Ni por Internet ni por las redes se puede concluir el Año Escolar. Hay que alargar el Período Escolar al culminar la Cuarentena

El ministro de educación Isturiz ha dicho públicamente que el año escolar se culminará de forma no presencial, desde la casa, por medios virtuales. Según el ministro, se usarán estrategias pedagógicas de aprendizaje a distancia, incluyendo plataformas digitales, telefónicas fijas y celulares (https://runrun.es/noticias/403605/isturiz-oficializa-suspension-de-clases-por-el-resto-del-ano-escolar/).

No tenemos estadísticas a la mano, probablemente no existan en Venezuela esas estadísticas (nada de extrañar en este gobierno cuyo lema es la opacidad). Pero tenemos la certeza que la mayoría de los alumnos del sistema escolar venezolano no tienen acceso a internet, no tienen computadoras en su casa, y tampoco poseen teléfonos inteligentes con capacidad para «recibir clases».

De lo que sí estamos seguros es que los profesores no tienen ni computadoras en sus hogares, ni servicio de internet, y muchos no tienen teléfonos inteligentes. Mi propia experiencia como docente, profesor titular de una universidad autónoma con 25 años de antigüedad: mis dos últimas computadoras que poseía de anteriores proyectos de investigación en LUZ dejaron de funcionar a comienzos de este año (luego de más de 10 años de uso). Actualmente trabajo en mi casa con una computadora prestada y un teléfono también prestado (ambos equipos muy viejos y muy deficientes, no actualizados tecnológicamente, y que además debo devolver en un corto plazo). Y el servicio de internet casi no existe en Maracaibo, salvo algunas empresas privadas que cobran altas mensualidades en dólares (30-40 $ y más mensualmente), inaccesibles para cualquier docente, que apenas ganamos entre 10 y 30 dólares al mes.

Una computadora nueva cuesta entre 300 y 400 dólares las más baratas. Inaccesibles también para cualquier educador venezolano. Un teléfono inteligente cuesta entre 80-100 $ los más baratos. Igualmente inaccesibles, por lo menos para mí.

De manera que esa educación virtual de la que habla Aristóbulo no puede funcionar ni desde los emisores (maestros) ni desde los receptores (alumnos), por una evidente incapacidad tecnológica de las familias venezolanas, incluyendo la comunidad de educadores.

Afirmar públicamente que el año escolar en Venezuela se culminará por medios virtuales es una vulgar mentira, para decir lo menos. No existe capacidad instalada de equipos digitales ni servicios de comunicación que permitan ese objetivo. Serán muy pocos alumnos y muy pocos maestros quienes pueden ejecutar esa «plataforma digital» de la que habla el gobierno.

Particularmente en los colegios y liceos públicos las limitaciones son mayores, tanto para alumnos como para profesores y maestros. Tal vez en instituciones educativas privadas el nivel social de los alumnos les permita mayores facilidades para el uso de internet, redes y acceso a computadoras y teléfonos inteligentes. Pero allí también se tropieza con las limitaciones de los docentes, cuyos ingresos, que siendo algo superiores a los del sistema público, siguen siendo mínimos e incapaces de subsidiar equipos para esta labor.

Siguiendo el discurso del ministro Istúriz, en sintonía con afirmaciones similares del presidente Maduro, la única manera de culminar el año escolar sería imponiendo una falsa realidad que implicaría aprobar por decreto a los alumnos, sin evaluación de por medio (o aplazar a todos aquellos alumnos que no hayan podido comunicarse con sus docentes, o cuyos docentes no pudieron comunicarse con ellos).

Por otra parte hay que tener en cuenta que las familias venezolanas están pasando la cuarentena en las peores condiciones posibles: con constantes cortes de electricidad, cortes de internet (cuando lo hay), con deficiencias en los servicios de agua y gas, con limitaciones significativas en la alimentación diaria debido a que muchas actividades laborales complementarias del sustento familiar, tanto de los grupos familiares de los alumnos como de los docentes, están suspendidas por la cuarentena y el ingreso mensual del pueblo venezolano se ha reducido considerablemente en el último mes. En otras palabras, tanto alumnos como docentes están (estamos) comiendo menos y sufriendo los malos servicios públicos. Condiciones nada favorables que se suman a las ya mencionadas limitaciones tecnológicas, para avanzar en esa pretendida culminación virtual del año escolar.

