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El trabajo os hará libres

Por:  Manuel Jesús Pérez Alcázar

Desgraciadamente, este tampoco será un final. Sobreviviremos al Covid-19, lo cual no termino de saber si me anima. Lejos de una nostalgia por los olvidados, aquella mentalidad del norte —de la cual nos vienen advirtiendo desde hace tiempo— parece que ha encontrado la manera de asentarse.

Si molestaba la vida para el trabajo precarizado, se acaba con la vida. En cualquier conversación podemos oír esa idea que nos percute la cabeza “Salimos para lo necesario, trabajar” Se prohíbe toda vida a excepción del trabajo. Se ataca a aquello donde lo mediterráneo se hacía grande: la comunidad.

En ese hacer nuestro su eslogan, se inyecta el deseo de trabajar. No olvidemos que están y vienen los despidos. La tasa de desempleo en poco tiempo despegará y dejará a una cantidad de gente cuya salida queda en interrogante ¿a qué saldrá quien no tiene trabajo? ¿No es la calle necesaria? Se implanta entonces en nosotros el anhelo al trabajo. No al trabajo, a trabajar. No a trabajar, querer trabajar.

Alemania se inventa un nuevo confinamiento: Cerrar el ocio. Cada rincón de vida es amputado. Al oír la orden no pude quitarme de mi cabeza una idea: El ocio tiene un lugar físico. Se puede cerrar el ocio, porque el ocio existe como forma. Ya no hay un ocio abstracto, un ocio que acompaña al simple hecho del estar. Ser ocioso no era carecer de motivo. Andar también en abstracto.

Nuestras ciudades, las cuales llevan tiempo tomando forma de microcárceles de lujo: Urbanizaciones cerradas con piscina, pista de baloncesto, parques y barrotes. No tanto para que no entre la gente, con la idea de prohibir la salida. Toda urbanización es un microuniverso. La fuga de la cárcel está justificada para el trabajo.  Vive, pero no te mezcles con el entorno.

Hasta el momento toda vida era un mezclarse, un impregnarse de lo accidental. Hemos olvidado que todo hombre muere. Al olvidarlo, solo podemos pelear contra lo mortal. Sorprendiéndonos cuando no ganamos. Allí afuera, tras la puerta de casa o del trabajo, puedes morir. Si sales, puedes traer la muerte a casa ¿no hemos oído aquello de con quién has estado?

En esta nueva dicotomía entre vida y economía cabe preguntarse ¿qué es la vida? Recuerdo hace años, cuando estábamos intentando salir de la “otra” crisis, que quien es nuestro ministro de consumo planteaba muy bien la duda de la vida, decía: Vivir no es acumular tiempo, es tener calidad de vida. ¿Qué calidad de vida hay en este parón a fascículos en el que, paradójicamente, parecemos vivir?

Me decía una amiga la otra noche: De la izquierda no espero nada, pero como la derecha no pelee por volver al costumbrismo de antes ¿qué nos queda? Una de las medidas para salvar la hostelería es adelantar la cena. Lejos de analizar lo estúpido de adelantar nada —todo se adelantaría— ¿no vendrían todos estos cambios a quedarse?

Recuerdo aquel lejano mes de marzo en el que nos íbamos a encerrar durante quince días ¿Quién creía en esos quince días? No olvidemos que nos pidieron esforzarnos, que nos pidieron parar y lo hicimos. Una vez encerrados, “protegidos”, salió ese lenguaje bélico contra un enemigo ausente, invisible. Las calles vacías no mostraban más que a nuestros policías y soldados tomando las ciudades. Entonces cabria mirarse a uno mismo. Eso nos estaban diciendo. El enemigo no es el virus, ante el cual poco tienen que hacer las escopetas, éramos nosotros. Nuestra manera de vivir. El toque de queda en el que vivimos nos dice aquello que nadie quiere oír: No nos han educado.

La gente se llevaba las manos a la cabeza ante las palabras de Trump sobre Biden, el cual irónicamente advertía, “si gobierna Biden harán caso a los científicos”. La ciencia lleva tiempo postulada a favor de un sistema que quiere avanzar.

El progreso se ha postulado —y no por ello soy negacionista— Las redes de información nos muestran el apocalipsis fuera de nuestras tierras. Solo aquí estamos seguros —a esta idea atacó el ISIS—Las redes sociales nos dan un altavoz al vacio, como dar un grito sin tener que escucharlo. Un desahogo a nadie. Un soportar sin la idea del contacto que el propio verbo lleva implícita. La psicología para reorientarnos ante las crisis que nos asaltan ¿vivir no era una crisis? Ahora, lo sanitario para mantenernos frescos.

Quisiera estar, sin la necesidad de hacerlo ¿Qué es la vida? La pregunta sigue en el aire, pero tengo esa sensación de pérdida. Vivir no es una casa baja con la puerta a la calle, donde la transición salón y acera es inmediata. Vivir es un pasar filtros en forma de portales y puertas. Andar es un verbo olvidado, requerido para pequeños espacio. No un ocio. El metro es un transporte y el trabajo una liberación.

El trabajo os hará libres” que irónica es la democracia.

Fuente: https://nuevarevolucion.es/el-trabajo-os-hara-libres/

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Covid, asfixia y deslocalizaciones

Por: Puertos33


¿No os parece que todo apesta a final? Algunos ya advertían que el capitalismo necesitaba de un final constante, una muerte, para poder sobrevivir. En esta tónica, la Covid-19 no ha invocado nada nuevo, tal vez, ha hecho que algunos terminen de apreciar dicha obligatoriedad.

Ningún modo de vida ha cambiado. Seguimos corriendo, sin parar, con la necesidad de ruido. Nuestras vidas solo son vidas cuando se realizan ¿Cuándo ocurre esto? Nunca. No existe tal meta. Nuestra meta muta constantemente en otra distinta con el único fin de obligarnos a seguir corriendo. No, una vez dentro, no podemos parar.

