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La reforma mexicana en el contexto latinoamericano

Por: Juan Carlos Yáñez

Las políticas educativas en América Latina se “inscriben en un diálogo permanente con las de los otros países». Ahora México ha dado el primer paso de una nueva reforma. Tiene muchos ejemplos cercanos donde buscar espejos donde mirarse.

México parió en días pasados la anunciada reforma educativa que había prometido Andrés Manuel López Obrador en su tercera campaña presidencial. La modificación a los artículos 3º, 31 y 73 de la Constitución Política se consumó con la aprobación de la mayor parte de los congresos de diputados en los estados de la República.

Destacan como bondades que se promueven con la reforma, en primer término, la muerte de la evaluación docente con “fines punitivos” y la instauración de la “nueva escuela mexicana”; se celebra el surgimiento de otra etapa, donde se reconocerá la importancia social del maestro, centrada en la formación y no en la evaluación, a partir de la creación de un sistema integral de formación y actualización y del Sistema para la Carrera de Maestras y Maestros. Junto a estos cambios, se prioriza el interés superior de niños y jóvenes como referente de los servicios educativos, la obligatoriedad de la educación inicial y con regulaciones, de la enseñanza superior, entre otros.

El conjunto de cambios propuestos por el presidente, largamente discutido con los partidos políticos, sectores académicos, intelectuales y sindicatos, es juzgado por actores centrales como una continuación de la reforma anterior, a la cual se pretendía desterrar; para otros, es un paso adelante. Más allá de ese debate, relevante por las repercusiones que podría tener en el juego de fuerzas entre la combativa disidencia del sindicato magisterial y el gobierno federal, las decisiones que se aprobaron están en consonancia con las reformas emprendidas en las décadas más recientes en Latinoamérica. Dicha conclusión se desprende de los hallazgos contenidos en el documento La política educativa en México desde una perspectiva regional, publicado a finales de 2018 por el Instituto Internacional para el Planeamiento de la Educación de la Unesco y el ahora extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación de México.

Una de las primeras tesis del reporte es que hay evidencias para afirmar que las políticas educativas en América Latina se “inscriben en un diálogo permanente con las de los otros países, con notables puntos de convergencia, aún en contextos tan diversos”. El proyecto de López Obrador abreva en la misma fuente.

La segunda parte del documento se detiene en la lectura de las distintas leyes de educación en la región. Su conclusión: en todas, de una u otra manera, se alude a la educación como derecho humano fundamental; así, por ejemplo, la Ley de Educación Nacional de Guatemala, de 1991, señala: es un derecho inherente a la persona humana. En Perú (2003) se postula: “La educación es un derecho fundamental de la persona y de la sociedad”. Nicaragua, por su parte, declaró en 2006: “La educación es un derecho humano inherente a todas las personas sin distingos de edad, raza, creencia política o religiosa, condición social, sexo e idioma”. Mientras que las leyes de Venezuela y Ecuador anticiparon la redacción que se aprobó en la reforma mexicana de 2019.

Las conclusiones del informe son pistas que el nuevo gobierno mexicano tendría que leer, comprender y traducir en estrategias intersectoriales; por ejemplo, cuando se concluye que el país enfrenta un escenario “sumamente complejo para sostener un sistema educativo universal y de calidad”, por su demografía (el peso de la población infantil y juvenil), la distribución de la riqueza y la pobreza, la dispersión poblacional en un territorio vasto, así como la desigualdad y el flujo de ingresos a la población más pobre.

De esa situación derivan retos financieros colosales. México, pese a su riqueza, no es de los países que más invierten en el contexto de América Latina, medido como porcentaje del Producto Interior Bruto. Esto es, que además de resolver los ingentes problemas pedagógicos, demanda una inversión extraordinaria.

Uno de los logros que más pregonan los impulsores es la colocación del interés superior de los niños y jóvenes en la definición del rumbo educativo. Veremos cómo se plasma en las leyes respectivas y luego cómo se concreta. América Latina tiene experiencias ricas. Perú avanzó en la consideración de los derechos de niños y jóvenes en su Ley General de Educación de 2003, y Nicaragua, en su Ley de 2006, es más explícita al postular que cada estudiante tiene derecho a: “a) Ser tratado con justicia y respeto, y no ser sujeto de castigos corporales, humillaciones ni discriminaciones. Ser evaluado con objetividad y solicitar revisión, según sea el caso. (…) d) Integrar libremente los gobiernos estudiantiles y asociaciones tendientes a mejorar la vida escolar y elegir o ser electo democráticamente dentro de las mismas. e) Reclamar ante la Dirección del Centro Educativo, y de ser necesario a instancias educativas superiores, sobre las situaciones que vulneren los derechos, prescritos en esta ley”.