Mucho más razonable es la propuesta de RETOMAR EL AÑO ESCOLAR APENAS CULMINE LA CUARENTENA, Y ALARGARLO LOS MESES QUE SEA NECESARIO PARA PODER CULMINAR SATISFACTORIAMENTE EL PERÍODO DE ESTUDIO 2019-2020. Es la única forma de garantizar que se aborden todos los contenidos necesarios en cada nivel de estudio.

Hay que considerar que esta pandemia es una situación de emergencia mundial, nunca vista en un siglo, y el hecho de alargar el año escolar es preferible a piratear y mentir como lo pretende imponer el dúo Maduro-Istúriz.

La enseñanza que se deriva de esta crisis es la enorme responsabilidad que tiene el gobierno, al cual se le ha propuesto por años sin tomar jamás en consideración, de facilitar la existencia de una verdadera plataforma tecnológica para la educación a distancia, que incluya suministrar equipos a los docentes y a las familias de los alumnos, facilitar la existencia de servicios de internet y telefonía a costos accesibles para las familias populares y para los docentes, garantizar salarios adecuados a los docentes para que puedan satisfacer sus gastos básicos de la canasta familiar.

Mientras lo anterior no exista, y de hecho no existe en Venezuela salvo en un minoritario sector educativo, no se podrá hablar de «dar clases por internet» y «culminar el año escolar desde la casa, de manera virtual». Alertamos a la ciudadanía y al mundo entero de la falsa imagen que pretende trasmitir nuestro ministro de educación. Estaríamos a las puertas de una nueva modalidad, un «FALSO POSITIVO EDUCATIVO», con igualmente falsas estadísticas y falsas calificaciones finales. ¡ALERTA!

Maracaibo, 11 de abril de 2020

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Sobre las políticas para el fomento de la investigacion científica y tecnológica

Por: Roberto López Sánchez[i]

Las siguientes reflexiones buscan aportar al debate sobre la transformación universitaria en Venezuela. Partimos de nuestra condición de docentes de una universidad autónoma como LUZ. Luego de casi 18 años de revolución, las universidades autónomas venezolanas continúan con los mismos problemas, los mismos vicios y los mismos retos que se planteaban en 1998. Probablemente agravados, por su prolongación en el tiempo y la ausencia de iniciativas transformadoras hacia las mismas. La carencia casi total de voluntades de cambio ha prevalecido no sólo en sus autoridades rectorales y decanales, sino también en la dirigencia bolivariana que desperdició 15 años de mayoría parlamentaria sin debatir ni aprobar una nueva ley de universidades.

Entrarle al problema universitario, en términos históricos, ocurrirá en algún momento de los próximos meses o años. No perdemos esa esperanza y no nos resignamos a presenciar el lento declive de un sistema universitario que muy poco aporta a las necesidades del pueblo y del desarrollo soberano de la patria. Sobre todo, porque vemos con preocupación que en vez de impactar positivamente en las autónomas los nuevos proyectos académicos implementados en las nuevas instituciones como la UBV, lo que observamos es que los vicios tantas veces diagnosticados en nuestras principales universidades comienzan a transferirse por diferentes medios a estas nuevas experiencias académicas.

UNA NUEVA CIENCIA PARA NUEVAS UNIVERSIDADES:

El proceso de transformación de las universidades venezolanas debe considerar, entre otros elementos, la insurgencia de los nuevos paradigmas del conocimiento que han propiciado, en este mundo globalizado en que vivimos, una ruptura epistemológica con la ciencia positivista tradicional.

Hasta el presente, el enfoque predominante en los procesos de producción y difusión del conocimiento científico ha sido el de la diferenciación de dicho conocimiento en una multiplicidad de disciplinas autónomas, que tiene por fundamento la separación entre el trabajo manual y el trabajo intelectual propio de la sociedad capitalista, en la fragmentación y la parcelación del saber y el hacer. De esta forma se han construido una serie de “disciplinas científicas”, cada una de ellas con un objeto de estudio, unos marcos conceptuales, métodos y procedimientos específicos. Se han creado escuelas, cátedras, asignaturas, títulos, exámenes, asociaciones profesionales y parcelas de poder universitario para cada disciplina: médicos, abogados, ingenieros, sociólogos, pedagogos, etc.