Meses después los dispositivos de control han aumentado cuantitativamente sus herramientas, nuestros niveles de vida son mermados con el fin de “sobrevivir” ¿A qué precio? El trabajo y el consumo son los únicos espacios de “libertad” que se nos permite. Primero el ocio, luego la familia. Cada refugio del capital es acribillado y eliminado del imaginario ¿Cuántos abuelos no sabrán de lo que hablo?

Sobrevivir, esa es la siguiente meta. No obstante piensa en el futuro. Ya habíamos hablado de la invasión laboral, toda casa es una oficina. La izquierda aquí, vuelve a pecar, sin reconocer el calor del contacto físico hace alarde del desprecio autóctono de nuestra nación para reivindicar los trabajos a distancia ¿Qué sale de aquí? Una praxis inexistente y una economía a merced de no sé qué desorganización obrera.

La Covid-19 ha empujado hacia adelante a una evolución que bajo nuestro consentimiento ya estaba ocurriendo. Sin hacer mucho ejercicio de memoria podemos recordar cualquier brutalidad policial, también la reforma laboral, también los recortes en sanidad y educación. Bienaventurados los que olviden, porque podrán dormir.

¿Ahora qué? Nada, no hay nada. La huelga se muestra inútil bajo la verdad de la separación. El viejo lema: “Proletarios del mundo, uníos” La distancia es la vida ¡Qué frío es el mundo! ¡Qué frío lo hemos dejado!

Mentir será más fácil. Las mascarillas ocultan un rostro que llevaba tiempo queriendo desaparecer del momento. No hay encuentros, hay momentos de escape. Pequeñas paradas que toman forma al sentarse en alguna terraza. El encuentro entre dos rostros es momentáneo, indurable. Esto únicamente simboliza una despersonalización cada vez mayor de los lugares.

No hay organización posible porque no hay demanda sabida. El mundo se paró y con ello la construcción de todo pensamiento reaccionario. En vez de construir, de tener construida la alternativa, la oposición no sabe a qué se enfrenta –El otro también ha cubierto su rostros, cualquier mirada puede vigilarnos-

Nos asfixiamos al respirar nuestro aire calentado, al correr de un lugar a otro, al apretarnos en los vagones del metro. No es que Madrid se haya vuelto incómodo, es que se prima la deslocalización de los cuerpos. El covid ha servido de excusa para callar la lentitud que pudiera sobrevivir en nosotros. El ocio que gobernaba nuestros días.

No, no se trabaja lo mínimo para poder vivir ¿Quién aguantaría el embiste de unos al decir, como señala aquel libro: “Yo, soy un hombre ocioso”? Vivir sin preocupaciones no es el vivir conocido ¿Qué hará ese hombre que no corre? ¿Esa mujer que no acepta apretarse? Las preocupaciones han invadido el trabajo.

La economía es una de las mil caras ocultas del sistema. Podríamos definirlo todo por el tiempo. Por el movimiento, por el lugar. No estamos y de estarlo, ya ha pasado. El café en cápsulas, la comida de microondas, nada que requiera un estar puede realizarse. Hasta los gimnasios que encapsulan aquello que el ocioso puede hacer: Pasear, libre, respirando la involuntariedad de la vida. Sin ninguna meta a final de semana, a final de mes. Con la única meta del día, con lo eterno de reconciliarse con el momento.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/covid-asfixia-y-deslocalizaciones/

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El conflicto del referéndum 1-O desde la perspectiva ética de Aristóteles

Por: Susana Gómez Nuño

Aristóteles concibe la política como una ciencia suprema que rige la vida humana y por la que se alcanza el conocimiento del bien y la virtud, considera a los gobernantes educadores en el bien y ve como un todo al hombre y a la polis. Por consiguiente, establece que ética y política son lo mismo. Asimismo, relaciona la política con la felicidad, en tanto la primera implica acciones prácticas humanas que buscan el bien y la felicidad, no solo la individual sino también la colectiva, siendo esta última “un bien más grande y más hermoso.”

El filósofo griego establece una división en la política: la que trata de la virtud humana y la que trata de la politéia (constitución política) que incluye el estudio de las leyes y las acciones. Es importante destacar que la idea central de la política teleológica aristotélica no contempla la separación de ambos aspectos: ético y civil, hombre y ciudad, político y social. Esta reducción de lo social a lo político es lo que puede dificultar la comprensión de la obra aristotélica, en tanto en la sociedad actual la separación entre sociedad y política es casi completa. Aun así, intentaremos superar ese reduccionismo, imbricándolo con las éticas teleológicas de la modernidad, en el análisis del conflicto 1-O.

Las dificultades de comunicación y entendimiento entre la Generalitat y el Gobierno español vienen de la mano de un independentismo en auge –debido a los recortes al nuevo Estatuto de 2006, ratificados por el Tribunal Constitucional– que establece una nueva relación con España, y al rechazo del gobierno de Mariano Rajoy al pacto fiscal, y a la promesa electoral de Artur Mas, que pretendía acabar con el déficit fiscal de Cataluña con un sistema parecido al concierto vasco. Las tensiones políticas y sociales fueron creciendo con el transcurso del tiempo, desembocando en el conflicto 1-O, que enfrentaba a Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat, y a Mariano Rajoy, líder del Gobierno español, que rechazaba la convocación de un referéndum, aludiendo a la inconstitucionalidad e ilegalidad del proceso.