Del análisis de las tres reformas seleccionadas para ponerlas en diálogo con el sistema educativo mexicano, los investigadores concluyen: “Las reformas encaradas por Perú, Chile y Ecuador se inscriben dentro de las iniciativas reformistas características del nuevo siglo, ya que, en primer lugar, consideran a la educación como un derecho y un bien necesario para el desarrollo social y humano que cada país debe garantizar”.

Son tres los ejes que estructuran las reformas en esos países: calidad de los aprendizajes, políticas de revalorización y rediseño de la carrera docente y reorientación de la gestión del sistema educativo y las escuelas. Sumaría otras claves, como el derecho a la educación y la ampliación del acceso en todos los niveles, políticas para favorecer la inclusión y la equidad, la evaluación como insumo para distintos procesos y actores, el sentido de la educación (las distintas funciones que se le adjudican) y aumento del financiamiento.

Consideraciones finales

Los retos para México son imponentes y más difíciles por su complejidad, diversidad, tamaño y demografía.¿Será la transformación prometida el principio de otra era o la continuación de los lentos avances que atestigua el siglo XXI? Pronto se empezarán a desvelar las interrogantes con la aparición del marco normativo, planes y estrategias nacionales.

Observar la experiencia de países latinoamericanos podría iluminar los caminos para el sistema educativo mexicano. En educación inicial, por señalar un caso, México tiene mucho que aprender de naciones como Cuba, Colombia y Chile, que articulan la atención pedagógica con un programa de protección integral. ¿Habrá la humildad y apertura para aprender de otros?

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/07/02/la-reforma-mexicana-en-el-contexto-latinoamericano/

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Duras críticas de UNICEF al proyecto de reforma de la Ley Penal Juvenil: “Es regresivo”

Por:  Mariana Iglesias.

UNICEF, como otras organizaciones y organismos de protección de la niñez, promueve que se reforme la Ley Penal Juvenil actual, escrita en la dictadura. En marzo el Gobierno presentó en el Congreso un proyecto que se debate en tres comisiones de Diputados. Pero UNICEF salió a criticar varios puntos de ese proyecto, al que considera regresivo. Lo más negativo: la baja de la edad de imputabilidad y el aumento de las penas.

«El Estado argentino tiene una deuda con este tema de más de 35 años. Ahora está la oportunidad de tener una ley con enfoque de derechos humanos, pero si bien con este proyecto acordamos en algunas cuestiones, sobre todo, tenemos grandes diferencias. La más grande, la baja de la imputabilidad -dice Sebastián Waisgrais, especialista en Inclusión Social de UNICEF-. Quizás el mayor problema sea el contexto. Es un año difícil, electoral, hay grandes niveles de pobreza y recortes presupuestarios. El área social está 20 puntos por debajo del presupuesto. Una ley con perspectiva de derechos necesita inversión social. La privación de la libertad no es la respuesta cuando faltaron respuestas anteriores, cuando se vulneraron todos los derechos».

Mariángeles Misuraca, oficial de Protección y Acceso a la Justicia de UNICEF, dice lo mismo: «Se debe trabajar antes, cumpliendo y garantizando los derechos de los niños. No alcanza con modificar la ley, hay que modificar el sistema. Bajar la imputabilidad no es la respuesta. Eso es regresivo. Las leyes no pueden ser regresivas porque no se puede ir hacia atrás con los derechos. Si eso ocurre, Argentina puede ser sancionada internacionalmente. También estamos en contra de que se eleven las penas cuando justamente lo que hay que hacer con los adolescentes es trabajar en otro proyecto de vida».

«La única política que debe tener el Estado es evitar que los chicos cometan delitos. Los chicos que el Estado quiere encerrar llegan en su mayoría con consumos problemáticos, algunos hasta de combustibles, indocumentados, desnutridos, sin haber ido a la escuela, en situación de calle. Este proyecto de ley penal juvenil no cambia eso, sólo que entren cada vez más chicos al sistema penal. Este proyecto que se presenta es para una ley penal clara y dura, no es restaurativa de derechos. Mientras el resto de la región analiza cómo elevar la edad de imputabilidad porque se dieron cuenta que es una herramienta que no da resultado, acá quieren bajarla. El tema es cómo queremos que sea nuestra sociedad dentro de diez años, con otra realidad o con las cárceles llenas de chicos», opina el especialista en derecho penal y derechos del niño Martiniano Terragni.

