América del sur/Colombia/27 Junio 2019/Fuente: Semana
Serán dos días destinados a promover una poderosa consigna: la educación es la oportunidad que hace todo posible. Estas son las novedades, las temáticas y los expertos invitados el próximo 18 y 19 de septiembre.
Tras cinco versiones, la Cumbre Líderes por la Educación se ha posicionado como el evento educativo de mayor relevancia a nivel nacional. Emiliana Vegas, jefe de la división de educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), expresó que este encuentro impacta al sector educativo colombiano porque pone a la educación en el corazón de la discusión de la política pública y la impulsa como “eje central para el desarrollo económico, la sustentabilidad democrática y la creación de paz y equidad. La Cumbre ha logrado que la sociedad vea que la educación es la clave para apalancar estos cambios”.
Teniendo en cuenta su papel en la transformación del país, la Cumbre Líderes por la Educación llega a su sexta versión con dos países invitados: Canadá y Chile. Además, contará con expertos del sector público y privado en las diferentes etapas del sistema educativo. Todos ellos pondrán en común sus conocimientos con el propósito de responder las preguntas críticas del sistema educativo: ¿cuál es el país que soñamos y cómo construirlo desde las aulas?, ¿cuáles son los retos que debe asumir la educación colombiana en temas de ciencia y tecnología?, ¿cuál es el papel de las empresas a la hora de construir políticas públicas en materia de educación?, ¿cómo formar para ser competitivos y generar desarrollo en la era digital?, ¿qué papel juegan las emociones en el aula?, ¿cuál es el rol de la educación en el desarrollo rural integral que requiere el país?
En la Cumbre participarán más de 50 panelistas nacionales y más de 10 conferencistas internacionales. Algunos de ellos son José Joaquín Brunner, experto en educación superior en América Latina; Mercedes Mateo, especialista líder en educación de la división de educación del BID; y Neil Boothby, psicólogo y exasesor especial del Gobierno de Estados Unidos en atención a niños sobrevivientes a la guerra.
Invitados y asistentes conversarán en torno a temas como el acceso y financiación de la educación superior en Colombia y América Latina, las perspectivas y retos de los docentes, las competencias socioemocionales, la trasformación del aula de clase, la estructuración de aprendizajes en primera infancia, entre otros.
Este es un espacio creado no solo para aportar a la discusión del sector sino también para que el público escuche, interactúe y debata sobre las experiencias innovadoras de Colombia y el mundo. Con esta amplia agenda, Semana Educación pondrá a hablar a los colombianos sobre aquello que construye a una sociedad más equitativa y desarrollada: la educación.
Meritxell Relaño, representante de UNICEF en Yemen, nos cuenta su experiencia en la mayor crisis humanitaria del mundo.
Han pasado cuatro años desde que comenzó la guerra de Yemen; cuatro años de bombardeos y ataques sobre la población civil que apenas aparecen en los medios de comunicación y han provocado la mayor crisis humanitaria del mundo. Las cifras son demoledoras: más de 70.200 víctimas directas han muerto por un conflicto interno que se ha internacionalizado con la coalición liderada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes, que cuenta con apoyo indirecto de otras potencias internacionales. Además, según datos del «contador de la vergüenza» que han puesto en marcha ONG como Save the Children, Amnistía Internacional y Oxfam, se han realizado más de 19.000 ataques aéreos (uno cada dos horas de media) y 24 millones de personas necesitan ayuda para sobrevivir (un 80% de la población). Además, 85.000 menores de cinco años podrían haber muerto por hambre u otras enfermedades.
En octubre de 2015, Meritxell Relaño (Durango, Vizcaya, 1972), doctora en Ciencias Políticas y Sociología, llegó a Yemen como representante de Unicef. Había trabajado en países como Timor Oriental, Colombia, Mozambique o Gambia, pero era su primer destino en un país en guerra. «Nada te prepara para esta experiencia -explica-. Es imposible transmitir lo que es una guerra. Tal vez solo los ancianos que vivieron la Guerra Civil puedan entenderlo».
Esperando una paz que parece encallada tras las conversaciones de Estocolmo -de las que ha salido una frágil tregua-, Relaño ha pasado a ser directora de la Oficina de Programas de Emergencia en Ginebra, pero tiene muy presente el conflicto yemení. Cuando llevaba tres meses en el país, se quedó impresionada al ver a los niños y niñas por primera vez en la calle. Fue en Saná, la capital. «Un día de sol, salimos a la calle para ver cómo se repartía el agua. Parecía una jornada tranquila, sin ruido de aviones. Me llamó la atención la palidez de los niños que salieron por fin de sus casas a intentar recoger agua con unos cubos». Esos pequeños, «de tez blanquecina, con ojeras, muy delgados», vivían encerrados en sus pequeñas casas. Verlos en la calle le produjo una mezcla de emociones: «Era una escena bonita porque estaban jugando con el agua; y, a la vez, resultaba impactante por la expresión de sus rostros. Esos niños rompían su encierro durante unos minutos, los que permanecía abierto el grifo en aquel barrio». Desde aquel día, en todas sus comparecencias públicas, entrevistas en medios o reuniones de altas instancias, Meritxell repite una frase: «Que paren ya la guerra«.
