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Las lecciones para la educación frente a la pandemia y post pandemia

Noticia/Noviembre 2020/semana.com

El cierre de escuelas ha dejado una conclusión clara para padres y maestros, no hay como el cara a cara en una clase presencial. El cierre de colegios está generando una crisis en el aprendizaje sin precedentes. ¿Qué debemos hacer?

Seis meses después del cierre de colegios queda claro que nada reemplaza al profesor y a las clases en las aulas. Así lo evidenció una encuesta realizada por Save the Children a cerca de 17 mil familias de 37 países, la cual evidenció que 7 de cada 10 niños y niñas están aprendiendo poco o nada ahora que no van a la escuela. Si para un profesor no era tarea fácil lograr captar la atención de al menos 25 estudiantes en un salón de clases, adelantar las materias mediante vías tecnológicas o incluso sin supervisión directa del docente se ha convertido en todo un desafío tanto para los colegios como para las familias durante esta pandemia.

En el marco de la séptima Cumbre de Líderes por la Educación, Lecciones para la educación frente a la pandemia y post pandemia, el ministro de Educación Nacional de Francia, Jean-Michel Blanquer, y el director global de Educación del Banco Mundial, Jaime Saavedra hablaron sobre lo que ha aprendido el sistema educativo de esta pandemia y lo que se debe hacer de cara al futuro.

Durante el conversatorio ‘Lecciones para la educación frente a la pandemia y post pandemia’. los dos expertos coincidieron en que el cierre de escuelas evidenció aún más las brechas históricas que existían fuera de las aulas en cada país, con lo que las niños de las familias más vulnerables están están teniendo aún mayores dificultades para estudiar, “no podemos permitir que esa brecha en aprendizaje y que las afectaciones en salud mental se den”, dijo el ministro francés, al reiterar la importancia de regresar a las aulas a pesar del temor de muchas familias.

Por su parte, Saavedra consideró que aún no conocemos la magnitud del impacto en el aprendizaje, “lo que sí sabemos es que el aprendizaje, de hecho, se perderá, y que es probable que esas pérdidas no se distribuyan de manera equitativa”, dijo.

Al salir perdiendo en temas de educación, los niños también salen perdiendo en relación a oportunidades futuras, donde se incluyen beneficios económicos, tales como ganancias adicionales, lo cual tiene graves consecuencias. El modelo sugiere que la pérdida en los aprendizajes durante la crisis sistémica extraordinaria ocasionada por la Segunda Guerra Mundial sigue teniendo impactos negativos, 40 años más tarde, sobre la vida de quienes fueron estudiantes en esa época. Además, el impacto del aprendizaje perdido no se limita a nivel individual: aquellas sociedades que han cerrado su educación hoy, cosecharán consecuencias significativas para toda la sociedad el día de mañana.

Teniendo esto en mente, Saavedra explicó las proyecciones que tiene el Banco Mundial respecto a la pérdida de ingresos que tendrán los estudiantes a futuro por el cierre de escuelas. El experto explicó que cada año adicional de escolaridad equivale a un 10% adicional en ganancias a futuro.

Por ejemplo, si un país X cierra sus escuelas y universidades por cuatro meses, la pérdida en ganancias futuras marginales será de 2.5% por año en la vida laboral del estudiante. Este rápido estimado sugiere una pérdida de ganancias de US$ 1,337 por año por estudiante: una pérdida de valor actual en el aprendizaje de US$ 33,464 (63% del salario anual a tasas salariales promedio actuales). Si bien esto pareciera no representar un precio muy alto a pagar por parte de los jóvenes a cambio de la lucha contra el COVID-19, si se toma en cuenta el impacto sobre todo el país, el tema es mucho más serio.

Saavedra aseguró que en los países de ingreso medio un 40% de los jóvenes no cubría el mínimo del aprendizaje diario antes de la pandemia, “lo cual es muy grave porque con esta emergencia sanitaria pudo haber aumentado a un 50%. Es decir, cada vez son más lo jóvenes en el mundo que no logran las competencias fundamentales”.

“Sí vemos que los impactos pueden ser extremadamente grandes en términos de aprendizaje, en deserción escolar y también en ingresos a futuro. Un indicador que estuvimos trabajando desde el año pasado en el Banco Mundial es el que llamamos en inglés learning poverty, pobreza de aprendizaje, que es el porcentaje de chicos que, por ejemplo, a los diez años no pueden leer y entender un texto. Esa cifra debería ser cero. A los diez años lo que se quiere es que no lean solamente un texto corto o simple, sino una pequeña novela. Ese porcentaje de chicos que no podían leer y entender un texto, en países en ingreso medio o bajo es de 53%. En América Latina es el 51%. Es decir, la mitad de los chicos en la región no pueden leer y entender un texto”, explicó.

Reabrir los colegios cuanto antes

Las noticias sobre cierres de colegios en Europa atemorizan a las familias en Colombia, que ponen como ejemplo esos casos para pedir a las autoridades que aún los niños no retornen a las aulas. Sin embargo, para el ministro de Educación francés, Jean-Michel Blanquer, el balance de la reapertura total de escuelas “es el mejor posible” y recordó que al inicio cuando reabrieron los colegios por primera vez en marzo y abril, se hizo bajo el modelo de alternancia, buscando que el sistema se armonizara con la pandemia y aprender a funcionar en ese contexto, “esto nos permitio reorganizarnos para volver plenamente en septiembre para el nuevo año escolar”.

El alto funcionario de Francia recordó a los padres que la escuela es fundamental para los niños, no solo en el aprendizaje sino en los aspectos de salud mental y psicológica, además al no estar los niños en la escuela se debe mirar qué están haciendo en ese tiempo, “la primera conclusión es que es mucho más seguro estar en la escuela. La segunda consideración para afrontar ese temor es la evidencia, muchos estudios científicos muestran que aparentemente hay poco contagio entre los niños, especialmente los más pequeños, entonces en el caso de los alumnos de escuelas primarias hemos visto que casi no hay niños enfermos”.

