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Colombia en el 2020: El año promete la continuidad de las protestas por más financiamiento para el derecho a la educación

Por:  Fabíola Munhoz.

En entrevista, María Elena Urbano y Cecilia Gómez, integrantes de la Coalición Colombiana por el Derecho a la Educación (CCDE) abordan la coyuntura nacional y las expectativas de las comunidades educativas ante la realización del derecho humano a la educación

Para conocer cuáles son los desafíos y oportunidades hacia la realización del derecho humano a la educación actualmente en Colombia, conversamos con María Elena Urbano y Cecilia Gómez, integrantes de la Coalición Colombiana por el Derecho a la Educación (CCDE), miembro de la CLADE en el país. En la entrevista, abordaron la coyuntura nacional y las expectativas de las comunidades educativas ante este escenario, así como los planes de la sociedad civil para continuar su lucha por la garantía del derecho a la educación y otros derechos humanos.

“Se espera que las amplias movilizaciones que están realizando las organizaciones sociales, sindicales y de estudiantes logren negociar con el gobierno reivindicaciones que reduzcan las desigualdades sociales, la marginalidad y la exclusión, en que vive la mayoría de la población colombiana, y mejoren las condiciones de vida en el país”, afirmaron las entrevistadas.

Lee el diálogo completo a continuación.

¿Cuál es el actual contexto para el derecho a la educación en Colombia?

María Elena Urbano y Cecilia Gómez – La situación del derecho humano a la educación (DHE) en Colombia, vista desde la financiación, está definida por el Sistema General de Participaciones (SGP) y la gratuidad de la educación, calculados con base en el número de estudiantes atendidos (financiación percápita), lo que no alcanza financiar adecuadamente el DHE.

“Las instituciones educativas, por la desfinanciacion existente, no están en capacidad de lograr los niveles de inclusión educativa señalados por la UNESCO y por los acuerdos internacionales, lo cual afecta con mayor impacto en las poblaciones en situación de pobreza extrema y de vulnerabilidad”

Actualmente, con estos recursos se cubre el pago de salarios y prestaciones sociales del sector educativo, lo que representa un 97% del presupuesto global. El restante está destinado a la financiación de la canasta educativa consistente en mobiliario, material didáctico, mantenimiento de infraestructura escolar, restaurante y transporte escolar y financiación de las universidades públicas, lo cual es completamente insuficiente para cubrir las necesidades básicas del DHE.

Actualmente, las organizaciones sociales y sindicales en movilización permanente desde el año pasado, están planteando una reforma constitucional para modificar el SGP, y así incrementar el presupuesto destinado a la educación. Se evidencia que la educación se encuentra desfinanciada y eso se refleja en las deficientes infraestructuras escolares, la ausencia de capacitación al personal docente, y la insuficiencia de recursos para garantizar el adecuado desarrollo de los proyectos educativos institucionales.

En esta dirección, las instituciones educativas, por la desfinanciacion existente, no están en capacidad de lograr los niveles de inclusión educativa señalados por la UNESCO y por los acuerdos internacionales, lo cual afecta con mayor impacto en las poblaciones en situación de pobreza extrema y de vulnerabilidad.

¿Cuáles son los impactos de la baja financiación educativa pública, para las poblaciones que se encuentran en situación de vulnerabilidad y pobreza?

María Elena Urbano y Cecilia Gómez – Hay poblaciones que por sus condiciones socioeconómicas y culturales no están siendo atendidas, porque las instituciones educativas no cuentan con los recursos, ni con la infraestructura que se requiere, y tampoco tienen las adecuaciones curriculares pertinentes, generándose una preocupante exclusión y discriminación que tiene profundas consecuencias y repercusiones en la incrementación de conflictos urbanos y rurales en términos de seguridad y convivencia ciudadana.

Las poblaciones con necesidades educativas especiales en la generalidad no disponen de los soportes tanto profesionales como espaciales, y de dotaciones para una atención adecuada y pertinente. Es decir, no se les está garantizando el DHE y son personas que no logran superar las barreras para realizar su proyecto de vida.

¿La primera infancia es una de las etapas más desatendidas actualmente en la educación colombiana?

María Elena Urbano y Cecilia Gómez – La educación en primera infancia está atendida en el país, en  parte, por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), una institución de asistencia social que atiende a niños y niñas de prejardín y jardín (3 y 4 años). Sin embargo, el personal que responde al instituto y trabaja con la educación en la primera infancia está conformado por madres comunitarias, con baja formación profesional, que asisten a los niños y niñas generalmente en sus propias viviendas, en sectores de alta vulnerabilidad.

A su vez, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) atiende el grado de transición del preescolar (edad de 5 años) a la básica, en instituciones educativas públicas con docentes licenciadas en Educación Preescolar. Sin embargo, aún no se implementa el preescolar de 3 grados, atendidos por el sistema educativo público,  que es una de las luchas de las organizaciones sociales y sindicales.

En este contexto, ¿cuáles son las expectativas para el derecho a la educación en Colombia en el 2020?

María Elena Urbano y Cecilia Gómez – Como coalición nacional que defiende el derecho humano a la educación, actuamos y prestamos apoyo para que las organizaciones sociales, sindicatos y organizaciones estudiantiles logren acordar con el gobierno nacional la reforma al SGP, generando así un mayor presupuesto para la educación en el país.

Así mismo, se espera que las amplias movilizaciones que están realizando las organizaciones sociales, sindicales y de estudiantes logren negociar con el gobierno reivindicaciones que reduzcan las desigualdades sociales, la marginalidad y la exclusión, en que vive la mayoría de la población colombiana, y mejoren las condiciones de vida en el país.

“La expectativa es mantener las acciones de movilización enérgicas para que el gobierno y sus instituciones garanticen el derecho humano a la educación de todas y todos, e implementen los acuerdos de paz en los territorios, asegurando el respeto a los derechos humanos y a la vida de mujeres, estudiantes, sindicalistas, docentes, líderes sociales, defensoras y defensores de los derechos humanos en el país”

Dentro de los acuerdos ya realizados entre gobierno y sociedad civil, falta avanzar en la implementación de una política de educación preescolar de 3 grados, atendidos por el sistema educativo público. También se requiere generar acciones a través de los planes de desarrollo locales y territoriales, orientados a la atención adecuada de la primera infancia y a la educación de personas jóvenes y adultas, que permitan fortalecer y mejorar los procesos educativos en las instituciones educativas públicas.

En ese sentido, la expectativa es mantener las acciones de movilización enérgicas para que el gobierno y sus instituciones garanticen el derecho humano a la educación de todas y todos, e implementen los acuerdos de paz en los territorios, asegurando el respeto a los derechos humanos y a la vida de mujeres, estudiantes, sindicalistas, docentes, líderes sociales, defensoras y defensores de los derechos humanos en el país.

Para ello, seguiremos demandando que se fortalezcan y respeten los acuerdos de paz pactados en el proceso de negociación entre las FARC [Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia] y el Estado, dada la cantidad de asesinatos de personas desmovilizadas y en proceso de reincorporación. Igualmente, que se abran de nuevo procesos de negociación con las guerrillas existentes, para lograr la paz con justicia social en el país.

¿Cuáles serán las actividades o ejes de acción prioritarios de la Coalición Colombiana este año?

María Elena Urbano y Cecilia Gómez – En el campo de la primera infancia, nos hemos propuesto incidir por la financiación adecuada y transformaciones en la Atención y Educación en la Primera Infancia (AEPI), tanto a nivel del Congreso de la República, como ante el ICBF, el MEN y el Ministerio de Hacienda y Planeación Nacional, para que se lleven a cabo acciones y presupuestos destinados a la AEPI, que respondan a una perspectiva de derechos y a las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de número 4, referido a la educación – ODS 4.

También realizaremos una experiencia local de formación de docentes de AEPI en el Municipio de Palmira, departamento del Valle del Cauca, y vamos a desarrollar un trabajo con centros y programas encargados de su formación continua, que aporte elementos a nuestro proceso de incidencia política.

Respecto al derecho a la educación de personas jóvenes y adultas (EPJA), realizaremos una audiencia pública con estudiantes, docentes, directivas y comunidad educativa de EPJA, en el Congreso de la República, con la presencia de parlamentarias y parlamentarios aliadas/os, evento a que también invitaremos el MEN y el Ministerio de Hacienda y Planeación Nacional.

Así mismo, hemos planificado para el año la elaboración de un informe nacional sobre educación y desigualdad, el cual formará parte en un informe regional respecto a esta temática en América Latina y el Caribe, que la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), red regional en la cual formamos parte, está llevando adelante.

Por fin, nos sumaremos a las celebraciones de la Semana de Acción Mundial por la Educación (SAME) 2020. Esta gran movilización internacional, que abarca marchas, seminarios, acciones de comunicación, incidencia y diálogo, entre otras actividades realizadas en más de 100 países, se organiza todos los años en el mes de abril, con miras a llamar la atención de los Estados y la comunidad internacional sobre la importancia y urgencia de garantizar el derecho humano a la educación pública, gratuita, inclusiva y de calidad para todas las personas.

Fuente de la entrevista: https://redclade.org/noticias/colombia-en-el-2020-el-ano-promete-la-continuidad-de-las-protestas-por-mas-financiamiento-para-el-derecho-a-la-educacion/

 

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Alejandro Gaviria: “Hay que mantener cierta capacidad de rebeldía y no resignarse con la situación del país”

Por: Luis Carlos Vélez.

 

Luis Carlos Vélez: ¿Cuáles son los principales retos de las universidades hoy? 

Alejandro Gaviria: Yo diría que son tres. Primero, las universidades son demasiado ofertistas. Tenemos que adaptarnos a las demandas de la sociedad que están cambiando, hay que conectarse con la gente y con las necesidades del mundo global. Segundo, tienen que seguir siendo factores de movilidad social. Y, finalmente, tienen que ser un actor preponderante en esta búsqueda de producción y consumo sostenible. Cuando un periódico como The Financial Times redacta un titular diciendo que hay que resetear el capitalismo, esas nuevas ideas tienen que surgir de las universidades.

L.C.V.: ¿Hoy sigue siendo verdad que en Los Andes estudia la élite del país?

