¿Adoctrinar o educar?

Por: Yesid González Perdomo

Si de algo somos culpables los docentes es de enseñar a dudar, dudar de los padres, de la iglesia, del partido, del Estado, de los medios de comunicación, dudar al mejor estilo cartesiano sin ser dogmáticos.

Las buenas gentes del pueblo

han escrito al ministerio

y dicen que no está claro

como piensa este maestro

dicen que lee con los niños

lo que escribió un tal Machado

que anduvo por estos vagos

antes de ser exilado.

El Maestro (fragmento)

Patxi Andion

Un cambio de gobierno no es únicamente el canje de una persona por otra, es todo un redireccionamiento de las políticas Estatales y su relacionamiento con la sociedad, es la consolidación de un proyecto de nación, que para Colombia lastimosamente no existe por la mezquindan de nuestros gobernantes. La actual campaña de desprestigio en contra de la educación pública, los maestros/as y el sindicato no es una casualidad e intentaré explicar brevemente como esta situación es algo planeado y con unos objetivos bien concretos a favor del partido de gobierno.

El día  2 de febrero el senador por el Centro Democrático Fernando Araujo publicó en Twitter el Hashtag:  acompañado de una fotografía del ex candidato presidencial y líder del movimiento Colombia Humana Gustavo Petro, cuando éste participaba en un seminario de formación  de FECODE, días después el Ex presidente y ahora  trinó en contra de la Federación por un comunicado en dónde se solicitaba respeto por la soberanía nacional colombiana, cuando estaba en pleno furor el murmullo de la llegada de tropas extranjeras, y por la no injerencia de nuestro Estado en los asuntos internos del hermano país de Venezuela.

Sumado a esto, empezaron a circular algunos videos aislados, individuales y no orientados por la Federación que mostraban efectivamente una evidente manipulación de un adulto para que los niños y niñas dijeran efectivamente lo que este quería; sin embargo, no es claro que fue un docente el adoctrinador, y si lo fuera, este estaría incurriendo en delitos que están enmarcados en el código penal, código disciplinario único y código de infancia y adolescencia.

Así pues, tanto el senador como el expresidente proponen con sus trinos una guerra mediática abierta en contra del magisterio, utilizan su poder político para adoctrinar a sus bases. Como profesor de sociales entiendo profundamente la injerencia de Colombia en la situación venezolana, a pesar que el ex presidente  señale que el sindicato apoya las dictaduras nunca lo hemos escuchado referirse al caso Arabia Saudita, solo por poner un ejemplo de una monarquía autoritaria que es apoyada por los Estados Unidos, digamos que hace parte de la postura política del Centro Democrático que  acomoda sus normas  morales de acuerdo a sus intereses y prioridades.

Lo cierto, es que la crisis Venezolana tiene varias aristas más allá de las que le interesa al ciudadano de a pie, podríamos plantear que con el proceso de paz el Centro Democrático se quedó sin discurso, encontrando en el vecino la distracción perfecta para evadir la atención de los asuntos sustanciales de la nación hoy, como la discusión por la aprobación del PND, pero también ha resucitado la popularidad del presidente con las acciones del ELN, esta coyuntura catapultó la mala imagen de Iván Duque, tambores de guerra volvieron a sonar y muchos se alegraron porque veían  como su negocio se salvaba ad portas del fin.

Ahora bien, para nadie es un secreto que tanto los estudiantes universitarios como los maestros, junto a los campesinos, indígenas y otro par de sectores en el país, son la piedra en el zapato para que este gobierno avance en sus políticas sin ningún tropiezo, ya lo demostraron los universitarios el año pasado, los maestros el antepasado y los campesinos en el 2015.

En ese orden de ideas, el partido de gobierno tiene un plan para desprestigiar estos y otros sectores sociales que históricamente han confrontado los malos gobiernos, al mejor estilo del seudo fascismo latinoamericano, tan de boga hoy, la hoja de ruta que ciegamente sigue el uribismo la traza Brasil, , conservador, ultraderechista, ex militar, homófobo, racista y permisivo con la tortura, plantea en algunas líneas generales lo siguiente:

– Permitir armar a los ciudadanos.

– Impunidad frente al exceso de fuerza por las FF.AA.

– Campos de concentración para migrantes venezolanos.

– Escuelas sin partido.