El conflicto 1-O enfrentó a Mariano Rajoy, presidente del gobierno español, y a Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat de Catalunya

En mi opinión, ambos dirigentes se comportaron de forma imprudente y no midieron las consecuencias de sus actos. Hay que tener en cuenta que el conflicto provocó algunas divergencias, que pusieron en entredicho la credibilidad política, tanto de un lado como de otro. Por una parte, los cuerpos de seguridad de la autonomía, bajo mandato de la fiscalía del estado, tenían órdenes de impedir el referéndum, mientras el aparato político catalán era el instigador de este; y por otro, los cuerpos de las fuerzas de seguridad del estado se excedieron en el cumplimiento de su deber, extralimitando su poder y haciendo uso de la fuerza bruta contra la población civil.

Todo ello provocó una gran polémica que terminó con la aplicación del artículo 155 y el encarcelamiento de varios dirigentes políticos y dirigentes de varias organizaciones civiles. Las consecuencias que tuvieron las decisiones de Puigdemont y Rajoy evidenciaron la falta de virtudes éticas, como la templanza, la magnanimidad, la valentía o la justicia, y diánoéticas, como la sabiduría y la prudencia –no puede ser virtuoso quien no es prudente–, que padecen ambos dirigentes políticos, cuyos posicionamientos distan mucho de la filantropía aristotélica.

Aristóteles establece un punto medio, un equilibrio entre el exceso y el defecto, que ordena la acción de forma racional, pero no se trata de un relativismo, sino que posee un valor imperativo, en tanto se erige como precepto moral que busca la perfección mediante la razón para llegar a la moderación. Y es justamente la ausencia de ese término medio lo que ha caracterizado el conflicto 1-O. Por otro lado, la valentía política real no consiste en tratar con ideas que se consideran equivocadas –la idea equivocada de conseguir algo por medio de la ilegalidad o de imponer un criterio por medio de la fuerza– utilizando el poder del que se dispone, sino conduciendo un debate abierto de ideas, lo cual no se ha llegado a producir en este conflicto, en el que no ha habido una voluntad política para llegar a un acuerdo ni se ha hecho gala del coraje político necesario para “luchar por una sociedad en la cual el deseo humano por una democracia fuerte y una implicación real es satisfecho.» [Verhulst, Jos y Arjen, Nijeboer. Democracia Directa, hechos y argumentos sobre la introducción de la iniciativa y el referéndum (publicación en línea) Bruselas, Democracy Intenational, 2008]

La brutalidad de las actuaciones policiales en el conflicto 1-O acentuó la brecha política y social entre Catalunya y el resto del estado

El utilitarismo, modelo canónico de la ética teleológica moderna, da más importancia a la norma que a la finalidad, de forma que los medios son útiles para el aumento de la felicidad comunitaria. Así pues, las éticas teleológicas modernas son consecuencialistas y plantean la mejora de la convivencia, de la vida social, quitando importancia al acto en sí –cada individuo puede obrar libremente siempre dentro de la ley–, pero dándosela a la responsabilidad y a las consecuencias de nuestros actos. Atendiendo a lo expuesto, podemos afirmar el no cumplimiento de estas premisas en el conflicto que nos ocupa, puesto que tanto el referéndum ilegal como la reprobable actuación policial contra los civiles acentuaron, más si cabe, la división política ya existente, y ocasionaron una gran ruptura social, separando y radicalizando en dos bandos a la sociedad sin ninguna razón de peso.

Desde mi punto de vista, los intereses políticos contrapuestos en el conflicto no obedecían en ningún caso a proporcionar un bien a la sociedad, sino que seguían sus propios intereses, alejándose tanto de la ética teleológica aristotélica como de la moderna. La expresión de la voluntad popular no debería responder a elementos plebiscitarios o emocionales, más cerca de la adhesión o al rechazo de los líderes que convocan la consulta, sino a una opinión bien fundamentada sobre lo que se preguntaba, lo cual no tuvo lugar debido a la inexistencia de un verdadero debate en el seno de la sociedad catalana.

Al igual que Adela Cortina, creo que el referéndum fue más una consulta emocional, con el riesgo democrático que eso conlleva, ya que, si lo analizamos en profundidad, nos daremos cuenta de que el aparato político del “sí”, que apoyaba la consulta, no presentó formalmente un proyecto político viable y concreto de futuro, y, además, sabía perfectamente que se trataba de una acción ilegal y anticonstitucional. El problema es que la autodeterminación se vendió como una solución a las injusticias sociales y a la falta de equidad del gobierno central, apelando a un sentimiento nacionalista muy arraigado en buena parte de la sociedad catalana, cuando en realidad fue más una estrategia política para desviar la atención sobre las numerosas corruptelas de algunos de los dirigentes políticos que promovían vehementemente el proceso independentista.

La autodeterminación se vendió como una solución a las injusticias sociales y a la falta de equidad del gobierno central, apelando a un sentimiento nacionalista muy arraigado en la sociedad catalana

No obstante, todo esto no justifica la respuesta del gobierno español. La ausencia de un diálogo productivo y resolutivo en el que ambas partes pudieran llegar a un acuerdo que contemplara el término medio, unido al mutismo y la poca disposición de Rajoy para negociar, dejó de manifiesto la falta de empatía del partido gobernante con el pueblo catalán. Las violentas cargas policiales contra la población civil también dejaron al descubierto un líder carente de las habilidades y las virtudes necesarias para el ejercicio de la política y la gobernabilidad de un país.

Aun teniendo en cuenta las diferencias entre las polis griegas y la complejidad que embarga la sociedad actual, parece obvio que la ética se encuentra muy alejada de la política, en tanto ya no se lucha para el beneficio colectivo de la sociedad, sino que la política, unida indefectiblemente al capitalismo imperante, se preocupa de los intereses individuales de unos dirigentes que han olvidado los principios básicos de la ética que debe dirigir sus acciones, que deberían encaminarse hacia el bien común y no al individual.

