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Educación mediática, la clave para combatir las fake news

Por: Semana Educación

La proliferación de la desinformación llegó a dimensiones insospechadas en la era digital. Hoy más que nunca hay la necesidad de desarrollar nuevas competencias para moverse con criterio y estar a salvo de los engaños malintencionados en Internet.

Hace cerca de dos años se hizo viral el término“noticias falsas” y ahora no deja de aparecer en las noticias de verdad. De repente, estas mentiras disfrazadas de actualidad se volvieron la preocupación del mundo entero, la amenaza más notoria para la democracia. Y, en buena medida, con razón: aunque no está claro cuánto influyeron, sin duda hicieron parte en la consolidación de la opinión pública en las elecciones del Brexit en Reino Unido, de Donald Trump en Estados Unidos y del plebiscito sobre el acuerdo de paz en Colombia.

El interés por el tema es tal que ya varios actores de la sociedad han prendido las alarmas en busca de una estrategia para detenerlas. Entre otras iniciativas, varios medios como la BBC, Vice o Animal Político han liderado campañas dirigidas a promover la verificación de la información y Facebook anunció en enero un nuevo algoritmo que prioriza las noticias de los amigos y disminuye la exposición de los sitios de dudosa reputación. En Reino Unido, el gobierno de Theresa May creó a comienzos de año una Unidad Anti ‘Fake News’ (noticias falsas en inglés) con el único objetivo de combatirlas. Pero pocos se han preocupado por solucionar el problema de raíz: desarrollar el criterio de quienes consumen y reproducen estos mensajes.

Después de todo, las noticias falsas son solo un síntoma de un fenómeno mucho más grande en la que la democratización de los canales de información lleva a menos filtros de veracidad. Hay muchas personas con acceso a información, pero ignorantes de las fuentes de la que esta proviene, de sus intenciones y veracidad. Y, ante eso, difícilmente haya un mejor ‘algoritmo’ que el criterio propio: enseñar a la gente a consumir, producir y reproducir la información responsablemente, igual que se enseña a leer y a escribir. Es solo otro tipo de alfabetización.

Un mundo (más) caótico

Juan Pablo Ortega, profesor del Departamento de Ciencias Sociales en la Universidad Central, tiende a preguntarle a sus alumnos de Enunciación y Análisis del Discurso qué personaje admiran. La interacción sobre los intereses personales de sus estudiantes es algo que, dice, lo ayuda a conectarse más con ellos. Pero, no se esperaba la respuesta de una alumna cuando le contó el suyo:

-Popeye, profe.

-¿El… marino? –, replicó Juan Pablo.

-No, profe, el youtuber.

Popeye, el youtuber, cuyo nombre real es John Jairo Velásquez, fue sicario del Cartel de Medellín y parte del círculo de confianza de Pablo Escobar. Estuvo en la cárcel hasta 2014 cumpliendo una condena de 23 años y ahora se dedica a hacer videos en Youtube, donde promueve la tendencia ultraconservadora y la apología de la vida de Escobar (además de su nueva marca de ropa).

Pero a la estudiante le parecía “muy valiente, no sé, como que se enfrenta a todo”. El profesor tuvo que parar la clase para relatarle a sus alumnos el prontuario de Popeye, autor confeso de cerca de 250 asesinatos, y por qué quizás no es el mejor modelo a seguir. Eventualmente, la estudiante admitió que se encontraba en un error.

Como ella, muchas personas se están informando a través de medios descontextualizados o tendenciosos, fuentes muchas veces de la desinformación. Hoy, todo el conocimiento necesario para informarse a fondo sobre prácticamente cualquier tema (como las atrocidades del Cartel de Medellín) está en la web. Pero, como dijo el periodista de CNN Fareed Zakaria en la Cumbre Mundial para la Innovación en Educación (Wise, por sus siglas en inglés) de 2017, “la tecnología ha hecho muy difícil seleccionar los hechos verídicos de una masa basta de información donde no hay ninguna jerarquía, ni diferencia, entre la mentira y la verdad. De hecho, las falsedades tienen cierta ventaja porque son más sensacionalistas, y eso es más popular que la aburrida realidad”.

Por si fuera poco, la gente lee menos críticamente. Gloria Marciales, psicóloga y magíster en Educación de la Universidad Javeriana, explica que “estudios comparativos entre nativos e inmigrantes digitales demuestran que los primeros tienen muchas más habilidades técnicas para navegar por la red, pero menos competencias en la construcción de sentido a partir de lo que encuentran. Ante una desbordada oferta de información, generalmente no pasan del primer pantallazo que les llega. No le invierten mucho tiempo”.

No deja de ser interesante lo que sucedió con la nota “Estudio: 70% de los usuarios de Facebook solo leen el titular de las notas de ciencias antes de comentarlas”, publicada por el Science Post en junio de 2016. Esta fue compartida por 46.000 personas en menos de una semana, pero al darle clic solo abría una caja de texto, “lorem ipsum”, sin ningún contenido, una prueba clara de la lectura fácil y crédula que criticaba el engañoso titular.

Vulnerables

Ante este escenario, no sorprende la vulnerabilidad generalizada de las personas frente a la desinformación. Es difícil probar qué tanto, pero al menos el 75% de los adultos ‘caen’ frente a un titular falso, según una investigación realizada por Ipsos en Estados Unidos.

Incluso los nativos digitales son demasiado crédulos con el contenido que encuentran en Internet. Un estudio de la Universidad de Stanford puso a algunos estudiantes de la reconocida institución a distinguir entre un tuit real de Fox News y uno falso, y solo un cuarto de ellos reconoció el significado del sello azul que certifica en Twitter a una cuenta oficial. A más del 30% le pareció que la cuenta falsa era la original. Lo que es más grave: en una prueba similar, ocho de cada diez pensó que un publirreportaje, identificado con un pequeño texto como “contenido patrocinado”, era una noticia real.

Y si a esas falencias de lecturabilidad se le suman titulares escandalosos hechos para ser virales, como “Hillary Clinton maneja un negocio de tráfico sexual infantil”, «El papa apoya la candidatura de Donald Trump” o “Así intentaron robarse el plebiscito”, es la mezcla perfecta para un boom de noticias falsas y virales.

Como diría Zakaria en Wise 2017, “en este nuevo mundo, la tecnología está jugando un rol pernicioso. Nos lleva a la idea de que no hay hechos comprobables sino realidades relativas, donde nadie, no importa lo que haga, puede ser probado de cometer un error. Eso para mí es el declive de la civilización. Lo único que puede pararlo es que rescatemos la importancia de los hechos y de la educación”.

El papel de la educación

Hay un concepto que no se usa mucho, pero que lleva un buen tiempo rondado el escenario educativo: la alfabetización mediática. Es decir, la capacidad de leer críticamente y expresarse responsablemente en los medios, tanto los tradicionales como en las redes sociales.

En sí, el concepto no es nuevo. Desde los años noventa se empezó a hablar de ella (junto con las otras alfabetizaciones del siglo XXI), principalmente con el fin de instruir a los alumnos en las herramientas manipuladoras de la publicidad que veían en televisión. Aunque su campo de acción se amplió mucho con la llegada de las redes sociales. En 2011, la Unesco publicó un currículo de alfabetización mediática, llamando la atención a nivel internacional sobre la necesidad de desarrollar estas competencias desde la escuela.

Lastimosamente, este poco se había adoptado en los colegios y universidades. Pero ahora, con la creciente popularidad de las noticias falsas en Internet, está tomando un nuevo aliento.

En 2017, la Universidad de Washington introdujo una clase llamada Calling Bullshit in the Digital Age (algo así como: Identificando las mentiras en la era digital). No sorprende que haya sido un éxito entre los alumnos. En solo un minuto de la apertura de las inscripciones, ya había llegado a su cupo máximo con 160 inscritos.

Los pocos afortunados que alcanzaron a entrar aprenden a identificar las noticias falsas en las redes sociales mediante ejemplos, unos que analizan en clase y otros que los propios alumnos encuentran por su cuenta. El ánimo por participar y ‘pescar’ a los mentirosos fue tal que los profesores Carl Bergstrom y Jevin West abrieron una cuenta de Twitter (@callin_bull) en la que ‘cuelgan’ todos los casos. El curso se volvió así una suerte de veeduría social para todo el mundo.

Otras universidades, como la de Michigan, Georgetown, Stanford, Columbia y Oxford, han implementado programas similares. En el College de Brooklyn de la Universidad de Nueva York han tomado una aproximación más lúdica: estudiantes, profesores y funcionarios se reúnen una vez al año en el auditorio para participar en un juego formato concurso de televisión en el que votan cuáles noticias son falsas y cuáles no.

“Lo más interesante es que los estudiantes se vuelven conscientes del gran rol que juegan los medios en sus vidas. Antes de enseñarles a analizar los mensajes, la mayoría ni siquiera sentían cuánto los influían”, asegura Julie Smith, profesora y autora de Master the Media: How Teaching Media Literacy Can Save Our Plugged-In World.

Por eso, dice Smith, es una buena técnica empezar por el conocimiento previo que ya llevan los alumnos de los medios para contrastarlo con la teoría. En la misma dirección, Alfabetización mediática en la era de la información, de Robert Kubey, señala tres etapas del desarrollo de esta competencia: legitimar las experiencias y el conocimiento de los alumnos de los medios, formalizar este saber con teorías y conceptos de los medios y, finalmente, asistir a los estudiantes para que evalúen y critiquen tanto el comportamiento de los medios como el de ellos mismos.

