Page 2 of 3
1 2 3

Lluis Pastor: “Dentro de 10 años habrá inteligencia artificial en lugar de profesores en la universidad”

Por: Ricardo Braginski

El especialista español habla, en esta entrevista, sobre el presente y el futuro de la educación superior en el mundo.

 

 

Otro paradigma. “La universidad tiene mil años, y por primera vez hay cambios reales en las formas de aprendizaje”, dice Pastor. Antonio Tita

¿Qué pasará con las aulas universitarias en los próximos años? ¿El tsunami digital, que parece convertir todo en aplicaciones y plataformas, también les llegará a los claustros? El español Lluis Pastor es uno de los más convencidos de que esta transformación se viene con todo. Investigador en cuestiones de educación online y director del “eLearn Center” de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) -la primera del mundo en ofrecer carreras completamente en línea- llegó a la Argentina para participar en el primer “Congreso Internacional de Educación a Distancia” de Salta, organizado por la Universidad Católica de esa provincia.

– ¿Por qué la educación online es el futuro en las universidades?

-La universidad fue creada en 1088, y por primera vez en las últimas dos o tres décadas, hay movimientos reales de cambios en el proceso de aprendizaje, las estructuras organizativas, la captación de estudiantes. Ese gran cambio, que es global, se sitúa en el paradigma mediado por pantallas en el que vivimos todos. Hoy nos entretenemos con Netflix, buscamos pareja con Tinder, etcétera. La sociedad de la información está atravesada por pantallas. Y, ¿qué pasa? ¿la universidad va a estar al margen?

– ¿Hay alguna limitación en cuanto a carreras que pueden ser online?

– Ninguna. Yo vengo de una parte de España, que es Cataluña, que recuperó algunos derechos civiles, lingüísticos, después de la muerte de Franco, y al principio, cuando se impulsó el uso del catalán se decía que hay cosas que no se pueden aprender en catalán: medicina, derecho, por ejemplo. Esto es lo mismo. Es un prejuicio de canal, no de fondo. Nos ha pasado antes, hubo un tiempo que toda la ciencia era en latín, si no era en latín no era ciencia, ¿cómo vas a aprender ciencia en ese italiano o francés incipiente del siglo XIII y XIV?

 

Lluis Pastor. Antonio Tita

Lluis Pastor. Antonio Tita

 

– Es un tema de lenguaje…

– De lenguaje y de formato, claro.

– ¿Entonces todas las universidades tendrán que ser online?

– No. Cada institución va a tener que pensar por sí misma cual será su modelo. Es lo mismo que pasó con muchas industrias, como la discográfica, visual, el periodismo, que debieron redefinir sus modelos. En el caso de la educación pasará los mismo y en esa redefinición cada institución, en función de su estrategia y su visión, tiene que reflexionar hacia dónde va a dar los pasos, cómo va a integrar las nuevas tecnologías y metodologías a la función y misión que tienen.

– Esto no pasa en la educación presencial, porque es igual para todos.

– Exacto. Acabas de poner el dedo en la llaga. El modelo presencial es uno sólo, uno donde un profesor irradia información a una serie de personas que “son totalmente ignorantes” y cuyo papel es totalmente pasivo y sólo se le pide que apunten y hagan alguna pregunta pertinente. Eso ha durado mil años y se ha extendido en todas partes. El cambio de Internet es que el poder lo tiene el usuario, por eso están pasando las cosas que pasan en el mundo. Y cuando le das el poder al estudiante te das cuenta que hay un vínculo nuevo y cada universidad entonces deberá pensar cuál es su estrategia.

-¿Se puede pensar en universidades sin profesores?

– Hay una función del profesor que va a ser difícilmente reemplazable, que es la de la planificación del aprendizaje. Qué tipo de retos le plantea a los estudiantes y qué tipo de recursos didácticos les da para que sean capaces de llevar los retos adelante. En el mediano plazo, esta función seguirá existiendo. Pero en otras funciones nos va a ayudar la inteligencia artificial.