En los cinco meses posteriores a los acuerdos de Estocolmo al menos 80 menores han muerto o resultado heridos. Relaño ha colaborado con distintas ONG desde que era muy joven, pero, afirma, la misión de Unicef es única. «Me motiva el mandato de la organización. Que todas las niñas y niños vean sus derechos cumplidos. El derecho a la vida, a la educación, a la protección…», reconoce.
«La situación empeora por momentos. Cuando llegué aún había esperanza. Luego se perdió por muchos meses. Ahora, con la tregua, vuelve a haber una pequeña luz en el horizonte». Las cifras, aun así, son aterradoras: «Mientras estuve allí murieron más de 2.500 niños por las bombas o las minas antipersona y más de 3.000 fueron heridos o mutilados. Yemen es ya la mayor catástrofe humanitaria del siglo, con 24 millones de personas que necesitan ayuda humanitaria». El verano de 2018 fue particularmente sangriento: más de 100 niñas y niños murieron como consecuencia directa del conflicto. Además, muchos menores fallecen por enfermedades como diarreas, neumonías, malnutrición… «Estos niños no saben si podrán ir a la escuela este mes, o si les van a reclutar y a llevar al frente. Todo está peor, a pesar de los esfuerzos de la ayuda humanitaria, que impide que mueran muchos más. Imagina la situación de millones de familias, que llevan ya casi cuatro años sin ingresos, sin trabajo, que han vendido ya todo lo que tenían para alimentar a sus hijos, que se han endeudado para pagar los gastos mas básicos».
En el país, 11 millones de menores necesitan ayuda humanitaria para sobrevivir. Unos dos millones de niños en edad escolar no asisten a la escuela. Otros tantos sufren malnutrición y hay 400.000 con desnutrición aguda severa, lo que les sitúa al borde de la muerte. Al menos 56.000 menores de cinco años fallecen cada año por causas totalmente prevenibles. Hoy, además de pálidos, sus rostros están demacrados. Se les ven los huesos, apenas recubiertos de piel. Si se les da un juguete, lo miran sin saber qué hacer porque nunca habían visto uno.
Mujerhoy Usted que ha sido representante de Unicef, ¿qué les diría a los gobiernos?
Meritxell Relaño Que paren la guerra. Y si no pueden, que las partes en conflicto respeten el Derecho Internacional Humanitario y las reglas de la guerra. Que no mueran más civiles, que no ataquen escuelas ni hospitales, que no usen a los niños como soldados.
M.H. ¿Cómo ha podido resistirlo?
M.R. Precisas de paciencia infinita, cabeza fría y resiliencia, saber cómo decir las cosas para que no se ofenda nadie y la fortaleza mental. Aprendes a negociar con Dios y con el diablo.
M.H. ¿Cómo es el trabajo de Unicef allí?
M.R. No hay un Estado que invierta en salud, alimentación o educación, así que tenemos cinco programas. A través del de salud, el más importante, tratamos a más de 400.000 niños con malnutrición severa aguda. También traemos medicinas para los menores de cinco años y pagamos todos los gastos de los hospitales, desde el combustible hasta los salarios. Igual rehabilitamos un colegio destruido por las bombas que entregamos material escolar o imprimimos libros. Distribuimos agua potable y combustible para que se pueda bombear agua a las ciudades. Trabajamos en la prevención de matrimonios prematuros, la denuncia de los casos de niños reclutados para el frente… El país está al borde del colapso.
M.H. ¿Cómo lo viven los yemeníes?
M.R. Con resignación, esperando que acabe todo. Yemen era uno de los países más pobres de la región pero este conflicto ha hecho retroceder sus indicadores más de 10 años, sobre todo en mortalidad infantil.
M.H. ¿Hasta qué punto es dura la situación?
M.R. Hay historias terribles. Alí, de ocho años, llegó, en los huesos y con cólera, al hospital en Aden. Estuvo a punto de morir porque su madre no lograba reunir los 10 euros que necesitaba para llegar al hospital. Ahmed tiene terror al ruido de los aviones y las bombas. Solo puede dormir abrazado a su padre. A Fatouma la casaron con 13 años; su familia necesitaba la dote para alimentar a sus hermanos. Y he oído historias de padres que se han suicidado por no poder alimentar a sus hijos, de familias que comen hierbas porque no hay nada más, de embarazadas tan desnutridas que pierden a sus hijos, de niños de 13 y 14 años que se alistan para traer dinero a casa y mueren en el frente o vuelven heridos en cuerpo y alma… Demasiadas historias, demasiado horror.
M.H. ¿Hay también historias de esperanza?
M.R. Trabajando con niños siempre las hay. En Saná organizamos una sesión TEDx con jóvenes de todo el país. Fue emocionante oír sus historias de superación. Niñas y niños que, a pesar de todo, acababan sus estudios, tocaban música, publicaban blogs y se reían de la vida como solo los jóvenes pueden hacer. El que más me impresionó fue Abdulrahman, que con medio cuerpo casi paralizado corre maratones.
