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Radiografía de un planeta (aún más) en crisis

Fuentes: La marea climática/Eduardo Robaina 

El informe sobre el estado del clima en 2020 de la OMM insiste en que los indicadores empeoraron y los impactos del cambio climático se agravaron en un año al que se le suma la pandemia.

Fenómenos meteorológicos extremos, más calentamiento global y una pandemia. Resultado: millones de personas y ecosistemas afectados. Así resume 2020 la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en su habitual informe sobre el estado del clima que elabora junto a agencias de todo el mundo. Y no, ni de lejos la desaceleración de la economía relacionada con la pandemia logró frenar los motores de la crisis climática ni la aceleración de sus impactos, tal y como recuerda el documento.

El 2020 fue uno de los tres años más calurosos de los que se tiene constancia, a pesar del fenómeno de enfriamiento de La Niña. La temperatura media global fue de aproximadamente 1,2 °C superior a los niveles preindustriales (1850‑1900). Y no, no es un hecho puntual: los seis años transcurridos desde 2015 son los más tórridos de los que se tienen datos. La década de 2011 a 2020 ha sido la más cálida jamás registrada.

En el informe, que lleva elaborándose casi tres décadas, se reflejan algunos indicadores del sistema climático, entre los que se incluyen las concentraciones de gases de efecto invernadero, el incremento de las temperaturas terrestres y oceánicas, el aumento del nivel del mar, el derretimiento del hielo, el retroceso de los glaciares y los fenómenos meteorológicos extremos. Asimismo, se ponen de relieve las repercusiones en el desarrollo socioeconómico, las migraciones y los desplazamientos, la seguridad alimentaria y los ecosistemas terrestres y marinos.

Gases de efecto invernadero

Las concentraciones de los principales gases de efecto invernadero responsables del calentamiento global de la atmósfera siguieron aumentando en 2019 y 2020. Los niveles de dióxido de carbono (CO2), principal GEI, ya han superado las 410 partes por millón (ppm), un 148% más que en niveles preindustriales. Lejos de frenarse, se espera que se alcance o supere las 414 ppm en 2021 si se mantiene la tendencia de los años anteriores. Ni siquiera la pandemia y todo lo que conllevó pudo reducir de manera tangible las concentraciones atmosféricas. Es más: el pasado 3 de abril se registraron 421,21 partes por millón (ppm), lo que supone un nuevo récord diario.

Océanos

Los océanos son claves para la mitigación del cambio climático. Actualmente, absorben hasta un 23 % de las emisiones anuales de CO2 de origen antropogénico. Sin embargo, el dióxido de carbono reacciona con el agua de mar y disminuye su pH, lo que da lugar a la acidificación de los océanos. Esto, a su vez, reduce la capacidad de los océanos para absorber CO2 de la atmósfera, produciéndose un ciclo de retroalimentación.

Los océanos son fundamentales porque absorben más del 90 % del exceso de calor generado por las actividades humanas. En 2019, los océanos alcanzaron los niveles de temperatura más altos jamás registrados, y es probable que esta tendencia se haya mantenido en 2020, acorde a la OMM. Es más: en más del 80 % del océano se produjo, al menos, una ola de calor marina en 2020. El porcentaje del océano en el que se registraron olas de calor marinas “fuertes” (45%) fue superior al correspondiente a las olas de calor marinas “moderadas” (28%).

El estudio también recuerda que el nivel del mar no ha dejado de subir a escala mundial desde 1993; este se ha visto incrementado recientemente debido, en parte, al mayor derretimiento de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida.

crisis

Anomalía de la extensión de hielo ártico en setiembre (rojo) y en marzo (azul), comparado con el promedio del periodo 1981-2010.

Criosfera

Tampoco son buenas las señales que llegan desde el Ártico. Las temperaturas del aire en superficie se han elevado desde mediados de los ochenta, al menos, dos veces más rápido que la media global. Un problema que no solo afecta a los ecosistemas de este lugar, sino al clima de todo el planeta debido a diversos circuitos de retroalimentación como, por ejemplo, las emisiones de metano a la atmósfera causadas por el deshielo del permafrost. Lo que pasa en el Ártico no se queda en el Ártico.

En 2020, el Ártico alcanzó segunda extensión mínima de hielo marino, con 3,74 millones de kilómetros cuadrados el 15 de septiembre. Esta cifra solo es superada por la registrada en septiembre de 2012, cuando se bajó hasta los 3,41 millones de kilómetros cuadrados.

Las temperaturas máximas récords que se registraron al norte del círculo polar ártico en Siberia, con hasta 38 ºC en la localidad de Verkhoyansk, provocaron una aceleración del derretimiento del hielo marino en el mar de Siberia oriental y el mar de Laptev, en los que se produjo una ola de calor marina prolongada. El retroceso del hielo marino durante el verano boreal de 2020 en el mar de Laptev fue el más temprano observado en la era satelital, según apuntan desde la OMM.