Simultáneamente en Colombia y en extraña coincidencia con el programa de Bolsonaro se ha discutido la restricción de armas manteniendo dudosas excepciones para las “personas de bien”, el senador José Obdulio Gaviria afirmó en una entrevista en la W radio: “Yo soy amante del ESMAD, son absolutamente necesarios para controlar las manifestaciones”, a pesar de tener múltiples denuncias por violaciones a los derechos humano,  sin contar las agresiones en el último paro universitario que le costó el ojo a un estudiante de música de la universidad del Cauca.

Frente al caso Venezuela, ,  es difícil detectar cuántos de esos seres humanos tienen conexiones familiares con ciudadanos colombianos, es decir, es necesario incluir en las cifras los colombianos repatriados o venezolanos hijos de Colombianos, para poder dimensionar hasta donde nosotros estamos recibiendo parte del desplazamiento forzado  que había salido del país gracias a la guerra interna que hoy vuelve galopante a ser patrocinadora de red de informantes, por citar otro ejemplo.

El 19 de febrero el representante a la cámara Edward Rodríguez también del Centro democrático, anunció una propuesta de proyecto de ley mordaza, mal remedo del proyecto brasileño para limitar la libertad de cátedra de los docentes en el país, con propuestas que ya están tipificadas como delitos en la legislación que nombré con anterioridad, adicional a propuestas que rayan en la estupidez de coartar discusiones políticas en asignaturas no relacionadas con  las ciencias sociales, acabando de tajo con  lo que seguramente el honorable presentante no conoce: los proyectos de aula y  la interdisciplinariedad.

Como interpretar la doble moral del Centro Democrático cuando el canciller Carlos Holmes Trujillo violando explícitamente la ley, anunció que iría a los comicios electorales del 2022 como candidato a la presidencia de la república, en sus excusas publicas hizo amparo de la libre cátedra:

“Si se considera inadecuado lo que mencioné de manera espontánea, en un ambiente académico y amparado por la libertad de cátedra (…) pido excusas por haberme dejado llevar del humor y de la espontaneidad propias de esos ambientes en los cuales me he desenvuelto durante muchos años de mi vida”, dijo Trujillo García en una declaración dada en la sede de la Cancillería” (LA FM, 2019)}

Libre cátedra sí, pero no así, sería el lema del partido de gobierno para sintetizar la intención de desprestigiar a los sectores sociales que lo confrontan.

Ahora bien, dejemos claras algunas cosas, pensar la neutralidad en las instituciones sociales es una afrenta a la inteligencia humana, ya  lo había señalado Althusser en su libro “Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado”, más aún cuando las escuelas tienen un Proyecto Educativo Institucional (PEI), que estructura el tipo de sujeto que quiere formar, el currículo, las materias, las intensidades, las temáticas, y allí está implícita la subjetividad política que se quiere construir, las  formas en que el sujeto va interactuar con la comunidad para agenciarla y padecerla al tiempo.

Pero sobre todo, para desarrollar el pensamiento crítico. Ese tamiz que permite filtrar las enormes cantidades de información que se producen por segundo hoy en el mundo, ese es el papel de la escuela, y los maestros/as los encargados de brindar las herramientas para que ese filtro realmente funcione. Si de algo somos culpables los docentes es de enseñar a dudar, dudar de los padres, de la iglesia, del partido, del Estado, de los medios de comunicación, dudar al mejor estilo cartesiano sin ser dogmáticos.

Para ir concluyendo, estoy de acuerdo con que las escuelas públicas no deben ser partidistas, deben seguir siendo lo que son hasta hoy, un espacio de construcción de diversidad en todos los ámbitos y todos los niveles, tanto así que el colegio público no puede negar el derecho por razones de identidad, genero, raza, posición política, religiosa, etc., mucho menos por el aspecto físico o limitar el libre desarrollo de la personalidad, esto es permitido en la educación privada. Lo cierto es que con el discurso de la libertad y neutralidad quieren limitarla, lo que incomoda al partido de gobierno no es otra cosa que el aumento del descontento con argumentos de los jóvenes del país, ¿Qué culpa tienen de no ser conservadores?

