Medio Oriente: Estados Unidos necesita la guerra

Medio Oriente: Estados Unidos necesita la guerra

Casi 10.000 palestinos muertos en la Franja de Gaza a causa de los bombardeos israelíes contra el territorio palestino.

Por: Marcelo Colussi

Un Medio Oriente en llamas le es funcional, por eso abiertamente apoya la injustificable e inmoral actual intervención militar israelí en Palestina. Incluso, promete traspasar miles de millones de dólares para apoyar esa aberración.

Se ha dicho que Estados Unidos no tiene 50 estados, sino 51; el quincuagésimo primero es Israel, enclavado en Medio Oriente.

Este país, creado en 1948 como compensación al pueblo judío luego del holocausto causado por el nazismo con seis millones de muertos en los patéticos campos de concentración, en un principio no jugó el papel terrorífico que presenta hoy día. Como producto de negociaciones británico-francesas que buscaban manejar las reservas petroleras de la zona, el nuevo Estado apareció, desplazando ya al pueblo palestino, pero sin presentar el carácter belicista de hoy. Fue luego de la Guerra del Sinaí, en 1956, cuando Estados Unidos -ya en ese entonces potencia global, enfrentada con su archirrival, la Unión Soviética, en la Guerra Fría- entra a jugar en Medio Oriente, intentando dominar las fuentes de oro negro.

A partir de entonces, desplazando definitivamente a Gran Bretaña como gran poder imperial, Washington comienza a entronizarse en la región. Desde 1963, con la presidencia de John Kennedy, la relación de la Casa Blanca con Tel Aviv se vuelve orgánica. Allí, y en forma progresivamente creciente, el Estado de Israel se convierte en la avanzada estadounidense en una zona que considera vital para sus intereses: reserva petrolera, punto donde bloquear la presencia soviética en aquel entonces, y hoy, la posibilidad de entorpecer el desarrollo chino manejando los hidrocarburos.

No es ninguna novedad que Israel recibe una gran ayuda estadounidense en lo militar: 4.000 millones de dólares al año (el 17% de la ayuda externa mundial entregada por Washington). Por complejos anudamientos de intereses el lobby judío de la superpotencia -con gran poder de influencia- consiguió que tanto la administración federal como importantes sectores de la iniciativa privada, destinen ingentes recursos al país medio-oriental. La inversión no es gratuita. Israel, más allá de sectores pacifistas de los que también hay, como Estado nacional cumple a la perfección su mandato, no muy oculto por cierto, de defender intereses extrarregionales: es el gendarme armado hasta los dientes que la geoestrategia estadounidense destina a la región, incluso con armamento nuclear, oficialmente no declarado, pero de hecho existente (hasta 400 armas atómicas).

Desde la década de los 70 del siglo pasado, Estados Unidos ha impuesto al mundo la necesidad de adquirir dólares para, con ellos, poder comprar petróleo. En otros términos, la mayor parte del planeta, salvo en ese entonces la Unión Soviética, se vio obligada a depender de la divisa norteamericana para acceder a un elemento tan vital en el mundo moderno como es este energético, indispensable para todo. Pero ahora las cosas están cambiando.

China, con su particular modelo (“socialismo de mercado”) comienza a disputarle la supremacía económica a Estados Unidos en un trato de igual a igual. En esta perspectiva va de la mano de la otra gran potencia euroasiática, Rusia, inconmensurable poder militar, que también le habla de tú a tú a Washington en el campo bélico. La alianza Beijing-Moscú ha dado lugar al nacimiento de los llamados Brics, ahora ampliados. Es decir: economías emergentes que, sin dejar de ser capitalistas (salvo China), intentan alejarse de la supremacía estadounidense. Ahora el gas y el petróleo ya no lo negocian en petrodólares sino en otras divisas. Esto significa la decadencia final del hasta hoy imperialismo dominante de Estados Unidos. El mundo está dejando de ser unipolar, buscando un equilibrio multipolar.

Las petromonarquías de Medio Oriente, como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, o una poderosa teocracia como Irán, e igualmente Etiopía, importante productor de petróleo en África, o Rusia, otra gran fuente de hidrocarburos, todas comienzan fijar el precio del petróleo en monedas que no son el dólar. Se va constituyendo así una nueva arquitectura global donde el capitalismo occidental (Estados Unidos y su furgón de cola: la Unión Europea, más el brazo armado de la OTAN) se ve confrontado por un nuevo orden internacional. El Medio Oriente petrolero puede así desembarazarse de Washington. En esa lógica, el Estado israelita híper militarizado queda fuera de juego. Para los países de la región, los BRICS ampliados representan una alternativa más prometedora y tranquila que un Estados Unidos belicista y su sucursal Israel, “un perro rabioso, muy peligroso para ser molestado”, como dijera sin vergüenza el general judío Moshé Dayan.

En medio de esa nueva perspectiva que se va abriendo con los Brics, aparece nuevamente la guerra en la zona. El ataque del grupo Hamas el 7 de octubre reabre el conflicto regional. El Estado de Israel comienza una ofensiva militar sin precedentes, masacrando a la población palestina so pretexto de aniquilar a Hamas. El capitalismo occidental, con su silencio cómplice, termina avalando esa monstruosidad, y las Naciones Unidas, una vez más, se muestran ineficientes para detener el genocidio.