Tampoco se libra de los efectos del calentamiento global Groenlandia, que continúa perdiendo masa a un ritmo sin precedentes. Entre septiembre de 2019 y agosto de 2020, se perdieron aproximadamente 152 Gt de hielo de su capa.

Similar es la situación en la Antártida. Si bien la extensión de hielo marino se mantuvo cerca de la media a largo plazo, la fuerte pérdida de masa desde finales de los noventa es clara. Esta tendencia se ha visto acelerada desde 2005 y, en la actualidad, la Antártida pierde aproximadamente entre 175 Gt y 225 Gt de hielo por año debido a los crecientes caudales de los principales glaciares de la Antártida occidental y la península antártica. Una cifra preocupante si se tiene en cuenta que corresponde a alrededor del doble del caudal anual del río Rin en Europa.

Incendios y calor

A más calor, más incendios forestales. El cambio climático hace que sean cada vez más potentes y habituales, pues se dan las condiciones idóneas para ello. En 2020, Estados Unidos sufrió los incendios más grandes jamás registrados a finales del verano y en otoño. La sequía contribuyó a los incendios, a lo que se sumó que el período de julio a septiembre fue el más caluroso y seco observado en el suroeste. En el Valle de la Muerte, en California, se alcanzó los 54,4 °C el 16 de agosto, la temperatura más alta de la que se tiene conocimiento en el mundo en, al menos, los últimos 80 años.

Australia, Cuba, Puerto Rico, Japón… Han sido muchas las zonas y países que registraron en 2020 temperaturas inusuales. En el caso de Europa, durante el verano se vio afectada por una serie de sequías y olas de calor, aunque, en general, no fueron tan intensas como las de 2018 y 2019. Aun así, 2020 ha sido el año más tórrido en el continente desde que comenzaron los registros de satélites en 1983, según el informe sobre el Estado del Clima Europeo de 2020, del Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S).

Evolución de la anomalía de la temperatura global comparada con la media del periodo 1850-1900.

Sequías y lluvias torrenciales

Dos conceptos que se contraponen pero que tienen un denominador común: el cambio climático. Ambos fenómenos son cada vez más intensos y prolongados en el tiempo por culpa del calentamiento global de la atmósfera.

El año pasado, se registraron lluvias intensas e importantes inundaciones en grandes zonas de África y Asia, recuerda el informe sobre el estado del clima. Las peores lluvias e inundaciones afectaron a la mayor parte del Sahel y del Gran Cuerno de África, y provocaron una invasión de langostas del desierto. En cuanto a las sequías, numerosos puntos de América del Sur se vieron afectadas, como es el caso del norte de Argentina, Paraguay y las zonas fronterizas occidentales de Brasil. Solo en éste último, se estima que las pérdidas agrícolas ascendieron a casi 3.000 millones de dólares.

Ciclones tropicales y COVID-19

Otro motivo más para definir 2020 como histórico es la temporada de huracanes del Atlántico Norte. En total, se produjeron 30 tormentas con nombre, la cifra más alta hasta la fecha. Solo en Estados Unidos se registró un récord de 12 llegadas a tierra. Por ejemplo, el huracán Laura, que alcanzó una intensidad de categoría 4; tocó tierra el 27 de agosto en el oeste de Luisiana y provocó importantes daños y pérdidas económicas por valor de 19.000 millones de dólares.

También provocó muchos daños el ciclón tropical Harold, una de las tormentas más fuertes jamás registradas en el Pacífico Sur, y que azotó Fiji, las Islas Salomón, Tonga y Vanuatu. Provocó cerca de 100.000 desplazamientos, gravemente condicionados por la pandemia. Las cuarentenas y los confinamientos obstaculizaron las operaciones de respuesta y recuperación, lo cual demoró el suministro de equipos y asistencia.

Tampoco hay que olvidar al ciclón Amphan, que tocó tierra el 20 de mayo cerca de la frontera entre India y Bangladesh. Este ciclón tropical ha sido el que más costes ocasionó en el océano Índico septentrional desde que se iniciaron los registros. En India, las pérdidas económicas se estimaron en aproximadamente 14.000 millones de dólares.

El ciclón tropical más intenso de la temporada fue el tifón Goni, que atravesó el norte de Filipinas el 1 de noviembre con una velocidad media del viento de al menos 220 km/h. Meses antes, el país sufrió ya el paso del ciclón tropical Vongfong (Ambo). Si bien se evacuó preventivamente a más de 180.000 personas, las medidas de distanciamiento social obligaron a transportar a los residentes en números reducidos y la capacidad de los centros de evacuación se redujo a la mitad.

En el norte de América Central, alrededor de 5,3 millones de personas necesitaron asistencia humanitaria, a lo que se suman 560.000 desplazamientos internos antes del comienzo de la pandemia. En este sentido, la respuesta a los huracanes Eta e Iota se llevaron a cabo en un contexto de complejas vulnerabilidades interrelacionadas, tal y como recuerda el informe.

