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Universidades bajo el acoso de la corrupción

Por: Fernando Buen Abad

Un sistema corrupto no respeta ciencias ni conciencias. En la práctica, una multiplicidad de mafias burocráticas (que se adueñaron del gobierno) ejercen con toda impunidad su fuero de ignorantes y su estulticia de ladrones. Avasallan todo escudados en “políticas” y “protocolos” “de Estado”, diseñados para esquilmar, reprimir o aniquilar todo intento de desarrollo académico e intelectual que tenga por “alma mater” servir a los pueblos en su emancipación. Y hemos debido soportar tal canallada bajo el imperio de las amenazas y desplegué delincuencial, impúdico e impune, de funcionarios gubernamentales entrenados para fabricar esclavos de consciencia -con títulos universitarios- al servicio del “sistema”. “Mundo patas arriba”, clamaba Galeano.

Sálvense aquí todas las excepciones pero no por eso quede silenciado lo que es una demanda sentida e inmensa, que vive en el hartazgo y en la desesperación de los pueblos, porque no han existido políticas rigurosas capaces de impartir justicia verdadera a la hora de juzgar el papel del Gobierno en el tutelaje de la Educación Superior. No pocas veces se ha puesto en manos de funcionarios ignorantes, inoperantes y delincuentes el destino de la ciencia y el instrumental académico con que un Estado pretende desarrollar las capacidades intelectuales de los pueblos. No pocas veces hemos visto componendas, cohechos, malversaciones y persecuciones protagonizadas por los funcionarios responsables de la educación universitaria y no pocas veces hemos visto fraudes variopintos relacionados con la aprobación o el rechazo de planes de estudio, contenidos científicos y prácticas profesionales. Vivimos una crisis ética de alcances descomunales en el campo de las políticas publicas para la educación de los pueblos. Lo dicho… sálvense las excepciones.

No es una corrupción sólo de “mordidas”, “coimas”… o dinero. Es una corrupción de contenidos y de formas, de impostaciones y defraudaciones que abarcan desde el perfil de los funcionarios hasta su currículo o el papel que han jugado en el terreno de la educación. Muchos carecen de experiencia mínima (eso nada tiene que ver con sus títulos) y carecen de respeto alguno por su papel como defensores de una u otra metodología científica para el perfeccionamiento de Educación Superior. Pero incluso muchos de los que tienen todos los “papeles” y los oropeles, tampoco han sido “blancas palomas” y hemos padecido, con dolor intenso, los asaltos desembozados de peleles burócratas, bañados en prestigio de clase, pero infectados por el veneno del robo contra el presupuesto educativo que no es otra cosa que dinero del pueblo. Historia, por lo demás, tristísima.

Ya no podemos seguir guardando silencio aunque el miedo nos transite por los huesos. Ya no podemos seguir callando las canalladas de la corrupción gubernamental que, en todas sus escalas, ha dejado huellas indelebles para la historia de la educción en nuestros países. No podemos ni debemos tragarnos la denuncia por más amenazas o insultos recibidos (directa o indirectamente) por los funcionarios aludidos… ni podemos fingir “normalidad” cuando el fracaso general de la educación, en todas sus modalidades, salta a la vista como resultado de un modelo económico y político excluyente, racista, selectivo, injusto… expresado en contenidos manipulados para traficar modelos ideológicos opresores disfrazados “academia” o de “ciencia”.

No podemos ser cómplices del avasallamiento de grandes y buenas iniciativas gestadas en las refriegas del trabajo intelectual honesto, que quieren encontrar los mejores caminos para multiplicar y democratizar los mejores saberes. No podemos ser aliados del exterminio de la creatividad pedagógica y didáctica de los grandes proyectos educativos incluyentes que anhelan derribar los muros entre las nuevas tecnologías y las mejores filosofías del desarrollo humano y humanista. No queremos ser cómplices de la barbarie burocrática de funcionarios incapaces de entender la dinámica magnifica, ni la fuerza transformador de la educción, pensada para seres humanos cultos que anhelan ser libres. Basta de caciques burocráticos en las tareas de la educación, de la ciencia y del pensar riguroso.

No hay manera de imaginar países libres infestados con burócratas ladrones medrando con la educación de los pueblos. No hay manera de convertir las universidades en fuente nutricia de la transformación social si desde el gobierno se infiltran agentes de la corrupción económica e ideológica. No hay manera de anhelar una humanidad renovada en las fuerzas de sus fuerzas creadoras si las ciencias viven acosadas por mafias de burócratas empeñados en destruir toda buena nueva idea emancipadora de los pueblos. No hay manera de democratizar los saberes si hay gobiernos y funcionarios empeñados en destruirlos, ignorarlos o resecarlos con todo tipo de crímenes burocráticos.

Esos burócratas corruptos que infestan no pocos territorios de la Educación Superior no sólo han esquilmado a las universidades con vocación de justicia social para el saber, sino que han manchado su prestigio, les han inventado expedientes espurios, han hecho campañas difamatorias, han manoseado la vida privada de los científicos, de los intelectuales y de los académicos más honestos y más plenos de sentido popular. Han escupido sobre las mejores obras revolucionarias en la metodología y han hecho reinar la calumnia como forma de sistemática de amedrentamiento y castigo contra todos los que no quieren ser cómplices ni siervos de la estulticia gubernamental.

Pero llegó la hora de los límites y toda la paciencia, que muchos han tenido, se agotó. Llegó la hora de confrontar abiertamente en todos los campos pertinentes o adyacentes. Llegó la hora de la denuncia renovada que se hermana con la gran tradición de otras denuncias y luchas, contra la corrupción en todas sus expresiones y contra la condena a la ignorancia, injusta y criminal, a que han sometido a los pueblos esos corruptos investidos como “funcionarios gubernamentales” para la educación del pueblo. Ya basta. Tenemos nombres y apellidos, tenemos casos concretos y fechas precisas, tenemos estudios a fondo y tenemos la solidaridad internacional de miles de científicos, intelectuales y académicos hartos también de la corrupción infiltrada contra la educación. Y, por si fuese poco, tenemos también la razón de nuestro lado.
Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/Universidades-bajo-el-acoso-de-la-corrupcion-20190222-0003.html

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Tecnología y humanismo

Por: Rodrígo J. García

Urge mejorar, reforzar y diversificar la enseñanza de la ciencia y la tecnología en todos los niveles y para todos los sectores. Deben formar parte de la cultura general y mejorar la capacidad de la ciudadanía para hacer frente, desde un posicionamiento crítico y abierto, a los retos que plantea una sociedad tecnologizada.

Durante el curso 2016-17, un grupo de estudiantes de la materia de Tecnología Industrial I, en 1º de Bachillerato,junto a su profesora Pilar Latorre, del Instituto Público de Educación Secundaria ‘Salvador Victoria’ de Monreal del Campo (Teruel), decidieron diseñar y construir un dispositivo (dispensador de pastillas, sensor de humos y gases…) que mejorase la autonomía y favoreciera la independencia de las personas mayores de su entorno que vivían solas.

Pilar Latorre (profesora): “La enseñanza de la Tecnología precisa del desarrollo de proyectos en los que, además de poner en práctica los conocimientos adquiridos, se fomente la capacidad de crear y de contribuir a resolver necesidades del entorno. El reconocimiento general que hemos encontrado en el desarrollo de este proyecto de creación del dispositivo dispensador de pastillas… nos anima diariamente a continuar en este propósito.”

La tecnología ocupa posiciones referentes en nuestro universo de comportamientos y de relaciones. Entendida desde una lógica expansiva, no respondería a más limitaciones que sus posibilidades para idear, crear y producir. Si algo puede concebirse tecnológicamente, se podría hacer.

Para garantizar su contribución al bienestar general, esta lógica necesita el contrapeso de preceptos morales, valores y rutinas culturales. La robotización y la investigación genética, por ejemplo, deben hacernos repensar, entre otros consensos, el conjunto de pactos y acuerdos sobre derechos humanos, proclamados por Naciones Unidas, en la Carta Internacional de Derechos Humanos.

Existen demasiadas evidencias del riesgo que, determinados avances tecnológicos y manufacturas, suponen para nuestra supervivencia y la del planeta. La integración en lo humano no se ha logrado y, en ocasiones, incluso se desprecia; y, aquí está el riesgo y, en consecuencia, el interés de este contenido educativo.

Esta pretensión integradora y su logro debe ser global y estar liderado por la ciudadana, de ahí el valor de la educación. El sociólogo alemán Ulrich Beck, autor de ‘La sociedad del riesgo Global’, advierte… “Una idea inicial es básica: en cuestión de peligros, nadie es un experto… y sobre todo no lo son los expertos”.

