El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, confirmó hoy jueves que en mayo de este año habrá un aumento adicional del salario mínimo, que pasará de los actuales 1.302 reales (unos 248 dólares) a 1.320 (unos 251 dólares).
«Vamos a aumentar el salario mínimo a 1.320 reales en mayo y vamos a recuperar la regla en la que el salario, además de reponer la inflación, considerará el crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto), porque es la forma más justa de distribuir el crecimiento de la economía», difundió Lula da Silva en redes sociales.
El mandatario se refería a una regla vigente en administraciones anteriores del Partido de los Trabajadores (PT) por la que se reajustaba anualmente el salario mínimo en función de la inflación del año previo y el índice de crecimiento económico.
El actual salario mínimo en Brasil fue reajustado en diciembre pasado de 1.212 a 1.302 reales por el anterior Gobierno del expresidente Jair Bolsonaro (2019-2022), al considerar la inflación y un aumento real de 1,4 por ciento.
Lula da Silva indicó que también habrá un nuevo rango en la exención del Impuesto Sobre la Renta (ISR) para quienes ganan a partir de 2.640 reales (505 dólares) mensuales y avanzar hasta llegar a los 5.000 reales (953 dólares).
La corrección en el tabulador del ISR es uno de los puntos centrales de la agenda económica del nuevo Gobierno y una promesa de campaña de Lula da Silva.
El anuncio formal del aumento del salario mínimo lo hará el mandatario brasileño el 1 de mayo venidero, en ocasión del Día Internacional de los Trabajadores.
El salario mínimo indispensable en Brasil para satisfacer las necesidades básicas (alimentación, vivienda, vestido, educación, higiene, transporte, ocio y seguridad social) de una familia con cuatro personas debe ser de 6.641 reales (1.270 dólares), según el Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos.
El informe TALIS avisa, cada cierto tiempo, de que el profesorado español es uno de los que menos practica la observación entre docentes. Muchos estudios recogen la importante aportación que esta práctica puede suponer.
Uno de ellos es el realizado por personal de la Autónoma de Barcelona y la Ramon Llull. En un reciente artículo que han publicado bajo el título de Percepciones docentes sobre observación entre iguales: resistencias, agencia, procedimiento y objetivos de mejora describen la actividad que realizaron junto al grupo Xarxa de Competències Bàsiques (Red de Competencias Básicas, en castellano), formado por docentes de diferentes etapas y centrado en la formación del profesorado.
La Xarxa lleva dos décadas en marcha y está formada por 600 centros. Estos están representados por dos personas en las diferentes reuniones territoriales que se organizan. La idea es fomentar actuaciones de formación entre iguales entre el profesorado de la red. Una de ellas, la observación entre iguales. Según explica Maria Ojuel, una de sus responsables, la idea es que los centros que participan en la Xarxa utilicen estas prácticas en su día a día.
La investigación realizada se centró en la observación entre iguales, algo diferente a los otros dos tipos, la evaluativa y la de desarrollo. La diferencia fundamental es que las parejas que se forman están en el mismo nivel jerárquico y de experiencia, y nadie juzga de ninguna manera a nadie.
La dinámica, sobre el papel, es sencilla. Dos docentes se ponen de acuerdo en hacer observación. Ha de ser voluntaria, siempre. Después se reúnen para acordar qué quieren observar (cómo se imparte según qué contenido, cómo se fomenta la participación del alumnado, etc.). En esta sesión también se aclaran los dos roles, observado y observador, así como la manera en la que se realizará el feedback posterior.
Mariona Corcelles, investigadora de la Universidad Ramon Llull, explica que es muy importante esta fase inicial, sobre todo en cuanto a la aclaración de roles y sobre cómo hacer la retroalimentación. Esta debe estar libre de juicios, debe ser constructiva. Desde el grupo de investigación se recomienda, por ejemplo, que las sesiones observadas se graben en vídeo para después poder comentar lo sucedido. Además, la persona que observa es preferible que en vez de emitir opiniones, haga preguntas sobre lo sucedido (¿Por qué decidiste hacer tal cosa en este momento?), amén de que la persona observada debe escribir, tras la observación, sus impresiones sobre la sesión para compartirlas al principio de la sesión de feedback.
Por lo general, existen reticencias por parte del profesorado (y seguramente, por parte de cualquier otro tipo de profesional que se viera en esta tesitura) a la hora de permitir que una compañera entre en el aula a ver qué es lo que sucede. Como explica Corcelles, esto suele pasar porque estas prácticas de observación se asocian con las otras modalidades, una centrada en la evaluación y otra en el desarrollo.
En ambos casos, la personas que observa tiene un mayor nivel jerárquico que la personas observada. Pueden ser directores o inspectores o incluso agentes externos al centro.
En el caso de la observación evaluativa busca el juicio, la calificación sobre el trabajo docente. “Esto es lo que ha pasado mucho en Inglaterra”, comenta Corcelles. “Y ha generado muchas críticas, muchas resistencias. Es el modelo más tradicional”. El otro modelo, de desarrollo, dice la investigadora, “no tiene tanta finalidad de evaluar como de dar orientaciones de mejora para desarrollo profesional docente”.