En Colombia es raro encontrar experiencias educativas enfocadas en estos componentes. Muchos colegios los incluyen de alguna manera dentro de la formación en Ciudadanía Digital o en Literatura (como están parcialmente en los DBA). Iniciativas periodísticas, por otra parte, se han enfocado en enseñar a identificar las noticias falsas, como es el caso de No Coma Cuento, una campaña impulsada por un grupo de jóvenes para promover el consumo crítico de información, que ha llevado talleres a la Universidad de Cartagena, la Icesi de Cali, la Sergio Arboleda, la Uniminuto, la Javeriana y la Jorge Tadeo Lozano.

Por su lado, la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) cuenta con el proyecto Convivencias en Red, que ofrece herramientas para entender la desinformación existente on line, aprender a contar historias y construir espacios de respeto y de construcción colectiva en las redes. “Empezamos el año pasado, pero ya tenemos conversaciones con algunas Secretarías de Educación para llevarlo a los colegios. Eso es algo que tenemos en mente”, asegura Ricardo Corredor, director del FNPI. Estos recursos digitales se pueden encontrar en la página web del Centro Gabo.

Empezar por los mayores

Silvia Rosenthal, autora del libro Making Thinking Visible, Meaningful, Shareable, and Amplified, siempre le pregunta a los demás profesores si saben cómo leer un tuit, que tiene un hashtag, que los dirige a una conversación de TED, que tiene un ‘meme’ sacado de un blog en su sección de comentarios. “¿No? ¿Ustedes no saben cómo leer y contribuir en ese flujo? Entonces son unos analfabetas digitales, o están en camino de serlo”, dice.

Y es que es muy difícil enseñar a los alumnos a leer y escribir en los nuevos códigos de los medios si el maestro no sabe cómo. Conforme ha venido señalando Semana Educación, que sean nativos digitales no significa que sean expertos en el uso de la red. “Los chicos tienen la facilidad de usar la tecnología para moverse socialmente. No le temen a oprimir un botón y ver qué pasa. Pero no saben cómo usarla para aprender”, señala Rosenthal.

Por eso, el primer reto es que los maestros aprendan, también, el lenguaje de las redes sociales. Que el 45% de los centennials diga que Youtube es su medio preferido para el aprendizaje y el 47% de ellos pase más de tres horas diarias en esta plataforma –como encontró un estudio reciente de Pearson–, es un llamado a que los educadores investiguen cuáles son las herramientas retóricas que lo hacen tan atrayente para los niños (y las sepan incluir en su clase), y que los padres conozcan qué youtubers (y por qué) ve su hijo.

Es un proceso. Hasta ahora, los ejemplos de instituciones educativas en todo el mundo que abordan a fondo este tipo de alfabetización se cuentan casi con las manos. En especial en los colegios, donde el hecho de que sea un componente transversal contribuye a que se difumine o se fusione en otros programas de ciudadanía digital. Pero cada vez cobran más fuerza.

“Yo estoy optimista”, dice Smith, “pienso que el fenómeno de las noticias falsas ha avanzado la discusión sobre la alfabetización mediática en todo el mundo. La desinformación ha rondando siempre, pero ahora viaja a la velocidad de la luz y aparenta ser legítima. La responsabilidad queda sobre nosotros. ¡El mejor filtro ante las noticias falsas lo tenemos nosotros mismos entre oreja y oreja!”.

 Recomendaciones

1. Busque la fuente

Revise que las citas y referencias en una noticias sean reales. Muchas fábricas de noticias falsas usan un URL casi idéntico al de medios conocidos. Por otro lado, páginas como Wikipedia pueden tener contenido valioso siempre y cuando coteje que tenga fuentes suficientes y fiables.

2. Lea más allá

No hay que quedarse solo con el titular. Antes de compartir u opinar sobre una nota, léala completa.

3. Verifique la fecha

Mucha información, especialmente fotos y videos, vuelve a surgir descontextualizada tiempo después en las redes sociales. Por eso, asegúrese de que sea reciente. En páginas como Google Images puede subir una foto y encontrar si ya se ha usado en otros sitios.

4. Acuda al que sabe

Hay páginas de verificación, como el detector de mentiras de La Silla Vacía, y extensiones para el navegador, como Media Bias o B.S. Detector, que ayudan a identificar los sitios de contenido dudoso y el sesgo ideológico de diferentes portales en Internet.

5. Revise quién escribe

¿Es un autor o un medio reconocido? Lo más probable es que un portal con muchas visitas y una trayectoria reconocida cuide más la veracidad de sus fuentes. Las fábricas de noticias tienden a cerrarse y volverse a abrir con regularidad.

6. ¿Solo una?

Si la noticia es real lo más probable es que varios portales hablen de ella. Si lee algo que le llame la atención, búsquelo también en otras partes. Puede que encuentre otros enfoques o que no es verdad.

7. Cuidado con los chistes

¡Pilas! Muchas páginas como Actualidad Panamericana se dedican al contenido humorístico. Si es demasiado extravagante para ser verdad, lo más probable es que no lo sea.

8. Considere su sesgo

Tenga en cuenta que sus creencias pueden alterar su opiniónDespréndanse, busque opiniones, noticias y enfoques que contradigan lo que ya sabe. La confrontación de ideas solo enriquece el debate.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/conozca-como-prevenir-la-desinformacion-mediatica/597870

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Pornografía infantil: la cara oscura de Internet

Por: Antonio J. Mora

El mundo de la pornografía infantil deja cifras tan alarmantes como la de que cada siete minutos se muestra en Internet a un menor siendo objeto de abusos sexuales. Así lo denuncia Internet Watch Foundation (IWF), un organismo que vela para que los contenidos que circulan en la Red sean adecuados y que el año pasado eliminó 78.589 páginas web de todo el mundo que ofrecían este tipo de imágenes. Las nuevas tecnologías han creado un entorno que facilita el acceso, producción y distribución de esta pornografía y que hace imposible calcular el número de portales que muestran estos abusos, como señalan los expertos. Desde 1996, IWF ha borrado más de 250.000 páginas con contenido pedófilo. “En cada fotografía, en cada vídeo, hay una agresión sexual, una violencia ejercida y una violación de los derechos de los niños y las niñas”, señala la responsable de Programas de Unicef Comité Español, Blanca Carazo.

La opacidad reina en esta oscura cara de Internet. Se estima que el número de imágenes de abusos sexuales infantiles asciende a millones y que el número de víctimas sea de decenas de miles en todo el mundo, según el informe La seguridad de los niños en línea: retos y estrategias mundiales de esta agencia de la ONU. Del contenido analizado y eliminado por IWF en 2017, se desprende que el 43% de las víctimas tiene entre 11 y 15 años y que el 55% tiene 10 años o menos. También deja ver que en el 33% de los casos hubo violación o tortura. Como también denuncia la ONG End Child Prostitution and Trafficking (ECPAT), “cada vez más los niños y niñas tienen menos edad y las imágenes son más gráficas y violentas”. “Hemos encontrado vídeos en los que las víctimas eran bebés de un año, imágenes que hasta para nosotros eran duras de ver”, relata, por su parte, el jefe del Grupo de Delitos Tecnológicos de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (Udef) de la Jefatura Superior de Policía de Andalucía Occidental, José Félix Romero. El agente explica que estudian cada detalle de las imágenes incautadas en cada operación para poder identificar y localizar a agresores y víctimas. “Desde la lata de refresco que aparece en la mesa del fondo hasta la alfombra que hay en el suelo. Cualquier dato nos puede ayudar”, añade.

Tal y como señala la Convención sobre los Derechos del Niño, los expertos apuntan que la pobreza y el subdesarrollo son factores que propician que los menores se vean sometidos a trata, prostitución, pornografía… “Desde un punto de vista global, son niños y niñas en una situación de vulnerabilidad especial, proceden de familias desestructuradas en las que sus progenitores están separados, se cuenta con escasos recursos, hay problemas de alcoholismo… Son familias que no suponen el lugar protector que necesitan”, explica Blanca Carazo antes de señalar que, en muchos casos, son los propios familiares o personas de su entorno los que están implicados en la explotación del menor, ya sea sexual o laboral.

En este sentido, un informe de 2017 de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (Unodoc) señalaba que 21 millones de personas son víctimas de explotación laboral y sexual. “En los últimos años, en Filipinas y en República Dominicana se está produciendo un repunte de casos, hay más pornografía infantil elaborada en estos países”, señala la responsable de Unicef. En República Dominicana, el Gobierno comenzó a perseguir este delito en 2015. “Antes solo investigaba si se solicitaba desde Interpol o el FBI”, explica el representante adjunto de Unicef en este país, Eduardo Gallardo, quien señala que desde 2016 se han detenido a 41 pedófilos, dos por producción de material. “En estos últimos casos, las víctimas eran niñas, de por medio había una red de trata que las llevaba hasta estos puntos con engaños y la promesa de que le pagarían a sus familias”, explica Gallardo, quien resalta el problema de la explotación sexual de menores en general, principalmente, en las zonas turísticas. “Hay familias que ven en sus hijas una posibilidad fácil de ingresos. Para un turista 100 dólares no son nada, para ellos una fortuna”, continúa.

