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México: «No vamos a ser cómplices de un gobierno irresponsable»: CNTE ante regreso a clases

«No vamos a ser cómplices de un gobierno irresponsable que quiere llevar a los niños a clases para que se contagien», dijo Javier Saavedra, de la sección 7 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) de Chiapas, ante el anuncio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sobre el regreso a clases presenciales.

En conferencia de prensa virtual, maestros de la CNTE señalaron que el próximo 30 de agosto sí iniciarán las clases de educación básica, pero «en forma responsable» y «no de manera presencial».

Explicaron que la modalidad de clases presenciales no podrá realizarse hasta que baje el pico de la pandemia, que ahora se encuentra en el tercer repunte, «mayor a los dos anteriores».

Los docentes agregaron que lo que se necesita ahora es vacunar a los niños de 12 años en adelante, así como recursos en las escuelas para resarcir los «daños graves» que se arrastran y garantizar la infraestructura, agua y sanitización de los planteles.

La CNTE inició este lunes una encuesta a padres de familia y tutores con preguntas sobre si están de acuerdo con el regreso a clases presencial, si las escuelas cuentan con higiene e infraestructura adecuada para enfrentar la pandemia, si consideran que la población en general debe estar vacunada antes de iniciar con modalidad presencial, si con la variante delta que afecta más a niños y jóvenes consideran que hay riesgo de que sus hijos acudan a los planteles y si están de acuerdo en asumir la responsabilidad con la firma de la carta responsiva.

Los resultados se darán a conocer el próximo 25 de agosto, luego de aplicar alrededor de 30 mil cuestionarios en el país.

Fuente de la iinformación e imagen:  https://desinformemonos.org

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México/ FES Acatlan: estudiantes llaman a asamblea contra despidos docentes

Por: Manuel Aguilar

Contra los despidos docentes, la precarización laboral, la expulsión estudiantil generada por la pandemia y el autoritarismo en la UNAM.

Fruto de los indignantes despidos políticos de más de 13 profesores que se organizaron para luchar contra la precarización como parte del movimiento #UNAMNoPaga, estudiantes convocan a una asamblea contra los despidos y el autoritarismo en Acatlán. Se suman el descontento con la negligencia de las autoridades por parte de la comunidad universitaria, y la problemática de alumnos que han sido expulsados de la educación fruto de la elitización y los efectos de la pandemia. La convocatoria es este miércoles 18 de Agosto a las 5 pm.

El movimiento #UNAMNoPaga se desató a raíz de la difusión de talones de pago por $2 pesos expedidos por la Universidad a nombre de docentes de asignatura, lo que generó una enorme indignación en toda la comunidad estudiantil rápidamente. En el caso de Acatlán, se llamo a un paro votado por más de 8 mil estudiantes que las autoridades pretendieron levantar con maniobras basadas en acuerdos entre directivos y estudiantes que supuestamente decidían a nombre de la base, cuando lo hacían totalmente a sus espaldas y negando el movimiento estudiantil que se gestaba en solidaridad con los docentes. Fue el caso del estudiante Carlos Rosas, que fingiendo ser representante del estudiantado entregó un supuesto pliego petitorio a la profesora Lavín. Después de numerosas asambleas, de un movimiento cada vez más creciente, estudiantes nos organizamos desde la base para mantener el paro, salonear, desconocer a los representantes impuestas por las autoridades llamando a representantes rotativos y revocables establecidos por nosotros mismos de manera democrática, acciones que acompañamos de movilización, incluso cerrando periférico para que reconocieran nuestras demandas, demostrando la masividad y fuerza del movimiento estudiantil.

Al final las autoridades, las mismas que no se presentaron a las mesas de diálogo que ellos mismos solicitaron, utilizaron la técnica de «divide y vencerás» para levantar el paro con represalias a los profesores, para que también aplicaran represalias a los alumnos organizados. Esto hizo, y la política de un sector de docentes dentro de la Asamblea Interuniversitaria que se negó a forjar la unidad con el estudiantado, de manera independiente a las autoridades, llelvó al retroceso de la base, posibilitando que las autoridades avanzaran en despedir a más de 13 profesores en la FEs y en otros planteles.

Es necesario reavivar el movimiento, con una organización de estudiantes, profesores y trabajadores que luche por la reinstalación de los despedidos, por acabar con la precarización laboral en la UNAM y garantizar el derecho a la educación pública y gratuita, su defensa y el acceso irrestricto a ésta, para toda la población. Esto será posible solo de la mano de organizarnos de manera tripartita e independiente a las autoridades, que no han hecho más que ignorarnos, reprimirnos y confrontarnos entre nosotros, bajo la perspectiva de conquistar un gobierno tripartito con mayoría estudiantil, y una universidad al servicio del pueblo pobre y trabajador.

Fuente de la información e imagen: https://www.laizquierdadiario.mx

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El cinismo ante Afganistán

Por:  Olga Rodríguez/ el diario.es

En 2001 miles de periodistas, analistas y políticos clamaron en favor de una intervención militar en Afganistán como respuesta a los ataques del 11S que Al Qaeda perpetró en Estados Unidos.

La propaganda estadounidense, para convencer a la comunidad internacional, aseguró que además liberaría a las mujeres afganas de la opresión del régimen talibán. Si viviéramos en un mundo idílico podríamos creer que los Ejércitos armados no arrojan bombas, solo construyen paz. Pero como no vivimos en un mundo idílico es obligación analizar la realidad para no caer en la trampa de cualquier propaganda.

Los mismos que defendieron aquella intervención militar, la ocupación del territorio afgano, la imposición de la fuerza armada e incluso los múltiples ataques estadounidenses que en todos estos años han matado a población civil, son los que ahora lamentan la situación en la que queda el país con el avance de los talibanes. De forma asombrosa desvinculan por completo la presencia de EEUU y su aliados de la OTAN durante veinte años en el país de todo lo que ha ocurrido en Afganistán desde 2001.