Sobre los problemas en el aprendizaje, el ministro aseguró que es un problema que se toman muy en serio y que deberían hacerlo así todos los países, “se puede decir que esto es una catástrofe educativa a nivel mundial porque es un gran peligro tener millones de niños que han tenido grandes vacíos en el aprendizaje y eso es algo que no se puede aceptar. Por esta razón, el mensaje que damos tanto a nivel nacional como internacional es que el regreso a la escuela debe ser prioridad, con toda la prudencia posible, pero no podemos seguir sacrificando el aprendizaje de nuestros niños.”.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/las-lecciones-para-la-educacion-frente-a-la-pandemia-y-post-pandemia/202017/

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Una historia de violencia en la frontera entre Tailandia y Myanmar

Asia/Noviembre 2020/elpais.com

La vida de Sandar es la de miles de mujeres víctimas de malos tratos, que durante la pandemia se han intensificado. Ella, además, es inmigrante irregular, lo que impide que reciba más ayuda, y el estigma social en una cultura conservadora, la ata a su maltratador

  • Sandar (nombre ficticio) tiene 28 años. Es una emigrante birmana sin documentación que vive en Mae Sot, en la frontera entre Tailandia y Myanmar. Lleva 11 años en una relación de maltrato. Su marido le pega y abusa sexualmente de ella. La situación familiar empeoró desde el brote de covid-19. Como su marido se quedó sin trabajo, discutían constantemente por el dinero. Sandar es una de los aproximadamente 200.000 emigrantes birmanos que viven en la región de Mae Sot. Muchos de ellos carecen de documentación y trabajan en condiciones precarias. Desde que estalló la pandemia no tienen trabajo ni apoyo del Gobierno tailandés, y tampoco la posibilidad de volver a Myanmar debido al cierre de las fronteras. Según cálculos de ONU Mujeres, en algunos países los casos de violencia doméstica han aumentado un 30%. La organización califica el fenómeno de "pandemia en la sombra".
    1Sandar (nombre ficticio) tiene 28 años. Es una emigrante birmana sin documentación que vive en Mae Sot, en la frontera entre Tailandia y Myanmar. Lleva 11 años en una relación de maltrato. Su marido le pega y abusa sexualmente de ella. La situación familiar empeoró desde el brote de covid-19. Como su marido se quedó sin trabajo, discutían constantemente por el dinero. Sandar es una de los aproximadamente 200.000 emigrantes birmanos que viven en la región de Mae Sot. Muchos de ellos carecen de documentación y trabajan en condiciones precarias. Desde que estalló la pandemia no tienen trabajo ni apoyo del Gobierno tailandés, y tampoco la posibilidad de volver a Myanmar debido al cierre de las fronteras. Según cálculos de ONU Mujeres, en algunos países los casos de violencia doméstica han aumentado un 30%. La organización califica el fenómeno de «pandemia en la sombra».
  • Una vista del barrio donde vive Sandar, en las afueras de Mae Sot. Sandar procede de Mawlamiyaing, una ciudad birmana situada a 130 kilómetros de Mae Sot. La joven entró ilegalmente en Tailandia cuando tenía 15 años. La larga frontera de la zona de Mae Sot, en la que los dos países están separados solamente por un río, la convierte en el lugar perfecto para que los birmanos entren ilegalmente en Tailandia. En los últimos tiempos, las autoridades tailandesas han intensificado los controles fronterizos debido al aumento del número de casos de covid-19 en Myanmar. Mae Sot es una zona principalmente rural. Muchos emigrantes birmanos están empleados en la agricultura, y a menudo cobran menos del salario mínimo. Con ocasión del Día Internacional de la Mujer Rural el pasado 15 de octubre, ONU Mujeres subrayó este año "la urgente necesidad de fomentar la capacidad de resistencia de las mujeres rurales tras la covid-19 reforzando su bienestar y unos medios de vida sostenibles con el fin de 'reconstruir mejor".
    2Una vista del barrio donde vive Sandar, en las afueras de Mae Sot. Sandar procede de Mawlamiyaing, una ciudad birmana situada a 130 kilómetros de Mae Sot. La joven entró ilegalmente en Tailandia cuando tenía 15 años. La larga frontera de la zona de Mae Sot, en la que los dos países están separados solamente por un río, la convierte en el lugar perfecto para que los birmanos entren ilegalmente en Tailandia. En los últimos tiempos, las autoridades tailandesas han intensificado los controles fronterizos debido al aumento del número de casos de covid-19 en Myanmar. Mae Sot es una zona principalmente rural. Muchos emigrantes birmanos están empleados en la agricultura, y a menudo cobran menos del salario mínimo. Con ocasión del Día Internacional de la Mujer Rural el pasado 15 de octubre, ONU Mujeres subrayó este año «la urgente necesidad de fomentar la capacidad de resistencia de las mujeres rurales tras la covid-19 reforzando su bienestar y unos medios de vida sostenibles con el fin de ‘reconstruir mejor».
  • Los hijos de Sandar, de nueve y tres años, juegan en la calle delante de su casa. Sandar ha sufrido toda su vida malos tratos en el ámbito familiar. Su tía, que la alojó a su llegada a Tailandia, le pegaba continuamente. "Me golpeaba con cables", cuenta la joven, que nunca fue al hospital ni llamó a la policía. "No sabía a dónde ir. No hablaba tailandés. Además, mi tía me encerraba en casa, así que no podía salir". Sandar se casó a los dos años de llegar a Tailandia. Tenía 17. Según la ONU, menos del 40% de las mujeres víctimas de violencia física en el ámbito doméstico busca ayuda.
    3Los hijos de Sandar, de nueve y tres años, juegan en la calle delante de su casa. Sandar ha sufrido toda su vida malos tratos en el ámbito familiar. Su tía, que la alojó a su llegada a Tailandia, le pegaba continuamente. «Me golpeaba con cables», cuenta la joven, que nunca fue al hospital ni llamó a la policía. «No sabía a dónde ir. No hablaba tailandés. Además, mi tía me encerraba en casa, así que no podía salir». Sandar se casó a los dos años de llegar a Tailandia. Tenía 17. Según la ONU, menos del 40% de las mujeres víctimas de violencia física en el ámbito doméstico busca ayuda.