Meritxell Relaño en su misión en Yemen: reunida con mujeres y autoridades locales.
M.H. ¿Cuál es la situación de las mujeres y niñas?
M.R. De mayor vulnerabilidad, si cabe. La mayoría de las mujeres no tiene ingresos propios; se dedican al cuidado de los hijos, unos seis por cada una. Está aumentado la violencia contra las mujeres y las niñas y a muchas pequeñas las casan cuanto antes para tener una boca menos que alimentar y ganar la dote.
M.H. ¿Cómo salen adelante los yemeníes?
M.R. Más de ocho millones de personas dependen de la ayuda alimentaria. Su pensamiento principal es sobrevivir un día más. Luego están los que no cobran un sueldo desde hace meses: maestros, enfermeros… Y los que han perdido su trabajo: los comercios han cerrado, no se cultiva por falta de agua, no hay pesca porque se han militarizado los puertos… Las mujeres que trabajan en nuestras oficinas, médicas o ingenieras, mantienen con su sueldo, a veces, a más de 40 personas.
M.H. ¿Cómo es vivir en estado de guerra?
M.R. En Yemen hay bombardeos continuos en muchas partes del país, sobre todo en la zona de Hodeida y en Saada, al norte. En Saná me tocó dormir muchas veces en el pasillo, lejos de las ventanas. En diciembre, cuando mataron al presidente Ali Abdullah Saleh, hubo un conflicto muy cerca de donde vivía y estuve 10 días sin poder salir del apartamento. No te puedes imaginar cómo es el sonido que hacen las bombas, tremendo. Oyes el avión y luego llega el misil. Nunca sabes cuándo va a ser, no hay avisos… Si escuchas un avión, ya entras en tensión.
M.H. ¿Qué hace la población civil cuando hay bombardeos?
M.R. Las instrucciones son bajar al primer piso y si tienen sótano, mejor. No hay refugios en las ciudades. Imagina el estrés. Para los niños es aún peor, porque no entienden qué pasa. Algunos iban andando por la calle con un amiguito y lo han visto morir en una explosión. Hay muchísimos niños con traumas. Por eso también tenemos un programa de apoyo psicosocial.
M.H. ¿Qué ha aprendido allí?
M.R. Muchas cosas, pero solo hablaré de las buenas: la solidaridad entre la gente que tiene poco y la sonrisa de las niñas y niños cuando van a la escuela, que es su tabla de salvación. Sin educación no hay futuro y ellos lo saben.
M.H. ¿Y qué es lo que más le ha marcado?
M.R. Los niños que llegan al hospital a punto de morir por malnutrición.
M.H. ¿Cómo lograba mantener el optimismo en esta situación?
M.R. Era muy difícil y había días muy complicados, pero hay un día siguiente y hay que salir adelante. Si no hubiera podido liderar a mi equipo con optimismo, imagínate. Debes liderar con el ejemplo, no se te puede ver decaída o con moral baja, es mucha responsabilidad. Eso me lo guardaba para mí para por la noche. También hablaba con mi familia a diario. Y cada seis semanas pasaba en España una semana. Es algo obligatorio, además de necesario por tu propia salud mental.
M.H. ¿Qué ha sentido al tener que dejar Yemen, qué vínculo le queda con la gente con la que ha trabajado allí
M.R. Fue doloroso dejar el país porque la experiencia ha sido intensa. Yemen y su gente estarán siempre conmigo, no solo porque sigo trabajando en emergencias y Yemen es una de las mas grandes y complejas del mundo, sino también porque una vivencia tan enriquecedora no se olvida fácilmente y sigo en contacto con mucha gente que sigue allí.
Europa/Francia/27 Junio 2019/Fuente: Crónica de Chihuahua
Las autoridades de la educación en Francia han resuelto cambiar los programas escolares ante el evidente “retroceso educativo” que reconocen está marcando a las nuevas generaciones.
La instrucción pública francesa –que fue en alguna época reconocida entre las mejores del mundo- ha tenido una pronunciada caída y eso preocupa mucho a las autoridades de ese país. A punto tal que hace dos años decidieron dar marcha atrás con la reforma de un nuevo programa escolar que era resistido por los docentes y la entonces ministra de Educación ha debido aceptar las sugerencias de reimplantar mucho de lo que hasta ayer era “anticuado”.
Un dictado diario, calificaciones de los trabajos en aula y a domicilio, y pruebas de evaluación periódicas, volvieron a clase, para “permitir garantizar una base sólida para todos los estudiantes y esto pasa necesariamente a través de un aprendizaje diario, que incluye un dictado, en tanto hoy lo esencial es el dominio de la lengua” según explicó la ministra.
