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Entrevista a Francesco Tonucci: «Hablamos mucho de los niños, pero muy poco con los niños»

  • El maestro, pedagogo e investigador italiano cree que la escuela necesita «un cambio radical», ahora más que nunca
  • Se habla día tras día de los niños, de cómo han vivido el confinamiento, de cuáles son las consecuencias que estos meses tendrán en su aprendizaje o de cuánto necesitan volver a las aulas, pero, ¿por qué nunca se buscan las respuestas en ellos? Esto es lo que no comprende el maestro, pedagogo, investigador y dibujante italiano Francesco Tonucci, también conocido como “Frato”.Si él es una de las voces más respetadas dentro del ámbito educativo a nivel mundial posiblemente no solo sea por su formación, sino también y sobre todo por haber escuchado durante toda su vida lo que los niños tienen que decir respecto a las decisiones que les afectan.En este momento de incertidumbre y tensión por cómo se desarrollará la vuelta al cole en convivencia con el Covid-19, numerosas instituciones o entidades educativas de países como Argentina, Perú o Colombia acuden a Tonucci (Fano, 1940) para conocer cuáles son sus propuestas y tomar nota de algunas ideas que él defendió siempre y que ahora resultan más relevantes que nunca.

    Entre ellas, las que están ligadas de forma directa a la «La Ciudad de los niños», un proyecto que alumbró el italiano en 1991 con el propósito firme de «poner al niño en el lugar que ocupa el adulto trabajador, que se desplaza en automóvil».

    PREGUNTA: ¿Qué ha pasado con los niños en estos meses de pandemia?

    RESPUESTA: Lo primero es que hablamos mucho de niños, pero muy poco con los niños. Los únicos que están fuera de todos los debates son ellos. Es impresionante pesar que hace 30 años todos los países del mundo ratificaron en la Convención de los Derechos del Niño que tienen derecho a expresarse cada vez que se toman decisiones que les afectan y ahora en nada de lo que se está discutiendo sobre ellos se les consulta. Estamos en una situación de ilegalidad. Hay que decirlo así como es.

    Hablamos mucho de niños, pero muy poco con los niños

    Nosotros cuando empezó el desastre, la pandemia, a mitad de marzo, enviamos un mensaje a las «Ciudades de los niños y las niñas» para que los alcaldes convocaran a los consejos de los niños de forma virtual. De ahí y de varias encuestas que hemos promovido en distintos países extraemos tres conclusiones muy claras: que los niños extrañaron a sus amigos, que lo pasaron muy bien con sus padres (como nunca en su vida), y que estaban hartos de los deberes y de las clases virtuales.

    P: ¿La experiencia del confinamiento les puede haber afectado negativamente?

    R: Es cierto que siempre hay situaciones complicadas, pero en la mayoría de los casos que nos llegan vemos que ha sido una buena experiencia para ellos. Yo no creo que tengamos que tener miedo a cómo se recuperen porque no considero que el confinamiento haya sido un trauma, por una razón noble y por otra innoble.

    La noble es que lo pasaron en casa con sus padres y la innoble es que los niños ya estaban encerrados antes. No es que aprendieran a encerrarse en casa a raíz de la pandemia, es que no podían salir antes tampoco porque los niños hace tiempo que perdieron los espacios públicos. Solo pueden salir si están acompañados por sus padres.

    P: Ahora hay padres preocupados por el desfase curricular, por las carencias en su aprendizaje… ¿entiendes este temor?

    R: Es evidente que lo que la escuela enseñó en este tiempo es muy frágil, es un aprendizaje muy débil. El tema es que no era mucho más fuerte antes (…) Hay un porcentaje muy alto de niños que en la escuela se aburren, que no quieren ir. Y esto no es por culpa del virus.

    Pero preguntarse lo que han perdido me parece una forma ridícula. Lo que me gustaría es que se dedicara un tiempo para empezar el nuevo año escolar después de haber analizado lo que los niños han aprendido y lo que han ganado.

    P: ¿Qué han aprendido?

    R: Aprendieron a vivir, a reaccionar frente a un bombardeo de noticias horrorosas que todos los días entraban en su casa, a convivir con lutos, o con la enfermedad. Todo esto tiene que entrar en la escuela. No puede ser que la escuela se ocupe de lo otro. Fíjate, la escuela italiana asumió como lema el de «La escuela no para». Esto es absurdo. Si el mundo ha parado, la escuela tiene que parar, porque no parar lo único que significaba es que se seguía con un programa y que, mientras todo el mundo hablaba de un virus en la calle, igual en clase de ciencia se hablaba de la fotosíntesis.