    El hijo mayor de Sandar juega con un arma de juguete. Sandar recuerda que su marido empezó a maltratarla nada más casarse. "Me pegaba y me daba patadas cuando volvía del trabajo", cuenta. "Me acusaba de que no cocinaba o no limpiaba". A raíz de la llegada de la covid-19, el hombre se volvió más violento, "sobre todo por el dinero". Antes de la pandemia tampoco había tenido trabajo fijo, pero durante el cierre perdió su empleo en una huevería. Las emigrantes birmanas en Tailandia ya formaban un grupo de alto riesgo antes de la covid-19, pero con la pandemia su vida se ha vuelto más difícil. Durante el confinamiento, las víctimas de violencia doméstica se encontraron encerradas en casa con su maltratador, con menos posibilidades de pedir ayuda, y escasos o ningún ingreso.
    4 El hijo mayor de Sandar juega con un arma de juguete. Sandar recuerda que su marido empezó a maltratarla nada más casarse. «Me pegaba y me daba patadas cuando volvía del trabajo», cuenta. «Me acusaba de que no cocinaba o no limpiaba». A raíz de la llegada de la covid-19, el hombre se volvió más violento, «sobre todo por el dinero». Antes de la pandemia tampoco había tenido trabajo fijo, pero durante el cierre perdió su empleo en una huevería. Las emigrantes birmanas en Tailandia ya formaban un grupo de alto riesgo antes de la covid-19, pero con la pandemia su vida se ha vuelto más difícil. Durante el confinamiento, las víctimas de violencia doméstica se encontraron encerradas en casa con su maltratador, con menos posibilidades de pedir ayuda, y escasos o ningún ingreso.
    El hijo pequeño de Sandar juega con un arma de juguete disfrazado de Supermán. En 2018, Sandar buscó ayuda por primera vez y se puso en contacto con las trabajadoras del Freedom Restoration Project [Proyecto Restauración de la Libertad], que ofrece refugio y apoyo a las víctimas de violencia doméstica en la región de Mae Sot. Gracias a su ayuda, varias mujeres consiguieron escapar de su situación de maltrato. Otras, como Sandar, mantienen la relación con su maltratador, pero en el centro han encontrado un espacio en el que están a salvo, al menos durante unas horas. "Las mujeres que vienen al centro son víctimas de violencia física, psicológica y sexual", explica Watcharapon 'Sia' Kukaewkasem, fundadora y directora del proyecto. "En Tailandia y en Myanmar la violencia doméstica es muy habitual. Tanto que la gente la considera normal".
    5El hijo pequeño de Sandar juega con un arma de juguete disfrazado de Supermán. En 2018, Sandar buscó ayuda por primera vez y se puso en contacto con las trabajadoras del Freedom Restoration Project [Proyecto Restauración de la Libertad], que ofrece refugio y apoyo a las víctimas de violencia doméstica en la región de Mae Sot. Gracias a su ayuda, varias mujeres consiguieron escapar de su situación de maltrato. Otras, como Sandar, mantienen la relación con su maltratador, pero en el centro han encontrado un espacio en el que están a salvo, al menos durante unas horas. «Las mujeres que vienen al centro son víctimas de violencia física, psicológica y sexual», explica Watcharapon ‘Sia’ Kukaewkasem, fundadora y directora del proyecto. «En Tailandia y en Myanmar la violencia doméstica es muy habitual. Tanto que la gente la considera normal».
    Sandar se pinta los labios antes de salir hacia el centro de detención de Mae Sot a visitar a su marido, detenido hace poco por posesión de drogas. Es la tercera vez que lo detienen. Las dos primeras fueron por consumo de drogas, pero en esta ocasión la policía le encontró varias pastillas de yaba. También conocido como "la droga de la locura", el yaba es una combinación de metanfetamina y otros estimulantes muy popular en el sudeste de Asia. Ahora que su marido está encerrado, Sandar tiene que encontrar un trabajo para alimentar a sus dos hijos. "Cuando está fuera, no quiere que trabaje", explica. Mientras su marido está detenido, ella trabaja como limpiadora o vendiendo verdura en la calle, pero no gana lo suficiente ni recibe ayuda del Gobierno tailandés. "¿Quién va a ayudarnos?", se lamenta. "No tenemos documentos". ONU Mujeres calcula que las mujeres que trabajan en la economía sumergida en Tailandia verán reducidos sus ingresos en un 80% debido a la crisis de la covid-19.
    6Sandar se pinta los labios antes de salir hacia el centro de detención de Mae Sot a visitar a su marido, detenido hace poco por posesión de drogas. Es la tercera vez que lo detienen. Las dos primeras fueron por consumo de drogas, pero en esta ocasión la policía le encontró varias pastillas de yaba. También conocido como «la droga de la locura», el yaba es una combinación de metanfetamina y otros estimulantes muy popular en el sudeste de Asia. Ahora que su marido está encerrado, Sandar tiene que encontrar un trabajo para alimentar a sus dos hijos. «Cuando está fuera, no quiere que trabaje», explica. Mientras su marido está detenido, ella trabaja como limpiadora o vendiendo verdura en la calle, pero no gana lo suficiente ni recibe ayuda del Gobierno tailandés. «¿Quién va a ayudarnos?», se lamenta. «No tenemos documentos». ONU Mujeres calcula que las mujeres que trabajan en la economía sumergida en Tailandia verán reducidos sus ingresos en un 80% debido a la crisis de la covid-19.

