El refrán “una imagen vale más que mil palabras” puede aplicarse también a los dibujos de los más pequeños. Un dibujo puede evocar más de mil palabras y emociones. Las imágenes hablan y los dibujos también lo hacen. En un mundo en el que muchas veces los mayores hablan en nombre de los más pequeños, o en el que éstos todavía no tienen suficientes herramientas para expresar la complejidad de sus emociones, existen técnicas que ayudan a descifrar los sentimientos. Núria Casanovas, psicóloga especializada en infancia y familia, dedica su carrera a analizar e interpretar los dibujos de los niños. De hecho, también ha escrito un libro que funciona como pequeña guía de iniciación a esta rama de la psicología.
Habitualmente, los más pequeños cargan también con las consecuencias de los actos de los adultos, y muchas veces no somos conscientes de cómo pueden afectarles. En Ucrania, la guerra se inició hace ya casi dos años. Un conflicto armado que, de momento y según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se ha cobrado miles de vidas (hay 24.900 víctimas civiles registradas), ha causado una destrucción incalculable y ha dejado casi 18 millones de personas en situación de necesitar ayuda humanitaria.
Si estas cifras no fueran suficientemente abrumadoras podríamos añadir que, en la actualidad, hay 1.060 ataques verificados contra estructuras sanitarias, que el 30% de los puestos de trabajo anteriores a la guerra han sido suprimidos y que casi 10 millones de personas, incluidos 7,8 millones de niños, corren el riesgo de sufrir un trastorno de estrés post-traumático agudo.
Hemos tenido acceso a los dibujos de niños de distintas edades, residentes en Kiev, de antes y durante la guerra. Sus historias son distintas, pero comparten un rasgo común: están viviendo su niñez en guerra. En Kiev, las alarmas antiaéreas suenan a diario y forman parte de la banda sonora del día a día. Cuando saltan las alarmas se evacuan los centros comerciales de grandes superficies y los edificios administrativos, y los maestros llevan —obligatoriamente, en cumplimiento de la normativa— a los niños a los refugios del sótano de las escuelas, para resguardarse. Allí siguen con las clases hasta que suena la alarma de cierre, que indica el fin del peligro.
Estos niños, que no han abandonado Kiev en ningún momento, han vivido la guerra desde su inicio. Durante los primeros meses del conflicto no asistían a clase, porque las escuelas funcionaban como refugios para desplazados internos de las zonas más afectadas. Han vivido ataques aéreos, bombardeos masivos y las consecuencias de la destrucción de instalaciones eléctricas, que les dejaron sin luz, sin agua y sin calefacción.
Según Núria Casanovas, la guerra puede afectar a los niños a todos los niveles: emocional, neurológico o de relación con los demás, porque los lleva a vivir situaciones en las que pierden la sensación de protección y confianza, hecho que también puede influir en su aprendizaje.
“El cuerpo, a veces, prioriza la supervivencia, y por eso debe dedicar mucha energía a digerir y a gestionar el estrés vivido”, argumenta la psicóloga. “Esto interfiere en los procesos de aprendizaje y en las capacidades cognitivas; las situaciones traumáticas incluso pueden crear disociación”.
Pero, como todo, la situación de guerra puede afectar de forma diferente a cada niño, ya que son muchas las variables que hay que tener en cuenta, como el apoyo familiar, las capacidades en el ámbito de la inteligencia, los recursos emocionales o la historia precedente, alerta la psicóloga. “Sin embargo, lo que sí se observa a veces es que, a corto plazo, los niños pequeños parecen sufrir menos la guerra porque son más resilientes y en muchos casos siguen haciendo vida normal”. “Las consecuencias de estas situaciones traumáticas vividas en la primera infancia pueden convertirse en un factor de dificultad emocional a largo plazo, si no se trabaja posteriormente”. Es importante que los niños estén acompañados de profesionales para que, en un futuro, no sufran estas consecuencias. En este sentido, es necesario trabajar estos duelos, igual que la sensación de seguridad o de protección. En otros casos, también es necesario trabajar los traumas creados por la guerra, y éstos sí requieren profesionales especializados. No debe ser un tratamiento inmediato, porque hay niños que tienen una capacidad de resiliencia muy fuerte e incluso, con el apoyo del padre, de la madre o de la escuela, logran salir adelante.
Tal y como explica Casanovas, a pesar de que algunos niños son muy resilientes, los adultos pueden transmitirles la sensación de estrés. “Aunque no estén en la zona caliente de la guerra ni vean directamente una bomba, sí sienten ese estrés de su entorno, que les hace experimentar una sensación de sufrimiento”. “El niño lo vive de forma indirecta”.
Para poder ayudar a los niños a canalizar una situación como la guerra, Núria Casanovas explica que lo primero es detectar cómo les está afectando. Añade que, en edades en las que todavía no saben expresarse tan bien como quisieran, el análisis de los dibujos es una buena herramienta para conocer el estado de salud mental del niño o la niña.
El primer dibujo es el de Varia, de 4 años. Después de analizarlo, Núria concluye que el tipo de gotas que hace denotan que es un niño muy sensible, muy emocional. La lluvia aparece en la esquina derecha, lo que significa que Varia se proyecta en el futuro; “significa que la solución para este niño, cuando se sienta mal o se estrese, será pensar en qué le irá bien en el futuro, pues eso le ayudará a sentirse mejor”, argumenta la psicóloga. “El otro dibujo, el de la casa, es positivo porque el sol está dibujado a la izquierda, y esto normalmente nos habla de resiliencia; al mismo tiempo, el tipo de casa que dibuja significa que mantiene mucha fuerza interior, por su temperamento, a pesar de los tiempos difíciles que le ha tocado vivir”.
