Cuotas escolares: entre la gratuidad y el abandono.

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz

El Artículo Tercero Constitucional establece que uno de los rasgos fundamentales de la educación mexicana es la gratuidad. Asimismo, en el artículo sexto de las disposiciones generales de la Ley General de Educación, se determina la prohibición del pago de cualquier contraprestación que impida o condicione la prestación del servicio educativo a los niños y jóvenes. De esta forma, la inscripción, el acceso a la escuela, la realización de trámites o el otorgamiento de algún beneficio, no pueden estar condicionados al pago de alguna cuota, buscando así propiciar un trato igualitario para los alumnos. No obstante lo anterior, la Ley General de Educación no niega o prohíbe la existencia de las cuotas escolares, sino que les otorga el carácter de voluntarias y, por ende, intrascendentes para el goce del derecho a la educación.

Fue en el año 2013 cuando en el Senado de la República se abordó el tema de las cuotas escolares para hacer posteriormente una modificación al artículo mencionado de la Ley General de Educación. En la argumentación de los legisladores, se destacaba que las aportaciones voluntarias ascendieron, en 2010, a más de 6 mil 380 millones de pesos, lo que representaba un promedio de 690 pesos en casi la totalidad de las escuelas en contexto favorable. Ante tales cifras tan exorbitantes, vale la pena preguntarse: ¿qué está haciendo o dejando de hacer la autoridad educativa para que la operación de las escuelas requiera aportaciones con un monto de tales dimensiones? ¿son tales cifras un reflejo del deseo por maestros, directivos o asociaciones de padres de familia por lucrar con el derecho educativo o son consecuencia de los múltiples obstáculos en el funcionamiento normal de las escuelas del país?

La situación de infraestructura física de las escuelas mexicanas representa un caldo propicio para que las cuotas escolares proliferen. “El hecho es que ante la insuficiencia de recursos, los padres de familia tienen que aportar al gasto corriente para mantener la escuela de sus hijos en condiciones funcionales” (López, 2005, p. 249). Son los padres, en muchos casos, quienes se niegan a ver con indiferencia las carencias en los planteles escolares, no así quienes por ley deberían estar obligados a evitar esta situación. Las dolorosas e indignantes estadísticas de la situación física de las escuelas a las que asisten sus hijos sin duda pueden conmover a más de un padre de familia, para ello, una pequeña muestra: según el INEE (2018), “sólo una tercera parte de las primarias públicas tiene al menos una computadora para uso educativo” (p. 140), “uno de cada 10 preescolares y primarias no dispone de un sanitario en su inmueble” (p. 136) y “en alrededor de cuatro de cada 10 escuelas existe al menos un aula que requiere mantenimiento, pues presenta goteras o filtraciones de agua, o bien tiene fisuras o cuarteaduras graves en techos, muros o pisos” (p. 136).  Ante estos ejemplos de abandono, las cuotas escolares encuentran eco entre los padres de familia, quienes quizá por injusticia o por sentido de colaboración, terminan por asumir voluntariamente gastos que en realidad le corresponderían a otros cubrir.

Cabe decir también que la existencia de cuotas escolares, aunque sean voluntarias, son un factor que aumenta la de por sí alarmante desigualdad que impera en el panorama educativo mexicano. Sobra mencionar, como es lógico, que serán los padres en contextos socioeconómicos favorables los que mayores aportaciones económicas puedan hacer en beneficio de la escuela, situando así en desventaja a aquellas que se encuentran en entornos desfavorables. De este modo, se abona a uno de los principios más lastimosos del servicio educativo mexicana: dar las mejores experiencias educativas a quienes están mejor acomodados y dar las peores a quienes se encuentran en situaciones de mayor desventaja, perpetuando e incrementando así las diferencias sociales.