La pornografía infantil constituye un problema de dimensión internacional que se amplió con la irrupción de las nuevas tecnologías, tal y como señala el catedrático de Derecho penal, Fermín Morales, en su artículo Pornografía infantil e Internet. En este lado de la Red los delincuentes buscan nuevas tecnologías que garanticen su anonimato y sacien su voracidad.

El consumo de material pedófilo puede ser mediante los ya tradicionales sistemas de intercambio de archivos como Kazaa o Ares, en la deep web o internet profunda, foros privados de acceso restringido, sistemas de almacenamiento compartido en la nube o, más recientemente, aplicaciones como WhatsApp, Skype, Facebook o Telegraph. “En estas aplicaciones, se crean grupos cerrados en los que sus miembros van subiendo contenido pornográfico. Y, al igual que en el resto de plataformas, si no compartes imágenes o vídeos no te aceptan”, explica el jefe del Grupo de Delitos Tecnológicos, quien recuerda que una de las últimas investigaciones comenzó a raíz de una denuncia ciudadana que alertaba de que se estaba publicitando pornografía infantil en un grupo de una plataforma de mensajería instantánea. Esta operación culminó el 9 de noviembre con la detención de 11 personas y el bloqueo de más de 6.000 cuentas. “Las investigaciones, que pueden durar hasta seis meses, se inician por denuncias de este tipo, la cooperación internacional o la vigilancia que realizamos”, explica el responsable. “En Granada, se inició una operación después de que una persona se encontrara un móvil con imágenes de abuso infantil”, agrega.

Dentro de estas nuevas herramientas, los expertos señalan el aumento del uso y los riesgos de las videoconferencias o vídeos en streaming. “El acceso al consumo de vídeo en directo es cada vez más fácil y habitual, basta con tener un móvil. Hay organizaciones que, de forma oculta, ofrecen este tipo de servicios por webcam con menores. El principal problema es que apenas dejan rastro. Suceden cuando suceden y, salvo que el pedófilo los grabe, no se almacenan, no se pueden rastrear, son comunicaciones efímeras… Este método está siendo utilizado para explotar a niños y niñas en Filipinas, donde el acceso a Internet es fluido incluso en zonas pobres”, explica el director de la asociación para el uso seguro de la Red Pantallas Amigas, Jorge Flores.

Otro informe titulado Trends in Online Child Sexual Exploitation: Examining the Distribution of Captures of Live-streamed Child Sexual Abuse de IWF identificó más de dos mil imágenes y vídeos de abusos sexuales infantiles transmitidos en directo. El estudio arrojó que el 98% de las imágenes encontradas era de niños menores de 13 años e, incluso, que la víctima más joven tenía solo tres años. “Los niños se encontraban en entornos comunes, como sus dormitorios o un baño. Ningún adulto aparece por lo que suponemos que se les ordenó abusar de sí mismos y transmitirlo en vivo”, señala la CEO de IWF, Susie Hargreaves. “La mayoría de los vídeos fue grabado por delincuentes, quienes vieron el abuso transmitido en vivo y luego lo distribuyeron. Los niños no son conscientes de que se estaba haciendo una grabación”, añade la responsable del informe, Sarah Smith.

Ese fácil acceso a las nuevas tecnologías ensancha un mundo ya de por sí voluminoso. “Su democratización y la falta de información hace que el abanico de víctimas se abra”, señala Carazo antes de resaltar la necesidad de formar a los pequeños en su buen uso y a los progenitores en la vigilancia. “Hay casos que surgen a raíz de la denuncia de los padres al descubrir en el teléfono de sus hijos que han enviado o recibido imágenes de este tipo”, explica Romero, quien apostilla que algunos menores siguen sin ver los riesgos que corren cuando se les explica. “Hemos encontrado vídeos en Youtube de niños de siete años bailando sexualmente y los padres ni lo sabían”, añade el agente antes de recordar prácticas como el grooming, en las que los pedófilos buscan atraer al menor a través de engaños en las redes sociales. “Incluso, venimos observando cómo intentan contactar con ellos a través de los chats que ofrecen algunos videojuegos”, matiza.

A nuevas vías de consumo se suman nuevas herramientas para permanecer en el anonimato. Así, IWF viene detectando desde 2011 el uso de técnicas de enmascaramiento para ocultar este contenido y que solo puedan encontrarlo los pedófilos. En 2016, IWF detectó 1.572 web que utilizaban este método, lo que supone un 112% más que el año anterior. En 2013, solo se encontraron 353 sitios. Pero pese a estos mecanismos, la cifra de detenidos por estos hechos no deja de crecer año tras año. Sin cifras globales, en España, el año pasado fueron arrestados 399 personas, ocho más que el anterior, según datos del Ministerio del Interior. De estos, 32 eran mujeres, frente a las 14 pedófilas de 2016. “Es imposible establecer un perfil del pedófilo, la mayoría son hombres, pero no se puede hacer distinción ni por formación, ni edad… Hay personas de todos los niveles culturales y pertenecientes a diferentes sectores laborales”, explica el jefe del Grupo de Delitos Tecnológicos, quien añade que el material incautado en las operaciones es destruido. “El borrado no garantiza que no se pueda recuperar en un futuro dichos archivos”, señala el agente. “En el caso de las páginas web, cuando están alojados fuera de España se solicita al país que las borre, pero eso lleva su tiempo. También ocurre que la mayoría está normalmente alojada en países en los que la legislación no es como la española o la europea y, por lo tanto, es difícil que las quiten”, reconoce.

Ante este panorama, expertos como Carazo hacen hincapié en la necesidad de homogeneizar la legislación y favorecer la colaboración entre países para perseguir a los pedófilos. “Estas directrices ya se recogen en el protocolo de la Convención sobre los Derechos del Niño”, apunta. En concreto, en su artículo 10. “Se debe promover la cooperación internacional entre las autoridades nacionales e internacionales y las organizaciones no gubernamentales […] para ayudar a estos niños”, se lee.

Por ello, Fermín Morales recuerda que la Convención señala la mayoría de edad en los 18 años, mientras que en países como Australia, la legislación sobre pornografía infantil conceptualiza al niño como menor de 16 años. También en algunas jurisdicciones de EE. UU., los menores de a partir de 15 años pueden consentir mantener relaciones sexuales con un adulto, pero este no puede elaborar, producir, distribuir y ni siquiera poseer una filmación. “Desde nuestra organización hemos hecho un llamamiento para que Bruselas revise el nuevo reglamento de e-Privacy por su limitación en la lucha contra esta actividad. Los derechos del menor siempre deben prevalecer”, señala Jorge Flores. “La Convención deja claro que los Gobiernos, las instituciones y las familias tienen la obligación de proteger a los niños y a las niñas de todo tipo de abusos” añade Carazo. Las víctimas de pornografía infantil, como en otros casos de explotación, necesitan una atención psicológica ya que se llegan a sentir culpables de lo ocurrido y tienen miedo a que vuelva a ocurrir. También necesitan ser educados para que sepan decir ‘no”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/11/15/planeta_futuro/1542292342_375507.html

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La Escuela de los Colores

Por: Tamara Smerling

En el partido de La Matanza, a solo treinta kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, funciona la Escuela Especial N° 516 de Villa Scasso que se erige, desde hace quince años, en una de las barriadas más pobres y olvidadas en el Conurbano de la provincia. En un territorio donde opera una doble exclusión –la discapacidad y la pobreza– sus maestros lograron romper con algunos estigmas, se propusieron resignificar los diagnósticos de sus alumnos y reinventar la vieja tradición de la escuela especial con ritmos propios, escenas inéditas y una gran participación popular.

En otros tiempos, cuando despuntaba el nuevo siglo y la crisis de 2001 estaba en carne viva, la Escuela N° 516 de Villa Scasso, en el partido de La Matanza –una de las barriadas más pobladas y pobres del Conurbano de la provincia de Buenos Aires– era conocida como La Escuela de los Locos. Sin embargo, después de quince años, hoy, se la nombra de otro modo: La Escuela de los Colores. “Nosotros trabajamos en una barrio muy vulnerable, en una región muy compleja, donde todo el tiempo se presentan situaciones que exceden la educación especial. Nos propusimos ampliar esas relaciones educativas con la comunidad, porque si solo alojábamos a los chicos con una discapacidad, un montón de otros niños del barrio se iban a quedar afuera. Fueron varios movimientos, como docentes y trabajadores, que se produjeron hasta lograr asir a esta escuela dentro de la comunidad. Lo que buscábamos, en definitiva, era que fuera una escuela abierta”.

El director, Sebastián Urquiza, habla pausado y seguro. Dice que antes de llegar a Villa Scasso, se abotonaba su guardapolvo blanco, tomaba exámenes, llenaba formularios. Sus veinte años como maestro de escuelas especiales lo llevaban, sin embargo, a hacerse ciertas preguntas. Un quiebre en su recorrido permitió cambiar de rumbo y dejar lugar a las discusiones o las dudas. “Las biografías se van construyendo, también, de acuerdo a los contextos, el encuentro con los otros, los propios recorridos. Me acuerdo que pensaba, sí, en qué escuela me gustaría trabajar. No sé, bien idealista. Eso empezó por guiar muchas de las prácticas en esta escuela, desde su propio surgimiento, por eso no se trata de una experiencia o una fórmula extrapolable. En la matrícula se puede ver que hay chicos que tienen alguna discapacidad pero que eso excede para lo que fue creada esta escuela. No es que lo pensamos de antemano, el contexto fue presentando ciertas situaciones: o acatábamos lo que dicen las normativas o nos dábamos permiso para pensar nuevas formas posibles”.

