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La población afrodescendiente y la desigualdad en América Latina

Uruguay/19 de Junio de 2017/El Observador

Las brechas entre los marcos legales y la vida cotidiana de las personas afrodescendientes siguen siendo profundas.

Según los censos de los diferentes países de América Latina y el Caribe, se estima que la población afrodescendiente en la región en 2010 era de 111 millones de personas, un 21,1% de la población total. Sin embargo, para el informe, Panorama Social de América Latina, edición 2016 de la CEPAL, debido a las limitaciones que aún persisten en la región en la cuantificación de estas poblaciones consideradas minorías, se estima que a 2015, había en la región al menos 130 millones de personas afrodescendientes

La falta de precisión de la composición racial en la región evidencia cómo la desigualdad étnico-racial, así como la socioeconómica, la de género o territorial, “constituye uno de los ejes de la matriz de la desigualdad social en América Latina”. La región es la más desigual del mundo y ello se manifiesta en diversos ámbitos del desarrollo social, entre ellos la posición socioeconómica, la salud, la educación y el trabajo. Como ejemplo, en los cuatro países de los cuales se dispone de información, se percibe una concentración significativamente más elevada de la población afrodescendiente en el quintil de menores ingresos.

En el ámbito de la salud, uno de los indicadores que más evidencia la desigualdad entre los afrodescendiente y el resto de la población son las tasas de mortalidad infantil. Con la excepción de la Argentina, la probabilidad de que un niño afrodescendiente muera antes de cumplir un año de vida es superior que la de los no afrodescendientes. Las mayores brechas se registran en Colombia, Uruguay, Panamá y Brasil, países donde la probabilidad es de entre 1,6 veces y 1,3 veces mayor entre niños afrodescendientes que entre niños que no pertenece a este grupo racial.

Las desigualdades étnico-raciales también se manifiestan en la educación, donde la proporción de jóvenes de raza negra de entre 18 y 24 años que asisten a un establecimiento educativo es menor al porcentaje de los jóvenes que pertenecen a otras razas. Según el mismo informe de la CEPAL, la brecha se profundiza en el caso de la asistencia a la educación superior. En cuanto al mercado de trabajo, las tasas de desempleo de los afrodescendientes son superiores a las de los no afrodescendientes en la mayoría de los países considerados. Y a modo de ejemplo, los ingresos de los hombres de raza negra que cuentan con educación terciaria representan apenas el 73% de los hombres no afrodescendientes.

A pesar de las persistentes desigualdades, desde mediados del siglo pasado se han venido emprendido acciones y se han asumido compromisos internacionales para intentar revertir la situación. Pero ha sido en los últimos 15 años, tras la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, celebrada en 2001, que la presión de movimientos sociales y diferentes organismos internacionales han logrado que los gobiernos de la región fortalezcan los mecanismos relacionados con las poblaciones afrodescendientes.

En los últimos años, algunos países han reformado su legislación para combatir el racismo y fomentar la igualdad. Algunas de estas políticas implican la reserva de cupos para personas afrodescendientes en universidades y puestos laborales. También, según el informe de la CEPAL, se han implementado políticas como la instauración de días oficiales de celebración de la afrodescendencia, y la enseñanza de historia y cultura africana. Y en algunos países se fomenta la participación de organizaciones afrodescendientes en las decisiones, “a través de la articulación, aunque incipiente, de los mecanismos gubernamentales”.

A pesar de los avances, las brechas entre los marcos legales y la vida cotidiana de las personas afrodescendientes siguen siendo profundas. Y de hecho, todavía hay países que carecen de cualquier normativa al respecto.

Fuente: http://www.elobservador.com.uy/la-poblacion-afrodescendiente-y-la-desigualdad-america-latina-n1084632

 

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Educación inclusiva: un instrumento clave en la búsqueda de una sociedad mejor

Por: Universia

Porque la educación inclusiva y de calidad es un derecho, te invitamos a que conozcas sus principios y una guía de buenas prácticas a partir la realización de diferentes proyectos.

La educación inclusiva es una poderosa herramienta para combatir la exclusión social. Según la UNESCO, este tipo de educación se basa en el derecho que tienen los alumnos de recibir una educación que atienda sus necesidades básicas de aprendizaje y mejore sus vidas.

Se apoya sobre la base del principio de que cada niño tiene características, intereses, capacidades y necesidades de educación diferentes, y que es responsabilidad de aquellos que diseñan los sistemas educativos en funcionamiento contemplar y dar respuesta esta realidad compuesta por un amplio espectro de necesidades.

En este sentido, hablamos de una educación integradora cuando se trabaja en desarrollar el potencial de cada persona bajo el convencimiento de que todo niño o niña es capaz de aprender cuando se le da las herramientas y las oportunidades necesarias para hacerlo. Esto implica una planificación que estructure y dinamice este tipo de aprendizaje, algo que lamentablemente está faltando, opinó en 2015 el Vicepresidente del Grupo de Establecimientos de Educación Especial de Buenos Aires (GEeeBA), Pablo Crespo, a Infobae.