– ¿De qué modo?

– Todo lo que sea acompañar al estudiante durante las 14 semanas del semestre, por ejemplo, lo puede hacer la inteligencia artificial. Hoy lo están haciendo los profesores, pero ya estamos entrenando inteligencia artificial para que puedan acompañarlos. Te vas a poder levantar a las 3 de la madrugada y mientras el profesor sigue durmiendo igual habrá una unidad de inteligencia artificial que acompañe. Podrá indicarles a los alumnos cuáles son sus puntos fuertes, avisar que tiene un reto en Matemáticas, por ejemplo. Y le dirá “Ponte las pilas, empieza a mirar los recursos de aprendizaje porque tienes que entregar en una semana”. Esos algoritmos ya se están desarrollando. Al profesor le quedará el diseño de la planificación. Seremos “droiners”, algo así como entrenadores de droides. El profesor va a entrenar inteligencia artificial para que dé el mismo servicio que da ahora, pero a miles de estudiantes en forma simultánea y a cualquier hora.

– ¿Para cuándo sería este escenario?

– Esto no va a ser muy largo, podría ser en 10 o 20 años. No mucho más. Esto va muy rápido.

– Estos debates suelen estar asociados a las universidades privadas que son los que tienen interés en buscar una demanda. ¿Qué papel van a jugar las universidades públicas?

– Tienen un gran papel. Los políticos tienen que entender que el mundo no va a parar porque ellos estén parados. Hay que explicarles que la educación pública sigue siendo clave, porque todo esto no se lo puede dejar sólo en manos de los que tienen dinero. Adoptando posiciones de resistencia, de no querer abrir los ojos a lo que está pasando, de “bueno la universidad pública siempre va a ser lo mismo”no van a lograr que los cambios no sucedan. Pasó en todas las industrias que tuvieron que cambiar.

– Pero la educación pública no es una industria…

– Ya. Pero los mejores cerebros no van querer ir a un modelo que es absolutamente pasivo. Estás en un mercado, aunque digas que no.

Señas particulares

Entre la educación y la tecnología

 

Lluis Pastor. Antonio Tita

Lluis Pastor. Antonio Tita

 

Lluis Pastor (51) es profesor y director del e-Learn Center, centro de innovación educativa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Doctor en Periodismo por la Universidad Ramón Llull, máster en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y titulado en Dirección y Administración de Empresas por IESE-Universidad de Navarra.

Ha escrito 11 libros sobre comunicación y educación, de los cuales “Funiversity, los medios de comunicación cambian la universidad” aborda cómo aplicar técnicas mediáticas a los procesos formativos.

Fuente e Imagen: https://www.clarin.com/opinion/lluis-pastor-dentro-10-anos-inteligencia-artificial-lugar-profesores-universidad-_0_fINUlr88.html

Comparte este contenido:

Chile y un cambio que llegó tarde

Por: Ricardo Braginsky.

 

Los resultados educativos del modelo chileno se destacan en la región. El asunto es cómo y a costa de qué llegaron a eso.

que ese país se diferenció claramente en América Latina. Podemos empezar por los resultados: hoy Chile tiene las tasas de escolarización más altas de la región y lidera en los rankings que miden aprendizajes, como la prueba de Unesco o PISA. El asunto es cómo y a costa de qué llegó a eso.

Para eso hay que remontarse al origen de la reforma educativa que arrancó con la dictadura de Pinochet. Entonces Chile implementó un modelo anglosajón en el funcionamiento y el financiamiento de la educación.

El eje estuvo puesto en que el Estado en lugar de invertir en la oferta educativa (las escuelas) lo hizo en la demanda, a través de los “vouchers” por alumno. El dinero llega a los colegios, pero lo hace de acuerdocuántos alumnos logran inscribir.