Ese pensamiento de otras formas posibles fue, en definitiva, lo que produjo una de las primeras marcas de esta escuela: no solo diferenciarse por los rojos, azules, amarillos, negros y blancos –que recuerdan la obra del artista plástico Piet Mondrian–, si no la posibilidad que permite, desde unas cuadras antes, cuando el campo gris, el olor de los basurales y las calles de la tierra ralean, asomarse a la puerta abierta y colorida de esta escuela. “Esta escuela es especial por la experiencia igualitaria que construye, no por el hecho de pertenecer a la educación especial. La clave es el movimiento: no hay una receta, no hay un modo de hacer escrito, no hay ninguna fórmula. Es un modo de habitar la educación, de preguntarse por los sentidos y por el hacer, todo el tiempo”, dice Patricia Redondo, doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de La Plata, pedagoga e investigadora del área de Educación de FLACSO Argentina y co-directora de “Infancia, Educación y Pedagogía”, que realizó su trabajo de investigación sobre esta escuela y, ahora, publicó un libro que recoge esta experiencia: La escuela con los pies en el aire. Hacer escuela, entre la desigualdad y la emancipación, editado por el Núcleo de Estudos de Filosofias e Infâncias (NEFI), de la Universidad Federal de Río de Janeiro, que coordina Walter Kohen.

¿En qué consiste una escuela con niños y niñas sin diagnósticos?

(Urquiza) No existe una formación específica ni un manual de cómo comportarse dentro de la escuela: somos maestros de educación especial. Si, por ejemplo, llega alguien nuevo a la escuela, lo que buscamos es que se deje llevar por la experiencia, por ver cómo funcionan las clases, cómo son las prácticas del equipo de trabajo. Algunos docentes entran, ven esta modalidad y, directamente, se van. Otros, en cambio, se enamoran de la experiencia y cuando los convocan de otras escuelas eligen quedarse acá. —(Redondo) Esta escuela tiene unos efectos educativos inéditos. Es decir, en vez de patologizar a la infancia, la ubica en una posición de igualdad. Se desplazan las miradas.

En esta escuela se habla de los niños y las niñas, los adolescentes y los jóvenes en pie de igualdad. De hecho, en un simposio de Filosofía e Infancia al que fueron invitados hace unos años no solo viajaron cinco o seis adolescentes y cinco o seis maestros: entre los elegidos para narrar la experiencia estaba también la cocinera. En esta escuela todos ocupan una posición educadora, todos amarran y filian a estas infancias populares, desde quien cocina o amasa el pan hasta quien prepara un taller de arte.

¿Cómo se forma el resto del personal que concurre a la escuela: auxiliares, porteros, cocineros, que se relacionan con los niños?

(Urquiza) Tenemos, en todo caso, algunos supuestos que son irrenunciables, pero que tienen una relación directa con la práctica, con unas ganas de contagiar o compartir. Existe una ‘bajada de línea’ pero es colectiva. Aunque me propusiera, como director, dejarlo anotado en un cuaderno, no necesariamente eso después será tomado al pie de la letra. Digamos que la coordinación general de la escuela intenta tener sus funciones repartidas, ser compartida y horizontal, es un producto de largas discusiones, aunque conozca bien cuáles son mis funciones como director. Hay algo en la trama vincular donde la escuela se asienta y que no es mágico o tiene una receta: hubo muchas discusiones entre nosotros, por años, de pensar la escuela como un espacio público.

(Redondo) La escuela creó su propia panadería en 2003 o 2004, en plena crisis, porque era necesario para el barrio: el que abre la escuela bien temprano es, hoy, el mismo panadero y se puede ver cómo los vecinos llegan solo para comprar el pan recién horneado. La cocina además está al lado del comedor: los chicos acceden todo el tiempo. No es un lugar que está vedado, es un espacio por donde circula la escuela. Yo creo que hay un proceso de formación propio que se da en el trabajo de la escuela y en tomar los saberes populares: es un pensar, todo el tiempo, colectivo, sin distinciones jerárquicas. No conozco otra escuela igual.

La Educación Normal / La Educación Especial

El Sistema de Educación Especial, en la provincia de Buenos Aires, tiene determinadas características: los centros son diferenciados por las discapacidades de los niños y las niñas: motrices, auditivas, cognitivas, visuales. Funcionan como sede y también una parte de su tarea se organiza en el trabajo compartido con otras instituciones de diferentes niveles, donde los alumnos se integran en los jardines de infantes, las escuelas primarias, secundarias o de adultos. Solo en el partido de La Matanza existen, hoy, 23 escuelas especiales. Los chicos que no logran ser “integrados” en las escuelas comunes recalan en las especiales. La Escuela de Villa Scasso responde a este sistema y fue creada, formalmente, para atender las necesidades de los chicos con alguna discapacidad cognitiva o intelectual: en la carta de creación figura como “retraso mental”. Solo que sus maestros se propusieron desarmar esas formas escolares tradicionales, instituidas por la modalidad de la educación especial y, en cambio, interrumpir y pensar en otros espacios que dialogan con una nueva intencionalidad.

En la escuela, cada grupo de alumnos está a cargo de una pareja pedagógica. Funciona en dos turnos, mañana y tarde, en seis grupos de alumnos. Una parte de los docentes trabaja también en el territorio o junto a otras instituciones en las integraciones de los chicos en las escuelas “comunes”. La labor le permitió a Patricia Redondo interpelar sobre las tensiones entre educación e infancias, exclusión y pobreza, inclusión y discapacidad, en una indagación casi etnográfica, y que rememora, también, los modos de nombrar la escuela en otros tiempos: “La escuela del fondo del fondo”, como un modo de imaginar otros modos posibles en estos barrios “desheredados de derechos” para referirse a los territorios que suelen calificarse comúnmente como “marginales” o “peligrosos”.

Uno de los casos más emblemáticos quizás fue el de un niño, sordo, que era conocido por todo el barrio. La escuela donde estaba matriculado, dedicada a los niños con dificultades auditivas, quedaba a doce kilómetros de su casa. El chico deambulaba por el barrio, sin ir a la escuela –que abandonó finalmente por la distancia— hasta que en la 516 encontró su propio espacio. “Si hay un chico sordo que vive a cuatro cuadras de la escuela y le corresponde ir a una que queda a doce kilómetros, lo alojamos en la nuestra porque estaba sin escolaridad porque no podía viajar tan lejos”, dice Urquiza, quien contó que el joven formó parte, incluso, de una orquesta que, una década después, lo llevó a conocer Corea.

¿Cómo funciona una escuela especial con niños sin diagnósticos en una sociedad que segrega o divide? ¿En qué se manifiesta esa “no” calificación de la discapacidad donde ser nombrado o categorizado solo por la diferencia?

(Urquiza) Nuestra formación es muy específica, en este sentido, porque la discapacidad se relaciona siempre con cuestiones médicas. Lo que buscamos fue desarmar esos diagnósticos y no propiciar una pedagogía especial si no que los chicos con una discapacidad pudieran aprender como cualquier otro niño. Si bien convivimos con situaciones muy complejas, no quisimos ver las limitaciones. Una maestra, por ejemplo, con un niño que no lee, o tiene TGD o TDA, o cualquier de esas siglas, podría desistir de su propósito por solo ver las limitaciones. En cambio, si lo que la mueve es el deseo quizás encuentre cuál es el modo. Si solo veo las limitaciones físicas o neurológicas y pongo ese filtro entonces me pierdo del resto. No nos interesa poner el diagnóstico –tiene tal síndrome o este déficit—por delante. No porque un chico, necesariamente, no sepa leer entonces no podrá disfrutar de la escucha de un poema.

Lo mismo ocurre en el caso de la música ¿no?

(Urquiza) Claro. Tenemos, por ejemplo, una orquesta donde participan alumnos de nuestra escuela, madres y padres de la comunidad o chicos de otras escuelas comunes del barrio. También llegan chicos que no van más a la escuela y que están deambulando por la calle, y en la orquesta encuentran un espacio que les permite expresar algo que quizás en otro sitio no sale. Nos pasó también que chicos que no saben leer, aquí, miran las partituras y tocan sus instrumentos. En un momento, cuando armamos la orquesta, le avisamos al Ministerio para que nos enviaran los instrumentos: al ser una escuela especial solo llegaron elementos de percusión. No sé, simplemente asociaron la discapacidad con lo básico o lo simple. Después, insistimos, les dijimos que queríamos todos los instrumentos, y llegaron oboes, violines, cellos. Es impresionante ver como los chicos los cuidan, nunca tuvieron una rotura, quizás hasta valen más que la casa donde viven.

La disputa por la exclusión y la igualdad

“Una abuela se acercó, durante las celebraciones por los quince años, y dijo que su nieto no hablaba cuando entró a la escuela y que ahora está por egresar del secundario. Eso para un barrio donde todo es muy difícil alcanzar es muy fuerte. Esta escuela propulsa la posibilidad de una pedagogía que interrumpe la lógica de a mayor desigualdad, mayor empobrecimiento –dice Redondo—. Es decir, que disputa la igualdad al mismo tiempo que produce actos de verificación de la igualdad. Esto es, al menos en el campo educativo, lo que planteo: uno puede disputar los sentidos de la igualdad, al denunciar los efectos traumáticos en la vida de los niños (más los niños de la educación especial donde la exclusión es doble o donde el límite entre pobreza y discapacidad se torna complicado porque hacen derivaciones de otras escuelas). El trabajo es uno solo pero el tema es reconocer la igualdad de las mentes, como dice Jacques Rancière”.