A.G.: El 40 por ciento de nuestros estudiantes tienen algún tipo de ayuda financiera. La universidad beca directamente a 120 o 130 cada año. Vienen otros 200 o 300 como consecuencia de los programas estatales de becas. Eso fue verdad hace 15 años, hoy en día no es cierto. Esta es una universidad mucho más diversa socioeconómicamente que lo que la gente cree. Y tiene estudiantes de todos los estratos, con excepción tal vez del estrato uno; también, una gran diversidad regional. Esa era una universidad que ya no existe hoy afortunadamente.

L.C.V.: ¿La cancelación del programa Ser Pilo Paga afectó las finanzas de la universidad?

A.G.: No. Ese programa fue reemplazado por Generación E, que en algunos elementos a mí me parece más justo. La universidad tiene que poner una parte de la matrícula, por ejemplo. Pero la educación superior en Colombia está en un momento difícil. Hay algunos programas en otras universidades en donde hay disminuciones del 30 o 40 por ciento. Nuestro número de estudiantes de primer semestre para este año aumentó en 300. Nosotros todavía no tenemos ese problema.

L.C.V.: En los Gobiernos anteriores se acostumbraba que los miembros del gabinete eran siempre de Los Andes o la Javeriana, y en este no. ¿Cómo ve ese cambio?

A.G.: Los tiempos cambian. Yo creo que hay un tema de capital social. El actual presidente tenía un grupo con el que había crecido y trabajado siempre. No veo que eso sea un problema. Yo dije tal vez de manera provocadora en mi discurso de posesión que la Universidad de los Andes quería ser la universidad donde se educaran los líderes de Colombia, pero también la universidad para criticar a esos líderes. No está bien para un país que los ministros sean siempre de la misma universidad. Celebro ese cambio.

L.C.V.: ¿En dónde está parada la universidad ideológicamente? 

A.G.: La universidad no puede tener una posición ideológica porque aquí hay 800 profesores, muchas facultades. Lo que yo quiero es que sea un lugar plural. Eso no significa necesariamente que sea neutral. Plural significa que estemos comprometidos con los debates y que las posiciones puedan moverse hacia un lado o hacia otro. Cuando se creó Los Andes en 1948, en medio de los conflictos políticos que estaban acabando con este país, se dijo que este lugar no iba a tener dogma ni camiseta ideológica, pero eso no significa que no íbamos a tener compromiso con el país.

L.C.V.: Usted tomó una postura política favorable frente al paro. ¿Esa era una posición suya o de la universidad?

A.G.: Lo que yo hice fue acompañar a los estudiantes en ciertas manifestaciones que hicieron aquí como forma de pedagogía democrática. Me parecía importante combatir una narrativa que sugería que nosotros estábamos desconectados de la realidad. Esta es una universidad que trabaja en muchos ámbitos varios temas con el Estado. Yo no tomé una posición contra el Gobierno, sino diciendo que en eso íbamos a participar. Cuando cancelamos clases el 21 de noviembre, invité a una reflexión sobre cómo construir una sociedad mejor. No podíamos cerrar las puertas y hacer como si nada estuviera pasando. 

L.C.V.: Hoy, en retrospectiva, ¿piensa que estuvo bien acompañar el paro?

A.G.: Yo no sé qué es acompañar el paro. Nosotros simplemente tomamos una serie de medidas para proteger a nuestros estudiantes. Por ahí nos pidieron que desmontáramos una página y decidimos no hacerlo en aras de la libertad de expresión. Abrimos las puertas para que algunos estudiantes pudieran quedarse porque no podían llegar a la casa. Yo presenté esto al Consejo Superior porque había inquietudes, y casi que al unísono los miembros apoyaron lo que habíamos hecho.

«Cuando un periódico como The Financial Times propone resetear el capitalismo, estas nuevas ideas tienen que surgir de las universidades».

L.C.V.: Antes, hace unos 20 años, se decía que los estudiantes de la universidad siempre estaban completamente alineados con el Gobierno. ¿Cómo ha cambiado eso? 

A.G.: Estamos viviendo un momento en el país y en el mundo en el que hay una mayor conciencia crítica de los estudiantesHay un rompimiento generacional y un poco más de desazón sobre el futuro; incluso, sobre el futuro laboral, y un poco más de escepticismo y de desconfianza en todas las instituciones públicas. No creo que sea sobre el Gobierno, pero hay un poco más de lejanía y escepticismo sobre el Estado y sus instituciones.

L.C.V.: ¿Cómo ve al país?

A.G.: Yo creo que no hay una narrativa esperanzadora, veo una deriva o inercia preocupante, nos hace falta una agenda reformista ambiciosa. Veo un país muy paralizado sin capacidad de generar consensos. Yo no veo una situación de crisis, pero sí una cierta quietud que no me gusta. Por ejemplo, sobre el Congreso, creo que no tiene capacidad para aprobar casi ninguna ley importante. Es una incapacidad de reformarse que me parece preocupante y la consolidación de este modelo centro-periferia que ha caracterizado a Colombia durante tanto tiempo. Yo pensé que ese modelo de centro-periferia iba a cambiar con el proceso de paz y no lo veo cambiando.

L.C.V.: ¿Su postura política como individuo es cercana al progresismo?

A.G.: Yo me considero un liberal, una persona que ha defendido la dignidad humana, las libertades individuales. Desde mis primeras investigaciones académicas siempre estuve muy preocupado por la movilidad social. A mí me gusta repetir una frase y es ‘trabajar todos los días por un país un poco más justo, un poco más digno y un poco más decente’. Hoy, también luego de mi paso por el Estado, creo que uno tiene que celebrar lo bueno, pero mantener cierta capacidad de rebeldía y no resignarse con la situación del país. Hay otra frase que define mi postura política general y es ‘no resignación, pero tampoco desmesura’.

L.C.V.: ¿Eso es ser de oposición?

A.G.: Mis posturas y mis opiniones centrales sobre el país han sido casi las mismas desde hace tiempo, antes de que este Gobierno empezara. En algunos temas, sin embargo, puede haber coincidencias.

L.C.V.: ¿Hará política en el futuro?

A.G.: A mí no me gusta la política electoral, no me veo en ese mundo, tengo muchos defectos para ese mundo, incluido uno, y es que ni siquiera nací en Colombia. He sido demasiado franco y cándido en algunas de mis observaciones como mis no creencias religiosas. Yo me siento en este momento contento en la universidad, tengo un compromiso con este cargo y quisiera que me dejaran tranquilo en mi papel de educador.

L.C.V.: Su respuesta descarta la presidencia, pero ¿y otros cargos?

A.G.: Yo fui ministro de Salud por seis años y sufrí una enfermedad grave. En estas cosas uno no puede decir que no porque las coyunturas cambian, pero por ahora mi compromiso está con la universidad. Cuando veo la labor difícil de los funcionarios de tratar de construir algo en medio de esa suspicacia generalizada, de la veleidad en las redes sociales, digo mejor estar tranquilo. 

L.C.V.: Usted dio un discurso en el Hay Festival sobre populismo. Según su mirada, ¿quién es el político más populista en el país? 

A.G.: En general en el mundo, el populismo está por todos lados. La sociedad quiere cambiar y hay que responder a esa impaciencia colectiva de alguna forma. Lo que yo he tratado de decir es que esa respuesta a esa impaciencia tiene que tener algo de pensamiento y tenemos que tener entre todos contratos sociales coherentes. Yo veo que desde la derecha y la izquierda hay un rechazo a la coherencia. ¿Quién lo es más? No sé. Yo tengo una visión resignada porque es muy difícil, cuando uno está en el poder, no ser populista. Algo de eso hay que tener, pero mi llamado es a la responsabilidad en esa búsqueda permanente de la legitimidad. Hay una frase que me gusta repetir de un comentarista norteamericano que decía “las glorias fáciles de la oposición”. Criticarlo todo por Twitter no tiene ningún mérito y no tiene ningún tipo de ponderación.

L.C.V.: ¿Petro es populista? 

A.G.: Sí, en muchas de sus posturas.

L.C.V.: ¿Uribe es populista? 

A.G.: Los dos lo son. Muchas veces sobresimplifican la realidad. Se les olvidó que, cuando ellos eran gobernantes, las cosas eran un poco más difíciles y son demasiado facilistas a la hora de criticar a los otros. El populismo tiene como característica evadir la complejidad del mundo y olvidarse de las dificultades a la hora de transformar la sociedad.

L.C.V.: ¿Duque es populista?

A.G.: Algunas de sus propuestas lo son, un poco más de lo que yo me imaginaba. Pero no lo calificaría de esa manera.

Fuente de la entrevista: https://www.semana.com/nacion/articulo/alejandro-gaviria-hay-que-mantener-cierta-capacidad-de-rebeldia/655378

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Entrevista: “El movimiento feminista no es que nos haya incluido, es que nosotras también somos el movimiento feminista.”

“El movimiento feminista no es que nos haya incluido, es que nosotras también somos el movimiento feminista.”

Entrevista a Constanza Cisneros

Ángeles Ramírez

Constanza Cisneros es trabajadora de hogar; es miembro de Territorio Doméstico y del Observatorio Jeanneth Beltrán. Forma parte de la Comisión 8M de Madrid.

Al inicio de la entrevista, vemos un documento audiovisual que el Observatorio editó hace un par de años, de modo que comenzamos hablando también de eso. https://www.youtube.com/watch?v=cixFafz6n-g

Constanza: Territorio doméstico es un colectivo transfronterizo de trabajadoras de hogar y cuidados, que se crea en 2006 y que reivindica los derechos de las trabajadoras de hogar y cuidados. Yo empiezo en Territorio en el año 2014. Entonces trabajaba de interna y solo podía ir los domingos; veía que todas las reivindicaciones que hacían las compañeras eran muy importantes, pero yo desconocía tanto el grupo de mujeres como las reivindicaciones que teníamos, porque precisamente cuando llegué aquí, venía con el prejuicio de ser inmigrante. Llegué en 2008 para trabajar de interna: a las 12 de la mañana bajé del avión y a las tres de la tarde ya estaba en Majadahonda trabajando. Vine con un contrato de trabajo. Vi entonces que estas compañeras tenían estas luchas, estas reivindicaciones y me pareció que eran muy creativas en las formas de reivindicar sus derechos, siempre festivas y tomando en cuenta que nosotras ya teníamos muchas cosas que nos atraviesan: el ser inmigrantes, mujeres o el estar indocumentadas y muchas veces discriminadas; esto me hizo darme cuenta de que cuando íbamos a pedir reivindicaciones y salíamos a las calles, la gente, el Estado y las organizaciones nos pedían datos; algunos decían que no teníamos razón nosotras, de modo que estas historias que planteamos en el video son unas pocas de las cientos de historias que tenemos, porque cada una de las mujeres que estamos aquí, somos una historia. Entonces dijimos que hay que crear una instancia, una propuesta, en la que podamos sistematizar todas estas denuncias y recoger datos que nos ayuden a visibilizar mejor lo que nos está pasando a las trabajadoras de hogar y cuidados. Y el Observatorio Jeanneth Beltrán nace desde allí, desde esa necesidad de entender más concretamente los datos, sistematizar todo esto y además tener la posibilidad de que darles un sustento a nuestras reivindicaciones. Jeanneth Beltrán es una compañera nicaragüense, trabajadora de hogar y cuidados, que falleció en 2014 en Toledo por la restricción del servicio médico para los inmigrantes indocumentados.