Las reformas educativas de Francia hoy
A pesar de que hoy el ministro de Educación es otro, la política de reformas sigue adelante. Jean-Michel Blanquer, quien asumió la cartera educativa de Francia en mayo del año pasado continúa con la transformación en el sistema educativo francés. Nivel inicial: Para Francia, los primeros años determinarán buena parte de lo que sucederá luego. Por ello, hace algunas semanas bajaron la edad obligatoria de la escuela de 6 a 3 años.
“Se trata de brindarle a los niños todos los instrumentos que van a permitir su éxito en la vida escolar”, explica Blanquer. El foco está puesto en el lenguaje -la primera inquietud en el aprendizaje-, conceptos básicos de matemática y el respeto por el otro.
El ministro francés subrayó la necesidad de adaptar la enseñanza a los más chicos. Ofrecerles elementos alternativos como juegos o música. A su vez, cuando asumió, propuso dividir las clases con solo 12 alumnos por aula en las zonas más desfavorecidas. Con ello, pretende compensar las desventajas de los niños más pobres. Esa reforma se está evaluando y habrá resultados en junio.
Liceo profesional: en ese nivel, para los alumnos de 16 años, también apelan a una reforma que atienda dos revoluciones: la digital y la ecológica. La apuesta es desarrollar las competencias clave para el futuro del trabajo.
Según Blanquer, hay dos factores centrales en el éxito educativo: primero la formación de los maestros. Se trata de, por un lado, buscar la pedagogía más eficaz para trabajar las habilidades primordiales que son “escribir y contar”. Por otro, brindar incentivos económicos a los docentes que den clases en las zonas más pobres. El segundo factor es trabajar en la buena relación entre los padres y la escuela. Piensa que debe existir confianza en toda la comunidad educativa sobre la institución.
América del sur/Brasil/27 Junio 2019/Fuente: El país
Dani, una activista para la preservación de la jungla brasileña, es la protagonista del segundo capítulo de la serie ‘Rainforest Defenders’, que presenta el retrato de cinco líderes que defienden su territorio
Dani es una joven activista riberina de 21 años. Pero, para convertirse en lo que hoy es, ha realizado un difícil y valeroso ejercicio de búsqueda de identidad que no se entiende sin comprender el contexto en que tuvo lugar.
Muchas de las comunidades que habitan las riberas del río Tapajós, como en tantos otros asentamientos a lo largo de la inmensa cuenca amazónica brasileña, se definen como riberinas, y engloban la diversidad étnica de sus pobladores, fruto del mestizaje entre indígenas, afro-descendientes y blancos de origen europeo, sobre todo ibérico, en múltiples cruces interétnicos a lo largo del tiempo.
Actualmente, definirse como indígena es una cuestión de autoafirmación, pero en muchas comunidades a lo largo de este caudaloso afluente del río Amazonas, la mezcla es tan antigua y dinámica que puede resultar imposible escoger una etnia a la que afiliarse.
Pero cuando el territorio está amenazado por mineras, madereros, el agronegocio y por la apropiación de tierras no tituladas, muchas comunidades han hecho ese ejercicio de autoafirmación y autodemarcación del territorio, demostrando que ocupan esos lugares desde un tiempo suficiente como para reclamar su propiedad al Estado. Conseguir su titulación es la única garantía para evitar ser expulsados de ellas; normalmente, por propietarios de negocios que explotan los abundantes recursos naturales que alberga la región.
Otra vía efectiva para la protección de poblaciones en estos territorios ha sido la declaración de Reservas de Conservación, sean estas permanentes (como las Reservas Biológicas o Parques), o Reservas de Usos Sostenibles, como las reservas extractivistas (Resex) o las Florestas Nacionales (Flona).
En una Flona se ubica la comunidad de Prainha, hoy dividida entre Prahina I y Prainha II. El haber alejado la amenaza exterior a través de la protección relativa que proporciona el vivir dentro de una Floresta Nacional, le permite a la comunidad centrarse en cuestiones internas como la que les ha llevado a constituirse en dos comunidades diferenciadas.
Vista aérea de las plantaciones de soja en el linde del área reconocido como Floresta Nacional en el bajo Tapajós, donde vive Dani.PABLO ALBARENGA
Detalle de una de las plantaciones de soja junto a la Flona donde vive Dani.PABLO ALBARENGA
En Prainha II es donde vive Dani, una valerosa joven que ha realizado un intenso ejercicio de búsqueda de identidad que la llevó al reconocimiento de que es homosexual, lo que escondió durante largo tiempo, reprimida por su familia, la comunidad y también la iglesia.
Para Dani, realizar este ejercicio de reconocimiento dentro de la comunidad resultó prácticamente imposible durante demasiado tiempo. A la importante presencia de iglesias evangelistas de tinte conservador, expandidas con suma eficacia por todo Brasil (en el caso de Prainha II, se trata de la Iglesia Adventista del Séptimo Día), se suman estructuras culturales tradicionales donde la sexualidad está firmemente controlada y explorar cualquier vía alternativa resulta prácticamente inviable. El reparto de roles entre géneros es asimétrico y el control del vínculo sexual y reproductivo a través del matrimonio, muy férreo. En este entorno, la violencia y el abuso sexual es un fenómeno frecuente entre familias y comunidades, donde queda soterrado por el silencio y la ocultación.