Desplazamientos

Según el Observatorio de Desplazamiento Interno, se estima que durante el último decenio (2010‑2019) los fenómenos meteorológicos provocaron en torno a 23,1 millones de desplazamientos de personas por año, la mayoría de los cuales se produjeron dentro de las fronteras nacionales. Durante el primer semestre de 2020, se registraron alrededor de 9,8 millones de desplazamientos provocados principalmente por peligros y desastres hidrometeorológicos. La mayoría se concentraron en el sur y sureste de Asia y en el Cuerno de África.

Para la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y ACNUR, «numerosas situaciones de desplazamiento provocadas por fenómenos hidrometeorológicos han pasado a ser desplazamientos prolongados para algunas personas que no pueden volver a sus hogares o que no disponen de opciones para integrarse a escala local o asentarse en otros lugares. Estas personas también pueden verse afectadas por desplazamientos reiterados y frecuentes, que dejan poco tiempo para recuperarse entre una conmoción y la siguiente«, apunta el informe de la OMM.

Inseguridad alimentaria

El clima cambiante y los fenómenos meteorológicos extremos, juntos con los conflictos y la crisis económica, han hecho que la inseguridad alimentaria no deje de aumentar desde hace más de una década. En 2019, casi 690 millones de personas, es decir, el 9 % de la población mundial, estaban subalimentadas y unos 750 millones (casi el 10 %) sufrieron altos niveles de inseguridad alimentaria. Entre 2008 y 2018, las consecuencias de los desastres generaron un costo para los sectores agrícolas de los países en desarrollo superior a 108.000 millones de dólares en concepto de daños o pérdidas de la producción agropecuaria.

También ha jugado un factor importante en el último año, una vez más, la pandemia de la COVID‑19. En 2020, «afectó de forma directa a la oferta y la demanda de alimentos, lo que ocasionó perturbaciones en las cadenas de suministro locales, nacionales y mundiales, y puso en riesgo el acceso a los insumos, recursos y servicios agrícolas necesarios para respaldar la productividad agrícola y velar por la seguridad alimentaria», detalla la OMM.

¿Tres décadas perdidas?

Han pasado 28 años desde que se publicó el primer informe sobre el estado del clima. Tres décadas donde organismos internacionales de todo el mundo han recopilado las causas y consecuencias de un clima cada vez más cambiante fruto de las actividades humanas sin que se haya actuado decididamente. Y, a menos de que se cambie el rumbo, todo seguirá yendo a peor para los ecosistemas y los seres que lo habitan.

La tendencia negativa en lo que respecta al clima continuará durante las próximas décadas, independientemente de los resultados favorables que obtengamos de las medidas de mitigación. Por lo tanto, es importante invertir en la adaptación», sostiene el profesor Petteri Taalas, secretario general de la OMM. En este sentido, apuesta por «invertir en los servicios de alerta temprana y las redes de observación meteorológica. Varios países menos desarrollados presentan grandes deficiencias en sus sistemas de observación y carecen de servicios meteorológicos, climáticos e hidrológicos modernos».

Fuente: https://www.climatica.lamarea.com/radiografia-planeta-aun-mas-en-crisis/

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La vuelta al mundo: ¿cómo ha afectado la pandemia a la educación en Venezuela, Colombia y Uruguay? (Video)

En Venezuela, según el último informe de UNICEF, la pandemia de Covid-19 afectó el derecho a la educación de aproximadamente 7,9 millones de estudiantes por el cierre de las escuelas, pues son pocos los que pueden acceder a la educación virtual. Asimismo, en Colombia la virtualidad ha acentuado las diferencias entre los sectores de la educación de carácter público y los privados. Entretanto en Uruguay, analistas afirman que el nivel académico se pudo mantener a pesar de la pandemia gracias a un programa del Gobierno llamado Plan Ceibal, que provee de herramientas digitales a estudiantes.

Fuente: https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20210422-pandemia-educacion-venezuela-colombia-uruguay

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La Unesco lanza una nueva guía educativa contra la desinformación en internet

La Unesco ha presentado su nueva guía educativa para hacer frente a la desinformación y los discursos de odio con el objetivo de adaptarse al cambio en el consumo de contenidos, cada vez más en plataformas de internet, en un contexto de proliferación de noticias falsas sobre la pandemia.

El texto, presentado este jueves de forma virtual, está dirigido a educadores y estudiantes con el objetivo de detectar «fake news» (noticias falsas) en «un momento en que necesitamos mentes críticas», dijo la directora general de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), Audrey Azoulay.

La nueva edición, a diferencia de la anterior publicada hace diez años, incluye consejos en el ámbito de la inteligencia artificial, la privacidad entre otros, y pone el acento en la lucha contra el discurso de odio, ya que este organismo de Naciones Unidas detectó problemas de este tipo por parte de algunos proveedores de contenidos.

La guía da nociones para que las personas comprendan cómo las noticias y la información puede manipularse para crear desconfianza, división, intolerancia y prejuicio entre distintas sociedades.