Los actores políticos que formaron parte del conflicto 1-O obraron con irresponsabilidad y cometieron una gran imprudencia política que transforma la democracia en demagogia, en tanto ignoran la necesidad real de hacer una política en beneficio de todos, desvinculándose de los verdaderos problemas sociales que hay que combatir, como la corrupción, la injusticia, la pobreza, etc. Todo esto ha incrementado la brecha entre políticos y ciudadanos, en tanto el descrédito y el desprestigio de la clase política se hace patente ante una ciudadanía desencantada y cada vez más dividida, que no percibe ninguna mejora en su vida cotidiana y que ve brillar por su ausencia el bienestar social y la estabilidad política.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/el-conflicto-del-referendum-1-o-desde-la-perspectiva-etica-de-aristoteles/

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#23S Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Mujeres y Menores

Por: Laura Isabel Gómez García

 

El 23 de septiembre es el Día internacional contra la trata y la explotación sexual de mujeres, niñas y niños, y un año más las feministas nos manifestaremos para exigir tanto al Gobierno español como a los Gobiernos Autonómicos que de una vez por todas se tramite una Ley Abolicionista del Sistema Prostitucional sin más demora.

España es el primer país de la Unión Europea en demanda de prostitución, y el tercero a nivel mundial. Hoy nuestro país es considerado un paraíso de “turismo sexual”. En los últimos años, España ha pasado de ser país de tránsito de víctimas de trata, a país de destino. En las calles, burdeles, pubs, clubs, hoteles, carreteras, casas, pisos y polígonos, son forzadas a la prostitución cientos de miles de mujeres y menores.

En España el 40% de los hombres son puteros, y cada vez exigen más mujeres y más jóvenes; el “chicas nuevas” se cuelga en estos “campos de concentración” cada semana, “chicas” que todas ellas provienen de las redes de trata pues la demanda es tan brutal que para satisfacer semejante número de “mujeres-mercancía” han de ser traídas de las zonas más empobrecidas del mundo (República Dominicana, Colombia, Brasil, México, Venezuela, Nigeria, Mali, El Congo, Kenia, Rumanía, Rusia, China, el Sudeste Asiático, entre otros) porque jamás se conseguiría satisfacer tal cantidad de demanda solo con mujeres autóctonas. De ahí que trata y prostitución sean dos caras de la misma moneda, algo que desde el regulacionismo se intenta separar entre prostitución libre y voluntaria, y prostitución forzada. FALSO.

No existe la prostitución buena y la prostitución mala, pues es tan abrumadora la cantidad de mujeres prostituidas víctimas de las redes de trata que la prostitución voluntaria no es más que una anécdota en este océano de explotación sexual que es nuestro país, un negocio muy lucrativo para mafias y proxenetas, pero que destruye la dignidad, la salud física y mental de las víctimas pues demasiado a menudo se habla de consentimiento, libre elección, “trabajo sexual”, y muy poco se habla de lo que la prostitución hacer al cuerpo y a la mente de las mujeres, nefastas secuelas que acortan la vida de la mujer prostituida de manera dramática.

Por todo ello, la propuesta legislativa desde el Feminismo, no es solo una propuesta, es también una necesidad urgente para poder poner punto final a esta forma de violencia extrema contra las mujeres que sucede cada día, cada noche, todos los días, 365 días al año, 24 horas al día con total impunidad en España.

La Ley Abolicionista del Sistema Prostitucional que propone el Feminismo tiene tres ejes centrales:

1. Garantizar a las mujeres en situación de prostitución que el sistema las reconozca por ley como víctimas de la violencia machista, y como tales, se les tiene que garantizar los derechos y recursos necesarios para su protección, rehabilitación y atención integral por parte de personal profesional público especializado, independientemente de su origen o situación administrativa, y que el acceso a estos derechos y recursos no estén nunca condicionados de ninguna manera a la denuncia ni a la participación en la persecución de los delitos cometidos contra las víctimas u otras mujeres prostituidas.

2. El desmantelamiento de la industria de explotación sexual y de las actividades de los proxenetas que, con medios coercitivos o por mero ánimo de lucro, intervienen o median en la prostitución ajena en beneficio o provecho propio.

3. La penalización de la demanda de prostitución (multar al putero) por constituir la misma un elemento esencial y clave para la pervivencia de esta forma de violencia y explotación. Los puteros pagan para ejercer violencia sexual y deben responder por ello. Existe la trata y la prostitución porque los hombres la demandan.

La prostitución es violencia extrema y no debe seguir siendo promovida como un “trabajo” en el Sistema Educativo, en los Medios de Comunicación, ni en las Instituciones, y no se debe seguir dando cabida a la propaganda del Lobby Proxeneta y su fraudulento discurso del “trabajo sexual”. El blanqueamiento de la prostitución y su “romántica” visión a través de las películas, series, documentales, reportajes, publicidad, etc. son formas de proxenetismo encubierto que no buscan otra cosa que vender el discurso pseudo-progresista para la captación de nuevas mujeres, especialmente las más jóvenes. No hay nada de empoderante y/o feminista en el discurso falsamente “de izquierdas” que pretende vendernos la regularización de la prostitución como una “profesión”, es más bien un discurso Neoliberal, patriarcal y machista, donde una supuesta “libre elección” de unas pocas se superpone a la explotación sexual de la inmensa mayoría; un discurso que trata de preservar el privilegio masculino más misógino y capitalista de la Historia de la Humanidad, el acceso a los cuerpos de las mujeres previo pago, obviando que no existe deseo sexual alguno por parte de la mujer comprada, con todo lo que ello implica.

Así pues, son esenciales las medidas de prevención, detección, sensibilización y formación ya que la erradicación de la prostitución pasa por una sensibilización social que sitúe a la prostitución como la forma de violencia de género y sexual que es.