Esta compañera fue muy malita a un centro de salud, ya se sentía mal desde hace algún tiempo; allí le dijeron que no la podían atender, que esperase. Esperó, fue con una amiga, le dolía la cabeza, estuvo mucho tiempo así y justo cuando la atendieron, falleció. Se quejaba y no la creían. Y no tenía con qué pagar. Le cogieron los datos a la amiga, a la que le llevó, y a los dos meses le llegó la factura, para que pague la asistencia que le dieron a Jeanneth, que fueron apenas unos minutos, justo antes de fallecer. Entonces nosotras justamente creemos que esta es una historia que no se puede quedar así, que tienen que conocer.

El Observatorio existe desde 2018 y está conectado con Territorio Doméstico y Senda de Cuidados también, que es una cooperativa de intermediación laboral, de economía feminista, en la que las trabajadoras de hogar tenemos todos los derechos: que trabajamos ocho horas, en el caso de las que somos externas; en el de las internas, lo que han hecho es indagar, es buscar en todas las leyes posibles para poder extraer desde todos los puntos de vista los derechos que nos pueden proteger. Y en esta asociación estamos las trabajadoras que tenemos documentación legal, porque no pueden estar que que no tengan la documentación en regla.

¿Qué recorrido haces desde el momento en el que tú llegas en ese avión a Madrid a las 12 de la mañana, para incorporarte a tu trabajo a las 3 de la tarde, hasta llegar a ser activista feminista en Territorio y en la Comisión 8M? ¿qué lectura haces de estos años?

Constanza: Hay una cuestión muy importante y que nosotras intentamos rescatar siempre. Cuando llegamos, ya somos historia. Yo, en el Ecuador, trabajé como profesora durante 18 años y me titulé como comunicadora social. Entonces siempre estuve en organizaciones sociales de reivindicación de derechos, como por ejemplo en la coordinadora de Derechos Humanos y desde que estuve en la secundaria, siempre en militancia de todas estas organizaciones; milité también en el Partido Comunista y en las Juventudes, y yo ya tenía todo eso cuando llegué aquí. Al trabajar de interna, perdí mucho. Aprendí muchas cosas, pero desaprendí otras. El hecho mismo de trabajar de interna me quitó mucho y yo no sabía qué hacer ni dónde acudir, porque el sábado por la tarde, que era cuando yo podía salir, todas las instituciones estaban cerradas, de modo que no sabía cómo organizarme. Fui a un centro en el que podía cursar la ESO, que quería hacer para aprender historia y geografía de España, para saber dónde había llegado. Claro que conocía muchas cosas que llegan a América, algo de historia franquista, etc, pero es mejor tenerlas desde aquí. Yo además tenía toda mi visión desde la izquierda, por mi militancia. Comencé a tener clases los domingos de 7 a 10 de la noche, pero después de unas clasecitas, ya me pidieron que diera clases yo y que ayudara a algunas compañeras y compañeros que no avanzaban, que no sabían leer y escribir y les era difícil hacer la ESO. Empecé a estar de voluntaria allí, unos dos años, hasta que cerraron ese espacio, del que yo ya había decidido salirme porque era de la iglesia y ésta tenía una fuerte influencia. Hubo especialmente una conferencia que me marcó mucho, sobre el maltrato de las mujeres, en las que se decía que era el esposo quien tenía que mandar. Finalmente terminé la ESO y la mayoría éramos trabajadoras del hogar y de cuidados. Además, tenía la suerte de que en el lugar que trabajaba, empezaron a tramitarme la documentación. Estuve de interna dos años y medio y luego fui, de interna también, a otra casa a trabajar. Después, para ayudar a mi hermana con mi sobrina pequeña, me organizaba con mi cuñado, era una locura porque teníamos que turnarnos en su cuidado.

Más adelante, con el gobierno de Correa en 2011, hubo la posibilidad de que las que habíamos sido profesoras allá, retornáramos al Ecuador con un trabajo. Entonces nos organizamos con la Casa de Ecuador, que abrían los fines de semana. Al darme cuenta de que muchas eran profesoras, pensé ¿por qué no hacemos una asociación? Y así hicimos, nos organizamos para hacer unas pruebas que había que hacer para volver al Ecuador: nos capacitamos, hacíamos reuniones hasta en las esquinas, hacíamos formularios y dimos las pruebas. Fue a nivel estatal, con una fuerte inversión, una parafernalia de programas y ordenadores; nos presentamos unas 1500 personas en España y se supone que aprobamos cincuenta. De las que aprobamos, tuvimos aún que sacar todos los certificados y acreditaciones, pasando por la oficina de la embajada y luego nos irían llamando por si había plazas. Pero realmente, aquello no era tan real, sino más bien una especie de publicidad. Había entonces en el Ecuador jóvenes con 24 y 25 años que tenían hasta doctorados, porque se dio formación gratuita. Había tanta demanda de empleo allá y tanta gente capacitada que los de aquí estábamos hasta desfasados, y esto a pesar de que nos actualizamos, pero allá se había cambiado ya la estructura educativa. Yo había salido ya con 35 o 36 años y no tenía cabida allí.

Aquellas pruebas no fueron el pasaporte para regresar.

Regresaron unas pocas personas, quizás unas 30 o 40, porque encontraron vacantes o se fueron a lugares alejados y fueron cogiendo lo que salió. Pero quería volver a Pichincha, a Quito, y no hubo vacantes para mi provincia. A los dos años fui al Ecuador y cuando yo iba con mi certificado de que había aprobado aquí, la gente no sabía de lo que le estaba hablando. Me desilusioné.

Es a partir de eso, que yo me conozco con una chica también profe ecuatoriana, también luchona, y es ella la que me dice: “te voy a llevar donde unas chicas que luchan. No sé si te gustará, ellas son trabajadoras de hogar». Y me gustó mucho la propuesta y la forma de reivindicar, que era algo nuevo para mí. Yo no sabía que podía haber esto. Primero, no sabía que teníamos un montón de derechos, que parecía que no. Y después, lo que más me motivó es que eran nuevas estrategias de reivindicación y eso me gustó mucho. El mismo hecho de salir a las calles y decir en la plaza de Sol, cantar las canciones que reivindican nuestros derechos y contarle a la gente e ir buscando a mujeres trabajadoras de hogar en las paradas, para que vengan a un curso de derechos y cuidados, para que se auto-cuiden ¡para auto-cuidarnos! Eso me pareció genial y eso es lo que hice. Me dije: “aquí me meto de cabeza” y ahí empezó todo. Tuve la suerte de compaginar con las compañeras, de conectarnos con propuestas nuevas y de ir buscando cositas; me invitaron a algunos encuentros, así que me lancé al ruedo y me fui quedando. Después, ya lo vi como una necesidad para sobrevivir en este espacio tan diverso que es la ciudad; y eso porque para mí, a pesar de que hablábamos español, castellano, muchas veces no nos entendíamos y yo decía, «con ellas me entiendo, con ellas puedo conversar más allá del tiempo”, más allá de lo que conversaba con la señora con la que trabajaba o de cosas básicas. Con ellas había una propuesta diferente y eso es lo que me pasó y lo que hice. El grupo era Territorio Doméstico.

Y desde ese momento en el que tú entras en Territorio hasta que empezáis a ser parte del movimiento feminista ¿qué pasa ahí? ¿Habías militado antes en el feminismo?

Constanza: No, efectivamente. Antes no teníamos nada que ver. En mi caso, además, teniendo en cuenta que mi país tiene una raíz machista arraigadísima, para mi fue un poco difícil. Yo tenía, hasta ahora, tengo aún mis resabios machistas. Y ello a pesar de que mi madre y mi padre son personas muy avanzadas, pero también lo eran. Es a partir de cuando me integro a Terri, que veo esta lucha: empiezo con la lucha de trabajadoras de hogar, enterándome, alimentándome de toda esta riqueza, además de toda la diversidad de compañeras, porque allí hay compañeras no solo latinoamericanas, también africanas, de Europa del Este. Y lo que me lleva al feminismo es ver que en esta diversidad hay algo que nos une, que es la reivindicación de nuestros derechos. Pocos años después, seguíamos con estas luchas, con las reivindicaciones, pero yo sentía que en este espacio tan grande, y esto es una percepción personal mía, todas las personas sí se daban cuenta que estaba funcionando, pero yo sentía que no. En 2012, hay compañeras que van a ir a Alemania y a Italia, a contar lo que estamos haciendo, ya empiezan a salir, y ahí yo me doy cuenta de que está funcionando. Y a partir de eso, empezamos y empiezo yo también a conocer lo del movimiento feminista. En esos tiempo, yo me acuerdo que salíamos a las marchas del primero de mayo, como por cumplir, por sentirme que estoy militando en algo. Pero después, ya con las reivindicaciones feministas, Rafaela [Pimentel] y las compañeras Pepa, Maite y muchas otras, empiezan a proponer. Ellas siempre estuvieron vinculadas con el movimiento feminista; en el caso de Rafaela, desde siempre. Entonces me dice, ¿qué tal si vamos? En el espacio que estamos, hasta ahora nos cuesta mucho. Por eso nosotras hablamos de feminismos. Teniendo en cuenta que la mayoría de las compañeras son latinoamericanas y vienen de una formación de tradición católica, la costumbre está muy, muy arraigada. En Centroamérica también, con estas iglesias evangélicas. Y nos damos cuenta de que esa es una lucha, porque muchas compañeras se niegan a aceptar siquiera la palabra feminismo. Entonces el trabajo de todo eso, de las compañeras, es intentar que lo podamos ver de una forma más amplia, desde la perspectiva de reclamación de equidad, igualdad y derechos. Nosotras como inmigrantes nos damos cuenta de que cuando contratan en una casa a un chófer y a una trabajadora de hogar, a él le pagan todas las bonificaciones y todo lo demás y a nosotras no. El hecho de que él sea hombre, ya le hace estar en otro estatus y a nosotras, en lugar de avanzar, de tener algún escalón, por nuestra formación o por tener documentos, no nos servía de nada. Entonces lo que hacemos es trabajar en esto y también, ya desde antes, empezamos a hacer cursos de formación en los que no solo se propone formación de lo jurídico, sino dentro de todo esto, la cuestión feminista. Y también los autocuidados, porque nosotras siempre reivindicamos el papel de la mujer y de los cuidados y todo lo que implican en la estructura social, no solo como empleo en sí mismo, sino todo lo que son las cadenas globales de cuidados; hay que tener en cuenta lo que son los cuidados para nuestras vidas y cuánto nos cuestan, cuánto nos cargan y cuánto nos pesan, porque las que trabajamos aquí cuidando, también cuidamos allá; porque aunque estemos aquí, estamos cuidando allá, y eso es una parte fundamental en la que nosotras trabajamos para que las compañeras se abran un poco a los feminismos; siempre hemos estado en eso.