La verificación de esas prácticas –y esos saberes– esta investigadora se los topó un martes por la mañana, cuando en la escuela estaban desplegados los juegos de mesa. En una de las esquinas del comedor, dos adolescentes pintaban frente a sus atriles. Una de ellas dibujaba con trazos precisos y bellos. Patricia Redondo se acercó y les preguntó, sigilosa, si era posible tomar una foto. Una de las chicas giró la cabeza, la miró y le sonrió. La otra, en cambio, largó una carcajada estruendosa. Tomó la imagen cuando asintieron y dio vuelta su cámara para mostrarles la foto. Una de ellas le aclaró que la otra no escuchaba: era completamente sorda. Fue el modo que, de manera accidental, la docente reconoció la dificultad de estas alumnas: el resto de los maestros nunca comentó ni señaló los obstáculos de las chicas. Solo hicieron hincapié en sus logros. Esa observación, de repente, no solo le permitió indagar en las reflexiones sobre la construcción de la igualdad y la diferencia, también modificó su posición sobre la discapacidad.

¿Cómo es la relación de las familias con el colegio? ¿Y cómo trabajan en las admisiones de los alumnos que quieren ingresar a esta escuela?

(Urquiza) En las admisiones, logramos dar vuelta este punto. En lugar de mantener entrevistas, que suelen ser acartonadas o incómodas, vamos de visita a la casa de los alumnos que desean inscribirse en la escuela. Es muy interesante porque conocemos dónde viven, con quiénes, aparecen cosas muy diferentes a una entrevista dentro de la escuela. En algunas ocasiones son en barrios muy alejados o en asentamientos muy precarios. Lo hacemos, además, con algunos de los chicos más grandes, los jóvenes o adolescentes, para que les cuenten desde su experiencia de qué trata esta escuela y después, una vez que entran, ya conocen a alguien. En la escuela no agrupamos a los chicos por su discapacidad o por la edad, tratamos que haya un ordenamiento cronológico pero lo trabajamos por los intereses o sus afinidades, buscamos ser un poco más flexibles. En ese caso, hasta los chicos más grandes opinan en qué grupo o con qué docente se encontrarán más a gusto. Se horizontalizan las relaciones al interior de la escuela y los pibes están felices de formar parte de estas admisiones con los maestros.

(Redondo) Se modifican las categorizaciones de la discapacidad: los niños son quienes guían a sus maestros en la llegada a esas viviendas. Sin GPS ni mapas. Le otorgan la confianza a la capacidad de sus estudiantes: es un reto pedagógico importante, donde se piensa la relación educativa y se invierten los roles. Es el niño el que guía a su maestro: se divierten. Está muy presente el humor y el placer, no solo es sacrificio y esfuerzo. Además, las familias son interpeladas por esta escuela. No son alojadas desde la culpa o no se les reclama el pago de la cooperadora. Son recibidas en el sentido más profundo de la hospitalidad. En ese sentido, la experiencia de la igualdad creo que modifica.

¿De qué manera se desarma el estigma que cargan este tipo de escuelas y donde opera una doble exclusión entre los niños que tienen algún discapacidad y además viven en barrios muy vulnerables?

(Urquiza) Esta escuela cargó, desde sus inicios, con ese estigma: en el barrio era llamada “La escuela de los locos”. Ahora la llaman “La escuela de la orquesta” o “La escuela de los colores”. Es decir, a ninguna familia le gusta que su hijo asista a una escuela especial: quizás ya pasaron por la común y los echaron o los derivaron acá. No suele ser un lugar buscado o deseado por los padres y, además, está colmado de fantasías. Nadie habla de la “escuela especial”. Fue entonces que nos propusimos pensar en una escuela que fuera parte de la comunidad, en un espacio donde reparar ese dolor y ese orgullo de que el hijo esté dentro de esta escuela. Si bien existe una segregación (eso es indudable, porque aún permanecen las escuelas comunes y las especiales), por lo menos tratamos que lo que acontece en estas aulas los distienda o los relaje en relación al resto de las peregrinaciones que deben hacer las familias por los médicos, los hospitales, las obras sociales o las terapias para sus hijos. Nos propusimos, al menos, generar un circuito diferente, donde se pueda ver una escuela de la comunidad, del barrio, donde aprender, jugar, escuchar música, donde te llamen por tu nombre o te reciban con una sonrisa, donde las puertas permanezcan abiertas y los vecinos, aún los que no tienen hijos en esta escuela, se acerquen a comprar el pan recién horneado. La escuela como un espacio público, donde pueda ser disfrutado y compartido con otros.

(Redondo) Tengo muchos ejemplos. Hace poco fueron a la Catedral de La Plata y vieron que sobre la entrada había gárgolas. El profesor de Plástica les propuso ver cuáles serían las figuras de protección de la escuela y los chicos dijeron que los caballos (en los barrios populares los caballos sirven para el trabajo, el acarreo de basura, los traslados). Entonces, ahora, cuando entrás a la escuelas ves que hay dos cabezas de caballos hechas por los mismos niños en el Espacio de Pensamientos Indómitos. Esa apropiación cultural, poner en nombre propio, la vida de los chicos, los signos culturales, la identidad del barrio (cargado como peligroso, estigmatizado) y los aprendizajes de otros mundos posibles. Todo eso con algo que se pone en valor, se comparte y, además, se hace público, es un resumen educativo extraordinario.

¿En qué medida en este contexto de corrimiento del Estado de ciertas prácticas (salud, educación, discapacidad) incide en la escuela de las periferias de las grandes ciudades?

(Urquiza) Los docentes, en su mayor parte, vivimos en La Matanza, pero en barrios más alejados. La llegada a la escuela se hace desde unas treinta cuadras, desde la ruta. Es un paisaje que se pone hostil: se ven los carros, el gris, la gente que revuelve la basura, los caballos. Es un paisaje desolador. Si la escuela no estuviera pintada de colores creo que se mimetizaría con todo esto. Estoy convencido que la escuela, justamente, tiene que mostrar otro paisaje, tiene que poder viajar y mostrar otras realidades. Al menos, viajar dentro de la escuela. No erigirse como un espacio aislado pero si ofrecer otro modo de mirar el mundo, que deje un margen para bancar otras cuestiones porque los docentes, los chicos y las familias la están pasando mal. En ese sentido, creo que los adultos también tienen que ser cuidados, porque ellos después serán quienes cuiden a sus hijos y si no se arma un círculo muy hostil. La escuela, en cambio, puede ser diferente: estéticamente bella, donde circular palabras, música, libros, que pueda ser parte de la experiencia del barrio.

(Redondo) Es una escuela que se sale de los recursos formales, se reinventa con lo que se tiene. Eso no significa que haga una apología de la falta de recursos: porque la biblioteca, que es uno de los pilares, todos los años recibió materiales del Plan Nacional de Lectura. La biblioteca es un espacio que se reinventa todo el tiempo, pero en relación con los libros pudo contar con la previsión de los años pasados por parte del Estado. En la celebración de los quince años, en diciembre pasado, por ejemplo, había un espacio de construcción de historias, donde se proyectaban imágenes de cuadros y, en un marco, las familias iban pasando y sacándose fotos, el equipo de docentes iba construyendo las narraciones junto a ellos. El fondo de la escuela, al principio, era un basural. Ahora se transformó, con los años, en un espacio verde y bello (el verde escasea en los barrios populares), donde los docentes crearon un espacio de pensamientos indómitos con poemas y palabras para armar en el aire. O un picnic para las familias bajo las estrellas. También se propuso otro espacio: un bosque de papel, donde uno podía ir colocando sus deseos y donde un padre escribió: “Hoy descubrí que el futuro existe”.

Patricia Redondo: “En esta escuela pasaba algo diferente y que yo buscaba desde hace mucho tiempo”

En el trabajo de campo, para la tesis de doctorado, Patricia Redondo realizó más de treinta entrevistas en profundidad y compartió las tareas de la escuela, como una observadora, silenciosa, por casi un año. A veces durante tres o cuatro jornadas por semana. En ocasiones, se subió también en los recorridos escolares para llegar a la escuela, desde el itinerario de la combi o una caminata a pie. También realizó las actividades de integración: un viaje a la República del Uruguay, donde un grupo de quince docentes narró la experiencia en primera persona y otro con los alumnos del grupo El Altillo, en 2016, hacia el Tríptico de la Infancia –La Isla de los Inventos, El Jardín de los Niños, La Granja de la Infancia—, en Rosario, Santa Fe, donde fueron recibidos por la ministra de Cultura de la provincia, María de los Ángeles “Chiqui” González.

Su libro La escuela con los pies en el aire. Hacer escuela, entre la desigualdad y la emancipación, editado por el Núcleo de Estudos de Filosofias e Infâncias da Universidade do Estado do Rio de Janeiro (NEFI/UERJ), reúne esta experiencia y lo presentó, como no podía ser de otra manera, en diciembre, para el quince aniversario de la Escuela de Villa Scasso. “La pregunta por la mirada ocupa un lugar primordial en la investigación: la mirada de los maestros y maestras sobre la discapacidad y la educación especial, sobre los alumnos y alumnas con los cuales trabajan, la escuela, las familias y el barrio. Sobre todo, en relación con la tensión entre la igualdad y la desigualdad”, se cuestiona Patricia Redondo.