En cualquier caso, los resultados que han obtenido en la investigación que han realizado han sido muy positivos. Han disminuido las resistencias del profesorado que ha participado; ha mejorado la manera en la que tenían de ver este tipo de prácticas; impacta positivamente en las relaciones dentro del propio claustro… Es casi la panacea y surge la duda de si al haber trabajado con un grupo de docentes como es el de la Xarxa, dedicada a la formación cooperativa del profesorado, no habrá influido en estos resultados.
“Claro”, responde Corcelles. “Estaban muy motivados”, asegura, como miembros precisamente de la red pero, explica, para controlar esta variable han hecho un pre-test y un post-test. Conociendo la valoración del pre-test han podido ver la varianza en relación al post: “Ha habido un cambio a partir de la intervención. Ha habido diferencia significativa”. Aunque aclara que, efectivamente, hacer el estudio con este grupo en particular tiene “limitaciones” puesto que no han hecho “un estudio experimental”.
Desde el otro lado, Maria Ojuel asegura que en la Xarxa tuvieron claro el potencial de la observación como ejercicio de “evaluación formativa que no es vista desde la calificación sino desde la autoevaluación, desde la reflexión, desde la regulación del aprendiz”. Se trata de conceptos con los que les gusta trabajar con la mirada puesta en cómo el profesorado los aplica con su alumnado. Pensaron, comenta Ojuel que la observación entre iguales “proporcionaría a las y los docentes experiencias en carne propia de practicar la evaluación formativa”. “Cuando (el profesorado) está en modo aprendizaje”, asegura Ojuel, vive una serie de experiencias que “puede y debe bajar al terreno del aula”.
Qué tiene de bueno
Para Ojuel uno de los puntos fuertes de la observación es que puede servir como paso inicial hacia otras prácticas de “colaboración profesional” -como las califica Corcelles- como puede ser la codocencia. En cualquier caso, “rompe la estructura maestro-aula de manera que eres más abierto a la intervención del otro, no te incomoda”. Esto puede ayudar, entiende, a allanar el camino de la codocencia con el que, de alguna manera, incidir sobre la ratio en el aula.
Más allá de esto está el vínculo que se crea entre el profesorado que realiza la observación. “Es mucho mayor”, dice Ojuel, “y permite trabajar con el compañero en muchos otros momentos, conocer sus talentos. Estimula que la colaboración habitual pase a otros terrenos del centro”.
Algo en lo que coincide Corcelles. En el cuestionario que utilizaron para el estudio se preguntaba a las y los docentes por la relación previa con quienes habían formado pareja, sobre si la sentían más o menos próxima o lejana. “Vemos que en realidad no es tan importante, sí lo es la relación que construyen en el proceso”. Eso sí, es en el momento de la pre-observación, cuando hay que llegar a una serie de acuerdos, cuando hay que poner los cimientos de esa relación.
En este sentido, en el artículo aseguran las y los investigadores que “establecer una relación de colaboración y de entendimiento mutuo para avanzar hacia una misma meta” es importante para alcanzar acuerdos en las reuniones previas, a la hora de redactar los informes de evaluación posteriores o cuando se intentan fijar objetivos de mejora. Todo esto impactaría, según los investigadores, en la transformación de las prácticas docentes.
Entre los objetivos del estudio estaba el analizar si practicando la observación entre iguales mejoraban los miedos previos del profesorado y, según los datos que muestra el artículo, se consigue, principalmente, entre aquellas personas que no tenían ninguna experiencia previa de observación.
Además, algo en lo que impacta este tipo de prácticas es en cuestiones como las relaciones de confianza en el claustro, así como la posibilidad de ayuda mutua entre el profesorado.
Complicaciones
Por supuesto, poner en marcha programas de observación entre iguales en un centro educativo tiene sus complicaciones organizativas. Tanto Ojuel como Corcelles hablan de la importancia de que el equipo directivo esté a favor de que se haga para poder organizar al profesorado.
Ojuel asegura, eso sí, que desde la Xarxa, en cuyas reuniones participan normalmente dos personas por centro (que después han de trasladar el conocimiento a sus claustros), se anima a esta pareja a que se lancen ellas primero. Y para hacer esto, comenta Ojuel, no hace falta demasiado tiempo u organización. Se trata de una hora previa para ponerse de acuerdo, dos horas para la observación (una por docente) y otra más para el feedback. Dar este primer paso no debería ser complicado aunque, admite, si se pretende algo más generalizado en el claustro (más en el caso de algunos institutos) es necesaria la connivencia de la dirección para intentar organizar los horarios del personal.
Más allá de esto, no es necesario que la pareja comparta asignatura, puesto que aquello que se observará puede ser cualquier cosa, como el fomento de la interacción del alumnado, de manera que no hace falta compartir materia. Corcelles comenta experiencias en la universidad en las que, por ejemplo, se pueden juntar docentes de la Facultad de Biología con los de Educación. No importa.
Eso sí, es importante que el profesorado sepa cómo dar feedback a la persona observada. “Si los docentes pudieran tener un poco de formación sobre cómo dar este feedback, seguramente impactaría a la hora de hacerlo con los alumnos”.
Este es uno de los objetivos fundamentales tanto de quienes han liderado la investigación como de quienes han participado en ella. Que las prácticas del profesorado mejoren y, cual lluvia, más o menos fina, calen en las aulas, con su alumnado.
