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El psicoanalista desnudo: La novela que revela los secretos más oscuros del diván

Tras el éxito de Malamente, Gabriel Dukes Cohen regresa con El psicoanalista desnudo, una novela intensa y provocadora que se sumerge en los pliegues más íntimos del poder, la familia y la memoria. En esta nueva entrega, el autor vuelve a poner en escena al doctor Lev, un terapeuta atrapado entre sus propios fantasmas y las complejas vidas de sus pacientes.

Lev, quien ya había capturado la atención de los lectores en Malamente, regresa con una historia que profundiza en su mundo interior y en la tensión constante entre su rol profesional y su vida personal. A través de este personaje, Dukes Cohen explora temáticas tan universales como el amor, la soledad, las relaciones familiares y los dilemas éticos del cuidado emocional. Aunque Lev mantiene su esencia, en esta segunda novela se percibe una transformación marcada por sus vivencias anteriores, que lo han vuelto más reflexivo, más humano y también más vulnerable.

El psicoanalista desnudo presenta una narrativa que entrelaza con soltura la intimidad del consultorio con intrigas institucionales, amores ilícitos y un pasado marcado por la culpa y la pérdida. Con una prosa ágil, confesional y cinematográfica, el autor ofrece una historia que invita a mirar de cerca los mecanismos del deseo, los vínculos y la fragilidad humana.

La obra también se nutre del oficio de su autor. Psiquiatra y psicoanalista con años de experiencia, Dukes logra construir personajes complejos con conflictos internos creíbles y profundamente resonantes. Su formación le permite traducir el lenguaje del inconsciente a una narrativa accesible y atrapante, permitiendo al lector adentrarse en el laberinto emocional de sus protagonistas casi sin darse cuenta. Si bien hay ciertos guiños autobiográficos —especialmente presentes en su primera novela— en El psicoanalista desnudo predominan las experiencias universales que permiten al lector reconocerse en los relatos.

“Gabriel Dukes despliega en su novela conmociones existenciales de un hombre que con alegrías, miserias y penas lleva su oficio en conjunción con su vida. Y todo transcurre muy de cerca. Una y otra vez nos sorprenden los acontecimientos de los personajes que se reúnen y separan, se aman y se odian y nos confunden e involucran con sus experiencias. El psicoanalista desnudo mantiene el interés y conmueve de principio a fin”, dice Fernando Araos, psicoanalista y expresidente de la APCH, Asociación psicoanalítica de Chile.

Esta segunda novela fue concebida casi inmediatamente después de terminar Malamente, aunque el enfoque narrativo ha evolucionado. “En la primera novela, el enfoque estuvo en la relación con el padre, tanto del doctor Lev como de sus pacientes, y en el contexto histórico del país. En la segunda novela, me interesan otros temas, como los límites de las relaciones, la psicopatía, el impacto de los traumas, la religiosidad y el sentido de nuestras vidas, además se deja ver un cierto desencanto del doctor Lev al descubrir que todos cuando enfrentan dificultades propias de la vida reaccionan de la misma cuestionable forma. De esta manera, el doctor Lev se convierte para mí y también para los lectores en una herramienta para explorar temas que me resultan interesantes, manteniendo al personaje fresco y al lector entretenido”, explica el autor.

Una lectura imperdible para quienes disfrutan de novelas que iluminan los rincones más oscuros —y más reales— de la mente y el corazón humano. El psicoanalista desnudo no solo entretiene: también interpela y conmueve.

Contacto de prensa: Mariana Hales/ marianahales@gmail.com

Fuente de la información:  https://www.pressenza.com

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Libro: Entramando pedagogías críticas latinoamericanas. (PDF)

Notas teóricas para potenciar el trabajo político-pedagógico comunitario

Fabián Cabaluz Ducasse. [Autor]

Desarrollar pensamiento pedagógico crítico, implica avanzar de la mano con la generación de insumos teórico-políticos para desenmascarar, desacralizar y visualizar las múltiples formas que adquiere la dominación, la explotación y la exclusión, tanto del capital, del patriarcado, de la racialización, del adulto-centrismo, etc., lo que implica poner todo el caudal argumentativo de las tradiciones críticas del pensamiento al servicio de los/as oprimidos/ as. Desde esta perspectiva, necesitamos desarrollar un pensamiento pedagógico autónomo, propio, ajeno a las necesidades de los centros de poder, un pensamiento que emerja desde nuestras condiciones económicas, políticas y culturales, desde nuestras condicionantes geo-históricas y geo-políticas, desde nuestros territorios de lucha y esperanza.