En el prólogo de este trabajo, Myriam Southwell refiere: “Este modo de hacer escuela que Patricia Redondo nos hace vivir es una muestra potente de una escuela que trabaja –para desarmar- algunas de las expresiones más acuciantes y limitativas de la época que vivimos: el miedo, el desamparo y la soledad de niños, niñas, jóvenes y sus familias. El miedo a no saber, a no poder, a que nos miren y nos muestren nuestras limitaciones, a quedar en el camino; el miedo ha sido un rasgo de enorme presencia en la escuela desde su origen mismo. El miedo de los y las alumnos y alumnas, pero también las y los profesores tienen miedo de no ser buenos profesores, de no poder, de no “dar la talla”, de que no sirva lo que hacen. Y eso lo logra recorriendo un camino que no tiene fórmulas mágicas enlatadas, ni prescripciones que pongan la reflexión fuera de la escuela, ni a través de liderazgos individuales. La opción que pone en funcionamiento es la de desplegar proyectos colectivos”.

¿Cómo comenzó el trabajo con la escuela de Villa Scasso? ¿por qué esa escuela y no otra?

Mi trabajo como maestra rural, durante la dictadura, en Quilmes y Berazategui, me obligó a migrar y recalé en La Matanza. Fue allí donde trabajé como directora en los monoblocks de La Tablada, donde habitan miles de personas, centenares de familias, con un trabajo comunitario muy fuerte. La pregunta que nos atravesaba siempre fue: ¿Qué es lo que puede una escuela, en situaciones complejas o adversas, en territorios marcados por la desigualdad? Esa investigación me llevó a trabajar en estas villas donde el Estado desaparece como tal, claro, a excepción de las fuerzas policiales. En el recorrido por otras experiencias, en América latina y en Argentina, siempre tuve un contacto con escuelas y maestros de La Matanza. En el caso de esta escuela fue su director, en algún momento, quien me pidió si podía acompañar alguna reunión del colectivo de docentes y fue, de ese modo, como conocí la experiencia a partir de recorridos de formación, de experiencias de conversación, y que está escuela siempre tuvo a lo largo de su historia. Es decir, la elección de la escuela fue a partir de haber construido un vinculo a través de los años: yo tenía indicios que en esta escuela pasaba algo diferente y que yo buscaba desde hace mucho tiempo: algo que era del orden de la igualdad. No sabía bien exactamente qué, pero era algo que recogía desde el discurso, entendiéndolo también como una práctica.

¿Por qué en La Matanza, uno de los distritos más densamente poblados y excluidos –históricamente– de la Argentina?

Se trata de un partido muy popular en la provincia de Buenos Aires, donde existen asentamientos en su segundo y tercer cordón, y una población que equipara la de cualquier gran ciudad de la Argentina. Se trata, también, un municipio cargado de historias, memorias, donde los propios docentes han sido –son, históricamente— muy combativos, donde hay toda una disputa de los movimientos sociales y un trabajo sobre el territorio, donde se ocuparon rutas, asambleas, calles. En el mismo instituto, en el corazón de San Justo, estudiaron Mary Sánchez (primera Secretaria General del Sindicato de Trabajadores de la Educación de la provincia de Buenos Aires, SUTEBA) y Juan Carlos Tedesco (ex ministro de Educación de la Nación), por lo cual esa elección del municipio, de la escuela, del objeto de investigación, está connotada por una elección que tiene ciertas características en relación a por qué el Cordón 2 de La Matanza, por qué el fondo del fondo en la localización de la escuela. En la jerga de los docentes, hay escuelas del Conurbano que se denominan escuelas del fondo, pero además hay algunas escuelas que se encuentran en el fondo del fondo porque son difícil acceso. Aquí, en La Matanza, es esta escuela pasando la Ruta 3, en el kilómetro 29, en el límite con Cañuelas, donde tenés de la ruta hacia adentro, varios kilómetros para llegar a la institución. Por eso le decimos el fondo del fondo, porque ahora tienen asfalto pero siempre tuvieron calles de barro y cuarenta cuadras eran o para hacerlas caminando o en transportes que a veces entran y otras no. Hoy, la realidad es que tampoco llega el transporte público y los trabajadores deben hacerlo a pie. Son espacios segregados, en cruces, donde confluyen localidades muy populares: González Catán, Laferrere y Rafael Castillo.

¿De qué modo te parece que se avanzó, en este sentido, en la inclusión en los jardines y primarias de la provincia de Buenos Aires? En el libro mencionás, de modo muy interesante, en cómo se piensa la discapacidad, la igualdad y la desigualdad en una escuela especial del Conurbano más pobre y postergado de Buenos Aires. Me imagino que la universalización de la escolaridad, en la Argentina, debe jugar un rol importante en este contexto.

Sí, lo interesante también es que, por la universalización de la escolaridad, en la Argentina, hay escuelas donde no hay ni una sala de primeros auxilios, ni comisarias ni comedores escolares, pero hay escuelas. Está en un barrio históricamente postergado. Los niños salen caminando de la escuela y, a las pocas cuadras, hay residuos en cantidad. Las familias construyen estrategias para esto pero es cierto que el hábitat de los chicos está afectado por las condiciones de vida de la infancia y que inciden, de manera directa, en el derecho a la educación. Sin embargo, es muy importante señalar que los maestros llegan a dar clases todos los días, porque en la provincia de Buenos Aires nunca se ha reconocido lo suficiente a los docentes de las escuelas rurales. Entre 2003 y 2015 se mejoraron los accesos y las estructuras, se crearon hospitales más próximos, se creó la Ley de Asignación Universal por Hijo (AUH) y las cooperativas tuvieron una impronta muy fuerte. Eso se vio como incidencia en la vida cotidiana de los chicos y se ve cómo, ahora, está otra vez devastado.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/01/14/la-escuela-de-los-colores/

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La escuela del yo cuantificado

Por: Julio Rogero

El espacio y el tiempo de una escuela descuantificada y asentada en los procesos educativos más cualitativos nos enseñan a vivir con dignidad y respeto a nosotros mismos.

En la sociedad digital en que nos movemos se mide casi todo, se cuantifica con mayor frecuencia e intensidad. Aunque no lo percibamos, se hace al servicio del poder y de sus sirvientes. Vivimos en la sociedad del cálculo para aumentar el rendimiento y mejorar las cuentas de resultados. Los rastros y las huellas digitales que vamos dejando constantemente son cuantificados por los algoritmos que se asientan en las grandes infraestructuras de las bases de los big data. Son caminos trillados de los residuos que creíamos insignificantes, pero que son tenidos muy en cuenta por el mercado para estimular nuestros deseos, porque han llegado a conocernos a través de ellos mejor que nosotros a nosotros mismos.

Pero gran parte de estos datos son producidos y proporcionados a través de prácticas inconscientes y constantes de medidas de nosotros mismos. Así se está asentando lo que se va conociendo como el “movimiento del yo cuantificado” que, como dice Domonique Cardon, nos muestra un estilo de vida dirigido a conocerse a uno mismo cada vez mejor a través de la monitorización constante de la vida cotidiana.

Hoy los sensores digitales nos permiten medir cualquier actividad habitual que se convierte en el espejo de lo hacemos con la disculpa de conocernos mejor y controlar nosotros nuestras vidas: actividades deportivas, andares y movimientos, pasos dados y calorías consumidas, tiempos de sueño, estado de salud del cuerpo, compras, ubicación, hábitos de vida… Casi todo va dejando rastros de nuestro comportamiento, que otros van a poner a su servicio para controlarnos mejor con nuestro consentimiento y la justificación de la satisfacción de nuestros deseos casi siempre provocados. Esto suele ser ambivalente. En unos casos puede ayudar a mantener un control y una “racionalidad reflexiva” de nuestras prácticas como herramientas de autocontrol y construcción de la propia identidad y, en otros, cada vez más, para confiarlos a otros servicios y bases de datos en los que se pierde ese control sobre sí mismos, generalmente al servicio de los mercados.

El cuantificador que nos proporciona los datos, con la excusa de conocernos mejor, lo llevamos instalado en nosotros y en nuestros bolsillos. Transmite datos constantemente. Además lo hemos hecho parte de nosotros mismos y ya no sabemos vivir sin él. Igual que ya no podemos vivir sin la pretensión de optimización de sí mismos para alcanzar el éxito cueste lo que cueste. Así en la empresa y sus nuevos discursos con frecuencia tratan a los trabajadores como activos y datos que deben optimizarse. Este ambiente de rendimiento basado en datos está teniendo efectos en su salud produciendo trastornos como depresión, fatiga o ansiedad.

El esfuerzo requiere, como gratificación y expectativa positiva, nuestra propia cuantificación para poder tener un exhaustivo catálogo de los logros conseguidos y plasmados en un currículo brillante capaz de hacernos ascender en la escala social. Esto está en perfecta consonancia con la consolidación de la sociedad del rendimiento y del cansancio en la que, según Byung Chul Han, nos vamos convirtiendo en el animal laborans que se explota a sí mismo, de forma voluntaria y sin coacción externa.