    Elisa, una niña de 9 años de Lima, dijo en una encuesta que antes no podía entender estas cosas que pasan porque estaba en la escuela.

    Nosotros hicimos una propuesta que se llamaba «La casa como laboratorio». Pensamos que si todo se había parado y el mundo de los niños se había restringido a su casa, lo correcto era pedir a los padres que transformaran las actividades domésticas en las nuevas tareas, que los niños cocinaran con sus padres, lavaran la ropa o plancharan. O que les propusieran revisar fotos para reconstruir su historia personal, que tuvieran un diario secreto, que leyeran juntos en familia una novela media hora por día como si fuera un teatro… Y en muchos países se ha hecho.

    En Argentina, el ministro de Educación me llamó, hablé con él por Skype e hicimos una conferencia pública juntos. La próxima semana presentaremos un cuaderno que preparó el ministerio y que se está repartiendo en las escuelas. Ahí se incluye esta idea y avanzo también otras propuestas sobre la vuelta a las clases.

    P: Estas propuestas nada tienen que ver con ordenadores y tabletas…

    R: Es que la tecnología falló totalmente. Los niños no se encontraron con una didáctica a distancia y está claro que el uso de la tecnología para dar clase no funciona, pero tampoco la asistencia presencial es suficiente porque la clase magistral es una forma muy débil de transmisión de conocimiento. Lo que funciona es el conocimiento que desarrollan los alumnos buscando e investigando, no escuchando a los maestros.

    El uso de la tecnología para dar clase no funciona

    Me habría gustado que la escuela al menos usara las plataformas como instrumento para dialogar con los alumnos, para ayudarlos a entender lo que estaba pasando en el mundo y que expresaran sus sentimientos.

    P: Escuchamos continuamente a padres y políticos decir que los niños necesitan volver ya al colegio. ¿Cómo lo ves tú?

    R: Los niños no necesitan ir la escuela. Es falso, y con esto no quiero rebajar la importancia de la escuela. Si los niños han echado de menos la escuela es porque hoy en dia es el único lugar donde se pueden encontrar con los amigos, porque han perdido las calles.

    Un niño de Argentina nos dijo: «Nos quitaron de la escuela lo que más me interesaba, los amigos y el recreo, y se ha quedado lo que menos nos gustaba, las clases y las tareas».

    Si la escuela tiene el valor de entender lo que está pasando, tiene que estar estar dispuesta a un cambio radical que hoy en día es necesario.

    P: ¿Cuál es el giro que deberían dar los centros educativos?

    R: Los niños no pueden quedarse todos en un aula, frente a un maestro, sino formar parte de grupos independientes que trabajen por su cuenta como pasaba antiguamente. A esa imagen de escuela, que era la buena escuela de los buenos maestros de siempre, es muy fácil volver hoy en día con la pandemia porque un grupo puede estar en el pasillo y otro grupo en la clase, y reforzar así la autonomía que se ha perdido.

    El Artículo 29 de la Convención sobre los Derechos del Niño habla de que el objetivo de la educación es el desarrollo de la personalidad de los niños, de sus aptitudes, hasta el máximo de sus posibilidades. Ese es el objetivo que deben tener la familia y la escuela respecto a la educación y no el conseguir unos resultados previstos o evaluar a los niños respecto a lo que rindieron.

    Pero todo esto que vamos a plantear no se debería decidir lejos o arriba, a nivel de ministerios. Se debería abrir una mesa en cada escuela o en cada ciudad, una mesa en la que se sitúen cuatro protagonistas: la ciudad, la escuela, la familia y los niños. Que estén presentes los cuatro y todas las decisiones salgan de un debate compartido.

    P: ¿La pandemia podría hacernos despertar?

    R: Todas las veces que hay un trauma fuerte nos ponemos frente a la posibilidad de cambios. Tenemos que pensar que algo no ha funcionado hasta ahora y veo que gracias a la tragedia llegan propuestas antiguas, en mi caso de hace más de 50 años.

    Hoy las escuelas están pidiendo a la ciudad espacios vacíos para repartir los alumnos, pero a mí me gusta pensar que la ciudad puede ofrecer espacios llenos, que se puede hacer escuela fuera de las aulas visitando una fábrica, una editorial, un museo, una orquesta… invitar a la ciudad a ofrecerse a las escuelas con propuestas educativas.