En materia de discapacidad, según datos publicados por Infobae en 2015, son aproximadamente siete mil los alumnos que asisten a establecimientos educativos de Educación Especial públicos o privados en la Ciudad de Buenos Aires; y según comentaron a este medio, desde el GEeeBA consideran que “todas las instituciones involucradas con la educación en el país deberían involucrarse y crear un paradigma educativo más inclusivo”.

 Principios de la educación inclusiva

Según el portal inclusióneducativa.org, que representa a más de 200 federaciones de un total de 115 países intentando ser la voz de personas con discapacidad y sus familias, los principios en los cuales se apoya la educación inclusiva son:

1. Todos los niño/as pueden aprender

2. Todos los niño/as asisten a clases regulares, con pares de su misma edad, en sus escuelas locales

3. Todos los niño/as tienen derecho a participar en todos los aspectos de la vida escolar

4. Todos los niño/as reciben programas educativos apropiados

5. Todos los niño/as reciben un currículo relevante a sus necesidades

6. Todos los niño/as reciben los apoyos que requieren para garantizar sus aprendizajes y su participación

7. Todos los niño/as participan de actividades co-curriculares y extra curriculares

8. Todos los niño/as se benefician de la colaboración y cooperación entre su casa, la escuela y la comunidad.

Una manera de analizar por dónde empezar a trabajar en materia de inclusión puede ser a partir de sus diferencias con el enfoque tradicional. Para ello, el portal inclusioneducativa.org elaboró el siguiente cuadro:

Buenas prácticas en Educación Inclusiva

La organización sin fines de lucro, Save The Children, con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), elaboró una guía de buenas prácticas para la educación inclusiva que recopila y difunde, entre otras cosas, los trabajos realizados en diversos centros educativos españoles en la búsqueda por mejorar la inclusión de niños, niñas y jóvenes en diferentes contextos y ámbitos educativo. Este documento contiene ejemplos de buenas prácticas aplicadas por una gran cantidad de proyectos, donde se detalla cuál era el objetivo específico para cada caso y el tiempo que se necesitó para su ejecución.

Educar en la diversidad

Con el objetivo de respuesta a una necesidad existente en todos los países del MERCOSUR vinculada con las dificultades de los docentes para atender la diversidad de necesidades educativas de los alumnos, especialmente en el caso de las escuelas que integraban niños y niñas con necesidades educativas especiales, los países miembros con la cooperación técnica de la Oficina Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y el Caribe, UNESCO/Santiago elaboraron el proyecto “Educar en la diversidad en los países del MERCOSUR”. Se trata de un material donde se ofrecen variadas estrategias de aprendizaje para ayudar a los docentes a reflexionar y desarrollar sus prácticas a partir del enfoque de la educación inclusiva. Éstas pueden utilizarse tanto para la enseñanza de los niños como de los adultos. Está compuesto por los siguientes cuatro módulos: educar en la diversidad, el enfoque de la educación inclusiva, ¿Qué entendemos por una escuela inclusiva?, “El aula como contexto de desarrollo y aprendizaje”. A continuación, podrás descargar el material.

 

Animados a la diversidad

Por último. compartimos el cortometraje sobre orientación sexual e identidad de género para promover la educación inclusiva, titulado «Animados a la diversidad», que fue dirigido por la Subsecretaria de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de Argentina.

Fuente: http://noticias.universia.com.ar/cultura/noticia/2017/06/16/1153452/educacion-inclusiva-instrumento-clave-busqueda-sociedad-mejor.html

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Argentina: Educación y Agroindustria impulsarán la educación agraria

Argentina/Junio de 2017/Fuente: Infocampo

El ministro de Agroindustria de la Nación Ricardo Buryaile y su par de Educación y Deportes, Esteban Bullrich, firmaron un convenio para fortalecer la Educación Agraria, por el cual se creará una Comisión Permanente. Además, se hizo un acta compromiso con más de 45 empresas y entidades del sector para que sean fuente de capacitación para escuelas rurales.

“Desde la gestión, hemos marcado un punto de inflexión, entre la sinergia del sector público y privado y el convenio de hoy da cuenta en gran parte de eso. La cantidad de empleo y oportunidades que generan estas empresas es fundamental para el desarrollo profesional e intelectual de los jóvenes” expresó el titular de la cartera agroindustrial y agregó, “como dice Macri, tenemos que crecer como exportadores de productos diversificados, pero el agregado de valor se logra a través del conocimiento. Para eso necesitamos jóvenes que se preparen, se formen y se capaciten. Un poroto de soja, un grano de trigo o un producto agroindustrial llevan mucho conocimiento encima. En esa agregación de valor el conocimiento es central y la escuela es el pilar básico. Fortalecerlos para lograrlo es nuestra responsabilidad” afirmó Buryaile.

Por su parte, el ministro Bullrich, explicó que “Para crecer, necesitamos que lo que se aprende en las escuelas debe ser lo que se ve en la sociedad. Pensamos en una educación aplicada y que los jóvenes sean creadores de empleo”, al tiempo que remarcó: “Pensando en que debemos convertirnos en el supermercado del mundo, recorrimos todo un camino con el ministro Buryaile y hoy la agroindustria sabe que se puede apoyar en la educación, una enorme herramienta de progreso que potencia la capacidad de los argentinos”.