Para avanzar en esta dirección, las Pedagogías Críticas Latinoamericanas debemos acoger la invitación de articularnos con el pensamiento y las epistemologías que emanan desde el Sur, con todas aquellas formas de conocer comprometidas contra la dominación de los pueblos y las comunidades, con todos aquellos conocimientos y saberes-otros, presentes más allá de la modernidad/ colonialidad, y emergentes desde las voces, subjetividades, experiencias y memorias silenciadas y subalternizadas. Se trata así de configurar un pensamiento pedagógico complejo, no-contemplativo sino que de la praxis, denunciante y desvelador de las múltiples caretas del patrón de dominación actual, propositivo de nuevas relaciones sociales, revelador de alternativas y caminos posibles.

Descargalo aqui: Entramando
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“Hay títulos que son, en sí mismos, un poema”: Reseña del libro “Ojalá que te pise un tranvía llamado Deseo” de Rolando Revagliatti.

Hay títulos que son, en sí mismos, un poema. Y ese es el caso de la nueva obra del poeta argentino Rolando Revagliatti: “Ojalá que te pise un tranvía llamado Deseo”. Con una jugada literaria tan audaz como brillante, Revagliatti une dos universos aparentemente distantes para crear un campo de fuerza poético único.

Este juego intertextual, marca de la casa en la poesía de Revagliatti, se extiende a una portada que es puro concepto: una ilustración presenta a una mujer desnuda, tocada con una cacerola como sombrero, portando una pava y una sartén. Una imagen poderosa que dialoga sobre lo doméstico, el deseo y el surrealismo cotidiano, y que prefiero describir con palabras para invitarlos a descubrirla en la versión física.

Un libro indispensable para los amantes de la poesía inteligente, el juego de palabras y la cultura que desafía las convenciones.

La chispa de la contradicción: del cumpleaños infantil al drama de Tennessee Williams.

El título actúa como un imán que atrae dos significados opuestos. Por un lado, evoca la inocencia (y el humor negro latente) de la canción infantil de cumpleaños “Ojalá que te pise un tranvía”, un supuesto ‘buen augurio’ cantado con picardía que todos hemos coreado. Por el otro, choca frontalmente con la solemnidad y la pasión desgarrada de “Un tranvía llamado Deseo”, el clásico teatral de Tennessee Williams llevado al cine con la inolvidable actuación de Marlon Brando.

Esta colisión no es casual. Es la esencia misma del libro. Revagliatti toma lo cotidiano y popular -el festejo, la ronda de niños- y lo tensiona con lo canónico y dramático de la alta cultura. El ‘tranvía’ deja de ser un vehículo de simple augurio para transformarse en un símbolo de destino, de pasiones arrasadoras, de ese ‘deseo’ que, como en la obra de Williams, puede ser tan destructivo como vital.

Los poemas reunidos en este libro se caracterizan por:

Juegos de lenguaje: Una manipulación lúcida y humorística de las palabras.

Mirada sobre lo cotidiano: La capacidad de extraer profundidad de los momentos y objetos más comunes, con ironía y afecto.

“Ojalá que te pise un tranvía llamado Deseo” no es solo un libro de poemas; es un artefacto cultural que invita a releer nuestras tradiciones lúdicas, una nueva luz, a encontrar el drama en la esquina de la fiesta y la poesía en el cruce de calles donde pasan, simultáneamente, la infancia y el deseo.

El libro tiene un texto de José Emilio Tallarico a modo de epílogo: “El tranvía en cuestión”. Transcribo a continuación un fragmento: “Voces diversas (¿vocinglerío?), fragmentos que deben haber quedado entre los rieles del tranvía en cuestión, ese al que Blanche subió huyendo de sus fantasmas para terminar en un hospicio.

Que te pise un deseo: no sé si es mi deseo. Si tal deseo arrolla, “descuajeringa”, se torna inmanejable, no sé si lo deseo.