Igualmente es clave para entender cómo los modelos de negocio de proveedores puede contribuir a propagar contenido potencialmente dañino a través de su arquitectura y algoritmos.

La nueva publicación recoge asimismo recomendaciones para educadores en el ámbito informal y formal, por lo que proporciona un marco para la formación de profesores, pero también está dirigida a los estudiantes, las empresas y los medios de comunicación, además de a los ciudadanos que consumen, crean y difunden contenido en la red.

«Trabajamos para que la educación sea una herramienta indispensable para la formación, pero también contra los rumores», y ahora «somos más conscientes del impacto de la desinformación», para la cual «la educación juega un papel crucial», concluyó Azoulay.

Fuente: https://www.swissinfo.ch/spa/educaci%C3%B3n-desinformaci%C3%B3n_la-unesco-lanza-una-nueva-gu%C3%ADa-educativa-contra-la-desinformaci%C3%B3n-en-internet/46561392

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Investigación: Los tres grandes retos demográficos del siglo XXI- Ángeles Sánchez Diezs

El número de habitantes en el mundo decide y define el desarrollo de las sociedades. Las megaciudades, las migraciones y el envejecimiento de su población son hoy factores clave. Gestionarlos desde la política marca el futuro.

En el siglo XXI el mundo se enfrenta a intensos desafíos demográficos. No obstante, a lo largo de la historia, siempre ha estado presente la preocupación por las implicaciones de los cambios demográficos en el desarrollo de las sociedades.

Autores como Malthus ya alertaron en el siglo XIX de los riesgos del crecimiento de la población. Más recientemente, científicos y organismos internacionales han centrado sus análisis en las vinculaciones entre las dinámicas demográficas y la sostenibilidad.

MÁS INFORMACIÓN

La población mundial ha pasado de 200 millones, a comienzos del siglo XVII, a 1 000 millones en 1850 y 7 500 en la actualidad. Y, según el Fondo de Población de Naciones Unidas, a finales de este siglo superará los 11 000 millones. A este crecimiento hay que sumar importantes transformaciones, como el proceso de urbanización, de envejecimiento y los movimientos migratorios.

El World Economic Forum (foro de Davos), que reúne a los países y los personajes más ricos y poderosos del mundo, publica cada año un informe sobre Riesgos Globales. Año tras año aparecen el envejecimiento, la falta de oportunidades para los jóvenes, el fracaso de la planificación urbana y los movimientos migratorios involuntarios como grandes riesgos para la economía y el crecimiento mundial.

¿Dónde se concentra la población mundial y dónde crece más?

El 60% de la población mundial está en Asia, donde se encuentran algunos de los países más poblados del mundo, como China, India, Pakistán e Indonesia. Mientras, otras regiones del mundo, particularmente Europa, están perdiendo importancia demográfica. En 1950, el 21,7% de la población mundial residía en el viejo continente, en 2015 tan solo lo hacía el 10% y en 2100 lo hará el 5,5%. Pero Europa no solo pierde peso demográfico, sino que su población envejece, como se observa en la tabla.

La clave de futuro está en la dinámica demográfica de África. En 2015 concentraba el 16% de la población mundial, porcentaje que se espera que suba hasta el 39% a finales de siglo. Más de la mitad del crecimiento de la población del mundo se concentra en Nigeria, Congo, Tanzania, Etiopía, Angola y Níger.

Población mundial (en millones de personas y en porcentaje sobre el total) Fuente: elaboración propia, a partir de información pública de la División de Población de la ONU
Población mundial (en millones de personas y en porcentaje sobre el total) Fuente: elaboración propia, a partir de información pública de la División de Población de la ONU

La creciente urbanización: el éxodo del campo a la ciudad

El desarrollo de los países suele ir ligado a un proceso de industrialización que genera importantes desplazamientos del campo a la ciudad (migraciones internas). En 1950 solo el 29,4% de la población mundial vivía en zonas urbanas. Hoy día esa cifra ha ascendido al 56% y a finales de siglo será del 67%.

No obstante, la realidad en cada una de las regiones del mundo es muy diferente. Entre el 70% y el 80% de la población europea y norteamericana vive en ciudades, frente a tan solo el 40%-50% en los países de Asia y África.

El paso hacia las ciudades plantea dos importantes retos: la viabilidad de las urbes y el despoblamiento del campo.

La creciente urbanización también genera problemas: la pobreza urbana y las megaciudades, con una fuerte relación entre sí, son quizás los más importantes.

La pobreza urbana tiene su máxima expresión en infraviviendas (suburbios, poblaciones, ranchitos, favelas…), que aglutinan a personas en condiciones de vida lamentables por la falta de servicios básicos. Además, quienes habitan en esos lugares sufren una importante falta de oportunidades laborales y un alto riesgo de exclusión social. En 30 países del mundo, más del 55% de su población urbana vive en tugurios.