Ante el choque legítimo entre el avance tecnológico posibilitador/destructivo y el riesgo que suele conllevar, la pregunta que debemos hacernos, quizá, no sea tanto… ¿Qué seremos dada la tecnología con la que contamos?, sino, más bien, ¿Qué queremos ser, dada la tecnología de la que disponemos?

Incorporar la tecnología en los currículos escolares necesita de éstas y otras reflexiones acerca del sentido educativo de su enseñanza y el valor formativo de su aprendizaje.

Plantear en el ámbito escolar el dominio de las tecnologías sin aquilatar sus fines, nos aleja de las referencias éticas exigibles a todo comportamiento humano individual y/o social, y nos condena a un tratamiento instructivo de las tecnologías, ‘sin conciencia’, que no merece denominarse educativo.

Estas referencias acrecientan su valor como materia curricular y hacen necesaria una educación en una cultura tecnológica ‘con sentido’ para toda la población, actualmente empotrada en una vertiginosa evolución científico-tecnológica que media toda actividad humana.

La tecnología como producción cultural debe revertir en la mejora ‘universal’, no elitista, de la condición humana, en la salud individual y social y en la del entorno. Su tratamiento curricular necesita aportar un mensaje valioso: El principal objetivo del progreso tecnológico y científico es el bienestar social. “Los alimentos, el agua, la vivienda, el acceso a la atención médica, la seguridad social y la educación son la base del bienestar humano.” (UNESCO).

Estas consideraciones deben inspirar el desarrollo de una buena educación tecnológica. Abordar el aprendizaje del uso consciente y el dominio de las diversas tecnologías, modos de proceder, creación de ‘prototipos’ y de las técnicas y los conocimientos científicos que las sustentan necesita hacerse compatible con su singular servidumbre humana. Tener continuamente presente que la razón del esfuerzo, la creación, la investigación y el desarrollo científico y tecnológico es la búsqueda de la felicidad y el bienestar; la equidad y el bien común.

Las inquietudes planteadas están presentes en el trabajo docente de la profesora Pilar Latorre. Podemos observarlas en los proyectos que aborda, en el qué y el cómo aprenden sus estudiantes, cuando idean, diseñan y construyen aparatos y dispositivos de aplicación práctica y real, orientados al bienestar general. A este respecto, os recomendamos la escucha del siguiente audio…

Los proyectos de aprendizaje que afrontan Pilar Latorre y sus estudiantes están atentos siempre a procurar un tratamiento interdisciplinar. Entienden que se debe impregnar de valores culturales tecnológicos muchas de las disciplinas académicas que se abordan en el curricular escolar. Chequean y promueven la implicación y colaboración de otros docentes, departamentos y materias, como podemos observar en el siguiente vídeo, con las declaraciones de algunos profesionales del centro, en este caso, profesorado de Matemáticas y del departamento de Orientación Educativa.

La educación tecnológica que sostiene y promueve Pilar se sustenta en la metodología de resolución de problemas, que conlleva un aprendizaje por proyectos. De esta manera es respetuosa con el método científico de conocimiento, el rigor y la planificación y supone una aproximación al estudio de la realidad de una forma globalizada, práctica y observable.

Esta actitud favorece el trabajo integrado de un amplio abanico de competencias curriculares: La competencia matemática en la realización de cálculos necesarios para la confección de cada diseño; la competencia digital en el uso de hardware y en la programación específica del software en cada proyecto; la competencia ciudadana con los estudios de campo sobre las necesidades de la ciudadanía; el trabajo grupal, en colaboración, y el impuso investigador nutrientes de la competencia de aprender a aprender; la recopilación de información, la redacción de informes y defensa oral y escrita de los proyectos, integrantes de la competencia lingüística

Podemos encontrar más trazos de esa visión del ‘saber’ y del ‘saber hacer’, en el visionado del siguiente vídeo, en el que estudiantes de la clase de Pilar presentan otro de sus proyectos: un dispositivo de carga del teléfono móvil, integrado en la bicicleta que asegure la conectividad del ciclista ante cualquier contratiempo.

https://youtu.be/ZgxwPCqCB9s

El trabajo de Pilar Latorre con sus estudiantes supone, además, una lucha, compartida con otros muchos docentes (Plataforma Estatal de Asociaciones del Profesorado de Tecnología), por desterrar una cierta rémora de nuestra cultura, que considera la tecnología patrimonio de la investigación desarrollada por otros países y otras culturas (anglosajona, asiática…). Su tarea docente en esta materia trata de poner el acento en la familiarización de sus jóvenes con una cultura tecnológica con vocación social, activando la motivación de chicas y chicos por la investigación y creación científica y éticamente bien fundamentada. “El logro de un mejor equilibrio entre hombres y mujeres en las actividades científicas, que representa por sí solo un objetivo esencial por razones de equidad, también supone que el enfoque y el contenido de los adelantos científicos podrían ser modificados para centrarlos más en las necesidades y aspiraciones de la humanidad. (UNESCO).”

Pero volvamos a nuestro comienzo prometedor, el de un grupo de cuatro estudiantes (Vicente AndrésAna LatorrePablo López y Ángela Pérez) que guiados por su profesora Pilar Latorre hicieron realidad el proyecto denominado «Senior Assistant«. Su propósito era ayudar a las personas mayores que viven solas.

Se proponían la creación de un dispositivo conectado a una aplicación móvil desarrollada mediante ‘App inventor (un entorno de desarrollo de aplicaciones para dispositivos Android) que les permitiera programar el momento en el que una persona mayor debería tomar una determinada medicación. Estaba soportado en una plataforma de creación electrónica de código abierto (Arduino), que regula un dispensador de pastillas y de otros elementos de seguridad como un sensor de humos y gases, avisador de accidentes… Cuando la persona mayor no toma la medicación o aparece una situación de peligro, el sistema avisa a sus familiares.

Tecnología en el IES 'Salvador Victoria' |ampliar foto
Tecnología en el IES ‘Salvador Victoria’ | Mª PILAR LATORRE

Como puede deducirse, el proceso de construcción fue complejo e intenso, exigía: una indagación detallada de las necesidades sociales de su entorno, la elaboración de instrumentos (cuestionarios, entrevistas…) necesarios en esa indagación, un informe fundamentado de conclusiones, una formación específica presencial y en entornos virtuales (que les permitiera idear, diseñar y valorar la viabilidad del dispositivo), conseguir, disponer o crear recursos y materiales mediante la fabricación de piezas ‘ad-hoc’, una planificación por fases muy secuenciada que asegurase la creación del prototipo final…

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/03/06/escuelas_en_red/1551904117_864484.html
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La investigación científica está expuesta a un espionaje inesperado

Tendencias 21

Se puede descubrir lo que hace una máquina a partir del ruido que genera

 

Investigadores norteamericanos han sido capaces de descubrir lo que investiga un laboratorio de biotecnología analizando el ruido de las máquinas utilizadas. El método ayudará a prevenir el bioterrorismo, pero también podría ser utilizado para interceptar secretos biológicos.

Investigadores de la Universidad de California han dado la voz de alarma sobre una amenaza potencial que hasta ahora no había sido estudiada: los residuos físicos, la radiación electromagnética, el ruido acústico, revelan una información que puede ser utilizada por otras personas sin que nos demos cuenta.

En un artículo presentado en el Simposio sobre seguridad de redes y sistemas distribuidos, el grupo de investigación demostró que podían reconstruir lo que estaba haciendo un investigador con solo grabar los sonidos del instrumento de laboratorio utilizado.

Eso significa que los laboratorios académicos, industriales y gubernamentales están potencialmente expuestos a un tipo de espionaje que podría desestabilizar la investigación, poner en peligro el desarrollo de productos e incluso la seguridad nacional.

“Cualquier máquina activa emite un rastro de alguna forma. La cantidad de información en estos rastros es inmensa, y solo hemos golpeado la punta del iceberg en términos de lo que podemos aprender y hacer ingeniería inversa sobre la máquina que los generó «, dijo Philip Brisk, uno de los partícipes de la investigación, en un comunicado.

Caso práctico: sintetizador de ADN

Los investigadores se preguntaron si era posible determinar qué producía un sintetizador de ADN a partir de los sonidos que sus componentes creaban al pasar por su rutina de fabricación.

Los sintetizadores de ADN son máquinas que permiten a los usuarios construir moléculas de ADN personalizadas a partir de unos pocos ingredientes básicos. Los investigadores comúnmente construyen segmentos de ADN para insertarlos en el genoma de otros organismos, especialmente bacterias, para crear nuevos organismos. A veces, estos sistemas vivos se utilizan para fabricar nuevos productos farmacéuticos valiosos u otros productos.