Tantas veces nos ponen sobre aviso. Porque pueden hablar de la crueldad, del sufrimiento pequeño o no, de personajes verosímiles o no y, en todo caso, activar el desconcierto.

‘El Revagliastés’, poema que cierra el libro, acaso busque desconcertarnos también, erigiéndose en tamiz, en disyuntor de la violencia alcanzada, en suavizante del fragor que corona”.

“Ojalá que te pise un tranvía llamado Deseo”, Editorial Leviatán, Buenos Aires, 2024.

Fotografía: Rolando Revagliatti

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Libro de Paulo Freire: Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa. (PDF)

La cuestión de la formación docente junto a la reflexión sobre la práctica educativa progresista en favor de la autonomía del ser de los educandos es la temática central en torno a la cual gira este texto. Témática a la que se incorpora el análisis de los saberes fundamentales para dicha práctica y a los cuales espero que el lector crítico añada algunos que se me hayan escapado o cuya importancia no haya percibido.

Debo aclarar a los probables lectores y lectoras lo siguiente: en la misma medida en que ésta viene siendo una temática siempre presente en mis preocupaciones de educador, algunos de los aspectos aquí discutidos no han estado ausentes de los análisis hechos en anteriores libros míos. No creo, sin embargo, que el regreso a los problemas entre un libro y otro, y en el cuerpo de un mismo libro, enfade al lector. Sobre todo cuando ese regreso al tema no es pura repetición de lo que ya fue dicho. En mi caso personal retomar un asunto o tema tiene que ver principalmente con la marca oral de mi escritura. Pero tiene que ver también con la relevancia que el tema de que hablo y al que vuelvo tiene en el conjunto de objetos a los que dirijo mi curiosidad. Tiene que ver también con la relación que cierta materia tiene con otras que vienen emergiendo en el desarrollo de mi reflexión. Es en este sentido, por ejemplo, como me aproximo de nuevo a la cuestión de la inconclusión del ser humano, de su inserción en un permanente movimiento de búsqueda, como vuelvo a cuestionar la curiosidad ingenua y la crítica, que se vuelve epistemológica. Es en ese sentido como vuelvo a insistir en que formar es mucho más que simplemente adiestrar al educando en el desempeño de destrezas. Y por qué no mencionar también la casi obstinación con que hablo de mi interés por todo lo que respecta a los hombres y a las mujeres, asunto del que salgo y al que vuelvo con el gusto de quien se entrega a él por primera vez. De allí la crítica permanente que siempre llevo en mí a la maldad neoliberal, al cinismo de su ideología fatalista y a su rechazo inflexible al sueño y a la utopía.

Link para la descarga:

Pedagogias de la autonomia

 

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Escribir en el caos. A propósito de El temblor de las ideas

Diego Sztulwark tuvo una idea temible: que yo tenía algo para decir sobre un libro que me gustó mucho y que eso que tenía para decir podía interesar a alguien. Con esos presupuestos en mente hizo una invitación y me pregunté si el temblor había llegado a estas ideas también. Sin embargo, acá estoy, así que pueden inferir con algún grado de certeza que acepté. Si lo hice, es por la amistad y la confianza que tengo en su capacidad de detectar lo inesperado y lo que se oculta al pensamiento. Entonces voy a leer lo que salió. Quiero solamente detallar algunas cosas que el libro de Diego me empujó a pensar. Divido rápido: voy a decir una cuestión sobre la escritura, una sobre la nominación o los conceptos, una sobre la vida. Brevemente, y si tuviera que terminar acá, en esos tres puntos (lo que podemos llamar drama) se nos juega la existencia en toda época, pero más en esta, y el libro de Diego es una hermosa lección sobre cómo prolongar nuestra existencia. Pero hay que justificar lo dicho y cerrar acá es un bajón, así que digo algunas cositas más.