Como podemos ver, el dibujo de la casa que ha hecho Violetta es parecido al de Varia, lo que denota mucha fuerza y mucha resiliencia. “Además, la puerta —que tiene mucha presencia en la casa— habla de una buena capacidad de comunicación y de interacción con los demás”.
Violetta, por el contrario, no dibuja ningún paraguas para protegerse de la lluvia, y “esto indica que necesita algún recurso para hacer frente al estrés como, por ejemplo, relajarse o aprender a manejar sus pensamientos. Asimismo, esta proyección de la figura humana bajo la lluvia en el lado derecho de la hoja indica que presenta una tendencia a pensar en el futuro como recurso para sentirse mejor ante situaciones estresantes”.
El siguiente dibujo, el de David, de 5 años, evidencia algo de malestar emocional. “Ya vemos que la figura humana está dibujada más con cuchillos. Esto habla más de una tensión a nivel emocional que está expresada desde el dibujo”. Las manos —que hablan de la relación con la familia— son rojas y están apretadas; por tanto, pueden expresar que hay tensión a nivel familiar o que los padres están más tensos”.
En el dibujo de abajo, el árbol de la derecha, que es muy grande, muestra una necesidad de apoyarse en la madre. Al mismo tiempo, tiene las orejas muy grandes, lo que indica que es un niño muy sensible a lo que siente, y por tanto, hay que decirle las cosas de una manera muy positiva. Al mismo tiempo, Casanovas señala que quizás se debería evitar decirle cosas que pretenden los mayores o cosas que le puedan preocupar demasiado.
Igual que el dibujo de David, el de Zlata denota una necesidad de la figura materna, que se representa mediante el árbol grande a la izquierda. La casa tiene una ventana en la parte de arriba, el tejado y la redonda, que está vinculada a una necesidad de conciencia. “Por tanto, Zlata necesita ser muy consciente del porqué de las cosas y de qué puede hacer y qué no. Sin embargo, dibuja la puerta alejada del suelo, y eso significa que siente que necesita protección”.
En la parte inferior del dibujo destaca un arco iris sobre la figura humana, y eso es un signo de transformación. “Este niño está viendo que las cosas están cambiando hacia mejor”.
En el dibujo de Zoriana destaca una hierba muy larga, tan alta como las piernas, y eso significa que proyecta su necesidad de sentir ternura y mucho positivismo en la comunicación. La figura de abajo aguanta una especie de globo, que denota la necesidad de control, es decir, sería interesante dejar que esta niña decida cosas, para evitar que sienta esa impotencia. “El globo también hace referencia a la necesidad de reencontrar a la niña interior; indica que Zoriana tiene la necesidad de preservar esta vida de niña, que juega a pesar de lo seria que es la situación que la rodea”.
El dibujo de Orest es bastante positivo, pues la figura humana es más grande que la casa. A la derecha del tejado hay dos líneas; una de ellas, distorsionada, puede indicar que el niño siente que se está fragilizando la protección. Normalmente, el lado derecho se vincula al padre, de modo que una posibilidad es que Orest sienta una potencial desprotección por parte del padre; puede que porque se haya ido a la guerra, o bien porque tema que deba marcharse en un futuro. Dibujar un árbol a cada lado de la casa explica que está desarrollando los recursos necesarios para sentirse más protegido.
El otro dibujo de esta figura humana con la cabeza y los pies amarillos bajo la lluvia es interesante, porque contiene un muy buen paraguas, y por tanto, indica que Orest tiene la capacidad de poner en acción cosas con las que se siente protegido. Sí habría que destacar una nube, que denota la sensación del niño de “que todo me pasa a mí, todo dentro de mí se cae. También debe remarcarse que sus recursos son eficaces y el hecho de que el personaje no tenga cabello, indica que la situación que vive está afectando su autoestima”. También vemos que dibuja el sol a la derecha, junto a la nube. Esto significa que a pesar de la presencia de dificultades y el estrés que pueda estar viviendo, también es capaz de ver que hay cosas positivas.
Por último, en el dibujo de Rita, de 5 años, destaca la falta de recursos: “la persona bajo la lluvia no tiene paraguas, y aunque parece una niña contenta y sensible —por las pestañas y ojos rosas que dibuja—, esta falta de herramienta de protección en el dibujo denota una necesidad de recursos para aferrarse a una situación difícil en la vida real”.
“En el dibujo del árbol destaca —por el tipo de copa y las tachaduras— que quizás sufre preocupaciones a nivel mental, ya que la copa está vinculada al nivel mental de la persona”. “La casa también es rosa, igual que la cara de abajo, por tanto, a pesar de las preocupaciones y tensiones, hay un aspecto dulce que es importante y eso sería positivo”, concluye la psicóloga.
“En estos dibujos, uno de los aspectos importantes en las representaciones de personas bajo la lluvia es ver si llevan o no paraguas. La mayoría de los personajes no lo llevan, o es poco funcional, y esto sugiere que los personajes no se acaban de sentir bien protegidos”. “Esto significa que son niños que no tienen recursos o defensas para protegerse de situaciones de dificultad”.
“Si son niños de la guerra, pese a su capacidad, han tenido una situación de la que no han podido escapar: están afectados sí o sí por situaciones estresantes”.
Sin embargo, Casanovas señala que los dibujos son bastante positivos, quizás por la zona donde residen estos niños. La psicóloga enfatiza que hizo un análisis de diferentes dibujos de niños provenientes de Ucrania que contaban con la ayuda de la Cruz Roja aquí, en Cataluña, y que “esos dibujos canalizaban situaciones extremadamente traumáticas”. “Se veían niños rotos, gente con sangre, gente muerta, cadáveres y metralletas. Y entonces es cuando el dibujo permite encauzar lo que a veces el niño no explica, porque no quiere o no puede”.
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