Los autores de esta investigación colocaron micrófonos similares a los de un teléfono inteligente en varios lugares cerca de un sintetizador de ADN. Todo el ADN se construye a partir de solo cuatro bases, adenina (A), guanina (G), citosina (C) y timina (T), dispuestas en combinaciones casi infinitas. Los patrones específicos, o secuencias, pueden leerse como una pista de qué tipo de ADN es.

Los sintetizadores de ADN contienen componentes que se abren y cierran para liberar químicos a medida que fabrican cada una de estas bases, junto con los tubos y cámaras a través de los cuales fluyen. Estos mecanismos hacen sonidos distintivos a medida que funcionan.

Después de filtrar el ruido de fondo y realizar varios ajustes en el sonido grabado, los investigadores encontraron que las diferencias eran demasiado sutiles para que los humanos las notaran.

«Pero a través de una ingeniería específica y un algoritmo de aprendizaje automático personalizado escrito en nuestro laboratorio, pudimos identificar esas diferencias», dijo otra de las investigadoras, Sina Faezi. Los investigadores pudieron distinguir fácilmente cada vez que la máquina produjo A, G, C o T.

Cuando los investigadores usaron un software para analizar los patrones AGCT que adquirieron a través de las grabaciones, identificaron el tipo correcto de ADN con el 86 por ciento de precisión. Al ejecutarlo a través de un conocido software adicional de secuenciación de ADN, aumentaron la precisión a casi el 100 por ciento.

Método de espionaje

Usando este método, un observador experto podría decir si la máquina estaba fabricando ADN de ántrax, viruela o ébola, por ejemplo, o un ADN de valor comercial que pretendía ser un secreto comercial. El método podría ayudar a la policía a prevenir el bioterrorismo, pero también podría ser utilizado por delincuentes o terroristas para interceptar secretos biológicos.

Los investigadores recomiendan que los laboratorios que utilizan máquinas de síntesis de ADN implementen medidas de seguridad, como controlar estrictamente el acceso a las máquinas y eliminar los dispositivos de grabación de apariencia inocua que quedan cerca de la máquina.

También recomiendan que los fabricantes de máquinas comiencen a diseñar componentes de la máquina para reducir la cantidad de sonidos que hacen, ya sea rediseñando o reposicionando los componentes o envolviéndolos en material absorbente del sonido.

Casi todas las máquinas utilizadas en la investigación biomédica producen algún tipo de sonido, señalaron los investigadores, y el hackeado podría posiblemente aplicarse a cualquier máquina. «El mensaje para los bioingenieros es que tenemos que preocuparnos por estos problemas de seguridad cuando diseñamos instrumentos», concluyen los investigadores.

 

Referencia

Oligo-Snoop: A Non-Invasive Side Channel Attack Against DNA Synthesis Machines. Sina Faezi et al. Network and Distributed System Security Symposium.

Fuente: https://www.tendencias21.net/La-investigacion-cientifica-esta-expuesta-a-un-espionaje-inesperado_a45089.html
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Educación y socialismo1 (I)

Por: Luis Bonilla-Molina

Ensayos sobre las similitudes y diferencias entre el pensamiento pedagógico liberal y el socialista.

 

En este ensayo y las sucesivas entregas de esta serie, utilizaré la interrogante respecto a si se deben o no colocar tareas escolares para que los estudiantes las realicen en casa, como un «pretexto» para revisar la relación de las teorías pedagógicas con el pensamiento capitalista y/o las resistencias anticapitalistas.

Continúa abierto el debate respecto a la pertinencia o no, de colocar tareas a los y las estudiantes para que estos las realicen en casa. Esta no es una discusión solo sobre corrientes pedagógicas, sino que contiene en sí elementos de tres asuntos convergentes. El primero, el rol de los padres y/o la familia en el trabajo educativo; segundo, la eficacia pedagógica de la extensión del trabajo del niño, niña o el adolescente fuera del contexto escolar; y tercero, sobre el uso del tiempo libre de los y las estudiantes. Todo ello en el marco de la tercera revolución industrial y los anuncios del cuarto giro global de innovación tecnológica. Por supuesto que estos elementos no son neutros, están mediados por posiciones ideológicas. En este artículo, trataremos de hacer una apretada síntesis de los entretelones que giran alrededor de este asunto.

Aclaro que este trabajo no tiene pretensiones de neutralidad epistémica, por el contrario, es un esfuerzo desde las pedagogías críticas por reconstruir parte de nuestra historia, utilizando para ello la resolución de una interrogante que surge en la cotidianidad de la acción educativa. La intención no es otra que tratar de avanzar en la comprensión de la complejidad que tiene en el presente responder cualquier asunto pedagógico, en medio de la actual crisis civilizatoria derivada del impacto de la revolución científico-tecnológica en el sistema capitalista dominante y su modo de producción. Crisis que nos afecta a quienes reivindicamos un cambio estructural de la sociedad, en la medida que no desarrollemos una teoría revolucionaria para los nuevos tiempos. Estamos hablando de la necesidad de reactualizar el pensamiento de izquierdas y con ello a las propias pedagogías críticas.

A partir del texto de Friedrich Engels (1820-1895) «El origen de la propiedad privada, la familia y el Estado» (1884) y otros aportes del marxismo clásico ubicados en esa misma perspectiva, se desarrollaron líneas de trabajo que planteaban que la educación era una tarea exclusiva del Estado mediante la escuela única2 y que la familia cumplía un rol accesorio en los procesos educativos. Progresivamente, el pensamiento socialista se distanció de estas posiciones, ubicando la disolución de la familia burguesa en el horizonte comunista, no en la transición socialista y mucho menos en el capitalismo. Las «Cartas a sus hijos desde la cárcel» (1928-1934) de Gramsci (1891-1937), muestran el compromiso del revolucionario italiano y su esposa rusa, Julia Schucht (1894-1980), en la educación de ellos, mostrando que la formación de los niños es una labor que la escuela socialista comparte con la familia.

También encontramos vertientes de la educación popular que niegan toda forma de escuela y mucho más de sistema escolar, pero no por ello dejan fuera de la estrategia pedagógica a las familias. Sin embargo, el eje central de este ensayo es sobre sistemas escolares y escuelas, razón por la cual en este momento solo les mencionaremos. Estas vertientes están asociadas a epistemologías que van desde los arquetipos protomarxistas, anarquistas hasta algunas expresiones de la teología de la liberación. En este último caso, las manifestaciones de pensamiento conservador o anti escuela, están muy asociados a la caracterización que históricamente hace la iglesia católica respecto al papel jugado por la escuela moderna, con su actitud científica y anti dogmática, en la pérdida de influencia y liderazgo social de la institución religiosa. Para esta última variante, los pedagogos pueden ser sustituidos por «gente de buenos principios morales», con vocación de servicio y capacidad «innata» para enseñar, que trabajen las necesidades educativas del lugar y la gente, para quienes la docencia sea un apostolado y no un trabajo; la escuela es útil si es controlada por las jerarquías religiosas, directamente o a través de laicos comprometidos con la fe. Su ataque a la escuela, al estatus científico de la pedagogía y a los profesionales de la docencia, es formulada desde un lugar epistémico restaurador, en contraposición a las expresiones revolucionarias del grueso de educadores pertenecientes a la teología de la liberación. En realidad, las propuestas de los conservadores religiosos pretenden ocultar que su propósito real es restituir la influencia de la teología en la reproducción del conocimiento y la generación de conciencia.

Las pedagogías críticas deben trabajar para la alianza entre escuela, familia y movimiento social en la educación de los niños, niñas y adolescentes. Buena parte de las resistencias anticapitalistas en el siglo XXI tienen como lugar de enunciación lo comunitario, cuyas bases están conformadas por familias que hacen de la lucha, la solidaridad y la ayuda mutua, herramientas para la construcción de otro mundo posible. Desde esa mirada, nos aproximamos a la respuesta de la interrogante que motiva este artículo, desde una perspectiva histórica con las herramientas epistémicas de la dialéctica fenomenológica.