I

Naturalmente, empiezo por la segunda, la cuestión del nombrar o de los conceptos. Desde su título, el tema central del libro es el problema de las ideas políticas en tanto categorías o nombres. Problema, entonces, de un lenguaje que ya no designa a su referente. Un vacío de sentido que Diego llama “trampa”. De modo que los primeros cinco capítulos del libro parecen desplegar una interrogación menos propia de Lenin que de Martínez Estrada. “¿Qué es esto?” como el pensamiento sobre una irritación. “Esto” que es algo que violenta al pensamiento: agresión, cuestionamiento y también refutación, dice Diego. Pero el valor de la formulación específica de esta pregunta radica en que no se atiene a los efectos prácticos (superestructurales) de la refutación, sino que aborda su contenido cognitivo, su capacidad para desquiciar al pensamiento en sí. Lo digo de otro modo: no es un determinado discurso sobre el mundo, sino el mundo mismo el que se ha vuelto ilegible. Símbolos desmentidos, pero no sin que el propio discurso de desmentida caiga en la volteada. La pregunta “¿qué es esto?” no parece abarcable desde el lenguaje político, ni el económico, ni el sociológico, ni el psicoanalítico…

El libro, entonces, da un paso atrás y propone un recorrido que empieza en la interrogación por los sentidos de la perplejidad —el grado cero, la inmovilización del pensamiento y la acción. La perplejidad argentina parece tener una larga historia propia, pero me da la impresión que tiene asiento propio y casi único en nuestra percepción desde la pandemia. En la perplejidad de la política, los nombres se multiplican al infinito: fascismo, posfascismo, ruptura del pacto democrático, derechización. En último término, una discusión desdramatizada que revela el fracaso de los conceptos, su impotencia para conectar con causas materiales. Sin embargo, decirle singularidad, novedad, impensable, el horror, ahora decimos nosotros, es sacarle el culo a la jeringa. Walter Benjamin decía que este tipo de asombro no está al principio de ningún tipo de conocimiento. Esto empuja, se impone como algo a ser pensado y, como tal, nombrado. La nominación aparece entonces en El temblor de las ideas como una experiencia de pensamiento, como un tránsito inevitable para evitar tanto el desquicio como la disolución.

El concepto de una situación nombra ante todo su tono afectivo —de esto voy a decir algo más adelante, ténganme paciencia que al final no es tan corto. Vuelvo: se escuchan, al promediar el libro, los ecos de 2001: estallido, implosión, catástrofe, desastre. Y ahora también —el libro sigue más allá del libro, se suman palabras, presentaciones y reseñas— “fenómeno de desecación”. Pero esta tarea de nominación, necesaria para darnos existencia, naufraga como pensamiento cuando se estabiliza, cuando se detiene creyendo haber llegado a buen puerto. Serían necesarios conceptos plásticos que nos permitan distinguir “qué sucede en lo que sucede”. Sería, entonces, necesario un oxímoron: conceptos que no capturen, que no inmovilicen, porque lo que sucede está en pleno movimiento y se prolonga más allá de sí mismo. Dice Diego que la noción de conocimiento en Marx, ligada a la praxis, requiere, más que una producción de saberes sobre el mundo, de unos presentimientos y premociones que “actúan por contigüidad de lo que se ve y se escucha”.

En El temblor de las ideas se dice que un aspecto central de Kafka es su capacidad de narración no categorial, la ausencia de conceptos en su escritura. Ahí estaría su potencia como artefacto de interpretación coyuntural en un momento en que en la coyuntura mucho pasa y nada sucede. En El temblor aparece, entonces, una promesa: una escritura desde la que es posible “arrancarle al caos pedazos consistentes”, precisamente porque en su literatura y en sus Diarios son los personajes, móviles, vitales, los que se convierten en imagen del pensamiento. Kafka aparece entonces como clave para ser escriba del desierto, narrador de la intemperie. Justamente porque no se trata de “ver” lo que no hay, sino de captar la oscuridad continua que constituye a esa nada.