El Gobierno ya envió a Diputados el proyecto para bajar la edad de imputabilidad

El especialista cita a otro colega, Mariano Kierszenbaum, quien sostiene que el sistema penal juvenil tiene que pensarse como un traje a medida de cada chico: si fue abusado, si vivió en la calle, si fue a la escuela, si tiene familia. Y que no sirve una ley estándar.

Para UNICEF, «la gravedad de los aspectos negativos y regresivos del proyecto de ley son de relevancia» y remarca que «disminuye la edad mínima de responsabilidad penal sin ninguna fundamentación teórica o empírica que la justifique, además de contrariar con esta medida compromisos internacionales adoptados por el Estado, y pone en juego la responsabilidad ante el sistema interamericano y demás órganos de los tratados».

Para el organismo de niñez, este proyecto va contra criterios no sólo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sino también de la Corte Interamericana de Derechos Humanos «acerca de la relación entre el sentido de la sanción penal juvenil y la duración de las medidas privativas de la libertad, al no fijar penas máximas de privación de la libertad para la franja de condenados de 16 y 17 años de edad, pudiendo aplicarse las mismas penas que a los adultos».

Además, critica la duración máxima del proceso penal, que se establece en 3 años, y sostiene que «ello no cumple el estándar de acceso a la Justicia en un plazo breve ni razonable, que se habilita la prisión preventiva por 2 años (1 año máximo, prorrogable a 2), estableciendo un plazo muy prolongado que podría equipararse al previsto para los adultos».

UNICEF también señala que este proyecto permite «la intervención judicial en niñas, niños y adolescentes no punibles que, encontrándose por debajo de la edad mínima de responsabilidad penal, deberían quedar por fuera del ámbito penal».

«Todos aquellos aspectos (o casi todos) en los que el proyecto es positivo, son aspectos programáticos, que según la experiencia de Argentina nunca son luego implementados, por falta de decisión política o falta de un presupuesto adecuado -sostienen desde UNICEF-. Por el contrario, los aspectos negativos del proyecto son operativos. Con lo cual comenzarían a regir de manera inmediata (baja de la edad de imputabilidad, supresión del límite de penas…). Esto conduciría a incorporar, por ejemplo, a una gran cantidad de niños a un derecho penal con organismos no especializados, con penas elevadísimas equiparadas con las de las personas adultas».

En 2018, el Comité de los Derechos del Niño, en sus Observaciones Finales sobre la Argentina, se refirió a la situación de Justicia Penal Juvenil en el país. Recomendó al Estado argentino que «apruebe una ley general de Justicia juvenil compatible con la Convención y las normas internacionales en materia de Justicia juvenil, en particular en lo que respecta a garantizar que la privación de libertad sólo se utilice como último recurso y por el período de tiempo más breve posible, y que no incluya disposiciones que puedan endurecer las penas o reducir la edad de responsabilidad penal», y que «promueva la adopción de medidas no judiciales, como las sanciones alternativas, la libertad condicional, la mediación, el apoyo psicológico o el trabajo comunitario, y, cuando sea posible, utilice medidas alternativas a la imposición de penas”.

El proyecto de ley para bajar la edad de imputabilidad ya se presentó en el Congreso

También el año pasado, UNICEF presentó “Las voces de las y los adolescentes privados de libertad en Argentina”, un estudio sobre los chicos y las chicas detenidos en Centros Cerrados. El último relevamiento nacional dice que son 7200 los que cumplen algún tipo de medida penal: 1300 en Centros Cerrados. La mayoría por delitos menores. El 3,8% tienen menos de 16 años: no deberían estar presos. Cifras oficiales también dicen que sólo el 1 por ciento de los delitos graves son cometidos por adolescentes.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/sociedad/duras-criticas-unicef-proyecto-reforma-ley-penal-juvenil-regresivo_0_fI2RbM2HU.html

 

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Desafíos de la inclusión en la educación peruana

Por: Madeleine Zúñiga C.

Hacer realidad la Agenda de Desarrollo Sostenible al 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es, quizás, el mayor compromiso que haya asumido el Perú como Estado miembro de las Naciones Unidas, pues la agenda demanda garantizar el ejercicio pleno de todos los derechos humanos, con un fuerte acento en que esa garantía incluya a todas las personas. “Que nadie quede atrás”, “Que nadie quede fuera” es el gran llamado a la inclusión de esta agenda, aprobada en la Asamblea General de las Naciones Unidas en setiembre del 2015.