Dónde encontrar programas de observación
Gracias a una pregunta en Twitter de Mariana Morales, consultora educativa independiente y experta en cuestiones de evaluación formativa, hemos podido agrupar aquí un buen número de enlaces a programas de observación en ocho comunidades autónomas. Algunos ya no están vigentes.
Nuestra forma de amar es sincrética. Así lo propone Marcela Lagarde y de los Ríos, quien describe nuestras ideas sobre el amor como un conjunto de creencias provenientes de diferentes épocas. Pero, a pesar de la distancia y el tiempo entre ellas, muchas de estas construcciones sobre el amor tienen algo en común: su manera de funcionar como mecanismo de dominación en contra de las mujeres. Y, entre todos estos mecanismos, la idea del amor romántico es uno de los más vigentes.
Tal como explica Marcela Lagarde en Claves feministas para la negociación en el amor (Siglo XXI Editores, 2022), el amor romántico tiene sus raíces en la época en la que la sociedad burguesa comenzó a consolidarse. Con el surgimiento de esta clase social llegó también la necesidad de instaurar modelos familiares que respondieran a los intereses de quienes la conformaban.
Así nacieron ideas alrededor del amor que, entre otras cosas, reducían a la mujer a ser parte de la propiedad privada de los hombres. Como tales, las mujeres no tienen autonomía económica y dependen completamente de su supuesto dueño. Además de esto, el amor romántico recluye a las mujeres al espacio doméstico para que jueguen su rol de madre-esposas, el cual se postula como la única vía de realización para nosotras.
Es cierto que estas ideas han sido abandonadas poco a poco en nuestra sociedad. No obstante, y siguiendo lo que postula Lagarde y de los Ríos, esto no quiere decir que hayan desaparecido por completo. Lo que pasa es que siguen ocultas detrás de una serie de mitos que aún circulan y que nos apartan de formas de amar con libertad y respeto.
Los nueve mitos del amor romántico que podemos deconstruir
En su ensayo “Mecanismos en la construcción del amor romántico”, la maestra en Psicología Verceli Melina Flores Fonseca se basa en diversos autores y autoras para caracterizar nueve mitos sobre el amor romántico. El primero de ellos es el de la media naranja, el cual tiene que ver con la idea de que cada pareja está predestinada a encontrarse. El no hacerlo, por lo tanto, supone una vida de desgracia en la cual nunca se encontrará al amor ideal.
Otro mito es el del emparejamiento. Este mito, como el anterior, supone que el amor monogámico (y, además, heterosexual) es el único modelo de amor al que debemos aspirar, dejando de lado otros modos de relacionarnos afectivamente como las relaciones abiertas o entre parejas del mismo sexo.
A este otro mito se une también el de la exclusividad, según el cual no es posible sentir atracción o afectos por más de una persona. Tal como señala Flores Fonseca, esto da pie al mito de la fidelidad. Entre líneas, este mito oculta la idea de que todas las necesidades afectivas y sexuales que tenemos a lo largo de toda la vida pueden satisfacerse perfectamente con una sola persona.
Otro mito alrededor del amor romántico es el del matrimonio, el cual está ligado con el de la fidelidad y la pasión eterna. Fotografía: Pexels
Cuando esto no sucede, los celos (y los riesgos que conllevan) pueden entrar a escena. Éstos son, quizás, el ejemplo más transparente de que el amor romántico es un amor posesivo y subordinante. Pese al mito de que los celos son muestras de cariño, es un hecho que considerar a una persona como una posesión propia puede desencadenar expresiones de violencia que van desde aislar a una pareja hasta terminar con su vida.
Otros dos mitos del amor romántico caracterizados por Verceli Melina Flores son el de la omnipotencia y el de la pasión eterna. El primero se encuentra resumido en la frase “el amor lo puede todo”, misma que puede convertirse en una forma de solapar maltratos y violencias a costa de un amor que, tal vez, ni siquiera es correspondido.
Por su parte, el mito de la pasión eterna proclama la idea de que la pasión y el enamoramiento que sentimos en los primeros meses de relación perdurarán con la misma intensidad a lo largo del tiempo. De acuerdo con la psicóloga Flores Fonseca, este mito está estrechamente vinculado con el del matrimonio como la consumación máxima del amor.
Justamente, el mito del matrimonio propone que las parejas unidas bajo un contrato social (y, además, religioso) son el modelo a alcanzar en el mundo amoroso. En dicho modelo, las relaciones conservan la misma intensidad permanentemente, mientras que el disfrute erótico y sexual queda en segundo término, sobre todo al hablar de matrimonios realizados frente a alguna autoridad religiosa.
Por último, la psicóloga mexicana habla sobre el mito del libre albedrío. Con ello, la especialista se refiere a la creencia de que nuestros sentimientos amorosos son exclusivamente subjetivos, dejando de lado los factores sociales y culturales que pueden influir en nuestras decisiones al elegir con quién compartir nuestros afectos y nuestra sexualidad.
Es muy importante tener esto último en cuenta, ya que hacernos conscientes de ello puede ayudarnos a deconstruir cada uno de los mitos enlistados arriba.
Por un amor libre y seguro
Las consecuencias de la interiorización del amor romántico son múltiples y tienen diferentes niveles de incidencia en nuestras vidas. Una de ellas puede ser la angustia de preguntarnos permanentemente si amamos y somos amadas tomando como referencia las ideas impuestas sobre el amor. Otra, la decepción y la pérdida de nosotras mismas al intentar amoldarnos a dichas imposiciones.