El problema de esta parcelación disciplinaria del conocimiento radica en que cada una de estas disciplinas estudia por cuenta propia el mismo objeto de estudio, que es la sociedad en la cual actuamos, pero mantienen una total desconexión e ignorancia entre lo que cada una realiza, lo que constituye un obstáculo para la comprensión real y completa de los fenómenos de los que se ocupan (JurjoTorres).

La ruptura de fronteras entre las disciplinas, a consecuencia de la multiplicidad de áreas científicas, de unos modelos de sociedades más abiertos, y de la mundialización de la información, unido a la complejidad del mundo y de la cultura actual, obliga a considerar modelos de análisis más complejos, buscando desentrañar los problemas con múltiples lentes, tantos como áreas del conocimiento existan.

Se debe elaborar una lógica de la complejidad, que entienda que la sociedad es un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: que presenta la paradoja de uno y múltiple (Edgard Morín). La complejidad es una palabra problema, no una palabra solución, ya que es una forma de dialogar con la realidad donde no hay respuestas simples, como en el paradigma cartesiano (Yus Ramos). Las “disciplinascientíficas” de nuestras universidades se han caracterizado por su adscripción al paradigma de la simplicidad.

El reconocimiento de los procesos complejos, desarrollando el paradigma de la interdisciplinariedad, implica una ruptura epistemológica, acompañada de profundos conflictos cognitivos (Carlos Lanz). De manera general, estamos en presencia de un cambio teórico-metodológico en la ciencia, en el proceso de producción de conocimientos. La crisis universitaria en Venezuela no hace más que confirmar los presupuestos de Thomas Kuhn sobre las revoluciones científicas, al afirmar que la crisis es una condición previa y necesaria para el nacimiento de nuevas teorías. Lo que ha entrado en crisis no es ésta o aquella teoría de la ciencia sino la ciencia misma. Lo que no volverá es la pretensión de hacer pasar como ‘universalmente válido’ lo que es en verdad una determinada visión del mundo, una muy parcial manera de ver las cosas. Se trata de apostar por una nueva ciencia (Rigoberto Lanz).

En las universidades venezolanas, la creación de facultades y escuelas significó la construcción de verdaderos feudos (más que feudos, conucos), al territorializar el conocimiento a base de parcelas, en las que es casi imposible entrar y participar.

El colectivo de especialistas ha delimitado de tal modo su parcela que impide el ingreso de todo aquel al que no consideren con las suficientes credenciales, o no defienda los mismos presupuestos teóricos.

De esta forma, las escuelas y facultades se han convertido en un fin en sí mismo, duplicando funciones académicas en la docencia y la investigación, sólo para satisfacer los privilegios de cada señor feudal. Las características de estos feudos y conucos son los particularismos de sus productos académicos, la rigidez de las estructuras mentales, el conservadurismo para enfrentar los cambios, los celos por las críticas y los desarrollos innovadores, el importante peso del trabajo rutinario, y la reproducción al infinito de su práctica burocrática, mediante la cooptación de nuevos profesores que reproducen los mismos vicios.

Hay que cortarle la cerca a los conucos, trascender los feudos disciplinarios y derrocar a los mandarines del saber. Esto implica la modificación de las actuales estructuras de facultades y escuelas, la creación de los programas de formación como nueva estructura y la verdadera departamentalización, transfiriendo a los Departamentos gran parte de las decisiones que hoy controlan los Consejos Universitarios y Consejos de Facultad.

De esta forma se darán pasos reales para transformar la universidad, desmontando la estructura burocrática-clientelar que la está corroyendo, construyendo una institucionalidad acorde a la globalización del conocimiento y al mismo proceso revolucionario que se desarrolla hoy en Venezuela, donde la academia impere sobre los intereses grupales, y se puedan dar las respuestas que las grandes mayorías populares nos reclaman.