    Una vista de la calle desde la casa de Sandar, en las afueras de Mae Sot. En Tailandia existe una línea telefónica para denunciar la violencia doméstica. Sin embargo, hace cinco años el Gobierno pasó de destinarla a los casos de violencia contra las mujeres y los niños (así como a los de tráfico de personas, trabajo infantil y embarazo adolescente) a cualquier problema social, como señala un informe de la Fundación Henrich Böll. Según ese mismo estudio, durante el cierre de marzo y abril, el teléfono de asistencia recibió una avalancha de más de 28.000 llamadas, más del doble que en el mismo periodo del año anterior. La mayoría, sin embargo, eran quejas o consultas sobre la asistencia social y las ayudas económicas del Gobierno. Eso hizo aún más difícil para las víctimas de violencia doméstica acceder a la línea.
    7Una vista de la calle desde la casa de Sandar, en las afueras de Mae Sot. En Tailandia existe una línea telefónica para denunciar la violencia doméstica. Sin embargo, hace cinco años el Gobierno pasó de destinarla a los casos de violencia contra las mujeres y los niños (así como a los de tráfico de personas, trabajo infantil y embarazo adolescente) a cualquier problema social, como señala un informe de la Fundación Henrich Böll. Según ese mismo estudio, durante el cierre de marzo y abril, el teléfono de asistencia recibió una avalancha de más de 28.000 llamadas, más del doble que en el mismo periodo del año anterior. La mayoría, sin embargo, eran quejas o consultas sobre la asistencia social y las ayudas económicas del Gobierno. Eso hizo aún más difícil para las víctimas de violencia doméstica acceder a la línea.
    Sandar lava verduras en su casa antes de cocinarlas. Tiene que preparar la comida para su marido y llevársela al centro de detención. Confiesa que se siente incapaz de divorciarse. Teme la estigmatización social, que en una comunidad musulmana conservadora puede ser fuerte. "Pienso en mis hijos", se justifica. "A lo mejor, después de dejarlo tendría otro marido. Entonces la gente diría que tengo dos maridos y que los niños deberían estar con su madre y con su padre". Según un informe de la Fundación Heinrich Böll, en Tailandia las actitudes sociales constituyen un obstáculo importante para que las mujeres denuncien la violencia. Como en muchos países del mundo, a menudo la violencia doméstica se considera un asunto privado y es habitual pensar que la culpa es de la víctima, y no del maltratador. Para algunas mujeres, reconocer el maltrato equivale a reconocer que han fracasado en su matrimonio.
    8Sandar lava verduras en su casa antes de cocinarlas. Tiene que preparar la comida para su marido y llevársela al centro de detención. Confiesa que se siente incapaz de divorciarse. Teme la estigmatización social, que en una comunidad musulmana conservadora puede ser fuerte. «Pienso en mis hijos», se justifica. «A lo mejor, después de dejarlo tendría otro marido. Entonces la gente diría que tengo dos maridos y que los niños deberían estar con su madre y con su padre». Según un informe de la Fundación Heinrich Böll, en Tailandia las actitudes sociales constituyen un obstáculo importante para que las mujeres denuncien la violencia. Como en muchos países del mundo, a menudo la violencia doméstica se considera un asunto privado y es habitual pensar que la culpa es de la víctima, y no del maltratador. Para algunas mujeres, reconocer el maltrato equivale a reconocer que han fracasado en su matrimonio.
    Sandar monta en bicicleta con su hijo pequeño disfrazado de Superman. Se dirigen al centro de detención de Mae Sot a visitar al marido apresado por posesión de drogas.
    9 Sandar monta en bicicleta con su hijo pequeño disfrazado de Superman. Se dirigen al centro de detención de Mae Sot a visitar al marido apresado por posesión de drogas.
    Sandar pone 'thanaka' a su hijo menor en la cara antes de salir. El 'thanaka' es una pasta cosmética de color blanco amarillento hecha a base de corteza molida que las mujeres birmanas suelen emplear para suavizar la piel y protegerla del sol.
    10Sandar pone ‘thanaka’ a su hijo menor en la cara antes de salir. El ‘thanaka’ es una pasta cosmética de color blanco amarillento hecha a base de corteza molida que las mujeres birmanas suelen emplear para suavizar la piel y protegerla del sol.
    El hijo mayor de Sandar, de nueve años, corre por un campo cercano a su casa, en las afueras de Mae Sot. El niño se queda en casa mientras su madre y su hermano menor van al centro de detención. El Proyecto Restauración de la Libertad organiza clases de crianza para enseñar métodos educativos alternativos a las víctimas de violencia doméstica. "Les enseñamos que hay otras maneras [de educar a los hijos] que no son gritar y pegar", explica Watcharapon 'Sia' Kukaewkasem, fundadora y directora del proyecto. "Cuando hablamos de violencia doméstica no nos referimos solo a la que ejerce la pareja, sino también a la de los padres contra los hijos. [...] Intentamos prevenirla".
    11El hijo mayor de Sandar, de nueve años, corre por un campo cercano a su casa, en las afueras de Mae Sot. El niño se queda en casa mientras su madre y su hermano menor van al centro de detención. El Proyecto Restauración de la Libertad organiza clases de crianza para enseñar métodos educativos alternativos a las víctimas de violencia doméstica. «Les enseñamos que hay otras maneras [de educar a los hijos] que no son gritar y pegar», explica Watcharapon ‘Sia’ Kukaewkasem, fundadora y directora del proyecto. «Cuando hablamos de violencia doméstica no nos referimos solo a la que ejerce la pareja, sino también a la de los padres contra los hijos. […] Intentamos prevenirla»El hijo pequeño de Sandar, de tres años, espera a su madre sentado en la bicicleta vestido con un traje de Superman. Van al centro de detención de Mae Sot a visitar a su padre. "Me gustaría que mis hijos no tuviesen que trabajar tanto como yo", dice Sandar. "Me gustaría que estudiasen y fuesen médicos o contables".
    12El hijo pequeño de Sandar, de tres años, espera a su madre sentado en la bicicleta vestido con un traje de Superman. Van al centro de detención de Mae Sot a visitar a su padre. «Me gustaría que mis hijos no tuviesen que trabajar tanto como yo», dice Sandar. «Me gustaría que estudiasen y fuesen médicos o contables».

    Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/10/26/album/1603717461_363685.html#foto_gal_7

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Puerto Rico: Universidad de Puerto Rico capacitará a maestros de escuelas públicas

Centroamérica/Puerto Rico/Noviembre 2020/https://www.efe.com/

Por primera vez, la Universidad de Puerto Rico (UPR) ofrecerá en línea una certificación profesional en educación bilingüe a maestros del Departamento de Educación (DE) que incluye 18 créditos universitarios o 270 horas contacto en cursos graduados en inglés, informó este domingo el presidente de la institución universitaria, Jorge Haddock.

«A través de esta alianza, la Universidad de Puerto Rico extiende su misión para transformar la educación en el sistema público de enseñanza de la isla. Mediante la capacitación de maestros, con el apoyo de nuestra distinguida facultad, la UPR fortalece el aprendizaje de los niños y jóvenes, al tiempo que aporta al desarrollo social y educativo de Puerto Rico. Continuaremos impulsando estas iniciativas con el Departamento de Educación para promover el desarrollo de los maestros. Nuestros recursos siempre están al servicio de la isla», indicó en un comunicado.