La firma del acuerdo es en el marco de la gestión conjunta entre los ministerios de Agroindustria y de Educación y Deportes por el desarrollo y fortalecimiento de las escuelas agrarias y rurales, para transformarlas en espacios de formación que se encuentren en línea con los avances y desafíos tecnológicos del mundo productivo.

De esta manera, se acordó la creación de una Comisión Permanente de Educación Técnico Agropecuaria y Agraria. Entre los objetivos de la misma, se destacan actividades de cooperación institucional y asistencia para el desarrollo de acciones que fortalezcan la calidad de la educación técnica. Asimismo, se promueve la implementación de procesos sistemáticos de formación que articulen el estudio y el trabajo, la investigación y la producción.

La Comisión, estará integrada por representantes del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET), el Ministerio de Educación y Deportes de la Nación, el Ministerio de Agroindustria y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Además, se diseñarán y realizarán actividades con distintos organismos provinciales.

El Ministerio de Agroindustria, llevará a cabo políticas que promuevan las relaciones con entidades educativas, escuelas agrotécnicas, y servicios de extensión rural. Además, fomentará la investigación, experimentación y extensión agraria, como aspectos fundamentales.
Desde el Ministerio de Educación y Deportes de la Nación ejecutará acciones de capacitación docente, y brindará asistencia técnica a las provincias para la formación y desarrollo de recursos humanos que colaboren con la transformación económica regional.

Por otro lado, también se rubricó el acuerdo de cooperación alcanzado entre los Ministerios, Aapresid, Aacrea, UATRE y más de 45 organizaciones y empresas, para facilitar el acceso de las escuelas rurales a la innovación agroindustrial. En este sentido, se busca un acceso fluido, ágil y sencillo a las innovaciones y nuevas prácticas que se llevan adelante en toda la agroindustria, para lograr una alta capacitación en docentes y directivos de las escuelas y una mejor inserción laboral de los alumnos.

El Ministerio de Agroindustria, por medio del programa de la Dirección de Escuelas Secundarias, Agrarias y Rurales (Escuelagro) de la Secretaría de Agricultura Familiar, Coordinación y Desarrollo Territorial, y de la Dirección Nacional de Maquinaria Agroindustrial dependiente de la Secretaría de Agregado de Valor, tienen la misión de facilitar la vinculación entre los fabricantes, las autoridades locales y los directivos de las escuelas para concretar los objetivos y las acciones propuestas.

Cabe destacar que la firma se realizó en el marco de la conmemoración de los 200 años de la creación de la primera Escuela Práctica de Agricultores, impulsada por Manuel Belgrano, para fomentar la educación agropecuaria en la Argentina.

Fuente: http://www.infocampo.com.ar/educacion-y-agroindustria-impulsaran-la-educacion-agraria/

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Libro: Juventud, política y resistencia en la era digital

Juventud, política y resistencia en la era digital

Héctor Rolando Chaparro Hurtado. [Autor]

Colección Red de Posgrados en Ciencias Sociales.
ISBN 978-987-722-101-5
CLACSO.
Buenos Aires.
Febrero de 2015

Este texto menciona las dinámicas mediáticas que afectan las representacio- nes más tradicionales de la vida actual, asumiendo como categoría de análisis la taxonomía sociedad del conocimiento para reflexionar sobre el tránsito del capitalismo industrial al digital. Seguidamente, analiza el potencial que reviste la entrada del internet en la escena política, particularmente sobre la posibilidad de universalizar en tiempo real problemas políticos suscitados off line. En ese sentido, expone las estrategias comunicacionales que han adoptado los jóvenes como elementos de resistencia política a través de prácticas de militancia on line que hablan de otras formas de subjetivación política. Finalmente, enuncia tres casos en los que internet posibilita cruces entre corporalidad y política frente a propósitos reivindicativos de carácter cívico y educativo.
Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/buscar_libro_detalle.php?id_libro=1008&campo=titulo&texto=juventud
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EDUCACIÓN S.A (el mercado ataca de nuevo)

Por: Pablo Gentili

Aunque quizás pocos lo hayan notado, la educación ha sido la verdadera protagonista de algunos de los principales acontecimientos políticos de la última semana en América Latina. El hecho parece inédito. El estrellato de la educación no se debió esta vez a ninguna mala noticia, como suele ser habitual, sino más bien a un inusual reconocimiento acerca del valor que ella tiene para resolver providencialmente los principales problemas que deberán enfrentar los países de la región.

El hecho debería alegrarnos. Finalmente, la educación parece estar ganando el lugar que le cabe como gran apuesta al futuro, como oportunidad para hacer de las nuestras, sociedades más democráticas y justas.

Entre tanto, una revisión de las razones y argumentos que dirigieron hacia la educación el centro de las atenciones en el debate regional, no dejan de ser frustrantes y, de cierta forma, lamentables.