Nada alcanza el horror impuesto por el régimen talibán en su día, cuando las mujeres no podían salir a la calle sin la compañía de un hombre, ni estudiar, ni reír en público, ni hacer ruido al andar. Pero en dos décadas de ocupación militar ni EEUU ni sus aliados lograron evitar que Afganistán siga siendo uno de los peores países del mundo para las mujeres, como han advertido organizaciones de derechos humanos, activistas y periodistas afganas, sin conseguir nunca suficiente reacción internacional. Ahora la toma del país por los talibanes amenaza con empeorar aún más sus vidas.

Dos tercios de las jóvenes afganas no están escolarizadas y el 75% afrontan matrimonios forzosos, en muchos casos antes de cumplir 16 años

Uno de los peores países para las mujeres

«No uso el transporte público, evito la calle y los lugares públicos, el acoso es continuo o incluso diría que ha aumentado últimamente, tanto verbal como físico», denunciaba en 2019 en una conversación una activista afgana que me pidió mantener su anonimato. Dos tercios de las jóvenes afganas no están escolarizadas, el 80% de las mujeres siguen siendo analfabetas, más de la mitad han sufrido violencia machista en el seno de su propia familia y el 75% afrontan matrimonios forzosos, en muchos casos antes de cumplir 16 años. Todo ello, cuando aún estaban las tropas de la OTAN en el país, antes de que los talibanes conquistaran territorio y llegaran hasta Kabul.

Durante los veinte años de presencia militar extranjera se han seguido registrando ataques a mujeres cuando se desplazan a la escuela o al trabajo. Los porcentajes de violaciones y de casos de violencia machista son muy elevados, así como los índices de abusos sexuales cometidos por las fuerzas de seguridad.

Hay quienes solo elevan su voz ahora que EEUU se marcha. Pareciera que quisieran aceptar el argumento falaz de que las cosas solo empiezan a ir mal cuando las tropas estadounidenses se van

ONG, activistas y periodistas han denunciado durante años la situación de las afganas, pero Europa consideró que Afganistán era un país seguro para ellas y prefirió no aceptarlas como personas refugiadas que asumían riesgos si eran deportadas. Casi nadie puso el grito en el cielo entonces, a pesar de que muchas huían de agresiones sexuales, violencia de género sistematizada, discriminación y ausencia de futuro. Hay quienes solo han querido elevar su voz ahora que Estados Unidos y sus aliados se marchan. Pareciera que consciente o inconscientemente quisieran aceptar el argumento falaz de que las cosas van bien con la presencia de tropas estadounidenses y solo empiezan a ir mal cuando estas abandonan.

Lo cierto es que en 2015 y 2016 miles de personas refugiadas afganas llegaron a Europa, desesperadas, en busca de una salida. Superaban en número a los refugiados sirios e iraquíes. En Grecia, en Macedonia, en Serbia o Hungría nos rogaban a los periodistas que contáramos sus historias. Salvo excepciones, los países europeos consideraron que no eran merecedoras de ayuda. Durante cuatro décadas Afganistán ha sido uno de los países que más personas refugiadas ha generado. Pero los Gobiernos europeos apenas han aceptado a medio millón.

Mujeres afganas a las puertas de un colegio electoral, en 2004. Kabul. Créditos: Olga Rodríguez

Despilfarro en ‘seguridad’ y violaciones de derechos humanos

En 2021 casi la mitad de la población afgana está en situación de necesidad humanitaria. En veinte años miles de millones de dólares de EEUU han ido a parar a la compra de armamento y la inversión en ‘seguridad’. Mucho menos se invirtió en educación, sanidad pública, gobernanza, desarrollo, democratización, infraestructuras. Cada vez que he estado en Afganistán me he topado con decenas de historias de mujeres maltratadas, viudas abandonadas, jóvenes violadas o menores que han intentado suicidarse porque no les permiten estudiar y son obligadas a casarse a temprana edad. La emancipación de las mujeres se limita a las grandes ciudades, y de forma parcial. Aún así, en áreas urbanas como Kabul o Herat muchas han podido acceder a la universidad.

En todos estos años de atrás la corrupción era palpable para cualquiera: eternos proyectos que recibían millones de dólares y que no terminaban de ver la luz, cargos altos y medios que viajaban en cochazos blindados despilfarrando dinero y oportunidades y que tras ello se iban del país y, sobre todo, una estrategia centrada excesivamente en la militarización, en la guerra, en armamento. No hacía falta ser un lince para darse cuenta de ello. El caos era evitable, pero ¿querían todos los participantes en esa guerra evitar el caos?

La honestidad de muchos empleados de organismos internacionales que han trabajado en Afganistán se ha topado de bruces una y otra vez con evidentes dinámicas de corrupción –proyectos fantasma, retrasos perpetuos en los planes, desvío de fondos, debilidad de las instituciones– que podíamos detectar quienes íbamos y veníamos. Si testigos externos eran capaces de percibir el saqueo y el despilfarro en el ámbito militar frente a necesidades mucho más cruciales, ¿cómo no iban a verlo los responsables de la ocupación?

Como ha pasado en tantos países ocupados o intervenidos militarmente por tropas extranjeras, Afganistán se convirtió en un polvorín con demasiadas armas que ahora están tomando los talibanes. Ya en 2004 la población se quejaba de que los tanques estadounidenses que se paseaban por pueblos y ciudades apuntaban sus cañones hacia abajo, hacia la calle, hacia la gente. Las tropas estadounidenses han sido percibidas en sectores importantes de la población como elementos hostiles. No en vano, la cárcel secreta de Bagram, gestionada por EEUU, fue escenario de torturas y violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Entre sus paredes se generaron traumas y enorme sufrimiento, al igual que en Guantánamo, por donde pasaron algunos de los hombres que ahora engrosan las filas de los talibanes.