Entonces en el feminismo al que vosotras os adscribís, la cuestión de los cuidados y del autocuidado, es central.

Constanza: Siempre vamos avanzando y ahora estamos en el punto que en la medida en que algo nos una, nos hace ser feministas. El mismo hecho de buscar la igualdad en muchas situaciones, esa es la que nos hace feministas, porque cada una de nosotras tiene una historia y si nosotras pertenecemos al movimiento feminista, hay otras compañeras que tienen sus luchas ahora en la iglesia o que tienen problemas con las viviendas; en cada una de estas cuestiones que les atraviesan, lo que tenemos que buscar es el punto en el que nos hace confluir, porque somos mujeres luchadoras; que queremos la igualdad, que queremos justicia y que queremos reivindicar esos derechos que nos han sido quitados, no solo en la Europa global, sino desde siempre, también en nuestros territorios.

¿Y tú piensas que el hecho de que seáis parte del movimiento feminista os ha ayudado con vuestros derechos?

Constanza: Definitivamente. Y nos damos cuenta. Cuando empezamos a salir, a compartir con otros grupos, a hacer estas pequeñas redes, cuando nos conocemos con otros grupos, nos damos cuenta de que las alianzas son importantes. Nosotras nos decíamos que teníamos que hacer redes. Entonces nos conocemos con compañeras de otra ciudad o de un pueblo de fuera, pero cuando nos damos cuenta de que con el movimiento feminista están mujeres que confluyen de un montón de lugares y espacios, que también están reivindicando sus derechos, nosotras nos vemos fortalecidas. Ya previamente estamos en algunos otros grupos, intentando conocer lo que es la economía feminista, y el grupo de precariedad que ya conocíamos; yo estoy absolutamente convencida de que el movimiento feminista nos ha ayudado un montón: nos ha ayudado y nos ha dado visibilidad. La percepción de que no avanzábamos era personal. Mis compañeras se dieron cuenta de que esto iba. Y porque yo seguía trabajando interna. Cuando una trabaja interna, y esto es una historia que comparten muchas compañeras, dentro de nosotras mismas y dentro de esas cuatro paredes en las que estamos encerradas, no podemos visibilizar muchas cosas. Es una cárcel. No podemos conocer de primera mano lo que está pasando. Cuando yo no podía salir a una marcha, cuando yo no podía salir a una reivindicación del día de la mujer porque estaba trabajando, no podía visibilizar cuál era la fuerza que teníamos; pero las compañeras que estaban fuera, me hacían saber que sí. Y yo estoy convencida que el movimiento feminista es una fuerza y que ha sido arrolladora esta forma de crecer, esta forma de implantarse en la sociedad en toda esta estructura, esta forma de arrasar con todo. En el 16 ya nos dábamos cuenta de que estaba creciendo, y en el 17 un poco más, pero cuando pasó lo del 18, era algo que yo no había dimensionado. Cuando nosotras quedamos en vernos en Caracola, corríamos, que era tarde y teníamos que estar a las 6 en la marcha. Iba con Rafaela. E íbamos y veíamos que por todas las calles iban mujeres, pero no como las primeras veces, unas dos o tres, ¡iban cientos! y ríos de mujeres; entonces dije: “esto no puede ser” y caminábamos y nos mirábamos ¡era una emoción! Ni sentimos cuando llegamos para empezar la marcha. Era algo inaudito, indescriptible.

Nosotras en el 17 ya pertenecíamos, ya íbamos a las reuniones, ya estábamos en el mismo 8M, en la Comisión 8M. Entonces ya dijimos: «tenemos que estar ahí». Ya era parte de nosotras y ya el movimiento feminista era inseparable; yo ya no puedo, no podemos entender una reivindicación, una propuesta de lucha, sin ser movimiento feminista.

Antes has hablado de tus dificultades para salir a las marchas, cuando trabajabas de internas, ¿qué piensas entonces de aquellas mujeres de diferentes colectivos, racializadas, que no se apuntaron a la huelga en solidaridad con las mujeres que no podían ir? ¿cómo ves esto?

Constanza: El movimiento feminista es un espacio horizontal. Todas son bienvenidas y tienen derecho a proponer sus reivindicaciones y propuestas de lucha. En este espacio, hay muchas compañeras que todavía no se sienten incluidas hasta hoy, muchas mujeres que se sienten fuera. Y es legítimo. En el 17 y en el 18, muchas, las internas, nos quedábamos en las casas. Nos quedábamos cuidando mientras había mujeres, las mismas mujeres que salían a la marcha, que son las que nos dejaban cuidando a sus hijos, a sus madres o a sus padres, o limpiando o lavando o planchando. Por eso sí veo que es legítimo. Y porque hay muchas mujeres que no están, que no se sienten incluidas, que sienten que el espacio del movimiento feminista no es lo que ellas esperan o lo que ellas quieren. Y esto es real. Pero cuando pasó esto, a nosotras sí nos sorprendió porque dentro de eso sí estábamos nosotras, estábamos las trabajadoras de hogar y hasta hoy hay grupos, asociaciones, colectivos de trabajadoras de hogar y cuidados, mujeres que limpian, que no quieren participar, porque ellas, pienso que desde su punto de vista, no quieren formar parte de todo esto. O todavía no están dispuestas a esto. O no ven claramente que incluirse en esta lucha les genere algún beneficio, de reivindicación, de conseguir un derecho por el que ellas están luchando, pero yo creo que es legítimo y todo el mundo tiene derecho. Así como hay mujeres, como Patricia Botín, que dice que es feminista, como hay mujeres de la televisión, periodistas, que dicen que son feministas y que también van a la marcha.

Pero el otro día, por ejemplo, en el Encuentro antirracista de la Comisión 8M, vosotras teníais una postura diferente a las mujeres jóvenes racializadas que no están en el colectivo de trabajadoras de hogar ¿estáis un poco en el medio?

Constanza: Nosotras no nos sentimos en medio. Justamente estos grupos son las que nos quieren poner en el medio. Nosotras no nos sentimos en medio. Estas jóvenes son hijas, son nuestras hijas y son españolas, pero tienen nuestra identidad y la raíz nuestra; para nosotras es muy importante que no se olvide lo que somos, de dónde venimos. Yo creo que es bueno que ellas mismas se vayan creando sus luchas porque es cierto que se puede llegar al otro extremo. Hay compañeras de movimientos antirracistas que no quieren saber nada de los blancos y les dicen las «blanquitas». Corremos el riesgo de estar en el otro lado del racismo y podríamos plantearlo desde ahí. Nosotras no somos ni el enlace de las unas y las otras, porque nosotras hemos visto que el movimiento feminista no es que nos haya incluido, es que nosotras también somos el movimiento feminista. No es que somos una parte. Nosotras somos. Y es muy legítimo que otras no quieran ser. Y es muy legítimo que cada una tenga sus luchas y lo que hace el movimiento feminista – y yo pongo mucho eso en valor- es que crea, que propone la discusión; en algún momento tendremos que encontrar exactamente esta discrepancia. A ver si estamos de acuerdo en las discrepancias, a ver si es que podemos llegar a una acuerdo que nos haga luchar juntas. Porque yo creo que tendremos que llegar a eso, y no es que estemos totalmente separadas, es que hay muchas cosas que nos unen y en muchas reivindicaciones, en muchas marchas y muchos encuentros, hemos estado los grupos y el movimiento feminista y hemos confluido y estamos de acuerdo en muchas cosas y eso yo creo que es importante.

A muchas nos horroriza que nos llamen blancas, que nos reduzcan a ser blancas.

Constanza: También hay que estar consciente. A ti no te afecta porque no estás de este lado. Hay racismo institucional, los CIES y todo lo demás, pero está el racismo de la cotidianidad, el racismo de una farmacia, de un restaurante al que yo he ido y me han dicho que no podía entrar. Uno de los reclamos de los movimientos antirracistas es que desde la cotidianidad superemos todo eso y no solo los migrantes, sino también los blancos, las blancas. Porque si voy a urgencias, quiero que me traten como a cualquier otra persona; hay que ir rompiendo todos esos estereotipos, porque se dan en la cotidianidad, pasa en el autobús. Hay que llegar a que estas cosas, a que el color de piel o la estatura, no sean importantes. Lo más importante de todo, es que nosotras no nos definimos por no blancas y hay que superar las definiciones. Es decir, el instante en que nosotras superamos el definirnos como negras, blancas, indias, y definir a las otras por el color de la piel o por los rizos o por los rasgos de los ojos; cuando superamos eso, es porque estamos conscientes de las luchas que tenemos: las luchas, las reivindicaciones por la igualdad, esas borran los tonos de piel.