II

¿Cómo se estabiliza algo de este caos nominativo en el pensamiento? A esta altura parece trillado hablar de la ilusión mítica de la “nada” como recomienzo, de la “tabula rasa”, de las figuraciones alucinadas del desierto como espacio de libertad o lienzo. No hace falta ir a Radiografía de la Pampa, alcanza con leer algún chiste kirchnerista sobre el “ingenuo toninegrismo”, o el desprecio por las filosofías del acontecimiento y el 2001. De acuerdo: sin embargo, intemperie hay. ¿Qué tipo de escritura puede, entonces, no ser ilusoria, o megalómana, o alucinada, o solipsista, o proyectiva? Nuevamente, Diego encuentra en su Kafka una tonalidad afectiva posible para hablar con y en el desierto. Escribir quiere decir entonces otro oxímoron: captar de qué está hecha la nada. ¿De qué está hecha la intemperie que vivimos, qué bichos horribles la pueblan? Más que a toda ilusión restaurativa o de desplome y resurrección, se parece a lo que escribió Cormac Mac Carthy en La carretera: un padre y un niño que caminan “al Sur” bajo una insoportable pregunta, “¿somos los buenos?”. No hay más coordenadas, es lo que hay. Certezas plenas de existencia y total desconcierto acerca de en qué sentido se lo hace. Hay camino, paranoia, tortura, humanoides grotescos, y mucha, pero mucha espera. Y un hilito de conversación que es lo único que sostiene punta a punta la novela. Paso, entonces, al segundo punto que me interesó de El temblor: qué tipo de escritura es precisa para vivir esta época.

Pareciera que es necesario escribir, narrar para darse la vida. “Ante la imposibilidad de escribir, escribo”, dice Kafka en sus Diarios. No es sólo una reivindicación de la persistencia, sino una observación más aguda sobre la dificultad de jerarquizar, ponderar, elegir una cosa sobre la otra, de conocer de antemano si habrá algo de común con quien lee o si, por el contrario, estaremos frente a la comprobación de lo que nos sucede es privado, incomunicable. Dificultad, entonces, para desarmar la confusión en fragmentos, como Funes, el memorioso. Deleuze y Guattari describían así a la angustia: un pensamiento que se escapa de sí mismo, una idea que se pierde, velocidad infinita que “se confunde con la inmovilidad de la nada incolora y silenciosa que recorre”. La imposibilidad parece ligarse a la sensación de un mundo excesivo, poblado de sombras infinitamente veloces, indistinguibles, que enmudecen el pensamiento y lo vuelven paranoico sobre su propia capacidad. Diego escribe imaginando el propio fracaso de su proyecto, imaginando esa angustia (la nuestra) y eso hace “que todo le salga bien, como en un sueño”, como decía Max Brod de su amigo Franz. Solo a condición de permitirnos perder nuestras ideas —de escribir nuestra pérdida— las encontramos, tal como, según Benjamin, sólo por los desesperanzados nos es dada la esperanza.

Una escritura así es para Diego una “literatura menor” que puede “abrir una entrada a la madriguera”, perforar el bloqueo a nuestras ideas, darnos aire para pensar. Permitirnos inaugurar un proyecto de vida. Un amigo le dice “consistir”. No es poca cosa, che, miremos la letra chica. Espanto ante las condiciones: una escritura así aparece, para Diego, marcada por la invención de un problema propio —donde quedó agotado el del padre— y por el borramiento del nombre, el borde con la anonimia —un autor así pasa a ser casi nada: una inicial, K. ¿Estamos en condiciones de asumir estas premisas en serio? Esto requeriría de cada uno de nosotros caminar por la cornisa, poner en juego la intimidad de problemas serios, nuestros, que, como al Ulises que imagina Kafka frente a las sirenas, no sabremos nunca si al escucharlos obtendremos nuestra salvación o nuestra locura. Al mismo tiempo, ¿estamos en condiciones de disolvernos en mero soporte o agente de una problematización colectiva? Si hay “pregunta generacional” o de época, permitámonos dudar si es que la hay, no tengo duda de que sólo puede hacerse en estas condiciones. En las posibilidades inimaginadas para asumir un dramatismo del pensamiento íntimo que se abre a otros, sin construcciones de máscaras ni retóricas. En el que los problemas no nos son dados, sino que son nuestros (personales) a formular. Sólo después de escribir sabremos si encuentran algo o alguien, o se disuelven en la nada incolora. Entonces: máximo de dramatismo individual sin resto narcisista. Fuera de época.