Fuente: https://www.efe.com/efe/usa/puerto-rico/universidad-de-puerto-rico-capacitara-a-maestros-escuelas-publicas/50000110-4383397

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España: Amazon quiere ‘donar’ un porcentaje de sus ventas a centros educativos

Europa/España/05 Noviembre 2020/eldiariolaeducacion.com

  • Inicialmente, la compañía con sede en Luxemburgo, donará el 2,5% de cada compra que se haga. El porcentaje irá bajando a lo largo de los meses hasta el 1% y pasando por el 1,5%. Hasta la fecha, y según la empresa, ya se han apuntado cerca de 5.000 centros educativos en todo el país.

Es muy sencillo. Los centros educativos que estén inscritos en el registro del Ministerio de Educación pueden apuntarse a la iniciativa. Una vez hecho esto, quienes usan Amazon pueden elegir entre la lista de centros que se hayan apuntado para que la compañía dedique un 2,5% de la compra en cuestión a un ‘crédito virtual’ que, en su momento, los centros podrán cambiar por material comprado en la propia empresa.

El porcentaje de ‘crédito virtual’, como denomina la compañía con sede en Luxemburgo a las donaciones a centros educativos, va cambiando a lo largo del tiempo, como se recoge en la información sobre los términos que la compañía publicita en la web de la iniciativa: «Un porcentaje equivalente al 2,5% del valor de la/s Compra/s Elegible/s hasta el 20 de diciembre de 2020, al 1,5 % del 23 de diciembre al 20 de enero de 2021 y al 1% del 21 de enero de 2021 al 21 de marzo de 2021».

La campaña en cuestión no ha pasado desapercibida en redes sociales:

 

 

Fuentes de la compañía informan que en ningún caso pretenden que esta iniciativa sea una campaña comercial ni para aumentar la presencia de Amazon en centros educativos. Tampoco pretenden hacer una campaña de captación de nuevos clientes que, en última instancia, son quienes realizan las compras y deciden qué centros recibirán el ‘crédito’ canjeable por productos.

Entidades como EscolesCoop, la federación que reúne la mayor parte de escuelas cooperativas de Cataluña, lanzó un comunicado hace unos días criticando la iniciativa de la multinacionald de logística, asegurando que lo que pretende es conseguir convertir la escuela en su clienta para la compra de material escolar y, por otro lado, que la escuela haga publicidad gratuita de Amazon entre sus familias.

Los centros que se adhieran a la inciativa tendrán hasta el 23 de mayo ede 2021 para canjear el ‘crédito virtual’ por aquellos productos que decida Amazon (y que pueden cambiar en cualquier momento).

Si un centro no está adherido a la inciativa pero sí ha recibido donaciones, el total de esas donaciones será repartido a partes iguales entre el resto de centros educativos que sí estén dentro de los participantes. Eso sí, antes, la compañía se pondrá en contacto con el colegio o instituto en cuestión para informarle de que puede adherirse a la inciativa. Desde la compañía también quieren aclarar que los contactos se harán únicamente con centros que hayan recibido esta donación pero no se hayan adherido a ella, para hacerles conscientes del hecho. Los que no hayan acumulado crédito y no se hayan sumado no recibirán la llamada de la empresa.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/10/30/amazon-quiere-donar-un-porcentaje-de-sus-ventas-a-centros-educativos/

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México: Serie radiofónica: Voces de mujeres, desde la resistencia y esperanza

La Minuta

En el marco de la Jornada Mujeres en Defensa del Territorio y de la Vida, presentamos la serie radiofónica Voces de mujeres, desde la resistencia y esperanza, por medio de cinco cápsulas recupera la palabra de mujeres defensoras de los territorios y de los bienes naturales en Oaxaca, desde la Agroecología, Partería, Medicina Tradicional, Autonomía y Gobierno local y Comunicación comunitaria en medio de un contexto de pandemia por COVID-19.

Eva Castellanos Mendoza, “lo que más me significa en la comunidad es el Rio Verde, aquí jugué de niña, aquí crecí, aún me sigue alimentando, sin el Rio para nosotras y nosotros no habría existencia”. Leonor Díaz Santos “Defiendo el Rio Verde que viene a darle vida a las tierras fértiles”. Ambas participan en el Consejo de Pueblos en Defensa del Rio Verde (COPUDEVER). Teresa López López, Comisariado de Bienes Ejidales del San Nicolás Yaxe, integrantes del Frente no a la Mineria por un Futuro de Todas y Todos: “Defiendo el territorio para no tener contaminación de la minería y no nos traiga enfermedades y muerte para nosotros y los animales, árboles y contaminación del agua”. Esperanza González, de la Red de Defensoras y Defensores Comunitarios de los Pueblos de Oaxaca. “La fuerza que tienen las mujeres para defender el territorio, pero también para denunciar las violencias que las atraviesan”. Sofía Estelí Montoya, Partera. “La defensa del cuerpo, encontrar todas las potencialidades del cuerpo, que permita en un momento de crisis salir adelante, hoy sé que el dolor y los síntomas son señales para avanzar” Silvia Hernández Salinas, Medico Tradicional.

Defender la vida de la comunidad, el tejido social, la forma asamblearia de construir comunidad, de construir fiesta. Estar aquí en constantes momentos de necesidad, cuando alguien muere o nace. Reproducir los saberes comunitarios ancestrales que tiene que ver con defender la vida, pero también con reproducir la vida.

Les invitamos a seguir la Jornada, descargar y compartir los audios.

Voces de Mujeres 1 Agroecología

Voces de Mujeres 2 Agroecología

Voces de Mujeres 3 Autonomía

Voces de Mujeres 4 Comunicación comunitaria

Voces de Mujeres 5 Espiritualidad

Voces de Mujeres 6 Medicina tradicional

Jornada Mujeres En Defensa Del Territorio Y De La Vida

Fuente e imagen:  La Minuta

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México: “Manos de Mar”, textiles que tejen “trabajo en conjunto” para conservar la cosmovisión del pueblo ikoots

Texto: Diana Manzo

Un huipil para los pueblos originarios no es una prenda cualquiera, es identidad y simboliza su historia. Así nació “Manos de Mar”, una tienda virtual creada por Ana Laura Palacios, una joven zapoteca con raíces ikoots que promueve textiles elaborados bajo un trabajo en conjunto con artesanas y artesanos de San Mateo del Mar, Oaxaca.