Los días 5 y 6 de diciembre pasado, se celebró en Santiago de Chile la Conferencia “Desafíos para asegurar el crecimiento y una prosperidad compartida en América Latina”, organizada por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Allí, diversos funcionarios del organismo alertaron que el ciclo de reformas sociales de la última década se había agotado y que las bajas tasas de crecimiento económico del continente, en un contexto global cada vez más incierto y riesgoso para la región, obligaban a un mayor rigor fiscal y a una inmediata reorientación de las políticas macroeconómicas. La reunión contó con la participación de algunos ministros de economía, presidentes de bancos centrales de diversos países latinoamericanos y un destacado conjunto de intelectuales y representantes de organizaciones internacionales. En la ocasión, la titular del FMI, Christine Lagarde, expuso algunas de las recomendaciones elaboradas por el organismo para enfrentar los desafíos futuros, poniendo especial énfasis en que, la necesidad de reactivar las economías, dependerá de una progresiva y sistemática mejora de “la educación, la infraestructura y la promoción de políticas que conduzcan a un crecimiento más equilibrado, inclusivo y sostenible”.

Difícil es saber si alguno de los presentes, en su sano juicio, pudo haber confiado en semejante aspiración de buena voluntad, por parte de un organismo que mucho ha tenido que ver con los mayores desastres económicos que ha vivido América Latina durante los últimos cincuenta años. Lagarde no perdió oportunidad de exponer su particular visión sobre los avances en los procesos de integración regional, descalificando con una metáfora gastronómica al Mercosur, la Unasur y el Alba, a los que tildó de “plato de espagueti”, al mismo tiempo en que señaló magisterialmente a Chile como “un alumno que trabaja duro y trata de mejorar su destino”. (Esto último no se supo si era un elogio o una advertencia al gobierno de Michel Bachelet). Por cierto, nunca ha sido la delicadeza ni la cordialidad la marca del trato que los funcionarios del FMI le han dispensado a América Latina, algo habitual en sus anteriores gerentes, como el promotor de crisis globales Michel Camdessus, la poco amigable señora Anne Krueger, el eximio administrador de empresas Rodrigo Rato, o el festivo Dominique Strauss-Kahn.

Preocupada con los altos índices de desigualdad y de violencia en la región, Christine Lagarde sostuvo convencida que “hay que realizar reformas estructurales, y eso incluye mejorar el nivel de educación, asegurando que la formación responda a las necesidades del mercado”.

Desde este punto de vista, los problemas de competitividad y productividad que limitan las posibilidades de crecimiento de las naciones latinoamericanas en el actual contexto internacional, dependen de la necesaria y urgente orientación de la educación a los requerimientos de la economía. Por otro lado, en un contexto potencialmente recesivo, la disminución del fondo público obliga a orientar el gasto social de forma más efectiva, priorizando la formación profesional y el desarrollo de competencias que permitan una inserción más competitiva de los individuos en el mercado, contribuyendo al dinamismo de la economía. En otras palabras, la educación debe reducirse a la capacitación laboral ya que es el déficit de formación lo que explica, en buena medida, las trabas que impiden el desarrollo de las naciones latinoamericanas.

El desafío atribuido a la educación contrasta, naturalmente, con un diagnóstico muy negativo de las condiciones en que se promueven las políticas educativas en la región: la improductividad del sistema escolar, su pésima calidad, la mala formación docente y los bajísimos niveles de aprendizaje de los alumnos, sumados a una mala gestión y administración de los recursos invertidos. Reorientar la educación hacia las demandas y necesidades del mercado es la solución propuesta por el FMI, así como por el Banco Mundial, una receta que vienen repitiendo desde hace más de treinta años y que siempre plantean con una sorprendente pretensión de originalidad.

En una línea semejante, el día de ayer, 9 de diciembre, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la Corporación Andina de Fomento (CAF) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), presentaron su publicación conjunta, Perspectivas Económicas de América Latina 2015: Educación, Comptencias e Innovación para el Desarrollo. El documento alerta también sobre las incertidumbres y desafíos que impone la nueva coyuntura internacional a las economías latinoamericanas:

“Para impulsar el crecimiento potencial y la equidad es necesario seguir avanzando en reformas estructurales. El crecimiento de la productividad continúa siendo modesto con relación a los países de la OCDE y otras economías emergentes y, a pesar de las reformas recientes, América Latina es la región más desigual del mundo. En particular, las bonanzas de los recursos naturales y los flujos de capital de corto plazo hacia la región no se han reflejado en un incremento del crecimiento económico potencial de la región. Reformas para fortalecer la educación, las competencias y la innovación han de favorecer la expansión del potencial de crecimiento y la productividad a través de una mejora de las capacidades de los trabajadores. Igualmente, deberán garantizar la igualdad de oportunidades en el acceso a una formación de calidad”. (+)

No deja de llamar la atención que la CEPAL y la CAF, cuya contribución ha sido fundamental para entender críticamente los procesos de desarrollo y la situación social latinoamericana durante las últimas décadas, ofrezca una visión tan limitada de la educación y de su potencial como medio promotor del progreso y del bienestar. Reducida a un mecanismo de transmisión de competencias y capacidades laborales, la acción del sistema escolar acaba así subordinada a las demandas económicas, a un mecanismo de valorización y dinamización de la fuerza de trabajo que debe adaptarse a las exigencias del mercado. El documento presentado se aleja de la perspectiva más amplia y crítica a partir de la cual estos organismos han entendido los derechos sociales, entre ellos el derecho humano a la educación, predominando aquí la visión tecnocrática y economicista que la OCDE, el FMI y el Banco Mundial siempre han defendido. El gran desafío de la educación queda reducido a mejorar las competencias laborales y a reducir (o, en el mejor de los casos, priorizar) toda aspiración de reforma educativa a la ampliación de la formación profesional.