Horacio González recuperaba en Martínez Estrada la invención de la figura del “lector con miedo”. Se trata de aquel que en vez de leer “el Facundo o el Martín Fierro como cuentos pintorescos y divertidos” (las palabras son del propio Martínez Estrada) los podía leer como premoción de un conflicto irresuelto, de un destino terrible por venir, por contigüidad con el presente. En El temblor se postula al escritor con miedo (y su tradición): aquel que no narra la destrucción presente como escenario para un divertido y pintoresco proyecto personal, sino quien narra su propia y enloquecida premonición bajo la “pequeña y absurda esperanza” de que encuentre a un otro irresuelto.

III

Último, ya termino. En la que sería su última intervención pública, Javier Trímboli dijo que “no vinimos a este mundo a ser felices”. Javier no dejaba de preocuparse, como Benjamin o Adorno, aunque más al estilo de Pasolini, por la irreversibilidad de la soldadura que el capitalismo contemporáneo había ejercido entre felicidad y consumo. La búsqueda de la felicidad resultaría, paradojalmente, en un insoportable solipsismo. A la oración se la puede aproximar a la entrega militante o a la angustia existencialista. Para lo que quiero decir acá, poco importa. Miremos de cerca. La oración es privativa, negativa: a eso no vinimos. Entonces… ¿a qué? ¿Qué afecto nombra lo que vivimos hoy y lo que venimos a “hacer a este mundo”? En este sentido, y del único modo en que podría decir de qué trata, El temblor es también un mapa de los afectos de la época. De posibilidades impensadas y otras sobreestimadas. Un mapa que queda impreso a pesar de sí mismo, como apéndice de un doloroso recordatorio de algo que no fue pensado a tiempo.

La teoría política suele pensar en términos de “principios generadores” del cuerpo social. Esto equivale a decir que a una época se la comprende en sus virtudes y bloqueos sólo entrando en conexión con un tipo de deseo que la mueve hacia algún lado. Ahora, ¿qué ocurre cuando estamos, dice Diego, a la espera, entrampados? Lo que salta a la vista en este “examen de conciencia” es una profunda experiencia de la desesperación. A la luz de este problema, digamos, acerca de qué es y qué puede ser la desesperación, la velocidad de las cosas aumenta exponencialmente hacia el capítulo final del libro. Las preocupaciones de Spinoza son relevadas por Kafka. Del “rodeo por Spinoza” althusseriano para entender a Marx más allá de Hegel, pasamos al “rodeo K” para entender a Spinoza, aquel libro dos de la Ética, en tiempos de afectos desquiciados, en que la idea de autonomía encuentra su trampa. Lo que Diego llama rodeo K, si entiendo bien, es entonces también una pregunta por el optimismo con el que parecía venir la noción de potencia (y también por su cínico descarte) en una larga tradición en la que nos encontramos con amigos y amigas. La estrategia de las “pasiones alegres” parece malograr su balance. Vamos a la Ética, libro dos, y no encontramos nada: sólo está ahí definida la esperanza. Pero, como su inverso (afecto de quien “no puede ya esperar”), Diego encuentra la necesidad de describir su dinámica. Sólo tanteando en el reverso de la desesperación, de entender sus conexiones, estaremos en condiciones de entender “qué sucede en lo que sucede”.

Llegamos a los versos finales: estamos ante la ley y ante nuestro temor a cruzar la puerta. Como en un cuento de Borges, toda escena, la vida entera se vuelve Ante la ley. Se multiplican las puertas: están por todos lados. Son la gramática misma de un mundo desesperado. Me animo a agregar una, con aclaración. Al pensar este mismo problema y cómo lo pensaba nuestra cultura, Trímboli se irritaba con la “felicidad del desalienado” que aparecía festejada en la exitosa Perfect Days, de Wenders. Película sin dramatismo, sin miedo también, sin guardián. Felicidad asequible sin ningún tránsito. Si Javier tuviera razón, entonces hay que ver Vivir, de Kurosawa, como muestra un Japón inverso, territorio de la espera. Frente a la condena a muerte, el protagonista elige finalmente vivir, y solo ahí. Cruza la puerta sólo ante la posibilidad cierta de fracaso. La vida se define ahí como hija directa de la desesperación. Entonces tenemos que agregar una adenda a las coordenadas con las que pensamos nuestras vidas y la política por largos años: la desesperación y el dolor engendran procesos cognitivos colectivos. Pero sólo si es a través de la necedad y el «fracaso» que es propio de quien camina por la cornisa sin caer del otro lado.