El amor romántico también puede desencadenar violencia física, verbal y psicológica contra nosotras al querer mantenernos subordinadas, casadas, recluidas en nuestro papel de madre-esposas abnegadas. Y, en el peor de los casos, puede desencadenar violencia feminicida contra aquellas que salgan del molde diseñado por la sociedad.
De ahí la importancia de profundizar en nuestros afectos, pero, sobre todo, en lo que nos han dicho acerca de cómo debemos sentirlos y demostrarlos. Haciendo una reflexión profunda podremos arropar aquello con lo que nos sintamos seguras y desechar eso que solo busca atarnos y encasillarnos en roles que no estamos dispuestas a jugar.
No hay una fórmula exacta para amarnos y amar a los demás. Pero, si duele, lastima y nos hace sufrir, podemos estar seguras de que eso no es amor: amor es sentirnos respetadas, protegidas y admiradas.
Machala es una ciudad costera del sur de Ecuador, donde inició hoy un evento educativo nada común: “Encuentro Pedagógico Camino a una gestión escolar y práctica pedagógica humanizadora”. Nada común, no solo por su título, sino por su atrevimiento esperanzador. Nada común porque lo convoca el propio sistema educativo, a través de las autoridades y funcionarios de este Distrito Educativo del país, que congrega a 2500 docentes.
Nada común porque el encuentro abre un “espacio de intercambio de experiencias de 17 directivos y 4 docentes”, en torno a tres ejes relativos a “la trasformación personal y social, las brechas y desafíos del siglo XXI y los aportes para apoyar el aprendizaje y el bienestar socioemocional de las y los estudiantes”.
En la inauguración, el director del Distrito 07D02, Carlos Gonzaga, explicó que “una Educación Humanista significa instalar no solo en el pensamiento, sino en el corazón”, con una pedagogía inspirada en el principio “trato al otro como quisiera ser tratado”.
El encuentro se desarrolla durante los días 8, 9 y 10 de febrero con la metodología de “mesas de Diálogo” y el apoyo de 12 conferencistas invitados, nacionales e internacionales, que traen sus reflexiones y propuestas. Entre otras: “La fiesta solidaria de las letras, un método lúdico – narrativo para la enseñanza de la lectoescritura, basado en la metodología de la coherencia», de la educadora y artista chilena, Marcela Latorre; “La enseñanza de la lectura y escritura en el Programa de Apoyo Escolar, de la pedagoga Yajaira Terán; «Educar para pensar» de la docente Lourdes Cuéllar, de la UNAM de México; “Las llaves del aprendizaje intencional y la gimnasia cerebral para humanizar la educación», de la psicopedagoga ecuatoriana Carmen Alcívar, la “vigencia de los aportes de Paulo Freire para una educación humanizadora», del educador ecuatoriano Carlos Crespo; “la ciencia como herramienta para la transformación social y el desarrollo”, del Vicerrector de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Universidad Técnica de Machala.
El Asesor educativo Fredy Figueroa, uno de los principales organizadores del evento, explica de dónde ha nacido esta iniciativa: “La Dirección Distrital ha venido desarrollando un sistema de actividades formativas orientada a los directivos y docentes, con la dirección del equipo de asesores educativos, con miras a fortalecer el liderazgo pedagógico, la “acción tutoría” y promover la aplicación de nuevas metodologías activas, que permitan vivir en el aula nuevas prácticas pedagógica desde una gestión escolar humanizadora de la educación, concordante con los lineamientos pedagógicos curriculares emitidos por el Ministerio de Educación en la región Costa en 2022”.
El proyecto ULLN es una investigación liderada por al Instituto de Ontario para Estudios de la Educación de la Universidad de Toronto (OISE/UdT), el Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (FOSDEH), y la Escuela de Educación y Liderazgo (SEL) de la Universidad de Ghana (UdG), financiada por el Centro para la Investigación del Desarrollo Internacional (IDRC) y el Proyecto de Intercambio de Conocimiento e Innovación (KIX).
Como una de las 12 subvenciones de IDRC, su objetivo es apoyar la adaptación y escalamiento de innovaciones comprobadas en los países socios de la Asociación Global por la Educación (GPE), mediante la generación de conocimiento y evidencia. Actualmente Ghana, Honduras y Nicaragua como miembros socios de la GPE, se encuentran participando en el programa Unlock Literacy (UL), una innovación auspiciada por el socio implementador World Vision y vinculada al fortalecimiento de los sistemas educativos a través del fomento y sostenimiento de una alfabetización de calidad en cada país.
La investigación aborda a cada país como casos de un estudio comparativo. De esta forma, ULLN tiene el objetivo principal de analizar el modelo UL en 10 comunidades de Nicaragua que han implementado dicho programa a nivel nacional, explorando cómo los actores comunitarios (incluyendo docentes, directores y funcionarios del Ministerio de Educación, padres y madres de familia, líderes comunitarios y organizaciones locales) trabajan en asocio para implementar las actividades que fomentan el aprendizaje de las habilidades de lectoescritura entre las niñas y niños en el contexto de Nicaragua, orientados por la pregunta principal de investigación ¿Cómo se puede habilitar y fortalecer a los actores y redes comunitarias en Ghana, Honduras y Nicaragua, cada uno con sus propios contextos particulares, para que puedan desarrollar y utilizar sus propios sistemas adaptativos al implementar a escala el programa UL de World Vision para mejorar los resultados de alfabetización de niñas y niños, incluyendo los más vulnerables?