En lo que respecta al derecho humano a la educación, el compromiso del ODS 4 es que, al 2030, los Estados deben “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. Su implementación demanda una férrea voluntad política reflejada en una sólida base legal y mayor y más adecuado financiamiento. Hasta el momento, no ha habido mayor difusión del ODS 4; el magisterio prácticamente lo desconoce y no será posible alcanzar el objetivo sin docentes preparados.

El Proyecto Educativo Nacional al 2036 que se está elaborando como parte de un amplio proceso participativo, liderado por el Consejo Nacional de Educación, responderá al compromiso mundial con el ODS 4; uno de sus objetivos es “promover el derecho de todas las personas a la educación”. El PEN al 2036 afirma el derecho humano a la educación y aspira a atender las necesidades educativas de las personas en las distintas etapas de su ciclo de vida: primera infancia, niñez, adolescencia, juventud, adultez y adultez mayor. El PEN en construcción asume la noción de aprendizaje a lo largo de la vida y las múltiples formas de aprendizaje, formal, no formal e informal, con lo cual se enfrentará el gran reto de la inclusión en la educación pública.

La Campaña Peruana por el Derecho a la Educación (CPDE), miembro de la Campaña Mundial por la Educación, aportará a la construcción del PEN 2036 en un cabildeo en el que se escucharán testimonios de representantes de algunos de los grupos que suelen quedar atrás, sin ejercer plenamente su derecho a la educación: niños, niñas y adolescentes que trabajan, madres adolescentes que son expulsadas o desertan, jóvenes indígenas que no llegan a la educación secundaria y menos a la terciaria, jóvenes y personas adultas analfabetas funcionales, las personas con discapacidad, las personas LGTBQI. Son voces de personas que, en su trayectoria de vida y aprendizaje, han contado con el apoyo de organizaciones de la sociedad civil, miembros de la CPDE, que coadyuvan a hacer realidad las políticas públicas que se orientan a lograr inclusión, equidad y calidad en un país diverso, complejo y de profundas desigualdades, como el nuestro.

Fuente del artículo: https://elperuano.pe/noticia-desafios-de-inclusion-la-educacion-peruana-80917.aspx

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Un vistazo a la educación en India

Por: Lizbeth Pasco Carmona 

Tres puntos para entender parte de un sistema realmente complejo

India se parece un poco a Perú. El tráfico es una locura, mototaxis –tuktuk- haciendo de las suyas, un transporte público bastante desorganizado, vehículos y peatones haciendo caso omiso de las reglas de tránsito, en otras palabras, la cultura combi en todo su esplendor. La comida es deliciosa, hay peruanos que puede refutar esto porque nuestra culinaria es casi una religión, pero la gastronomía india es considerada una de las más ricas del mundo –y realmente lo es. No es difícil encontrar gente que te cobre de más por ser turista, un producto puede empezar en 700 rupias y terminar costando 100; el equivalente a los souvenirs de 1 sol para los peruanos y 5 –en el mejor de los casos- para los extranjeros. Ambos tenemos una “maravilla del mundo”, el Taj Majal y Machuppichu. Y, por supuesto, un sistema educativo con muchísimos retos en todos sus niveles.

Hinglish

La primera vez que viajé a India entendí que se estaba haciendo con el inglés lo que se hizo con el español en el Perú: instaurarse como lengua oficial, iniciando la desaparición de nuestras lenguas originarias. No es así. La situación de las lenguas en India es distinta. Hay 22 lenguas oficiales, y las principales son el Inglés e Hindi. Es más, existe el “hinglish” como aquí el “spanglish”, pero no es tan snob hacerlo como en Perú, porque allá sí es una lengua oficial.

En India hay 29 estados, por ejemplo, Maharashtra; cada uno con ciudades, como Pune City; y distritos, como Pune. Todos tienen como lenguas oficiales principales el inglés y el hindi, pero también lenguas oficiales particulares para cada estado. En el estado de Maharashtra hay 8 lenguas oficiales, esto significa que hay por lo menos 8 tipos de colegios. La más común en este estado es el marathi. Además, las lenguas son usadas en la rutina diaria. Solo para dar un ejemplo, en una conversación común la gente de Pune se comunica usando una combinación de hinglish y marathi.