En nuestro sistema educativo, el correspondiente a la sociedad del rendimiento y del cálculo, también se está asentando el “movimiento del yo cuantificado”. Todo esto también forma parte de las nuevas violencias sociales que se configuran en la escuela como lo que denominé las violencias invisibles que van configurando en ella el “nuevo sujeto neoliberal”. Posiblemente sea el primer lugar de nuestra vida en sociedad en que, como escolarizados, todos seamos medidos, contados y calculados como objetos comparables, a los que se les asigna un número en función de las adquisiciones de saberes académicos y comportamiento social. En la escuela las exigencias actuales de éxito llevan con frecuencia a que la infancia y la adolescencia sean tratadas, como en la empresa, como activos y datos que han de optimizarse lo más posible, con efectos en la salud similares a los que se dan en las empresas como estrés, cansancio, depresión, hiperactividad.

A eso llevan las evaluaciones de cada alumno y alumna tal como con frecuencia se entienden ahora mismo los exámenes, notas, expedientes académicos, informes varios. Hay una relación directa de esta escuela resultadista del capitalismo total con ese movimiento descrito como naciente, que parece cada vez más consolidado desde hace tiempo en nuestro sistema educativo. Estos procesos evaluadores van modificando nuestra subjetividad para que pidamos ser continuamente medidos, tasados y evaluados por otros. Eso tiene un correlato posterior en los currículum vitae con los que nos vendemos en el mercado laboral y por los que adquirimos mayor o menor prestigio social. Así se asientan, cada vez con más fuerza, en el sistema educativo los medios de control de las vidas de los educandos y de los docentes a través del incremento de las medidas de resultados y de la eficacia de una evaluación puramente funcionalista para ponerlo al servicio del sistema económico. Se va configurando su subjetividad para que se sepan a sí mismos como cuantificadores de sus propias vidas para que compitan en el mercado laboral y de consumo con garantías de éxito.

Para salir de esas dinámicas infernales hemos de dejar espacio al tiempo no cuantificable y no competencial, al no hacer, al aburrimiento, a la calma, al tiempo familiar y amigable, tiempo de atención, cuidado mutuo y de cuidarse, tiempo para acompañar, para escuchar, tiempo para pensar, sentir y ser, tiempo para vivir como cada uno quiere vivir…

Cuantificar constantemente nuestras vidas va en detrimento de vidas de calidad asentadas en la dignidad humana. Si, además, somos nosotros los que nos optimizamos y cuantificamos para ofrecernos ya al mercado como desechables (fracasados) o exitosos (excelentes), ya no necesita aparecer el poder como el que nos clasifica, selecciona o humilla. Por eso aprender y practicar la racionalidad reflexiva y cordial (la que nace del corazón) sobre nuestras vidas es cada día un mayor desafío a la sociedad del rendimiento. Este aprendizaje y esta práctica educativa los hemos de realizar y consolidar en la escuela desde procesos de reflexión compartida que cuestionen radicalmente los actuales modelos de medida y evaluación del rendimiento académico y de todo nuestro quehacer como docentes y como alumnado. No podemos seguir sosteniendo desde la educación este sistema deshumanizador que nos reduce, a través de la cuantificación de nosotros mismos, a objetos útiles o inútiles para el mercado de producción y consumo.

Sabemos que se planifica la imposibilidad de dar otras respuestas que las que nos imponen el poder y sus expertos. Quieren hacernos incapaces de salir de los modelos educativos que siguen ahondando en las propuestas y prácticas de sumisión, obediencia, docilidad y control de los ciudadanos. Por eso hemos de seguir proponiendo otras formas de educar y, sobre todo, de evaluar más acordes con los desafíos que se nos plantean cotidianamente en las aulas y los centros educativos. El espacio y el tiempo de una escuela descuantificada y asentada en los procesos educativos más cualitativos nos enseñan a vivir con dignidad y respeto a nosotros mismos y hará posible otra realidad en la que seamos los sujetos de nuestras vidas. Por suerte hay escuelas que caminan en esta dirección y cuestionan radicalmente la ‘datología’ cuantitativa y la tecnolatría que nos atrapa, utilizando formas de reflexión compartida alternativas a las evaluaciones actuales como cuantificadoras de las vidas del alumnado.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/12/18/la-escuela-del-yo-cuantificado/

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Otro horizonte para la educación mexicana

Por: Juan Carlos Yáñez

México vivirá una etapa distinta en su sistema educativo, con un discurso transformador, pero perfiles difusos en la caracterización de lo que denominan la “nueva escuela mexicana”.

En su tercera campaña por la presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) tomó a la reforma educativa de Enrique Peña Nieto como uno de sus principales focos de cuestionamiento. Prometió que suprimiría lo que reiteradamente calificó como “mal llamada reforma educativa”. Con ese discurso acercó posiciones con el sector más radicalizado del magisterio, agrupado en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE); con un grupo numeroso de académicos críticos con el gobierno priista (del Partido Revolucionario Institucional), y con Elba Esther Gordillo, antigua y poderosa dirigente de la organización gremial más numerosa de Latinoamérica, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), encarcelada apenas proclamarse la reforma, ahora libre. Por ello, al firmar la iniciativa entregada en los primeros días de diciembre al Congreso de la Unión, aseguró que cumplía su palabra.

La iniciativa será discutida en febrero en las cámaras de senadores y diputados, y luego, de aprobarse, deberá autorizarse por un mínimo de 17 de 32 congresos de los estados del país, para proceder a la reforma constitucional.

El origen

La iniciativa turnada para discusión tiene bases visibles, además de la promesa electoral: la consulta nacional, autocalificada como sin precedentes, con la cual recogieron más de un millón de “propuestas” (textos brevísimos que debían leerse en 3 minutos frente a 600 o más de 1000 personas en foros organizados en las universidades públicas estatales); la narrativa para colocar punto final y comenzar otro capítulo de la historia, ejemplificado en la declaración del coordinador de los diputados del partido gobernante, quien afirmó que, de la anterior reforma, “no quedaría ni una coma”, al mismo tiempo que se realizaban los foros de consulta y se recogían las expresiones sociales.

El contenido

La iniciativa de AMLO, concebida como “proyecto alterno”, ha sido aplaudida por preponderar el interés superior de niños y jóvenes. También, por el reconocimiento al magisterio y la necesidad de su revalorización (pretensión que ya estaba en el Acuerdo para la Modernización de la Educación Básica, signado a principios de la década de 1990 entre el PRI y el SNTE de Elba Esther Gordillo), así como un sistema de formación continua (contenido en la reforma en extinción, aunque débilmente articulado).

Una novedad y gran desafío: postula que la enseñanza superior será gratuita y obligatoria, para lo cual, se crearán 100 universidades pequeñas dentro de una red en ciudades medianas y donde no exista oferta universitaria; así como un amplio programa de becas a todos los estudiantes de educación media superior (15-17 años).

La pretensión de reforzar la enseñanza superior contrastó con el amago de desaparecer la educación inicial (0-3 años). Se contradice con el Presupuesto de Egresos entregada a la Cámara de Diputados el 15 de diciembre, documento que contiene el proyecto de gastos para 2019, en el cual sufrieron inicialmente recortes las grandes universidades nacionales (UNAM, Universidad Autónoma Metropolitana, Universidad Pedagógica Nacional e Instituto Politécnico Nacional), así como las universidades públicas estatales, que de inmediato expresaron su desacuerdo a través del órgano que las agrupa, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, ante quienes AMLO había prometido no afectar presupuestos. Por la presión mediática e institucional, el gobierno reculó y les otorgó el mismo presupuesto que 2018, aunque con los efectos inflacionarios disminuirá en términos reales.

Fue el segundo desencuentro del nuevo gobierno con las universidades. El primero, el 12 de diciembre, cuando la iniciativa suprimía de la Constitución general el apartado que consagra la autonomía universitaria, larga conquista que ni los gobiernos más autoritarios se atrevieron a tocar por el enorme poder de movilización y conflictividad que les representaría un enfrentamiento con los universitarios. Ante el hecho, el gobierno rectificó y minimizó señalándolo como una errata.

Otra decisión que despertó polémica es la eliminación del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), creado en 2002, y al que la reforma anterior concedió autonomía para desligarlo de la órbita de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y convertirlo en una entidad independiente en la evaluación de componentes, procesos y resultados del sistema educativo. En su lugar, se crearía una instancia subordinada a la SEP, lo que analistas políticos y educativos equiparan a que sea el gobierno quien organice y califique las elecciones. A pesar de sus aportes innegables en distintos campos (producción de información sólida, evaluaciones de estudiantes y condiciones, elaboración de indicadores y reportes, recomendaciones de política, entre otros), al INEE se le achacan, imprecisamente, las dificultades derivadas de la evaluación docente y su “carácter punitivo”.

Palabras finales

México vivirá una etapa distinta en su sistema educativo, con un discurso transformador, pero perfiles difusos en la caracterización de lo que denominan la “nueva escuela mexicana”, combinación de propuestas del pasado que dicen erradicar e intenciones retóricas vagas, con otros tantos lugares comunes, aderezados con desatinos como la afirmación del secretario de Educación, admitiendo que ahora no solo será válido sino que se deberá “copiar” en los exámenes; y lo más delicado, un presupuesto para 2019 que contradice las promesas de revalorar al magisterio y apostar a su formación, con recursos financieros recortados. Una nueva era plagada de buenas intenciones discursivas que pronto se convertirán en hechos o contradicciones.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/01/11/otro-horizonte-para-la-educacion-mexicana/

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Protocolos específicos contra el acoso LGTBIfóbico

Por: Pablo Gutiérrez del Álamo

Organizaciones, docentes y expertos ven clara la necesidad de una atención concreta para ayudar al alumnado LGTBI.