    Me gusta pensar que se puede hacer escuela fuera de las aulas

    El virus nos ofrece una ciudad más correcta donde se respeten más las necesidades de los peatones que de los coches, como ocurre en Pontevedra, por ejemplo.

    P: ¿Qué propuestas concretas trasladas a quienes te consultan qué medidas se pueden tomar para la vuelta al cole?

    R: Que los niños se muevan solos. Parece un contrasentido, pero llevamos proponiéndolo muchos años. Si salen solos, será la mitad de la gente la que se mueve (…). También  planteamos que las calles cercanas a las escuelas se cierren al tráfico durante el tiempo de la apertura porque así la escuela puede aprovechar este espacio libre para el descanso, para hacer gimnasia… Ampliando su espacio también se crea un ambiente de respeto urbano.

    Otra propuesta que avanzo y que ahora tiene un sentido más fuerte es que todos los espacios de los centros se usen para crear laboratorios y talleres y no solo aulas. Hay que renunciar al aula y hacer espacios especializados en algo, en música, ciencia, arte, o tener una huerta como laboratorio de ciencias, por ejemplo, o una cocina.

    Hay que renunciar al aula y hacer espacios especializados

    Tendrían que ser grupos que pasan de un lugar a otro y no estar ocho horas sentados en el mismo lugar porque eso ahora mismo, solo por el tema sanitario, no debería estar permitido. Además, un niño que nació bailarín o una niña que nació mecánica no van a encontrar nada que les sugiera que tienen esa vocación. Serán burros en la escuela cuando quizá son genios potenciales en su sector. La escuela correcta debería ayudar a cada uno a buscar lo suyo.

    P: ¿Hay algún mensaje que quieras trasladar a los padres?

    R: Yo les diría que hablen con sus hijos, que intenten entender lo que los niños ganaron en este tiempo de clausura, porque seguro que todos ganaron mucho y crecieron mucho. Por ejemplo, una niña argentina de cinco años  decía que durante el confinamiento aprendió a dormir sola. (…) Hay que aconsejar a los padres que se pregunten también ellos qué aprendieron de sus hijos, qué descubrieron que no conocían antes.

    Y que, cuando todo esto termine les concedan mas autonomía, que les dejen salir solos de casa. Sería maravilloso que el virus, que ha sido una tragedia, les regalara eso a los niños.

    Fuente: https://www.rtve.es/noticias/20200829/entrevista-pedagogo-investigador-italiano-francesco-tonucci/2041015.shtml

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Los más vulnerables en Beirut tras la explosión: los niños

Asia/Líbano/15 septiembre 2020/elpais.com

Un mes después de la explosión que sacudió la capital del Líbano, numerosas organizaciones internacionales y locales han lanzado campañas de ayuda humanitaria para paliar los efectos de la catástrofe entre los más pequeños

La explosión en el puerto de Beirut dejó 190 muertos, 6.500 heridos y 300.000 personas afectados por la destrucción o daños en sus hogares, y el impacto del desastre sobre los niños ha sido grave. Según los últimos datos de la agencia de Naciones Unidas para la Infancia, entre los fallecidos había cuatro niños y 1.000 heridos, y se estima que unos 100.000 se vieron desplazados de sus hogares. Desde entonces numerosas ONG trabajan en el terreno para dar apoyo humanitario y protección urgente a los más pequeños y sus familias.

“Un mes después de las devastadoras explosiones, las necesidades siguen siendo graves y debemos mirar hacia el futuro”, declaró Yukie Mokuo, representante de Unicef en Líbano, en una rueda de prensa celebrada en Karantina, uno de los barrios más damnificados por la explosión del 4 de agosto, cuando se cumple un mes del trágico suceso.

Tras guardar un minuto de silencio en homenaje y recuerdo de las víctimas de la detonación, la responsable de Unicef en el Líbano ha asegurado que, aunque haya “pasado un mes de la explosión, el corazón de todos está roto. Todo el mundo ha quedado conmocionado después del gran impacto”. Ahora “el bienestar de los niños es nuestra prioridad” y “el futuro del Líbano depende de que los niños crezcan sanos, en un entorno seguro”.