UNA CIENCIA COMPROMETIDA CON LOS INTERESES POPULARES Y NACIONALES:

La influencia del positivismo en el desarrollo científico contemporáneo difundió la conocida tesis de la neutralidad de la ciencia, de la “objetividad” del análisis científico, tesis que parte de considerar que la realidad es plenamente externa y objetiva, y que nuestro aparato cognoscitivo es una especie de espejo o cámara fotográfica que la reproduce fielmente. A partir de esta premisa se supone que los científicos pueden emitir una única y “objetiva” opinión sobre cada hecho o fenómeno natural o social que es sometido a su estudio. Surge así la ciencia neutral, la que mira los toros desde la barrera.

Pero las premisas anteriores se estrellan ante una realidad mucho más compleja. Primero que todo el conocimiento científico tiene su propia historicidad, es decir, varía de acuerdo a cada época histórica. Esta variación se debe a nuevos datos y nuevas teorías que puedan surgir; pero también tiene que ver con los valores que predominan en cada sociedad.

Esto último se relaciona con los intereses de clase implícitos dentro de un conjunto social determinado. De acuerdo a los intereses del grupo social que genera el conocimiento en cada época determinada, y a los valores morales de dicho grupo, la ciencia puede presentar multitud de versiones sobre un mismo aspecto analizado. Es decir, la burguesía tiene su propio concepto sobre la ciencia, y los trabajadores y sectores oprimidos por el capital debemos desarrollar igualmente una visión sobre la ciencia acorde a nuestros intereses como clase.

Ni la ciencia ni la tecnología son neutras, como formas de producción y aplicación del conocimiento científico. La ciencia tiene un carácter histórico, responde a cada época determinada y al tipo de sociedad que la desarrolla. También tiene la ciencia un carácter de clase o de grupo social, pues responde a uno u otro de los distintos y contradictorios intereses de clase que están en conflicto en una sociedad determinada. En las ideas de Marx sobre la totalidad concreta está implícita una visión del conocimiento científico más integral que la conocida división en disciplinas que introdujo el positivismo. Sobre este punto, las nuevas tendencias que promueven la interdisciplinariedad, la multidisciplinariedad y la transdisciplinariedad apuntan a cuestionar la manera como hasta ahora se produce el conocimiento científico en nuestras sociedades.

La ciencia positivista también hacía desaparecer al sujeto dentro del proceso del conocimiento. Pero sucede que el análisis del “objeto” que se estudia es predeterminado por el “sujeto” que investiga. Sujeto y objeto no son dos entidades separadas, como piensan los científicos positivistas. El sujeto-investigador forma parte del objeto que se investiga, en la medida en que integra un mismo conjunto social y una misma época histórica. Además, ese objeto estudiado es delineado por el propio investigador. De esta forma, cada investigador aporta su propia versión al fenómeno estudiado, condicionado por el tiempo y el espacio en que actúa, los intereses sociales que defiende, las teorías y métodos que utiliza, y hasta por sus gustos personales.

La visión positivista de la ciencia “pura, objetiva y exacta” fue superada a lo largo del siglo XX por los avances en las ciencias físicas, particularmente por la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica. El principio físico de indeterminación, y la teoría del caos, han relativizado la verdad científica a nivel de las ciencias naturales, sin que por ello se ponga en duda su carácter mismo de ciencias. Pese a ello, siguen prevaleciendo en muchas disciplinas una visión positivista ortodoxa sobre la ciencia, que no acepta la relatividad del conocimiento.

Bajo el manto de la neutralidad de la ciencia se ha ocultado una actitud que justifica implícitamente la existencia de relaciones de subordinación entre países y entre seres humanos, que son impuestas por quienes controlan los principales mecanismos de producción de conocimientos y nuevas tecnologías. La idea que se vende es que todo adelanto científico y tecnológico es bueno para la humanidad, y por tanto, debemos incorporarnos a esa vorágine desarrollista que es promovida por los centros del poder mundial globalizado. Pero las crisis ecológicas que se están gestando en diversos lugares del mundo son el alerta más contundente hacia esta interpretación simplista sobre la producción científica.