Hace unas horas la afgana Fatima Ayub recordaba que ‘hace 11 años las fuerzas estadounidenses asesinaron a 8 miembros de mi familia mientras dormían’

Ataques de EEUU y sus aliados contra civiles

En estos veinte años de ocupación militar se han registrado multitud de ataques contra civiles perpetrados por las tropas de Washington y sus aliados. Solo entre enero y mayo de 2019 los ataques de EEUU y la OTAN mataron a 145 civiles, la mitad de ellos mujeres y niños. En total las fuerzas estadounidenses y sus aliados –incluidas las fuerzas afganas– mataron en ese periodo a más civiles –305– que los talibanes.

Entre enero y noviembre de 2008 los ataques de las fuerzas internacionales –principalmente los bombardeos estadounidenses– provocaron la muerte de unos cuatrocientos civiles, muchos de ellos mujeres y niños. Buena parte de los casos, dados a conocer por testigos directos, fueron denunciados por oficiales de la Administración afgana y reconocidos por la propia OTAN. En algunas operaciones durante estas dos décadas de atrás los aviones estadounidenses han matado a más de noventa civiles en un solo ataque.

Hace unas horas la activista afgana Fatima Ayubrecordaba en las redes sociales que «hace once años las fuerzas estadounidenses asesinaron a ocho miembros de mi familia, mientras dormían en plena noche. ¿Qué nueva miseria aguarda ahora?». Y añadía: «La mayoría de la gente es incapaz de darse cuenta de que 20 años de guerra produjeron el peor resultado posible. Entonces, ¿por qué ayudaría más violencia y muerte?».

La paz solo llega con inversión en educación y sanidad públicas, con libertad, con democracia, con políticas de igualdad. No con injerencias militares al servicio de intereses ajenos a los de la población, ni con «inversiones» corruptas, ni con bombas, ni con el suministro de armamento. Eso solo perpetúa la violencia.

En 2004 Abdul, un refugiado afgano alojado en la periferia de Kabul –cuya historia relato en el libro El hombre mojado no teme la lluvia– me decía que «si Estados Unidos gastara menos en esfuerzos militares y más en planes humanitarios, quizá esta población aceptaría mejor a sus tropas». En 2006, en la capital afgana, entrevisté por segunda vez a Massuda Jalal, una médica que se había presentado un par de años antes como candidata en las elecciones presidenciales:

«Las afganas siguen sufriendo como siempre –me dijo Massuda– Son víctimas de matrimonios forzados a muy temprana edad, muchas soportan la violencia doméstica y apenas tienen acceso a un asesoramiento legal. Es para alarmarse: Hay una expresión que aún se usa en las áreas rurales que dice que una mujer debería tener su primera regla en casa de su marido, y algunos padres se empeñan en hacer que sus hijas lo cumplan».

Esos señores de la guerra han sido, en muchos casos, los aliados de Estados Unidos en el país

Los ‘señores de la guerra’ aliados de Washington

Ese mismo año la diputada Malalai Joya recibió insultos y amenazas en el propio Parlamento después de que ella acusara a algunos diputados de haber sido criminales de guerra. En 2007 fue inhabilitada por un periodo de tres años. Varias organizaciones internacionales mostraron su apoyo a Malalai, así como seis mujeres Premio Nobel e intelectuales como Naomi Klein o Noam Chomsky. La asociación Paz Ahora emitió un comunicado en el que señalaba que «el 21 de mayo de 2007, con una amplia mayoría, el Parlamento dominado por señores de la guerra y narcotraficantes inhabilitó a Joya por un periodo de tres años y ordenó al Tribunal Supremo que abriera diligencias contra ella». Esos señores de la guerra han sido, en muchos casos, los aliados de Estados Unidos en el país.

En estos años, con las tropas extranjeras en suelo afgano, mujeres emprendedoras y pioneras han recibido continuas amenazas y agresiones. Muchas fueron asesinadas. Entre ellas, la periodista Zakia Kaki, directora de una radio en la provincia de Parwan, con programas dedicados a los derechos humanos, la educación y la emancipación de las mujeres. En junio de 2007 le dispararon siete tiros delante de su hijo de ocho años. Ser mujer y libre en Afganistán es difícilmente compatible. Las integrantes de la organización afgana RAWA llevan denunciándolo desde 1977. Algunas viven en Afganistán; otras muchas han optado por refugiarse en el extranjero.

Niñas y niños afganos refugiados en la periferia de Kabul. Créditos: Olga Rodríguez

En 2008 lamentaron en un comunicado que tras la invasión de su país «los sufrimientos y actos depravados contra las mujeres no se han reducido; es más, ha aumentado el nivel de opresión y la brutalidad que día a día afecta a la población más débil de nuestra sociedad. El gobierno corrupto y mafioso y sus guardianes internacionales están jugando de manera desvergonzada con el intolerable sufrimiento de las mujeres afganas, al que usan como su instrumento de propaganda ante la gente engañada de todo el mundo».

En 2019, dieciocho años después de la invasión y ocupación estadounidense de Afganistán, justificada por muchos porque iba a «liberar a las mujeres», Estados Unidos inició una negociación con los talibanes, excluyendo la presencia de mujeres en las reuniones y sin poner encima de la mesa la necesidad de luchar contra la violencia machista a través de medidas legislativas.

En ese momento diputadas y activistas afganas exigieron participar, pero Washington las mantuvo fuera en los primeros encuentros. «Están negociando a puerta cerrada, sin transparencia, los talibanes quieren aplicar la sharia, estamos muy preocupadas», me dijo entonces Sima Samar, directora de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán. El cambio de Gobierno en Washington no ha significado una modificación en los planes. El presidente Joe Biden apostó por proseguir con lo trazado por el Gobierno de Trump: negociación con los talibanes y retirada de tropas.

