número de personas heridas o muertas, en Nochixtlán murieron lo poco de confianza que quedaba en el gobierno federal, así como las posibilidades reales, prácticas, de aplicar tal y como fue aprobada en el congreso la reforma educativa. Días después, por razones muy parecidas, la presidencia de la República debió anunciar el veto parcial de las leyes que teóricamente darían vida al Sistema Nacional Anticorrupción, SNA.

El común denominador que explica ambos fracasos es que aunque el Congreso de la Unión cuida algunas de las formas cuando vota y aprueba reformas, en general son procesos autoritarios en los que los acuerdos cupulares entre partidos políticos  sustituyen al trabajo político serio. Por ello,  los legisladores no deberían sorprenderse de que tanto la reforma educativa como la reforma del SNA y otras, lejos de motivar reconocimiento o admiración (como ellos quisieran) enfrenten la férrea oposición de distintos grupos. Que los empresarios, que con tanto desprecio hablan de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, se opongan al SNA y amenacen con reducir las inversiones, deja ver que a pesar de las diferencias entre maestros y empresarios, hay denominadores comunes que hablan del descontento con la democracia.

Ese malestar no tiene que ver ya con las formas. Ya no hay un gran elector al estilo de Porfirio Díaz o Carlos Salinas de Gortari que decida quienes serán diputados. Hay elecciones, sí; pero seguimos muy lejos de contar con una democracia que vaya más allá de los formalismos y sea capaz de escuchar a las personas. No es que no se cumplan requisitos formales como convocar a foros y actividades similares. Es que a veces muchos de los invitados a esos foros son personas tan cercanas a los partidos o a los legisladores que es casi imposible distinguir sus opiniones de los partidos. Muchos de los foros se convocan para legitimar decisiones tomadas de antemano. Lo mismo se puede decir de mucho del trabajo en comisiones legislativas.

Y algo muy grave que deberían considerar el gobierno federal y  los de las entidades es que ya no son sólo uno o dos movimientos aislados. Vivimos en muchos estados de la República, Chiapas y Oaxaca son los mejores ejemplos de ello, crisis sistémicas, muy profundas, que han contaminado a la reforma educativa y que, si se insiste en la lógica de la represión, corren el riesgo de extenderse a otras entidades, incluida la capital de la República. Ya hay signos de contagio en Michoacán, Guerrero, Morelos,  Tabasco y la capital del país. Otras entidades como Quintana Roo podrían contagiarse de manera muy grave por caprichos como la aprobación en el Congreso en Chetumal de un “paquete de impunidad” para proteger al gobierno saliente y algo similar podría ocurrir en Campeche donde la quiebra de Pemex ha disparado el desempleo y el descontento.

Hay que dialogar. Hay que hacerlo de buena fe, admitiendo que nada en las leyes está escrito en otra cosa que no sea papel. Qué bueno que el presidente haya admitido que hubo errores y haya usado el veto para evitarnos más conflictos. Ojalá se haga algo similar en los campos de la educación y la salud y se evite que, por ejemplo, el conflicto se extienda a las instituciones de educación de la Ciudad de México (como ya empieza a ocurrir con la UAM-Azcapotzalco).

Fuente: http://www.cronica.com.mx/notas/2016/969018.html

Imagen: http://www.expedientenoticias.com/siteimg/big/CNTE-2-31718-36488.JPG

Comparte este contenido: