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Los pueblos de la Amazonía cada vez más solos para defenderse

Por Ana Cristina Suzina  | Ecología social

¿Pueden los ciudadanos locales por sí solos proteger la selva amazónica? Los asesinatos de Dom Phillips y Bruno Pereira expusieron los altos riesgos de tal intento

Las comunidades locales están cada vez más solas cuando se trata de luchar para salvar la selva amazónica. El asesinato del periodista británico Dom Philips y del experto indígena brasileño Bruno Pereira ha sido una evidencia impactante de corrupción y abuso de poder.

Es solo un ejemplo más de por qué los pueblos amazónicos tienen que encontrar sus propias formas de defender los principios de verdad, ley y orden: para protegerse a sí mismos y a un ecosistema que es vital para el futuro de la humanidad. ¿Es sostenible, y justo, dejarlos caer solos como mártires?

Phillips viajaba con Pereira cerca del territorio indígena Vale do Javari, un área remota cerca de la frontera con Perú, para registrar la iniciativa de ciudadanos locales que luchan pacíficamente contra la actividad criminal en la Amazonia.

Pereira, uno de los mayores expertos brasileños en grupos indígenas no contactados o recién contactados, entrenaba a los miembros de la comunidad en el uso de drones e imágenes de satélite para monitorear el territorio y registrar la caza, la tala, la pesca, la minería ilegales y el tráfico de drogas.

Según los grupos indígenas, ha habido tantas invasiones en los últimos dos años como antes de que el territorio fuera declarado legalmente como área protegida en 2001. Pereira fue amenazado de muerte por este trabajo.A pesar de los riesgos de tales esfuerzos, hay muchas comunidades pequeñas, poco capacitadas y mal equipadas en toda la región amazónica que intentan hacer frente a las crecientes amenazas, como la que estaba siendo capacitada por Pereira.

La líder indígena brasileña Juma Xipaya declaró recientemente, durante la conferencia Amazonian Leapfrogging, que “estamos defendiendo la selva con nuestros cuerpos, con nuestros hijos en brazos, bajo una violencia implacable. Los pueblos de la selva necesitamos seguridad para que podamos seguir siendo los guardianes de la selva, brindando un servicio no solo a la Amazonia sino al mundo”.

Expuestos al riesgo de confrontación con delincuentes, esos grupos enfrentan políticas públicas insuficientes o corruptas, y son frecuentemente etiquetados como “agitadores” o “agentes que actúan contra el progreso”.

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Kaskirunas, en Sarayaku, en Ecuador, practicando el control de un dron. Abril 2022. Foto: Ana Cristina Suzina

Los Kaskirunas de Sarayaku, en Ecuador, por ejemplo, están aprendiendo a utilizar drones e imágenes satelitales para contribuir al manejo y protección de las 135 000 hectáreas de la tierra milenaria del Pueblo Originario Kichwa de Sarayaku. Kaskiruna es un término kichwa que significa “protectores del bosque vivo”.

La comunidad de alrededor de 1400 personas también cuenta con los Wios, el Grupo de Seguridad Interna de Sarayaku. Wio es un nombre kichwa para una hormiga muy pequeña cuya picadura duele mucho.

Es un grupo pacífico que ha sido entrenado en el monitoreo del territorio, la tierra y los ríos, y la prestación de servicios de rescate. Uno de sus principales aliados es un sistema de comunicación por radio que se inauguró cuando decomisaron armas y equipos al Ejército Nacional del Ecuador en 2002.

Ilustrando la ambigüedad de las políticas ambientales, el Ejército estaba allí para salvaguardar la instalación de una empresa petrolera internacional privada que obtuvo una autorización del propio Estado ecuatoriano para explotar fuentes dentro del territorio de Sarayaku, sin consulta previa a la populación local.

La resistencia incluyó retener a trabajadores de la petrolera en la comunidad para detener las actividades de prospección que ya comenzaban: la tala de árboles milenarios y la siembra de minas en áreas sagradas de bosque denso. Un grupo de mujeres kichwas agarró las armas con las propias manos desnudas.

“Decidimos levantarnos juntas en el acercamiento al Ejército porque sabíamos que, si fueran nuestros hombres solos frente a ellos, el uso de la fuerza podría ser diferente”, explica Gloria Berta Gualinga, quien participó en las protestas de 2002.

La comunicación por radio ayudó a apoyar la acción contra los invasores y, desde entonces, se ha convertido en una parte importante de la vida de la comunidad.

Sarayaku llevó el caso a los tribunales contra el Estado de Ecuador y ganó.

Obtuvieron el derecho a mantener los proyectos extractivos fuera de su territorio, un derecho que tienen en el papel, pero que no se cumple completamente en la práctica. La amenaza sigue ahí y Sarayaku, junto con otros movimientos indígenas, sigue siendo estigmatizado por actuar en contra de los intereses más amplios del país.

La forma en que los pueblos indígenas son retratados en los medios de comunicación contribuye a este estereotipo. Como lo destaca un informe reciente de Climate Outreach, las oportunidades limitadas para expresar sus propios puntos de vista aumentan los riesgos de que se perpetúen las actitudes coloniales (denigración, criminalización y racismo).

En otro caso de resistencia local, en 2009, un colectivo de 26 comunidades tradicionales alrededor de la Gleba Nova Olinda, en Pará, Brasil, fueran inscritas en esta lista de “obstáculos al desarrollo”. Las comunidades han bloqueado el río Arapiuns y detenido dos embarcaciones que transportaban 1500 m3 de madera sacada del bosque, reteniendo a sus tripulantes.

Los manifestantes querían llamar la atención sobre la explotación ilegal de su territorio y resaltar la importancia de establecer legalmente áreas protegidas arraigadas en comunidades indígenas y tradicionales que viven y trabajan en el territorio desde mucho tiempo, una mezcla entre tribus originarias y grupos que se establecieron como resultado de las olas migratorias internas desde las primeras décadas del siglo XX.

Al igual que los Sarayaku, rápidamente fueron tildados de delincuentes por robar los botes y bloquear el río, y muchos medios de comunicación describieron el incidente como un “secuestro violento de la tripulación”, que en cambio ésta había sido respetuosamente acogida por familias locales. La acción duró casi un mes y terminó con la quema de los barcos con toda la madera dentro.

¿Pueden los ciudadanos locales por sí solos proteger la selva amazónica? Los asesinatos de Dom Phillips y Bruno Pereira expusieron los altos riesgos de tal intento
La comunidad de Sao Pedro, en el norteño estado de Pará, Brasil, donde los manifestantes estuvieran acampados. Noviembre 2015. Foto: Ana Cristina Suzina

 

El legado de esa protesta es ambiguo. Si bien ha llamado la atención sobre el problema de la explotación ilegal de madera y otros recursos en la región, no ha habido una resolución concreta y las comunidades aún viven amenazadas.

El territorio sigue siendo víctima de explotación ilegal; y el Estado y los medios de comunicación han logrado crear oposiciones entre los grupos locales, al promover fuertemente la idea de que la explotación de los recursos naturales podría ofrecer empleos y prosperidad a las poblaciones locales.

La tensión actual en la región hace casi imposible el trabajo de los comunicadores locales, ya que los periodistas comunitarios se han convertido en blancos cada vez que critican los proyectos extractivos o visibilizan la actividad ilegal de los emprendimientos.

El superintendente de la Policía Federal de Brasil afirmó que Phillips “estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado, con la persona equivocada”, tratando de explicar el asesinato del periodista británico como una desafortunada coincidencia. Lo que no se puede explicar tan a la ligera es por qué tantas comunidades en la Amazonia, en Brasil y en otros países, tienen que encontrar sus propias formas de protegerse a sí mismas y a un tesoro natural vital.

Algunos analistas han dicho que, si no fuera por el asesinato de un periodista británico, el asesinato de Pereira hubiera pasado completamente desapercibido. Familiares de las víctimas y organizaciones de la sociedad civil piden justicia para Phillips y Pereira. Para que haya justicia, debe haber un reconocimiento fundamental de la validez y relevancia de la histórica lucha local para proteger la Amazonía, y un profundo y urgente cambio cultural y político para apoyarla.

La esposa de Phillips declaró que su conocimiento sobre la Amazonía lo llevó a comprender que el pescador, el minero en la punta de la línea son igualmente víctimas, frecuentemente brutalmente explotadas por su desesperación por alimentar a sus propias familias. Los líderes de los movimientos de base en la Amazonía recuerdan constantemente que hay personas conviviendo con los bosques, los ríos y los animales.

Muchos están listos y tomando medidas para proteger todos estos tesoros y harán más si las autoridades nacionales y la comunidad internacional asocian las políticas de protección del territorio con el apoyo a la población local, para que no sea vulnerable a los empresarios depredadores y los políticos demagogos.

Propuestas como Kawsac Sacha – La Declaración de la Selva Viviente y La Amazonía que Queremos reúnen soluciones indígenas y científicas para permitir que la economía del bosque siga en pie. Estas deben tenerse en cuenta en todas las decisiones relacionadas con la Amazonia.

Ana Cristina Suzina, periodista brasileña e investigadora en Movimientos sociales en la era global de la belga Universidad de Lovaina.

Fuente: https://www.opendemocracy.net/es/pueblos-amazonia-solos-para-defenderse/

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Derrame de petróleo en Perú: ¿qué pasa en la Amazonía?

Fuentes: Servindi / Tierra Viva

La contaminación generada por Repsol en las costas limeñas pone la atención mediática en los peligros de la industria hidrocarburífera. Organizaciones indígenas de la Amazonía peruana denuncian que hace años vienen sufriendo el impacto del accionar de las petroleras. Entre 2000 y 2019, hubo 474 derrames en la Amazonía Norte y durante la pandemia se registraron otros 45 en un solo departamento.

Mientras el derrame de petróleo en Perú —en las costas de Lima, frente al distrito norteño de Ventanilla— ha producido la indignación general, cuatro derrames de crudo se han reportado desde fines de diciembre en los departamentos de Loreto y Amazonas, en el este peruano. Entre 2000 y 2019, la cantidad de derrames ocurridos en la Amazonía Norte peruana ascienden a 474, según un relevamiento de los Pueblos Indígenas Amazónicos Unidos en Defensa de sus Territorios (Puinamudt). En el departamento de Loreto se registraron 45 derrames entre marzo de 2020 y julio de 2021. Las comunidades indígenas de esas zonas cuestionan que «el Estado solo despliegue sus mayores esfuerzos para controlar y remediar un derrame cuando este ocurre en Lima y no cuando pasa en sus territorios».

El 15 de enero ocurrió un derrame de 6 mil barriles de petróleo ocasionado por la Refinería La Pampilla, de Repsol. El derrame recorrió los portales de los medios de comunicación a nivel global por su magnitud; el hecho fue considerado “el peor desastre ecológico en la historia reciente de Perú”. Además, este miércoles 26, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (Oefa) inició el proceso de supervisión ante el aviso de un segundo derrame de hidrocarburos en la refinería La Pampilla de Repsol.