Nosotras no nos definimos, ya te lo he dicho, porque superamos ya esto de las definiciones. Yo negaría y estaría mintiendo si te dijera que cuando llegué, no me identificaba como racializada y a la otra, como la blanca, como el enemigo. Me pasaba al principio, pero hay que hacer un trabajo de reconocimiento del feminismo como movimiento y como el trabajo de empoderamiento, que en definitiva es la conciencia social, la conciencia feminista; hay que hacer un trabajo de concienciación del feminismo para superar eso; y si es que alguien no lo hace, pues no lo hace. Pero la idea es tomar conciencia de que si superamos todo eso, tampoco estamos negando la realidad, tampoco estamos diciendo que no haya discriminación, pero eso no es lo que nos separa, porque cuando vemos en el 18 que todas gritamos por los feminicidios, cuando vemos en el 18 que todas gritamos por la igualdad de derechos, por los cuidados, es que hemos asumido que hay conciencia en cada una de nosotras y que estas trabas, que son el color de piel, que son la forma de determinar a la otra, para separarnos, a nosotras nos ha unido. Porque es la diversidad y eso hay que entenderlo clarísimo. Nosotras como andinas, como indias, somos una unidad en la diversidad, pero esa diversidad puede ser más grande. No podemos ser una unidad cuando estamos en América Latina, con la diversidad de que somos indias, mestizas, etc. Y venir aquí y buscar y negar esta ideología y estas teorías, que tenemos planteadas desde la cosmovisión que vemos allí. La idea es ampliar todo eso acá y ver que no es el enemigo y si es que podemos tener una alianza y qué podemos lograr con eso. Yo no les puedo ver así. Hay compañeras y hay gente que sí, que hace de los prejuicios y de esta forma de determinar lo que nos separa; para nosotras, eso nos une. Y ya está.

¿Cómo es la relación con las Kellys?

Constanza: Tenemos relación desde hace rato. Con las Kellys somos hermanas, no primas. Mira, cuando somos trabajadoras de hogar, el siguiente paso es ser limpiadora de hotel, porque nosotras, como trabajadoras de hogar, no tenemos paro y un paso que servía para nosotras es ese. Pero cuando nos quedamos sin empleo de camarera de piso, siempre hay la posibilidad de volver a ser empleada de hogar. Y eso es una condición que se da. Entonces, cuando vimos a las Kellys, ellas ya estaban organizadas hace rato y cuando vimos que sus luchas son muy parecidas a las nuestras y que las enfermedades que a ellas les dejan postradas y que no les dejan vivir y por las que reivindican todas esas luchas, son nuestras también, nosotras nos sentimos identificadas al instante y nos dijimos que teníamos que conocer a estas compañeras y teníamos que unirnos. Y muchas, muchas Kellys son españolas, pero en las luchas, cuando nosotras vimos que salieron y que tenían que luchar, nosotras nos sentimos identificadas. Lo que ellas dicen, es lo que nos pasa a nosotras; lo que ellas reivindican, también reivindicamos nosotras. Ellas, en otro espacio, pero es el de cuidados, el de limpieza, es exactamente lo mismo y nosotras somos hermanas de las Kellys, porque nosotras también somos Kellys, somos las que limpiamos, las que lavamos, las que cocinamos, las que todo. Entonces, siempre nos hemos sentido hermanas de ellas, siempre, siempre y en todo. En los espacios en los que hemos estado juntas, hemos compartido reivindicaciones y ellas también siempre están dispuestas a apoyarnos, así como nosotras a ellas.

Y ya para terminar, háblanos de la revuelta feminista de 2020.

Constanza: La revuelta en sí empezó ya el 8 de febrero, pero nosotras ya estábamos reuniéndonos todo el año en la preparación de esta revuelta. Este año ha tenido una influencia muy grande los barrios y pueblos de Madrid para la comisión 8M. El otro día conversamos y decíamos, al principio, teníamos que coordinar entre 20: cuatro hacen esto, cinco hacen lo otro, para la marcha del movimiento feminista; pero cuando en una asamblea tenemos cuatrocientas mujeres que representan a organizaciones y a colectivos de Madrid, ya vemos que es un poder de convocatoria grandísimo y que la revuelta está, ya empezó y que la revuelta va. Nosotras no hemos convocado este año a huelga. Valoramos mucho esta herramienta y nos parece que es muy buena estrategia, pero cuando en el 18 le llamamos huelga feminista, también nos decían, no, la huelga tiene que ser laboral. Pero nosotras siempre estamos innovando y siempre creemos que las propuestas que nosotras hacemos tienen que ser diferentes. No es que no valoremos la huelga como una estrategia y como una herramienta muy, muy útil en otros territorios del Estado, que harán huelga el 8 y el 9, pero a nosotras no nos basta el 8. Nosotras creemos que es un mes de reivindicaciones y esto tiene que seguir, porque cuando terminamos con la manifestación del 8, yo me quedo tan cargada de fuerza, de energía, que no sé qué voy a hacer con todo eso. Entonces, para nosotras es importante y la revuelta es esto. Es reivindicar por nuestros derechos, es que somos todas. Para una cadena, es convocar a 7000 mujeres para que se unan, para que digan sus reivindicaciones, para que canten, para que griten y para que se sientan que estamos unidas todas, también como colectivo, como Territorio, como Observatorio. Nosotras hemos sido revoltosas siempre y esta revuelta nos hace ser lo que hemos sido siempre y nos hace sacar todo eso que tenemos de revoltosas y de reivindicativas, pero con toda la libertad y con toda la fuerza que hemos venido guardando y que la regeneramos y la sacamos en cada momento.

Fuente de la Información: https://vientosur.info/spip.php?article15679

 

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Entrevista a Bob Lenz: “El ABP permite que los alumnos aprendan durante toda su vida”

Por: Ana Ayala

La metodología del Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) permite que los estudiantes desarrollen varias habilidades, como el pensamiento crítico, la resolución de problemas, el trabajo en equipo o la autogestión. Bob Lenz, director del Buck Institute for Education y experto en la materia, aporta las claves para ponerla en práctica.

Es pedagogo, director del Buck Institute for Education (una organización sin ánimo de lucro que se dedica a difundir el Aprendizaje Basado en Proyectos, ABP o PBL por sus siglas en inglés) y uno de los principales expertos en este ámbito. El objetivo de Bob Lenz es que los alumnos se involucren con lo que aprenden en vez de dedicarse a escuchar y copiar en sus cuadernos lo que el profesor explica. También que trabajen las materias de forma transversal, porque vivimos en un mundo basado en proyectos, de ahí la importancia que Lenz da al trabajo en equipo y la colaboración.

Pregunta: Su primera experiencia con el ABP fue cuando cursaba 5º de Primaria. ¿Qué le ocurrió?

Respuesta: Nuestro profesor, el señor Cooper, nos diseñó una experiencia de aprendizaje en la que debíamos leer y analizar poemas —como así lo establecía el currículo— para después retarnos a escribir los nuestros basándonos en lo que habíamos aprendido. También nos explicó que tendríamos la oportunidad de crear y publicar nuestro propio poemario y que leeríamos muestras concretas en una lectura de poesía para nuestros padres, abuelos y otros amigos cercanos. Revisamos nuestro trabajo y practicamos con mucho esmero porque queríamos que nuestras familias vieran lo mejor que habíamos hecho. Todavía tengo mi libro —‘La primavera, el verano, el otoño y el invierno. Poemas de Bob Lenz’— y nunca olvidaré la primera vez que hablé en público.

Bob Lenz ABP

P: ¿Cuáles son las claves que debe tener en cuenta el docente a la hora de diseñar un proyecto de ABP?

R: Les damos las pautas a través de lo que denominamos ‘Elementos Esenciales de Diseño de Proyectos ABP Gold Standard’, que les indica qué características deben tener en cuenta, los objetivos de aprendizaje de los alumnos, qué deben comprender y qué habilidades deben desarrollar —pensamiento crítico, resolución de problemas, trabajo en equipo y autogestión, por ejemplo—. En este sentido, también es fundamental proponerles un problema significativo o una pregunta desafiante de un tema que sea del mundo real y que esté relacionado con sus intereses personales.

Otros aspectos clave es que los estudiantes se involucren en un proceso riguroso y continuo de formular preguntas, encontrar recursos y respuestas para, posteriormente, aplicar esa información. De igual modo, deben poder tomar decisiones, incluyendo cómo trabajan y qué crean, al mismo tiempo que dan, reciben y utilizan el feed-back para mejorar su producto final. Y, por último, deben hacer público su trabajo, mostrándolo a otras personas más allá del aula.

P: Entre las diferentes metodologías activas que hay, ¿qué aporta el ABP vs otras?

R: La aplicación tanto del conocimiento como de las habilidades que se necesitan en el mundo real, pero puede combinarse fácilmente con otras metodologías.

R: Hay numerosos estudios que demuestran sus beneficios, como ‘ABP y logro estudiantil: ¿qué nos dice la investigación?’, ‘ABP: una revisión de la literatura’, ‘Poniendo a prueba el ABP’… Es posible descargarse los PDF en nuestra web, en la sección Investigación [www.bie.org].

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/abp-permite-alumnos-aprendan-durante-toda-vida/

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«Todos los alumnos deben estar en centros ordinarios, con los recursos necesarios»

Por Diario de la Educación

Carme Fernández se ha convertido en una de las puntas de lanza en la lucha por la inclusión educativa en España. Desde la Fundació Gerard, que dirige, ha hecho de la escolarización en centros ordinarios para todos los niños su bandera. Junto al abogado Juan Rodríguez Zapatero forma un tándem que se ha convertido en el terror de las administraciones educativas y soporte de familias con hijos con necesidades educativas especiales que sienten que han sido abandonados o maltratados por el sistema. Cada pocos meses, este dueto arranca alguna sentencia que obliga a una Administración educativa a escolarizar a un pequeño en uno de los centros llamados ordinarios. Y, avisa, no van a parar. Fernández, psicóloga de formación que aterrizó en este mundo a raíz del nacimiento de su sobrino, con autismo, no tiene pelos en la lengua. Denuncia que España no cumple ni las convenciones internacionales a las que se ha adherido ni sus propias leyes en materia de inclusión. Su discurso es claro: todo el mundo debe estar junto en los mismos colegios. Y no, las aulas específicas en centros ordinarios no son inclusión, también segregan.

¿Se practica la inclusión en España?