El capítulo uno del documento, “Educación, competencias e innovación para una América Latina más dinámica e inclusiva”, amplía estos argumentos, afirmando que el aumento de la productividad y de la capacidad competitiva de las naciones latinoamericanas dependerá de la mejora en las condiciones de formación para el empleo, actualizando las competencias y la movilidad de los trabajadores. En tal sentido, “la participación y coordinación con el sector privado es muy importante tanto para orientar las demandas presentes y futuras de las empresas, como para proveer directamente formación en el lugar de trabajo”. (+)

El parámetro de la formación educativa son las demandas y necesidades empresariales y, por tal motivo, nadie mejor que los empresarios para determinar qué y cómo deben aprender nuestros alumnos.

Las referencias al carácter de la educación como un factor de inclusión social se reducen así a un problema estrictamente laboral y de inserción productiva. Un argumento al que la OCDE nos tiene ya bastante acostumbrados, pero que no era la perspectiva de la CEPAL ni de los valiosos aportes que nos ha brindado su excelente División de Desarrollo Social en los últimos años.

El problema planteado no deja de ser muy semejante al del FMI: los sistemas educativos latinoamericanos deberán salvar nuestras economías de un desastre quizás inminente. Y para hacerlo, deben cambiar, ya que son de bajísima calidad, como lo demuestran, según ellos, las pruebas PISA.

El documento citado fue divulgado mientras concluía la XXIV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno llevada a cabo en Veracruz los días 8 y 9 de diciembre. Su lema ha sido: “Iberoamérica en el siglo XXI: Educación, Innovación y Cultura”. Un evento de fundamental importancia para consolidar y ampliar los acuerdos de cooperación e integración educativa regionales. La Cumbre de Veracruz se realiza a cuatro años de la XX Cumbre de Mar del Plata, cuyo tema había sido “Educación para la Inclusión Social” y en cuyo ámbito se realizaron importantes acuerdos como las “Metas 2021: la educación que queremos para la generación de los Bicentenarios”.

Los acuerdos de la Cumbre de Veracruz significaron un avance en el recorrido sinuoso de la integración educativa regional, gracias a la creación de una Alianza para la Movilidad Académica iberoamericana, el fortalecimiento y ampliación del Programa Neruda para la movilidad estudiantil de posgrado y el relanzamiento del Programa Iberoamericano de Alfabetización.

El trabajo de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) ha sido, en este sentido, destacado y de gran valor. Sin embargo, las ausencias de los mandatarios de países de enorme importancia en la promoción de cualquier acuerdo regional, como Brasil, Argentina, Bolivia y Venezuela, sin lugar a dudas, poco ha ayudado a fortalecer una perspectiva de la educación que supere las visiones reduccionistas y economicistas que amplifican los gobiernos más conservadores y organismos como la propia OCDE.

Las Cumbres, a pesar de todas sus complejidades, fueron un espacio central para fortalecer una perspectiva que valoriza la dimensión de la educación como un derecho humano fundamental y de la política educativa como un factor de promoción de la igualdad y la justicia social. Algo bastante diferente a la visión que allí mismo manifestó el Secretario General de la OCDE, Ángel Gurría, al sostener que “si deseamos evitar una década de bajo crecimiento económico en América Latina, debemos mejorar el nivel educativo, fortalecer las capacidades de los trabajadores e impulsar la innovación”.

El economicismo reduccionista de la OCDE quizás sólo haya sido ofuscado por las desatinadas declaraciones del presidente español Mariano Rajoy. Pareciendo querer justificar el éxodo científico que vive España, Rajoy propuso en la Cumbre que los países con “excedentes de talentos” cooperen con las naciones menos desarrolladas de la región. Además, como si uno de los méritos de su gobierno hubiera sido la promoción de más y mejores aportes financieros a los estudiantes más pobres, sostuvo la necesidad de implementar amplios programas de becas para fomentar la formación de calidad, “evitando que la falta de recursos sea un obstáculo”. Vaya, vaya…

Mariano Rajoy y el presidente de México, Enrique Peña Nieto en la Cumbre de Veracruz. Foto: Henry Romero (Reuters)

¿Qué problema hay en todo esto?

Si Ud ha llegado a esta altura de la nota, quizás se pregunte qué problema puede haber en destacar la necesidad de que la educación responda a las demandas productivas, que nuestros jóvenes tengan una mejor formación y que puedan insertarse competitivamente en el mercado de trabajo, mejorando sus ingresos y contribuyendo así con el desarrollo nacional.