  1. Eficacia pedagógica de las tareas

La educación clerical, impulsada en occidente por siglos, fundamentalmente por la iglesia católica, entendía la enseñanza de la lectura, escritura, literatura, ciencia de la vida y cálculos básicos como un medio para reproducir la cultura dominante durante un periodo que abarcó siglos. Esta enseñanza fortalecía el dogma y contribuía a construir y consolidar la moral necesaria para mantener el estatus quo. En ese sentido las tareas educativas para la casa estaban asociadas a la repetición para garantizar la consolidación de los aprendizajes, la búsqueda controlada de nuevos referentes del paradigma teológico y el monopolio del tiempo del infante, visto éste como el ser que no piensa por sí mismo y a quien hay que «tener ocupado» para limitar sus posibilidades de «mal comportamiento». Muchacho no es gente y hay que tenerlo ocupado para evitar que invente cosas inaceptables y se comporte mal, reza el dicho popular que resume este paradigma.

Como las letanías, la repetición una y otras veces de normas, procedimientos y contenidos, hasta que se lograra memorizar el conocimiento, constituía el indicador claro de aprendizaje. No importaba que se comprendiera como se llegaba a la cosa, si éramos capaces de describir y hablar de ella. El conocimiento era visto como un objeto del cual había que apropiarse. Los bordes, el contorno, el contenido y el envase eran más importantes que comprender la esencia y las causas de la cambiante forma. Las planas para aprender por reiteración, los problemas matemáticos para fijar las reglas, los dictados para verificar el correcto uso de la ortografía, la lectura mecánica para memorización, la descripción de los personajes y sus historias eran desprovistas de las reales contradicciones de su tiempo histórico. La indagación sobre términos y expresiones de la ciencia «buena» servían para aprender del mundo sin disgustar a Dios y, los cuestionarios que se debían responder eran para evidenciar los aprendizajes alcanzados en los distintos temas; todo ello constituía la expresión y corpus de las tareas que se debían realizar en el hogar, como complemento de la labor del o la maestra(o), bajo este paradigma. El pasado y el presente se presentaban como categorías estáticas y amigables en una misma construcción narrativa; el futuro ya estaba escrito. Por supuesto, había resistencias y fugas permanentes a este modo educativo, pero no eran lo hegemónico.

Se pedía el involucramiento de los padres en el acompañamiento a los deberes extra escolares para que la familia se apropiara de las líneas gruesas del conocimiento impartido en clase, construyendo hegemonía cultural y como generalización del protectorado permanente de una niñez que era vista como quienes no pensaban por cabeza propia, los infantes. El Estado y la familia se complementaban en el orden social y la gobernabilidad del sistema. Cuando por diversas razones los padres no podían cumplir esta labor, ya les había quedado claro que la educación clerical enseñaba el vivir el conocimiento en «correcta moral». En ese periodo, el empleo de especialista en tareas dirigidas emergió como un oficio que resolvía las limitaciones de acompañamiento por parte de la familia.

Si hacemos antropología pedagógica encontraríamos que en este periodo la pedagogía científica en construcción se centraba en las formas didácticas y la autoridad del conocimiento que residía en el educador. Fue un periodo de abundantes tareas para la casa, básicamente de carácter mecánico para afirmar y consolidar lo aprendido que era una verdad inamovible.

    1. La escuela moderna

Con el surgimiento del sistema capitalista emergen dos metarelatos, el liberal burgués y el socialista; ambos coinciden en el potencial de la escuela y la educación para el desarrollo de su horizonte estratégico. Ambos también comparten la preocupación respecto al rol regresivo de la iglesia católica en cualquier empresa reformadora.

Por ello, la hibridación y el eclecticismo que encontramos en muchas propuestas pedagógicas que se abordan carentes de historicidad y epistemología de origen, donde se pretenden fusionar el agua con el aceite educativo; incluso algunos erróneamente llegan a decir que hay una u otra propuesta educativa sin trasfondo político, que por su carácter «humanista» se pueden aplicar en el capitalismo o en el socialismo más allá de la ideología.

En la mundialización desde Cristóbal Colón y Vasco da Gama hasta nuestros días (2018) de Eric Toussaint (1954- ) se muestra como la conquista de América fue parte del proceso que posibilitó la eclosión del sistema capitalista a escala planetaria. En nuestra américa antes de la llegada de los colonizadores, existían modelos educativos propios, en los cuales las familias jugaban un rol central, incluso, en lo que hoy denominados desde la lógica de sistemas escolares, como tareas para el hogar. El carácter de reproducción cultural y de sostenimiento de la hegemonía de las formas de poder existentes antes de la conquista eran el núcleo del mundo educativo en todo el territorio que fue conquistado.

Los proyectos de independencia nacional y de construcción de Repúblicas en América Latina y el Caribe fueron parte de la dinámica de restructuración y expansión del capitalismo a escala planetaria. A partir de las explicaciones de Ernest Mandel (1923-1995) podemos entender de manera clara los rasgos del capitalismo tardío en América Latina, el cual tuvo un ciclo largo de hegemonía monárquico-girondina que hizo parecer exageradamente progresista el desembarco de las ideas liberales en el continente.

Ya en el siglo XIX e inicios del XX encontramos que en la región las ideas liberales y socialistas no siempre tuvieron claras sus fronteras. En la obra del uruguayo José Enrique Rodó (1871-1917), especialmente en su libro Liberalismo y Jacobinismo (1906) encontramos pistas al respecto. Rodó fue considerado como uno de los maestros paradigmáticos de la juventud que llevó adelante la «reforma de Córdoba», hecho que marcó un punto de inflexión en el debate respecto a la universidad que necesitaba el capitalismo liberal y la revolución socialista en la América Latina y el Caribe del siglo XX, en el marco de la primera y segunda revolución industrial2.

El surgimiento de los Ministerios de Educación, las leyes de Educación y el nacimiento de los centros de formación docente en el continente, fueron vistos con buenos ojos tanto por liberales como por socialistas. El trabajo de Anibal Ponce (1898-1938), especialmente en «Educación y Lucha de clases» (1934) marca una necesaria inflexión al respecto en la región, en lo que se refiere a la definición de los campos ideológicos en materia educativa, pero lamentablemente su obra fue ampliamente difundida en nuestros países solo décadas después.

La escuela republicana sería una mixtura de lo viejo con lo nuevo, que no terminó de liquidar la herencia pero que tampoco se negó al encuentro con lo nuevo que hegemonizaba lo educativo. Por ello, la escuela capitalista en América Latina no fue nunca una copia precisa ni un calco perfecto de las visiones española, francesa, anglosajona o portuguesa, sino que fue adquiriendo una identidad propia que era el reflejo de su adaptación contingente al capitalismo y la lógica del mercado.

La escuela moderna es una estructura organizativa que evidencia la hegemonía del paradigma positivista. Su lógica evolutiva, escalar, segmentada, replicable, verificable, estandarizada, homogénea en cada uno de los grados escolares y estos a su vez en niveles y modalidades, es un espejo en el plano educativo del mundo de la ciencia, la fábrica, la producción. Es esta lógica lo que hace posible que contemos con un modelo de sistemas escolares más o menos homogéneos en el mundo, que hoy posibilite la normalización capitalista de las políticas educativas3.

Con la escuela moderna la pedagogía adquiere el nivel de actividad científica4, al ser definidos y estructurados los principios, rituales, componentes, protocolos y procedimientos que le eran propias, profesionalizándose la docencia y adquiriendo el plantel escolar un papel central en la gobernabilidad del mundo político, económico y social que le había resultado esquivo en el pasado. Ahora la escuela estaba en el centro de la reconfiguración económica, política y social del mundo. Surgía la sociedad capitalista y con ella la escuela adquiría nuevos encargos que demandaban su adscripción al paradigma científico. Dinámicas éstas que en buena medida vinculaban a la escuela a las premisas del emergente modo de producción capitalista: insumos, procesos y productos, pero también a la construcción de mentalidad civilizada, indispensable para la gobernabilidad.

Esta nueva lógica educativa tenía tres grandes expresiones. La primera, conocimiento ilustrado, asociado al método científico. Segunda, lo que genéricamente se denominó desarrollo integral de la personalidad de los y las estudiantes, que en realidad está asociado al concepto de civilizado, ilustrado, en la cultura occidental. Desde la perspectiva capitalista, la mentalidad de consumo, la cultura del consumo, aparece vinculada a la noción del ser civilizado. La tercera, se generaría en un último momento, derivada de la construcción de un modelo ideal de gobernabilidad, la democracia liberal o representativa burguesa, que requeriría la confluencia de múltiples institucionalidades, en este caso la escuela, para la construcción de ciudadanía.