La situación geográfica de Afganistán explica que a día de hoy siga siendo un tablero clave de lo que en el siglo XIX se llamó el Gran Juego

Afganistán, como ‘una cabra entre dos leones’

Afganistán, punto estratégico de Asia Central, importante lugar de paso para posibles rutas de hidrocarburos, comparte frontera con Irán y China, entre otros países. Su situación geográfica explica que a día de hoy siga siendo un tablero clave de lo que en el siglo XIX se llamó el Gran Juego, cuando Reino Unido y Rusia se disputaban la influencia en la región. Londres no logró dominar del todo aquel territorio y su tropas terminaron derrotadas y expulsadas en 1919. En los años setenta Estados Unidos no dudó en financiar a muyahidines para que lucharan contra la URSS en territorio afgano. Aquellos señores de la guerra que recibieron millones de Washington se convertirían posteriormente en el germen de los talibanes.

Desde entonces Afganistán, un Estado bisagra, es un escenario en el que ya no solo Moscú o Washington, sino China y algunos países de la región –Irán, India, Pakistán– se disputan intereses y liderazgo. En 1897 un por entonces joven periodista llamado Winston Churchill, futuro primer ministro británico, destinado en Afganistán con las tropas inglesas, escribió que aquel era un país en el que «todo hombre es un soldado» y en el que «la mano de todo hombre está contra la del otro, y todos a su vez contra el extranjero».

En 1900, el emir afgano Abdul Rahman Khan, tras veinte años en el poder –y con un país en el que se habían librado ya dos guerras contra los ingleses y que servía de escenario para el pulso que mantenían Londres y Moscú– se preguntó cómo Afganistán, que se encontraba «como una cabra entre dos leones o como un grano de harina entre dos enormes ruedas de molino, podría sostenerse en medio de las piedras sin ser reducido a polvo».

Ayer Europa rechazaba aceptar a refugiadas afganas, ante demasiados silencios. Hoy la hipocresía pública lanza SOS por ellas

Washington invadió Afganistán porque quería demostrar que respondía ante los atentados del 11S. Su objetivo no fue mejorar la vida de los afganos o democratizar el país. En veinte años de ocupación lo ha dejado claro. En un mundo idílico podemos creer en los unicornios. Pero en la vida real las invasiones con ejércitos buscan intereses propios que a menudo chocan con los de la población autóctona. Y en medio de todo ello, las mujeres suelen ser un argumento de quita y pon para justificar operaciones militares y estrategias geopolíticas.

Ahora parece que las afganas preocupan, al fin. Veinte años tarde. No son las únicas que viven una terrible opresión. Pero la geopolítica decide quiénes merecen atención y quiénes no (ahí están las saudíes, por ejemplo). Las personas refugiadas en Europa son estigmatizadas en demasiados sectores, algunos de los cuales ahora se echan las manos a la cabeza ante la situación de Afganistán. Ayer Europa deportaba a la población afgana o la encerraba en centros de internamiento, ante demasiados silencios. Hoy la hipocresía pública lanza SOS por ella. Esperemos que ahora sí toque.

Fuente: https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/cinismo-afganistan_129_8223398.html

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Colombia: Continúa el regreso a clases presenciales este lunes tras acuerdo entre el Ministerio de Educación y Fecode

Por: Infobae 

El sindicato de educadores y el Gobierno nacional lograron un convenio para continuar el retorno gradual a las clases presenciales en el país.

Tras 26 sesiones de diálogo en la Mesa de Negociaciones que instalaron el Ministerio de Educación y la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) el pasado 22 de junio, este fin de semana se logró el acuerdo para mejorar las condiciones de los maestros y continuar el proceso de retorno a las clases presenciales.

Según informó el Ministerio de Educación, “las partes ratificamos el compromiso ético y la responsabilidad que nos corresponde como servidores públicos con la prestación del servicio educativo de manera presencial en las aulas de clase en todas las instituciones educativas oficiales”.

En ese sentido, los maestros y el Gobierno nacional reconocieron que el retorno a las aulas de clase se continuará realizando bajo las condiciones de bioseguridad que ha definido el Ministerio de Salud y Protección Social para la comunidad educativa. “La presencialidad para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que acceden a los colegios oficiales, es un compromiso muy importante para promover su salud mental, desarrollo integral, fortalecer los aprendizajes y la construcción de proyectos de vida”, agregó la cartera de Salud.

Fecode, en su comunicado sobre los nuevos acuerdos firmados en la madrugada del 7 de agosto, no se pronunció sobre la presencialidad. Ese punto ocupó todo un capítulo de la negociación, llamado La Escuela de la Presencialidad, y se había firmado en las semanas previas entre ambas partes, en el cual se acordó mantener el retorno a las aulas para el segundo semestre de 2021, pero bajo condiciones previas y verificables establecidas en las Resolución 1721 de 2020.

El acuerdo es clave, pues una de las denuncias de Fecode para oponerse a la presencialidad, era la falta de condiciones y garantías de bioseguridad en algunas instituciones educativas. Quedó acordado que la presencialidad se suspenderá únicamente en casos excepcionales, en los que no haya capacidad de las aulas, no haya vacunación total del personal o la ciudad o municipio afronte una situación epidemiológica de gravedad.

En las instituciones donde no se cumplan los protocolos de bioseguridad establecidos por las autoridades, el acuerdo establece que las Secretarías de Educación del lugar donde se ubique el colegio conformará una mesa de seguimiento con un representante de Fecode, un rector y un padre de familia, que rendirá informe, a su vez, al Ministerio de Educación. Se agilizarán las acciones para retomar a la presencialidad.