Por supuesto que ninguno.

El problema no está en reconocer que la educación puede y debe contribuir con la economía. El problema reside en reducir todas las funciones educativas a las demandas y necesidades que formula el mercado y, más operativamente, a las demandas y necesidades de las empresas. Educar para el desarrollo social es algo más complejo que educar para las Sociedades Anónimas. Pensar políticas educativas de inclusión supone un desafío mucho más amplio, más complejo, y ambicioso que desarrollar políticas de formación profesional.

Es absolutamente verdad que América Latina es la región más desigual del planeta. Entre tanto, una perspectiva educativa como la defendida por el FMI, el Banco Mundial y la OCDE no hace otra cosa que cristalizar las enormes desigualdades que imperan en el sistema escolar, revirtiendo los importantes avances logrados por casi todos los países de la región en la última década.

América Latina ha vivido una importantísima transformación democrática durante los últimos años. Los niveles de pobreza, que a comienzos de los años 90 alcanzaban a casi la mitad de la población, se redujeron drásticamente llegando hoy a menos del 28%. En el período transcurrido entre el 2002 y el 2013, más de 60 millones de latinoamericanos superaron la línea de la pobreza y, la mitad de ellos, la línea de la indigencia. La región pasó de tener algo más de 225 a 168 millones de pobres en diez años. La desigualdad, aunque más tímidamente, también disminuyó, inclusive en algunos de los países en que parecía haberse impreso como la marca estructural e indeleble de un modelo de desarrollo que siempre benefició a unos pocos, despreciando los derechos y negando cualquier oportunidad de bienestar a las grandes mayorías. Podría haberse hecho muchísimo más, sin lugar a dudas. Pero las transformaciones vividas comenzaron a revertir un ciclo de estancamiento económico y de cristalización de injusticias sociales promovidas por las políticas neoliberales que se multiplicaron en la región desde los años 70 y, particularmente, con una radicalidad expresiva en los 90.

En este marco, uno de los más significativos avances sociales del continente fue la ampliación de las oportunidades educativas a millones de latinoamericanos y latinoamericanas. Los niveles de acceso y permanencia en la escuela aumentaron de forma exponencial, permitiendo que sectores tradicionalmente excluidos del sistema educativo accedieran a él o superaran las barreras que les impedían su progresión hacia niveles que nunca antes habían alcanzado. La matrícula universitaria creció. Y lo hizo porque los hijos de los sectores populares, en algunos de los países de la región, comenzaron a cursar, por primera vez, los estudios superiores, invadiendo un nivel del sistema que siempre había permanecido como privilegio de los más ricos.

Lejos está América Latina de haber alcanzado la igualdad educativa. Pero los avances fueron notables y pusieron de relevancia no sólo la dramática persistencia de la desigualdad escolar, sino la posibilidad de revertirla por medio de políticas públicas orientadas por gobiernos que, ampliando la inversión social y promoviendo programas de gran escala, asumieron ésta como una de sus deudas y como uno de sus desafíos más ambiciosos en la promoción de la democracia y la justicia social. El inventario de lo que aún falta hacer en el campo educativo es enorme. Pero solapar o desconsiderar los avances alcanzados no puede ser otra cosa que un gesto de indiferencia hacia una conquista colectiva que ha comenzado a cambiarle la vida a millones de personas.

El gran desafío de la educación latinoamericana es contribuir a afirmar y consolidar sociedades fundadas en los derechos humanos, ampliando el ejercicio de la ciudadanía y la participación democrática. Querer hacerlo por medio de la subordinación de la educación al mercado, no parece un buen camino. El mercado es el imperio de la desigualdad, de la necesidad, es el espacio de la diferenciación y la clasificación. Cuando la educación se subordina al mercado acabamos aceptando que su función no es ampliar la igualdad entre los seres humanos, sino profundizar sus diferencias sociales, de clase, de género, de raza, de origen. Atribuimos a la competencia y al mérito individual la virtud de seleccionar y elegir a los mejores, justificando así las injusticias y la reproducción sistémica de la desigualdad.

La educación es el espacio que las sociedades democráticas disponen para producir sentidos, conocimientos, saberes y prácticas que nos ayudan a construir sociedades más justas, igualitarias, solidarias y humanas.

Se trata de politizar la educación, como una herramienta de transformación y emancipación social. Reducir toda aspiración educativa a la capacitación laboral no nos lleva a otro camino que a pensar en el sistema escolar de los pobres como una gran agencia de formación profesional para empleos flexibles.

No debe así sorprender que, justo cuando América Latina comienza a transitar de forma incipiente por un proceso de ampliación de oportunidades ciudadanas, se activen de forma drástica los discursos que insisten en recordarnos que a los pobres les cabe ocupar el lugar que siempre ocuparon, y que su tránsito por la escuela no debe ser otra cosa que la apropiación de un aprendizaje supuestamente útil para su rápida inserción como fuerza de trabajo adaptada a las necesidades de aquellos que los contratarán, los cuales, por cierto, nunca aceptarían que a sus hijos les toque como única oportunidad educativa un curso corto de inserción profesional.