Las izquierdas pedagógicas siempre problematizaron estas tres dimensiones del quehacer de la escuela moderna. En la primera, vinculando el conocimiento a su utilidad en la justicia social y la distribución equitativa de la riqueza. La valoración de los otros conocimientos, las integraciones de los múltiples referentes del saber con las nociones derivadas del mundo de las ciencias surgen como otros caminos posibles del método científico. Luego se abriría un debate, aún en curso, sobre las formas descoloniales del saber, que desde las pedagogías críticas expresan una hibridación entre verdades científicas y saberes, en una nueva forma de conocimiento territorializado, enunciado y construido desde el lugar. En la segunda dimensión, la construcción de pensamiento y perspectiva crítica como único antídoto real al consumismo. Se trataba de crear las condiciones cognitivas para que los estudiantes no solo se apropiaran del mundo en su real expresión como un lugar que es posible cambiar, sino que a partir de ello fuera posible iniciar la transformación de su realidad como punto de partida en la construcción de otro mundo posible. Sin embargo, en algunos casos el pensamiento crítico llegó a ser visto como un producto y como un proceso, sufriendo este una especie de metamorfosis en mercancía cultural que inducía a una especie de consumo del pensamiento crítico para ser civilizado. En la tercera expresión, se plantea la importancia de una personalidad colectivista y un desborde creativo de la ciudadanía, en la construcción compartida de conciencia crítica. Efectivamente la escuela contribuía a modelar el comportamiento social, pero no solo para el orden, sino que desde las izquierdas se asume la rebeldía como anti normatividad y camino disolutivo de las reglas del poder dominante. La idea civilizada del proceso guiado del buen salvaje al buen revolucionario orientaba a una parte importante de la acción educativa de izquierdas.

La expansión y construcción de hegemonía de la pedagogía moderna en los procesos educativos, está profundamente asociado a los requerimientos que derivaban de la primera y segunda revolución industrial, tanto para la dominación como para la liberación. La pedagogía se convierte en una síntesis epistémica respecto al cómo educar ya sea para la lógica del mercado o de la sociedad de hombres libres, en la futurica social que emana del liberalismo y/o del socialismo.

Por ello, la pedagogía se ha visto tensionada de manera permanente entre los campos del poder establecido y de las revoluciones. La burguesía y el proletariado industrial son hijos de las dos primeras revoluciones industriales y sus narrativas, imaginarios e ideología terminan aflorando de una u otra manera en los enfoques pedagógicos de la escuela moderna, hecho que si lo descuidamos puede terminar confundiendo a los educadores desprevenidos, que se aproximen a la teoría educativa con una lectura despolitizada. Las ideas liberales y socialistas, asumidas por clases sociales diferenciadas respecto a su relación con los medios de producción capitalista, se disputan el control del Estado y es precisamente ese Leviatan moderno quien ahora regenta la educación mediante la figura de sistemas escolares, razón por la cual es imposible la existencia de una neutralidad pedagógica en medio de campos opuestos y en disputa por el control del Estado Moderno.

En lo que sí coinciden liberales y socialistas es en la potencialidad de la ciencia, la innovación y el campo tecnológico para el desarrollo de la sociedad. Sin embargo, el impacto negativo sobre la naturaleza, la vida humana y la sociabilidad de una ciencia orientada fundamentalmente por el lucro, la ganancia y el consumo generó desde muy temprano serios cuestionamientos sobre los referentes éticos, ontológicos, epistemológicos y paradigmáticos de esta ciencia. La fe en la ciencia comienza a ser superada por una visión más relacional del conocimiento, que reconoce las tensiones entre poder y ecología en detrimento de la segunda, entre felicidad y opresión, igualdad y libertad, que fueron nociones menos trabajadas en los originales desarrollos del materialismo histórico.

Las carencias en esta problematización de la ciencia, fundamentalmente en lo referido a su impacto en la reintegración de los hombre y mujeres a la naturaleza, impactaron al propio campo marxista que en un primer momento tenía una mirada positivista, cientificista del mundo y la educación. Evidencias de estas perspectivas abundan en los prolegómenos teóricos y prácticos de la revolución de octubre y en su devenir. El humanocentrismo socialista constituyó un desarrollo opresor que impedía la relación armónica e integrada de los seres humanos con el resto de la naturaleza, solo posible por la hegemonía de la fe en la ciencia, vista ésta como una entidad éticamente auto referenciada en su utilidad y para el bienestar de los hombres y mujeres. Una vertiente de la modernidad construyó un imaginario de la naturaleza según la cual ella era un recurso, inagotable o sustituible, cuyo destino estaba supeditado al bienestar de la «externalidad» humana. Ello conspiraba incluso contra otras aproximaciones racionales al tema, derivadas de la propia episteme moderna, liberando de frenos sociales al uso de la ciencia y las tecnologías de gran escala, lo cual desde la experiencia del socialismo real acarreó perversos impactos en el conjunto de la vida en el planeta, de lo cual Chernóbil () o la presa de las tres gargantas () fueron solo expresiones. La fragmentación de los hombres y mujeres como entidades abstraídas de la naturaleza tendría serias repercusiones en el campo de las ideas socialistas, con ecos aún en el siglo XXI.

Los cuestionamientos al uso incontrolado de la ciencia y las innovaciones tecnológicas, también estuvieron mediados por algunos paradigmas e ideologías de carácter pre moderno, que no siempre estaban liberados de su carga opresora. Una vez que se asoman los primeros cuestionamientos al impacto del positivismo científico en la naturaleza, la mirada religiosa se apresuró a construir una narrativa «actualizada» que cuestionaba el método científico y buscaba legitimar toda «verdad» subjetiva como otra ciencia posible, pero que sin embargo no rompía con su tradición de legitimar las rentables lógicas del mercado, incluida la explotación indiscriminada de la naturaleza, siempre y cuando sus promotores contribuyeran al esquema de financiamiento del poder clerical. Además, en el plano educativo el debate sobre el positivismo y el método científico, que no fue planteado como una agenda para su eliminación sino para su revisión crítica, le sirvieron de punto de partida a miradas neo metafísicas para generar argumentos sobre una «ciencia» de las especifidades, de cada uno, que colocaba la transformación social nuevamente en el plano del «cambio personal», admitiendo todo como «conocimiento válido» y planteando la relatividad de replicar conocimientos5. Para este enfoque, eran igualmente válidos y tenían el mismo estatus epistemológico, si alguien se sanaba después de una operación efectuada mediante un protocolo replicable, de otra persona que lo hacía mediante la intervención espiritual «milagrosa» de un santo o mediante la «imposición de manos» y, ambos casos, eran considerados desde esta posición, como hechos irrefutables, colocando al campo de la ciencia en un nuevo terreno teológico.

Otros, cuestionaron el método científico, abriéndose a otros protocolos para llegar a generar conocimiento verificable y repetible, admitiendo la singularidad y expresión contextual de los resultados. Esto último posibilitó el desarrollo de otras metódicas para avanzar por caminos distintos en los campos de la química, la física o la biología. La evolución de la física cuántica, por ejemplo, es un resultado de esta otra lógica científica. En el campo de las ciencias sociales se tuvieron que romper los paradigmas del evolucionismo histórico, el historicismo lineal, el determinismo funcionalista, los condicionantes predeterminados del comportamiento social, los restos de las consideraciones referidas a la supremacía de la teoría sobre la práxis social y la separación del hombre respecto al resto de las formas de vida, para poder avanzar en su redimensionamiento. De este giro provendrían los métodos de investigación acción participativa, los estudios comparados de carácter dialéctico, entre otros muchos.

Como veremos más adelante, el propio campo del materialismo histórico debió reconfigurarse para empalmar con los nuevos desarrollos de las otras miradas emancipatorias en las ciencias. En el caso de la educación, los avances para su tiempo histórico realizados por Jean Piaget6(1896-1980), Lev Vytgoski (1896-1936), la neurociencia especialmente los procesos de construcción de consciencia, la plasticidad del cerebro y la cognición con sus procesos de toma de decisiones, así como los trabajos de Howard Gardner (1943- ) con los estilos de aprendizaje, plantearían desafíos interesantes para el marxismo. El desarrollo de la física cuántica incita a nuevos retos para la fenomenología dialéctica, tarea aún pendiente para las ideas socialistas-

La rápida burocratización de la experiencia bolchevique posibilitó el emerger de lecturas problematizadoras en el campo socialista que están en los orígenes de la pedagogías críticas, especialmente los trabajos de Marcuse (1928-1929), respecto precisamente a la importancia de lo fenomenológico, la superación del mecanicismo histórico, el problema de los imperativos morales kantianos en la visión marxista del hombre nuevo, la filosofía concreta y la necesidad de considerar al pensamiento socialista como un campo abierto, en permanente construcción y actualización; así como los desarrollos de la Escuela de Frankfurt en distintos campos pero en especial sobre las subjetividades, la importancia de las singularidades en los recorridos colectivos y la noción de justicia social.