No. Muy poco. El informe del comité de la ONU, fruto de una investigación realizada en España, que ha concluido que se vulnera el derecho a la educación inclusiva y que exhorta a España a eliminar los enfoques que segregan: los centros específicos y las aulas en centros ordinarios. Es lo que venimos diciendo nosotros desde hace tiempo, pero esto nos refuerza. La respuesta que ha dado España fue vergonzante, aunque la dio el Gobierno anterior, no el actual, está por ver cómo reacciona este. En esa respuesta se vino a decir que España lo hace todo muy bien y que no se vulnera el derecho a la educación inclusiva. Nos gustaría que el nuevo Gobierno rectificara esa respuesta como primer paso. El segundo paso sería que pusiera de una vez un plan de acción encima de la mesa. Esa solicitud que hace el Comité de actuar sin demora significa que hay que empezar ya. Evidentemente no puede hacerse de hoy para mañana, hay mucho que hacer, pero si no empezamos no lo haremos nunca. Mientras tanto, se siguen abriendo aulas específicas y las familias tienen que acudir a la justicia. Tiene que haber una hoja de ruta clara, con plazos, y que en equis años (tres-cuatro) se deje de matricular a niños en aulas especiales, que se empiece a trasladar los niños a centros ordinarios, dotar de recursos, etc. para trasformar este sistema que tenemos en uno unitario con una sola escuela.

Usted entonces es partidaria de la desaparición de los centros y aulas en todos los casos.

Lo digo yo, lo dice el comité de la ONU… Hablamos de un derecho humano fundamental y hay que defenderlo para todos, no hay casos excepcionales en los que no se tenga que cumplir este derecho. Todos los alumnos deben estar en centros ordinarios, con los recursos necesarios, pero todos juntos. Tienen que desaparecer estos centros, España se comprometió a ello al ratificar la convención.

Se siguen construyendo centros de educación especial. No parece que estemos en ese camino.

Se está caminando en la dirección contraria. Es cierto que no se abren tantos centros especiales como hace años, pero las aulas específicas sí van in crescendo. Es preocupante. Estamos esperando a ver qué postura toma el nuevo gobierno y qué medidas toma. Si no hace nada, actuaremos. Mientras, seguimos en la vía judicial, que creemos que puede abrir otras vías. A raíz de la visita del comité, se han creado plataformas formadas por familias y centros especiales que están desarrollando una resistencia en contra de que desaparezcan estos centros de segregación. Es preocupante que están entrando en estas plataformas asociaciones importantes de España, incluso sindicatos. Su lema es “educación inclusiva sí, especial también”. Esta resistencia lo que dice es que se respete la elección de centro de los padres y que quien quiera vaya a ordinaria y quien quiera a especial. Pero no es una cuestión de elección de centro. Este derecho decae cuando está en juego un derecho fundamental como es la educación inclusiva. El derecho es a elegir entre centros ordinarios, no entre centro ordinario o específico. Están lanzando una campaña desprestigiando al comité, me parece preocupante y peligroso.

¿Por qué las aulas específicas son segregadoras?

Porque separan a los alumnos por su diversidad. Es igual que un centro de educación especial, pero en un centro ordinario, funcionan exactamente igual.

En los últimos años se están dando bastantes sentencias contra las administraciones por discriminar a niños. ¿Está cambiando la mentalidad o es una cuestión particular de algunos jueces?

Está cambiando. Los jueces cuando dictan las sentencias miran otras, y de alguna forma están adquiriendo unos conocimientos y una visión que no tenían. Cuantas más sentencias haya, mejor, porque unas empujan a las otras. Ahora estamos pendientes de unas cuantas por salir, tenemos mucha esperanza de que salgan bien.

En tres-cuatro años se debería dejar de matricular a niños en aulas especiales y empezar a trasladarlos a centros ordinarios

¿Van en la misma línea que las otras?

Hay algunas que pueden ser importantes porque son sobre aulas específicas en centros ordinarios, no sobre centros especiales. Es más complicado, porque las aulas se venden como inclusivas. Es más complejo de defender, si sale una sentencia favorable va a ser muy importante porque abrir aulas de este tipo es la tendencia actual.

“Está cambiando la mentalidad”, pero parece que no tanto

No choca porque hay una parte de la población que va a ser resistente al cambio. La resistencia, que la llamo yo, es muy diversa. Hay familias, escuelas, profesionales y entidades. Creo que las familias son las víctimas de este tema porque están desinformadas sobre la cuestión en su mayoría. Incluso desconocen la convención. La Administración ha hecho bien su trabajo, no ha difundido la convención, cuando está obligada a hacerlo. Creo que las familias son víctimas, se les ha infundido miedo a que sus hijos no tengan recursos en el centro ordinario y se ha creado un relato sobre los centros especiales como única y mejor opción. Mi opinión es que están utilizando a las familias como escudos en estas manifestaciones. Hay muchos intereses detrás de esto. Las escuelas especiales en su mayoría son privadas o concertadas, hay mucho interés en mantener el sistema segregador. También hay muchas aulas específicas concertadas

¿Dentro de centros públicos?

Sí, porque las ponen en marcha las asociaciones. En un centro específico o un aula, hay un porcentaje de alumnos cuyas familias están conformes con esa modalidad por el motivo que sea. Pero hay otras tantas que están ahí obligadas por informes de escolarización o negación de recursos en los centros públicos. Vamos a suponer que ese tanto por ciento de alumnos que están obligados se pasaran a centros ordinarios. Es inviable, porque en el momento en el que los sacas de los especiales, estos dejan de ser viables económicamente. Esto quiere decir que el centro de educación especial sobrevive gracias a que se obliga a muchas familias a llevar a sus hijos ahí. El centro de educación especial necesita los dictámenes de escolarización que obligan a las familias. Ahí está la clave para mí. Mientras existan los centros especiales va a ser imposible que los alumnos acudan a centros ordinarios. Solo cabe una solución: el trasvase de alumnos de la especial, junto con todos los recursos, a las escuelas ordinarias. Evidentemente que con un plan de acción y una hoja de ruta bien planificada.

¿No suena a un poco utópica esta petición?

Es igual de realista que cuando las escuelas para negros, las black schools, desaparecieron. Parecía una utopía, pero muchos activistas pelearon para que esto sucediera. En EEUU llegaron al punto de que sí, los negros tenían los mismos derechos, pero tenían que estar separados. Al final, la Corte Suprema de los EEUU decidió que la educación pública segregada no era igual y que esa segregación en las escuelas públicas era ilegal. Si eso se consiguió con las escuelas de negros tenemos que conseguirlo igual con las de diversidad funcional. Hablamos de un derecho humano fundamental y eso es lo que la gente se tiene que meter en la cabeza. A nadie se le ocurriría separar a negros y blancos hoy en día, pero sí se defiende que se separe a los alumnos con diversidad funcional.

Parece que el problema es de concienciación, entonces.

No hay conciencia en gran parte de la población y va a haber que hacer un camino en el que hay aportar mucha información. Seguir en la vía judicial creo que es importante e intentar presionar a los gobiernos y que esto se vaya modificando. Tenemos la fuerza de la Convención y de la resolución del Comité. Esto no es opinable, es un derecho fundamental. Que las escuelas especiales sean legales (aunque deberían haberse adaptado a la Convención) no significa que vayan de la mano del respeto de los derechos humanos. Quizá haya que llegar por la vía judicial hasta ahí.

¿Está el profesorado preparado para atender a la diversidad en las clases?

Ni están formados ni tienen los recursos. Esto es algo que se consigue formándolos y poniendo los recursos, no son imposibles. La supuesta especialización que existe en los centros especiales no es tal tampoco. Un PT (pedagogo terapeuta) es exactamente el mismo en un centro especial que ordinario. Todos tienen la misma formación y la misma titulación. En los centros ordinarios también hay PT y AL (audición y lenguaje), pero les faltan recursos.

Dice un estudio que la mitad de los profesores se muestra “indiferente” respecto a la atención a la diversidad y que uno de cada seis (un 16%) está en desacuerdo. Con esto mimbres parece complicado practicar la inclusión…

Es complicado, pero esto hay que cambiarlo también. Hay que reflexionar por qué es así. Y es así porque durante muchos años se ha consentido. Detrás de esto hay una clara actuación por parte de los gobiernos. No ha interesado formar a los profesionales de las escuelas o a la comunidad educativa. Todo lo contrario, se les han puesto muchos obstáculos para que acaben mostrando esa indiferencia o desacuerdo. Obstáculos en forma de falta de recursos, de no formar, de ofrecer la posibilidad de llevar a los chicos al centro especial. Mientras exista esa realidad paralela y falta de recursos, tenemos ese colectivo que va a dar guerra llegado el momento. Habrá que actuar sobre ello también cuando toque. La diana es muy grande y en este plan de actuación que comento hay que actuar en varios contextos o sistemas: profesionales, familias… No es sencillo, pero que no lo sea no quiere decir que no haya que empezar ya. El objetivo ha de ser la inclusión plena y no puede estar a años vista en el sentido de lustros.

Mientras existan los centros especiales va a ser imposible que los alumnos acudan a centros ordinarios

Aparte de las aulas específicas en centros ordinarios, ¿qué tipo de prácticas nos venden como inclusión pero no lo son?

Dentro de una misma aula ordinaria también se pueden dar prácticas que segreguen al alumnado. Si este tiene un apoyo en su aula ordinaria, pero es ponerle en una esquina a trabajar solo, con un currículum que no comparte en absoluto con sus compañeros, no tiene un plan educativo para relacionarse con sus compañeros, etc. es una práctica segregadora. Los currículos paralelos son segregadores. Tienen que hacer el mismo. Que tenga una distancia equis con sus compañeros no quiere decir que no pueda compartir contenidos, tendrán que estar adaptados a sus necesidades, pero han de ser los mismos. Solo en esa conexión se establecen relaciones, se promueve la ayuda mutua, a cooperar entre ellos… Pero si no comparten lo que están haciendo es muy difícil que eso pase en el aula.

¿Es la inclusión plena el final del camino o aspiramos a algo más?

Sería un final y un comienzo a la vez. Hay mucho que hacer. En la inclusión hay unos parámetros básicos necesarios: uno es la presencia del alumno en el entorno educativo, luego está la participación y el éxito. Estos dos últimos dicen que la presencia ha de ser activa, no solo presencia. Nunca vamos a llegar a una inclusión plena porque esos parámetros siempre son mejorables. Es como decir que la educación es mejorable. Siempre lo va a ser, pero hay que partir de unos mínimos y ahora mismo no estamos en ellos, estamos bajo mínimos. Muchos alumnos no tienen garantizada su presencia en el entorno ordinario. Lo primero es garantizarla. Es un camino sin final, evidentemente.