La estrategia discursiva parece ser siempre la misma, aunque algunos términos se modernicen y ganen nueva fisonomía: se atribuye a la educación un poder redentor (salvar a la nación del subdesarrollo y del atraso económico), mientras se condena el sistema educativo realmente existente, aquel en el que se educan, día a día, millones de niños, niñas y jóvenes; aquel en el que trabajan miles de docentes, muchos de ellos quizás mal preparados, pero que poco tienen que ver con el imagen caricaturesca que los presenta siempre como sujetos perezosos e indolentes. Hay una educación salvadora que se dibuja en el horizonte de la esperanza conformista de un mercado que sólo aspira a ser competitivo y dinámico (sólo eso). Y una educación real, digamos de carne y hueso, degradada y despreciada por los que aspiran a reformarla desde su totalitarismo economicista, especialmente cuando ella es pública y la garantiza el Estado; esa educación que, en apariencia, nos impide cumplir nuestro justo deseo de abandonar, de una vez por todas, el subdesarrollo.

Ya lo sabemos, ya lo hemos visto, escuchado y vivido a lo largo de los últimos cincuenta años: para los economistas oficiales, para el mainstream político y empresarial latinoamericano, la educación pasa a tener alguna función relevante cuando la economía va mal y cuando hay que elaborar un pase de magia que permita prometer una salida rápida y milagrosa a los problemas que se avecinan. Así, la economía latinoamericana creció gracias a la inteligencia y a las brillantes ideas de los economistas. Como ahora enfrentará problemas por la caída del precio de las materias primas, la desaceleración de China, el alto costo del financiamiento externo y las bajísimas perspectivas de ingreso de capitales en los países de la región, al sistema educativo le toca, providencialmente, cumplir su papel. Si no lo hace, estaremos mucho peor y la culpa será de él. ¿De quién? De los docentes, de los funcionarios educativos, de las familias y los jóvenes, de los sindicatos, de la “cultura nacional”… o de quien sea, pero nunca del mercado.

Cuando el mercado funciona bien, los méritos son del mercado. Cuando funciona mal, la culpa es de la educación.

“Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”, decía mi abuela. Menos en este caso. El argumento ha sido utilizado hasta el hartazgo. Y se lo repite, se lo repite y se lo vuelve a repetir.

No deberá sorprender que, en este marco, en toda América Latina, se multipliquen los cursos de formación profesional como la mejor opción de educación para los más pobres y se amplifiquen las demandas y reclamos empresariales por una educación que se adapte a sus necesidades de productividad y sus casi siempre poco modestas aspiraciones de ganancia. Tampoco deberá sorprender que cada vez más la voz y la participación empresarial en el campo escolar, inclusive en la formulación y ejecución de las políticas educativas, tienda a ampliarse y multiplicarse; una tendencia que se observa de forma clara durante los últimos 20 años.

La política latinoamericana muchas veces parece una sesión de cine continuado: siempre vuelve a comenzar. Los avances sociales, uno de cuyas causas y al mismo tiempo consecuencia fue la ampliación de las oportunidades educativas de los más pobres, parecen irrelevantes porque, ante la posible inminencia de una nueva crisis económica, los empresarios vuelven a reclamar que no producen más y mejor porque no disponen de una fuerza de trabajo calificada y que contribuya a aumentar la calidad y la productividad de las empresas. Una vez más, la culpa es del Estado y de los pobres.

Las discusiones de la Conferencia del FMI y el documento analizado, casi nada mencionan acerca de los problemas que hoy existen y persisten en el mercado de trabajo de los países latinoamericanos (y mundiales), como el racismo, la discriminación de género, la negación de oportunidades a las personas con discapacidad, a los jóvenes, o las precarias condiciones de protección y respeto a los derechos de los inmigrantes o a los que siendo del mismo país son tratados como si fueran indocumentados invisibles.

Tampoco mencionan que si hubo una disminución de la pobreza (algo que todos festejan), pero la desigualdad no se redujo con la misma intensidad, esto quiere decir que, en estos últimos años, a los más ricos mal no les ha ido. Los pobres dejaron de ser tan pobres, pero los ricos no dejaron de ser tan ricos; por el contrario, en algunos casos, se volvieron aún más ricos.

Frente a los obstáculos que enfrentarán las economías latinoamericanas, el FMI, el Banco Mundial y la OCDE proponen cambiar a los pobres haciéndolos más productivos, sin preocuparse siquiera cómo los ricos producen y acumulan riqueza, cómo la reproducen y garantizan intergeneracionalmente, en sociedades marcadas por la injusticia, la exclusión y falta de garantías para el ejercicio de los derechos fundamentales. Nada indica que arriando a las agencias de formación laboral a los jóvenes más pobres, sus condiciones de vida mejorarán substantivamente. Lo que sí parece claro es que el actual modelo de desarrollo económico latinoamericano ha generado formas predatorias de apropiación de ganancias que han beneficiado a algunos pocos. Por lo tanto, que colocar el problema en las capacidad de innovación del sistema científico o tecnológico y en el formación profesional de los jóvenes, aunque no deja de ser importante, puede distraernos más que concentrarnos en el asunto fundamental: para revertir los altos índices de desigualdad hay que cambiar primero a los ricos, no capacitar a los pobres para que se conformen con lo que tienen.