Advierten que los efectos de la pandemia y la reestructuración que se realiza en el ISSSTE para su fortalecimiento, se han observado diversas afectaciones en el suministro de medicamentos para los derechohabientes.
La diputada Margarita García García del Partido del Trabajo (PT) presentó un punto de acuerdo para exhortar al director general del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), Pedro Zenteno, a que realice un programa de canje de medicamentos, con el objetivo de que los derechohabientes no se queden sin éstos.
A través de un comunicado, la legisladora señaló que debido a los efectos de la pandemia y la reestructuración que se realiza en el instituto para su fortalecimiento, se han observado diversas afectaciones en el suministro de medicamentos, por lo que, para lograr un abasto oportuno, es crucial impulsar medidas para garantizarlo.
Expresó que estos perjuicios en contra de la ciudadanía son herencia de los gobiernos neoliberales que empezaron a subrogar todos los servicios que el ISSSTE prestaba, con el objetivo de beneficiar a compañías particulares de amigos y familiares.
Por lo anterior, la congresista por Oaxaca recordó que en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) se promovió desde 2015 el programa ‘Tu receta es tu vale’, mismo que comienza cuando la Unidad de Medicina Familiar no cuenta con el medicamento, por lo que se activa una receta electrónica en su sistema para que pueda ser canjeada en las Unidades Médicas de Alta Especialidad, Centros de Canje y Farmacias Reforzadas.
“Lo anterior ha ayudado a que los derechohabientes del Seguro Social de las entidades donde este programa esté activo no se queden sin medicinas, y sería trascendental que el ISSSTE pudiera seguir este modelo”, puntualizó la legisladora petista.
Aprender a envejecer debería ser una asignatura obligatoria en la escuela y también en el feminismo. Con el libro ‘Yo vieja’ Anna Freixas nos regala una guía para poner los puntos sobre las íes de la vejez de las mujeres para ser más libres.
Que el término vieja denota algo negativo no es nuevo para nadie, aunque no debería ser así porque la vejez es el objetivo de la vida. Es por ello que el título del libro Yo vieja de Anna Freixas, doctora en psicología, escritora e investigadora feminista, llama la atención de primeras. La obra es una guía para las mujeres mayores que quieren mejorar su vejez, tener autonomía, disfrutar o entender muchas de las cosas que les pasan. Aunque quizás sea más útil para las generaciones más jóvenes de mujeres que van a encontrar entre sus páginas información útil de lo que les espera. Es importante reivindicar vivir la vejez con dignidad y empezar por la palabra es una buena forma de naturalizar algo que en otras culturas no supone un problema, envejecer. Como dice Anna Freixas “la palabra vieja, viejo, vejez está connotada socialmente de manera negativa y es sorprendente porque en realidad viejo es un estadio del ciclo vital. Eres niño, eres adolescente, eres adulto, eres viejo, por lo tanto no tiene que ser más negativo que cualquier otro estadio. Lo que pasa es que en nuestra sociedad hay una connotación negativa respecto a la vejez porque implica una cierta exclusión social, una desvalorización, una pérdida de poder y esto es lo que tememos, la exclusión y la soledad”.
Yo vieja es un repaso a las cuestiones básicas que afectan a la vida de las mujeres mayores como la belleza o la aceptación de los signos de la edad, cuando la dictadura de la imagen y la belleza a la que nos vemos sometidas las mujeres desde tiempos inmemoriales es feroz. El uso de las redes sociales y el aumento de personas mayores en ellas puede estar afectando de forma negativa a la percepción que las mujeres mayores lleguen a tener de si mismas, al igual que está ocurriendo con las más jóvenes. Al hablar del ideal de belleza, la autora sostiene que “contiene dos elementos: la juventud y la delgadez. Ser joven y viejo no es posible y la delgadez es algo que cuesta cuando somos mayores por diversos factores. Evidentemente el mito de la belleza nos afecta a las mujeres desde que somos niñas porque vivimos con un ideal inalcanzable por lo tanto estamos siempre persiguiendo algo a lo que no podemos llegar y esto es de una perversidad total”.
Esto genera una presión estética, prosigue la investigadora. “Esta presión está sobre nosotras a todas las edades, en la menopausia, en la juventud. Si tú le preguntas a una niña sobre su cuerpo ya sabe lo que no le gusta y cuando llegas a vieja sigues luchando. Aunque no te hagas una cirugía ni nada, intentas disimular las arrugas o te pones un pañuelo en el cuello para que no se te vea tan arrugado, por lo tanto, sí hay una presión estética“. Para Freixa ”nosotras nos centramos en la belleza y no en la salud, si gastásemos esa energía que empleamos en tratar de alcanzar ese ideal imposible de belleza en nuestra salud, si nos cuidásemos, comiésemos bien, hiciésemos ejercicio, nos riésemos con nuestras amigas, veríamos que eso contribuye mucho más a la belleza que la tristeza que se deriva de algo inalcanzable”.