En este marco, el viaje de Dani, víctima ella misma de violencia sexual, ha sido muy difícil. Pero a través de su implicación en un colectivo de jóvenes activistas, coordinado por la asociación de jóvenes ambientalistas Engajamundo, ha encontrado el espacio de libertad para expresar libremente su homosexualidad. Reconocerse públicamente como miembro de la comunidad LGTB+ se convirtió en un factor de empoderamiento y en una vía para su compromiso con esta y otras causas importantes para la comunidad.
“Mis luchas aquí no son pocas”, cuenta Dani. “Primeramente, por la preservación del área de conservación de la que forma parte la Flona en la que vivimos, que está rodeada de sojeiros[cultivadores industriales de soja]. Por todas partes nos llega la polución de los agrotóxicos y el avance del gran sojeiro, que ya amenaza a varias comunidades vecinas. Poder vivir en este área maravillosa y protegerla, esta es la primera lucha”.
“Pero yo estoy implicada en otra lucha”, continua con determinación. «Por la sexualidad, un tema que no es abordado en las comunidades, ni en la escuela, ni en las familias. Aquí era imposible asumir por mis propios medios el hecho de ser lesbiana. Por suerte pude hacerlo través de un ejercicio donde exploramos otras formas de lucha y pude traer esta discusión a la escuela donde yo estudié a los 16 y 17 años. Fue el periodo en el que sufrí más. Sufrí en las comunidades, sufrí en la escuela, sufrí en la familia”.
“Hasta hace poco tiempo, me sentía una persona incapaz, me sentía una basura, la verdad”, dice Dani con la emoción que trae el recuerdo del sufrimiento. “Yo sentía que no era nadie, parecía un saco abandonado. No era nadie, pero nadie, la verdad”.
Dani y algunos amigos posan para un retrato en el margen del río Tapajós tras finalizar una actividad reivindicativa de los derechos LGBT+.PABLO ALBARENGA
Poder pasar de la represión, la frustración, la depresión y los intentos de suicidio al orgullo de reconocerse fue un paso determinante en la vida de Dani, hoy convertida en militante de la causa LGBT+. “El hecho de que pueda golpearme en el pecho y decirme que yo soy una inspiración para otros, es un orgullo. El que un joven dijese el otro día: ‘Yo voy hacer lo que hizo Dani’. Eso fue un privilegio muy grande para mí. Una felicidad”.
Para esta joven menuda, pero desafiante, el vínculo entre la lucha por la sexualidad y la causa ambientalista de defensa del territorio está muy claro. Ambas luchas son muy duras en estas comunidades del bajo Tapajós: “Si tengo la fuerza para combatir los prejuicios ante la sexualidad, tendré la fuerza necesaria para combatir la invasión de las grandes explotaciones de soja que devoran la floresta, que retan a las comunidades y que rodean nuestra Flona, amenazando con asfixiarla”.
Para Dani, ambas causas están íntimamente ligadas entre sí. “Porque yo soy ahora una resistente”, dice. “Si resistí la represión de mi sexualidad, resistiré la invasión de mi territorio por parte de los sojeiros. Esto lo tengo claro”.
Este vínculo entre existir y resistir es común entre los jóvenes activistas, ya sean riberinos, indígenas o afrodescendientes, a lo largo del río y en el interior de la selva.
Dani lava su ropa en la comunidad de Prainha II, donde vive, dentro de la reserva Floresta Nacional de Tapajós, Pará, Brasil.PABLO ALBARENGA
Dani se muestra muy lúcida en la descripción del proceso de concienciación de estas comunidades amazónicas, alejadas de los núcleos urbanos y relativamente aisladas, autónomas en su funcionamiento. Tanto frente a las amenazas de invasión del territorio y contra el medio ambiente, como ante sus sistemas sociales cerrados, que están dominados por estructuras tradicionales que vienen de lejos.
Pero entre todas las amenazas descritas y percibidas, Dani es consciente de que la mayor de todas ellas proviene de la coyuntura política derivada de la elección, en noviembre de 2018, del nuevo presidente del país, Jair Bolsonaro: “Hoy en día, lo que da miedo es el momento político que está viviendo Brasil. Ahora mismo, yo tengo miedo de salir de casa por culpa de algunas personas, por culpa del prejuicio dominante. Yo puedo salir de casa un día y puedo no volver. Yo puedo salir de casa andando y regresar en una silla de ruedas. Este es mi mayor miedo”.
Bolsonaro ha manifestado claramente su intención de frenar a los activistas porque son ellos los que levantan la conciencia sobre los enormes daños que la economía depredadora y la deforestación masiva vienen causando en áreas enormes de la Amazonia; y que, ahora que los hacenderos, los ruralistas y las grandes empresas sienten que cuentan con carta blanca al amparo del nuevo gobierno, pueden causar el mayor de los desastres.