Reconocer que los conocimientos científicos no son verdades absolutas, es al mismo tiempo una forma de contribuir a democratizar dicha producción de conocimientos. Hasta ahora, la ciencia es sólo obra de “especialistas”. Pero todos los seres humanos somos capaces de producir conocimiento científico, si analizamos y sistematizamos nuestras experiencias cotidianas, y las comparamos con nuestros conocimientos acumulados del estudio o de experiencias anteriores. Esto no quiere decir que producir ciencia sea una tarea fácil. Lo que queremos recalcar es que cada uno de nosotros puede superarse y ampliar progresivamente su capacidad de análisis científico. Cuando tengamos una sociedad que no dependa de los especialistas, tendremos una sociedad mucho más democrática.

Hoy en Venezuela y toda América Latina, la ciencia debe orientarse principalmente a dar respuestas y explicaciones a los procesos de conflicto y cambio que estremecen a nuestras sociedades. Los investigadores deben cumplir la función de clarificar a la sociedad sobre los procesos económicos, políticos y socioculturales que han permitido que nuestra dependencia y subdesarrollo se prolonguen por décadas y siglos, a fin de facilitar su comprensión y profundizar en la determinación de nuevos rumbos al desarrollo nacional y latinoamericano.

La misión del investigador debe ser la de recuperar el compromiso con los intereses fundamentales de la nación y de las grandes mayorías sociales. En cierta forma, proponemos la redefinición del papel de la ciencia y de los intelectuales dentro de la sociedad. En momentos que la globalización pareciera arropar al mundo bajo el manto uniforme de la economía neoliberal, la democracia burguesa y la cultura occidental, una ciencia vista en una perspectiva latinoamericana debe servirnos para construir nuestro propio camino de desarrollo en lo económico, político y social.

La construcción del socialismo del siglo XXI, como rumbo fundamental de la República Bolivariana de Venezuela, implica necesariamente una redefinición teórica y práctica de la forma de construir y transmitir el conocimiento científico. Cuestiones como el modelo de desarrollo endógeno, la ruptura con los centros de poder mundial (con instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial), el enfrentamiento con la principal potencia imperialista, la promoción de nuevas instituciones como la CELAC, el ALBA, el Banco del Sur, las nuevas perspectivas de los procesos de integración y desarrollo económico, la democracia participativa como superadora de la democracia representativa liberal, y el objetivo de cambiar las relaciones capitalistas de producción a favor del cooperativismo y la participación de los trabajadores en el control de las empresas, son aspectos cruciales del plan de desarrollo nacional que deben ser incorporados como ejes transversales de todo el currículo de la educación superior en Venezuela.

Estas cuestiones mencionadas implican un cambio de rumbo absoluto en cuanto a lo que venía siendo el modelo de desarrollo nacional desde el gobierno de Páez en 1830 hasta Caldera en 1998. Es evidente que si este cambio de rumbo como país no se manifiesta en nuestro sistema educativo, difícilmente se podrá transitar por el camino de la construcción del socialismo del siglo XXI.

EL CAMBIO EDUCATIVO PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL SOCIALISMO:

La educación tradicional ha estado sometida a la crítica en las décadas recientes, parte de cuyos debates han tenido amplia difusión en el medio universitario. En Venezuela se ha adelantado todo un proceso de cambio educativo a partir de 1999, el cual ha tenido sus expresiones más resaltantes en la creación de las Escuelas Bolivarianas, en el desarrollo de las misiones educativas (Robinson, Rivas, Sucre), y en la creación de la Universidad Bolivariana de Venezuela.

De todas estas experiencias y reflexiones intentaremos resumir los aspectos que apuntan al deber ser de la nueva educación superior venezolana:

  • Superación de la concepción que ve el currículo como un modelo o diseño estandarizado, entendiéndolo ahora como Desarrollo Curricular, el cual promueve la formación general para seguir aprendiendo. “El currículo no es un problema técnico, sino que en el qué y cómo aprender, cuáles contenidos escogemos, cómo los estructuramos y presentamos, qué metodología empleamos, cuál didáctica proponemos, cómo evaluar y acreditar los saberes, todo esto descansa en una determinada concepción del mundo, de la sociedad y del desarrollo, tamizados por diversos intereses: de control y dominio, o de liberación y emancipación. Por eso resulta inaceptable la ‘neutralidad axiológica’ postulada en nombre de la ciencia y la técnica” (Carlos Lanz, 2007).
  • El proceso de formación permanente está vinculado a la investigación y la innovación para desarrollar un patrón tecnológico que responda a los indicadores de la calidad de vida y el desarrollo humano, descartando la perspectiva que valora el crecimiento de los indicadores macroeconómicos como el PIB y el ingreso per cápita.
  • Se propone un currículo bajo una concepción humanista, donde la economía, la ciencia y la tecnología estén al servicio de los seres humanos. Por más productiva que sea la tecnología, si ésta genera desempleo, depreda el ambiente y genera mayor dependencia, debe ser rechazada, revisada, desagregada y adaptada a nuestras necesidades. El lema debe ser “ciencia con conciencia”, “tecnología con pertinencia”.
  • Superar los anacronismos curriculares de nuestras universidades, que hacen que los aprendizajes no tengan pertinencia socio-cultural.
  • Promoción de valores dirigidos al cambio de las relaciones capitalistas de producción. Superar el afán de lucro y la máxima ganancia como móvil social, apuntando a la satisfacción de las necesidades colectivas. Primacía de los valores de uso sobre los valores de cambio.
  • Formación histórico-cultural con conocimiento pleno de nuestras raíces y del acervo histórico como pueblo. Respeto de la diversidad cultural.
  • Educación que promueve una revolución cultural y productiva, basada en el desarrollo endógeno sustentable y la economía popular.
  • Superación de las prácticas pedagógicas tradicionales, memorísticas y repetitivas, desarrollando métodos y estrategias didácticas no estandarizadas y produciendo recursos para el aprendizaje flexibles y contextuales. Incluye una reflexión crítica sobre los sistemas de evaluación aplicados por los docentes.
  • Desarrollo de una práctica docente vinculada con el trabajo productivo, con el entorno social y natural, con el patrimonio cultural de las comunidades, con la problemática general que confronta el país, haciendo énfasis en la pertinencia social de los aprendizajes.
  • En el plano de la investigación, se plantea construir un modo de producción de conocimientos más democrático, participativo e implicante, incorporando diversas opciones epistemológicas y superando el monismo metodológico.
  • Superar la dicotomía investigación básica e investigación aplicada, formulando líneas de investigación que permitan innovar y crear conocimientos y tecnologías propias, así como adaptar y transferir las tecnologías accesibles.
  • Articulación entre el desarrollo científico-técnico y el desarrollo independiente e integral del país, de acuerdo al plan general de la nación.
  • Otorgarle a la investigación el necesario peso curricular, vinculándola a la resolución de problemas nacionales y locales. Otorgar igualmente mayor respaldo financiero a la investigación, y el reconocimiento y fomento del trabajo investigativo entre los profesores.
  • En materia de extensión, superar las concepciones eventistas y simplemente difusoras de las actividades de docencia-investigación. Superar igualmente la concepción de la extensión como un mecanismo para obtener ingresos propios. Construir relaciones sólidas entre la universidad y la comunidad, impulsando propuestas en áreas de interés social (tales como salud, educación, vivienda, servicios públicos) en conjunto con organizaciones sociales diversas (consejos comunales, sindicatos, cooperativas, etc.).
  • Otorgarle a la extensión universitaria un mayor peso académico al que hasta ahora ha tenido curricularmente y en la misma actividad de los docentes.
  • Fortalecer la formación del estudiantado al calor del desarrollo de la ley del servicio comunitario, mediante la creación de valores en cooperativismo, solidaridad, cultura democrática, gestión participativa de los asuntos públicos, superando el individualismo, la competitividad, la intolerancia, la discriminación de género, racial y social.
  • Socialización de la investigación universitaria, vinculándola a los sectores estratégicos de la nación: petróleo, manufactura, agricultura.
  • Desarrollo de la municipalización de la educación universitaria, respaldando la experiencia de las aldeas universitarias y la aplicación de modalidades no convencionales de aprendizaje.