El estigma social tiene que dejar de recaer sobre las mujeres para pasar a poner el foco en los prostituidores, los proxenetas y los puteros, pues son éstos los que se lucran, usan, abusan, maltratan y violan previo pago los cuerpos de las mujeres prostituidas. Es por esto que un elemento esencial de esta Ley que proponemos es: eliminar de la legislación española todos aquellos aspectos que vengan a sancionar o responsabilizar a las mujeres prostituidas; se propone, entre otras, la modificación del artículo 36.11 de la Ley de Seguridad Ciudadana, que en la actualidad preceptúa que podrá constituir infracción grave la inobservancia de los requerimientos de los agentes de la autoridad para que se abstengan de -lo que denominan tan inapropiadamente- “ofrecer servicios sexuales”. Lo que viene siendo, multar a la prostituida y no al prostituidor, tal y como sucede en la actualidad. Esta norma ha de cambiarse para que pasen a ser multados solo los puteros.

Para una real y total abolición del Sistema Prostitucional en España es también ineludible abordar la reforma del Código Penal actual que está vigente desde 1995, año en el que se reformó y que supuso la despenalización de la tercería locativa, siendo este hecho muy grave porque impide perseguir de forma eficaz a las mafias de la prostitución, ya que son los proxenetas y los prostituidores quienes sostienen y estructuran el Sistema Prostitucional en nuestro país.

La despenalización del proxenetismo no coercitivo en el año 2015 supuso dejar en manos de mujeres esclavizadas la responsabilidad de demostrar la coerción, un regalo de mayor impunidad a las mafias.

Hay que recuperar tipos penales que penalicen toda forma de proxenetismo, que permitan y favorezcan el desmantelamiento de la industria de explotación sexual y de los proxenetas que, con medios coercitivos o por mero ánimo de lucro, intervienen o median en la prostitución ajena en beneficio o provecho propio, aún con el consentimiento de la mujer prostituida.

Otras muchas medidas deben ir desarrollando y modulando el desarrollo de la Ley: como la modificación de aquellas normas permisivas con la explotación sexual, como puede ser la Ley General de Publicidad; la incorporación de la pornografía como una forma de violencia machista, sobre la que es necesario actuar -especialmente, desde los ámbitos de sensibilización y prevención-; o las formas amplias de acreditación de las situaciones de prostitución.

Puntualización importante es que esta ley que se propone desde el Feminismo español, inspirada en el Modelo Nórdico que tan bien ha funcionado en los países en los que se ha implementado, es tanto para mujeres víctimas de trata como para mujeres en situación de prostitución que deseen salir de ella, y para evitar que aquellas que pudieran estar pensando en prostituirse tengan un amplio abanico de ayudas y recursos que impidan que caigan en la prostitución. ESTO ES EL ABOLICIONISMO. Ayudar a las mujeres prostituidas, tratadas, evitar que otras caigan en el sistema prostitucional, y para aquellas que aun con todo quieran prostituirse puedan hacerlo sabiendo que no serán perseguidas, encarceladas ni multadas, no así los puteros, quienes pasan a ser el sujeto perseguido, y estigmatizado.

Para que todo esto sea posible, a parte de la lucha activista del Feminismo hace falta VOLUNTAD Y COMPROMISO político. Las feministas de este país, tenemos la firme convicción de que un Gobierno que se hace llamar así mismo como “el más feminista de la Historia” y de progreso, no puede mirar al otro lado, lavarse las manos, ni ser tibio con la prostitución, pues hacerlo les convierte en cómplices del fascismo proxeneta, y de la explotación sexual de miles de mujeres y menores en España.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/23s-dia-internacional-contra-la-explotacion-sexual-y-la-trata-de-mujeres-y-menores/

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¿Porqué aún no nos escuchan?

Por:  Paula Albornoz

Para muchas, gracias a la incansable lucha de cientos de mujeres antes que nosotras, no poder ir a la universidad, no poder votar o acceder a bancas políticas y no poder reivindicar nuestros derechos en nuestras casas y en las calles es solo un recuerdo amargo que vemos en películas o encontramos en libros, para no olvidar nunca que sucedió, y que podría volver a suceder. Sin embargo, la lucha está lejos de ser ganada y llegar a su fin. Todavía faltan demasiadas mujeres que incluir para llegar al “para todas…”
Hace muy poco tiempo, viendo la televisión, me encontré con una investigación realizada por Agustina Gradin y Karina Iummato junto al Observatorio Julieta Lanteri de FUNDECO, el Observatorio Electoral de COPPAL y el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), donde profundizaron en las violencias ejercidas hacia las mujeres involucradas en la política. Incluye tanto violencia verbal, psicológica, económica, sexual, física y simbólica. ¿Por qué? Por el simple y a la vez complejo hecho de que seamos mujeres y participemos en el ámbito político. Los tiempos cambian, más las rancias mentes conservadoras de una mayoría de hombres que luchan por mantener firmes las bases del patriarcado, no. Estas mujeres son blanco de amenazas, campañas de desprestigio, acoso y, principalmente, violencia verbal basada en su sexo, sus cuerpos, sus vidas sexuales y sus capacidades que, claramente, para los ojos de estar personas, son escasas o inexistentes.
Gorda, puta, inútil, mala madre, mala esposa, fea, vieja, pendeja. ¿Qué tienen que ver cualquiera de esos adjetivos con participar en la política, nos preguntamos? Y más aún, ¿alguna vez los hemos visto siendo usados hacia el género contrario? No hay comentarios acerca de los cuerpos de los hombres, sean políticos o no, porque los hombres tienen permitido envejecer y modificar sus cuerpos sin culpas, con naturalidad, sin que sus canas o sus arrugas se vuelvan razón para descalificar sus ideas. Tampoco oímos nunca que se comenten las vidas sexuales de los hombres; no importa si está con muchas mujeres o si es infiel, de hecho, muchas veces eso es motivo de orgullo. Aunque claro, no sería lo mismo si cambiáramos el “muchas mujeres” por “muchos varones”… Mucho menos se comenta jamás si el hombre que ocupa un puesto político (o un hombre en cualquier ámbito laboral, realmente) es o no buen padre. No importa si está presente y participa en la educación de su descendencia o si tiene hijos e hijas abandonados en cada lugar que visita. Tal cosa es irrelevante y tiene poco que ver con su desempeño laboral, a menos que nos refiramos a una mujer.
Aunque mucho nos guste creer y sentir que hemos avanzado como sociedad, y muchas personas visibles en la política insistan en que la equidad y la igualdad entre géneros ya ha sido alcanzada, toda esa mentira se cae fácilmente con las más ligeras y superficiales observaciones, como las que acabo de hacer.