En la mayoría de escuelas secundarias en Pune, se dictan clases de inglés, hindi y marathi (ver foto) y hay una tendencia a solicitar que los otros cursos (matemática, historia, etc) se dicten en inglés, con la intención de prepararlos para la universidad. Por otro lado, en las escuelas primarias del estado se dictan los cursos en alguna de las lenguas oficiales, por ejemplo, marathi o hindi, pero casi nunca en inglés pues lo llevan como curso a parte.

Aquí encontramos tres problemas: comunicación, acceso a la educación secundaria y superior, y a trabajos mejor remunerados. Las personas con acceso a una buena educación son capaces de comunicarse en inglés, hindi y su lengua materna, lo que les permite acceder a estudios superiores y/o a trabajos mejor remunerados; sin embargo, hay un gran porcentaje que solo maneja su lengua materna, lo que crea una brecha en el acceso a educación y en la comunicación con otras personas del mismo país. La situación se complejiza aún más si tomamos en cuenta los dialectos. “Aún no hay una idea clara de qué es lo que nos constituye una nación, porque aun hoy ni siquiera es posible comunicarnos entre todos” me explica Madhukar Banuri, fundador de Leadership for Equity y miembro del directorio de Teach for India.

Un lakh, cien mil; un crore, diez millones

India es el segundo país con mayor población a nivel mundial (aunque promete superar a China en el 2022). Es tan grande que tiene un nombre específico para referirse a cien mil unidades, un lakh; y a diez millones, un crore. Entonces, un elemento fundamental para realizar un programa educativo en India es la escalabilidad. Lo que es evidentemente necesario en un sistema con más de 350 millones de estudiantes y alrededor 8 millones profesores. Solo para dimensionar cantidades, en Perú hay alrededor de 6 millones 700 mil[1] estudiantes y 523 mil 304[2] profesores.

Un medio importante para poder lograr esa escalabilidad en, por ejemplo, la capacitación docente, es el uso de la tecnología. Y ya se están diseñando y piloteando programas que mezclan la capacitación virtual con la presencial: “blended model” (dado el evidente fracaso en la modalidad meramente virtual). Además, se están usando aplicativos para brindar herramientas pedagógicas a los docentes que permiten también la creación de contenido. En otras palabras, una comunidad virtual de docentes que comparten herramientas y estrategias.

Las problemáticas principales a enfrentar en este punto es el acceso a Internet y la “alfabetización digital”. Si bien en las zonas urbanas la conexión tiene un costo considerablemente bajo (bastante menor al peruano por lo menos), aun hay muchos docentes que se resisten a usar esta tecnología para el aprendizaje. Evidentemente el uso de esta herramienta se complejiza en las zonas rurales, donde el acceso a los dispositivos se reduce a uno por familia.

El derecho a la educación

“En India, hace solo 5 años no se hablaba de logros en el aprendizaje en el mundo estatal, es algo bastante nuevo en un sistema que a inicios del 2000 aún luchaba por la cobertura” me explica Madhukar. El parlamento de India aprobó el Acto de Derecho a la Educación (RTE, por sus siglas en inglés) en agosto del 2009. Este documento describe la importancia de la educación gratuita y obligatoria para los niños de 6 a 14 años. Llevar a los niños y niñas a la escuela. Hace apenas 10 años.

La implementación ha sido un gran reto para las escuelas, pues los niños y niñas debían ingresar a la escuela no a partir de sus aprendizajes sino por su edad. Entonces, tenían a estudiantes con algunos años de escolaridad junto a otros que jamás habían pisado la escuela. Sin embargo, hoy ya se pueden encontrar investigaciones y programas que no solo buscan llevar a los estudiantes a las aulas, sino también orientados a acortar la brecha y mejorar los aprendizajes.

Algo innovador en esta implementación fue la cuota del 25% en las escuelas privadas para niños y niñas en situaciones vulnerables. En otras palabras, todas estas escuelas deben tener por lo menos un 25% de vacantes, sin costo alguno, para estudiantes que se encuentren en condiciones de pobreza. Obviamente, esto ha hecho que algunas personas de niveles socioeconómicos más privilegiados levanten su voz contra el estado, pero existe una posición firme del gobierno a mantener esta cuota. Además, ya se pueden encontrar estudios que explican los beneficios de esta diversidad en la escuela. No puedo dejar de pensar en lo genial que sería que suceda algo así en Perú.