DIAGNÓSTICO:

  1. Existe en Venezuela una cantidad grande de investigadores en las distintas disciplinas científicas, con muy buena preparación y experiencia en el campo de la docencia-investigación. No todos están identificados con la revolución bolivariana, y los errores del proceso en los últimos años ha aumentado la cantidad de opositores en este sector académico. No obstante, muchas de las investigaciones que se ejecutan son de mucha pertinencia para las necesidades prioritarias del Plan de la Patria. Es una contradicción que hay que saber manejar, estableciendo unas condiciones mínimas de respeto hacia estos investigadores que no convalidan ideológicamente la revolución pero aportan a ella a través de su trabajo científico.
  2. También existe un espacio de investigación científica que probablemente no realiza mayores aportes a las prioridades actuales de Venezuela y del Plan de la Patria, pero el mismo puede ser reorientado con una adecuada política de fomento de la investigación hacia las áreas prioritarias de la nación.
  3. Se ha producido un considerable impacto de la crisis económica en el desarrollo de la investigación científica y tecnológica en Venezuela.
    1. La inflación ha convertido en irrisorios los presupuestos que cada universidad (principalmente las autónomas) destina para el financiamiento de proyectos de investigación. Con los montos actuales, apenas se puede renovar las tintas/toner de las impresoras y comprar algunas resmas de papel. No se pueden adquirir equipos de computación ni otros equipos y accesorios básicos. No se puede contratar asistentes de investigación. No se pueden adquirir libros ni revistas científicas. No se pueden comprar insumos para experimentos en laboratorios, ni equipos para esos laboratorios. No se pueden comprar vehículos necesarios para trabajos de campo, ni reparar los existentes. La tendencia en desarrollo es hacia la paralización total de los procesos investigativos, salvo los que sólo requieran consultas bibliográficas y se puedan desarrollar en baseal esfuerzo individual del investigador por cuenta propia.
    2. El MPPEUCT ha suspendido las convocatorias para financiar proyectos de investigación en las áreas prioritarias que el mismo ministerio determina. Las últimas convocatorias se realizaron en 2012.
    3. Los bajos sueldos de los profesores-investigadores de las universidades venezolanas ha motivado una fuga de cerebros considerable. La diferencia de sueldos es tan grande que un profesor en el Programa Prometeo, en Ecuador, puede ganar en un año veinte veces más que todo el dinero acumulado en prestaciones por 20 años de trabajo en universidades venezolanas. Para ganar en Venezuela lo que gana un profesor venezolano que se ha ido a Ecuador por un año, necesitaría trabajar aquí más de 60 años.
    4. La fuga de cerebros se produce principalmente en las ciencias básicas y en la ingeniería, donde se han ido profesionales con más de 20 años de experiencia en la docencia/investigación, con título de doctor y numerosas especialidades, con experiencia dirigiendo investigaciones de relevancia científica y con numerosas publicaciones nacionales e internacionales. Para sustituir a los que se van serán necesarias varias décadas de formación de nuevos profesionales/investigadores, siempre y cuando se modifiquen las políticas que están generando esta crisis.
    5. La crisis afecta a la misma docencia universitaria. Puesto que la adquisición de equipos de computación es algo inalcanzable debido a los bajos sueldos profesorales y el alto costo de dichos equipos (superan el medio millón de bolívares), los docentes universitarios dependen del adecuado funcionamiento de sus equipos actuales, los cuales al dañarse o volverse obsoletos no podrán ser renovados. Los nuevos docentes que se incorporan al trabajo universitario no pueden acceder a equipos de computación y otros insumos para la investigación; están imposibilitados de mantenerse siquiera actualizados en los conocimientos de su disciplina específica. El resultado de esto tiende al desfase entre los conocimientos que poseen los docentes/investigadores y los avances que en la ciencia y la tecnología se van suscitando a escala mundial. No es posible hoy en Venezuela para los docentes/investigadores universitarios mantenerse al día en los conocimientos científicos que se generan en el resto del mundo, no contamos con insumos materiales para ello.
  4. El programa PEII no logra abordar adecuadamente esta crisis presente en la producción de ciencia y tecnología en Venezuela.
    1. Los montos de financiamiento otorgados por el PEII son irrisorios en comparación con los montos de financiamiento que otorgan universidades de otros países latinoamericanos. Con lo que otorga el PEII como “estímulo a la investigación” no se puede adelantar ningún tipo de proyecto investigativo, salvo lo ya mencionado de investigaciones bibliográficas que adelante en solitario cada investigador (con las limitaciones antes indicadas de acceso a fuentes de información por carencia de equipos y falta de suscripción a índices científicos internacionales).
    2. Las actividades que se desarrollan desde los Fundacite (por lo menos en el Zulia) son de escaso impacto en la comunidad científica regional. No conocemos proyecto alguno dirigido hacia la comunidad de investigadores regionales que se haya promovido desde Fundacite en los últimos cuatro años.
    3. Los sistemas de evaluación del PEII y los mecanismos de control son muy limitados para impedir que se produzcan situaciones de fraude académico. No existe rigurosidad en el baremo y se permite de manera excesiva la discrecionalidad de los evaluadores. El resultado es que se omiten productos de investigación por causas aparentemente ideológicas, y se aceptan “productos” que no cuentan con suficiente documentación que compruebe su existencia real, tal como lo hemos concluido de nuestra experiencia como evaluadores del PEII.
  5. No se observa en las autoridades del MPPEUCT una reflexión que aborde esta crisis presente en la producción de ciencia y tecnología en Venezuela.Importantes propuestas que hemos han realizado en los últimos años para reconducir la política hacia el sector no han encontrado eco en las autoridades gubernamentales y ni siquiera se han molestado en establecer mecanismos de comunicación que permitan tramitar nuestras inquietudes:
    1. Las denuncias referidas al contraste entre los altos presupuestos que ejecutan las universidades autónomas en vigilancia y seguridad, y los bajos presupuestos que estas mismas universidades destinan hacia la investigación científica.
    2. La exigencia de una auditoría académica y administrativa hacia estas universidades autónomas.
    3. La propuesta de constituir un Consejo Presidencial de Universidades, Ciencia y Tecnología para abordar todo lo referente a la definición de políticas de transformación hacia el sector.
    4. Las denuncias referidas a los ingresos excesivos de personal administrativo y obrero, que en LUZ determina que actualmente ese personal de apoyo duplique en número la cantidad de docentes activos en la institución (cuando la recomendación de la Unesco es de un personal de apoyo por cada tres docentes).

