Lamenta que en ‘México sólo se quiere generar trabajadores’
Ramón, el niño que estudiaba la tabla química a los cuatros años, es uno de los menores ‘sobredotados’ en Jalisco
Guadalajara| 15/abr/2016 EL TEMA INFORMADOR P. Franco
La brecha que segregó intelectualmente a Juan Ramón Márquez Muñoz se trazó desde su etapa en la educación elemental. Platicaba con su mamá sobre los “bebés” con quienes compartía salón en el jardín de niños. “Ellos contaban hasta 10, pero mi hijo ya contaba cifras de cuatro”, recuerda Mónica Muñoz, quien compraba la tabla periódica de los elementos para que su hijo investigara la composición de los gases nobles cuando él tenía sólo cuatro años de edad.
Juan Ramón terminó el kínder con una atención especial de su maestra Liliana Romero, quien lo consideró un reto profesional; incluso trabajaba aparte, pues él “se aburría” en la clase habitual. “Otra maestra simplemente hubiera ‘aventado la bolita’”.
Los problemas comenzaron en la primaria, la Urbana 867. “Me decían: ‘El niño es bien inteligente y eso nadie se lo quita, pero reta a los maestros… los corrige’”.
Pese a las fricciones constantes con el cuerpo docente, Juan Ramón terminó la primaria. Cuando estaba en sexto grado, su profesora del preescolar contactó a Mónica para indicarle de un club para niños de altas capacidades. Allí se enteró del “terreno que pisaban”: su hijo, de 12 años, ya tenía un coeficiente intelectual de entre 149 y 153 puntos. La sobrecapacidad intelectual se mide a partir de los 130, según la Organización Mundial de la Salud.
“Mis primeros incidentes fueron con el juego de Basta. En tercero de primaria, dije un país de Medio Oriente que se llama Bután. No es muy conocido. La maestra me respondió: ‘Eso no existe’. Al día siguiente imprimí una hoja y se la enseñé. ‘Vete a tu lugar’, me dijo”, recuerda Juan Ramón.
Ya con el diagnóstico inició la secundaria. Pese a que su mamá argumentó su condición “especial”, el menor recibió reprimendas constantes. Su intención de ser parte activa de las clases, y el tratar de acercarlas un poco a su nivel, le jugaron en contra. Cursaba el segundo grado de la Secundaria Mixta 27 cuando los directivos decidieron expulsarlo.
“Diario nos mandaban llamar. Hicimos que el niño se disculpara”, subraya Mónica. “Aun así, el director dijo: ‘De todos modos el niño se va a su casa’”. Buscaron asistencia en la Secretaría de Educación, y la obtuvieron. Juan Ramón continuó en la Secundaria 78, pero dos meses después sucedió lo mismo, por las mismas razones. Profesores y alumnos incluso reunieron firmas para lograr que el niño saliera de la escuela.
Tras las consecuencias, la Secretaria lo integró a un programa de “Escuela a distancia”, donde trabaja en proyectos periódicos, aunque Mónica duda que realmente esté en un padrón escolar. Hoy, el joven “genio”, de 14 años, trabaja haciendo crepas en una cafetería. Aprovecha el tiempo que no está en la escuela mientras busca oportunidades para salir del país y trabajar en Google: su anhelo.
“No hay escuelas especiales en el país porque realmente en México lo único que quieren es generar trabajadores. México es un país que genera clase obrera”, reflexiona el adolescente. Su madre, por otro lado, pretende que las autoridades educativas atiendan esa minoría de niños “sobredotados”.
“Estamos solos. Muchas mamás me dicen lo mismo. Como es una minoría, seguro aceptan: ‘¿Cómo voy a hacer una escuela para la minoría?’”.
Fuente de la noticia: http://www.informador.com.mx/jalisco/2016/655996/6/lo-expulsan-por-ser-un-genio-en-secundaria.htm
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