***

India enfrenta problemas complejos y encontrar soluciones sigue siendo un reto, pero este país avanza a una velocidad impresionante básicamente por dos elementos: recursos humanos e inversión. Creo que es importante mantenernos atentos a las innovaciones que se están gestando en este país, porque estoy segura de que sus aprendizajes pueden ser útiles para nosotros.

NOTAS

[1] Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

[2] Ibid.

Fuente: https://www.losandes.com.pe/2019/06/16/%EF%BB%BFun-vistazo-a-la-educacion-en-india/

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How I engage students of India’s premier science school in folk arts

By: Bitasta Das.

 

This year, I am teaching the sixth edition of the undergraduate humanities course “Mapping India with the Folk Arts.”

In this course, we delve into indigenous knowledge, or common people’s knowledge, focusing on a different form of Indian folk art every year. By understanding the variations of this art across the country, we explore, infer and map cultural continuity and diversity. The assignments given to the students form an important component of the course, and it is through these assignments that a dialogue is established between science and art.

Having conducted this experimental course for a significant amount of time, I thought it was a good time to look back and reflect on the intention, process and outcome of the course so far.

Humanities subjects were incorporated in the academic curriculum of IISc from 2011, when the four-year undergraduate bachelor of science (BS) (research) programme began. The Centre for Contemporary Studies (CCS), under Raghavendra Gadagkar, assumed responsibility for designing and teaching the humanities curriculum. Students compulsorily undertook to learn humanities subjects in six out of the eight semesters of their BS programme.

While the conceptual thread across the courses remains the same, the humanities curriculum is designed to introduce the students to an array of disciplines and methodologies within the social sciences and humanities. Unlike in other science and technological institutes, the curriculum does not attach the humanities courses as disconnected subjects, rather, they are composed to provide a socio-cultural background to learning and understanding science.

Taking this philosophy forward, “Mapping India with the Folk Arts” treats the art of the common people as windows to their way of life. Drawing from the discipline of Folkloristics, the aim of the course is to understand the country, not from the outside in, but from the inside out.

As for my own education, folklore formed a large portion of my studies for a master’s degree in cultural studies at Tezpur University (Assam), and I qualified for the University Grants Commission’s National Eligibility Test (UGC-NET) in folkloristics. My first job in Bengaluru at the Art Resources and Teaching Trust (while I was pursuing my doctoral degree on ethnic identity and conflict), was to manage and commission an art exhibition involving 65 folk artists from across the country.

Travelling to various pockets of the country for two years, meeting and interacting with indigenous artists, gave me practical exposure to the dynamic world of Indian folk art.

When Prof. Gadagkar asked me to design and teach a course, I decided to offer a hands-on course rather than a theoretical one. I turned to my experiences with the folk arts, but was initially apprehensive about teaching a course of this nature here. I was not sure if at IISc, where cutting-edge scientific research takes place, a course on common people’s knowledge would be welcomed. I was anxious that the folk arts would be taken too lightly, as a mere source of amusement.

My intention was to invoke and engage with the arts to sensitise the students to the values of diverse people. I lay out the course to the students as follows—a “folk” is any group that expresses inner cohesion by sharing common traditions, whether the connecting factor is language, place, ethnicity or occupation.

In this sense, a group of scientists is also a folk group! India, with its multicultural populace, is home to a wide range of rich folk art traditions. To understand the nation, we must understand its people. The category “folk” provides an agreeable premise for appreciating various kinds of people that the category “citizen” is unable to include, like diaspora, refugees, nomads, people who are displaced, and so on.

Since we take up a different folk art form every year, it is imperative that I keep finding new study material. The methodological approach and teaching also varies every year, though the assignments always focus on the interaction between science and art. If enquiry in the field of art and science is rare, works on folk art and science are even rarer.

The folk art of this country has a large vocabulary, yet the processes of science have never been its subject. I decided that the students, who have enough scientific understanding, could deploy folk art to create pioneering art works. I create the theme, which they have to deliberate on and represent.

Every year, we discuss beforehand how folk arts entail skills that are passed on within families and communities for generations and generations, and folk arts are as much about the artists as they are about the product itself.

To claim that first-timers trying their hand at it can excel in the art would be grossly wrong. But it is the beauty of folk art that it is not standardised or codified. We can work in that flexible space, and explore what we generate. And it often comes as a surprise to the students when we are discussing a folk art from their region, and they realise they have been completely oblivious to it.