¿Está la sociedad preparada para la inclusión?

Si yo hiciera una fotografía a día de hoy me inclino más a decir que no está preparada, pero creo que puede prepararse. La veo capaz de prepararse. Es como cuando hablamos de los alumnos y decimos: tiene equis capacidad o esto no lo puede hacer. A mí me da igual la foto de hoy, me importa la capacidad. Y creo que somos una sociedad que nos podemos preparar para ello.

¿Alguna comunidad está trabajando bien el tema?

Hay actuaciones concretas en algunas comunidades, pero actuaciones globales, lamento decir que no hay ninguna. Hay cosas que pueden ser el inicio de algo (en Cataluña hay un decreto, por ejemplo, pero no se acaba de cumplir).

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Juan Felipe Aramburo, especialista colombiano, defiende la educación como espacio político

Por Ladiariaeducacion.uy

Sostiene que “la escuela tiene un rol potente y poderoso en la construcción de democracia y eso significa ser sujetos políticos”

Juan Felipe Aramburo lleva una consigna a donde quiera que va: el espacio educativo se debe concebir desde una visión política. El colombiano es ingeniero civil, tiene una maestría en desarrollo humano y estudios en antropología; hace años que se sumergió en el mundo de la educación y se mueve en el terreno impulsando políticas públicas de inclusión y desarrollo, pero sobre todo busca “que a la construcción de ciudadanía se le dé el valor que merece”. En su país coordina varios programas que trabajan con la formación docente permanente, y estuvo en Uruguay a fines de febrero para participar en la Escuela de Verano de Plan Ceibal. Su conferencia se llamó “La escuela como un espacio político” y sobre eso conversó con la diaria; además, cuestionó el concepto de laicidad, el rol del docente y su formación y contó qué programas impulsa en Colombia para trabajar sobre el ambiente escolar.

¿Por qué la escuela debe ser un espacio político?

En el mundo en general, pero en América Latina en particular, se están preguntando sobre el rol social de la escuela. Tenemos claro el rol de la educación, pero no tenemos claro para qué es la escuela (en Colombia le decimos escuela en general, a diferencia de Uruguay, donde separan entre la escuela y el liceo; cuando hablo de escuelas o maestros me refiero a toda la educación). Hay que entender que escuela no es sinónimo de educación, tanto como hospital no es sinónimo de salud. La escuela es un lugar posible donde pasa la educación, pero no es el único, hay muchos otros espacios: un parque público es un lugar educativo tanto como un museo o una conversación con amigos. Parte de lo que tenemos que resolver es qué de todo eso que entendemos por educación lo puede hacer la escuela.

Entonces, ¿para qué debe servir la escuela? Además de para la formación académica.

La experiencia que hemos tenido en Colombia nos dice que la escuela debe servir para al menos tres cosas: la primera es, efectivamente, formar a los niños en unos saberes que creemos que son importantes para que cada uno libremente entienda el mundo en el que circula; la escuela, inicialmente, debe servir para producir en los chicos la apropiación de esos saberes. Segundo: las escuelas deben ayudar a que la gente encuentre condiciones laborales, porque la sociedad lo necesita, entonces, la conexión con el mundo de lo laboral es otra función de la escuela. El tercer punto, que a mi entender es el más importante para América Latina, es que la escuela debe formar ciudadanos. Si de algo tienen que servir los saberes que uno aprende en la escuela es para ser mejores ciudadanos. La ciudadanía pasa, entre otras cosas, por una capacidad muy relevante que tenemos como sujetos de expresar de manera argumentada y clara lo que cada uno piensa, pero también de escuchar de manera tranquila lo que el otro piensa.

¿El eje de la escuela debería ser la formación en ciudadanía?

Esa definición griega de ciudadanía que acabo de decir es la base de las sociedades democráticas, o sea que la escuela tiene un rol potente y poderoso como un espacio para la construcción de democracia y eso significa ser sujetos políticos. Lo otro que tenemos que entender, y me parece muy importante insistir en esto, es que la política no está sólo asociada a los partidos políticos: ese es un campo posible, pero la política en general es la capacidad de existir con los otros, de construir espacios públicos y sociedades democráticas. Eso sí no se lo podemos quitar a la escuela por nada del mundo, porque tiene una ventaja sobre todas las otras instituciones: en un salón de 20 o 30 chicos está representado un micromundo de cada país, todo tipo de sectores sociales, religiones y creencias. La escuela es un escenario contundente para convivir, y por eso es un lugar muy potente para formarnos como sujetos políticos, como ciudadanos con capacidad de contar mi cuento, pero también escuchar el del otro tranquilo. En sociedades como la uruguaya eso se ha logrado, tienen una sociedad mucho más madura que el promedio latinoamericano en términos democráticos, pero no es un asunto universal y resuelto en nuestros contextos. Colombia, por ejemplo, que aún vive el conflicto armado más largo del continente, tiene enormes retos a la hora de lograr que en la misma mesa se sienten el hijo de un ex guerrillero con el hijo de un ex paramilitar y que se vean como personas.

¿Qué rol tiene al maestro en ese marco?

El maestro no es sólo un enseñante; debe enseñar, pero hay al menos otros dos roles que nos parecen muy importantes. El maestro es un mediador, es decir, es un sujeto con capacidad de poner en escena metodologías, recursos, materiales, dispositivos pedagógicos y didácticas, para que se den espacios de conversación y vínculos. El docente tiene un rol poderoso y protagónico para sentar en la misma mesa a gente que piensa diferente. Otro rol es el de productor cultural: El maestro sí es un intelectual; creo que uno de los aportes más bonitos del movimiento pedagógico en la década de 1980 es reconocer que el maestro, cada vez que va a clase, cada vez que propone una didáctica, está produciendo un saber pedagógico, y en ese orden de ideas es un productor cultural. El maestro es capaz de hacer de sus clases un ejercicio de consumo cultural; en la medida en que nos acerquemos más a ciertas culturas, vamos a crear ambientes más favorables para los ciudadanos.

“La condición laica de la escuela no es una condición apolítica”.

Mencionaste la diferencia entre lo político partidario y lo político. En Uruguay hubo ciertas discrepancias sobre este tema cuando los estudiantes se manifestaron en sus clases sobre ciertas reformas políticas. Algunos reclamaban que la educación es laica y que no debería haber manifestaciones de ese tipo, ¿a vos qué te parece?

Lo que pasa es que efectivamente la condición laica de la escuela no es una condición apolítica, son dos asuntos fundamentales que habría que aclarar. El rol del maestro es presentarles a sus estudiantes las diferentes posturas en un escenario de formación de pensamiento crítico. Cuando el maestro ejerce creo que su misión es plantear un espectro de posibilidades y pensamientos para que el estudiante tome sus propias decisiones basadas en la garantía de derechos, que es lo que hace que una democracia funcione como tal. Eso es lo que creo que hay que mantener; asuntos como el pin parental en España o las restricciones en México a hablar de ciertos partidos políticos, lo que están mostrando, de alguna manera, es que no estamos entendiendo el rol político de la escuela, lo estamos confundiendo con el rol de proselitismo político, y eso no tiene sentido en la escuela. Claramente un buen ejercicio escolar debe permitir que los chicos construyan un pensamiento posible de manera argumentada y deliberativa.

¿Te parece que la escuela es un lugar para que los estudiantes se manifiesten?

No conozco el detalle de lo que pasó en Uruguay, pero respondo desde mi experiencia. Creo que las escuelas deben plantear como parte de sus procesos curriculares análisis de lo que está pasando en los países y en las políticas públicas, como para que los chicos desarrollen pensamiento crítico, creo que deben abrirse espacios para que esa reflexión sea posible en dos marcos. Por un lado, entender al maestro como funcionario público, que está defendiendo los derechos, y por otro lado, entender que la escuela tiene una función de formación; la reflexión en cuanto a política partidaria debería estar asociada al pensamiento crítico y no necesariamente a las militancias, que son decisiones personales.

“Si no vemos a la escuela como un lugar político perdemos un dispositivo social para formar pensamiento crítico”.

¿Qué consecuencias tiene no entender a la escuela como un lugar político de formación ciudadana?

Perdemos la oportunidad de usar este escenario privilegiado para formar en la participación de lo público. La escuela es un espacio formativo, no es un espacio de adoctrinamiento; si no es un espacio para el debate y la construcción participativa, no funciona. Si no vemos a la escuela como un lugar político perdemos un dispositivo social para formar pensamiento crítico. Ahora bien, en países como el mío, la escuela no es sólo un escenario privilegiado, sino que en muchos casos es el único espacio del Estado que sigue vigente en los territorios. El centro de salud se fue por las condiciones de guerra, la estación de policías se fue por el conflicto, no hay banco nacional… sólo queda la escuela, y por eso tenemos la responsabilidad de convertirla en un espacio para la formación de ciudadanos, porque es la única forma de garantizar que en el futuro cercano los chicos y las chicas que hoy están en el sistema escolar puedan defender un país democrático.

“Si no logramos darle al rol docente la importancia que tiene, no vamos a lograr mantener sociedades democráticas”.

Es una carga muy importante para los docentes.

Muchos docentes se formaron hace mucho tiempo, cuando todo esto no era parte de su currículo. Les pedimos todo el tiempo a los maestros que hagan, pero se nos olvida que ellos se formaron para un mundo distinto, entonces hay que acompañarlos con dispositivos de formación permanente que les permitan indagar temas como la diversidad, el género, las discapacidades, las nuevas ciudadanías. Esto es, sin dudas, uno de los grandes retos en términos de formación de docentes en el mundo contemporáneo. Los docentes tienen entre sus retos garantizar la democracia de nuestros países; si las escuelas no funcionan, las democracias se caen. Hay que acompañar a los maestros de manera decidida, hay que favorecer espacios de encuentro y reflexión. Si no logramos darle al rol docente la importancia que tiene, no vamos a lograr mantener sociedades democráticas, libres, con capacidades y libertades individuales, con la capacidad de escoger lo que uno quiere hacer y ser en la vida.