“Somos pobres y en vez de gastarnos el dinero en viajar, en comer bien, ir a un balneario o a disfrutar con las amigas, lo gastamos en nuestro cuerpo, en torturarlo de diversas maneras”
La industria en torno al cuerpo de las mujeres es una de las luchas más eternas del feminismo. Los productos anti envejecimiento llenan los estantes y escaparates de infinidad de tiendas. Las propuestas de la obra de Anna Freixas van mucho más encaminadas a vivir la vejez con dignidad, desde la perspectiva de aceptar sus signos como parte de la vida. Cuidarse sin sucumbir al marketing esclavista de la belleza y la vejez, que hace del cuerpo de las mujeres el gran negocio, como ella misma reconoce: “Es el gran negocio de todas las industrias, la industria médica, la industria farmacéutica o la estética. Vas a una tienda y la cantidad de ropa que hay para una mujer no la hay para un hombre. Ellos se han cuidado de tener cuatro modelos pero nosotras tenemos que cambiar, tenemos que tener modelos de todo tipo. Somos las pobres del planeta y sin embargo gastamos lo que no tenemos en querer gustar. Tratamos de llegar a unos ideales de belleza que no podemos conseguir nunca. Somos pobres y en vez de gastarnos el dinero en viajar, en comer bien, ir a un balneario o a disfrutar con las amigas, lo gastamos en nuestro cuerpo, en torturarlo de diversas maneras”.
En contra de los clichés
En la obra también hay alegato en contra de los clichés obsoletos y castrantes de las mujeres mayores, como el de la viejecita pasiva a la que atribuir un montón de defectos o la que tiene apariencia joven llena de energía que se mantiene pretendiendo no envejecer nunca y torturándose a si misma en esa lucha contra el tiempo. Los estereotipos que manejamos de las mujeres mayores no atienden a la realidad, como bien nos cuenta la escritora. “Se dice que las mujeres mayores podemos tener apariencia juvenil pero entonces ves imágenes de viejas con unas ropas, unos peinados y unas gafas completamente exageradas, demostrando que soy vieja pero no lo parezco. Yo creo que lo que tenemos conseguir es querer ser viejas y poder parecerlo. Viejas que nos desplazamos por nuestras ciudades con nuestras arrugas, con nuestra cojera, con nuestras gafas y con nuestro bastón con toda normalidad de manera natural”.
“Esta ruptura con la vejez es una ruptura de las sociedades ultracapitalistas, es decir, en otras sociedades eso no ocurre”
Esta visión negativa del envejecer es una respuesta que tiene relación con las políticas y formas de vida capitalistas y excluyentes. En otras culturas la perspectiva de la vejez no es tal. En las sociedades tribales, ancestrales y en otras sociedades actuales no tan capitalistas, las personas ancianas tienen un lugar dentro del grupo social, no están excluidas y forman parte de la toma de decisiones. Suelen tener la función de aconsejar o aportar a la comunidad una visión desde la experiencia. Como dice la investigadora, “esta ruptura con la vejez es una ruptura de las sociedades ultracapitalistas, es decir, en otras sociedades eso no ocurre, esa valoración solamente de lo joven, de lo nuevo y de lo de usar y tirar eso es de una sociedad capitalista sin alma que es la que tenemos ahora”.
Tan denostada está la vejez que incluso las propias mujeres y hombres que envejecen se ven a si mismos como más jóvenes que sus iguales. Tienden a compararse para ponerse en un lugar privilegiado porque es muy dura la idea de hacerse viejas. La frase “yo no estoy tan vieja como esa” o “yo me siento joven” son respuestas a un engaño en el que caemos y que nos impide verle bondades al hecho de envejecer. Así lo explica la autora: “Solemos tratar de situarnos en el espacio de las escogidas, “las viejas son las demás pero yo soy joven” o “ mi madre no es la típica mujer mayor, todas las mujeres mayores son horribles pero mi madre no lo es”. Este edadismo que tenemos incrustado nos lleva a despreciar la vejez, incluso la nuestra o la de nuestras iguales. Mientras no valoremos los cuerpos de nuestras iguales, mientras no nos respetemos unas a las otras valorando quienes somos, vamos a sentir este desprecio por la vejez. El tema es cómo podemos entre todas respetar la vejez, respetarnos y con dignidad mostrar todos los signos de la edad con elegancia, con tranquilidad. Soy vieja y tengo 70, 80, 90 y tengo cuerpo de 70, 80 ó 90”.
Salud mental en la vejez de las mujeres
Que la incidencia de la depresión en mujeres mayores es más alta que en otros grupos de población es un hecho, doblando en muchas etapas al de los hombres como en la mediana edad y estando muy por encima del de las mujeres más jóvenes. En Yo vieja se pone de manifiesto cómo aún se nos tilda a las mujeres de histéricas y se nos medica. De hecho España es el primer país del mundo en el consumo de psicofármacos, según el informe de 2021 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), dependiente de Naciones Unidas. En el caso de las mujeres es muy significativo que a partir de los 35 años los índices de depresión comienzan a crecer, duplicándose prácticamente en la década de los 55 a los 65 años y creciendo en casi 5 puntos más en la década de los 75 a los 84, según datos del ministerio de Sanidad de 2017.