Sometimes students see it as a “homecoming” to create art works from their region that they only know of, but have never tried to understand its intricacies. In class, we also discuss questions like these: Can common people make sense of the workings of science? Can art represent science effectively?

In their assignments, students have to use folk arts to present complex scientific concepts. Paintings, music, plays, and dances about science, using folk vocabulary, have been created so far. Workshops on Dollu Kunitha, kite-making, and Chittara art have been conducted. Public performances like “Folk Theatre Festival,” “Sway with Science,” and “Jal Jungle Zameen and Science” were put together by the students.

A pictorial book, Arting Science, published by IISc Press, compiles the paintings that were made. Another book, Jal Jungle Zameen… in the age of Science and Technology, is in the works. The Institute has earmarked a distinct section on its official website to showcase the students’ art works, under the category “Arting Science.”

The assignments are planned consciously so that the creations are not just objects of communicating science, but both science and the folk arts demonstrate their tenability. The students are told that their works are not primarily for securing marks but are opportunities to co-create novel art.

The course has demonstrated creative ways of expressing science, at the same time, a new realm of content has been opened for the declining folk arts of the country—that of science and technology. The media has lauded this pioneer course at IISc and has frequently reported on our activities. This year the focus is on Indian folk tales, and we examine how the country can be understood by these stories.

This year is significant for another reason too—CCS has been reconstituted to form the Centre for Society and Policy (CSP), headed by Anjula Gurtoo. Humanities courses from now on will be conducted by CSP.

There are numerous examples where indigenous values and knowledge have enabled communities to live harmoniously with nature and with one another since ages. It is my argument that in the present times, when sustainable modes of living are sought, the philosophical foundations that inform community life calls for a deeper understanding.

Every batch of students has contributed to unfolding this understanding. Our efforts in treading untraveled paths have been filled with wonder and have been deeply enriching.

And for me, personally, it is satisfying to be able to work with the arts of India. It is saddening that so many of them are fading—they are soulful and bear the essence of the country. Discussing, engaging, and creating with them in a space like IISc gives them a new lease of life.

Source of the article: https://qz.com/india/1653995/an-iisc-bengaluru-teacher-is-mapping-india-with-folk-arts/

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La educación en el CEP

Por: 

 

El martes pasado el CEP de bote en bote en una tarde fría y sobrecalentada. Esta vez,  para escuchar a Mario Waisbluth y Patricio Meller presentando sus libros respectivos sobre la educación en el siglo XXI. Ambas publicaciones fueron comentadas por Valentina Quiroga y Silvia Eyzaguirre.  Sería mucho decir que las propuestas fueron frescas, pero tal vez iniciaron finalmente el debate sobre el paso de la enseñanza al aprendizaje como clave de la educación que se necesita en la actualidad.

El siglo XXI era el consenso y el dominio de las historias y de las propuestas presentadas. Después de ser paseados con maestría por el porvenir robótico y digital, llegó el turno de las lujosas comentadoras. El pdf de Quiroga no abría. Nadie en la mesa supo como ‘abrir con’, nadie en el staff técnico del centro de estudios pudo solucionar el problema. Finalmente un joven del público se acercó y en tres pasos logró operar la presentación. Fue la ovación más alegre de la noche. Otro joven señaló ‘eso sería todo el comentario que necesitamos’. Los accidentes son la manifestación elocuente de lo esencial. Risas y de vuelta a lo nuestro.

Terminados los comentarios, se dio la palabra al público para preguntas. El teórico de la educación emocional, Juan Casassus, preguntó: ¿Qué harían ustedes con el Instituto Nacional? Meller, honesto, confesó que él no sería capaz de hacer clases en una escuela y que no tenía respuesta para la pregunta. Waisbluth no contestó preguntas y siguió hablando de las innovaciones que proponía y de como su problema es no haber sabido comunicar lo que él y la Fundación 2020 saben. La brecha de inoperancia entre cierta experiencia teórica y la realidad dramática de la educación quedó expuesta con ternura pero sin consecuencias.

Las dos comentaristas fueron importantes. Su juventud y su conciencia de los obstáculos institucionales contrasta con la vehemencia y la fe de los más viejos. Silvia Eyzaguirre se internó en el problema maestro de la ‘calidad de la educación’ y antepuso pertinentemente la necesidad previa de debatir sobre los sentidos de la educación. Avanzó luego hacia lo que significa el pensar que se espera de un joven autónomo y capaz de hacerse una idea propia sobre las cosas.