Así pues, se puede concluir en una situación contradictoria con respecto a las cuotas escolares: es inadmisible que sean utilizadas como pretexto para acceder al derecho a la educación, sin embargo, bajo las lamentables condiciones de infraestructura física que imperan a lo largo de la geografía nacional, su presencia en muchos casos, siempre y cuando sea voluntaria, se escuda en superar precisamente aquellos obstáculos que impiden que las escuelas operen con normalidad. A pesar del mañoso discurso que manejan las autoridades, en los que se presentan prácticamente como delincuentes a directivos escolares o asociaciones de padres de familia, cabe decir que el tema de las cuotas escolares no debería ser visto como un motivo de enfrentamiento entre la escuela y los padres de familia. La escuela se encuentra entre la espada (las condiciones para su operatividad) y la pared (la gratuidad). En todo caso, la existencia (y la necesidad) de cuotas escolares voluntarias debería ser un motivo de reclamo de los padres de familia hacia las autoridades que han propiciado que muchas escuelas estén en auténtico estado de abandono. No son los maestros, los directivos o las asociaciones de padres de familia quienes han provocado que existan escuelas con techos de cartón o sin sanitarios para los alumnos, como la misma estadística oficial lo puede confirmar.

Dentro de su ámbito de gestión, las escuelas deben buscar los medios para hacer viable su buen funcionamiento, aunque cabe aclarar que, de ninguna manera, el cobro de cuotas obligatorias debe ser una opción a considerar, pues es un atentado grave contra la gratuidad del derecho educativo. Las cuotas escolares, sean voluntarias o no, tampoco deben ser vistas como un remplazo de aquello que la capacidad de gestión de la escuela y, sobre todo de la parte directiva, debería lograr. No deben ser, en suma, un motivo para la exclusión de un solo alumno ni un medio exclusivo para la operatividad del plantel. Por otra parte, en vez de discursos condenatorios sobre las aportaciones económicas de los padres de familia a la escuela, la mejor manera que tienen los actores políticos para inhibir las cuotas escolares es procurar, como no lo han hecho hasta hoy, que ninguna escuela tenga carencias tan indignantes que ya no sólo les impidan ser espacios aptos para aprender, sino para estar seguros o, increíblemente, para satisfacer necesidades fisiológicas.  Como se observa, responder si son válidas o no las cuotas escolares voluntarias no cabe en un simple “sí” o “no”.

REFERENCIAS

DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Disponible en: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/htm/1.htm

DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN. Ley General de Educación. México: autor, 1993.

INEE. La Educación obligatoria en México. Informe 2018. México: autor, 2018.

LÓPEZ, Adolfo, et al. El sostenimiento de la educación en México. México: UAEM, 2005.

SENADO DE LA REPÚBLICA. Boletín 1516: Prohíbe Senado cuotas en escuelas públicas. Disponible en: http://comunicacion.senado.gob.mx/index.php/periodo-ordinario/boletines/6795-boletin-1516-prohibe-senado-cuotas-en-escuelas-publicas.html (consultado el 15 de febrero de 2019

Fuente e imagen: https://proferogelio.blogspot.com/2019/02/cuotas-escolares-entre-la-gratuidad-y.html?m=1&fbclid=IwAR2JR_s6Vx8Q1p2v8rOuAmgvUolfh-OtPUubxr95omVbs5wWAfl1QfKY22w

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Argentina Educación pública: sudor y lágrimas en las escuelas bonaerenses

Argentina/Noviembre de 2017/Autor: Carlos M. Reymundo Roberts/Fuente: La Nación

Todos los números de la educación estatal bonaerense son un himno a la voluptuosidad: 16.000 escuelas, 275.000 docentes, 125.000 auxiliares, 80.000 licencias de enfermedad por mes entre maestros y profesores, 3,5 millones de alumnos, un presupuesto anual de 140.000 millones de pesos, mil escuelas con menos de 10 alumnos.

En la era de la economía del conocimiento, la realidad en la mayor provincia del país cruje por todos lados. De cada 10 alumnos que empiezan la primaria en escuelas públicas, la mitad no completa la secundaria. Quedan fuera del sistema educativo. El 65% de los chicos de secundaria no sabe operaciones básicas de matemáticas, y el 50% tiene graves deficiencias en lengua, según los resultados de las pruebas Aprender. Unos 2,5 millones no completaron la primaria, y 1,7, la secundaria.