Pese a que en ocasiones y como indica la autora a veces la medicación sea necesaria, esta medicalización del malestar de las mujeres “tiene que ver con las opciones de vida, con la falta de reciprocidad por parte de las parejas, con la falta de comunicación y de agradecimiento, con la excesiva responsabilidad que nos otorgamos hacia los cuidados. A veces somos nosotras las que no sabemos, no queremos o no podemos repartir la carga de cuidados ya que hay momentos en los que podríamos dejar una parte de esto en mano de otras personas y no lo hacemos. Es una tarea personal pero también una tarea colectiva”. Describe que en realidad lo que han demostrado las mujeres es tener una salud mental a prueba de bombas que se resiente según envejecemos y en muchos casos la única terapia que encontramos es la conversación con amigas. Es una realidad que a mayor edad mayor sensación de soledad.
Una de las herramientas naturales de las mujeres para luchar contra esa soledad impuesta es precisamente su facilidad para comunicarse con otras mujeres. Tratar de no aislarse manteniendo el contacto es de los apoyos más efectivos. En palabras de la escritora, “las redes de intimidad son fundamentales a lo largo de toda la vida. Éste es uno de los capitales que tienen las mujeres que históricamente hemos sabido mantener la comunicación con otras, el participar de nuestras penas y alegrías, el compartir lo bueno y lo malo. Eso crea una red fundamental para sobrevivir, para darte cuenta de que lo que te pasa a ti no solo te pasa a ti, le pasa a muchas personas y es significativo para la vida. Compartirlo te permite relativizar, encontrar apoyo, comprender lo que te pasa, elaborar estrategias para superarlo, aprender de otras, sentirte comprendida y escuchada”. De esta manera las mujeres han luchado históricamente con la soledad y la incomunicación.
“Cuando las abuelas cuidamos a las nietas estamos retrasando una generación porque estamos impidiendo que nuestras hijas negocien con sus parejas, con sus empleadores y con el Estado”
Para mantener esta actividad y conexión una de las cosas más sencillas es aprovechar puntos de encuentro, gustos comunes y ocio con el fin de mantener estas redes, reforzar lazos de unión y cultivar el placer de hacer cosas por gusto. El ocio no ha sido algo a lo que las mujeres en general le hayan podido dedicar mucho tiempo históricamente, responde Anna Freixas. “Hemos estado tan ocupadas con el trabajo, con la familia, con los cuidados, con la casa que no hemos tenido mucho tiempo para jugar, para distraernos, entonces ahí es importante participar en cosas de carácter público, en los centros cívicos, en las asociaciones de vecinos o de mujeres que suelen organizar actividades, es un camino para mujeres que no han encontrado otros caminos de ocio”. Es de hecho la vejez un buen momento para las mujeres que se pueden liberar de tareas y dedicar el tiempo a ellas mismas. Así debería ser entendida la vejez de hecho, un momento vital en el que aprovechar para hacer cosas que con anterioridad no pudimos por falta de tiempo, pero no siempre es entendida así, como una oportunidad.
Cuidados y residencias
Una de las realidades de las mujeres mayores en nuestro país es que algunas, muchas, continúan trabajando, ejerciendo tareas de cuidados no remuneradas de sus nietas y nietos. Cómo quitarles esa responsabilidad nos enfrenta a la realidad de que muchas familias de este país se sostienen en parte en el apoyo familiar, con la carga en las personas mayores que dan soporte económico y de cuidados a los nietos y nietas para que sus madres puedan trabajar. Esto tiene que ver con esa perspectiva de familia arrastrada desde la dictadura y que condena a las “abuelas” a estar trabajando cuidando a sus nietas en la vejez. Anna Freixas es rotunda en cuanto a esta situación. “Cuando las abuelas cuidamos a las nietas estamos retrasando una generación porque estamos impidiendo que nuestras hijas negocien con sus parejas, con sus empleadores y con el Estado. Nosotras estamos poniendo un parche temporal a un problema que va a seguir existiendo y si nosotras no existiésemos esto se resolvería de otra manera. Nosotras podemos hacer apoyos puntuales pero no estructurales, eso es lo que debería ser por el bien de la hija, por el bien de la abuela y por el bien de la nieta. Si la abuela no existiera alguien lo haría, y la pregunta es ¿por que las abuelas somos las que hacemos ese trabajo gratuito? nadie más lo hace, hay algo que falla ahí ahora resulta que este es un trabajo gratuito que hacemos nosotras, resulta que a estos niños si no existiésemos las abuelas los cuidaría alguien que cobraría”.
En cuanto a las instituciones dedicadas al cuidado de las mayores, tras la pandemia se han puesto de manifiesto muchas carencias asistenciales así como la importancia de que haya un cambio de modelo mucho más humanizado. A día de hoy la perspectiva de las residencias y centros de día es eminentemente clínica y no tiene demasiado en cuenta lo emocional, siendo una de las cuestiones capitales en las personas mayores. Tener unas instituciones dedicadas a que estas personas puedan desarrollarse de manera activa, como personas adultas mayores y aportando a la comunidad, es esencial para su bienestar. Igual de importante es que los colectivos que trabajan con personas mayores tengan la formación y las cualidades necesarias para tratarlos con una mayor dignidad. Que se hagan respetar los espacios, los cuerpos y la intimidad de las personas mayores, sin despersonalizarlas y homogeneizarlas para poder sistematiza el trabajo, desposeído de perspectiva emocional solo facilita la productividad del personal para que las tareas de cuidados se lleven a cabo con mayor rapidez.