Estados Unidos necesita la guerra. Un Medio Oriente en llamas le es funcional, por eso abiertamente apoya la injustificable e inmoral actual intervención militar israelí en Palestina. Incluso, promete traspasar miles de millones de dólares para apoyar esa aberración (casi 10.000 palestinos muertos en este mes). Israel vuelve a jugar el papel de “perro rabioso, muy peligroso para ser molestado”, como decía el militar citado. Es un mensaje a la región: el genocidio del pueblo palestino en Gaza y Cisjordania muestra que Washington no busca la paz en modo alguno, sino que justifica la guerra. El aniquilamiento de grupos guerrilleros (denominados “terroristas”) es la supuesta razón de las actuales acciones de Tel Aviv, con lo que el Medio Oriente completo arde, y se consuma el mensaje de la Casa Blanca: “¡aléjense de los Brics!”

El mensaje también incluye a Rusia y China, quienes no podrán quedar impávidos viendo cómo se ataca a sus socios y a sus inversiones en la zona, por lo que estamos en el preámbulo de lo que podría ser una nueva guerra mundial. Un imperio en declive como es hoy Estados Unidos puede apelar a lo que sea para no perder su cetro. ¿Es la guerra total su salida?

Fuente de la Información: https://www.telesurtv.net/opinion/Medio-Oriente-Estados-Unidos-necesita-la-guerra-20231106-0031.html

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Escenarios de incertidumbre.

Por: Marcelo Krichesky.

La “secundaria del futuro” apareció en estas últimas semanas de modo repentino en un laberinto de idas y vueltas de información confusa para la comunidad educativa. Aquellos que somos docentes e investigadores sabemos que estos procesos de reforma de arriba hacia abajo, sin consultas a diferentes actores del sistema (como gremios, especialistas, docentes, estudiantes, padres) nunca fueron exitosos dados los procesos de apropiación limitados o nulos que se configuran en las instituciones.

La escuela “secundaria del futuro” parte de dos equívocos iniciales: creer que se puede gestionar en pocos meses un cambio de una política educativa para la secundaria, sin utilizar el sinnúmero de diagnósticos previos con los que contamos desde la década de los noventa desde centros de investigación, universidades, gremios y los propios organismos de gobierno, y la creencia de que superponerse con otro cambio como es la Nueva Escuela Secundaria (reforma que también trajo su polémica en las instituciones y que se comenzó a implementar hace sólo cuatro años) puede ser factible sin el riesgo de cristalizar procesos de fragmentación del sistema y profundizar aún más las desigualdades educativas.

Entre los cuatro puntos más álgidos de la escuela “secundaria del futuro”, enrolada en la búsqueda de nuevos formatos escolares, se encuentran una sustitución de la concepción disciplinar del conocimiento por un enfoque centrado en habilidades y capacidades en cuatro áreas (Ciencias sociales y humanidades, Científico tecnológico, Comunicación y expresión, Orientaciones), un esquema de enseñanza centrado en dotar al estudiante de mayor autonomía en el estudio (guías de estudio, plataformas virtuales, proyectos) en detrimento de menor tiempo de enseñanza presencial del docente frente al alumno; la eliminación de las calificaciones numéricas, y las llamadas prácticas educativas para aplicar los aprendizajes en empresas y organizaciones (amparadas en el Art. 33 de la LEN/2006). En torno a estas prácticas, aún no queda claro si sustituirían el trayecto curricular del 5º año en clave de pasantías para aplicar los aprendizajes en empresas y organizaciones y desarrollar proyectos enrolados bajo el enfoque del emprendedurismo –con lo cual asistimos al acortamiento del ciclo de formación orientada con dos años de duración–; o si sólo forman parte de un cuatrimestre que complementa este último año de estudio.

Más allá de los visos de esta información que día tras día circula de modo desordenado, sería importante apelar a algunas preguntas clásicas de la investigación educativa que nos permitan alterar esta madeja de enredos, como ser: ¿cómo impactan estas iniciativas en el trabajo docente, en los aprendizajes y en las trayectorias escolares de estudiantes de diferentes grupos sociales?; ¿qué estrategias institucionales de apoyo y seguimiento resultan necesarias para que estas prácticas en el 5º año tenga un sentido educativo? Finalmente, ¿cuáles son las condiciones institucionales que debe garantizar el Estado para el desarrollo de este proyecto? Los estudiantes, docentes y directivos que se expresan críticamente en torno a la escuela secundaria del futuro no están planteando cuestiones absurdas. Entre sus principales y genuinos reclamos se ubican la necesidad de información y la prórroga en la implementación de esta reforma. El artículo 2 de la LEN promueve la idea de asegurar la participación democrática de docentes, familias y estudiantes en las instituciones educativas de todos los niveles. ¿Será el momento de profundizar y legitimar un proceso de involucramiento y apostar a una escuela secundaria más democrática?

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/65392-escenarios-de-incertidumbre

Imagen: http://fmlatribu.com/wp-content/uploads/2017/09/CEB-660×330.jpg

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