Actualmente, la repuesta de Unicef se centra en mantener seguros a los niños y rehabilitar servicios básicos como el acceso a la atención médica, educación y agua segura. En este sentido, la entidad ha enviado 18 cargamentos de ayuda humanitaria esencial, ha reconectado más de 160 edificios al sistema público de agua, ha instalado alrededor de 870 tanques de agua en hogares afectados, y ha distribuido 4.485 kits de higiene y 462 para bebés entre las familias. Asimismo, Unicef ha proporcionado apoyo psicosocial a 1.406 niños, padres y cuidadores y planea facilitar apoyo para que las familias puedan reconstruir sus casas y medios de vida. Todo ello, junto con la movilización de 2.000 jóvenes que se han echado a las calles para limpiar, hacer pequeñas reparaciones en viviendas y distribuir comidas.

Para cubrir las necesidades más inmediatas de los niños y sus familias durante los próximos tres meses, la agencia de la ONU para la infancia dijo que necesitaba 42 millones de euros y ha lanzado un llamamiento a la comunidad internacional para recaudar estos fondos.

A los esfuerzos de Unicef se suman los de otras organizaciones de la sociedad civil libanesa como la Cruz Roja, que hasta el momento ha podido ofrecer kits de higiene y paquetes de comida a más de 51.000 personas y asistencia médica y psicológica a otras 11.000. Además, ha organizado una campana de donación de sangre en sus centros de transfusion, ha completado alrededor de 11.500 evaluaciones de edificios dañados y reubicado a más de 100 familias que no pueden regresar a sus hogares.

Por su parte, la ONG libanesa Offrejoie respondió rápidamente poniendo en marcha un programa de rehabilitación de emergencia en dos de los vecindarios más golpeados, —Karantina y Mar Mikhael— e iniciando obras de rehabilitación en 44 edificios y pequeñas viviendas. “El objetivo es ayudar a más de 300 familias a volver a su vida normal con dignidad y seguridad antes del invierno”, explica Carla Jreidini, jefa del equipo de comunicación y captación de fondos de Offrejoie. Además, la asociación distribuye diariamente desayunos y almuerzos calientes a unas 80 familias y organiza actividades psicosociales una vez a la semana para decenas de niños de diversos orígenes afectados por la explosión.

Otra de las organizaciones que también está ayudando a paliar las consecuencias de la deflagración es el Banco de Alimentos Libanés (LFB). La entidad ha repartido aproximadamente 100 toneladas de alimentos entre las familias más necesitadas y planea preparar paquetes de alimentos para niños que incluyan dibujos, juguetes y comida infantil, según ha explicado por teléfono Soha Zaiter, directora ejecutiva de LFB.

No obstante, a pesar de la gran cantidad de asistencia facilitada o prometida, algunas personas que se vieron afectadas por la explosión lamentan que la ayuda aún no les ha llegado. Tres familias asiladas sirias que viven en la zona cristiana de Achrafiyeh (otro vecindario muy dañado por la detonación), aseguran a Planeta Futuro que, aunque vino gente de distintas ONG a comprobar cómo estaban y prometieron ayudarles, todavía no han recibido ningún tipo de apoyo. “La ayuda solo la está dando la comunidad local”, afirma Mohammad, padre de una de las familias sirias y cuyo hogar resultó parcialmente destruido por el efecto de la onda expansiva.

El último golpe a un país en crisis

Las secuelas de la apocalíptica explosión en la zona portuaria de Beirut se han entremezclado con los numerosos problemas que arrastra el Líbano desde hace meses. El país de los cedros atraviesa una profunda crisis económica y política, agravada por la pandemia, y que ha provocado que la moneda nacional haya perdido más del 80% de su valor, que los precios de productos básicos se hayan disparado un 60% y que la tasa de paro aumente hasta el 35%; todo ello en un país que con el mayor número de refugiados per cápita del mundo.

Con más de un millón y medio de desplazados sirios, el Líbano alberga a unos 630.000 niños refugiados de entre 3 y 18 años y, además acoge a más de 400.000 de origen palestino y a 20.000 de otras nacionalidades.

Precisamente, la difícil coyuntura que atraviesa el país ha perjudicado, sobre todo, a las familias y niños en contextos más frágiles. Alrededor de 3,3 millones de personas en el Líbano —más de la mitad de la población total— está clasificada como vulnerable, y se estima que 2,7 millones están clasificadas como «pobres». En un estudio publicado a final de julio, Save the Children advirtió que más de 900.000 personas, entre ellos aproximadamente 550.000 niños, no tenían suficiente dinero para comprar productos básicos como alimentos.

