Por: Sergio Martínez Dunstan
«Como bien se sabe, el cierre de las escuelas trajo consigo la necesidad de implementar otras modalidades educativas dada la imposibilidad de seguir haciéndolo de manera presencial…»
Es muy complicado hablar en estos momentos de un escenario poscoronavírico en la educación. Existen pocos indicios para considerar que la emergencia sanitaria finalice en el corto plazo. El panorama es aún mas incierto considerando la aparición de la variante ómicron. Hoy en día, otras pandemias persisten a pesar del tiempo transcurrido desde su aparición. Por ejemplo el SIDA, el ébola o la influenza. En 2003 apareció el SARS y a fines del 2019 el COVID – 19. Este último, ha representado un desafío de proporciones mayúsculas para la educación que ha marcado un antes y un después. Ha afectado con mayor severidad a quienes provienen de entornos desfavorecidos, acentuó las inequidades, ha puesto en jaque a la inclusión, agravó el abandono escolar entre otras consecuencias. Por estas razones, resulta conveniente analizar el trabajo de los docentes bajo las circunstancias actuales.
El periodo lectivo próximo pasado concluyó al finalizar el onceavo mes del año mientras que el que transcurre dio inicio al día siguiente según consta en el Oficio No. DGAIR-DGDC/391/2021 a través de cual se regulan las acciones para la conclusión del ciclo escolar 2020-2021 en educación básica. Dadas las circunstancias, los maestros tendrán que tomar una gran decisión a la luz del comunicado oficial referido. En el numeral segundo se establece: “El periodo extraordinario de recuperación concluye el 30 de noviembre y la implementación del plan de atención para todos los educandos podrá extenderse durante el ciclo escolar 2021 – 2022 de conformidad con los numerales Cuarto del Acuerdo Número 16/06/21 y Primero, fracción II del Acuerdo Número 23/08/21”.
Siendo así, lo profesores se colocan ante dos alternativas:
Primera. Continuar con el periodo de recuperación. Con ello, se avalaría en los hechos la pérdida de aprendizajes a consecuencia del confinamiento impuesto a la población a lo largo de diecisiete meses. Como bien se sabe, el cierre de las escuelas trajo consigo la necesidad de implementar otras modalidades educativas dada la imposibilidad de seguir haciéndolo de manera presencial porque está en riesgo la salud de la población escolar. Siendo así, el enorme rezago educativo se le endosaría al magisterio.
Segunda. Iniciar formalmente el grado que actualmente imparte. De esta manera, se haría frente a un extraordinario desafío de dimensiones mayúsculas para el trabajo docente en el aula. Esto es, lograr los aprendizajes esperados correspondientes a tres periodos curriculares en dos periodos de evaluación. Es sumamente difícil de alcanzarlo. Para lo cual, se requiere, seleccionar una parte del conjunto total de aprendizajes esperados del grado respectivo de acuerdo con los programas de estudio.
En aras de priorizar los aprendizajes más importantes, de esta segunda alternativa a su vez, se vislumbran dos maneras de hacerlo.
- Recurrir a su experiencia y considerar los resultados de la valoración diagnóstica. Sería muy apropiada a los conocimientos previos de sus alumnos aunque debiera sustentarlo pedagógicamente. O, en dado caso,
- Tomar en cuenta el eventual programa de estudios surgido del modelo emergente aún en ciernes, el de la nueva escuela mexicana, a la que la SEP le ha llamado Aprendizajes Fundamentales Imprescindibles (AFI). Tendría la ventaja de apegarse a los lineamientos oficialmente establecidos evitándose con ello una posible justificación. Aunque estaría, en contraparte, menos relacionado con los antecedentes académicos de los estudiantes. Además, se acotaría a sólo dos componentes curriculares: Lenguaje y comunicación, Lengua Materna Español así como el pensamiento matemático y las matemáticas según el nivel educativo y grado de estudios. Tendría que hacerse algo similar para el resto de los componentes curriculares y las áreas de desarrollo personal y social del modelo emergente.
El modelo educativo emergente retoma, de los aprendizajes clave para la educación integral, los campos de formación académica y las áreas de desarrollo personal y social — mismos objetivos curriculares y horas lectivas para todos los alumnos a nivel nacional. Por otra parte, la atención a la diversidad y a las necesidades e intereses individuales se proyecta en los ámbitos de autonomía curricular con la obligación de que los colectivos implementaran clubes escolares aunque al final de cuentas quedó en la flexibilidad de llevarlo a cabo sin que impacten en la acreditación, promoción y certificación, es decir sin que se reflejaran en las boletas de evaluación. Adicionalmente, se incorporan nuevas temáticas como la activación física, el fortalecimiento de la formación cívica y ética así como vida saludable. Las adecuaciones representan la armonización de una transición y flexibilidad que facilite la renovación curricular. El modelo educativo emergente se plasma en buena medida en las normas de evaluación establecidas en el Acuerdo Número 11/03/19. Mientras que la currícula eventual nace de la necesidad de priorizar los aprendizajes esperados del modelo educativo emergente. Esta complejidad técnica conlleva a hallar la relación entre los aprendizajes clave (concretados en los rasgos del perfil), los aprendizajes esperados (unidad mínima curricular para ser enseñada y evaluada) y los aprendizajes fundamentales imprescindibles. No es un asunto menor sino todo lo contrario. Seguirá siendo toda una odisea en tanto brille por su ausencia el modelo educativo de la nueva escuela mexicana.
De las dos alternativas mencionadas (continuar con el período de recuperación o iniciar formalmente el grado que actualmente imparte), percibo una tercera vía caracterizada por la improvisación, las ocurrencias, la simulación, la irresponsabilidad. Y también veo con gran optimismo y esperanza que esta opción no es la más socorrida por los maestros. Si no que andan en la búsqueda de desenredar el nudo gordiano que le han impuesto. Hace falta humildad de las autoridades educativas para reconocerlo, enaltecerlo, estimularlo. No sólo palabras huecas para ponderar la reforma educativa actual poniendo obstáculos. Sería un gran paso, en los hechos, hacia la revalorización de los maestros y el trabajo docente. Ojalá que sea humildad si no es que también pudiera ser una visión obtusa.
Carpe diem quam minimun credula postero
Fuente de la información: https://profelandia.com