Entrevista/12 Marzo 2020/Autor y fuente: semana.com
Líderes por la Educación, habló sobre los retos del sector y de cómo la experiencia francesa se puede aplicar en Colombia.
La escuela de la confianza resume lo que está pasando en Francia en materia de educación. Esta apuesta, impulsada por el presidente Emmanuel Macron y liderada por su ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, promueve un círculo virtuoso de la confianza dentro del sistema educativo, que involucra a los docentes, los estudiantes y la sociedad en general.
Este novedoso modelo plantea una serie de retos como recuperar el prestigio del maestro, y que los estudiantes comprendan la necesidad de la formación y de los docentes para su desarrollo en la vida colectiva y profesional.
Así lo resume Blanquer, quien en diálogo con Semana Educación evidenció la necesidad del renacimiento de la educación no solo en Francia, sino también en el mundo entero, anticipando algo de lo que traerá su país como invitado especial a la Cumbre de Líderes por la Educación, que se realizará en septiembre próximo.
SEMANA EDUCACIÓN: ¿Por qué apostar por la confianza y no por la formación educativa?
Jean-Michel Blanquer: Porque hay que empezar con el espíritu, enfrentando el primer reto de la educación en cuanto a su relación con la sociedad. Es necesario crear una sociedad de confianza y, por tanto, debemos caminar hacia una escuela de la confianza. Lógicamente, necesitamos mirar la formación, empezando por la de los docentes y entendiéndola como el primer factor del éxito de un sistema educativo. Por eso en Francia adelantamos una reforma en la formación de maestros para que ellos se beneficien de la excelencia científica.
S. E.: En los últimos años ser docente ha perdido su valor, ¿por qué?
J. m. b.: Hay distintas razones. Una es la evolución de nuestra sociedad como sociedad del conocimiento. Es paradójico, pero con la revolución de internet el conocimiento tiene un estatus distinto. Antes, el conocimiento era una materia rara que se debía buscar en bibliotecas; ahora todo el mundo puede tenerlo. Eso ha cambiado el papel del maestro en un sentido negativo, pues ya no tiene su monopolio. Y un segundo factor es que, con la masificación del conocimiento, hay más alumnos y más maestros, lo que dificulta pagarles bien y asegurarse de que tienen un buen nivel de formación.Pero no todo es malo. El principal reto en esta era es reconocer cuál es la información pertinente; y aquí se abre una oportunidad para el docente, pues es él quien puede guiar al niño para tener lucidez y espíritu de lógica en medio de este bombardeo de información.
S. E.: ¿Pero los maestros sí se están formando para asumir estos retos?
J. m. b.: En Francia nuestro sistema no es perfecto; por eso, estamos adelantando una reforma. Los dos pilares de la reforma son excelencia académica y pragmatismo, y todo empieza por la formación. Para llegar a esto, proponemos alcanzar la excelencia en la gobernanza de cada una de las escuelas e institutos, contando con maestros altamente calificados para ello. Además, buscamos brindar los saberes fundamentales para que los docentes puedan garantizar una enseñanza adecuada. Por ejemplo, hemos visto personas que se formaban en diez horas para enseñar técnicas de lectura, cuando para esto se requiere como mínimo 100 horas. Por ende es necesario garantizarle un tiempo adecuado de formación al futuro docente. Finalmente, también hay que asegurar que quienes instruyen a los futuros docentes sean personas que siguen ejerciendo la profesión, con el objetivo de que compartan su experiencia y excelencia.
S. E.: Ustedes también están liderando una política de formación enfocada en la primera infancia. ¿Se puede considerar esta la piedra angular de un sistema educativo?
J. m. b.: Sí y esa es una de mis prioridades. Tenemos el objetivo de que el ciento por ciento de los niños que salgan de la escuela primaria lo hagan con saberes fundamentales. Hoy, alrededor del 20 por ciento de los alumnos que concluyen esta etapa de formación lo hacen con conocimientos muy frágiles. Por eso, es necesario empezar a dar mucho más dinamismo pedagógico a la escuela primaria, a la que llamamos escuela maternal.