Ahora, tras la devastadora explosión en la capital libanesa, los niños y las familias desfavorecidas están más expuestas que nunca. Por ello, organizaciones como Save the Children ha puesto en marcha un fondo de ayuda para la infancia en el Líbano con el que dar respuesta a las necesidades más urgentes de niños y familias vulnerables.

Voluntarios de la ONG libanesa Offrejoie realizan juegos con los niños del barrio de Karantina.
Voluntarios de la ONG libanesa Offrejoie realizan juegos con los niños del barrio de Karantina. OFFREJOIE

Otro factor peligroso para los niños y familias es la interrupción de la atención médica primaria. Por un lado, al menos 16 centros sanitarios de atención primaria, que atienden a 160.000 personas, sufrieron daños. La detonación también dejó totalmente destruida la unidad de cuidados intensivos para recién nacidos del Hospital de Karantina. Igualmente, una decena de contenedores con cientos de miles de guantes, batas y mascarillas fueron destruidos, al igual que cinco de las siete cámaras frigoríficas para vacunas de un almacén de cuyo mantenimiento se encarga Unicef.

Además de los daños materiales en los centros médicos y hospitales, el caos y las aglomeraciones tras el brutal estallido aceleraron la expansión de la covid-19 en el Líbano. En el ultimo mes se ha registrado un aumento significativo de los contagios y, desde el inicio de la pandemia en febrero, se han contabilizado más de 20.426 positivos y 191 muertes, según datos del Ministerio de Salud Pública libanés.

Ante esta situación de emergencia sanitaria, Unicef ha adquirido dos neveras solares nuevas que se instalarán en el Hospital Rafic Harriri y ha suministrado más de 430.000 mascarillas de tela a la población y Equipos de Protección Personal (EPI) a centros de atención primaria. Del mismo modo, la Cruz Roja Libanesa ha estado trabajando las 24 horas del día para dar apoyo en el transporte en ambulancia de casos confirmados y sospechosos de COVID-19 y de tests PCR.

Una vuelta a las aulas marcada por la incertidumbre

La interrupción del año escolar vinculada a las manifestaciones antigubernamentales en octubre-noviembre y, más tarde, al caos económico y al cierre de las escuelas por la pandemia, ha hecho que muchos niños no hayan podido mantenerse al día con su trabajo escolar debido a un aprendizaje remoto inaccesible o inadecuado, revela una encuesta de Save the Children. A esto se añade que, tras la explosión muchas familias han visto reducidos sus ingresos a cero, por lo que sus hijos corren el riesgo de tener que renunciar a su educación.

De nuevo, esto afecta principalmente a los niños y jóvenes en situación de desplazamiento, quienes a menudo ya habían perdido años de educación debido a la guerra y, además, el 70% de ellos viven en hogares bajo el umbral de pobreza. Así, incluso antes de los cierres, más de la mitad de los niños sirios entre 3 y 18 años (el 58%) estaban fuera de la enseñanza formal, de acuerdo con datos de la ONU.

Actividades de juego que organiza la ONG libanesa Offrejoie en el barrio de Karantina.
Actividades de juego que organiza la ONG libanesa Offrejoie en el barrio de Karantina. OFFREJOIE

Por otro lado, la explosión también ha dejado huella en muchas escuelas del Líbano y unos 183 centros educativos están dañados o destruidos, algo que afecta a más de 77.000 niños y adolescentes.

Unicef —actor clave en la provisión de educación en el Líbano— ha recordado que se necesita actuar urgentemente y aumentar la ayuda para garantizar que todos los niños afectados por las explosiones de Beirut puedan tener acceso a la educación cuando a finales de mes cuando comience el nuevo curso escolar.

“Cuando se produce un desastre como este, la educación puede suponer un salvavidas para los niños cuyas vidas se han vuelto del revés, ya que proporciona un espacio seguro si pueden ir a la escuela, y una sensación de normalidad en medio del caos”, expone la representante de Unicef en Líbano, Yukie Mokuo. Por ello el organismo ha pedido a la comunidad internacional que aumente con urgencia su apoyo a la educación de los niños en Beirut y los recursos se están movilizando con rapidez para iniciar la rehabilitación de las instituciones educativas menos dañadas (un 80% de los centros totales) y que puedan estar operativas antes del comienzo del nuevo año escolar en octubre.