Más allá de la interesante investigación planteada anteriormente, quise saber qué sentían y cómo vivían esta realidad las mujeres que me rodean, las que hacen política día a día sin ser presidentas, diputadas o senadoras; las militantes, las feministas, las que forman parte de alguna agrupación social o partido político. Decidí hacer dos simples encuestas en la red social Instagram, que podían ser respondidas por “sí” o por “no”. La primera rezaba “¿alguna vez las violentaron o menospreciaron por su ideología política?”, a la cual un abrumador 92% de las casi trescientas mujeres participantes contestó que sí. La segunda pregunta era: “¿alguna vez sufriste de violencia machista en las redes?”, a lo que un 90% también respondió que sí.
Las redes son el lugar ideal para la descalificación y el acoso; ocultos en el anonimato, en la distancia y en el poder de abandonar la conversación o borrarla en cualquier momento, muchos se creen impunes y omnipotentes para decir absolutamente cualquier cosa, casi siempre sin el menor sustento, sabiendo que seguro aparecerá una horda de machitos igual que ellos dispuesto a apoyarlos en su ataque. Durante siglos, la política fue cosa de hombres. Debe molestar y mucho a varios que ahora las mujeres nos hayamos ganado el lugar de hablar, exponer, debatir, votar y gobernar. La mujer con poder les molesta casi tanto como les asusta. Hay una frase muy famosa que creo que puede ilustrar la relación de los hombres con las mujeres políticas: tienen miedo de que les hagamos lo que ellos nos hicieron a nosotras.
Entonces, ¿por qué aún no nos escuchan? No es una pregunta tan difícil de
responder, al fin y al cabo. No nos escuchan porque no les conviene. Sí, podemos ocupar puestos cada vez más altos en la jerarquía e incluso llegar a ser presidentas, pero mientras sigamos viviendo en un sistema capitalista y patriarcal, jamás lograremos que el conjunto de la población, tanto machistas como alienadas, nos vean como lo que somos: motores para el cambio, idealistas, intelectuales, poderosas. No nos escuchan porque aún no somos del todo libres. No nos escuchan porque no les importamos. No nos escuchan porque no nos ven como iguales. No nos escuchan porque no están interesados en darnos el lugar.
La mujer con ideas, molesta. Vuelven a querer imponernos aquella mentalidad arcaica que coaccionó y encerró a tantas mujeres durante siglos: no quieras pensar ni aprender, porque la mujer que estudia y se mete en “asuntos de hombres” es gorda, puta, fea, inútil, vieja, pendeja, mala madre, mala esposa. Ninguna mujer debería querer ser todo eso, ¿no? Ninguna mujer debería desear que un hombre la vea o la califique de semejante forma, ¿verdad? ¿Y qué pasa si no nos importa cómo nos ven y cómo nos llaman? Pasa el feminismo.
La mujer con ideas, molesta. Por eso, no dejemos de pensar. No dejemos de
hacer política.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/porque-aun-no-nos-escuchan/

 

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El ecopacifismo tiene nombre de mujer Petra Kelly

 

Por: María Torres

En 1982 recibió en Suecia el premio “Right Livelihood Award” conocido como el premio nobel alternativo por forjar y poner en práctica una nueva visión uniendo los intereses ecológicos con el desarme, la justicia social y los derechos humanos.

Decía Petra Kelly que «ser tierno y al mismo tiempo subversivo: eso es lo que significa para mí, a nivel político, ser «verde» y actuar como tal. Entiendo el concepto de ternura en sentido amplio. Este concepto, para mí también político, incluye una relación tierna con los animales y las plantas, con la naturaleza, con las ideas, con el arte, con la lengua, con la Tierra, un planeta sin salida de emergencia. Y, por supuesto, la relación con los humanos. Ternura entre las personas, también en el seno de un partido alternativo y no violento, que apuesta públicamente sin cesar por la suavidad, la descentralización, la no violencia. […] Nuestro rumbo debe llevarnos, sin compromisos, en otra dirección ecológica. Eso significa ponerse a andar políticamente por la vía suave. Esa vía suave significa aprender a concebir nuestro planeta, incluyendo la atmósfera, los océanos y los continentes, como una unidad orgánica viva. Nuestro ecosistema es el universo. No lo dividamos en fragmentos y caigamos en la falsa creencia de que nos basta con entender una pequeña parte para entender también el todo. Respetémonos a nosotros mismos y a nuestro entorno. La tierra y yo tenemos las mismas raíces. La tierra la hemos tomado prestada de nuestros hijos.»

Petra Karin Lehmann nace el 29 de noviembre de 1947 en Günzburg, Baviera, dentro de la Alemania dividida tras la II Guerra Mundial. Vivió en Alemania hasta los 13 años en que su madre se casó con alto oficial militar norteamericano apellidado Kelly. La nueva familia emigra a EEUU, en donde Petra adoptará el apellido de su padrastro.  Kelly pasó su adolescencia en el estado de Georgia hasta que en 1966 se matricula en ciencias políticas en la Universidad de Washington, licenciándose en 1970. Durante su periodo estudiantil, Petra frecuenta los ambientes de la izquierda estadounidense y declara su admiración por Martin Luther King. En 1968 apoyará y trabajará para el candidato demócrata a la presidencia Robert Kennedy.