Desde la primavera del año 2017 está en el registro del Congreso un proyecto de ley contra la discriminación de las personas LGTBI que en las últimas semanas ha acelerado el proceso de tramitación después de varios parones.
Desde la FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales) denunciaban hace unos días el parón sufrido en la Comisión de Igualdad que tramita el texto y exigían su aprobación lo antes posible.
El proyecto de Ley contempla medidas encaminadas al conocimiento, tratamiento y normalización de la presencia de personas no expresiones de género no normativas en todos los ámbitos del sistema educativo. Desde la formación del personal que trabaja en colegios e institutos (también universidades) hasta la creación de protocolos específicos de atención a este alumnado.

Justificación

Todas las comunidades autónomas tienen planes de convivencia que pretenden atajar el acoso y la violencia en las aulas. Existe desde hace dos años un Plan Estratégico de Convivencia Escolar en el que se intenta homogeneizar parte de esta lucha para la mejor convivencia en los centros.

“El tema de LGTBI está insuficientemente tratado en los centros educativos”, asegura Pedro Uruñuela, experto en convivencia escolar. “Por eso, continúa, es positivo todo lo que incida en sacarlos a la luz y hacerlos visibles, proporcionando pautas de actuación sobre ello, como hacen los protocolos”.

Ahonda en este asunto Ana Ojea, profesora de secundaria lesbiana. Para ella es importante que haya protocolos específicos ya que la violencia que sufren las personas LGTBI la sufren “no sólo a nivel educativo y social, sino también a nivel familiar”. Es decir, que la persona puede estar desamparada en el centro educativo y al mismo tiempo en el seno de su familia, que también puede ser LGTBIfóbica.

Desde la FELGTB, Visi González asegura que “si pareces o eres lgtbi y estás en el armario, no sabes cómo gestionar una situación de acoso. En principio no recurres a la familia para contar lo que te ha pasado como puede ocurrir en otros casos de acoso como el relacionado con el racismo”.

Y es que no solo sufren este tipo de acoso específico aquellas personas no normativas, sino también quienes puedan parecerlo e, incluso, aquellas que intentan ayudar a quienes lo sufren. De esta manera se consigue que en no pocos casos quienes más cerca están del acoso y pueden denunciarlo también sienten miedo ante el “estigma” de parecer LGTBI.

A estas razones se suma que, con la aprobación de la ley, habrá una homogeneización dela normativa y permitirá a algunas autonomías la posibilidad de legislar. Hoy por hoy, solo algunas comunidades como Andalucía, Aragón, Madrid o Valencia cuentan con leyes específicas relativas a las personas trans, especialmente vulnerables en los casos de acosos escolar. Expertas de diferentes ámbitos opinan que es importante que todos los casos queden cubiertos en todos los territorios, empezando por los propios de gestión del Ministerio de Educación, Ceuta y Melilla, que no cuentan con textos de este tipo.

Protocolos y visibilidad

El artículo 43 del proyecto de ley establece que el Estado y las comunidades “garantizarán” la elaboración de protocolos para centros educativos “para casos de acoso escolar por orientación sexual, identidad y expresión de género o características sexuales o pertenencia a familia LGTBI”.

Dicho texto será elaborado entre profesionales de la educación y la psicología, así como por las organizaciones de familias del alumnado y entidades LGTBI. Y aunque no da pautas concretas, sí marca el camino, introduciendo medidas relacionadas con el fomento de la convivencia, la prevención de la violencia, la resolución alternativa de los conflictos, sanción, protección y reparación a la víctima.

Para Pedro Uruñuela es básico el trabajo de prevención y convivencia, además de la creación de protocolos, siempre reactivos ante situaciones de violencia o acoso.

“La prevención pasa por concienciar a toda la comunidad educativa, llamar la atención sobre estos problemas; pasa por incluirlo, con acciones concretas en el plan de convivencia y el plan general anual; por dar formación específica al profesorado; pasa por visibilizar a este colectivo de una manera normal y forma; pasa porque este tema se aborde en las tutorías, etc.”.

Algunos de estos elementos ya se anuncian o contemplan en el proyecto de ley. Además de los protocolos específicos en los que deberían contemplarse cuestiones relacionadas con la convivencia y la prevención, la ley también hace hincapié en la formación docente sobre sensibilización y modos de actuación y prevé que la “atención a la diversidad sexual, de género y familiar estará incluida como materia evaluable en los exámenes de acceso a cuerpos docentes”.

También contempla que haya sensibilización para las familias en diversidad de género sexual y familiar.
Además, para que haya una cierta normalización de la diversidad, la ley prevé la aparición de un Plan Integral, desarrollado por las administraciones, para el fomento de la no discriminación y por el repecto a la diversidad. Estos planes integrales, entre otras medidas, estipula la ley, deberían introducir ejercicios y ejemplos que contemplen la diversidad en el currículo o la puesta en marcha de programas de coordinación entre los servicios educativos, sanitarios y sociales para la detección o intervención en situaciones de riesgo.

Retraso en la tramitación

Desde que en 2017 entrase en el registro del Congreso el proyecto de ley de manos del grupo parlamentario confederal de Podemos, el texto quedó parado durante bastantes meses en la Mesa del Congreso, dominada por PP y C’s, explica María del Mar García, diputada de En Comú Podem (miembro del grupo junto a Unidos Podemos y En Marea).

Tras esto, llegó el momento de la moción de censura que dio paso al Gobierno de Pedro Sánchez y entonces los trabajos, ahora ya sí en la Comisión de Igualdad, volvieron a paralizarse. No ha sido hasta el mes de octubre que comenzaron a desarrollarse con cierta normalidad.

Y tras varios actos de presión por parte de las organizaciones del sector así como por la intención de los grupos parlamentarios de sacar la ley no se ha acelerado. Hasta el punto de que en este mes de enero volvieron a retomarse los trabajos. Enero es un mes inhábil en el Congreso de los Diputados.

García, así como Uge Sangil, presidenta de la FELGTB, esperan que la ley sea aprobada por el Parlamento este primer trimestre del año. Y ello a pesar de que ambas son conscientes de la dificultad de la tramitación.

La intención de Unidos Podemos es que la ley obtenga el mayor apoyo parlamentario posible para que no haya cambios en las próximas legislaturas. Para ello el proceso de negociación en la Comisión de Igualdad está siendo más intenso que con otros proyectos de ley.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/01/11/protocolos-especificos-contra-el-acoso-lgtbifobico/

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Los retos de los MOOC en la educación superior

Christian Guijosa

A pesar de la creciente adopción de los MOOC en la educación superior, existen barreras que impiden su éxito como la falta de disciplina de los estudiantes, el poco tiempo destinado a la instrucción y el costo que representa elaborar un programa en línea.

Una encuesta revela que falta de disciplina de los estudiantes, el poco tiempo destinado a la instrucción y el costo que representa elaborar un programa en línea son algunas de las razones por las que los MOOC fracasan.

La oferta de cursos online en la educación superior crece de manera exponencial. Sin embargo, no todas las instituciones educativas tienen los recursos para implementarlos o no logran hacerlos efectivos. Factores como la plataforma, el tema del programa, el tratamiento del currículo, la instrucción, entre otros, determinan el grado de éxito de los MOOC.

Al respecto, The Learning House, consultora de educación en línea, hace un análisis de los cursos en línea de más de 300 instituciones de EE. UU.

Retos que enfrenta la educación en línea

  • De las instituciones educativas encuestadas, el 71% señala que la falta de disciplina y constancia de los estudiantes es una de las barreras más importantes en el éxito de los MOOC.
  • El 58% considera que los instructores invierten poco tiempo al enseñar en línea.
  • El 48% señala que desarrollar los MOOC es más costoso que generar cursos presenciales.
  • El 46% piensa que los profesores no le tienen confianza a la enseñanza en línea, mientras que el 43% considera que se necesita más capacitación docente en este tipo de educación.
  • El 53% ve como un reto mejorar la retención de alumnos matriculados en un MOOC.

El futuro de los MOOC y las credenciales alternativas

A pesar de lo complicado que resulta para las universidades establecer la educación en línea como parte fundamental de la oferta académica, muchas instituciones reportan buenos resultados y planean continuar el impulso de los MOOC.

El 35% de los encuestados piensa que los MOOC deben ofrecer credenciales mediante insignias, el 30% señala que con microgrados y el 26% señala que a través de programas de certificación.

La mayoría de los encuestados piensa que los MOOC y los cursos de aprendizaje basado en competencias son el futuro de la educación superior. Sin embargo, se necesita mayor experimentación e impulso a este tipo de enseñanza.

Fuente: https://observatorio.itesm.mx/edu-news/los-retos-de-los-mooc-en-la-educacion-superior?utm_source=Observatorio+de+Innovaci%C3%B3n+Educativa&utm_campaign=e20b0871ae-EMAIL_CAMPAIGN_2017_02_24_COPY_01&utm_medium=email&utm_term=0_667d8bc4cf-e20b0871ae-235811017

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