Asimismo, la covid-19 es una dificultad añadida y, debido a ella, todas las escuelas planean implementar un enfoque mixto que combine la educación presencial con la online. “Debemos asegurarnos de que los niños estén protegidos contra la infección por la covid-19”, ha incidido Mokuo en la rueda de prensa, haciendo hincapié en que la planificación del “nuevo año escolar con el apoyo de la educación a distancia” es una “prioridad máxima”.

Sin embargo, estos planes también se han complicado debido al impacto de la explosión. Dado que muchas familias perdieron sus hogares y sus medios de subsistencia, ahora se enfrentan a problemas para tener conectividad y adquirir materiales educativos.

“Es fundamental que encontremos soluciones urgentes para que los niños retomen su educación —también en remoto— lo antes posible”, sostiene Mokuo. “Con el tiempo que puede llevar reconstruir y rehabilitar las escuelas dañadas y reemplazar los muebles y el material escolar perdido, urge impulsar alternativas de aprendizaje remoto para los niños afectados”, agrega. Para ello Unicef ha adelantado que durante los próximos tres meses suministrará material escolar y dispositivos electrónicos y proporcionará Internet a los estudiantes, así como capacitación y apoyo a los maestros “para garantizar que los niños, especialmente los de las áreas afectadas más pobres, reciban no solo un aprendizaje remoto de calidad, sino también el nivel de atención psicosocial que necesitan para superar el trauma”, detalla la responsable de Unicef en el Líbano.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/09/07/planeta_futuro/1599466838_440585.html

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Una de cada cinco mujeres en Chile fue víctima de violencia en el último año

Por: https://www.eleconomistaamerica.cl

El 21,7% de las chilenas mayores de 15 años dijo haber sufrido algún tipo de violencia en el último año, según los resultados divulgados este martes por la IV Encuesta de Violencia contra la Mujer en el Ámbito de Violencia Intrafamiliar y en Otros Espacios.

El estudio, realizado por la Subsecretaría de Prevención del Delito del Ministerio del Interior de Chile, también arroja que el 41,1% de las mujeres mayores de 15 años dijo haber sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida.

Este indicador de violencia general a lo largo de una vida presentó un aumento «estadísticamente significativo», según los autores del sondeo, ya que pasó del 32,6% en 2012 al 38,2% en 2017 y de ahí al 41,4% en 2020.

Hipótesis

A modo de hipótesis, los responsables de la encuesta indicaron que esto puede deberse a que «hoy se visualizan vivencias del pasado como hechos de violencia».

«Es decir, habría un reconocimiento de haber sido víctima del cual antes no existía conciencia, y al mismo tiempo se han dejado de naturalizar actos violentos, como parte de las interacciones cotidianas», indicaron en el informe presentado.

Por contra, el indicador de los últimos 12 meses se presenta «estable» en relación al anterior levantamiento de datos, pasando de 21% en 2017 a 21,7% ahora.

«Es lamentable ver que no hemos sido capaces de mitigar o erradicar esta conducta tan dolorosa y tan terrible en nuestro país», dijo la ministra de la Mujer, Mónica Zalaquett, tras la presentación de estos resultados.

Amendrentamientos

Dentro de quienes sufrieron violencia intrafamiliar, el 20,2% denunció haber sido violentada de forma psicológica en el último año; igual porcentaje que en el sondeo de 2017, mientras que el porcentaje de mujeres que dijo haber sufrido violencia física en los últimos 12 meses disminuyó a un 3,7% desde un 4,4%.

En contraposición, aumentó el número de mujeres que dijo ser víctima de violencia sexual intrafamiliar, pasando del 2,1% de 2017 al 2,8% este año.

De acuerdo a las encuestadas que sufrieron violencia psicológica o física e los últimos 12 meses, un 79,2% señalaron que ésta le fue proferida por una pareja o ex pareja, mientras que el 20,8% restante remite este tipo de violencia a la familia.

Inicio de la violencia

Otro punto que toma relevancia es el hecho de que el 38,2% de las encuestadas sostiene que fue víctima de al menos un episodio de violencia antes de los 14 años de edad.

En cuanto a la violencia de tipo económica, es decir, cuando se intenta controlar a la mujer a través de la entrega del dinero necesario para su manutención personal y/o de otros integrantes de la familia, así como también cuando se apropian de dinero ganado por la mujer, el 9,5% de las entrevistadas afirmó haber sido víctima de este tipo de violencia en el último año.