Bolsonaro tiene también claro que acabar con los activistas que defienden sus derechos, ya sea como pueblos originarios, cuya arma es su autoafirmación indígena, o a través de la defensa de su afrodescendencia, o de la causa LGTB+, es acabar con el germen de toda resistencia a un proyecto destructor. Sucesos recientes de agresión a personas LGTB+ en las calles de ciudades brasileñas, como ha sido el caso de Luana Trans en Santarém, están generando una atmósfera de violencia contra estos colectivos muy peligrosa, haciendo que el miedo gane espacio a la vez que las libertades se están viendo reducidas aceleradamente.
Antes de participar en acciones con los demás activistas de la región, Dani, en la soledad de su desamparo, había entrado en una dinámica de autodestrucción muy peligrosa. Verse reconocida es lo que ahora le da una fuerza indomable que proyecta, no solo en la lucha contra la homofobia, sino también contra el racismo y contra la violencia sexual, que vienen a sumarse a la causa medioambiental frente a las amenazas del agronegocio.
La obsesión de Bolsonaro por combatir a estos activistas les da precisamente toda la razón para persistir en su lucha, más que nunca: sin su valerosa acción en el territorio, la homofobia, el racismo, la violencia de género, la violencia contra las minorías y la economía depredadora sin escrúpulos no tendrían límite alguno. Dani está aquí para recordárnoslo.
Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/06/06/planeta_futuro/1559827900_555093_1559830626_sumario_normal.jpg
América del norte/México/27 Junio 2019/Fuente: News Cultura Colectiva
Con un rascar un sensor con los dedos del pie, una plantilla manda la ubicación en tiempo real de una presunta víctima de secuestro.
Alumnos del Tecnológico Nacional de México (TecNM) campus Gustavo A. Madero desarrollaron una plantilla para calzado que podría salvar a cualquier persona durante un secuestro.
La plantilla antisecuestro se activa con el roce de los dedos de los pies, y determinado movimiento en la plantilla envía un mensaje vía GSM que alerta sobre el plagio, y al mismo tiempo, manda a los familiares la ubicación en tiempo real de las víctimas.
De acuerdo con Excélsior, el proyecto de nombre “SafeFoot” es desarrollado por estudiantes de octavo semestre de Ingeniería en Tecnologías de la Información y Comunicaciones, así como Ingeniería en Industrial del TecNM GAM I.
Según cifras de la organización Alto al Secuestro, de diciembre de 2018 al mes de mayo del presente año, se registraron 971 secuestros en el país. A nivel estatal, Veracruz ocupa el primer lugar con 258 plagios en el primer semestre del año, seguido del Estado de México con 172 y en tercer lugar se encuentra la Ciudad de México.
Al igual que estas estadísticas, los alumnos del TecNM coincidieron en clases que familiares y amigos han sido víctimas de secuestro, y por lo tanto, necesitaban crear un cambio ante ese flagelo.
Fue así que nació la plantilla SafeFoot, la cual cuenta con un sensor de fuerza en la parte delantera, donde van los dedos de los pies, en esa zona los estudiantes colocaron un botón que activa el sistema para alertar sobre el plagio.
En la parte del talón se encuentra una tarjeta GSM y el GPS, la cual envía la señal a familiares en tiempo real a través de un aplicación móvil. La plantilla se recarga mediante un batería con un dispositivo de entrada 3.0 micro USB, la cual es muy común en celulares.
Imagen tomada de: https://img.culturacolectiva.com/featured/2019/06/19/1560979708056/64654516_2130798680350738_6917884869976522752_n-high.jpg
América del sur/Perú/27 Junio 2019/Fuente: El comercio
Un grupo de niñas sueña con participar en un certamen de danza en Estados Unidos. Maricarmen Silva, ex integrante del Ballet Municipal de Lima, dedica sus días a formarlas gratuitamente y a enseñarles que el ballet más que una disciplina, es una oportunidad de vida.
En el Perú, el ballet suele ser una práctica para afortunados. Al igual que en otros países en los que el arte no es una prioridad en la formación educativa de los niños y jóvenes, aquí la danza clásica se convierte con frecuencia en privilegio de quienes pueden invertir en una malla, unas finas zapatillas de baile o clases muy costosas en alguna escuela especializada. Maricarmen tiene eso claro. Clarísimo. Por eso, la ex bailarina de ballet ha decidido generar un cambio compartiendo lo que mejor sabe hacer: bailar.
Era el año 2007. Maricarmen tenía 42 años y una carrera exitosa que la respaldaba. Había bailado en el Ballet Municipal de Lima, el Ballet Nacional del Perú e incluso en el Ballet Municipal de Santiago de Chile. Enseñar aún estaba en su lista de espera. Pero cuando una colega le sugirió ser voluntaria en el colegio estatal Brígida Silva de Ochoa, ubicado en Chorrillos, supo que era el momento. “Siempre quise enseñar y estaba muy interesada en formar parte de un proyecto social”, cuenta la bailarina.
(Video: Somos)
Ya lleva doce años dictando clases en Chorrillos. Cada miércoles y jueves comparte su pasión con más de una decena de niñas. La mayoría de ellas vive en el asentamiento humano San Genaro de Chorrillos y encuentran en el ballet no solo un pasatiempo, sino un escape a un entorno con frecuencia difícil.