Los demás acuerdos entre maestros y el Gobierno

Los maestros esperan que los recursos para la educación aumenten de manera gradual y progresiva, después del acuerdo sobre una reforma constitucional al Sistema General de Participaciones que quedó firmado en los acuerdos. Un proyecto que deberá presentar el Gobierno en los próximos seis meses para generar mayores partidas presupuestales e inversiones que mejoren la calidad de la educación en el país.

El proceso de ascensos de los maestros también tendrá modificaciones. Se acordó modificar el modelo y enfoque de la evaluación docente para que “responda a las exigencias actuales del sistema, a los retos en materia de calidad, evaluación y viabilidad financiera y que se proyecte como una estrategia de mejora continua de la misma carrera”. Se generará una nueva lista para ascensos y reubicaciones bajo el nuevo esquema.

Adicionalmente, el Gobierno nacional cofinanciará y convocará un curso de formación para 8.000 docentes y directivos docentes para aquellos que participaron en la tercera cohorte y no lograron el puntaje exigido para el ascenso o la reubicación. Quienes aprueben el curso podrán acceder a los beneficios de promoción.

Se mejorarán las condiciones de los docentes a través de un reconocimiento de la proporcionalidad de la prima de vacaciones, con un incremento de la bonificación pedagógica del 15% al 19% del salario. Además, se hará una revisión del Manual de Calificaciones de Pérdida de Capacidad Laboral, implementar el Sistema General de Seguridad y Salud en el Trabajo, selección de defensor del usuario, con el fin de garantizar calidad en el servicio de salud para los maestros.

“Por el respeto de la vida, la integridad física y los derechos humanos en la labor docente y sindical, se reiteró la voluntad del Gobierno de generar garantías para el ejercicio de la actividad sindical y apoyar activamente los procesos para la reparación integral, colectiva e individual”, informó el Ministerio de Educación sobre los acuerdos.

Finalmente, se acordó continuar con los Juegos Deportivos Nacionales y el Encuentro Folclórico y Cultural del Magisterio Colombiano para 2021, que contará con los recursos requeridos para la planeación de los mismo y la inclusión de las nuevas medidas deportivas y modalidades culturales.

https://www.infobae.com/america/colombia/2021/08/09/continua-el-regreso-a-clases-presenciales-este-lunes-tras-acuerdo-entre-el-ministerio-de-educacion-y-fecode/

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Honduras: Centros educativos iniciarán clases semipresenciales de forma gradual.

Hondudiario 

Los centros educativos públicos estarán iniciando el retorno gradual a clases semipresenciales el próximo 26 de agosto.

El ministro de Educación Arnaldo Bueso, manifestó que el proceso de retorno a clases semipresenciales será gradual, tanto para centros gubernamentales como no gubernamentales.

El funcionario indicó que el regreso a las aulas será de manera paulatina debido a que hay que seguir todo un proceso que incluye vacunación y medidas de bioseguridad.

Bueso agregó que los maestros ya cuentan con la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus, y esperan a que llegue la fecha de la segunda dosis para un retorno a clases semipresenciales de forma gradual.

“El 26 de agosto es la fecha para que los centros educativos gubernamentales inicien; que de igual forma no significa que el mismo 26 todos arranquen va a ser un proceso gradual”, sostuvo.

Algunos de los centros educativos que van a iniciar clases semipresenciales están en Choloma, Comayagua, San Pedro Sula, Distrito Central, La Ceiba y Copán Ruinas.

 

https://hondudiario.com/covid-19/centros-educativos-iniciaran-clases-semipresenciales-de-forma-gradual-reitera-educacion/

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Uruguay. Cambios en la educación: Silva dijo que preparan experiencias piloto para 2022

Por: El País 

El presidente del Consejo Directivo Central (Codicen), Robert Silva, dijo este lunes a El País que en el año 2022 habrá “experiencias piloto” que se darán en el marco de una “gran reforma del sistema educativo” que empezó a cultivarse el año pasado, pero que quedará efectiva entre 2022 y 2023.

“Toda la reforma curricular comienza en el 2023. En el 2022 tendremos experiencias piloto o algunas acciones concretas en algunas áreas, pero todo comienza en el 2023. Se va a habilitar todo un proceso de diálogo, de consulta, con toda la sociedad, porque el tema de la reforma curricular no es solo de los docentes, es también de los estudiantes, de la familia”, dijo Silva a El País.

Uno de los cambios incluidos dentro de esta hoja de ruta, aprobada por la ANEP para concretar la transformación curricular, es la creación del Bachillerato Interdisciplinario General propuesto por Secundaria. Este nuevo plan propone que los estudiantes de este nivel educativo tengan la opción de elegir una orientación en sexto año de liceo, y no en cuarto como funciona actualmente.

La directora de Políticas Educativas de la ANEP, Adriana Aristimuño, dijo en agosto del 2020 a El País, que los cambios en bachillerato se darían “en principio” en el año 2023. “Hay un pre-acuerdo con la UdelaR en tender a que se pueda ingresar a más carreras sin tener que optar por una orientación en el bachillerato. La idea es que sea un bachillerato general”, sostuvo.

Al ser consultada este lunes sobre este tema, Aristimuño agregó: “Esto no es nada más que una experiencia para ver cómo sale y en realidad sobre la reforma curricular hay muy pocas cosas decididas. Por eso tenemos que hacer una consulta. Estamos lanzando muchos grupos de trabajo, esto no es algo que está cerrado, para nada”.

En ese sentido, Aristimuño explicó que “la idea más importante que tiene esta experiencia es ir hacia un bachillerato general, transversal, igual para todos los estudiantes, en el cual al final se puedan elegir algunas opciones”. Sin embargo remarcó que esto no era nada más que una “propuesta experimental que va a estar a estudio, para evaluar, su pertinencia y su conveniencia”. “En todo caso la tomaríamos como parte de la reforma, si consideramos que es viable y adecuada en lo que la reforma propone”, sostuvo.