Que los sindicatos tiene mucha cercanía con sectores de izquierda y alternativos del país, sí, lo que no quiere decir que el sindicato sea un partido, es más fueron esos sectores los que históricamente han favorecido la creación de organizaciones de trabajadores contra la explotación, de no ser por ellos trabajaríamos más de 8 horas diarias. Que esa cercanía se debe a que esos sectores convergen por ejemplo, en el aumento de los recursos para la financiación de la educación, garantías plenas para los estudiantes y dignificación de la profesión docente, ¿Qué hacemos? Si al Centro Democrático no le gusta el dialogo social, sino el ESMAD ¿Qué hacemos? Si al Centro Democrático no le gustan los comunistas, la comunidad LGTBI, la crítica, la defensa del medio ambiente y  el derecho que tenemos algunos colombianos de no meternos en los asuntos de los vecinos ¿Qué hacemos? Si ser profesor es poder tener la mente abierta, no discriminar por ningún motivo, respetar la opinión del otro así no esté de acuerdo, con disentir que la única solución para nuestros problemas es el plomo, parafraseando al ciudadano que marchó hace poco contra violencia. ¿Qué hacemos?

Finalmente, parece ser que la respuesta del Centro Democrático para estas preguntas es la censura, el señalamiento y la exclusión, FECODE quieran  o no reconocerlo ha sido participe de la vida pública y política de este país, con sus errores y aciertos ha contribuido a la modernización de la educación en Colombia (impulsó el movimiento pedagógico, la ley general de educación, la constituyente, etc.), es más, me atrevo a asegurar que sin FECODE no existirá educación pública, porque con la fiebre neoliberal de los fundamentalistas del mercado, en palabras de Stiglitz, todas las escuelas serian privadas y la comunidad educativa lo sabe, sabe que quien esta con sus hijos la mayor parte del día no es Uribe o José Obdulio, sino un profesor o profesora que seguro gana mucho menos que los honorables padres de la patria.

LA FM. (11 de 02 de 2019). . Recuperado el 21 de 02 de 2019, de 

Fuente: https://lasillavacia.com/silla-llena/red-de-la-educacion/historia/adoctrinar-o-educar-70154

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De educación y adoctrinamiento

Por: Víctor Manuel Rodríguez

La educación, ni siquiera la más procedimental y aparentemente aséptica, no ha sido nunca ni puede ser ideológicamente neutral. Todas y todos lo sabemos. Le derecha ideológica también lo sabe y, por eso, su supuesto combate contra el adoctrinamiento en la escuela no es otra cosa que la lucha por hacer prevalecer sus propias doctrinas.

La ofensiva ideológica conservadora sabe bien lo que es la hegemonía cultural y, por ende, la lingüística. Como señala Lakoff, la apropiación y perversión de algunos términos que por lo general han formado parte del acervo de los colectivos y grupos más progresistas –libertad, justicia, solidaridad, sostenibilidad… y tantos otros– viene acompañada de la construcción de unos marcos referenciales que sitúan inmediatamente al margen, con una gran dosis de violencia verbal, a quienes manejan otro tipo de marcos o referentes. Así, quien no alude de manera continua a su españolidad será probablemente tildado de antiespañol; quien no invoca a diario la lucha contra el terrorismo puede ser llamado terrorista y quien cuestiona la idea de reducir los impuestos directos es considerado a buen seguro un despilfarrador o un populista. Y así hasta el infinito.

Últimamente y con especial incidencia en el ámbito educativo, algunos líderes políticos y algunas administraciones educativas han comenzado una cruzada contra lo que denominan “adoctrinamiento” en las aulas; cruzada que, por lo general, restringen a ámbitos concretos muy vinculados a la igualdad o la violencia de género; la educación afectivo sexual en sus diversas manifestaciones; la memoria histórica; la educación para la ciudadanía con perspectiva crítica o, con algo menos de intensidad, determinadas cuestiones ligadas a la sostenibilidad como el cambio climático, las crisis energéticas, la depredación de la naturaleza o la pérdida de biodiversidad.

Esta cruzada utiliza estrategias diversas. Algunas son directas. Por ejemplo, la legislativa: allá donde es posible las leyes educativas y, sobre todo, los decretos que regulan el currículo oficial cercenan sutil o burdamente la posibilidad de incorporar estos aprendizajes, los adulteran o los reducen a meras referencias de pasada que nunca tendrán presencia alguna en la evaluación del sistema o en las propuestas de estándares o indicadores sobre lo que de verdad importa. También la presupuestaria y estructural: muchas entidades que apoyan a la escuela en el trabajo de estos contenidos ven reducidas o suprimidas de forma drástica su financiación o son fiscalizadas hasta la extenuación con la excusa de eliminar “chiringuitos”.