El otro gran problema está en la proliferación de las megaciudades. En 1980 solo había cinco ciudades con más de 10 millones de habitantes; en 2021 son ya 16. Muchas de ellas (Delhi, Shanghai, Sao Paulo, Ciudad de México, Daca) están situadas en países altamente empobrecidos, donde el riesgo de fracaso urbanístico es mayor. Estas grandes ciudades plantean problemas de congestión y saturación, que reducen la calidad de vida de sus ciudadanos e introducen fuertes tensiones medioambientales.

La preocupación por la viabilidad urbana se ha recogido en la Agenda 2030, a través del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 11. Lo que se pretende es lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. Con este fin también trabaja ONU-Habitat, que tiene a su cargo el desarrollo de una hoja de ruta para la planificación del desarrollo urbano.

El envejecimiento de la población

Aunque el proceso de envejecimiento de la población es generalizado, hay grandes diferencias por regiones. Europa y América del Norte son las zonas más envejecidas del planeta. No obstante, Asia, el continente más poblado, registra un rápido proceso de envejecimiento. En 2020 el 56,7% de su población tenía más de 65 años, frente al 44% de 1990. Hay quien afirma que China será antes un país viejo que rico.

El envejecimiento conlleva grandes retos para los gobiernos. Quizá el más importante sea mantener la sostenibilidad de los sistemas públicos de pensiones (de reparto). En las últimas décadas, la gran mayoría de los países europeos han reformado sus sistemas, con vistas a incrementar la edad legal de jubilación y el tiempo de cotización mínimo necesario para tener derecho a una pensión. Frente al sistema de reparto está el sistema de capitalización, basado en los ahorros personales de cada individuo.

No obstante, sea cual sea el modelo, la realidad es que casi un tercio de la población mundial no percibe ningún tipo de pensión, ni pública ni privada. Además, existen importantes brechas en función del nivel de desarrollo del país, pero también según el sexo del trabajador.

Tras la crisis financiera de 2009 las medidas de ajuste estructural tuvieron efectos perversos sobre las políticas sociales, particularmente para los más desfavorecidos. La actual crisis del coronavirus, al menos en un primer momento, se está gestionando con un mayor apoyo a los ciudadanos. No obstante, el incremento de los niveles de deuda y déficit en el conjunto de las economías establece un futuro incierto.

La meta 1.3 de la Agenda 2030 busca la implementación de sistemas de protección social para todos, prestando especial atención a las personas pobres y vulnerables, como herramienta fundamental para acabar con la pobreza extrema.

Los movimientos migratorios internacionales

La población migrante supone solo el 3,5% del total de la población. No obstante, las diferencias según países son muy importantes. Por ejemplo, en la gran mayoría de los países del Golfo Pérsico la población de residentes extranjeros supera el 50%.

Las migraciones son mayoritariamente intrarregionales, es decir personas que se desplazan dentro de su continente a países vecinos. Corredores como Bangladés-India, Rusia-Ucrania (y viceversa) y Kazajistán-Rusia (y viceversa) son algunos de los más importantes en el mundo.

En la Unión Europea, el tratado de Schengen, junto con otras políticas como el reconocimiento de títulos o el programa educativo Erasmus, facilita el movimiento de personas trabajadoras. Los movimientos en América se dan del sur al norte, destacando el corredor de Centroamérica-México hacia Estados Unidos.

La globalización se ha basado en la libre circulación de bienes, servicios y capitales, pero en mucha menor medida de personas. Es más, las barreras a la libre circulación de personas siguen muy presentes. La caída del Muro de Berlín, icono del fin de una era de restricciones en el movimiento de personas, no refleja la realidad. El muro México-Estados Unidos, la zona desmilitarizada entre Corea del Sur-Corea del Norte, las vallas de Ceuta y Melilla o el muro de Cisjordania son alg

unos ejemplos de las barreras físicas creadas para limitar los movimientos de personas.

Un niño palestino pasa junto a una de las pinturas del muro de Gaza.
Un niño palestino pasa junto a una de las pinturas del muro de Gaza.REUTERS

Los otros migrantes: refugiados y apátridas

Además de los movimientos de personas por razones laborales y de agrupamiento familiar, están los movimientos involuntarios o forzosos: el de los refugiados. Antes de la pandemia había 26 millones de refugiados y 4,2 millones de solicitantes de asilo.

El inicio de la guerra en Siria, en 2015, disparó el número de refugiados en el mundo. En la actualidad Siria, Venezuela, Afganistán, Sudán del Sur y Myanmar son el origen del 68% de los movimientos forzosos. Turquía, Colombia, Pakistán, Uganda y Alemania reciben al 73% de los refugiados. A diferencia de lo que pudiera parecer, las personas se desplazan mayoritariamente a países vecinos.

La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 les otorga derechos en los países de asilo. El problema se plantea cuando se extienden los periodos en el que la persona es solicitante de asilo, y por lo tanto, sus derechos están muy restringidos.