“Va a ser algo acotado, que se va a hacer de manera experimental el año que viene por iniciativa de Secundaria. Nosotros estamos haciendo un proceso global, integral, que comprende todo el sistema educativo”, concluyó.

Estos cambios previstos para el 2022 y 2023 ya generaron reacciones en diversos sectores de la educación. El expresidente de Fenapes, Marcel Slamovitz, dijo que esta reforma en Secundaria «prohibe a los alumnos de la Educación Pública estudiar los saberes de la humanidad».

«El verdadero motivo de la persecución sindical: eliminar la resistencia ante esta reforma que elimina el asignaturismo, prohibe a los alumnos de la Ed. Pública estudiar los saberes de la humanidad. Reduce las orientaciones en bachillerato. Modelo chileno 100 por 100», escribió en su cuenta de Twitter.

Por otra parte, el exdirigente de Fenapes y expresidente de Ades(Asociación de Docentes de Educación Secundaria de Montevideo) Emiliano Mandacen se refirió a esta reforma como una «escandalosa pauperización de los contenidos, del concepto de formación integral», y la calificó como una «municipalización de la educación, vestida de autonomía de los centros, para favorecer los sectores empresariales».

«La educación al servicio del mercado. La ductilidad, y la obediencia de la mano de obra barata , alienada. Mientras las élites, se apropian del conocimiento universal para sus cuadros. El resto de la sociedad, debe “cultivar” habilidades para servir a ese status quo», escribió en su cuenta de Twitter.

Mandacen también atacó contra la «hoja de ruta» de la que habló Robert Silva y dijo que «el problema de fondo» de esa reforma no era la hoja en sí misma, sino que lo eran «los marcos conceptuales que la estructuran». «No hay que subestimar a la sociedad. Un debate serio, sin falsas neutralidades, donde se esconde un profundo conservadurismo», escribió.

https://www.elpais.com.uy/informacion/educacion/cambios-educacion-silva-dijo-preparan-experiencias-piloto.html

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Paulo Freire: a 100 años de su nacimiento, una lectura en tiempos de pandemia

Por Gladys Rodríguez Jourdan*

Conocí a Paulo Freire en una fría mañana de junio de 1989. Fue la única vez que visitó Uruguay. El frío se transformó pronto en un encuentro cálido. Entre la muchedumbre que lo acompañó, el diálogo amoroso, término que utilizaría muchas veces para referirse a la acción educativa, logró que el frío se transformara en calor humano, en emoción al tenerlo ahí cerquita, con esa barba blanca y esa entrante calva que lo inmortalizó. Fue en el entonces Instituto de Psicología de la Universidad de la República, en la calle Leguizamón.

En los 100 años de su nacimiento, recordarlo en la Casa del Maestro, en la calle Soriano, fue haber vivido algo de su pedagogía. Estaba previsto que fuera al interior de la casa sindical, pero la multitud hizo que se dirigiera al público presente en la calle, desde el balcón, una experiencia que como lo mencionara él, no había vivido ni siquiera en su propio país. Presentado por Reina Reyes, se volvió un diálogo con educadoras y educadores, una experiencia pedagógica para repensar en los tiempos que corren.

En este 2021 se cumplen 100 años de su nacimiento y se le hacen homenajes en buena parte del mundo, en particular en América Latina. Se trata del más notorio referente de la pedagogía latinoamericana del siglo XX, pero la trascendió: no sólo tuvo una importante participación en los procesos descolonizadores en África, sino también en Estados Unidos y Europa.

Su pedagogía fue una construcción desde la praxis; pensaba mientras andaba, y mientras andaba junto a los desposeídos de todo, los desharrapados del mundo, como los definía. Creaba la pedagogía de hombres y mujeres oprimidas. No delante ni detrás, sino junto al hacer de personas luchadoras, los condenados de la tierra, favelados, indígenas, afrodescendientes, blancos pobres.

Creo que un aspecto esencial a considerar es que hoy Paulo Freire merece ser leído teniendo presente lo que él mismo decía en cuanto a que no repitiéramos su pensamiento sino que lo recreáramos, lo rehiciéramos, no a la luz de nosotros sino del mundo y de las circunstancias históricas en las que nos situáramos. Como bien escribe en Grito Manso: “Tenemos que comprender que las luchas de los pueblos atraviesan etapas diferentes y esas etapas tienen dificultades diferentes”.

Paulo Freire: un pensador de oposiciones superadoras

Cuando se habla de transformaciones, Peter McLaren, su amigo y uno de los principales referentes de la pedagogía crítica norteamericana, nos invita a captar las oposiciones a las que recurre en sus obras de tal modo que esas oposiciones no se transformen en categorías fijas, ya que vivimos en un mundo muy complejo en el que los humanos están siempre interrelacionados. Aludiendo a una de sus obras más conocidas, McLaren se pregunta: “¿Quiénes son los oprimidos hoy?”.

Son esos “nadies” que, desde hace más de 500 años, en medio de una pandemia de ribetes universales, en el continente más desigual del planeta, decidieron salir a defender su memoria colectiva, su lengua, sus atuendos, su comida, su alegría danzarina y su polifonía musical como el más hermoso acto de rebeldía ancestral. Ellos, como nadie, aprendieron esa máxima freiriana de que las formas de acción política se reinventan. Como lo expresa Adriana Puiggrós, en estos tiempos de fatalismo neoliberal que nos condenan al inmovilismo de que nada se puede hacer, fatalismo neoliberal del discurso cerrado y único que no se abre al conjunto de la sociedad, que ha maltratado el concepto de libertad, que no dialoga, que no integra, los pueblos oprimidos se abren y muestran la esencia de su rostro a esa parte de la sociedad que los silencia.