Pero también se utilizan estrategias más indirectas: la más frecuente es la movilización de las familias, que son las que asumen la responsabilidad de protestar por un determinado contenido “adoctrinador”; señalar la impertinencia de un material didáctico o denunciar una conferencia o una intervención en clase que no es de su agrado o no responde a sus creencias o convicciones. Esta beligerancia suele disfrazarse además con un ropaje que niega o cuestiona el trabajo de valores en la escuela: la escuela debe instruir, que los valores ya se los enseñamos en casa.

Sin embargo, creo que a pocas personas y aún menos a los profesionales de la educación se nos escapa que son precisamente las posiciones más conservadoras las que van ganando poco a poco terreno en la incorporación al ámbito educativo de sus concepciones ideológicas. La educación, ni siquiera la más procedimental y aparentemente aséptica, no ha sido nunca ni puede ser ideológicamente neutral. Todas y todos lo sabemos. Le derecha ideológica también lo sabe y, por eso, su supuesto combate contra el adoctrinamiento en la escuela no es otra cosa que la lucha por hacer prevalecer sus propias doctrinas.

La enseñanza confesional de la religión –cualquier religión– y la obligatoriedad de ofertarla en todos los centros sostenidos con fondos públicos es, sin lugar a dudas, la manifestación más visible de este proceso de verdadero e indisimulado adoctrinamiento: no se trata de contemplar o de estudiar el hecho religioso como un fenómeno trascendental en el devenir histórico de las sociedades o en su configuración actual, se trata, lisa y llanamente, de impartir doctrina.

La idea de que los profesionales de las fuerzas armadas realicen conferencias, desarrollen actividades supuestamente informativas o provean a los centros educativos de materiales curriculares sobre seguridad nacional no es una ocurrencia inocua del anterior gabinete, como tampoco lo son las concepciones sobre el emprendimiento o la educación financiera que se pretenden trasladar a las aulas desde algunas instancias, por ejemplo, bancarias, directamente o a través de sus fundaciones.

En las áreas y materias que conforman el currículo existen un sinfín de oportunidades para desplegar ideología. Una mirada profunda al currículo o a los libros de texto como la que se realiza desde Ecologistas en Acción nos alerta sobre el sesgo lingüístico de corte antiecológico de las propuestas curriculares tal como suelen ser concretadas por las editoriales a través de los libros de texto y materiales didácticos.

No defendemos el adoctrinamiento en la escuela sea cual sea la concepción ideológica de la que parte. Ni pretendemos reducir esta cuestión a la evidencia del “y tú más”. Pero tampoco podemos dejarnos engañar por quienes achacan a las visiones más progresistas un carácter doctrinario, como una especie de cortina tras la cual esconden sus verdaderas intenciones.

Una educación crítica y comprometida con el entorno es justamente lo contrario del adoctrinamiento. Hacer al alumnado consciente de la calidad de las relaciones entre los seres humanos y de estos con otras especies y la naturaleza no es adoctrinar. Y tampoco lo es analizar conjuntamente problemas y retos que afrontan y afrontarán en el futuro inmediato y a largo plazo nuestras sociedades y nuestro planeta. Ni es adoctrinamiento la valoración crítica de las soluciones que se vienen dando a estos grandes desafíos o la búsqueda de otras, imaginativas, más justas, más equitativas y más solidarias.

Hace pocos días, en este medio, Jaume Carbonell nos trasladaba algunas reflexiones de Henri Giroux sobre su concepción de la escuela democrática y la necesidad de una nueva y más profunda alfabetización crítica. Muchos centros educativos y un buen número de profesionales de la educación compartimos esta visión y seguiremos trabajando por dotar al alumnado de herramientas para enfrentarse al mundo en el que viven y vivirán de manera crítica y comprometida. Y cabe advertir que no aceptaremos pasivamente que nadie nos tilde de adoctrinadores y, aún menos, los que de verdad están empeñados en incorporar sus doctrinas a la escuela a cualquier precio.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/07/10/de-educacion-y-adoctrinamiento/

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