En 1970 regresa a Europa para realizar estudios de postgrado. Tras una breve estancia en Alemania, Kelly se traslada a Ámsterdam para realizar un máster en estudios europeos. En 1971 comienza a trabajar en el Instituto Europeo de la universidad holandesa como ayudante de investigación, pero pronto regresa a Alemania con su impresionante currículum académico y su obsesión por desterrar las múltiples injusticias del mundo.  Las raíces de su pensamiento estaban en la creencia en un reparto económico mundial de carácter sostenible y ecológico y en el cese de la producción armamentística y nuclear.

Tras empezar a trabajar en la Comisión Europea (en la que estuvo 12 años, desde 1971 hasta 1983) Kelly se involucra como activista internacional en diversos países de Europa, por lo que su fama internacional en estos ámbitos será notable durante los años 70, convirtiéndose en un referente  en los movimientos de no violencia, ecologismo, feminismo y derechos humanos. La no violencia y el pacifismo serán campos preferentes en su actuación y su gran utopía un mundo sin armas. Emprendió, conjuntamente con el filósofo Bertrand Rusell, una batalla por una Europa libre de armas nucleares.

1979 será un año histórico para Petra Kelly y su lucha. En el mes de marzo crea junto con otros políticos de izquierda el Partido Verde Alemán, Die Grünen), el primer partido político ecologista de la historia, que nació de la unión de pacifistas, ecologistas, antifascistas, asociaciones de vecinos y de derechos civiles y el movimiento feminista. De ese mosaico tan diverso emanó, a mediados de los setenta, la BBU (Bundesverband Bürgerinitiativen Umweltschutz), que se convertiría en un partido político: Die Grunen (Los Verdes).

La fundación oficial no será hasta enero de 1980. Kelly fue la primera candidata verde al Parlamento Europeo, consiguiendo además que las políticas medioambientales entrasen por primera vez en una agenda política europea.

A partir de esa fecha compagina su actividad parlamentaria con su dedicación a numerosas iniciativas sociales y humanitarias. Algunas de sus acciones más destacadas corresponden a la década de los ochenta. Al inicio de esta articuló un tribunal de guerra, en Núremberg, donde sentó en el banquillo de los acusados a EEUU, URSS, Inglaterra, China y Francia por la producción masiva de armas.

En el año 1983, en Berlín y Moscú, organizó numerosas protestas antinucleares y manifestaciones por los derechos humanos y participó en varios mítines y bloqueos en las bases militares norteamericanas. Su preocupación por hallar una solución no violenta al conflicto OTAN – Pacto de Varsovia le lleva en junio de 1984 a organizar un congreso para buscar una salida dialogada.

Conjuntamente con otros miembros de su partido, en 1985 ocupa durante dos días la embajada alemana en Pretoria (Sudáfrica) para protestar contra la cooperación económica y política alemana con Sudáfrica durante el Apartheid.  En Irlanda lucha contra el establecimiento de las centrales nucleares y las armas atómicas. Y consigue el Gobierno Alemán curse una disculpa oficial por el bombardeo de Guernica.

Todas estas acciones, excepto la organización del congreso, supusieron para Kelly arrestos y estancias en la cárcel.

En 1982 recibió en Suecia el premio “Right Livelihood Award” conocido como el Premio Nobel Alternativo por forjar y poner en práctica una nueva visión uniendo los intereses ecológicos con el desarme, la justicia social y los derechos humanos. En 1983 Kelly es elegida como parlamentaria en el Bundestag alemán por Los Verdes, convirtiéndose en su portavoz. Además obtiene el galardón de la mujer del año concedido por la organización “Women´s strike For Peace”. En 1984 renuncia a su puesto de portavoz de Los Verdes, aunque continua como parlamentaria hasta 1990. A pesar de que la influencia y el carisma de Kelly, los primeros desgastes hicieron acto de presencia. Muchos compañeros de filas no veían bien su popularidad, a esto hay que sumar el desencanto de Petra por los fracasos de su lucha, la incomprensión de sus ideas por parte de los altos mandatarios políticos, y sobre todo, el cambio súbito que experimentó su país con la reunificación de las dos Alemanias. El panorama internacional tampoco era mucho mejor: la lucha por el desarme, a pesar del fin de la Guerra Fría, no tenía visos de prosperar. La cultura de la guerra se había instalado en el mundo con más crudeza que nunca. El fracaso verde en las elecciones de 1990 terminó de hundirla y tras su salida de la ejecutiva se dio de baja en el Partido.

Petra Kelly conoció a su compañero sentimental el general Gerd Bastian, durante su campaña contra los misiles norteamericanos Pershing II. El general Bastian que era un alto mando del ejército alemán abandonó su carrera militar para incorporarse a la militancia ecopacifista mediante su anexión a Los Verdes. Abandonó la vida militar por estar en desacuerdo con  las políticas de la OTAN y el desarrollo de los euromisiles.

Los cadáveres de Petra Nelly y el general Bastian fueron encontrados el 2 de octubre de 1992 en la ciudad de Bonn. La versión oficial, que presenta numerosas dudas, explica que el general disparó a su amante mientras dormía y después se suicidó. Las causas de este crimen nunca se esclarecieron.

Petra Kelly logró ver muy poco de aquello por lo que ella había luchado. Pero quedan sus ideas, su legado decisivo a la lucha ecológica de los siglos XX y XXI y su aportación al pacifismo. Un magnífico ejemplo de vida comprometida hasta las últimas consecuencias.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/el-ecopacifismo-tiene-nombre-de-mujer-petra-kelly/

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La nueva revolución

Por: Francisco Javier López Martín

Lo llamaban normalidad, pero consistía en olvidar a las personas, escapar de uno mismo, convertirnos en un producto más en venta, generador de beneficios privados, el mercadeo y usura como sistema económico que ha ido devorando hasta nuestras mejores intenciones.