El único fin que tiene “Manos de Mar” es reactivar la economía de quienes con sus tejidos conservan su cultura, y al mismo tiempo, los que adquieran las prendas sepan que en cada una de las texturas va implícita la cosmovisión de un pueblo, que es mucho más que la violencia que desde hace varios meses vive esta localidad que se ubica en el Istmo de Tehuantepec.

Este trabajo colectivo de artesanas y artesanos se creó hace tres años como un renacer tras el terremoto de 8.2 grados que dañó fuertemente San Mateo del Mar y que afectó además de viviendas, también la economía local que incluía la elaboración de huipiles de telar y de cadenilla (costura).

De oficio maestra de educación primaria y originaria de Juchitán Oaxaca, Ana Laura de 26 años de edad heredó la pasión por su cultura, ella explica que en estos tres años, “Manos de Mar” se ha consolidado y su fin es fomentar una “economía solidaria” basada en los tejidos tradicionales.

Para la joven es importante que se valore que un huipil no es un producto en serie, sino una prenda donde el artesano o la artesana elabora cuidadosamente, cuidando los detalles y las formas.

“Cuando se teje un huipil se lleva un proceso, va implícito inclusive los sentimientos, es un tiempo que la artesana dedica con mucho cariño y amor, porque sabe que quién lo portará lo lucirá con mucha admiración, por eso nuestras prendas son tejidas cuidadosamente para otras mujeres, aquí transmitimos nuestro ser, nuestros momentos, nuestros sueños, nuestro territorio, todo va conjugado en un huipil”.

Sus raíces ikoots, le permitieron a esta joven acercarse al mundo de las tejedoras y tejedores, pues con el respeto y la admiración tejió las alianzas, y ahora las prendas se conocen a través de las redes sociales mediante un comercio justo y un precio que motive a las artesanas y artesanos seguir elaborandolos.

“Manos de mar” ofrece dos tipos de prendas: Huipiles de cadenilla que se adoptó como referencia a la cadenilla zapoteca y también el telar de cintura, y ambos son los que busca preservar.

“Cada textil que elaboran las mujeres y hombres desde sus telares o máquinas de costura lleva la iconografía de mi cultura, de mi gente, de mi ser, no es una prenda cualquiera, por eso no concibo cuando la gente nos pide que lo hagamos a volúmenes, esto es un arte, se cuidan los detalles, se cuida que sea una prenda con mucha calidad”.

Los colores y los hilos de algodón además de las formas y los diseños en las variadas texturas de la tela conjugan cada uno de los huipiles, es decir lleva implícito la historia que ha tejido el pueblo mareño.

El trabajo es participativo y en colectividad, además de constante, por lo que no hay protagonistas, sino que es trabajo en equipo, todos aportan en los textiles los elementos de la cotidianidad ikoots.

A tres años de existir, los sueños para Ana Laura continúan, ella quiere que “Manos de Mar” siga escalando y forjándose como una tienda sin fines de lucro sino de trabajo en conjunto, porque dice que cuando una prenda viaja y llega a su destino, es porque “una partecita del mundo está conociendo sobre San Mateo del Mar, y sepan que es un pueblo de mucha historia y tradición”.

“Nos alienta y nos enorgullece que Manos de mar sea aceptada no solo por las personas del Istmo de Tehuantepec, sino de la Ciudad de México, o el extranjero, lo que ofrecemos es más que un huipil, ellas al comprar se llevan una parte de nuestra historia, eso es lo que queremos, que San Mateo del Mar se conozca por el mundo por su cultura, que es más que la violencia que actualmente vivimos, somos un pueblo de mucha tradición y amor por la tierra y el territorio”, resaltó.

Además de la venta de textiles, Manos de Mar y Ana Laura Palacios llevan a cabo labores altruistas y de ayuda social, donan de forma continua “canastas ikoots” a las mujeres de la tercera edad que son alimentos básicos que incluye pescado, totopos, queso entre otros alimentos nutritivos de la localidad.

Y para que su lengua, el ombeyaiüts, siga vigente, Manos de Mar también fomenta talleres infantiles de lectura y escritura, que por la pandemia se suspendió, pero que próximamente se retoman bajo el esquema de la “nueva normalidad”.

Fuente e imagen:  IstmoPress

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Rumanía: Trabajadores migrantes nepalíes, sin salario ni ayuda médica durante la pandemia

Europa/Rumanía/Autora: Marine Leduc/ Fuente: equaltimes.org


Sin salario ni ayuda médica durante la pandemia, los trabajadores migrantes nepalíes despiertan de su sueño de un futuro mejor en Rumanía


Asomado a la ventana de su habitación, donde se encuentra en aislamiento forzoso, como ocurre con otra sesentena de trabajadores migrantes de Asia, Sabin, un joven nepalí de 27 años, dio positivo en las pruebas de covid-19. Ahora se pregunta si recibirá un salario por los días en los que esté de baja, y cuál será su futuro profesional en Rumanía. (Andreea Campeanu)

A principios de octubre, Sabin y veinte de sus colegas enfermaron en Bucarest. “Teníamos fiebre, tos y migrañas. El Departamento de Recursos Humanos nos llamó una sola vez y nos pidió que nos quedáramos en casa durante dos semanas”, cuenta este joven nepalí de 27 años. No consiguieron un PCR ni una visita médica para obtener una baja por enfermedad. El empleador rumano tenía, no obstante, la obligación de facilitarles el nombre de un médico. Transcurridas las dos semanas, un médico vino a verlo y le hizo una prueba. Resultado: Sabin da positivo de covid-19 y tiene que permanecer unos días más aislado, sin saber si a final de mes le pagarán las dos primeras semanas de baja.

Desde su habitación ve los mismos edificios amarillos y beige claro construidos hace poco en un barrio pobre del sur de la capital rumana, donde se alojan otros 400 trabajadores procedentes de Nepal, la India, Vietnam y Sri Lanka. A mediados de octubre comenzó Dashain, el mayor festival religioso nepalí, que dura dos semanas. Aunque no pueden organizarse grandes reuniones, Sabin espera poder salir del aislamiento e invitar a varios amigos para celebrar los últimos días de las festividades, y también para olvidar, aunque sólo sea por una noche, estos últimos meses de angustia para él y sus compatriotas.

