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Pensamos en las humanidades, pensamos en un conjunto de saberes que se adquieren por medio de la lectura reflexiva y recreativa o a partir de la experiencia estética. La historia en sus diversas tramas, los géneros literarios y las distintas artes, constituyen el núcleo de lo que llamamos “formación en humanidades”. En el contexto técnico y profesionalizador de la universidad hoy, ¿por qué considerar relevante la formación en humanidades? Una respuesta posible es que existen para evitar que, en el espacio universitario, se formen visiones reductivas y simplistas de la realidad.
El riesgo de que en la universidad se generalice la perspectiva técnica e instrumental del saber, constituye uno de los mayores peligros para el conocimiento teórico, ya que es la reflexión especulativa y problematizadora la que ha permitido los mayores logros en el ámbito del saber. Si solo se favorece el conocimiento de lo útil, se pone en riesgo de extinción este tipo de saber.
Una vez que la universidad es tomada por las perspectivas técnicas del saber, la idea de una formación amplia e interdisciplinaria se reduce al mínimo. Los conocimientos históricos y sociales son desdeñados. Y, peor aún, la producción literaria y artística es considerada innecesaria. Un estudiante universitario, formado fundamentalmente en los saberes de su especialidad, posee una idea limitada de los fenómenos sociales y una visión empobrecida de la experiencia humana.
El reconocimiento de los saberes literarios, históricos y artísticos no solo tienen como fin el saber en sí mismo, sino que posee una evidente dimensión formativa en la configuración intelectual del universitario. Reconocer que nuestra especie construye mundos simbólicos, visuales, escénicos, sonoros; también culturales, sociales, económicos y políticos eleva y potencia la imaginación. La reflexión y la especulación se amplían si la mente del estudiante está en contacto con formas creativas de la acción humana.
Valorando la creación y dejándose sorprender por la misma, el universitario potencia su capacidad de ser creativo, lo cual es de vital para formar una mente que genere hipótesis y conjeturas, que a su vez colabora con lograr un intelecto más efectivo para el mundo laboral. Gracias a las humanidades su mente es lo suficientemente permeable ante entender la constante variación de la circunstancias de la realidad humana.
También, desechar o reducir al mínimo el acceso a las humanidades, forma profesionales con una perspectiva muy limitada, incapaces de entender los procesos de nuestro mundo en su real magnitud y profundidad. Todo ello tiene una evidente repercusión negativa sobre la vida social y en el entorno natural. Recuperemos las humanidades.
Fuente: http://www.elperuano.pe/noticia-las-humanidades-la-educacion-universitaria-61731.aspx