La lógica es que el alumno es portador de su presupuesto y los padres deciden a qué escuela van y, por lo tanto, cómo lo invierten. Así,los colegios deben competir por tener más chicos para así conseguir más dinero. No hay colaboración entre pares. Y como los ramales de Menem: colegio sin chicos, colegio que cierra.

Esta lógica se complementa con evaluaciones periódicas y publicación de los resultados por escuela, para que los padres tengan la información que les permita elegir “el mejor servicio educativo” para sus hijos.

También evalúan a los docentes y -como una empresa- pagan más a los que obtengan mejores resultados.

El combo de estas herramientas forzó a que las escuelas mejoraran sus indicadores educativos, pero también reforzó la segregación social. Porque en lugar de financiar a los que más lo necesitan para buscar la equidad, el sistema premia a aquellos que se adaptan a las normas. Y a los que enseñan los contenidos que son tenidos en cuenta en las evaluaciones estandarizadas.

Protesta de estudiantes en Santiago, Chile, la semana pasada. EFE/Elvis González

Protesta de estudiantes en Santiago, Chile, la semana pasada. EFE/Elvis González

Además, las escuelas podían recibir plata adicional de las familias, entonces aquellos colegios con chicos más acomodados empezaron a tener más recursos que el resto.

El sistema universitario también se destaca por sus buenos resultados, pero los estudios superiores son pagos y muy caros. Termina siendo también una educación elitista, y muchos jóvenes terminan endeudándose para progresar en sus vidas.

El segundo gobierno de Bachelet no cambió el sistema, pero le hizo retoques, que buscaron reducir las brechas. Preocupados por las diferencias sociales que estaba generando, orientó dinero extra para el 40% de los alumnos más vulnerables. Y limitó el aporte económico de los padres para las escuelas de sus hijos.

Pero quizás ya era tarde. Chile es hoy un país muy fragmentado, y el quiebre arranca desde la escuela primaria.

Lo decimos, ¿lo hacemos?

La experiencia chilena también nos pueda servir para mirar qué pasa en la Argentina.

Nuestro sistema educativo está bien lejos de los criterios mercantilistas de Chile. Sin embargo, la segregación social en las escuelas creció fuerte en los últimos años.

Cada vez estamos más lejos de la escuela pública que supimos tener y que reúne diversidad. No somos Chile pero quizás tenemos otro problema: esa pasión por decir una cosa, y después terminar haciendo otra.

Fuente del articulo: https://es.news-front.info/2019/10/28/la-huelga-de-maestros-de-chicago-entra-en-el-octavo-dia-mientras-300-000-estudiantes-pierden-sus-clases/

Comparte este contenido:

Baja nota para los candidatos en educación

Por: Ricardo Braginsky.

 

El formato del debate no permite ahondar en propuestas profundas. Pero llama la atención la ausencia de los temas claves.

Si teníamos algunas dudas con respecto a la importancia que tiene la educación para los candidatos a presidentes -y sus equipos-, el debate del domingo pasado terminó de despejarlas. Ahora ya sabemos quepara ellos el tema no es relevante, definitivamente. A lo sumo la educación es una buena oportunidad para chicanear al contrario, para los eslóganes fáciles, para sacar el pecho en defensa de la “educación pública”. ¿Acaso alguien va a decir lo contrario?

Es cierto que el formato encorsetado del debate televisivo no permite ahondar en propuestas profundas. Pero en el tema de educación, simplemente no hubo ni una sola propuesta nueva. Como si entraran al túnel del tiempo, se habló de cosas como limitar por ley el derecho a huelga, volver a arancelar y limitar el ingreso a la universidad pública, volver a nacionalizar el sistema. Volver, volver y muy poco más. Y hasta hubo candidatos -como Lavagna y Gómez Centurión- a los que les sobraron largos segundos para hablar. ¿Es que no hay nada más para comentar?