Asediado por las noticias de los brotes y rebrotes, el desconfinamiento provisional, los escenarios de excesos, nuevos enfermos, contagiados, ingresados y, desgraciadamente, nuevos muertos, se me ha ido de la cabeza el compromiso de escribir este artículo para Nueva Revolución los cuartos martes de cada mes. Una prueba más de la inexistencia de la nueva normalidad.

Parece ser que había una normalidad, una que nadie había establecido como tal, pero que formaba parte de un imaginario global que se había ido construyendo pasito a pasito, pero de forma persistente. Había una normalidad de consumo brutal que agotaba cada vez antes lo que el planeta es capaz de regenerar, una sobreproducción brutal, una generación no digerible de residuos y contaminación y estaba ligada al cambio climático. Esa normalidad que producía globalmente y vendía por todo el planeta, aprovechando la precariedad de los empleos, produciendo vidas precarias.

Había una normalidad de ricos en aumento y muchos más pobres, dicen que algo menos pobres, pero cada vez más desiguales. Una normalidad de discriminación contra la mujer, pero también contra todo cuanto es distinto, diverso, plural. La normalidad de las residencias de mayores, o su abandono en sus domicilios.

Lo llamaban normalidad, pero consistía en olvidar a las personas, escapar de uno mismo, convertirnos en un producto más en venta, generador de beneficios privados, el mercadeo y usura como sistema económico que ha ido devorando hasta nuestras mejores intenciones. Convertir en mercado los recursos públicos, eso que algunos llaman privatización y otros colaboración público-privada.

Y llegó una pandemia, con nombre y número de serie, COVID-19, un virus más listo que los anteriores, que eran incluso más dañinos, pero menos listos, un fruto más evolucionado de una inteligencia natural capaz de buscar nuevas estrategias de supervivencia de la vida distintas a las nuestras, pero tremendamente eficaces, no en vano esos virus llevan aquí miles de millones de años antes que nosotros.

Y con la pandemia se acabó la normalidad que habíamos conocido, la del centro comercial para todo, la de las vacaciones con viaje al otro lado del mundo por cuatro perras, la del trabajo presencial de cada día, el estudio en clase de cada día, las miserias de las vidas día tras día. Y nos hemos visto encerrados en casa un día sí y otro también, escuchando las terribles noticias de muertes, especialmente de personas mayores, especialmente en residencias.

Llegó la pandemia y pensé por un momento que el drama, el dolor, ese tiempo excepcionalmente largo de encierro, iba a conducirnos a una transformación profunda, a una revolución, una nueva revolución, distinta, no de clase contra clase tan siquiera, sino de aquellas que cambian de forma radical las formas de relación de la especie humana consigo misma, con las demás especies (incluidos los virus), con el conjunto del planeta.

Pero parece que no, no ahora, por lo menos no en España, no por el momento, nadie quería una nueva revolución, sino una nueva normalidad, es decir, la antigua normalidad con algo de gel hidroalcohólico y unas cuantas mascarillas de diseño.

Tardamos en decretar el confinamiento, bajo penas de multa y hasta de cárcel, pero, pasado el tiempo, el juego político condujo a que nadie quisiera pagar el precio en votos del mantenimiento del estado de alarma, aunque pudiera haberse mantenido, como han hecho otros países, permitiendo suavizar medidas, o retomar restricciones en espacios geográficos acotados, en algunas actividades económicas, o entre determinados sectores de la población, con la participación de las Comunidades Autónomas.

Dejémoslo ahí, la oposición no quiso avalar más al gobierno, las Comunidades cada una a lo suyo y los sectores empresariales reclamando la vuelta al negocio, al trabajo, algunos hablaban de hacer compatible el combate contra la pandemia, con la necesaria actividad económica, ya hemos perdido bastante riqueza nacional, hay que volver al trabajo, hay que volver a la escuela, sobre todo para que los padres trabajen.

La nueva normalidad que nos lleva de cabeza a los rebrotes, a los nuevos brotes. La oportunidad perdida para afrontar un proceso revolucionario, la nueva revolución inédita de reconstruir el modelo económico, sobre bases nuevas, sostenibles, respetuosas con el medio ambiente, con las personas y sus empleos, con la protección de la vida humana y la del resto de especies que nos acompañan en la única nave en la que podemos viajar por el universo.

Socialismo o barbarie gritaban algunos escritores e intelectuales franceses en los años cincuenta y sesenta, tomando prestada la expresión de Rosa Luxemburgo, que la había tomado, a su vez, de Engels, o más bien del olvidado Kautsky, redactor junto a Bernstein del Programa de Erfurt, el programa del SPD alemán que duraría hasta finales de la I Guerra Mundial,

-Debemos avanzar hacia el socialismo o caer de nuevo en la barbarie.

La barbarie triunfó, hasta Lenin escribió un libro titulado La revolución proletaria y el renegado Kautsky y el mundo se volvió loco durante todo el siglo pasado, la pandemia podría ser nuestra oportunidad para una revolución humana, económica, natural, socialista, que convirtiera el planeta en esa Tierra de acogida a la que hemos dado la espalda con desastrosas consecuencias, no tanto para el planeta, sino para nosotros mismos. A fin de cuentas el planeta seguirá adelante, con otras formas de vida tal vez, cuando nosotros hayamos creado las condiciones para nuestra propia desaparición.

La alternativa, ahora, así las cosas, no se encuentra entre el socialismo o la barbarie, sino entre la nueva revolución en la especie humana y su relación con el resto del planeta, o el colapso, la extinción y nuestra desaparición. Nosotros elegimos.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/la-nueva-revolucion/

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