El futuro nos señala la luna. El FMI, el Banco Mundial y la OCDE, sólo le miran el dedo.

Las economías latinoamericanas enfrentan, sin lugar a dudas, enormes desafíos. Y los enfrentarán en la próxima década. Sería bueno comenzar democratizando las relaciones humanas en el mercado de trabajo, mejorando las condiciones de distribución de la riqueza (cada vez más concentrada), ampliando los derechos de los trabajadores, promoviendo reformas fiscales que reduzcan la regresividad tributaria estructural que tenemos y que poco se ha modificado.

Que el FMI, el Banco Mundial y la OCDE se dediquen a opinar acerca de cómo mejorar todo esto. Si lo hacen, otros, bastante mejores que ellos, se ocuparán de la formación humana de las futuras generaciones, sabiendo que al salir de la escuela los esperará un sistema económico inclusivo, democrático y que no antepone la competitividad de las empresas al bienestar de los ciudadanos de una nación.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2014/12/10/contrapuntos/1418224298_141822.html?rel=mas

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Argentina: El Gobierno va a tener que entender que el sindicato más importante de Mendoza tiene una nueva dirigencia

Argentina/Junio de 2017/Fuente: La Izquierda Diario

Esta mañana, la conducción electa del SUTE dió su primera conferencia de prensa en el local central del gremio, luego de haber ratificado su triunfo en las elecciones del sindicato docente de Mendoza. .

El FURS, se impuso en las elecciones del sindicato con el 36% de los votos, superando al Frente Azul-Naranja, que sacó el 34%. Por último, frente Celeste de Gustavo Maure quedó en tercer lugar con el 30% de los votos. El FURS, además se impuso en las seccionales de Ciudad, Las Heras, Tunuyán, Guaymallén, Godoy Cruz y Luján de Cuyo.

Sebastián Henríquez, flamante Secretario General del sindicato, remarcó que el mismo ahora es de todos los trabajadores y trabajadoras de la educación. También destacaron desde la nueva conducción que las decisiones que se tomen para enfrentar los ataques del gobierno provincial a la educación pública, serán tomadas en asambleas de escuela y en plenarios.

Henríquez, además declaró que «la primera tarea ahora es construir un sindicato con verdadera participación de las bases. Otra es dejar de naturalizar las condiciones precarias en las que trabajan docentes y celadores y que los gobiernos dejen de maltratar y de culparlos a ellos de la crisis del sistema educativo«.

Al concluir la conferencia, delegadas y activistas de todas las agrupaciones que conforman el FURS cantaron desde el escenario las consignas de salario Igual a la canasta familiar, contra el al ítem aula y por la reincorporación de Paola Vignoni, perseguida por el gobierno provincial por criticar en su escuela el Operativo Aprender.

Precisamente Paola Vignoni, referente de la Corriente Nacional 9 de Abril y flamante Secretaria de Finanzas de la seccional Guaymallén, también recuperada de la conducción celeste, destacó que: «ayer ha sido un día histórico, porque recuperamos el sindicato para todos los trabajadores y trabajadoras. Después de 20 años, hemos sacado a la burocracia sindical de nuestro sindicato». Además, en relación a los dichos del gobernador Cornejo sobre la victoria de la izquierda en el sindicato, Paola remarcó que «Está claro que las bases no quieren el Ítem Aula, el gobierno va a tener que entender que el sindicato más importante de la provincia ahora tiene una nueva dirigencia

Fuente: http://laizquierdadiario.com/Sute-El-gobierno-va-a-tener-que-entender-que-el-sindicato-mas-importante-de-la-provincia-ahora

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Adolescentes chilenos ganan medalla en Olimpiada Mundial de Genios en Nueva York

América del Sur/Chile/18 Junio 2017/Fuente y Autor: latercera

Jóvenes, que pertenecen al Colegio Andrés Bello de Talca, dieron a conocer su descubrimiento: un antibiótico natural.

Dos adolescentes de 15 años, Felipe Islas y Luciano Imas, obtuvieron una medalla de plata en la Olimpiada Mundial de Genios, realizada en Nueva York, Estados Unidos.

Los jóvenes, que cursan segundo medio en el instituto Andrés Bello de Talca, viajaron con su profesor de Química Fredy Segura.

En el certamen dieron a conocer su descubrimiento: un antibiótico natural a partir de hojas de olivo. Con ello, alcanzaron podio entre 750 proyectos participantes.

“Es primera vez que chilenos participan de estas olimpiadas y ahora estamos en Manhattan porque vamos a celebrar”, dijo su profesor.

Fuente de la noticia: http://www.latercera.com/noticia/adolescentes-chilenos-ganan-medalla-olimpiada-mundial-genios-nueva-york/

Fuente de la imagen: http://d2vpb0i3hb2k8a.cloudfront.net/wp-content/uploads/sites/7/2017/06/16/Sin-título-113-820×385.jp

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