En junio del 2021, un estudio reveló los altos niveles de plomo en la sangre de grupos indígenas que habitaban en una región del norte de la Amazonía peruana, en las cuencas de los ríos Corrientes, Marañón, Pastaza y Tigre. “Se hicieron análisis de peces y otros tipos de alimentos, tanto en la cocina de las personas como en el río, y en esos productos se encontró presencia de metales pesados”, explican los investigadores y sentencian: “El petróleo se queda en el fondo del río”.

No ocurre solo en Lima

Horas después del primer derrame, el Observatorio Petrolero de Amazonía Norte denunció y reconoció el «terrible el daño cometido por la empresa Repsol a nivel ambiental (flora y fauna afectada) y social (impacto en economías locales, principalmente pescadores y esparcimiento y ocio para población afectada de Ventanilla y aledaños)». Además, el organismo añadió que se trata de «una expresión más de las malas prácticas empresariales» y que Repsol «no reportó la real dimensión de la afectación, falta de transparencia, falta de acciones a tiempo y de cobertura». Pero en el Amazonas peruano la situación es cotidiana.

Las organizaciones indígenas de la Amazonía lamentaron que el Estado solo despliegue sus mayores esfuerzos para controlar y remediar un derrame cuando este ocurre en Lima y no cuando pasa en sus territorios. Asimismo, recordaron que la crisis ecológica que hoy vive la capital, ellos la enfrentan desde hace 50 años por la contaminación de hidrocarburos.

En ese sentido, demandan con urgencia la restauración ambiental de las zonas impactadas, además de la imposición de multas ejemplares a las empresas responsables. Estudios científicos han demostrado las graves afectaciones a la salud de los pueblos indígenas del norte y oeste peruano.

El estudio «La sombra del petróleo» (Oxfam) estima que entre 2000 y 2019 la cantidad de derrames ocurridos en la Amazonía Norte asciende a 474. El estudió indicó que el 65 por ciento de los derrames se debieron a fallas operativas y a la corrosión de los ductos y el 28 por ciento a la intervención de terceros. Este dato evidencia que la mayoría de estos derrames fueron responsabilidad de las operadoras.

Además, se evidenció que el 94 por ciento de los barriles derramados en ese periodo fueron responsabilidad de la petrolera Pluspetrol, siendo esta la empresa más contaminante del país. El informe señaló la necesidad de cambiar la producción y consumo energético en el país, teniendo en cuenta las consecuencias en el cambio climático y los problemas que representaban los derrames para los pueblos indígenas de la Amazonía.

“Desde la plataforma Puinamudt sabemos lo que estos impactos conllevan y el perjuicio que generan”, indica la organización que representa a 98 comunidades indígenas ubicadas en ámbito petrolero y que agrupa a las federaciones indígenas de los ríos Corrientes, Marañon, Tigres y Pastaza.

Derrame de petróleo en el Amazona
Foto: Federación Indígena Quechua del Pastaza (FEDIQUEP-Cuenca del Pastaza)

La empresa Pluspetrol es una de las principales causantes de esta contaminación. «Los derrames se producen de manera permanente en la Amazonía ante la mirada pasiva y permisiva del gobierno, así como la falta de reacción de la ciudadanía y lo medios de comunicación nacionales», lamentarion desde la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep).

Desde Aisedep advierten que “el impacto de estos derrames en los territorios, los ríos, la vida y salud de los pueblos amazónicos es enorme”, por lo que no basta con sancionar a las empresas responsables. “En este escenario, la imposición de las multas a las empresas es una medida insuficiente, se necesita mayor contundencia del Estado frente a los crímenes ecológicos para que no queden impunes”, precisaron. La organización exige una restauración ambiental de las zonas impactadas por derrames petroleros, no solo en Lima, sino también en las comunidades indígenas de la Amazonía.

Sobre este tema también se manifestaron las cuatro federaciones de Loreto que integran la plataforma de Pueblos Indígenas Amazónicos Unidos en Defensa de sus Territorios (Puinamudt). Al respecto, recordaron que desastres como el registrado recientemente en la capital peruana, «también ocurren en el Lote 182, Lote 8, el Oleoducto Norperuano y otros”. En efecto, desde fines de 2021 se reportaron cuatro derrames en dichos lotes.

El último 13 de enero, se reportó un derrame en el centro poblado de Pavayacu del Lote 8 (Loreto) y que se extendió hasta el río Huanganayacu. A este caso se suman otros tres que evidencian el incesante problema que representa la extracción petrolera en la Amazonía. El 27 de diciembre pasado se reportó un derrame en la cuenca del río Tigre, en el Lote 192 (Loreto). El 31 del mismo mes se reportaron otros dos: uno ocurrió en la cuenca del río Corrientes y otro en el Tramo II del Oleoducto Norperuano, en Santa María de Nieva (Condorcanqui, Amazonas).

Asimismo, como reportó el portal Ojo Público, se registraron 45 derrames de petróleo en Loreto desde el inicio de la pandemia (en marzo del 2020), hasta julio del 2021. Casi la mitad (22) de estos derrames ocurrieron en el Lote 8, administrado por Pluspetrol Norte. Esta petrolera busca abandonar la zona de explotación petrolera sin remediar los daños. A su vez, la empresa Frontera Energy, administradora del Lote 192, registró 15 derrames. Le siguen Petrotal Perú (4), Petroperú (3) y Perenco Perú Petroleum Limited (1).

Las huellas en la salud del derrame de petróleo en Perú

“Cuando hay un derrame de petróleo en los pueblos indígenas ni siquiera toman una decisión”, le dijo el apu de Pucacuro (Loreto), Emerson Mucushua, a la radio local RPP Noticias. Según Mucushua, pese a los pronunciamientos y las exigencias que hacen cuando un derrame impacta sus territorios, “el Estado no toma acciones legales” frente al hecho. “Hasta hoy no hay nada”, expresó el apu tras mostrarse sorprendido por como los ministerios se han movilizado para controlar el derrame de petróleo en el mar de Ventanilla.

En junio del 2021, un estudio reveló los altos niveles de plomo en la sangre de grupos indígenas que habitaban cerca de los lotes 8 y 192, en el norte de la Amazonía peruana. Además, se demostraba que los participantes del estudio que vivían en la cuenca del río Corrientes presentaban un mayor nivel de plomo. El estudio registró también las afectaciones de las cuencas de los ríos Marañón, Pastaza y Tigre.

Como señaló la antropóloga Federica Barclay, quien acompañó el proceso de esta investigación, el precario sistema de salud no permitió detectar que las enfermedades de los pacientes del lugar se debían a la contaminación por metales pesados. “La gente pasa los años teniendo tal vez niveles altos de arsénico, plomo, cadmio, que se manifiestan de diversas maneras. La contaminación por metales es el origen”, resaltó la profesional en su momento.

La investigación científica indicaba que la alimentación y las actividades ocupacionales de los pobladores (como la casa y pesca) eran las vías más probables de contaminación de las comunidades de los pueblos Achuar, Quechua, Kichwa y Kukama.

“Se hicieron análisis de peces y tipos de alimentos, tanto en la cocina de las personas como en el río, y en esos productos se encontró presencia de metales pesados”, explicó Barclay. “El petróleo se queda en el fondo del río. No se puede lavar el fondo del río y los peces siguen alimentándose de estas sustancias tóxicas”, agregó.

Derrame de petróleo en el Amazona
Foto: José Romero

Nota elaborada con publicaciones originales de: Servindi

Edición: Tierra Viva

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La mujer que comenzó la primera academia audiovisual indígena de Colombia

América del Sur/Colombia/24-01-2021/Autor: Carlos Hugo Sierra/Fuente: www.elespectador.com

Nelly Kiru, una mujer Murui-Muina de La Chorrera (Amazonas), impulsa desde hace 20 años la formación de jóvenes indígenas amazónicos en lenguajes audiovisuales y radiales. Sueña con la primer escuela audiovisual indígena del país para que sean los pueblos originarios amazónicos quienes narren su propia historia.

Nelly Kuiru, llamada bajo su nombre tradicional Moniya – “árbol de la abundancia” – es una valiente y decidida mujer indígena del pueblo Murui-Muina proveniente de La Chorrera (Amazonas) que lleva adelante, no sin dificultades, la admirable labor de impulsar, desde hace 20 años, la formación continuada de jóvenes, líderes y abuelos sabedores indígenas en la apropiación de las herramientas tecnológicas asociadas a la comunicación (principalmente a través del formato audiovisual y radiofónica).

Durante este proceso, que comienza a dar sus primeros pasos en el año 2000, el simple hecho de ser mujer constituyó un impedimento inicial que Nelly ha tenido que superar con el tiempo en un contexto de alta complejidad, tanto desde la perspectiva meramente geofísica (ya que esta iniciativa se localiza en el corazón de la selva amazónica) como desde un punto de vista cultural (se trata de un inmenso territorio donde habitan, al menos, 26 pueblos indígenas).

Es por ello que habrá que esperar al año 2012, después de una ardua y complicada tarea de convencimiento ante las autoridades tradicionales sobre la trascendencia del fenómeno comunicativo en la pervivencia y fortalecimiento de las culturas indígenas, para ver materializada por fin un primera experiencia de formación sobre tecnologías audiovisuales y radiofónicas con grupos de estudiantes indígenas que se encontraban distribuidos en puntos distantes del departamento de Amazonas (en las diferentes áreas no municipalizadas y en los municipios de Leticia y Puerto Nariño).

El éxito de esta actividad durante aquel año coincide con el nombramiento de Nelly, por parte de las AATIS (Asociaciones de Autoridades Tradicionales Indígenas del Amazonas), como comisionada nacional de comunicación de la Macro-Amazonía ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia).

Simultáneamente, en los espacios de concertación a nivel nacional, Nelly pelea con firmeza, junto con sus compañeras de los diferentes pueblos indígenas del país (mujeres Wayuu, Kankuama, Nasa, Zenú, etc.) en las negociaciones con el Gobierno nacional para lograr una política pública de comunicación de y para los pueblos indígenas y, a su vez, un Plan Nacional de Televisión que dé cabida a un capítulo específico para Pueblos Indígenas (que se materializó en 2017).

Ya en el año 2015, se crea la escuela itinerante indígena de comunicación Ka+ Jana Uai (La Voz de nuestra Imagen). La escuela, más allá de ser una iniciativa puntual, ha conseguido perdurar hasta el presente con escasos recursos, contribuyendo, no sólo a motivar a los jóvenes de diferentes pueblos a hacer suya la comunicación como una herramienta para fortalecer a sus pueblos, sino también para abrir un horizonte de expectativa en su futuro, ya que en el Amazonas son muy limitadas las oportunidades para que los jóvenes se alejen de los problemas sociales que los acechan (fuerte aculturación, trata de blancas o tráfico de drogas).

Pero no sólo eso. La escuela tiene como otro de sus propósitos construir un imaginario de los pueblos indígenas amazónicos a través de sus narrativas ancestrales y desde una óptica propia, alejado definitivamente del tono folclorizado y estereotípico con el que habitualmente se trata esta realidad.

En los últimos años, la escuela de comunicación Ka+ Jana Uai se ha visto consolidada gracias al desarrollo de diversas iniciativas que complementan el proceso formativo. Como ejemplo, en 2018 participó en la serie de televisión transmitida por Canal Trece El Buen Vivir que ha sido conducida por primera vez en la historia de Colombia por realizadores y directores indígenas (entre ellos, la propia Nelly).

En la actualidad, se está llevando a cabo la segunda temporada de la serie en la que Nelly y la escuela participan orientando y dirigiendo contenidos de un episodio que pone el foco de atención en la situación de desarraigo y choque cultural que viven los jóvenes del pueblo Magüta (Ticuna) y que desemboca frecuentemente en graves problemas sociales como el alcoholismo, el consumo de sustancias psicoactivas y, en muchos casos, con un final trágico en forma de suicidio. En última instancia, la pretensión de fondo de esta obra en preparación es la toma de conciencia por parte de los jóvenes indígenas sobre las consecuencias que puede acarrear el traumático choque cultural que hoy en día existe en el Amazonas.

Por otra parte, en 2019, se consiguió terminar la formación técnica de 10 jóvenes, líderes y abuelos que concluyó con la certificación emitida por el Ministerio de Cultura y por la Comisión Nacional de Comunicación de los Pueblos Indígenas de Colombia (CONCIP) en la que les reconocía como “Comunicadores Comunitarios Indígenas con énfasis en medios audiovisuales y radiofónicos”.

Con todo, es preciso señalar que la acelerada propagación del COVID-19 en Colombia ha causado efectos adversos para la escuela, no sólo en lo que tiene que ver con la paralización de algunas de sus actividades, sino también con el fallecimiento de uno de sus principales protagonistas (como estudiante y narrador de historias de origen), el abuelo Antonio Bolivar (Tafuyama) de la etnia Ocaina y conocido por sus papeles cinematográficos, así como de los abuelos que realizaron un papel central en la historia de “El Buen Vivir” de 2018, el sabedor Aniceto Negedeka (pueblo Muinane) y la sabedora Amelia Jifichiu (pueblo Bora).

Sea como fuere, la escuela Ka+ Jana Uai dirigida por Nelly Kuiru, sigue escribiendo su propia historia superando todo tipo de obstáculos y ampliando su campo de acción al medio cinematográfico y a medios digitales.

Y el mayor sueño de los jóvenes estudiantes y Nelly es crear la primera academia indígena de medios de comunicación, en la que se articule la comunicación propia de los pueblos y la apropiada, puesto que, en definitiva, el objetivo esencial de este proceso es formar a los jóvenes en el fortalecimiento de la cultura ancestral, la política de origen, la relación con el medio ambiente natural y la ética tradicional con un respeto profundo de lo propio.

Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/primera-academia-audiovisual-indigena-de-colombia/

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Brasil: El grito de auxilio de los indígenas del Amazonas para detener la minería y el COVID-19

América del Sur/Brasil/Autor(a) y Fuente: www.elespectador.com

Con una campaña respaldada por varias organizaciones internacionales, los indígenas de la etnia Yanomani, de la Amazonía brasileña, buscan recolectar firmas para que el gobierno de ese país expulse a los mineros ilegales que han invadido su territorio y que están contribuyendo a la expansión del coronavirus.

Los indígenas de una de las etinas más afectadas en la Amazonía brasileña por la pandemia (la Yanomani) lanzaron una campaña mundial para que les ayuden a expulsar de su territorio miles de invasores que, a través de la minería ilegal, están acabando con la selva y con sus pueblos al propagar el COVID-19 en sus aldeas.

La campaña, que se ha expandido en redes sociales con los hashtag #ForaGarimpo y #ForaCovid, busca conseguir 100.000 firmas para que el Gobierno de Jair Bolsonaro expulse a los extractivistas ilegales de su región y con ello se ponga freno a la propagación de la pandemia en su territorio, que desde hace tres décadas empezó a ser invadido por los “garimpeiros” (buscadores de oro).

En los siete años siguientes a la invasión esta tribu perdió una quinta parte de su población por culpa de la minería ilegal, una actividad avalada por el presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien busca legalizar esta labor para llevar el “progreso” a los territorios indígenas del país.

La tierra yanomami es la mayor reserva de los pueblos ancestrales de Brasil y cuenta con 9,6 millones de hectáreas repartidas entre los estados amazónicos de Roraima y Amazonas (norte del país).

Se calcula que allí hay unos 20.000 garimpeiros ilegales, actividad que, según las organizaciones ecologistas, han aumentado por la reducción de la fiscalización en la región y el discurso del presidente Bolsonaro.

Ahora el problema no solo se reduce a la minería ilegal, pues con los extractivistas ilegales llegó el COVID-19 a esos territorios, un virus que puede acabar con al menos 5.600 yanomanis y con miembros de varias comunidades ye’kwana que también viven en esos territorios, de acuerdo con un estudio de la organización Instituto Socioambiental (ISA).

Esta iniciativa, impulsada por el Foro de Líderes Yanomami y Ye’kwana, cuenta con el apoyo de otras organizaciones civiles y defensoras de los derechos indígenas y ambientales.

La Red de organizaciones indígenas de Brasil, la Coordinadora de organizaciones indígenas de la Amazonía Brasileña, el ISA, Survival International, Greenpeace Brasil, Conectas, Amnistía Internacional, la Red de Cooperación Amazónica, el Instituto Igarapé, la Rainforest Foundation US y la Rainforest Foundation Norway, componen el grupo de apoyo a la campaña.

En Brasil, el segundo país del mundo con más contagios, se han confirmado más de 1.100 indígenas infectados y cerca de medio centenar muertos por el COVID-19 tan solo en las zonas rurales del país, aunque la cifra de fallecidos asciende hasta 147 si son considerados los nativos que viven en áreas urbanas.

Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/noticias/medio-ambiente/el-grito-de-auxilio-de-los-indigenas-del-amazonas-para-detener-la-mineria-y-el-covid-19-articulo-922433

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Brasil: Indígenas brasileños hacen un llamado en medio de la pandemia

América del Sur/Brasil/22-03-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

Las comunidades indígenas brasileñas continúan preocupadas por la deforestación y la falta de atención del Gobierno y de la comunidad internacional.

El líder y defensor de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), Luiz Eloy Terena, hizo un llamado de alerta al Gobierno de Brasil y a la comunidad internacional, para que atiendan los efectos negativos de la deforestación que va en aumento en el Amazonas.

Terena, denunció la existencia de vínculos entre la administración del presidente Jair Bolsonaro y las actividades extractivistas que han afectado a las comunidades que habitan en los territorios amazónicos.

«Si Bolsonaro logra permitir la minería en tierras indígenas, no solo significará una mayor destrucción del bosque y sus ríos, sino un genocidio generalizado de varios grupos indígenas», aseguró el líder.

En 2019, fueron registrados en el Amazonas más de 80.000 incendios donde se perdieron al menos 9.762 kilómetros cuadrados de selva tropical, según los datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil.

Una de las causas del fatídico hecho fue la práctica de expansión que suelen utilizar ganaderos y agricultores de la región para incrementar su producción afectando los territorios indígenas.

Los reclamos exigen una solución ante el hecho, por lo que el defensor indicó que, «La seguridad jurídica de nuestros territorios debe ser una prioridad mundial y las políticas globales de cambio climático deben realizarse junto a organizaciones indígenas y territoriales para ser verdaderamente efectivas».00

Entre sus reclamos, también piden a la comunidad internacional, especialmente a la Unión Europea, el rechazo al acuerdo UE-Mercosur, «ya que las empresas europeas y norteamericanas se encuentran entre las que más explotan los recursos de la selva tropical», así lo indicó Terena.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/brasil-indigenas-llaman-comunidad-internacional-deforestacion-20200321-0002.html

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Libro: Amazonas, vidas en peligro Pueblos indígenas de Brasil

Por: CLACSO.

Ricardo Stuckert. Pablo Gentili. [Editores]

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ISBN 978-987-722-420-7
CLACSO. FLACSO Brasil. CEDALC.
Buenos Aires. Rio de Janeiro. Medellín.
Septiembre de 2019

 

Este libro captura momentos de la vida cotidiana de algunos de los principales pueblos indígenas de Brasil. Lo hace a través de imágenes, recordándonos que la fotografía es siempre el fragmento de una historia que no ha podido ser silenciada, de una historia que se resiste a ser olvidada. Ricardo Stuckert, uno de los grandes fotógrafos latinoamericano contemporáneos, nos ayuda a mirar lo que el poder colonial invisibiliza. Con su cámara, revela lo que tenemos derecho a mirar, o sea, lo que tenemos derecho a conocer y que los poderosos aspiran a silenciar. Con su cámara, ilumina el espejo en el que se refleja nuestra ignorancia sobre los otros, o sea, sobre nosotros mismos.
Fuente del documento: Amazonas vidas en peligro
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Educación ambiental, la clave para salvar al planeta

                                                                                                                            Por: Myriam Pérez y Paulina Rotman.

La deforestación y destrucción del Amazonas lamentablemente no es algo nuevo, sólo cambian las dimensiones de los incendios ocasionados por las acciones indebidas de los hombres. Una situación preocupante, a la que, hay que encontrarle el lado positivo: la toma de conciencia de diferentes sectores de la humanidad para intentar, al menos, revertir estos procesos que deterioran cada vez más a la Tierra. Eduardo Martínez Carretero, doctor en Ciencias Biológicas, ingeniero agrónomo, especialista en Modelos en Ecología, investigador del Conicet, expresó su preocupación por esta «destrucción masiva», y señaló a la educación como herramienta para intentar un salvataje de la tierra.

-¿Cuáles serán las consecuencias que traerán los incendios del Amazonas al planeta?

La cuenca amazónica cubre aproximadamente 7 millones de kilómetros cuadrados, es decir casi tres veces la superficie de la Argentina. De ese total unas cinco o seis millones están ocupadas por selva tropical. ¿Qué importancia tiene esto? Tiene varias implicancias, una desde el punto de vista biológico que es la tremenda biodiversidad que allí está contenida. Se estiman más de 30 mil especies vegetales, muchas de ellas desconocidas para la ciencia, con lo cual perdemos un potencial de altísimo valor para la humanidad. Ni hablar de los artrópodos (insectos) de los cuales hay entre dos y dos millones y medio de especies. Otra cosa importante es que uno visualiza la selva en cuanto a la capacidad que tiene de captar el anhídrido carbónico de la atmósfera que es el principal gas del efecto invernadero, y ya lleva acumulado hasta el momento unas 100 mil millones de toneladas. Este carbono vuelve a la atmósfera cada vez que se produce un incendio, por lo tanto lo que habíamos retirado a lo largo de la existencia de esta selva lo estamos devolviendo violentamente. Otro aspecto importante es que estas selvas son gigantescas esponjas porque están llenas de agua, y cuando llegan los vientos alisios que se cargan de agua en el Atlántico, se convierten en lo que llamamos ríos de nubes o ríos voladores. Éstos al pasar sobre la selva no sólo descargan sino que siguen cargando agua de transpiración de las plantas. Luego esos vientos distribuyen el agua por el resto de la zona de influencia que tiene en el planeta, algo que no es un detalle nada menor porque no sólo comprende a Brasil, si no también a Argentina y muchos otros lugares.

-¿Qué otro impacto se puede mencionar?

Hay que tener en cuenta que esta selva está sobre suelos muy poco profundos, muy ricos, con mucha materia orgánica, y es la misma selva la que hace de retención de los suelos porque la pendiente general va hacia los grandes ríos. Así es que cuando las lluvias sacan esta cobertura, esos suelos que no tienen la raíz ni toda la estructura que le dan sustento, se erosionan y terminan acumulándose en los deltas como por ejemplo el del Río de la Plata. Esto provoca que haya que canalizarlos para poder llegar a los puertos.

Otro aspecto importante es que la selva tiene muchísimas poblaciones cuya vida, no es solamente sobrevivir y alimentarse ya que este ámbito hace a su idiosincrasia y su religión. Las pérdidas no son solamente desde el punto de vista de la biodiversidad, animal y vegetal, sino también de población y cultura. El impacto es realmente muy grande.

-¿Nuestro país se vería más afectados que otros del planeta debido a la cercanía geográfica?

Los vientos fuertemente dominados por el Anticiclón del Atlántico, se meten en verano al continente con grandes descargas de lluvia sobre la selva, que son las mismas que nos llegan en menor cantidad. Serían las lluvias que tenemos en Mendoza y en San Juan en el verano que es cuando concentramos el 70 por ciento de las precipitaciones, por lo tanto están fuertemente condicionadas a este anticiclón. Así es que de una u otra manera tiene esta relación con nosotros.

-¿Se podrán revertir las consecuencias si se toman decisiones desde los estados nacionales, provinciales, instituciones, incluso desde cada uno en el lugar que ocupe?

En primer lugar hay que tener en cuenta que los fuegos de la Amazonia no son nuevos, hace siglos que se viene quemando. Pero también hay algo interesante para decir: La selva no se quema porque es una esponja llena de agua, el fuego es la última etapa de un proceso que se conoce como roza, tumba, quema. Rozar es eliminar toda la leña, tumbar es bajar los grandes árboles como madera y quemar lo que queda para liberar los campos, es decir terminar con la limpieza. Entonces lo que se está quemando, y en eso tienen razón algunas declaraciones oficiales, es lo desmontado. Normalmente todas estas áreas quemadas terminan siendo aplicadas a la agricultura intensiva, y esto se hace desde hace muchos años tanto en Brasil como en Paraguay y parte de Argentina. Hay otros intereses. Es cierto que la humanidad está creciendo, que necesitamos más alimentos, es cierto que aumentó la productividad por unidad de superficie por la aplicación de tecnologías, pero también es cierto que hacen falta las superficies para cultivar, por lo tanto esto no está exento de intereses que no son meramente conservacionistas.

– Insisto ¿qué aportes se pueden hacer desde lo personal para dejar de destruir el planeta?

No tengo dudas que es un tema fundamentalmente educativo, pero también tiene que ver con un cambio de prioridades, sin eso es muy difícil. Creo que la responsabilidad la tenemos todas las instituciones públicas, sobre todo la educación pública con una herramienta muy valiosa que es la Educación Ambiental que debe ser masiva. No necesitamos un aula, es la misma sociedad donde se debe discutir y demostrar la importancia que tiene, tomar decisiones respecto de saber hasta donde estamos de acuerdo en deteriorar el sistema porque si vamos a producir, algo tenemos que cambiar. Es imposible hacer un santuario de conservación pero sí debemos saber hasta donde vamos a llegar.
Me parece muy interesante echar mano a los satélites que están dando vueltas por el espacio porque cuando uno mira el planeta a la distancia observa que es el único, al menos en el sistema solar, que tiene un halo finito que brilla alrededor que es la atmósfera. Sin ella no sería posible la vida, el desarrollo, la evolución cultural, tecnológica, etcétera, y es precisamente lo que estamos afectando. Ya lo hicimos en su momento con el fluorocarbonado, erosionando la capa de ozono, y ahora lo hacemos con los incendios no sólo del Amazonas sino de otros muchos lugares del planeta. Así estamos volviendo a cargar la atmósfera de anhídrido carbónico. Las consecuencias son exclusiva responsabilidad de la única especie que evoluciona culturalmente: la humana. Para cambiar debemos educarnos, y esa es la responsabilidad que tenemos.

-Sin duda el consumo influye de manera sostenida en todo este deterioro.

Totalmente. Hay que cambiar los modus vivendi ya que estamos frente a un modo de tremendo consumo de cosas sin importancia, además de un problema grave de distribución de los consumos, la irracionalidad, la generación de residuos desmedidos -tanto que podemos encontramos con islas flotantes de plásticos que pueden ser del tamaño de una provincia argentina-, entre otros. La afectación que estamos haciendo sobre el planeta es verdaderamente tremenda. En menos de cien años estamos destruyendo varios miles de años de evolución, y eso es responsabilidad nuestra.

– En las escuelas de nivel primario están motivando a los chicos a plantar un arbolito con su nombre, a no arrojar residuos, entre otras medidas. ¿Son útiles estas acciones básicas?

En realidad, la única esperanza que nos queda es que los niños desde la escuela primaria ya tomen esta conciencia y asuman un compromiso ambiental. Que planten un arbolito es importante porque toman un grado de responsabilidad. El tema es que ellos son multiplicadores a futuro, ahora me pregunto ¿qué hacemos en el interin? porque las generaciones futuras no van a sobrevivir sino sobrevivimos las actuales. Es un tema muy complejo que pasa por la educación, no sólo en el nivel primario, si no en todos los niveles educativos y los estamentos sociales

Manos a la obra

La educación ambiental debe ser una acción de todos si se quiere conservar el planeta para las próximas generaciones. Aún cuando deben ser políticas de Estado, son también cambios de hábitos personales, que pueden sumar su granito de arena. Aquí pequeñas y fáciles acciones que ayudarán a mejorar el ambiente del lugar donde se vive y de todo el planeta.

Separar la basura

Es muy bueno que los niños aprendan a separar los residuos para que se puedan reciclar. Esta acción debe ser acompañada por el Estado encargado de la recolección general para que no quede en la nada.

Usar productos reutilizables

Hay muchos productos que se pueden usar varias veces para proteger la naturaleza. Por ejemplo, utilizar servilletas de tela en lugar de servilletas de papel.

Apagar las luces

En general no se toma conciencia de la cantidad de veces que se enciende la luz de una habitación que no se ocupa, o se deja encendida por horas. Acostumbrar a los integrantes de la casa a no dejar luces encendidas. Corroborar siempre antes de salir que todo esté apagado.

No dejar los aparatos enchufados

Estos siguen consumiendo electricidad.

Aprovecha la luz natural

Para reducir el consumo de luz eléctrica, abrir las ventanas y subir las persianas para que entre la luz del sol.

Cambiar las lámparas

Las de bajo consumo se calientan menos, consumen menos energía, alumbran igual y duran más.

Consumir frutas y verduras ecológicas

Estos productos cuidan el medio ambiente porque en su producción no se utilizan fertilizantes ni otros productos contaminantes.

Cuidar el agua

Controlar que no existan fugas de agua y cerrar los grifos si no se están usando.

Utilizar el termostato

Tanto para la calefacción como para el aire acondicionado es necesario utilizar un termostato. El consumo de energía de la calefacción baja cuando se reduce en un solo grado la temperatura, y lo mismo ocurre si se aumenta la temperatura un grado en el aire acondicionado.

Usar transporte público o bicicleta

La contaminación en las grandes ciudades proviene en gran medida de los vehículos personales. Por eso se recomienda utilizar el transporte público para desplazarse. Mejor aún si se usa bicicleta.

Evitar el uso de bolsas plásticas

Llevar bolsas reutilizables al supermercado, o al almacén del barrio, porque si bien la mayoría no entrega este elemento, lo vende a quienes lo piden.

Reciclar

Antes de tirar ropa, libros o juguetes, analizar si se puede dar una segunda oportunidad para evitar gastar y comprar todo nuevo.

Plantar árboles

Los árboles producen oxígeno y son esenciales para la naturaleza, así que lo ideal es plantar un árbol en la casa o en la comunidad. Por supuesto, luego hacerse responsable de su cuidado.

Acciones concretas para sanar el planeta desde San Juan

Un ejemplo «fácil»

Susana Matellán decidió poner manos a la obra y dejar de esperar sentada que las cosas en el lugar dónde vive, cambien. Así nació «Es fácil», una organización que recién está dando sus primeros pasos para «sanar el planeta». «La iniciativa implica mucho más que ir a limpiar zonas abandonadas, sucias y en decadencia sino que incluye un accionar individual y colectivo para restaurar el daño que estamos haciendo como civilización, una toma de conciencia de todos los integrantes de cada familia para crear sinergia y de fortalecer un vínculo amoroso con nuestro planeta. Por eso nos proponemos contagiar a los que nos rodean que es fácil, como contraposición al mentado concepto de que no se puede o es imposible. Todos podemos hacer algo con compromiso. Hay que empezar por transformar hábitos negativos en positivos», resume esta fotógrafa, artista y ferviente promotora de la cocina saludable.

La primera acción fue la semana pasada. Con un grupo de familias amigas, voluntariamente fueron a limpiar un terreno abandonado y contaminado y a reflexionar. Unas 30 personas se reunieron, cada uno con sus propias herramientas de trabajo: guantes, bolsas y cajas para clasificar la basura recolectada, agua y elementos de recolección. Previo a eso, cada familia pudo leer sobre los tiempos de degradación de los objetos que se descartan cotidianamente, como las botellas de vidrio (4000 años) o de plástico (200 años) o los pañales (100 años). Luego hubo lugar para una merienda compartida y un cierre de la jornada inolvidable con una celebración o ceremonia simbólica de ofrenda a la tierra, «como forma de alimentarla bien y un mensaje de que la estamos cuidando», contó.

«El objetivo de este grupo es darle un valor a cada acción. Que no sea limpiar y nada más. Porque si no sanamos las personas, difícilmente podamos sanar el planeta, la casa en la que vivimos», agregó sobre «Es fácil».

Las intenciones de Susana y su grupo de amigos es hacer un relevamiento de las zonas más precarias y ocuparse de limpiarlo y sanarlo, para recién ahí plantar árboles y realizar otras acciones «amigables y necesarias» con el ambiente. De hecho, ya está juntando ejemplares árboreos. Claro que antes de llevarlos a su lugar definitivo, está investigando con ayuda de profesionales todo lo necesario para que la tarea de realmente sus frutos.

Aquellas personas interesadas en conocer más acerca de «Es fácil» y en sumar ideas, conocimientos y buena voluntad, incluso anotarse para la próxima actividad prevista para fines de septiembre puede contactarse al e-mail esfacilsj@gmail.com.

Fuente de la entrevista: https://www.diariodecuyo.com.ar/suplementos/Educacion-ambientalla-clave-para-salvaral-planeta-20190905-0120.html

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