De especial importancia para la educación y los orígenes de las pedagogías críticas resultó el desarrollo marcusiano de la fenomenología dialéctica, que dicho sea de paso nada tiene que ver con mucho de lo que hoy conocemos como fenomenología educativa, que esconde su despolitización, en una lectura de Edmund Husserl (1859-1938) sin vínculo con su tiempo histórico y descontextualizada con el presente, así como en un seudo debate de lo cualitativo como superación de lo cuantitativo, cuando en realidad estas dos dimensiones están dialécticamente integradas. Sobre ello volveremos más adelante.

Con el capitalismo avanzado, la mujer se incorpora de manera más decisiva al mundo del trabajo asalariado, eso sí en condiciones laborales discriminatorias, sin que ello implique el abandono de sus oficios y responsabilidades en el hogar, expresándose redobladas formas de explotación. El patriarcado es inmanente a la lógica del capital y aunque en la sociedad capitalista ambos padres trabajen, las mayores cargas de tareas en el hogar continúan recayendo sobre las mujeres trabajadoras. En la medida que se profundiza la sobre explotación laboral, los padres de familia deben extender las horas extras o redoblar los turnos en las fábricas y lugares de empleo para alcanzar salarios de sobrevivencia; hecho que cada vez más les aleja del hogar. En ese contexto el debate sobre las tareas de los estudiantes en casa, las cuales implicaban un acompañamiento por parte de los padres, ha resultado a través del tiempo un tema sustantivo, de interés generalizado. Desde las pedagogías críticas hemos subrayado que la familia trabajadora es parte del proyecto emancipatorio, razón por la cual cualquier estrategia educativa tiene que contar con la vinculación y participación de los padres, para lo cual es fundamental incorporar esta aspiración a las luchas reivindicativas que se presentan en la disputa entre capital y trabajo.

La escuela moderna, desde distintos lugares de enunciación ideológica y paradigmática es homologada con el performance de la fábrica. Ello llevaba implícita una concepción del docente como «obrero» intelectual, quien debería cumplir labores específicas (insumos) y estructuradas (procesos) en la «fábrica escuela» para obtener el producto esperado, que para la ideología liberal burguesa estaba asociado a habilidades para la vinculación con el mundo de las mercancías, el consumo y la ciudadanía mientras que, para las ideas socialista se asocia a teoría crítica, transformación de la realidad y desborde de la ciudadanía. El perfil del egresado se convierte en el lente ajustable de la actividad educativa, que tanto a liberales como a izquierdistas les permite afinar la mirada cuando se trata de dibujar la agenda educativa en cada coyuntura histórica.

A pesar de los determinismos en cada uno de los campos socialmente enfrentados, rápidamente en la escuela moderna y las corrientes pedagógicas de este periodo, tanto liberales como socialistas, se comienza a dudar de la eficacia de la enseñanza exclusivamente repetitiva y memorística inherente a la epistemología dogmática. Esto se debe a la evidencia empírica respecto a las limitaciones o precaria utilidad para el modo de producción capitalista pero también para la revolución, de una escuela sin capacidad de pensar y actuar en lo nuevo.

El debate sobre las ciencias llega de manera tardía al campo educativo, impactado en el momento de estructuración de los sistemas escolares en América Latina y el Caribe, por las ideas de Henri de Saint-Simon (1760-1825), Auguste Comte (1798-1857) y John Stuart Mill (1806-1873) como lo podríamos observar en las apuestas educativas de Lancaster. Para el positivismo educativo la experimentación era el camino para alcanzar un conocimiento replicable, objetivo, que pudiera en un momento dado colocarse en los circuitos de producción y circulación de mercancías en cualquier espacio y tiempo, pero también para trabajar la transformación a partir de un programa mínimo que contuviera en su interior las claves replicables de la ideología socialista.

El positivismo educativo se centró en hechos y leyes que permitieran la reproducción de todos los resultados y conocimientos considerados de rango y valor científico. De allí, que necesariamente surgiera un punto de bifurcación epistémica con esta premisa desde las pedagogías socialistas, las cuales se centran en conocer las causas que originan el hecho y los principios replicables para generar la contradicción que posibilite romper con esas causas y abrirle paso al nuevo incluido revolucionario. Esta ampliación del horizonte epistémico no significa necesariamente una ruptura con el positivismo sino una derivación.

Bajo el paradigma positivista en educación, el tema de la enseñanza-aprendizaje en los sistemas escolares tiende a adquirir una lógica pedagógica que lo estructura en los distintos campos disciplinares de enseñanza de la siguiente manera: conceptos, subconceptos, procedimientos, comparaciones y pensamiento relacional, aplicabilidad del conocimiento, experimentabilidad y verificación de la repetitividad del aprendizaje. Desde el liberalismo educativo la secuencia y el producto son parte de la reingeniería social que promueve el capitalismo para asegurar la optimización del funcionamiento del sistema. Desde el pensamiento socialista esta epistemología se amplía llevándola a las formas y expresiones que garanticen utilidad para la transformación social y construcción compartida del conocimiento, construyendo mentalidad colectiva.

Inicialmente las pedagogías enmarcadas en la mirada del mercado se concentran en la competitividad y el individualismo dentro de las dinámicas de aprendizaje, mientras que, en las pedagogías socialistas en la cooperación, la solidaridad y el trabajo en equipo. Individualismo versus colectivismo son los dos grandes campos paradigmáticos que enfrentan a las pedagogías liberales y socialistas, en el marco del desarrollo de la primera y segunda revolución industrial en el siglo XIX. Ambas comparten el paraguas del paradigma positivista.

Para garantizar el logro de esta secuencia, sincronización y complementariedad de procesos educativos se estructura una mecánica de lo pedagógico, que se fundamenta en desarrollos que habían sido logrados en distintos momentos históricos, asociados ahora a los procesos de enseñanza-aprendizaje. La visión de engranaje de piezas y de funcionamiento sistémico resultan fundamentales en las expresiones de lo educativo de ese momento, cuya teleología pasa a ser determinada por el Estado como garante de la orientación estratégica de la escuela y del oficio del educador.

(Continuará……)

1 Maestro e investigador desde el enfoque de las pedagogías críticas. Sus trabajos contienen un enfoque comparativo.

2 Mi planteamiento es que debemos superar la aproximación a las contradicciones capital-trabajo como un todo petrificado y analizar la movilidad de estas contradicciones en la medida que se desarrollan las revoluciones industriales.

1 Escrito a solicitud del portal de los maestros «Otras Voces en educación» en el marco de su tercer aniversario.

2 La escuela única merece un artículo separado solo para analizarlo en detalle. En este artículo solo le mencionaremos.

3 Educación Para Todos (EPT) de la UNESCO; las pruebas PISA y las orientaciones de las OCDE y más recientemente el ODS4 son algunas evidencias de ello.

4 En este artículo no entre en la polémica respecto a si la pedagogía es una ciencia o una confluencia de ciencias. Lo que subrayo es el carácter científico de la profesión.

5 Esto está en la génesis del pensamiento neo autoritario en la escuela que analizaremos en otro artículo.

6 Nahuel Moreno, un destacado dirigente del trotskismo latinoamericano, expresó un interés especial en buscar puntos de encuentro entre Marx, Trotsky y Piaget en su libro: Moreno, Nahuel (1973). Lógica marxista y ciencias modernas. Editorial Pluma. Buenos Aires.

Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/a276606.html

 

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En las entrañas del normalismo: la reforma de la 4T

Por: Abelardo Carro Navas

Desde mi perspectiva, uno de los mayores errores que pudo haber cometido el presidente Miguel de la Madrid Hurtado, en materia educativa, fue haber logrado y publicado el Acuerdo 23/03/1984 por el que se estableció que la educación normal en su nivel inicial, y en cualquiera de sus especialidades, tuviera el grado académico de licenciatura, sin considerar en dicho planteamiento, algunos otros aspectos jurídicos que propiciaran que la incorporación de las escuelas normales, como Instituciones de Educación Superior (IES), fuera acorde a sus propias necesidades de desarrollo. Claro, se dijo, el cambio era en “pro” de la modernidad y del progreso, y porque la formación de docentes tendría que tener un carácter profesionalizante para que sus egresados, contaran con los elementos que la misma profesión, la sociedad y el mundo exigía en ese momento.