Asimismo, la violencia contra la mujer en espacios públicos ha sido constatada por el 17,9% de las encuestadas en el transcurso de los últimos 12 meses, significativamente mayor que el 8,1% declarado en 2017.

Este resultado «estaría evidenciando la toma de conciencia por parte de las mujeres respecto a los actos de violencia de los que han sido víctimas fuera del espectro intrafamiliar», según los autores de la encuesta.

También presentaron un aumento respecto a su anterior medición la violencia en el ámbito laboral, que pasó de y 2,2% en 2017 a 4,8% este año y en el espacio educacional: de 1% a 1,2% en esta última encuesta.

Denuncias

Los responsables del estudio mostraron su preocupación por la disminución observada en las denuncias interpuestas por violencia psicológica, física y/o sexual.

En los tres casos, la cantidad de entrevistadas que señaló haber denunciado algún acto de violencia se redujo hasta en 7,5 puntos porcentuales en comparación al año 2017.

«Uno de los datos preocupantes que nos entregó esta encuesta es una baja en las denuncias y esa baja está dada por una falta de confianza», señaló la subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorell.

Así, el documento reveló que las denuncias por violencia psicológica pasó de 22,8% en 2017 a 19% este año, las denuncia por violencia física de 36,5% a 29% y las denuncia por violencia sexual de 23% a 16,3%.

De acuerdo a datos de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, en lo que va de 2020 se han producido 32 feminicidios, tres suicidios feminicidas (suicidios como resultado de maltrato o intento de feminicidio) y cuatro homicidios relacionados a un feminicidio (en su totalidad eran hijos de mujeres víctimas de feminicidio).

Fuente: https://www.eleconomistaamerica.cl/sociedad-eAm-chile/noticias/10760001/09/20/Una-de-cada-cinco-mujeres-en-Chile-fue-victima-de-violencia-en-el-ultimo-ano.html

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ONU denuncia aumento de ataques a escuelas en zonas de conflicto

La ONU conmemoró este miércoles por primera vez el Día Internacional para Proteger la Educación de Ataques, denunciando el aumento de los mismos contra centros educativos y haciendo un llamado a garantizar la seguridad de alumnos y maestros en las zonas de conflicto.

“Los ataques a la educación en conflictos y la inseguridad están en aumento. Entre 2015 y 2019 hubo unos 11.000 supuestos ataques armados contra la educación”, señaló el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en un acto virtual.

Según datos de la ONU, 22.000 alumnos, docentes o personal de escuelas resultaron heridos o asesinados en los últimos cinco años en este tipo de eventos, con 93 países que sufrieron al menos uno de estos episodios y con Afganistán, Camerún y Palestina entre los más afectados.

Los datos de la organización señalan que ejércitos y grupos armados utilizaron escuelas y universidades con fines militares en 34 países entre 2015 y 2019, algunos como bases, centros de detención y almacenes de armas.

Además, en ese periodo se reclutaron a estudiantes de escuelas en al menos 17 países, según Naciones Unidas.

La celebración del 9 de septiembre como Día Internacional para Proteger la Educación de los Ataques fue aprobada el pasado mes de mayo por la Asamblea General de la ONU ante el agravamiento de este problema en los últimos años.

La Asamblea encargó a la UNESCO y a Unicef sensibilizar a la opinión pública sobre la dramática situación que viven millones de estudiantes atrapados en zonas de conflicto alrededor del mundo.

Guterres destacó que esta conmemoración anual es un claro mensaje sobre la necesidad de que las escuelas sean lugares seguros y de que la educación se mantenga como una prioridad en las políticas públicas, incluso en plena pandemia.

Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/mundo/onu-denuncia-aumento-de-ataques-a-escuelas-en-zonas-de-conflicto/

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Unesco advierte enorme déficit en financiamiento de la educación

El déficit global en el financiamiento de la educación podría alcanzar 200 000 millones de dólares anuales, como consecuencia de la crisis desatada por la pandemia covid-19 y en perjuicio principalmente de los países más pobres, señaló este viernes 4 un nuevo informe de la Unesco.

“A menos de un decenio del plazo fijado cumplir el ODS 4, el mundo se enfrenta a una crisis de financiación de la educación que amenaza con agravarse aún más con la pandemia”, dijo Audrey Azoulay, directora de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

En los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2030, el ODS 4 propone “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.