Han pasado treinta años desde los inicios de esta ronda de reformas educacionales y después de pasar por la renovación de la arquitectura, la gestión administrativa, el liderazgo de los Directores, la dotación de herramientas pedagógicas y por los profesores; a casi 15 años que se documentara la tautología de que la diferencia en la educación se hace ‘en el aula’, recién ahora parece  asomarse un debate auténtico sobre el sentido disciplinario o liberador que puede tener la educación en un país como el nuestro. La próxima estación es buscar correlatos entre lo que hemos ido aprendiendo y lo que somos capaces de cambiar

Fuente del artículo: https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2019/06/30/la-educacion-en-el-cep/

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¿Calmas a los niños con un celular o Tablet? Entérate del daño que les estás haciendo

Por: Antonio Sánchez Melo.

 

Quienes tienen la fortuna de ser padres, seguramente saben lo complicado y también desesperante que puede llegar a ser el tener que calmar a un niño cuando éste se encuentra enojado, llorando o haciendo berrinche. La mayoría no está seguro de lo que en realidad desean o simplemente no se toman el tiempo de averiguarlo y lo que más fácil se les hace es darles algo para que se entretengan y dejen ese comportamiento desquiciante.

Una golosina e incluso un juguete parecen ser buenas opciones, sin embargo, ¿qué pasa con aquellos padres que optan por prestarles el celular o la Tablet?  Para aquellos padres que piensan que el darles un aparato electrónico es la solución, les tengo una simple sugerencia: ¡dejen de hacerlo inmediatamente!

Un grupo de investigadores han hecho un estudio sobre esta acción y han determinado que sin darse cuenta los padres están afectando gravemente el desarrollo de personalidad de sus hijos.

Ser padres nunca será fácil pero sería bueno practicar más la paternidad y estrechar lazos con ellos, no alejarlos con esas acciones que a la larga con su práctica podría causar un daño irreversible en ellos.

Desafortunadamente, cada vez son más los padres que recurren a esta ¨solución¨ cuando ya no saben qué hacer con la actitud de sus hijos. Fácilmente se rinden y no optan por la opción de tratar de tranquilizarlos, hablar con ellos o consolarlos, simplemente se inclinan por la ¨salida fácil¨. Sin embargo ignoran que este acto de rendición sólo traerá consecuencias que no están visualizando hoy.

JAMA Pediatrics reveló un estudio en donde se centraban en este tema, relata que lo más habitual para los papás es relajar/calmar a los pequeños usando el televisor, un celular, computadoras o tablets y todo se deduce a que en realidad tienen muy poco control sobre ellos y no saben de qué manera lidiar con el temperamento energético de éstos.

La doctora de la Universidad de Boston y autora de dicho estudio Jenny Radesky, reveló haber advertido muchas veces a los padres que esta acción está mal, porque además de truncar el desarrollo de la personalidad, también están afectando el desarrollo del lenguaje, ya que el niño pasa más tiempo jugando con aparatos que interactuando con personas.

Hay personas que contrastan esta versión diciendo que el uso de smartphones y tablets ayuda a los niños a hablar y mejorar su vocabulario, sin embargo, Radesky contratacó argumentando lo siguiente: ¨si estos dispositivos se convierten en un método habitual para calmar y distraer a los niños, ¿ellos serán capaces de desarrollar sus propios mecanismos de autorregulación?¨ definitivamente el querer ¨distraer¨ a los niños que se aburren o lloran con un  aparato, les impide poder generar su propia forma personal de entretenimiento.

No obstante y pese a contradicciones, la doctora Radesky señaló que el abuso de estos dispositivos durante la infancia, podrían interferir con su desarrollo de la empatía, sus habilidades sociales y de resolver los problemas, que generalmente se obtienen de la exploración, los juegos no estructurados y la interacción con amigos.

Así podemos determinar que el dar un aparato electrónico a nuestros hijos para tranquilizarlos, definitivamente no es la mejor opción, el que se tranquilicen depende de ti y de sus capacidades. La mejor opción es tratar de calmarlos a través de las palabras, escucharlos y atenderlos, ya que estos a su vez mejorarán sus ansiedades y aprenderán a controlarse poco a poco. Tal vez tomará tiempo, pero ningún camino es fácil cuando realmente vale la pena.

Y tú, ¿cómo calmas a tus hijos?

Fuente del artículo: http://centralinformativa.tv/2016/07/calmas-a-los-ninos-con-un-celular-o-tablet-enterate-del-dano-que-les-estas-haciendo/

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