Derivado de tal Acuerdo, y de las complejidades que trajo consigo ciertas políticas descentralizadoras de la década de los 90, entre ellas el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB), las escuelas normales quedaron a la deriva o, mejor dicho, en un “limbo” administrativo y jurídico que, para acabar pronto, aún en muchos estados de la República Mexicana, las ubica, insisto, administrativa y jurídicamente, en diferentes niveles educativos, ya sea en los departamentos educación básica, en educación media superior o, en alguna Subsecretaría de Educación Superior. Asunto nada menor este éste puesto que, al no sufrir una reforma constitucional que les otorgara autonomía como a las Universidades y que las ubicara en el lugar que como IES deberían ocupar, la dependencia total, en todos los sentidos, del Estado, ha complicado su desarrollo, en estos casi 35 años en los que, al menos en el papel, son IES.

¿Qué hubiese pasado si se les hubieran otorgado las condiciones mínimas necesarias para que, progresivamente, se consolidaran como IES? Digo, hablar de las tres áreas sustantivas (docencia, investigación y difusión) que deben desarrollar parece ser algo sencillo; sin embargo, las normales, por excelencia, han puesto su atención en esa área que, por su importancia pedagógica y didáctica, ocupa un lugar preponderante en su quehacer educativo: la docencia. Esto significa, ¿que no se hayan dado avances considerables en la investigación y la difusión?; tal como la conciben las universidades, no lo creo, lo que si tengo presente, porque me consta, es que tienen esquemas muy particulares de extender sus servicios, así como también, muchos progresos en lo que se refiere a investigación e investigación educativo. Espero en algún otro momento, hablar de ello.

Ahora, si bien es cierto que a partir del 2005 el Subsistema de Educación Normal del país, se le confirió a la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE), puesto que antes de ese año se ubicaba en la Subsecretaría de Educación Básica y Normal, también es cierto, que lo descrito en párrafos anteriores, con esta medida, no se resolvió. Las escuelas normales en nuestros días, siguen estando ubicadas en niveles educativos que poco favorecen su desarrollo y consolidación como verdaderas IES. Insisto, el limbo jurídico y administrativo en el que viven y se mantienen, poco ha favorecido su pleno desarrollo; por ejemplo, ¿pueden las normales diseñar, aplicar y evaluar sus propios planes y programas de estudio? La respuesta es contundente: no. Entonces, ¿cómo se espera que logren ser una IES si por mandato constitucional y reglamentario, siguen dependiendo de las disposiciones oficiales que establece el Estado en esta materia?

Aunado a esta situación, un tema que es parte de este análisis, es el relacionado con lo que acontece, precisamente, en el orden local, puesto que mientras la federación establece sus propias políticas para que las normales trabajen en la formación de docentes, en el ámbito estatal, las cosas suelen ser muy complicadas. Por ejemplo, hoy día existe el Programa de Fortalecimiento de la Calidad Educativa (derivación de lo que en su momento se conoció como PROMIN, PEFEN y PROFEN); programa mediante el cual, las normales pueden acceder a recursos (etiquetados) de la federación para, por ejemplo, fortalecer su capacidad académica; sin embargo, en varias entidades del país, las oficinas, departamentos o áreas a las que se encuentran adscritas, establecen los “proveedores” que habrán de impartir cursos, talleres, conferencias, etcétera, obtenidos a través de la elaboración de los proyectos de las propias normales. ¿Por qué estas escuelas no pueden contratar a sus propios proveedores para el logro de este propósito?, ¿hasta cuándo se va a depositar la confianza en dichas instituciones?, ¿por qué se les sigue considerando como “infantes” a las que se les debe de dar el trato que corresponde a esa etapa de la vida del ser humano?

El meollo del asunto es muy sencillo, y del cual he dado cuenta en múltiples ocasiones en este y otros espacios, al igual que muchos reconocidos colegas y especialistas en la materia, como Ángel Díaz Barriga, Patricia Ducoing, entre otros: la autonomía.

Desde mi perspectiva, mientras no se toque el tema de la autonomía de las escuelas normales, el problema jurídico y administrativo, y los que de ello se desprende, seguirá latente.

Hace unos días, escuchaba y leía con atención, lo que el actual Subsecretario de Educación Superior, Francisco Concheiro, explicaba sobre el papel de las escuelas normales en el país. Por sus declaraciones, puedo vislumbrar que se aproxima una nueva reforma al modelo educativo que, hace unos meses (agosto de 2018), se implementó en la educación normal en el país; esto, derivado de la implementación del Modelo Educativo 2017 que impuso Peña Nieto y compañía. Caray, apenas han pasado algunos meses desde que se implementó la “malla curricular 2018” en las normales, y ya se piensa en realizar algunos ajustes a sus planes de estudios (que por cierto siguen sin estar terminados) o implementar un nuevo modelo educativo. Lo anterior, considerando la disputa y división que generó esta “reforma” al interior del normalismo mexicano entre sus defensores y detractores.

Me parece interesante que cada gobierno intenté mejorar lo que, desde su perspectiva, puede mejorar. Es sensato el que se tenga la intención de llevar a cabo diversas acciones para lograr una mejora en la educación, especialmente, en la educación normal de México. No obstante, ahora que se viene la probable aprobación de la reforma educativa que propondrá el gobierno de López Obrador en próximos días, ¿no valdría la pena que se analizara la pertinencia de la autonomía de las escuelas normales escuchando las voces de sus principales actores: los normalisitas?, ¿no valdría la pena considerar un congreso nacional para este propósito? Un tema tan importante como lo es éste, no debería limitarse a una encuesta vía internet. Urge el espacio de diálogo, pertinente y profundo, muy profundo, sobre ello.

En este sentido, se habla de que algunas instituciones participarán en el diagnóstico que habrá de realizarse sobre el normalismo mexicano; esto, con la intención de que se obtenga un panorama general de las normales y se elabore una propuesta acorde a las necesidades y demandas de estas escuelas formadoras de docentes.

Estudios se han realizado al respecto, por ejemplo, el que hace años realizó Justa Ezpeleta, sobre el impacto del PROMIN en las normales; el de Verónica Medrano que, si bien no aborda las complejidades del normalismo desde lo cualitativo, si ofrece datos que permitirían contar con una mirada sobre el fenómeno que estoy comentado; o bien, los propios estudios que en este ámbito también ha realizado Graciela Cordero y otros; en fin, trabajos hay para dilucidar las entrañas del normalimo mexicano. ¿Cuándo se le dará la oportunidad a los normalistas para que expongan sus propios argumentos y estudios?

Con negritas:

Me parece que una propuesta, acertada, que hace tres años implementó la DGESPE para que los normalistas expusieran los estados que guardan sus investigaciones, fue el Congreso Nacional de Investigación sobre Educación Normal (CONISEN); un espacio que, sigo pensando, es importante para la difusión del conocimiento; no obstante, considero que su formato podría permitir el diálogo abierto y plural en el más amplio sentido de la palabra. Como sabemos, es imperativo que, en materia de investigación, aceptemos la crítica, pero lo más importante, es que fomentemos la autocrítica puesto que ello, nos permitirá avanzar en el camino correcto en cuanto al ámbito institucional, profesional y, porque no, personal se refiere.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/en-las-entranas-del-normalismo-la-reforma-de-la-4t/

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¿A qué edad alcanzamos el punto máximo de inteligencia?

Por BBC Mundo

En 1905, Albert Einstein tuvo su llamado «año milagroso»: escribió cinco influyentes investigaciones científicas que incluyen, por ejemplo, la ecuación más famosa de la historia de la ciencia (E=mc2).

Tenía solo 26 años.

«Mi supervisor de doctorado, un hombre brillante e inspirador, solía decirme en broma que la plenitud de su carrera había pasado y que estaba en mí lograr el descubrimiento que le diera el premio Nobel a nuestro equipo», cuenta la astrofísica Sabrina Stierwalt en su podcast «Everyday Einstein».

La comparación que hacía el docente entre el «año milagroso» de Einstein y su joven estudiante no solo servía como motivación.

También caía dentro de un patrón socialmente aceptado de que las habilidades cognitivas alcanzan su punto máximo a los 18 años para luego comenzar su inexorable caída.

Esta idea se ve reforzada con el hecho de que, a medida que van pasando los años, el cerebro se va deteriorando y, junto con él, las habilidades de crear, razonar y memorizar información.

Pero ¿eso quiere decir que los adultos jóvenes están en el punto máximo de inteligencia? ¿Qué hay del valor de la experiencia acumulada con los años?

Capacidades por edad

«En cualquier edad estás mejorando en algunas cosas, estás empeorando en otras cosas y estás en una meseta en otras más», dice Joshua Hartshorne, autor principal del mayor estudio sobre capacidad cognitiva en relación a la edad, en declaraciones al portal MIT News.