“Estuve trabajando en un restaurante italiano en el centro de la ciudad desde la primavera de 2019. Cuando todos los restaurantes cerraron en marzo, me quedé sin trabajo, con un tercio menos de mi sueldo”, explica Sabin.

“Solo tenía 1.500 lei de paro [360 dólares USD, 308 euros] y la situación es muy complicada para los trabajadores como yo, porque tenemos préstamos que devolver, además de ayudar a nuestra familia”. A principios de mayo fue contratado por una gran empresa rumana de comercio electrónico. “Escaneo los productos, los empaqueto, hago un poco de todo”, señala. “El problema es que trabajo a tiempo parcial, 32 horas semanales, por 270 dólares USD netos. Iba a empezar a trabajar a tiempo completo este mes, antes de enfermar”. En seis meses solo ha podido enviar 300 USD (253 euros) a su esposa, que en marzo se quedó sin trabajo y sin recursos en Katmandú.

Prácticas ilegales por parte de los empleadores

Según la Inspección General de Inmigración de Rumanía, Sabin es uno de los 4.324 nepalíes que llegaron a Rumanía en 2019. En Europa Occidental viven 3 millones de rumanos (según un estudio de Eurostat de 2017), por lo que el país recurre a miles de trabajadores asiáticos para compensar la falta de mano de obra. Entre 2016 y 2020, la cuota anual de trabajadores extracomunitarios (de países que no pertenecen a la UE) aumentó de 3.000 a 30.000 visados. En un primer momento se centraron en la contratación en Vietnam, pero los empleadores están recurriendo cada vez más a los indios y los nepalíes. En 2020, los nepalíes han pasado a ser el grupo más numeroso procedente de Asia, con 2.831 visados. Muchos de ellos trabajan en la industria hotelera y en la restauración, los primeros sectores afectados por la pandemia. Según las estimaciones, casi la mitad de los 230.000 empleos del sector podrían desaparecer a finales de año.

Y aunque no hayan perdido su trabajo, hay trabajadores que no están recibiendo su sueldo. Padam, de 39 años, y otros ocho compañeros de trabajo llevan cuatro meses sin recibir ni un céntimo. “Yo trabajaba en un restaurante en Bucarest y ahora llevo dos meses en una pizzería en Timisoara, al oeste del país, que pertenece a la misma empresa. Nuestro empleador nos dice que el salario va a llegar, pero seguimos esperando”, se lamenta. Aunque le dan comida y alojamiento, este padre de dos niños ya no puede enviar dinero a su familia ni hacer frente al préstamo que pidió al banco para pagar a la agencia nepalí que le envió aquí y para comprarse un terreno en Nepal. Padam y sus colegas han recurrido a un abogado, pero el proceso es muy enrevesado. “Todos los meses hemos estado firmando un documento que nos daba nuestro jefe. Nos decía que era para que pudiéramos recibir nuestro salario, pero al final nos hemos dado cuenta de que se trataba de un recibo de nuestro salario, que normalmente nos paga en efectivo. No teníamos que haber firmado aquel papel, porque ahora no tenemos ninguna prueba de que en realidad no nos ha pagado el sueldo”.

Ya antes de la pandemia algunos empleadores no respetaban los derechos de los trabajadores extracomunitarios, y a veces se aprovechan de que desconocen sus derechos sociales y el idioma rumano.

Los propios trabajadores estacionales rumanos son víctimas de vulneraciones de la legislación laboral en Europa Occidental, pero los nuevos trabajadores que emigran a Rumanía sufren el mismo trato: viviendas insalubres que tienen que compartir con una decena de personas, jornadas de 12 horas sin descanso, y semanas de seis días por 520 dólares USD netos al mes. En comparación, el salario medio rumano equivale a 750 dólares USD netos por 40 horas semanales. Algunos empleadores también les confiscan el pasaporte y no les indican las gestiones básicas necesarias en caso de problemas de salud.

“Se trata de un efecto dominó de dumping social que va a tener consecuencias negativas para los derechos sociales en Rumanía y en Europa”, denuncia Bogdan Hossu, presidente del sindicato Cartel-Alfa, uno de los más activos en Rumanía (con 600.000 miembros). “En 2011 se promulgó una nueva legislación que desreguló completamente el mercado laboral. Está prácticamente prohibido tener convenios colectivos interprofesionales y sectoriales, y eso abre la puerta a todo tipo de abusos. Antes de que llegara esta ola de trabajadores asiáticos, los rumanos ya eran esclavos modernos”.

Luchar contra la depresión y el aislamiento

El visado rumano de los trabajadores migrantes está vinculado a un contrato de trabajo de dos años de duración. “No se atreven a protestar ni a solicitar cambiar de trabajo porque los empleadores a veces les exigen a cambio una gran suma de dinero o les anulan el contrato. Si no consiguen encontrar otro trabajo en un plazo de tres meses, tienen que regresar a Nepal. Durante la pandemia es aún más arriesgado, porque casi no hay empleo”, explica Uva Raj Laahmichane, de 26 años, que hace vídeos en Youtube para explicar a otros nepalíes cómo no dejarse engañar por las agencias ni por los empleadores.

“Estuve tres años en Dubái y aprendí sobre mis derechos”, explica. “La mayoría de los nepalíes que vienen aquí los desconocen, y eso les hace más vulnerables a la explotación.

Al llegar a Bucarest en noviembre de 2019, Uva Raj estuvo trabajando en una imprenta, 40 horas semanales, por 820 dólares USD al mes. Una perla poco común. Este antiguo locutor de radio y trabajador social se convirtió rápidamente en un referente para los nepalíes. Algunos le contactan para que les ayude a encontrar un nuevo trabajo o para pedirle consejo en caso de problemas. “Creen que soy del gobierno”, dice riéndose, “pero les respondo: ‘Soy un trabajador como vosotros’. Solo quiero ayudar”. Luego les da el número del cónsul honorario de Nepal, Nawa Raj Pokharel, que dispone de más cursos de acción.