Este año, el objetivo es participar en el certamen de danza All Dance World Orlando, que será en Estados Unidos, en noviembre próximo. Y aunque llevan meses preparándose, el dinero sigue siendo un constante impedimento para cumplir sus sueños.
“Mis niñas son mi motor constante. Sus sonrisas me motivan a seguir luchando por ellas”, dice Maricarmen Silva. (Foto: Elías Alfageme)
En puntas de pie
Pasando el patio de recreo y al fondo del pasillo se encuentra el salón de cuarto año de secundaria. Minutos antes de la una de la tarde, los alumnos escuchan su clase con normalidad. Pero en cuanto las manecillas del reloj marcan el cambio de hora, Maricarmen y sus niñas entran al aula, mueven las carpetas y dejan el espacio despejado: la clase de ballet está por empezar. El ambiente no es el ideal. El piso es de losetas, lo que dificulta algunos movimientos como los saltos; está rodeado de tierra, por lo que es complicado mantenerlo limpio; y el espacio es reducido, a pesar de que las alumnas inscritas son numerosas. Pero a ellas nada las li
mita. Ni siquiera su vestuario. Algunas llevan malla, tutú y zapatillas de ballet, pero otras visten uniforme y medias escolares pues no les alcanza para comprar la indumentaria adecuada.
Los encargados colocan las barras en el centro del salón. Son nuevas: hasta hace poco hacían los ejercicios de calentamiento apoyándose en los respaldares de las sillas de madera. Las niñas se paran frente a los espejos –han situado un par en una de las paredes del aula– y empieza la clase. Dura una hora aproximadamente. Practican algunas posiciones básicas y luego ejercicios laterales: saltos, desplazamientos y giros. El salón se mantiene en silencio. El único sonido es el de la música clásica y los pies deslizándose por el suelo. Los empeines curvos, los dedos en punta, los cuellos y las espaldas estirados, los brazos redondos, firmes y al mismo tiempo dóciles.
Las dos horas semanales no alcanzan. Por eso, catorce de las niñas asisten todos los días al taller de Maricarmen, ubicado en Miraflores. Allí continúan su preparación junto a otras pequeñas que también participarán en el concurso de Orlando. Son alumnas del taller también. Se han vuelto amigas muy rápido y anhelan la llegada del gran viaje juntas. “En el ballet, somos amigas y nos ayudamos entre todas. Ellas son buenas, no presumen de lo que tienen ni de dónde viven”, comenta Claudia Chircca (11).
Pero no siempre fue así. Maricarmen recuerda un grupo de alumnas que dejó su taller tras la llegada de las niñas de Chorrillos. Una realidad dura de aceptar, pero que aún sucede. El papel del arte como elemento unificador siempre hace falta.
(Foto: Elías Alfageme)
Pasos hacia un sueño
Estados Unidos no es su primer anhelo. Estas niñas apuntan más alto. En el 2017, participaron en el certamen All Dance Perú y ganaron numerosos premios, haciéndose así acreedoras de una invitación para concursar en Brasil. El año pasado lograron viajar a Río de Janeiro y regresaron con 24 trofeos a casa. Ahora se preparan para viajar al concurso de Orlando con la esperanza de recaudar los fondos necesarios, pues los gastos escapan de sus presupuestos.
Pero ellas no bajan los brazos. Para recaudar fondos, Maricarmen y las niñas han optado por reciclar plástico, cartón, papel, fierro y todo lo que se cruce en su camino. Lo que acopian lo venden a un camión recolector que visita el colegio con frecuencia. A su vez, se dedican a vender ropa y juguetes usados a sus vecinos del barrio. Así han logrado juntar un monto de dinero desde que empezaron estas prácticas el año pasado.
Sin embargo, hace poco donaron la totalidad de sus ahorros a Nicole (11), una de las pequeñas de la clase, que fue detectada con púrpura trombocitopenica immune. Era una cuestión de vida o muerte. Debido a su condición, Nicole no puede bailar. Debe evitar cualquier golpe que la ponga en riesgo de desangrarse. Pero a ella eso no la derrumba. “Extraño mucho bailar, pero siempre pienso en positivo. Sé que me voy a curar y el doctor me va a decir que ya puedo regresar al ballet. Mi sueño es bailar en Orlando y conocer a las princesas de Disney”, revela la pequeña.
Nicole sonríe junto a su hermana menor, Keith, y su madre. (Foto: Elías Alfageme)
Danza que cura
“Llegué a un colegio solo a enseñar ballet, a convertirlas en bailarinas. Pero conforme pasó el tiempo me di cuenta de que el ballet estaba cambiando las vidas de estas niñas”, reflexiona Maricarmen.
Ansiosas de conocer el mundo, las niñas cuentan los segundos para su viaje. Uno que no solo mejorará su danza, sino que cambiará su modo de ver y afrontar la vida. Siempre con una sonrisa en el rostro y el pie derecho adelante, listas para dar el siguiente paso.