El trabajo de Hartshorne, publicado en 2015 por la revista Psychological Science, evaluó a más de 48.500 individuos mediante una serie de pruebas online y luego cruzó la información con experimentos realizados en persona en grupos pequeños.

Gráfico de edad de rendimiento máximo según tareas cognitivas.

Según el estudio, «algunas habilidades alcanzan su punto máximo y comienzan a decaer tras la secundaria; algunas habilidades se estancaron en la adultez temprana, comenzando a disminuir en los años 30; otros no alcanzan su punto máximo hasta los 40 o más tarde».

Por ejemplo, la habilidad de procesar información rápido tiene su punto más alto a los 18 y 19 años.

A los 25 años, en cambio, se alcanza el máximo en memoria a corto plazo, la cual se mantiene por una década antes de comenzar a decaer.

Y la habilidad de comprender las emociones ajenas no logra su plenitud hasta los 40 o 50 años.

De hecho, esta investigación conjunta de la Universidad de Harvard y MIT descubrió que algunas llegan a su esplendor en la tercera edad.

Señora mayor leyendo.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEntre los 65 y 75 años se alcanza el punto máximo de adquisición de vocabulario, según un estudio de la Universidad de Harvard y MIT.

A diferencia de lo que indicaban estudios previos, en pruebas de vocabulario (dar la definición a palabras) los que mejor desempeño tuvieron fueron aquellos que estaban entre los 65 y 75 años.

«Estábamos mapeando cuándo estas habilidades cognitivas tenían su punto máximo y vimos que no había un solo pico para todas la habilidades. Estaban por todas partes», agrega Hartshorne a MIT News.

Fluida versus cristalizada

Stierwalt explica en su podcast que estos descubrimientos se deben a que nuestra inteligencia es multifacética.

Por un lado, dice, «tenemos inteligencia fluida, que es nuestra capacidad de pensar rápidamente, resolver nuevos problemas e identificar patrones«.

Esta es la que, en general, tiene su punto máximo en la juventud.

Pero, continúa, «también tenemos lo que los psicólogos denominan inteligencia cristalizada, que refleja nuestro conocimiento aprendido y nuestra capacidad para relacionarnos con nuestro entorno«.

Aquí es donde la experiencia de los años es lo que más pesa.

Estudiantes en un salón.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLas pruebas estandarizadas de coeficiente intelectual suelen medir la llamada «inteligencia fluida».

Las pruebas de coeficiente intelectual suelen medir el primer tipo de inteligencia y por eso a lo largo de la historia, distintos estudios han demostrado que los jóvenes obtienen mejores resultados que los adultos.

Sin embargo, según afirma el psicólogo Phillip L. Ackerman en un estudio publicado en el Journal of Gerontology en 2016, «muchas tareas intelectualmente exigentes del mundo real no pueden realizarse sin un vasto repertorio de conocimientos declarativos y habilidades procedimentales».

En otras palabras, dice, nadie le pediría al novato con el coeficiente intelectual más alto que realice una operación cardiovascular por delante de un experto de mediana edad.

Tampoco se esperaría que un estudiante universitario de primer año logre una tesis doctoral con el nivel que lo haría otro con mayor trayectoria académica y experiencia empírica, agrega.

Por eso, Ackerman insiste en que no hay que confundir conocimiento con inteligencia.

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-47523412

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«Hackear» la universidad: un decálogo para el cambio en la educación terciaria

La Fundación COTEC lanza una campaña, #Reiniciarlauni, con la que quiere dar a conocer procesos innovadores en diferentes ámbitos de la universidad. Diez puntos que señalan a instituciones y agentes (educativos o no) que pueden ayudar al cambio universitario.

“Nos conformamos, más que con reiniciar la universidad, con hackearla”. Con estas palabras Jorge Barrero, director general de COTEC, abría la rueda de prensa de presentación de la campaña que han lanzado bajo el nombre de #Reiniciarlauni. Con ella pretenden acercar a las universidades innovaciones que se están llevando ya a cabo por todo el país. Además, se ha construido un decálogo con dichas innovaciones

Un decálogo que no quiere ser un libro de recetas ni ser cerrado. “Buscábamos el referente interno”, aseguraba Ainara Zubillaga, responsable de Educación dentro de la Fundación. El objetivo: mostrar que a pesar de todo, hay universidades en España que están haciendo ya innovaciones y que estas pueden replicarse.

Para Zubillaga, además de que la administraciones, así como la sociedad, puedan y deban realizar cambios para facilitar la innovación en la universidad, de alguna manera, el decálogo que han desarrollado es la demostración de que debe ser la propia institución universitaria la que ha de hacer también los esfuerzos.

“Quien más inventa no es la universidad que ahora está copiando” elementos y actuaciones de las que ocurren y se desarrollan en los centros de primaria y secundaria. Al menos, así lo entiende Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense e invitado a la presentación del decálogo de COTEC.

Para Enguita, donde la universidad sí consigue innovación, por lo menos hasta ahora, es en la investigación que realiza. El reto, pues, es innovar en sus formas de enseñanza “y también en relación al aburrimiento con el mismo modo de transmisión de la información” que se utiliza. Eso sí, más allá de cursos a distancia, por radio o mediante los famososo MOOC, cree que debe poder mantener el entorno que se crea en la institución, es decir, como espacio de socialización, de crecimientos, de creación de redes entre las personas que conforman la universidad. Esto lo ejemplificó con el caso de Mark Zuckerberg y la creación de Facebook: “No lo hubiera podido probar sin Harvard”.

Para el catedrático “la universidad no puede inventarlo todo, pero sí ver qué se hace, ‘estar a la última’”. Desde su punto de vista, aquí es clave mirar lo que sucede en otros niveles del sistema educativo, “otros entornos en los que la gente pueda aprender, además de ser enseñada. Más autónomamente, estructuras cooperativas, con apoyo tecnología”.

Preguntado más concretamente por aquellos elementos que las universidades podrían copiar de primaria y secundaria, Enguita afirmó que “lo esencial es la transformación de las condiciones materiales de la escolarización”, es decir, aquellos modelos que rompen con la lógica de que todo el alumnado aprende lo mismo al mismo tiempo en todas partes, aquellos que transforman “la gramática profunca, la arquitectura metafórica del aula”. “Lo que hacen muchos colegios, todavía minoritarios pero visibles, de romper haciendo grupos más grandes con dos o más docentes, rompiendo los horarios habituales, los espacios…”. Lo que el propio Enguita llama “hiperaulas” en las que se rompe la lógica habitual de tiempo y espacio, en las que hay tecnología bien utilizada, en las que “se transita de los virtual a lo fíciso, de dentro afuera, con medios muy superiores al libro de texto (que no deja de ser una representación de la realidad)”.

En un sentido similar, Ainara Zubillaga ponía el acento en los procesos educativos. Para la responsable de educación de la Funación COTEC, es por ellos por los que habría que comenzar realmente los cambios. “Los profesores (ella imparte docencia en la Universidad Complutense) hemos aprendido a investigar en grupo pero no a enseñar en grupo”. Desde su punto de vista, se producen pocos momentos en los que los docentes universitarios compartan asignatura (más allá de repartirse los créditos de una materia) y “eso es un problema porque les digo a los alumnos que tienen que enseñar de manera cooperativa, y nosotros no lo hacemos”.

Para Ainara Zubillaga, otra de las claves es abrirse a la sociedad, no solo a la empresa, y tener en cuenta, como Enguita, a otros tramos educativos. Entre ellos, le parece clave la formación profesional y la nula o escasa relación que la universidad tiene con estos otros estudios que también pueden tener carácter de superiores o terciarios.

Innovación distribuida

El decálogo pretende, además de apuntar algunas de las cuestiones que pueden mejorarse en la universidad, ser referencia de dónde se están haciendo actuaciones exitosas e innovadoras. Con ello, señalaba Enguita, se puede distribuir el conocimiento, que se produce en otros centros educativos y que, además, distribuye los riesgos que puedan correrse al implementar cambios, al tiempo que multiplica las oportunidades de quienes los observan.

“La universidad ha de estar atenta y abierta”, aseguraba Zubillaga, y “lo hará cuando sea intrínsecamente innovadora”. Pero no innovadora solo en la transferencia del conocimiento, que según la experta ya es una realidad, sino en otros elementos como los productos, las relaciones o las alianzas que pueda tejer. Y, además, ha de estar atenta a lo que ocurre fuera, en otras instituciones y organizaciones, en la propia sociedad, porque lo único que es seguro y constante es el propio cambio.
Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/03/19/hackear-la-universidad-un-decalogo-para-el-cambio-en-la-educacion-terciaria/
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