En un ministerio que cuenta las monedas, se dan circunstancias insólitas: tiene 5000 hectáreas en la pampa húmeda -la zona de producción rural más rica del país-, distribuidas en escuelas agrotécnicas con superficies de hasta 600 hectáreas. Los expertos afirman que para los fines pedagógicos de esos establecimientos, con 50 hectáreas alcanza. Sólo en la ciudad de La Plata el gobierno destina 110 millones de pesos por año en el alquiler de 46 edificios escolares, en su mayoría viejos y con un costo muy alto en mantenimiento. Por lo menos, 25 escuelas tienen más docentes que alumnos. «No tenemos plata, y la poca que tenemos se gasta mal. Son problemas que llevan décadas y nunca se han solucionado», dicen en la cartera de Educación.

Sin maestros

Tigre. Los vecinos de la escuela N° 7 tiraron abajo una pared para poder usar la cancha de fútbol del patio principal; cuando la pared fue reconstruida, le hicieron un boquete
Tigre. Los vecinos de la escuela N° 7 tiraron abajo una pared para poder usar la cancha de fútbol del patio principal; cuando la pared fue reconstruida, le hicieron un boquete. Foto: LA NACION / Ricardo Pristupluk y Santiago Hafford

El altísimo nivel de ausentismo de los docentes es uno de los fenómenos más alarmantes de la educación pública provincial y causa de estragos pedagógicos y económicos. En junio hubo 92.000 licencias por enfermedad (equivale a la tercera parte del total de docentes), 12.000 por encima del promedio. Las normas indican que «docente que falta, docente que debe ser reemplazado», y muchas veces se necesitan hasta dos y tres para cubrir al que está con parte de enfermo. En junio, las 92.000 licencias originaron la contratación de 140.000 suplentes. En el primer semestre hubo 356.000 horas cátedra perdidas por ausentismo, y el costo económico anual que implica reemplazar a los que faltan es de 19.000 millones de pesos.

Sánchez Zinny dice que, en las reuniones grupales que tiene semanalmente con padres de todos los distritos de la provincia, el ausentismo de los maestros y las malas condiciones de la infraestructura son, siempre, los principales reclamos; después, que los chicos se aburren, lo cual es amenaza de abandono, y que no aprenden ni a dividir ni a redactar correctamente. Según datos del Ministerio de Educación, sólo el 28% de los docentes tiene asistencia perfecta, y el 25% falta más de 50 días por año.

Moreno. Incendio intencional de la escuela N° 27, hace dos meses; cuatro aulas quedaron destruidas
Moreno. Incendio intencional de la escuela N° 27, hace dos meses; cuatro aulas quedaron destruidas. Foto: LA NACION / Ricardo Pristupluk y Santiago Hafford

«Hoy está con el segundo grado una maestra que este año ya hizo más de 40 suplencias -dice el director de una escuela de La Matanza que pide reserva de su nombre-. Si hacemos memoria, cuando éramos chicos los profesores nunca faltaban. Ahora es cosa de todos los días.» En esa escuela, la mañana en que estuvo LA NACION habían faltado dos maestras de la primaria y tres profesores de la secundaria. Durante un recreo, en voz baja, una maestra de más de 50 años dio su explicación: «Parece que a esta profesión la aqueja una enfermedad. Una enfermedad contagiosa: faltar».

Del tercio de los docentes que se ausenta por problemas de salud, el 75% son licencias ordinarias (menos de 25 días), y el 25% restante, extraordinarias, que suelen extenderse durante meses. En agosto, en 18 días hubo 55.000 licencias médicas. «En promedio, hay unas 3000 por día. Son cifras escandalosas -dice Ignacio Sanguinetti, subsecretario administrativo del Ministerio de Educación provincial-. Hay muchos abusos, por ejemplo, en las licencias psiquiátricas. Hasta tenemos el caso de una maestra con cáncer de próstata… Y otras dan parte de enfermas y aparecen en Facebook de vacaciones en una playa. Pero también es cierto que nuestro régimen de control es muy ineficiente. Nos enteramos de las licencias sólo por la liquidación de sueldos. Ahora vamos a recibir la información en tiempo real.»