A estos migrantes hay que sumar a los apátridas, personas a las que ningún país les concede la nacionalidad y que, por tanto, carecen de acceso a derechos básicos como educación, salud, empleo y libertad de movimiento. Algunos ejemplos de pueblos en situación de apatridia son los rohingyas en Myanmar o los nubios en Kenia, entre otros muchos.

La incertidumbre del futuro: ¿nuevas brechas?

Los retos demográficos ya eran importante antes de la pandemia, pero se han agudizado y muy probablemente se agravarán en el futuro. A medio plazo habrá que ver las repercusiones de las presiones fiscales derivadas del incremento de la deuda pública sobre políticas sociales como las pensiones.

Más incierto es si continuará el incremento desmedido de las ciudades o habrá un “retorno a lo rural”, facilitado por las oportunidades del teletrabajo. Ello dependerá de la inversión de los países para cerrar la brecha tecnológica entre lo urbano y lo rural. Sin embargo, esta oportunidad será esencialmente exclusiva de los países desarrollados.

Los inmigrantes, ya sean forzosos o voluntarios, también habrán de encontrar su espacio en un mundo con crecientes restricciones a la movilidad, que no se sabe cuánto durarán.

Ángeles Sánchez Díez pertenece al departamento de Estructura Económica y Economía del Desarrollo. Coordinadora del Grupo de Estudio de las Transformaciones de la Economía Mundial (GETEM), Universidad Autónoma de Madrid.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2021-04-24/los-tres-grandes-retos-demograficos-del-siglo-xxi.html

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La pelea política por la educación en Buenos Aires sume a las escuelas en la incertidumbre

Un fallo judicial habilita la asistencia a los centros educativos en la capital argentina, que iban a permanecer cerrados durante dos semanas por decreto presidencial

La polarización política de Argentina se ha trasladado a la educación. Muchas escuelas privadas de la ciudad de Buenos Aires abrieron hoy sus puertas. Otras las abrirán mañana. En la mayoría de las públicas no recibieron alumnos porque casi todo el personal docente se sumó a la huelga convocada después de que un fallo judicial habilitase este domingo las clases presenciales, que habían regresado al modo virtual por dos semanas por decreto presidencial. La pelea por la educación en la capital entre el jefe de Estado de Argentina, el peronista Alberto Fernández, y el alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, del opositor Juntos por el Cambio, ocurre en medio de una segunda ola de la covid-19 con récord de casos y tiene en el horizonte las elecciones legislativas del próximo octubre. Las posturas enfrentadas se replican además entre familias e instituciones educativas, sumidas en la incertidumbre.

“Hola Juli, ¿vos sabés si hoy tenemos clases? Me parece que no…”, le decía un niño a su compañera de grado mientras sus padres llamaban al timbre de la escuela pública Mariano Acha a las nueve de la mañana, a la espera de que alguien les diese información. La directora salió a explicar lo que llegaría por correo también minutos después: los maestros que no estaban de huelga este lunes darían clases por Zoom. El martes, de no haber un fallo judicial contrario u otra medida de fuerza, la escuela reabriría. A dos cuadras de distancia, un jardín de infantes privado recibía a los bebés después de tomarles la temperatura, aunque faltó casi un tercio de quienes están anotados.

“Es como estar en medio de una pelea de papás separados: los dos tironeando para su lado, sin escucharse, y los pibes en medio”, se lamentaba la madre de Julieta de vuelta a casa, “Si cierran las escuelas, que cierren también los bares y los restoranes, que cierren todo, porque a medias no sirve y yo ya no sé qué decirle a mi hija”.

El número de casos positivos por coronavirus no ha dejado de aumentar desde mitad de marzo, en especial en el área metropolitana de Buenos Aires (Amba), la zona más densamente poblada del país, con más de tres millones de niños y adolescentes en edad escolar. El 21 de marzo, se registraron 8.160 nuevos contagios. Tres semanas después, la cifra era ya más del triple: 29.472. Ante esta escalada, el Ejecutivo de Fernández anunció el miércoles nuevas restricciones para frenar la circulación de personas y reducir la curva epidemiológica, entre ellas la suspensión de las clases presenciales en el AMBA.

En vídeo, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, anuncia el cierre de las escuelas en Buenos Aires y el endurecimiento del toque de queda. FOTO: DPA / EUROPA PRESS | VÍDEO: EPV

Un día después, Rodríguez Larreta, del partido del expresidente Mauricio Macri, advirtió que llevaría esa decisión ante la justicia por considerar que las escuelas no son un foco de contagio. Según los datos oficiales, entre el 17 de marzo y el 12 de abril se infectó el 0,71% de la comunidad educativa. Colectivos de padres convocaron a cacerolazos, protestas y abrazos frente a las escuelas para exigir que se mantuviesen abiertas y celebraron el fallo dictado anoche por la Cámara de Apelaciones de la ciudad de Buenos Aires. “Es un orgullo poder anunciar que mañana [por hoy, lunes] las escuelas van a estar abiertas”, dijo el domingo por la noche el alcalde de la capital tras obtener un fallo favorable.