Al contrario de lo que se suele decir, y de lo que ocurrió en años anteriores, el tema educación sí estuvo presente esta vez en la campaña electoral. Hubo acciones de ONG y universidades que lo impulsaron y, entonces, algunos candidatos tuvieron que apurar o improvisar algunas definiciones. Ahora lo que preocupa es la calidad de estas presentaciones.

Preocupa la ausencia de temas claves como los cambios que necesita la escuela secundaria para que no siga “expulsando” a los adolescentes o que los que la terminan puedan ingresar bien a la universidad o al mundo del trabajo; tampoco se habló sobre la posibilidad de pensar en un fondo contracíclico para garantizar en serio el financiamiento del sistema educativo; no hubo metas y plazos concretos para cumplir con la jornada extendida para el 30% de los alumnos de escuelas públicas primarias y universalizar el jardín de infantes como establece la ley; ni pasos para cumplir -como corresponde y se necesita- con la Educación Sexual Integral en todas las escuelas; o el diseño de una nueva carrera docente que estimule a la capacitación y al buen desempeño en el aula; sólo por citar algunos temas de los que no se habló.

Estimados, gracias por la participación, y por tomar el tema. Pero háganle al favor a los chicos y sus familias y, para la próxima,tómenlo con la seriedad que se merece.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/baja-nota-candidatos-educacion_0_XPczd0b_.html

Comparte este contenido:

Lo que falta para educación

Por: Ricardo Braginski.

En los últimos 10 años casi nunca se llegó al 6% del PBI en educación, como establece la ley. Es una deuda con toda la comunidad educativa.

Esto es como si fuera un enorme container repleto de útiles escolares, pizarrones, dinero para sueldos docentes y para arreglar las escuelas, y otros tantos recursos educativos. Imaginemos que cada año llega al país un nuevo container, pero resulta que trae menos de lo que indica en los registros. Trae menos un año, trae menos el otro… Y así, lo mismo, durante diez años.

La figura hace referencia a las leyes nacionales que obligan al Estado a invertir el 6% de la suma del valor de todos los bienes y servicios que se producen cada 365 días en el país (el famoso PBI) en educación. Un reciente trabajo, realizado por el economista Agustín Claus, mostró que desde 2010 (año desde el que rige esto del 6%) prácticamente nunca se llegó a esa cifra.

Otro economista, Juan José Llach, hizo la cuenta y estimó que en estos 10 años lo que dejó de invertirse en educación fue el equivalente al 4,38% de un PBI. Visto de otro modo, la deuda que tiene el Estado con la comunidad educativa es tres cuartas partes de lo que corresponde a un año. Casi, casi, nos está faltando un container entero.

¿Cómo estaría la calidad educativa argentina hoy si esa “encomienda” hubiera llegado a destino? Difícil saberlo. Está visto, a partir de diferentes experiencias internacionales, que mayor inversión no necesariamente se refleja más adelante en mejores aprendizajes. Pero esa plata, por ley, es para los pibes, para los maestros, para las familias. Y sería bueno que alguien cuide que el destino de ese dinero sea respetado.

Flojos también con las metas

La ley de Financiamiento Educativo –la que estableció el 6% del PBI- ya tiene más de 10 años. Además de inversión hablaba de metas que debían cumplirse con ese dinero.

Desde llegar al 30% de alumnos primarios de escuelas públicas con jornada extendida, hasta la universalización de la secundaria, incorporación creciente de chicos de 3 y 4 al jardín – priorizando los sectores sociales más desfavorecidos-, mejorar la infraestructura de las escuelas y las condiciones laborales y salariales de los docentes.

Parece que no fue sólo en el financiamiento donde nos quedamos cortos.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/falta-educacion_0_cUCCdHRr.html

 

Comparte este contenido:

Argentina: Lo que falta para educación

América del Sur/Argentina/06-10-2019/Autor: Ricardo Braginski/ Fuente: www.clarin.com

Por: Ricardo Braginski

En los últimos 10 años casi nunca se llegó al 6% del PBI en educación, como establece la ley. Es una deuda con toda la comunidad educativa.