Si el temblor desdibuja las coordenadas autonomistas, su método y lenguaje, sólo es posible “apegarse agónicamente a la autonomía”. Diego descubre en Kafka la única posibilidad de sostener un izquierdismo ante su bloqueo, sin abandonarlo: abandonar sus lenguajes y clichés para que retorne a nosotros en sus intuiciones y premoniciones verdaderas, en su indudable presente.  Y desde allí reescribe su tradición intelectual y militante: como historia de las una, dos, mil entradas posibles a la madriguera.

Hace poquito un familiar muy cercano me contó un chiste conocido, que dice que la diferencia entre un francés y un judío es que el francés se va sin despedirse y el judío se despide sin irse nunca. Si digo esto no es para pedir una columna de humor en la radio, sino para pensar por qué Diego insiste en la idea de un escritor que nace en el uso “artificial” de una lengua ajena en la que no puede no escribir. Pues bien: para el judío “sin pueblo” quizás no se trata de irse, pero tampoco de despedirse. No irnos cínicamente del lenguaje, no vivir en estado de despedida. Buscar la hendija que queda para meter un pie, guardar un huequito a ver si un día nos le animamos.

*Texto leído en la presentación del libro El temblor de las ideas, de Diego Sztulwark, el 27 de agosto de 2025 en La tribu.

Fuente de la información e imagen:  Lobo Suelto

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Guardianes del mañana: Humanidad 3.0

El próximo 25 de septiembre de 2025, a las 19:00 horas, la Biblioteca Municipal Lope de Vega abrirá sus puertas a un acontecimiento literario y reflexivo de gran calado: la presentación de Guardianes del mañana: Humanidad 3.0, el más reciente libro de Pedro Pozas Terrados, director ejecutivo del Proyecto Gran Simio, escritor y pensador comprometido con la defensa de la vida en todas sus formas.

Esta obra no es un libro convencional. Se trata de una enciclopedia de reflexiones, análisis y propuestas, fruto de un diálogo inédito entre el autor y una inteligencia artificial, concebida como herramienta para explorar caminos hacia un futuro más justo, humano y sostenible. El libro constituye un viaje por los grandes dilemas de nuestro tiempo y ofrece una guía para reorientar el rumbo de la humanidad en un planeta marcado por las crisis climáticas, sociales y políticas.

Un libro nacido del diálogo entre humano e inteligencia artificial

Guardianes del mañana: Humanidad 3.0 es fruto de una conversación profunda entre Pedro Pozas y una IA, que no solo aporta datos y análisis, sino que abre horizontes, propone soluciones y cuestiona inercias que parecen inamovibles. En estas páginas, el diálogo se convierte en un espejo en el que la humanidad puede contemplarse y preguntarse hacia dónde quiere ir.

El autor plantea que, en un mundo dominado por intereses económicos, guerras y desigualdades, la voz imparcial y lógica de una inteligencia artificial puede ayudar a trazar rutas alternativas de supervivencia. No se trata de ciencia ficción, sino de un manual de futuro que invita a la acción responsable, donde la tecnología no se enfrenta al ser humano, sino que lo acompaña en su despertar de conciencia.

Temas que no deben ser olvidados

El libro también se sumerge en la reciente historia de España, recordando episodios que no deben caer en el olvido:

  • El dolor del terrorismo de ETA y el silencio impuesto sobre quienes sufrieron en primera línea.
  • Las incógnitas y mentiras aún latentes en torno al 23F.
  • El síndrome del aceite de colza, tragedia que marcó a miles de familias y cuya verdad sigue oculta entre sombras.
  • La gestión de la pandemia del COVID-19, con sus contradicciones, muertes solitarias en residencias y vulneración de derechos fundamentales.

Estos capítulos no son meros recuentos de hechos, sino llamamientos a la memoria. Porque, como recuerda el autor, un pueblo que olvida su pasado está condenado a repetirlo.