Son esos millones de jóvenes colombianos que, cansados de tanto no tener nada, salieron a las calles en todos los rincones del país, en ese gran Paro Nacional, para denunciar a los despojadores de siempre y usurpadores de la riqueza del pueblo colombiano. Son la Minga indígena que sale con orgullo del ostracismo al que fueron condenados. Salen a luchar con su resistencia acumulada por siglos en bandas musicales, con sus danzas tradicionales, a gritar al mundo la alegría de su reserva cultural resguardada en sus comunidades.

Son los jóvenes estudiantes chilenos hartos de que les vendieran todo a los capitales multinacionales enriqueciendo a unos pocos de la élite oligárquica y tuvieran que pagar por algo tan elemental como el derecho humano a la educación pública y gratuita. Dijeron basta al aumento de 30 pesos del boleto, que no eran 30 pesos, eran 30 años de represión, de abuso pinochetista al servicio de los grandes capitalistas. Son los pobres de las poblaciones, los mapuches que alzaron sus voces y lograron sentarse a una mesa para pensar juntos como ciudadanos y ciudadanas dignos, con derechos. Asumieron la unidad en la diversidad para dialogar en sentido freiriano y escribir una nueva constitución para que sea posible entablar nuevas relaciones y construir un Chile plurinacional. Un diálogo que no cosifique al otro sino un diálogo en el que se crea en los que han sido silenciados, en los que han sufrido el asalto deshumanizante.

Con el asesinato del afroestadounidense George Floyd en Estados Unidos, son los protagonistas de las movilizaciones antirracistas, dice Peter McLaren. Él trata, siguiendo el pensamiento freiriano, de integrar estos movimientos a la pedagogía crítica. Se intenta prohibir la historia de la esclavitud porque los euroestadounidenses blancos tienen miedo a lo que llaman “un invierno demográfico” en el que sean suplantados por población afrodescendiente o inmigrantes latinos, descalificados, según ellos.

Esos movimientos antirracistas surgen desde el territorio, se enfocan en lo colectivo, movilizan a los actores que viven en campamentos, lugares ocupados en los barrios, los desplazados por razones étnicas, ecológicas, para pensar en algo que Freire llamó la ecopedagogía y la geopedagogía.

Siguiendo con la lógica de las oposiciones: “¿Quiénes son los opresores hoy?”, se pregunta McLaren. A modo de ejemplo, en “las entrañas de la bestia”, como suele decir, durante la era Trump se expandieron los movimientos evangelistas pentecostales que siguen difundiendo la idea de que Donald Trump es una especie de elegido de Dios y en la que mucha gente cree. Aprovechando la pandemia, fuerzan a las familias a continuar con la educación en el hogar y así enseñar la religión conservadora. Como ya planteamos, siguen siendo los capitales transnacionales, las élites dominantes, los latifundistas que arrasan la Amazonia, que se adueñan y mercantilizan las reservas de agua y gas natural, los generadores del extractivismo, los que contaminan el ecosistema y obligan a grandes desplazamientos humanos.

Como manifiesta Carlos Rodríguez Brandão, el mal gobierno y el gobierno del mal de Jair Bolsonaro y sus aliados poderosos quieren borrar la figura de Freire. La descalificación es permanente, quieren desaparecerlo de la pedagogía de Brasil, así como Mauricio Macri lo mandó sacar de la bibliografía de la formación de los educadores en Argentina. Sin embargo, está más vivo que nunca. La pandemia virótica y el pandemonio no han impedido que universidades públicas y privadas, cooperativas, las comunidades de las favelas, el Movimiento de los Sin Tierra, en todo el país y fuera de él, lo recuerden, lo homenajeen y recreen su pensamiento.

Freire nos invita a pensar que la pedagogía es política y la política es pedagógica. La pedagogía como política de reflexión y acción y la política como pedagogía de transformación.

La educación a la que llamó bancaria sigue siendo la educación de los ricos, de los poderosos, donde el otro no existe. Es la educación que ignora a los educadores, a los pueblos originarios, a los pueblos afro, a los trabajadores, a los desocupados, a los inmigrantes pobres. Es la educación de la sociedad del espectáculo neocolonizador, profundamente enraizado en nuestras subjetividades, que desconoce la identidad cultural de los pueblos, la naturaleza, el cosmos, las actividades productivas de los colectivos aborígenes, de las cooperativas, de los talleres de telares.

En cambio, la educación liberadora, la educación problematizadora, la educación dialógica que propone el pedagogo brasileño es el sustento para romper hoy con el colonialismo y el neocolonialismo, que trajo consigo el patriarcado al que enfrentan hoy los movimientos feministas y LGTB en gran parte del mundo o la revolución de las viejas en Argentina.

Hemos visto hace poco tirar monumentos de Cristóbal Colón en Colombia como símbolo del colonialismo instaurado desde hace más de 500 años y, en su lugar, subirse a su basamento como afirmación simbólica de que los desposeídos siguen siendo, quieren ser sujetos de la historia y no objetos deshonrados. Freire nos deja la posibilidad de aprender a leer la realidad desde la propia historia de los pueblos que han sido desconocidos para escribir la historia desde ese desconocimiento, desde esa invisibilización. Aprender cómo hablan esas voces que nunca han sido escuchadas. Aprender a leer los límites cuando las condiciones son adversas para los desharrapados, pero también aprender a leer las posibilidades de transformación desde esas condicionantes que se pueden transformar.