“Lo que hicieron es un estrago jurídico”, sentenció el presidente argentino al conocer el dictamen. “No hagamos política con la pandemia. Tiene que ver con la salud, no con una elección, no con serles simpáticos al electorado”, agregó este lunes al presidente en medio de un acto sobre nuevas inversiones en infraestructuras de salud pública y un bono extraordinario para el personal sanitario de 6.500 pesos (66 dólares).

El Ministerio de Sanidad argumenta que ha crecido un 25% el uso de transporte público desde el inicio de las clases presenciales, a finales de febrero, y que el número de casos del grupo de población en edad escolar ha aumentado por encima de la curva epidemiológica de la población general. “La presencialidad en escuelas puede implicar un bajo riesgo individual, pero alto riesgo colectivo, según el análisis epidemiológico”, destaca la cartera sanitaria.

La disputa está en manos de los tribunales. El Gobierno ha recurrido el fallo ante la Justicia federal, pero será la Corte Suprema quien tenga la última palabra. El máximo tribunal argentino se ha declarado competente este lunes y ha dado cinco días al Gobierno para que aporte pruebas sobre la necesidad de suspender temporalmente las clases presenciales. Hasta entonces, la polémica permanecerá abierta, con padres que aplauden la apertura de las escuelas y otros que juntan firmas para pedir que sus hijos puedan permanecer en casa y asistir a clase de forma virtual.

Fuente: https://elpais.com/sociedad/2021-04-19/la-pelea-politica-por-la-educacion-en-buenos-aires-sume-a-las-escuelas-en-la-incertidumbre.html

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España: Seis de cada diez personas del mundo son usuarios de internet

Seis de cada diez personas del mundo son usuarios de internet

MADRID |

A principios del mes de abril, en el mundo había más de 4.700 millones de personas con conexión a internet, 330 millones más que hace un año, según un informe que recopila datos de más de 200 países y que avanza que en España ya hay 42,5 millones de personas usuarios de la red.

Según estos datos, una de cada seis personas en el mundo está conectada a internet, aunque con una distribución desigual: 9 de cada diez vive en el norte y el oeste de Europa y en América del Norte, y 3 de cada 4 personas del este de África sigue sin estar conectadas.

Además, las redes sociales siguen ganando adeptos y ya son 4.330 millones de personas las que usan estas plataformas en todo el mundo, el 55% de la población mundial, y 500 millones de nuevos usuarios en el último año, según las cifras del informe Digital 2021 de la plataforma de administración de redes sociales Hootsuite y We Are Social, que cada año analiza las tendencias digitales a nivel global y de redes sociales.

WhatsApp es la plataforma preferida para más del 24% de los internautas, seguida de Facebook (22%) e Instagram (18%), pero Facebook sigue siendo la red social más utilizadas (casi 2.800 millones de personas, 57 millones más que hace solo tres meses), seguida de YouTube con casi 2.300 millones y WhatsApp con 2.000 millones.

Además, el mundo tiene 5.270 millones de usuarios únicos de móviles (97 millones más en un año), lo que supone que dos tercios de todas las personas del planeta tiene un teléfono móvil.

En el caso de España, el informe precisa que desde enero de este año, hay 42,5 millones de personas con conexión a internet (144.000 más que hace un año), el 91% por ciento de toda la población española.

Además, en España hay 37,4 millones de usuarios de redes sociales (8 millones más que en enero de 2020), que representan el 80% de la población española.

Por último, el informe avanza que en España hay 54,4 millones de líneas de teléfono móvil (el 0,6% más que hace un año) en un país de 46,7 millones de habitantes.

Fuente de la Información: https://www.lostiempos.com/tendencias/tecnologia/20210422/seis-cada-diez-personas-del-mundo-son-usuarios-internet

 

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Ecuador: Violencia contra la mujer: ¿un asunto privado o de la sociedad?

Violencia contra la mujer: ¿un asunto privado o de la sociedad?

Por Lautaro Ojeda Segovia.