Luján. Camila, única alumna de la primaria N°20; en la provincia hay 1000 escuelas con menos de 10 alumnos
Luján. Camila, única alumna de la primaria N°20; en la provincia hay 1000 escuelas con menos de 10 alumnos. Foto: LA NACION / Silvana Colombo

La comparación con las escuelas privadas que tienen subvención estatal y también dependen de esa cartera deja la realidad al desnudo.

El 30% de faltas en la esfera pública cae al 0,2% en la privada. Otro dato alimenta las sospechas de abuso. Los viernes y los lunes son los días en que se producen más inasistencias: de las 3000 diarias se pasa a 6000. También hay un pico los días previos a las vacaciones de invierno. Los funcionarios admiten que el fenómeno se explica, además, por «resabios machistas» de la sociedad: «El 70% de los docentes son mujeres, y cuando en una familia se enferma un hijo, la que se queda a cuidarlo es la madre, no el padre».

Romina Del Pla, secretaria general de Suteba La Matanza y diputada nacional electa, no niega que el ausentismo es un problema, pero lo atribuye a las condiciones de trabajo. «Los docentes tenemos que hacer hasta dos y tres turnos para llegar a fin de mes, los edificios son un desastre, no se planifica la actividad ni se previenen las lesiones y enfermedades más habituales, sufrimos agresiones… ¡Y nadie nos protege!»

Ensenada. En septiembre, un profesor de Educación Física de la escuela N° 16 fe amenazado por el padre de un estudiante; todos los docentes se solidarizaron con él y pidieron licencia
Ensenada. En septiembre, un profesor de Educación Física de la escuela N° 16 fe amenazado por el padre de un estudiante; todos los docentes se solidarizaron con él y pidieron licencia. Foto: Ricardo Pristupluk y Santiago Hafford

Aun así, coincide con los responsables del área educativa en que fallan los controles. «La empresa prestataria [que certifica los partes de enfermedad], Dienst Consulting, y las que trabajan para ella, son un verdadero desastre. Lo único que hacen es maltratar a la gente.»

Es un secreto a voces la existencia de médicos particulares -primera instancia a la que debe recurrir un maestro cuando se enferma- que extienden certificados falsos a cambio de dinero. Algunos fueron denunciados. También se sabe que la convalidación de esos certificados por parte de las prestatarias suele convertirse en un trámite.

Las autoridades están poniendo la lupa sobre un fenómeno que se repite cada vez más: docentes que son designados en un cargo y al día siguiente piden licencia médica. Empiezan a cobrar, pero no a trabajar. En 2016 hubo 130 casos. Carlos D., nombrado a partir de febrero, inmediatamente pidió licencia por enfermedad crónica hasta febrero de este año, y todavía no se reintegró. Mirta S. tomó licencia por ART (aseguradora de riesgo del trabajo) a 24 horas de haber asumido en una escuela, pero se desempeña activamente en otra. Marcela F. tiene enfermedad crónica desde 2015, lo cual no le impidió aceptar un cargo a partir del 29 de febrero de 2016, en el que también pidió licencia por la misma enfermedad. El año pasado, 29 docentes que tenían sólo un día en sus cargos pidieron licencia gremial permanente. «El estatuto del docente es generoso en temas de licencia y algunos se aprovechan», dice Silvia Cardarelli, inspectora jefa regional del Ministerio de Educación.

Vocación, no: salida laboral

Para Jorge Ceballos, secretario general del Movimiento Libres del Sur y que durante años fue profesor en escuelas bonaerenses, el ausentismo se explica en parte por el hecho de que cada vez más jóvenes eligen la docencia como salida laboral y no por vocación. «Es una profesión en la que se consigue trabajo rápido, tenés un salario seguro, obra social…». Otras causas, dice, son el bajo nivel de los centros de formación docente y los llamados «profesores-taxi», que van saltando de escuela en escuela y toman más horas de las que pueden cubrir. «Entonces apelan al recurso de ir alternando las faltas.»