Freire y el mundo de la pandemia

Como bien expresa el pedagogo chileno Jorge Osorio Vargas, en el mundo de la pandemia se vive en la extrañeza, en la inseguridad de la incertidumbre. Al mismo tiempo que la pandemia desnuda las desigualdades y las injusticias ya existentes, nos enfrenta al desafío de dar cuenta de cómo las personas y comunidades construyen estrategias a los riesgos que vivimos. La excepcionalidad de la pandemia –dice– es un agregado a la falta de vivienda, de salud, de educación, de posibilidades de vivir en un vecindario con dignidad básica.

La epidemia nos ha puesto frente a la precariedad y la injusticia, pero Freire nos deja pistas, porque él fue un alternativista, nos deja la posibilidad de construir alternativas teniendo presente las realidades actuales que se viven. Vivimos un contexto de vulnerabilidad que no es un pensamiento miedoso –dice Osorio–, sino que hay que mirar el sufrimiento, la extrañeza y desde ahí afrontar los desafíos transformadores. La metaexclusión de la pandemia radicaliza la vulnerabilidad, los miles y miles de muertes evitables, los niños y niñas que no pueden ir a la escuela y que no tienen formas de conectarse a la virtualidad, los padres y madres que pierden sus trabajos ya precarios, sus viviendas, sus tierras.

Paulo Freire fue un latinoamericanista, él nos invitó a no perder la capacidad de soñar, sobre todo en tiempos difíciles como los que vive América Latina hoy. Basta observar cómo responden las comunidades que están sufriendo: una pedagogía desde la pobreza, desde el riesgo, pero una pedagogía de la resistencia para que las comunidades sean gestoras de vidas más dignas. Son justamente las adversidades, y es por ellas que no hay que perder la capacidad de soñar con cambiar las condicionantes adversas.

Siguiendo con Osorio, estamos viendo nacer las semillas de las comunidades desposeídas que prometen germinar algo incierto aún, un futuro que no podemos definir a ciencia cierta. Las comunidades, los barrios, los estudiantes han asumido el sufrimiento y están gestando procesos de resistencia.

Y aquí creo que vale tener presente que Freire nos habla del miedo de los poderosos y del miedo de los dominados como miedos diferentes. En las luchas que se dan en América Latina, en Estados Unidos, vemos cómo los pobres, los estudiantes, la ancestralidad africana van perdiendo el miedo a la libertad puesto que, como dice Freire, “se sienten capaces de asumir el riesgo de asumirla”, de ahí nace la valentía que les permite enfrentar las represiones de la élite dominante. Élite que tiene miedo, pero el miedo es otro, es el miedo de perder sus privilegios, y apela a la represión y al lenguaje del terror.

Cambiar es difícil pero posible

Cambiar es difícil pero posible, nos advierte Paulo Freire. No estamos determinados por las realidades históricas que nos imponen los poderosos, estamos condicionados por esas realidades que ellos imponen. Pero los pueblos son capaces de tomar conciencia de esos condicionamientos, unirse y luchar para cambiar esas condiciones en favor de los postergados de siempre. “Es precisamente la relación entre la dificultad y la posibilidad de cambiar el mundo lo que introduce la cuestión de la conciencia en la historia”, afirma Freire.

Se reitera en los homenajes la idea del inédito viable como un concepto importante para comprender los estallidos sociales. La miseria, el hambre, la desocupación se transformaron en situaciones límite que estimularon la necesidad de manifestarse, provocando muy diversas formas de expresión que se recrean en formas colectivas de concientización desde su condición de oprimidos. Van dejando al descubierto lo inédito de esas movilizaciones colectivas, que es lo que precede a descubrir las posibilidades de la viabilidad de cambios más profundos. Cambios que aún no se percibe cómo serán, pero van haciendo camino, como la retirada de la reforma tributaria y la intentona aún más privatizadora de la salud pública en medio de una pandemia que deja sin atención a millones de personas en Colombia.

Es el plebiscito para nombrar los y las constituyentes que redactarán la nueva constitución en Chile y que acaban de elegir a una activista y académica mapuche como presidenta de la Convención Constituyente.

Son los indígenas y campesinos, ronderos, jóvenes y viejos que se sintieron identificados con el lápiz y un sombrero de campesino de un maestro de escuela rural como símbolo de la unión entre la educación y la tierra y salieron a defender su voto en las calles de Perú, compartiendo abrigo, ollas populares y la esperanza en que uno de ellos llegara al gobierno. Es la lucha de todas las sangres, expresan los campesinos peruanos.

En América Latina, en Estados Unidos, en África, es la misma lucha, pero no es la misma lucha. Paulo Freire acompañó los procesos de descolonización europea en África, pero la decolonialidad es hoy una noción que hay que deconstruir a la luz de las realidades actuales. No me sigan, recreen mi pensamiento –nos advertía–, porque la historicidad es un principio fundamental que recorre su obra. Los seres humanos somos seres situados en una historia, en una cultura, en un tiempo y espacio determinado.

Y no olvidar que Freire nos invita a pensar que la pedagogía es política y la política es pedagógica. La pedagogía como política de reflexión y acción y la política como pedagogía de transformación.

A modo de cierre, traer a luz una experiencia que le pasó a él, narrada al inicio de Pedagogía de la esperanza. Allí Paulo Freire deja bien claro que la naturaleza de la educación es política. “Eso fue lo que ocurrió en un encuentro realizado recientemente en la Unesco, en París, según me contó uno de los que participaron en él, en que representantes latinoamericanos me negaban la condición de educador. Que obviamente no se negaban a sí mismos. Criticaban en mí lo que les parecía mi politización exagerada. No percibían, sin embargo, que al negarme a mí la condición de educador, por ser demasiado político, eran tan políticos como yo. Aunque ciertamente, en una posición contraria a la mía. Neutrales no eran ni podrían serlo”.

*Gladys Rodríguez Jourdan es docente y licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de la República, Uruguay

Paulo Freire: a 100 años de su nacimiento, una lectura en tiempos de pandemia – Por Gladys Rodríguez Jourdan

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