Educación en tiempos de drones

 

RioNegro/10 de junio de 2016/Por: Sergio Povedano

Increíble: los chinos usan drones para monitorear a sus estudiantes “para que no se copien” en sus exámenes. Un examen de selectividad (“gaokao”) permite el acceso a la mayoría de centros universitarios y supone todo un acontecimiento social en China. Son llamados a la prueba 9,42 millones de estudiantes. El Ministerio de Educación asegura que a esta prueba sólo la pasa una cuarta parte de los inscriptos. Las universidades más requeridas son la de Pekín, Shanghai o Hangzhou. Existe gran presión para los alumnos, a tal punto que ha habido suicidios en estudiantes desaprobados en otros años. Pasar este examen significa el futuro del alumno y de su familia. El dron ya ha sido utilizado en dos centros de prueba de selectividad en la ciudad de Luoyang (provincia de Henan).

El presente artículo sostiene la idea (obvia) de que educar a los pobres es una obligación del Estado que requiere de profesionales, herramientas, recursos e inversión muy por encima de, por ejemplo, la educación de alumnos de clase media. Se trata de un trabajo enorme que engloba todo el entorno social del alumno. Es llevarlo de la casa a la escuela, retenerlo, asistir a sus padres y lograr que la educación entre en la vida del alumno y su familia. No es lo mismo “educación para pobres” que “educación pobre”, o no debería serlo, sino más bien dos puntos opuestos.

Veamos algunos pormenores al respecto, sumado esto a sucesos vinculados con la expresión “tiempo de drones”.

El dron es un robot, un avión no tripulado que funciona con una gran capacidad de banda ancha y el GPS. Este “juguete” se desempeña en la “recolección de datos” e identificación de objetivos, además de poder portar armas. Y es usado en otras actividades funcionales y recreativas. Así, su uso está en medio de polémicas.

El presidente Obama admitió recientemente que un dron asesinó a tres estadounidenses y un italiano después de un atentado fallido en enero de este año. El programa de drones habría provocado la muerte de más de 4.000 personas en Pakistán, Yemen, Somalia y Afganistán. Voceros de Estados Unidos aseguran que casi la totalidad de las personas que murieron eran combatientes enemigos. Sin embargo, los operadores de aviones no tripulados eligen sus objetivos al detectar patrones sospechosos que ellos ya tienen planteados de antemano. Así, si se diera una caravana de vehículos que se mueven juntos, esto podría indicar, quizá, que hay militantes agrupados y esto provocaría su destrucción. Cabe señalar que las procesiones de bodas o funerales tienden a moverse de una manera similar, por lo que se ha sugerido con demasiada frecuencia la muerte de civiles que asistían a una boda o un funeral. Y así terminó la vida de Warren Weinstein y Giovanni Lo Porto. Unas pocas empresas se hay repartido “el negocio de los drones” en este ‘contexto de guerra’, por así decirlo. Esto significa miles de operadores observando los videos de estos robots vigías. Un negocio más que rentable.

El párrafo precedente viene a cuento de que los tiempos cambian rápidamente y de que todo tiene vinculación, aunque no la veamos. Si un dron vigila a jóvenes en un examen y otro es un arma de última generación, no hay ninguna distancia. Incluso, el gobierno chino paga los estudios a sus más altos promedios y luego los asigna en puestos militares. Así es que serán ellos mismos (los que fueron vigilados por aviones no tripulados) quienes rediseñarán los drones. En Argentina, cuando se habla de que hay que repensar e implementar otra forma de educación, no existe excusa de “no se puede”.

Drones sobrevolando a los estudiantes en China son prueba de eso. “Mucho nuevo” se puede hacer. Cuando el papa Francisco dice “hagan lío… pero después arreglen la cosa” invita a una interpretación obvia de revolución en su acepción evolutiva. Es decir, desarmen lo que no funciona y armen algo nuevo. Y también dice lisa y llanamente: “Deben pensar de otra manera”. Por otra parte, sin desmerecer los datos alentadores del actual gobierno sobre la construcción de nuevas escuelas y salitas y la refacción de viejos edificios, se debe saber que la mejora en infraestructura es necesaria pero no suficiente para erradicar la pobreza.

La pobreza puede aumentar y de hecho datos históricos así lo dicen. En www.worldbank.org se comenta que, tal como lo establece la Declaración de Incheon de 2015, emanada del Foro Mundial de Educación, se debe trabajar para que “los docentes y los educadores estén empoderados, sean debidamente contratados, reciban una buena formación, estén cualificados profesionalmente, motivados y apoyados dentro de sistemas, que dispongan de recursos suficientes, que sean eficientes y que estén dirigidos de manera eficaz”. El UIS (Instituto de Estadística de la Unesco) calcula que para alcanzar el objetivo de la educación primaria universal de aquí al 2020 los países deberían contratar un total de 12,6 millones de maestros de primaria. Entre la pobreza extrema y la escuela hay una distancia que el Estado debe ver con claridad. Y en Argentina hay que evitar que ciertas provincias argentinas conserven la pobreza como moneda electoral.

Está claro que no a todos les interesa la educación pública o que la educación pública avance, por diferentes razones: ideológicas, de intereses propios, sociales (clasistas), etcétera. Mas la pregunta es fundamental: ¿cómo hacer que nuestro país piense de otro modo? Sin embargo, los candidatos a presidente dan a entender que tienen la respuesta a “esa pregunta”.

La inversión educativa constituye un espacio fundamental en la política de los gobiernos y de organismos internacionales. Esto en favor a una proyección de desarrollo y lucha contra la pobreza. Pero sucede que la mayoría de los sistemas educativos no redunda en beneficio de los niños más pobres. Se estima que 250 millones de niños no saben leer ni escribir, si bien muchos han asistido a la escuela durante años. Se trata de una tragedia que tiene consecuencias graves para el objetivo de acabar con la pobreza extrema.

Afirma Jim Yong Kim, presidente del Grupo Banco Mundial: “Al existir en la actualidad casi 1.000 millones de personas que siguen condenadas a una situación de pobreza extrema, los esfuerzos sostenidos por mejorar el aprendizaje de los niños movilizarán un enorme potencial humano en los años venideros. Los mejores resultados en el aula ayudarán a poner fin a la pobreza extrema”.

Volviendo al pasado, recordamos el camino de la barbarie a la civilización con la educación de Sarmiento. Para algunos, tal intención educativa fue interpretada como el menosprecio de la cultura indígena. Hoy el camino de la educación requiere todo su paradigma para educar a los pobres, pensar de otro modo, porque debemos dar como resultado otros representantes, mejores dirigentes.

En este “tiempo de drones”, podemos acceder a conclusiones a partir del big data desde programas inteligentes o, al contrario, ignorar lo precedente y ejecutar medidas creativas antes no vistas. Existen recursos antes jamás vistos para educar a nuestros niños. Así, repito: educar a los pobres es una obligación del Estado que requiere de altos profesionales, herramientas, recursos e inversión muy por encima de “la educación normal”.

Al fin, no será lo mismo “educación para pobres” que una “educación pobre”, o no debería serlo, sino más bien dos puntos opuestos.

Tomado de: http://www.rionegro.com.ar/columnistas/educacion-en-tiempos-de-drones-NCRN_7958354

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