El cónsul representa al único organismo oficial para los nepalíes en Rumanía, puesto que la embajada de Nepal está en Berlín. “Llegué en 1986 y fui el único nepalí hasta 2008, momento en el cual decidí crear una asociación para ayudar a mis compatriotas”, cuenta Pokharel. “En 2018 el Gobierno nepalí me nombró cónsul honorario para que me ocupara de los documentos y los problemas de los trabajadores nepalíes”. Aunque este nombramiento le da más credibilidad de cara a los empleadores, el cónsul no recibe ninguna compensación, salvo cuando traduce documentos oficiales. “Es una función que desempeño en paralelo a mi trabajo como asesor empresarial. A veces recibo un centenar de llamadas al día y me quedo hasta la una de la mañana ocupándome de los documentos”, comenta. Contacta con las empresas cuando estas no respetan las condiciones de trabajo y de alojamiento de sus empleados. “Hasta ahora, todos estos problemas se han resuelto con una llamada de teléfono”, señala con satisfacción, “sobre todo cuando las empresas se quedan con los pasaportes. Algunas no saben que eso es ilegal”.

A principios de junio un acontecimiento conmocionó a la comunidad nepalí de Rumanía: un joven de 25 años que estaba trabajando en un restaurante se ahorcó en un parque de la capital rumana. Pokharel era el único interlocutor: “Es la primera vez que he tenido que afrontar una situación de este tipo. Tuve que ocuparme de todos los documentos para enviar el cuerpo a la familia”. Debido a la pandemia, el cuerpo del difunto no pudo enviarse a Nepal hasta principios de octubre.

Uva Raj consiguió hablar con los amigos del joven: “Es difícil saber realmente por qué alguien se quita la vida. Según sus familiares y amigos, él estaba bien y no tenía grandes problemas económicos. Pero lo cierto es que hay muchos nepalíes que padecen depresión en estos momentos, sobre todo cuando están lejos de nuestro país y tienen grandes deudas que pagar”.

Del sueño europeo al sueño Schengen

En Katmandú, los anuncios para trabajar en Rumanía, Polonia y la República Checa siguen abundando en los periódicos a pesar de la pandemia. Esto se debe a que el nuevo mercado de la migración a Europa es un buen negocio para las agencias de contratación nepalíes, que no dudan en endeudar a los futuros trabajadores. Venden el “sueño europeo” y un clima mejor que el de Qatar y los Emiratos, principales destinos de los trabajadores nepalíes. A cambio, el candidato debe desembolsar hasta 6.000 dólares USD, una suma considerable teniendo en cuenta que el salario mínimo en Nepal no supera los cien euros.

En 2018, Sabin, entonces recién casado y periodista, se compró una casa en Katmandú con su pareja. Para reembolsar el préstamo de varios miles de euros y ayudar a su familia, decidió irse a trabajar al extranjero durante unos años, una iniciativa popular en Nepal, donde más del 25% del PIB depende de las remesas de los trabajadores migrantes.

“En mi país, las agencias venden Rumanía como un país hermoso con empresas magníficas”, señala. “Prometen buenos horarios y horas extras bien remuneradas, y destacan que se puede viajar al resto de Europa. Vi que el salario podía llegar a los 820 dólares USD y que los empleadores tenían la obligación de pagar el alojamiento y la comida, así que me lancé”. Tras haber obtenido un nuevo préstamo de 4.700 dólares USD para pagar a la agencia, días antes de su partida esta le anuncia que solo ha encontrado un trabajo en un restaurante por el que pagan 520 dólares USD.

Acorralado entre las deudas y el visado ya pagado, no le quedaba otra opción: “Estaba muy enfadado, pero no podía hacer nada. Así que, a pesar de todo, me fui a Rumanía. Pero me está costando mucho reembolsar las deudas”.

Pokharel conoce los tejemanejes de algunas de estas agencias: “Cuando las descubro, las pongo en la lista negra y entonces no pueden firmar ningún acuerdo más con las autoridades nepalíes para enviar trabajadores”. No obstante, algunas consiguen escabullirse, puesto que nada les impide crear nuevas agencias con otro nombre.

Los trabajadores también descubren que, aunque Rumanía forma parte de la Unión Europea, no pertenece al espacio Schengen, por lo que, contrariamente a lo que prometen las agencias, los trabajadores no pueden salir del país para viajar al resto de la UE. Las agencias aprovecharon rápidamente la oportunidad para jugar con esta desilusión: durante el confinamiento, en los grupos de nepalíes en Rumanía aparecieron anuncios procedentes de perfiles falsos que decían: “¿No encuentras trabajo en Rumanía? ¿Quieres trabajar en Polonia o en la República Checa? Contáctanos”. A cambio de varios miles de euros, les prometen un mejor trabajo en esos países. Allí también llegan decenas de miles de trabajadores de Nepal. Polonia, que también está experimentando una emigración masiva, ha recibido en su territorio a 42.703 nepalíes en los últimos tres años, lo que representa la segunda mayor afluencia de trabajadores migrantes después de los ucranianos. “No sé quién escribe esos anuncios, pero es totalmente ilegal. Los trabajadores no pueden salir de Rumanía”, denuncia Nawa Raj Pokharel. “Y si su contrato se cancela, tienen que encontrar otro trabajo en Rumanía o, de lo contrario, regresar a Nepal”.

Sobre todo que en Polonia y la República Checa la situación no es mucho mejor: los trabajadores no disponen de baja por enfermedad y trabajan muchas horas seguidas sin descanso. El salario es un poco más alto, pero a veces tienen que pagar el alquiler y la comida. A diferencia de Padam y Uva Raj, que quieren quedarse unos años más, Sabin sueña con una vida mejor en Occidente: “Cuando se me acabe el contrato quiero marcharme de Rumanía e ir a otro país, a Francia o Alemania, por ejemplo”. Sobre esos sueños de un futuro mejor, los rumanos y los polacos también saben algo.

Este artículo ha sido traducido del francés.

Este artículo ha sido posible gracias a la European Cross-Border Grant de Journalism Fund, que permite a periodistas de diferentes países colaborar en un mismo tema. La autora de este artículo obtuvo esta beca con los periodistas Ula Idzikowska (Polonia, República Checa) y Abhaya Raj Joshi (Nepal).

Fuente e imagen: https://www.equaltimes.org/sin-salario-ni-ayuda-medica?lang=es#.X6FeFlhKjIV

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