Un ejemplo desde Rusia
El elenco del Ballet Estatal de Rusia –ganador de medallas de oro en Italia, Francia, Inglaterra, Japón y Alemania– llega a Lima la próxima semana. Durante su estadía, compartirá una clase maestra con las niñas bailarinas de la escuela de Chorrillos.
La compañía se presentará el 8 y 9 de junio en el Auditorio del colegio Santa Úrsula, ubicado en Miraflores. Las entradas están a la venta en Teleticket de Wong y Metro.
Gracias a TQ Producciones, un porcentaje de las ganancias de sus funciones será donado a las niñas para la compra de los pasajes a Estados Unidos.
Dale ‘play’ al siguiente video y descubre cómo fue el encuentro entre el Ballet Estatal de Rusia y las niñas bailarinas de la escuela Brígida Silva de Ochoa, ubicado en Chorrillos.
(Foto y Video: El Comercio)
Imagen tomada de: https://img.elcomercio.pe/files/ec_article_videogalleria/uploads/2019/06/07/5cfaedc18edad.jpeg
Agobio laboral, pago de la deuda histórica y de la mención a Educadoras diferenciales, abandono de la Educación Pública, cambio curricular, no a la Privatización encubierta de la Educación Parvularia. Todos esto puntos forman parte de las demandas históricas y presentes de la movilización que se desarrolla a la fecha de escritura de esta columna. ¿Dónde se encuentran las raíces y partes de las soluciones de estas demandas?
11:10 de la mañana del 13 de Noviembre de 2007. Una audiencia de pie, los timoneles de la Concentración y la Alianza tomados de las manos. Elmo reseña que se celebraba la firma de un «importante acuerdo político que creo que privilegia y reconoce con mucho orgullo lo que las fuerzas políticas de nuestro país somos capaces de hacer cuando ponemos por delante el interés nacional, cuando entendemos que aquí estamos trabajando para todos los chilenos», en palabras de la expresidenta Michelle Bachelet. La chispa encendida en Lota, terminaba así con las organizaciones estudiantiles y docentes fuera de las «manitas arriba» con el escenario entregado a los Brunner y los Aylwin de siempre o, dicho de otro modo, a esas personas que siempre se apoderan del campouna vez terminada la lucha.
Al 12 de septiembre de 2019 habrán transcurrido 10 años desde la publicación de la Ley 20.370, General de Educación, que fija aspectos tan relevantes para el desarrollo de un país como los fines y propósitos de la educación chilena.la estructura curricular del «6+6″(postergado eternamente), los requisitos mínimos de funcionamiento de los establecimientos educacionales y aquella pesada herencia que pena a docentes y directivos sin que lo pidieran: el Ministerio como órgano rector, el Consejo Nacional de Educación como autónomo, la Superintendencia /vieja conocida) y la Agencia de Calidad sin definir como Nación qué es calidad.. Todo, en un contexto en el que se dialogaba masiva y nacionalmente sobre la diversificación de la enseñanza, inclusión, migraciones.interculturalidad, Nueva Educación Pública, Carrera Docebnte, Gratuidad, por nombrar algunos temas.
Estamos en un momento interesante. Los Programas de Gobierno no se fijan algunos meses antes de las elecciones. Comienza a construirse desde las demandas de sus actores. Es cierto, llegamos tardísimo a la implementación del Sistema de Aseguramiento de la Calidad, a la estructura Curricular de Asignaturas, a entender que el tronco de la enseñanza no es el contenido, sino la habilidad. Todo, en un marco en el que el órgano rector se encuentra preocupado de la contingencia noticiosa de algunos establecimientos de la capital desplegados en Leyes poco efectivas más que de cómo bajar la carga burocrática de las Escuelas de Visvirí, Melipeuco o Timaukel.
Existe una energía nacional que abre la puerta discusiones más profundas, a generar un movimiento pedagógico nacional participativo y vinculante que nos lleve a una nueva Ley General de Educación para Chile. ¿Por qué no pensar en la construcción de Bases Curriculares paralelas para Básica y Media hasta el segundo curso, que tensionen la continuidad de las actuales, fundamentadas en la realidad del particular pagado y sin consulta a los territorios? ¿Por qué no imaginar un nuevo cuerpo legal que redefina los propósitos de la educación chilena, la organización del sistema, dispositivos que permitan evaluar su implementación tras algunos años y fondos para actualizar saberes en los actores educativos? ¿Por qué no pensar en un proceso largo que se ponga al servicio de políticas de Gobierno desde las comunidades, con una adecuada labor prelegislativa, poniendo al Estado al servicio de la construcción colectiva de una educación que inicie una nueva etapa educativa en el país? Tenemos la energía educativa suficiente para hacerlo.
Necesitamos y nos merecemos una nueva Ley General de Educación para Chile.
Diego Vrsalovic Huenumilla
Profesor
Fuente de la información: https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/cartas/2019/06/24/necesitamos-una-nueva-ley-general-de-educacion-para-chile/
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