Cada 72 horas ocurre un femicidio en Ecuador. Es el dato más sintomático de la violencia sistemática contra la mujer que gran parte de la sociedad se niega a ver. Todavía está arraigada una cultura machista que dictamina el rol de las mujeres y su comportamiento en la sociedad.
A mediados de marzo, la Asociación de Mujeres por la Equidad de Género presentó en la Asamblea Nacional un dato preocupante: entre enero y febrero ocurrieron 20 femicidios en Ecuador, lo que provocó que 11 niños quedaran en la orfandad. El colectivo dijo que urgen reformas en el sistema judicial porque muchas veces los jueces encargados de condenar estos delitos se convierten en agresores, pues culpan a las mujeres de su desgracia. Pero no solo son los jueces, es toda la sociedad que no quiere ver la violencia contra la mujer. Y esto quizá pase con el último femicidio reportado en marzo.
Gisel Beltrán asistió, junto a dos amigas, a una fiesta en un sector camaronero de Balao, provincia del Guayas. Tras una discusión, un hombre le disparó en el rostro. El sujeto trasladó el cuerpo en una carretilla para tirarlo a uno de los canales de agua de una camaronera. El cadáver fue hallado al siguiente día, según reportó la prensa local y los colectivos feministas que recogieron versiones de los testigos.
No faltarán las personas que, en lugar de cuestionar el delito, primero culpabilicen a la joven por asistir a la fiesta. Se escandalizarán por las “altas horas de la noche”, indagarán en cómo estaba vestida. La criticarán por estar bebiendo con hombre.
Dirán que ella tuvo la culpa por provocar celos a sus amigos. Según la Asamblea General de las Naciones Unidas, “la violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones a los derechos humanos más sistemáticas y extendidas. Está arraigada en estructuras sociales construidas en base al género más que en acciones individuales o acciones al azar”. La OMS incluso llegó a considerar a este tipo de violencia como “un problema de salud de proporciones epidémicas”. Algunas cifras: en Ecuador, seis de cada 10 mujeres han vivido algún tipo de violencia de género. Una de cada cuatro mujeres sufre violencia sexual. Sin embargo, la violencia psicológica es la forma más recurrente (57 por ciento).
Los perpetradores son, sobre todo, esposos, novios o convivientes. El 76 por ciento de mujeres violentadas señala como responsables de las agresiones a su pareja o expareja. 
En buena medida, la sociedad todavía mira esto como un asunto privado. Un femicidio para algunos es un problema de pareja. Cuando se empieza a visibilizar que existe un patrón de comportamiento en los hombres que violentan a sus parejas, muchas reconocen que existe un problema que trasciende el ámbito privado y doméstico.
Está muy arraigado todavía el papel que debe desempeñar el género femenino, como la castidad, pureza, pudor; conceptos que suelen relacionarse con la extendida cultura machista que justifica la permanente vigilancia alrededor de la reputación de las mujeres al interior de la familia. Vigilancia que posteriormente se reproduce en esposos, convivientes, en nombre del honor familiar.
Cómo se profundiza la violencia 
Hay factores que están detrás de esta violencia y que la potencian: el uso del alcohol y sustancias psicoactivas, estrés económico, falta de comunicación en pareja, pérdida de valores familiares, infidelidad y cambio de rol por parte de la mujer. Pero la génesis está en los patrones socioculturales, relaciones inequitativas de poder entre hombre y mujer, mantenimiento de la cultura patriarcal, mentalidad machista que, en forma subconsciente o consciente, piensa que la mujer es propiedad del hombre.
Además, no faltan quienes destacan la existencia de una “erotización de la dominación” que hace que las propias mujeres generen una dependencia, en la que la violencia es parte del sistema de interrelación emocional con su pareja. Pensamiento sostenido en el “ideal” de amor romántico. Esta distorsión es compartida con el modelo de masculinidad agresiva, propio del patriarcado, según describen las investigadoras Alda Facio y Lorena Fries. Cabe enfatizar que no se trata de una violencia episódica sino estructural que pretende que las acciones de las mujeres estén bajo el control masculino, incluso la forma de vestir, generando, de esta forma, una dependencia psicológica a través del miedo y del aislamiento.
La violencia contra la mujer se ve agravada por la impunidad proveniente de la autoridad que normaliza el trato diferenciado entre hombres y mujeres. Las sanciones, en buena medida, dependerán de qué tanto la mujer corresponda al modelo de sumisión. La presión social que los medios de comunicación, la publicidad y el entretenimiento influyen sobre la apariencia femenina denotan la idea de que las mujeres tratan de verse seductoras, y esto suele ser un factor que está presente en la impunidad. Quizá así sea tratado el femicidio de Gisel Beltrán.
Según la Fundación Aldea, en Ecuador hay un femicidio cada 72 horas. Se contabilizan más de 870 casos desde que se tipificó este delito en el país en 2014. Más del 30 por ciento de las víctimas había reportado antecedentes de violencia y algunas tenían boleta de auxilio, lo que sugiere que fueron crímenes que se pudieron evitar.
Este fue el caso de Rosa, una joven de 26 años del barrio Santa Bárbara, al sur de Quito. El último fin de semana de marzo su exconviviente entró a su casa y la ahorcó con una soga, según reportó la Policía. En 2018 ella lo había denunciado por violencia familiar. Tenía boleta de auxilio. Deja dos niñas en la orfandad.
La asimétrica distribución del poder que persiste en la sociedad, el rol subordinado, la discriminación y la exclusión constituyen la causa y el fundamento de la violencia contra las mujeres en el marco de formas estructurales y de relaciones de poder inequitativas.
Fuente de la Información: https://www.vistazo.com/seccion/actualidad-nacional/violencia-contra-la-mujer-un-asunto-privado-o-de-la-sociedad

 

 

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