Fuente: https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2020/3/juan-felipe-aramburo-especialista-colombiano-defiende-la-educacion-como-espacio-politico/

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Iria Marañón: “En el momento en el que los niños se puedan comportar como las niñas, serán libres”

Entrevista/05 Marzo 2019/Autor: Adrián Cordellat/elpais.com

La autora de ‘Educar a un niño en el feminismo’ centra su atención en la educación de los niños, en masculino, con el fin de detectar las injusticias que repetimos inconscientemente

Educar en el feminismo (Plataforma Editorial) de Iría Marañón se convirtió desde su lanzamiento en un manual de referencia para crear una sociedad más justa e igualitaria desde la infancia. Ahora la editora y filóloga madrileña ha dado un paso más con un nuevo libro, Educar a un niño en el feminismo (Plataforma Editorial), que centra su atención en la educación de los niños, en masculino, con el fin de detectar y cambiar muchos de los errores y de las injusticias que repetimos inconscientemente y que perpetúan los roles y los estereotipos de género; y de que los hombres del futuro se sumen, desde sus propios espacios, a una revolución feminista que es y debe ser un movimiento de mujeres. En ese sentido, Marañón, que dice no creer en la figura de los hombres “aliados” del feminismo (“lo que implica ser mujer solo lo sabemos las mujeres”), aboga por la abolición del género, porque en su opinión solo cuándo desaparezca el género desaparecerán todas las desigualdades entre hombres y mujeres: “En el momento en el que los niños se puedan comportar como las niñas, en que niños y niñas sean completamente libres, y en que las personas adultas rompamos con el género, se acabaron los privilegios”, afirma convencida de que el reto está al alcance de nuestras manos.

PREGUNTA. Dices en Educar a un niño en el feminismo que la primera pregunta en cualquier diálogo político con los hombres debería ser: ¿Qué pueden hacer ellos por nosotras? Me gustaría empezar devolviéndote de vuelta la pregunta: ¿Qué podemos hacer?

RESPUESTA. A mí me parece importante dejar claro que el movimiento feminista es un movimiento de mujeres y, por lo tanto, los hombres tenéis que buscar la manera de ayudarnos, pero siempre desde fuera del movimiento feminista. Creo que en vuestros espacios sociales, laborales, familiares y políticos tenéis una buena oportunidad para crear vuestros propios espacios feministas. Para mí es una gran aportación que podéis hacer.

P. A mí se me ocurre otra aportación: no tergiversar el movimiento feminista con ese argumento simple y ramplón de que el feminismo odia a los hombres.

R. Eso por supuesto. El feminismo no odia a los hombres, aunque es verdad que el sistema patriarcal y el machismo no brotan de las plantas, sino que hay personas que los perpetúan y esas personas sois los hombres. Pero eso no significa que odiemos a los hombres. Todo lo contrario, tenemos que entendernos. Pero sí que es importante identificar este hecho y que los hombres seáis conscientes de que sois vosotros los que estáis generando esta situación y los que tenéis que cambiarla.

P. En el libro afirmas que niegas que hoy en día puedan existir hombres aliados de la causa feminista. A más de uno le vas a dar una mala noticia, ya que viste mucho ponerse esa etiqueta en la bio de Twitter…

R. Dudo mucho que existan los aliados feministas. Y no porque tenga nada en contra de los hombres que se ven a sí mismos como aliados, pero hay una cosa que está clara: lo que implica ser mujer solo lo sabemos las mujeres. Toda la presión que nosotras sufrimos, solo la conocemos nosotras. Vosotros podéis, a través de la empatía y la solidaridad, intentar entendernos y apoyarnos, pero nunca vais a saber lo que significa ser una mujer. Por eso creo que no puede haber aliados feministas, ya que seguro que hay muchas cosas de las que pedimos y reivindicamos que vosotros no entendéis porque habéis sido socializados para no hacerlo.

P. La sensación que tengo yo es que muchos, más que aliados feministas, somos lo que me decía el escritor peruano Renato Cisneros: feministas en construcción. Es decir, machistas por estructura que intentamos erradicar en nosotros las taras machistas con las que crecimos. ¿Dirías que se ajusta más esta definición a la realidad?

R. Desde luego, porque los hombres habéis sido socializados para ser como sois, así que está en vuestra mano revertir todo eso, deconstruir vuestra masculinidad. Más que construiros en el feminismo, que insisto en que es un movimiento de mujeres, lo que tenéis que hacer es deconstruir vuestro género. Y lo mismo nosotras. Lo que pasa es que vuestro género oprime, así que la deconstrucción tiene que ser mucho más profunda.

P. Y qué difícil resulta erradicar esas taras, deconstruirse.

R. Es que es muy difícil, porque a todos y a todas nos han educado así, han construido nuestro género en función de una cultura machista. Por eso insisto tanto en el libro en la necesidad de abolir el género, porque solamente cuando desaparezca el género desaparecerán todas las desigualdades.

P. Nosotros hemos crecido en unas familias y una sociedad machista, así que algunos estamos en plena reforma interior, intentando reconstruirnos. Con nuestros hijos, sin embargo, tenemos la oportunidad de empezar desde cero gracias a esa mayor conciencia feminista que existe hoy en día. No obstante, como dices en el libro, seguimos haciendo cosas mal. ¿Qué sigue fallando?

R. Mi sensación es que no terminamos de identificar dónde están las desigualdades. Se sigue perpetuando el género sin que nos demos cuenta. Muchas veces ni siquiera somos conscientes de que estamos fomentando los estereotipos. Y eso pasa prácticamente a diario con cada palabra, con cada referencia que le llega a nuestras hijas e hijos. Todo lo que nos rodea va construyendo su género y ni siquiera lo percibimos. Ahí está el problema.

P. Es que hemos dado una especie de paso adelante con las niñas: “dejamos” que se disfracen de superhéroes, les compramos ropa en los “pasillos de chicos” de las grandes superficies comerciales, las animamos a jugar al fútbol o a otros deportes tradicionalmente vinculados al género masculino. Sin embargo, si nuestro hijo quiere disfrazarse de princesa, llevar tutú, pintarse las uñas o comprarse una sudadera rosa… ¡Ay!

R. Claro, porque la masculinidad tiene muchos más privilegios que perder. ¿Por qué la sociedad no acepta que un niño se salga de lo que es la masculinidad? Porque está hecha para perpetuar ese sistema de géneros y de roles. Con lo cual se castiga más a un niño que se viste de princesa o que se pinta las uñas que a una niña que se pone ropa “de chico”. Pero oye, también nos ha costado a nosotras nuestra lucha poder llevar pantalones, pero llevamos 300 años de feminismo y bastante hemos avanzado en la deconstrucción de nuestra feminidad y de nuestro género. El problema es que el género de los chicos sigue intocable, no se puede cambiar, porque es un tema de privilegios y de poder. En el momento en el que los niños se puedan comportar como las niñas, que niños y niñas sean completamente libres, y que las personas adultas rompamos con el género, se acabaron los privilegios. Y eso a muchos les cuesta aceptarlo.

P. ¿Ves ese objetivo de abolición del género viable hoy en día?

R. Por supuesto, pero hay que hacer mucha pedagogía. Si yo no creyera que la agenda feminista se puede cumplir, no estaría aquí hablando contigo de estos temas. Hay una cosa fundamental que dice Andrea Dworkin, que el movimiento feminista no es reformista, sino revolucionario. Aquí no venimos a cambiar cuatro cositas, sino que el objetivo es cambiar el sistema. Y sí, creo que se puede abolir el género.

P. Mientras llega esa sociedad sin género que señalas como objetivo del movimiento feminista, ¿qué valores dirías que son importantes que transmitamos desde casa para educar en el feminismo a nuestras hijas y, fundamentalmente, a nuestros hijos?

R. Es importante educar en la empatía, la generosidad, la asertividad, el saber escuchar, el respeto a niñas y mujeres. También poner ejemplos de niñas y mujeres referentes. Y, sobre todo, evitar las desigualdades: no hay juguetes de niños y de niñas, no hay ropa de niños y de niñas, no hay nada que sea de niños o de niñas. Eso lo tenemos que tener súper claro. Solo si rompemos con todas esas desigualdades los niños serán libres.

P. Como explicas en el primer capítulo del libro, educar a nuestros hijos en el feminismo no solo tiene beneficios para las mujeres, sino también para los niños, hombres y el conjunto de la sociedad. ¿Qué beneficios destacarías en ese sentido?

Hay una lista brutal, pero si pensamos en los hombres, te puedo dar datos que reflejan que el feminismo es bueno también para vosotros. De hecho, dedico un epígrafe en el libro que he titulado “hombres contra ellos mismos”.

P. Quiero escuchar esos datos.

R. Para que te hagas una idea, los hombres tenéis el doble de riesgo de sufrir lesiones medulares que las mujeres, tenéis tres veces más probabilidades de suicidaros, cuatro veces más de ser personas sin hogar; según la DGT sois más arriesgados al volante, sufrís más accidentes y estos son más graves que los que ocasionamos las mujeres. También tenéis más posibilidades de consumir drogas. En 2019 el 86% de los ahogados durante el verano en espacios acuáticos no vigilados fueron hombres. El 92% de los presos de nuestro país son hombres, el 62% de los homicidios son de hombres a manos de otros hombres, el 89% de los delitos homicidas son perpetrados por hombres… Y así podría seguir hasta el infinito.

P. Son demoledores los datos.

R. Obviamente el movimiento feminista vela por nosotras, las mujeres, que tenemos mucho que perder, pero es que vosotros también estáis perdiendo mucho por el camino por culpa de la construcción del género. Todo esto ocurre por cómo os construyen a los hombres: tenéis que ser más arriesgados, más valientes, emocionalmente inaccesibles, etc. Sé que esta no es la forma de convenceros, pero desde luego es un argumento para derribar la masculinidad y abolir el género.

P. Muchas veces, sin querer, como decías antes, somos los propios padres, y hablo en masculino, los que transmitimos estos valores machistas del género masculino a nuestros hijos varones. ¿Qué les dirías a los padres para que cambien el chip y piensen en esto cuando ejercen como tales?

R. Lo fundamental es que os miréis a vosotros mismos, hagáis autocrítica e identifiquéis aquellos rasgos de la masculinidad que estáis trasladando a vuestros hijos. Al final, por ejemplo, si vosotros no sois responsables de los trabajos domésticos y de los cuidados, ellos van a aprender que los hombres no se responsabilizan de estos temas y lo van a seguir perpetuando generación tras generación.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/02/27/mamas_papas/1582815100_655532.html

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