PROPUESTAS (para su ejecución inmediata; de las mismas surgirán las bases para elaborar colectivamente una propuesta de transformación universitaria que cuente con el aporte de la gran mayoría de revolucionarios que hacen vida en la comunidad académica nacional):

  1. Instalar el Consejo Presidencial de Universidades, Ciencia y Tecnología, con participación de representantes de los colectivos bolivarianos de cada universidad del país, además de las autoridades Árbol y otros representantes del sector universitario, para convertirlo en un centro de debate y elaboración política para la transformación universitaria.
  2. Realizar una auditoría académica y administrativa de las grandes universidades nacionales (autónomas y otras), exigiendo que cada universidad destine para investigación un monto suficiente que permita el desarrollo de investigaciones prioritarias y pertinentes.
  3. Convocar por cada región asambleas de investigadores e innovadores para diagnosticar los problemas y conocer las propuestas de solución a los mismos.
  4. Establecer programas de financiamiento de proyectos de investigación que se equiparen al de otros países latinoamericanos.
  5. Que el PEII incorpore en su programa de estímulo a la investigación la dotación de equipos de computación a los investigadores (computadores de escritorio o laptop, impresoras, reguladores de voltaje, teclado, mouse, monitor) cada cierta cantidad de años (por la obsolescencia tecnológica).
  6. Que el MPPEUCT considere la dotación de equipos de computación para todos los docentes de las universidades públicas.
  7. Colocar a profesores-investigadores en los cargos de dirección o representación en las universidades y fundacites, también en las direcciones principales centrales del MPPEUCT, absteniéndose de colocar personas por su “recomendación política” o “cercanía política” a grupos y fracciones de poder dentro del PSUV. Existen centenares de profesores-investigadores de considerable experiencia revolucionaria y comprobada capacidad académica, y no hay necesidad de recurrir a políticos profesionales (cuya trayectoria universitaria generalmente no satisface las exigencias mínimas de desempeño de un docente-investigador, y que carecen de experiencia académica y de formación política necesaria para dar las respuestas adecuadas a los problemas universitarios).

Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 26 de julio de 2016

[i] Profesor Titular de la Universidad del Zulia, Maracaibo. Venezuela. Magister en Historia de Venezuela y Doctor en Ciencias Políticas. Autor de más de 50 publicaciones científicas en temas de historia, antropología, ciencias políticas y movimientos sociales venezolanos.

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