La realidad de la institucionalización de los cuidados dista de ser un modelo que apueste por la autonomía e independencia de las personas mayores en la actualidad. Como explica la autora, “esta atención no puede ser un negocio, no podemos dejar que el cuidado en la última etapa de la vida, que es donde se requiere una mirada más atenta, siga siendo un negocio. No podemos dejarlo en manos privadas de una gente que hace negocio con el trato, con la alimentación, con los pañales o pagando mal al personal. Un personal mal pagado no puede atender las necesidades de la gente”.
La gestión de estas instituciones ha mostrado su cara más negra con la pandemia. “Creía que después del covid iba a haber una reflexión colectiva social y política acerca de la vida en las residencias— asegura Freixas— Parece que esto no se ha hecho o se ha hecho una cosa ínfima. Realmente hay una reflexión que hacer y el cambio estructural respecto a qué se entiende por residencia, qué es lo que debe ofrecer una residencia y cómo debe ser el modelo de residencias es algo que debemos hacer todas y todos de manera urgente y necesaria“. La escritora considera que mientras esto no se haga las residencias seguirán siendo un aparcamiento de personas para sacarlas de la circulación. ”Hay gente que podría estar en su casa pero al estar en una residencia poco a poco se hacen dependientes porque no tienen nada que hacer, lo tienen todo hecho y no hay cosa que incapacite más. Que no tengas que hacer tus cosas te hace perder autonomía. A veces los hijos intentan solucionar la vida de los mayores pero lo que están haciendo es incapacitarlos ”.
“Igual que hay muchos protocolos de atención, protección y respeto a la infancia, debería haber también protocolos de atención y respeto a la vejez. En cuanto al trato a las personas mayores, todo es una asignatura pendiente”
Desentendernos de la vejez no va a hacer que el problema no exista o no nos llegue. Como dice la autora, “lo que tienen que pensar las generaciones más jóvenes es que o lo transformamos o se encontrarán con lo mismo. Es urgente que se haga esa reflexión aunque sea por egoísmo. Hay modelos interesantes que se están desarrollando en algunos centros de España como el modelo de atención centrado en la persona y que atienden a las personas como individuos con sus necesidades, sus características, sus manías y sus gustos. Somos personas desde el principio hasta el final y merecemos respeto hasta el último momento de nuestra vida. Igual que hay muchos protocolos de atención, protección y respeto a la infancia, debería haber también protocolos de atención y respeto a la vejez. En cuanto al trato a las personas mayores, todo es una asignatura pendiente”.
El cambio no solo tiene que ver con las instituciones si no también con las estructuras, transportes, medios y con los espacios que habitan las personas mayores. El tema de la adaptación de los espacios en relación con la dependencia o teniendo en cuenta a las personas de movilidad reducida es una asignatura pendiente, como casi todo en lo referente a la vejez, a la dependencia e inclusión. En Yo vieja, se ponen de manifiesto algunos de los factores necesarios a tener en cuenta para preparar nuestra vida para la vejez que llegará. La autora hace hincapié en que esto “implica que preparemos los medios que doten de seguridad y comodidad a nuestra casa”.
Aprender a ser viejas
Debería haber alguna asignatura que nos enseñe a ser viejas, una reflexión necesaria pues a la vejez tarde o temprano todas tenemos que hacerle frente. Al preguntarle a Anna Freixas por ello responde: “O deberíamos tener la vejez como un objetivo vital al que llegar con el mayor equilibrio y bienestar. Que ya desde la escuela tú sepas que las elecciones, que determinadas opciones que tú tomas en tu vida, marcarán tu futuro. Que serás probablemente una vieja pobre si tomas determinada opción en un momento de tu vida, a los 12 a los 14 ó a los 16 años“. En este sentido, Freixas considera que no nos hacemos pobres el día que vamos a cobrar la pensión, ”nos hacemos pobres cuando a lo largo de la vida hemos ido eligiendo opciones en las que no hemos priorizado nuestro futuro. Entonces la visión del ciclo vital como algo importante a lo que tenemos que llegar a través de los diversos paso de la vida, es importante que se aprenda en la escuela y en la explicación de todas las ciencias naturales y no naturales eso debería estar presente”.
Por último se echa de menos una perspectiva feminista en esta situación. Como asegura en el libro la autora “el feminismo debe convertirse también en salvavidas de las viejas. En todas las políticas, en todas las acciones, en todas las campañas, en todos los anuncios de publicidad, en todo, siempre habría que tener, mujeres viejas y hombres viejos, participando en la creación de este proyecto y luego ofrecer siempre en todas las situaciones imágenes de todas las edades y sobre todo imágenes de viejas, de viejas de verdad viejas, no viejas imposibles, no mujeres de 80 que parece que tengan 25, no, mujeres de 80 que se muestran con sus cuerpos de 80 dignamente y sus signos de vejez sin disimular”.
“No es la vejez lo que nos amenaza, son nuestras ideas, nuestras conductas y sobre todo nuestra disposición interior de obediencia y el conformismo las que nos precipitan a ella”, concluye Anna Freixas.
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