Esto es como si fuera un enorme container repleto de útiles escolares, pizarrones, dinero para sueldos docentes y para arreglar las escuelas, y otros tantos recursos educativos. Imaginemos que cada año llega al país un nuevo container, pero resulta que trae menos de lo que indica en los registros. Trae menos un año, trae menos el otro… Y así, lo mismo, durante diez años.

La figura hace referencia a las leyes nacionales que obligan al Estado a invertir el 6% de la suma del valor de todos los bienes y servicios que se producen cada 365 días en el país (el famoso PBI) en educación. Un reciente trabajo, realizado por el economista Agustín Claus, mostró que desde 2010 (año desde el que rige esto del 6%) prácticamente nunca se llegó a esa cifra.

Otro economista, Juan José Llach, hizo la cuenta y estimó que en estos 10 años lo que dejó de invertirse en educación fue el equivalente al 4,38% de un PBI. Visto de otro modo, la deuda que tiene el Estado con la comunidad educativa es tres cuartas partes de lo que corresponde a un año. Casi, casi, nos está faltando un container entero.

¿Cómo estaría la calidad educativa argentina hoy si esa “encomienda” hubiera llegado a destino? Difícil saberlo. Está visto, a partir de diferentes experiencias internacionales, que mayor inversión no necesariamente se refleja más adelante en mejores aprendizajes. Pero esa plata, por ley, es para los pibes, para los maestros, para las familias. Y sería bueno que alguien cuide que el destino de ese dinero sea respetado.

Flojos también con las metas

La ley de Financiamiento Educativo –la que estableció el 6% del PBI- ya tiene más de 10 años. Además de inversión hablaba de metas que debían cumplirse con ese dinero.

Desde llegar al 30% de alumnos primarios de escuelas públicas con jornada extendida, hasta la universalización de la secundaria, incorporación creciente de chicos de 3 y 4 al jardín – priorizando los sectores sociales más desfavorecidos-, mejorar la infraestructura de las escuelas y las condiciones laborales y salariales de los docentes.

Parece que no fue sólo en el financiamiento donde nos quedamos cortos.

Fuente: https://www.clarin.com/opinion/falta-educacion_0_cUCCdHRr.html

Comparte este contenido:

Miradas: Es la educación, estúpido

Por: Ricardo Braginsky.

Los países que más crecen y mejoran su calidad de vida son los que mejoran los aprendizajes. Sin embargo, el tema está ausente del debate público argentino.

Como un perro que se muerde la cola, los argentinos parecemos ir de crisis tras crisis en círculos concéntricos. Siempre igual. Siempre al borde del abismo y con la tentación, siempre, de dar un paso al frente.

Lo pusimos de manifiesto, de alguna manera, tras la última campaña electoral, quizás en la que menos se debatió acerca del problema de la educación.

Está claro: las encuestas se empecinan en indicarnos que la educación está entre los temas que menos le preocupan a los argentinos. Está la inflación, el trabajo (o la falta de trabajo), la inseguridad, otros tantos temas. Y bien al fondo, la educación.

Y los políticos y sus asesores, obedientes a las encuestas, entonces eluden debatir sobre educación. Es un terreno en el que nadie se siente del todo cómodo. Y entonces mejor postergarlo, mirar para otro lado.

Pero hay suficiente evidencias de que los países que más crecen y mejoran su calidad de vida son los que hicieron reformas efectivas en educación y mejoraron los aprendizajes. Están los casos de Corea, de Israel, de Finlandia o de Singapur. Cada uno con sus modelos educativos distintos, y algunos de ellos incluso contrapuestos con otros. Porque no se trata de modelos, sino de prioridades. Mucho más que el cómo es el qué.