“Generaciones enteras están en riesgo, en particular los más vulnerables. Si bien la educación es claramente una víctima de la pandemia, también es la solución para la recuperación a largo plazo”: Audrey Azoulay.

Frente a unas necesidades de financiamiento que la Unesco calcula en 509 000 millones de dólares anuales, los presupuestos nacionales presentaban un déficit de 39 000 millones ya en 2015 y su crecimiento año tras año permitió estimar ese faltante en 148 000 millones de dólares para 2020.

Con el impacto de la covid, principalmente con el cierre de escuelas este año, el plazo más corto para alcanzar las metas del ODS 4 y mejores normas de calidad en la educación, el déficit se incrementa en alrededor de 30 por ciento y se acerca a 200 000 millones de dólares, según la Unesco.

Por ello exhortó a todos los agentes que intervienen en la financiación educativa “a que no escatimen esfuerzos para dar prioridad a la inversión en la educación como bien público mundial”.

Como los ministros de Finanzas de las Naciones Unidas prevén debatir el 8 de septiembre sobre la financiación para el desarrollo en la era de la covid, la Unesco pidió dar prioridad a la inversión en educación para los países de ingresos bajos y medio-bajos.

La agencia recordó que el cierre de escuelas ha causado la pérdida de aprendizaje para millones de personas y “las soluciones de enseñanza a distancia simplemente no son una opción para al menos 580 millones de estudiantes en países de ingresos bajos y medios”.

Los costos aumentan con la necesidad de volver a matricular a los estudiantes, ofrecer programas de recuperación y maximizar las posibilidades de que permanezcan en la escuela.

Además, se necesitan inversiones adicionales para garantizar que los niños estén seguros cuando regresen a las clases y tengan acceso a instalaciones de higiene y aulas adicionales que permitan mantener el distanciamiento físico.

Estos programas y acciones añadirán entre 5000 y 35 000 millones de dólares a las necesidades de financiación.

La Unesco pidió a los países de ingresos bajos y medios-bajos que resistan la presión de recortar su presupuesto para la educación debido al difícil entorno fiscal, y que traten de dirigir una parte significativa de su presupuesto a las regiones y escuelas que se encuentren más marginadas.

También se dirigió a los donantes, destacando que solo 47 por ciento de la ayuda global a la educación básica y media se destina a los países de ingresos bajos y medio-bajos, donde más se necesita, y pidió dirigir esos aportes para apoyar países y regiones con desigualdades crónicas.

Fuente: https://rebelion.org/unesco-advierte-enorme-deficit-en-financiamiento-de-la-educacion/

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Estudiantes de Haití piden profesores en sus aulas

Centroamérica/Haití/15 septiembre 2020/prensa-latina.cu

 Estudiantes de secundaria en Haití se movilizaron hoy en esta capital, para exigir profesores en las aulas, un mes después del reinicio del curso.

Tras cinco meses en pausa por el azote del coronavirus SARS-CoV-2, el año académico se reanudó en medio de un movimiento de protestas de profesores que exigen aumentos salariales y el pago de honorarios atrasados, además de las primas económicas prometidas a causa de la pandemia.

Vestidos con uniformes y mochilas a sus espaldas, alumnos de los institutos de Toussaint Louverture, Alexandre Pétion y Antenor Firmin, en el centro de Puerto Príncipe, criticaron que las acciones de las autoridades los privan del derecho a la enseñanza.

En las últimas semanas estudiantes de escuelas públicas se manifestaron en varias ciudades con reclamos similares, mientras otros se unieron a las movilizaciones de maestros.

El Ministerio de Educación criticó que en el marco de las protestas manifestantes atacan escuelas, y sugirió la existencia de agendas ocultas que fomentan la violencia.

Es inadmisible que, con el pretexto de las demandas salariales o de otro tipo, individuos manipulen a los estudiantes y sigan atacando los centros y violando sistemáticamente el derecho a la educación y el respeto a los demás, señaló el titular Pierre Josué Argenor Cadet. No obstante, en su comunicado no estableció una fecha para el pago a los profesionales, algunos de los cuales imparten clases por más de un año sin recibir sueldos.

El sindicato nacional de los profesores acusó al ministerio de intentar ahogar las movilizaciones trasladando a activistas hacia los departamentos, e insiste en mantener sus demandas.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=395410&SEO=estudiantes-de-haiti-piden-profesores-en-sus-aulas

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