Por: Noa de la Torre.
La evaluación del sistema educativo no es algo nuevo. Hay informes internacionales tan famosos como el de PISA, las comunidades autónomas han regulado sus evaluaciones diagnósticas… Pero, ¿quién evalúa a los profesores? Es más, ¿hay que evaluar su tarea docente? En la Universitat de València, en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, arranca este lunes el VI Coloquio de la Red Iberoamericana de Investigadores sobre Evaluación de la Docencia(RIIED), que abordará básicamente la evaluación para la carrera profesional docente.
De hecho, entre los objetivos de RIIED figura el de «visualizar la evaluación docente como una herramienta indispensable para la mejora de la calidad educativa en todas las instituciones educativas independientemente del nivel educativo de que se trate». Por tanto, cabe preguntarse cómo podría extenderse a la enseñanza obligatoria lo que ya se hace también en la universitaria.
De entrada, el catedrático de Medición y Evaluación Educativas y coordinador del congreso, Jesús M. Jornet, afirma que la solución a los males de la educación en España no pasa exclusivamente por la evaluación de los profesores: «Hay muchos factores previos que están detectados y legitiman decisiones político-administrativas acerca de la estructura y funcionamiento del sistema y centros educativos».
En su opinión, por tanto, la evaluación del profesorado debería considerarse sólo después de solventar las deficiencias estructurales y de otro modo, acompañando un nuevo modelo de carrera profesional docente», que por otro lado no existe, según lamenta.
La evaluación personal e individual de cada docente -y no la del conjunto del sistema educativo- no tiene por qué ser la panacea. La evaluación del profesorado, ya sea para mejorar (la verdaderamente válida para los expertos) o para controlar (con incentivos o medidas punitivas), puede versar sobre los siguientes aspectos: las competencias en la materia de su responsabilidad, competencias pedagógicas, aportaciones en la institución educativa en la que trabaja y en relación con la comunidad escolar, etc.
En todo caso, la evaluación más defendida en el ámbito académico partiría de una autoevaluación que deberían luego validar expertos externos. Ahora bien, hay indicadores a tener en cuenta, según Jornet, porque «afectan a la actuación de los centros»: con qué población y en qué condiciones trabaja el docente, qué metodología didáctica utiliza y cuáles son los resultados (sin olvidar el concepto de inclusión educativa).
A partir de ahí, ¿cuáles pueden ser las ventajas y cuáles los inconvenientes de esta evaluación? «Un enfoque institucional que sirva para evaluar a los centros educativos y aporte informaciones que ayuden a planificar sus procesos de mejora sería muy positivo para la innovación permanente. En este tipo de enfoque el profesorado se trataría como una parte de la institución y el énfasis no estaría en evaluar la actuación individual como algo descontextualizado del centro en que trabaje», explica el catedrático de la Universitat.
Por el contrario, «enfoques individualizados de evaluación del profesorado» pueden no ser convenientes en el actual contexto, precisamente porque «producirían más problemas que ventajas». «El mayor inconveniente sería el rechazo a la evaluación y los problemas que añadiría a un sistema que tiene elementos estructurales y funcionales que previamente deberían mejorar, y que no está en las manos del profesorado solucionarlos, sino en las autoridades político-administrativas», afirma Jornet.
Así que antes de implantar la evaluación docente, en opinión de este experto habría que abordar otros problemas «obvios» del sistema educativo español: el acceso y la promoción del profesorado o la asignación de plazas a centros, por ejemplo. Y aquí Jornet se refiere a «la existencia de excesivos docentes transeúntesque pasan gran parte de su carrera trasladándose de un centro a otro hasta que llegan a una plaza estable», lo que a su vez dificulta la creación de equipos docentes estables en muchos centros educativos.
Por otro lado, Jornet apunta a la inexistencia de una carrera profesional «real»: «Es plana, desde el acceso a la jubilación no hay un modelo de carrera que constituya una verdadera promoción personal y profesional que incentive la mejora». Y a todo ello se suma «la falta de autonomía de los centros educativos que no pueden incluir entre sus decisiones la de seleccionar al profesorado más adecuado para desarrollar sus proyectos de centro».
QUÉ DICE TALIS
- Preparación El informe TALIS de 2015, que muestra el sistema educativo español en comparación con los países de la OCDE, dice que un alto porcentaje de profesores está enseñando asignaturas para las cuales no está específicamente preparado (64,5% en España frente al 69,6% de la OCDE).
- Recursos Entre el 24% y el 42% de los docentes trabaja en centros en los que el director informa de falta de recursos materiales.
Fuente:
http://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/2017/10/22/59eb5eece2704e85378b459a.html
Imagen: http://e00-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2017/10/21/15085974645636.jpg