S. E.: Eso implica el inicio de la formación académica a los 3 años. ¿Qué pasa a esa edad para que sea el foco de la educación primaria?
J. m. b.: Sabemos de manera muy documentada que muchas cosas se juegan durante los primeros años de la vida. Por tanto, si queremos dar todas las fuentes de conocimiento a los niños, debemos poner mucha atención en lo que está pasando en ese momento de la vida. Comenzar la formación preescolar a los 3 años ayudaría a combatir retrasos que pueden existir debido a las circunstancias familiares y sociales; se ha demostrado que un niño que entra a la escuela a esa edad puede tener cuatro veces más vocabulario que otro que se forma años más adelante. Así que la escuela puede dar a esta edad muchas cosas a través del juego, de la música, de cosas que son agradables para el niño y que favorecen su confianza en sí mismo y que también le ayudan a prepararse para su ingreso a la escuela complementaria.
S. E.: ¿Y qué pasa con la adolescencia? Una etapa que, de alguna manera, ha tenido un vacío en el acompañamiento académico…
J. M. B.: En cualquier sociedad se necesita pensar lo que pasa con el niño cuando empieza a ser un adolescente, y en nuestra sociedad existe el riesgo de olvidar este desarrollo. Cuando esto pasa, la persona está expuesta a rituales espontáneos que lo llevan en malas direcciones, como la droga, el fundamentalismo religioso, lógicas colectivas negativas que los atraen, y esto ocurre cuando la escuela no propone algo positivo. El sistema educativo está llamado a proponer proyectos positivos que lleven al adolescente a querer ir más allá de él mismo, tener un ideal, para que exista menos individualismo y más espíritu colectivo en la etapa escolar. En Francia, por ejemplo, planteamos proyectos de vida asociativa, de cuidado del medioambiente, o aprendizaje de seguridad civil, con actividades interesantes para que su tiempo libre sea un tiempo productivo.
S. E.: ¿Cómo ve usted el panorama de la educación en Colombia?
J. M. B.: Creo que Colombia tiene una tradición fuerte en materia de educación. Hay una historia muy rica en este sentido, y una visión que se puede comparar con la de Francia en cuanto a la importancia de la educación para la ciudadanía. Es evidente que las dificultades de la educación tienen algo que ver con las dificultades sociales y las grandes diferencias que existen en el territorio. Me parece que en el caso de Colombia hay que prestar una atención muy particular a las áreas rurales para que aprovechen y accedan a la misma calidad que en el sector urbano; y todo eso pasa, no solo en Colombia, sino también en otros países, por la calidad de la formación de los maestros y un buen estatus para ellos.
S. E.: Pero ¿qué hacer en el país para que regrese la confianza en el sistema educativo, por parte de estudiantes, maestros y en sí de la sociedad?
J. M. B.: Eso es un gran desafío para muchos sistemas escolares. Muy a menudo hay desconfianza hacia las instituciones, y creo que esta se debe, en gran parte, al desprestigio que tienen los maestros. No se sienten amados por la sociedad. Pero es responsabilidad de los Gobiernos y de la sociedad demostrar esta atención y devolverles el prestigio. Debemos crear un ambiente en el que los profesores se sientan con la responsabilidad de formar a la ciudadanía y proponer reformas que los involucren en las decisiones que tocan su vida profesional. Así que, para mí, la solución está en alcanzar una construcción de proyectos educativos que estén al nivel de cada escuela. Que cada establecimiento tenga su propio proyecto educativo, coherente con el proyecto nacional, y que sea producto de un encuentro colectivo de maestros; y no como lo estamos haciendo ahora, luchando individualmente y aislando al profesorado.
Fuente e imagen tomadas de: https://www.semana.com/educacion/articulo/es-necesario-darle-al-maestro-el-protagonismo-que-merece-ministro-de-educacion-de-francia/655979