En la escuela N° 7 de Pacheco, con alumnos que en su mayoría provienen de dos villas vecinas, se vive cotidianamente una realidad común a cientos de escuelas bonaerenses de zonas marginales: chicos sin hábitos de convivencia, padres que amenazan a los maestros, ataques a los edificios, robos. Su directora, Lucía Rolón, dice que todo eso repercute en los docentes. «Nuestra escuela está en un barrio de alta vulnerabilidad y debemos lidiar con la droga, el alcohol y situaciones familiares muy complejas. Nuestra integridad física está permanentemente en riesgo, y eso cansa y enferma.»

Una maestra de esa escuela dice que de hecho muchas veces tienen más trabajo «conteniendo a los chicos que dándoles clase».

Chapadmalal. El ministro de Educación de la provincia, Sánchez Zinny, en una reunión con padres de alumnos la semana pasada; los mayores reclamos son por infraestructura y ausentismo docente
Chapadmalal. El ministro de Educación de la provincia, Sánchez Zinny, en una reunión con padres de alumnos la semana pasada; los mayores reclamos son por infraestructura y ausentismo docente. Foto: Ricardo Pristupluk y Santiago Hafford

También la integridad de los edificios está en juego. En la madrugada del 2 de septiembre, el fuego consumió casi por completo cuatro aulas de la escuela primaria N° 27, de la localidad de Trujui, partido de Moreno. «Vienen a robar y, como no encuentran nada, queman todo», explicó la presidenta del Consejo Escolar local cuando las aulas todavía ardían. Antes habían sido víctimas de incendios intencionales otras dos escuelas primarias y un jardín de infantes.

En el conurbano se producen mensualmente unos cinco robos o ataques a escuelas, cifra que no incluye acciones de ratería y de vandalismo menor. «En general, ocurren los viernes y sábados a la noche, y el blanco preferido de los ladrones son los insumos informáticos, que después cuesta mucho reponer», dice Roberto Angrisani, director provincial de Gestión Educativa.

Las cenizas a las que quedaron reducidas las aulas de la escuela de Moreno son la expresión más feroz del desafío en que a veces se convierte la educación de millones de chicos. Muchos docentes hablan de «agotamiento» y «hartazgo».

En los pizarrones de una escuela primaria de Boulogne pegaron una consigna de la que se pueden sacar varias conclusiones: «Estudiando se forja el futuro de nuestra patria».

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/2081602-educacion-publica-sudor-y-lagrimas-en-las-escuelas-bonaerenses

 

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Ferraresi: “No pasa en Avellaneda, el abandono de la infraestructura educativa es en toda la provincia”

Argentina / 3 de septiembre de 2017 / Autor: Mariana Sidoti / Fuente: RealPolitik

El intendente de Avellaneda visitó la ciudad capital para presentar un petitorio a la gobernadora María Eugenia Vidal. Allí lo atendió –tras media hora de espera- una empleada administrativa, a la que entregó una carpeta con proyectos de obra específicos para cada institución. En diálogo con REALPOLITIK, Jorge Ferraresi aseguró: “En todos los ámbitos de la provincia donde hay una ausencia total del gobierno”.

A continuación, la entrevista completa.

RP.- ¿Qué vino a reclamar a la Gobernación y quién lo atendió?

Nos atendió la señorita Ana María de Audiencias y le dejamos la carpeta, nos recibió muy correctamente. Vinimos a seguir trabajando en lo que tiene que ver con la infraestructura educativa en nuestra ciudad. Tuvimos una reunión con Alejandro Finocchiaro cuando era ministro en enero de 2016; presentamos un plan de trabajo donde el año pasado invertimos con recursos nuestros 45 millones y este año 80. La Provincia nada.

Hoy hay 35 escuelas con 17 mil firmas reclamando infraestructura por una inversión de más de 134 millones: corresponde hacer edificios nuevos, reparar una cantidad de escuelas que nosotros solos no lo podemos hacer, y aparte le corresponde a la gobernación. Como se agotaron todas las instancias administrativas, hoy vinimos para que la gobernadora tome nota de lo que pasa en las escuelas de nuestra ciudad y de la provincia de Buenos Aires.