Un análisis integral de los grandes desafíos globales

La obra también recorre temas de carácter universal que afectan a la humanidad entera:

  • La crisis climática y el secuestro de soluciones reales por intereses políticos y económicos.
  • La corrupción como lastre sistémico que impide el avance social.
  • La guerra y la diplomacia rota, donde los intereses geopolíticos se imponen sobre la paz.
  • El futuro de la energía, con la denuncia del freno a tecnologías limpias como la solar o inventos silenciados por multinacionales.
  • El agua como bien común y posible detonante de conflictos futuros.
  • La deuda moral con los homínidos no humanos, explotados por la ciencia y los zoos mientras sus poblaciones salvajes disminuyen.
  • El genocidio de los pueblos indígenas y su importancia como guardianes del planeta.
  • La existencia de Dios y vida en el universo.
  • Lo que nos depara el futuro con la física cuántica.
  • La conversión de los zoos y numerosos otros temas.

Cada uno de estos apartados no se limita a describir el problema, sino que ofrece líneas de solución, reflexiones prácticas y propuestas que podrían ser la base de políticas públicas o proyectos internacionales.

Una enciclopedia para el cambio

Lejos de ser un ensayo más, Guardianes del mañana: Humanidad 3.0 se presenta como una enciclopedia del despertar humano. Cada capítulo constituye un paso hacia la construcción de una sociedad más justa, consciente y respetuosa.

En sus conclusiones, el autor subraya la urgencia de asumir que nuestro futuro no está garantizado y que el rumbo actual nos conduce hacia el abismo. Pero también insiste en que aún hay esperanza, siempre que seamos capaces de escuchar, de aprender y de actuar con la mirada puesta en el bien común.

El libro se convierte así en un mapa para la esperanza, un faro que ilumina los caminos posibles en medio de la tormenta global.

La relevancia de la presentación

La presentación en la Biblioteca Municipal Lope de Vega será un espacio de encuentro entre ciudadanía, ciencia, filosofía y ética. No será únicamente un acto literario, sino un foro para el debate y la reflexión, donde se pondrán sobre la mesa los grandes temas de nuestro tiempo y se abrirá la posibilidad de un diálogo constructivo con los asistentes.

En palabras de quienes ya lo han leído, el libro se siente como un manual de supervivencia para la humanidad, una especie de brújula moral y racional que señala que, aunque el mundo parece haber perdido el rumbo, aún es posible corregirlo si se actúa con valentía, justicia y visión de futuro.

Biblioteca Municipal Lope de Vega – 25 de septiembre de 2025, 19:00 horas

Fuente de la información:  https://insurgenciamagisterial.com

Fotografía: PEDRO POZAS TERRADOS

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Reseña del libro ‘Del franelero popular’ de Rolando Revagliatti.


Desde el título hay una intención irónica. Franelero es un término que remite al Refranero Popular, pero con la connotación de intentar agradar, adular, caer bien.

El aforismo es un género utilizado para expresar reflexiones sobre la vida. A veces tienen un sentido filosófico y otras simplemente expresan una opinión.

Coherente con esta aclaración, en su interior encontramos frases breves, refranes que se han modificado para producir un efecto sarcástico y crítico. Por ejemplo, la letra con sangre atrae a las moscas, combinación burlona que refiere al dicho popular “la letra con sangre entra”, creencia que considera el aprendizaje como producto de modos autoritarios y punitivos. La sangre pierde su valor fundamental en el cuerpo humano y solo “atrae a las moscas”.

     Pindongas clericales/ atiborran arrabales es una expresión que señala conductas clericales moralmente contrarias a lo que representan tradicionalmente sus investiduras.

     El que mucho aprieta y abarca/ es un garca, señala a los que acumulan riqueza aprovechándose de los demás.

El sentido de estos textos es, en general, poner el acento en cuestiones que se han naturalizado, pero encierran hechos donde la desigualdad y los favoritismos consolidan una sociedad injusta e hipócrita. A través del humor y el sarcasmo se desnudan creencias estereotipadas que han ocultado la verdad. El poder y el dinero buscan siempre su propio beneficio.

Nos encontramos con un texto muy bien trabajado, en su brevedad, desde la ironía.

“Del Franelero Popular”, Editorial Leviatán, Buenos Aires, junio 2025, 54 páginas, prólogo de Ricardo Rojas Ayrala, ISBN 978-631-6681-08-9.

Fuente de la información e imagen: https://insurgenciamagisterial.com

Fotografía: Rolando Revagliatti

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