Mientras sigamos pensando que la cotización del dólar es lo único relevante no haremos más que dejar que pase al tiempo… hasta una nueva crisis.

Un debate y una oportunidad

Por primera vez, en la elección presidencial de octubre los candidatos presidenciales estarán obligados, por ley, a hacer un debate. Hasta ahora ese debate era voluntario o impulsado por una ONG como sucedió en el año 2015.

En 2015. Macri, Rodríguez Saá, Stolbizer, Massa y Del Caño, en el último debate presidencial con todos los candidatos. Scioli no había querido ir.

Para el próximo debate ya se reunieron los equipos técnicos de los candidatos junto a especialistas para definir cuáles serán las reglas de juego y los temas a debatir. Y la cuestión educativa está entre los últimos temas del último bloque.

Faltan más de 60 días y todavía estamos a tiempo de cambiar, de dar una señal -tan importante como un llamado telefónico entre dos candidatos- sobre el país que queremos y el que imaginamos para nuestro futuro.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/educacion-estupido_0_BSBemHYOU.html

Comparte este contenido:

La ciencia crece desde el pie

Por: Ricardo Braginski.

«Para que el país crezca y se desarrolle necesitamos más científicos, mejor formados y más productivos. Más centros de investigación en todo el país y con más presupuesto». En los debates públicos suele escucharse todo el tiempo este tipo de frases, desde uno y otro lugar de las múltiples grietas. Pero a pesar de semejante consenso, lo más notable es que son muy pocas las voces que parecen realmente interesarse por una cuestión central para que haya más científicos e investigación: la educación científica, es decir, la enseñanza de las ciencias desde la escuela primaria.

Porque si estamos todos de acuerdo en que queremos más y mejores científicos, ¿de dónde creemos que los vamos a obtener?  A veces pareciera que aspiramos a la mejor ciencia desde el pensamiento mágico.

cada 3 alumnos tiene bajos resultados en ciencias y hay muchas desigualdades en el país

Lo que pasa es que por el bajo desempeño de los alumnos argentinos en las pruebas estandarizadas, desde hace años que funcionarios y especialistas han puesto energías en mejorar en Matemática y en comprensión lectora. También se ha puesto el foco en la “educación digital” y, en algunas escuelas, en el dominio de una segunda lengua. No se escucha casi ninguna preocupación por mejorar los aprendizajes científicos.

Enseñar ciencia hoy va mucho más allá de llenar las cabezas de los chicos con datos enciclopédicos como suele hacerse en los colegios, según se desprende de algunas investigaciones. Incentivar el pensamiento científico implica que los chicos aprendan a analizar situaciones desconocidas, a resolver los problemas que se presentan, a tomar decisiones sobre la base de la información que obtienen. Preguntarse, preguntarse y buscar las respuestas sobre la base de un razonamiento basado en evidencias.

El pensamiento científico nos mejora como personas, nos hace más críticos e independientes. Además de sumar al crecimiento económico, una buena educación científica contribuye, en definitiva, a la cultura democrática.

Los resultados no acompañan

Las pruebas Aprender de 2017 mostraron que uno de cada tres alumnos terminan aquí la escuela primaria con bajos resultados en ciencia.

En las escuelas se dictan pocas horas de ciencia y con un bajo nivel de exigencia

Pero peor les va a los chicos argentinos si se los compara con el mundo. En el último estudio TERCE de la Unesco, por ejemplo, casi el 80% de los estudiantes argentinos (en la primaria) no fue capaz de interpretar información variada para hacer comparaciones y extraer conclusiones, analizar actividades de investigación y utilizar conocimientos científicos en diversas situaciones. Datos similares se obtienen en PISA, aunque en la escuela secundaria.

Si realmente queremos mejor la ciencia como decimos, empecemos por mirar al semillero.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/ciencia-crece-pie_0_sVETcr68W.html

Comparte este contenido:
Page 2 of 3
1 2 3