RP.- ¿Esperaba otra respuesta?

No, nuestra expectativa era venir, dejar la nota y esperar. Tendremos un tiempo prudencial para que nos puedan llamar y charlar este tema.

RP.- ¿Cómo están actualmente las escuelas en Avellaneda?

Si no fuese por la inversión que venimos haciendo nosotros hace 4 o 5 años, muy mal. Este año hicimos obras en 70 escuelas, vamos reparando los techos, baños, patios; pero hacen falta escuelas nuevas a partir del crecimiento de las secundarias.

La idea es que cada escuela tenga su propio edificio, lo hemos logrado y vamos avanzando en esa temática, pero hoy hace falta un nivel de infraestructura un poco más interesante, por ejemplo construir cuatro escuelas nuevas. Eso está dentro de la propuesta que hemos hecho hoy junto a una comunidad educativa, que va entendiendo y proponiendo, a través de la participación, esta demanda que es tan necesaria.

RP.- ¿Siente que están destratando a la comunidad educativa?

Cada uno gobierna de la manera que cree, por eso también los resultados electorales. No pasa en Avellaneda; el abandono de la infraestructura educativa es en toda la provincia de Buenos Aires.

Lo mismo que esa promesa que hicieron de hacer 3 mil jardines de infantes: ahora el ministro que reemplazó al candidato Finocchiaro dijo que no se iba hacer absolutamente ninguno. Eso se percibe, la sociedad lo percibe.

Cuando uno gobierna y promete cómo va a gobernar, la sociedad genera expectativas. Si la expectativa no se cumple llega la desilusión. Hay una falta total de preocupación por la educación y lo mismo pasa cuando vemos a la gobernadora visitando un comedor de Tres de Febrero.

Acá lo que hay que analizar es que el mismo gobierno, en la ciudad de Buenos Aires paga 41 pesos por pibe en los comedores y en la provincia solo 16. Va a ser poco probable poder medir calidad en el tema alimentario con 16 pesos por día.

Se prepara toda la versión mediática de la actividad, y cuando dicen «se aumentó el 130 por ciento» es cierto, pero desde el año 2015. El aumento fue en febrero de 2016, y seguramente el proceso inflacionario del año pasado -más el de este año- ha hecho que esos 16 pesos no rindan lo mismo.

Pero bueno, pasa en todos los ámbitos de la provincia donde hay una ausencia total del gobierno, en el tema Seguridad por ejemplo. Los municipios de la provincia de Buenos Aires tenemos 300 policías cada 100 mil habitantes y la CABA 840; en esa inequidad es muy difícil poder hablar de seguridad.

Si la gobernadora vive en la base aérea de Morón porque está preocupada por la inseguridad, ¿qué le queda al resto de los ciudadanos de la provincia de Buenos Aires? Estas cosas lamentablemente no se hablan, entonces generamos imágenes y nunca profundizamos sobre las cosas que pasan en la provincia.

Reclamamos que haya un ámbito que mejore la calidad institucional y tiene que ver con esto: poder disentir, hablar de las cosas que no se hablan, y plantear cómo las resolvemos. Hay que poner sobre valor las cosas de gestión.

RP.- En el petitorio usted menciona los comedores escolares. ¿Cuál es la demanda en su distrito?

Los comedores han crecido muchísimo, la situación alimentaria es preocupante. Nosotros asistimos a más de 5 mil familias cuando a mediados de 2015 no asistíamos casi a ninguna. En Avellaneda no teníamos gente en situación de calle y hoy hay más de 80 familias viviendo en la calle.

Uno recorre La Plata, Mar del Plata y la CABA y son situaciones incontrastables. Uno cuando viene de Avellaneda hacia acá, por la Autopista Buenos Aires – La Plata, ve cómo van creciendo las villas de emergencia en cada uno de los costados de Quilmes, Berazategui, La Plata misma.

Fuente de la Entrevista:

http://realpolitik.com.ar/nota/29059/ferraresi_no_pasa_en_avellaneda_el_abandono_de_la_infraestructura_educativa_es_en_toda_la_provincia

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