Por: Petra Llamas
“La mayor parte del pueblo que emerge desorganizado, ingenuo y desesperado con fuertes índices de analfabetismo y semianalfabetismo, llega a ser juguete de los irracionalismos” Freire.
Recuerdo que hace unos años tuve que seleccionar a la persona que sería mi asistente y ya en ese entonces tenía muy claro su perfil. En el rubro de las actitudes esperaba que fuera una persona trabajadora, proactiva, resolutiva y amable. En el de las aptitudes lo tenía mucho más claro, necesitaba a alguien que supiera leer y redactar muy bien y sobre todo sin faltas de ortografía.
Afortunadamente encontré a la persona que cumplía con todas esas habilidades y la contraté de inmediato. A los pocos días me di cuenta de que me había precipitado, porque casi no sabía usar la computadora. Hablé con ella y le dije que era una habilidad imprescindible para su trabajo y que si no la desarrollaba tendría que prescindir de sus servicios.
La persona en cuestión tenía mucha necesidad de trabajar y no parecía dispuesta perder su empleo por esa minucia, así que me pidió un mes de plazo y al cumplirse el tiempo establecido, ella ya dominaba la computadora. Fue una colaboradora de excelencia por muchos años y ha venido a mi memoria a raíz del concepto que en estos tiempos de pandemia se utiliza con frecuencia, la de “analfabetas digitales”.
Éste es un concepto con el que no coincido, porque en ningún momento consideré a mi asistente como una analfabeta, ya que ella hablaba, escribía y procesaba la información magistralmente. Su único problema era que no sabía utilizar una herramienta llamada computadora y eso lo aprendió rápidamente.
En justicia, también habría que señalar el caso contrario, el de los llamados «analfabetas funcionales, mucho más grave, aunque sí sepan utilizar una computadora, pero que no entienden lo que leen y no pueden procesar la información, ni expresarse por escrito. Al respecto hay una frase de la profesora María Elvira Roca Barea, que dice: “Analfabetas ha habido siempre, pero ahora salen de las universidades”.
El concepto de “analfabeta” debe seguir utilizándose para los casos que fue creado el término. La ONU lo define como “Una persona que no puede ni leer ni escribir un breve y simple mensaje relacionado con su vida diaria”. Por su parte, la Real Academia de la Lengua Española dice que es: “Persona que no sabe leer ni escribir y, por extensión, ignorante o inculto”
En medios físicos y digitales circulan miles de artículos en los que se señala la desventaja que tienen los que no saben utilizar las nuevas tecnologías y en cierta forma tienen razón, pero me resisto a llamarlos analfabetas, creo que este término es tan importante que no debiera utilizarse para definir a las personas que no pueden manejar una computadora o un teléfono inteligente. Es posible que sea una desventaja, pero es más fácil de solventar que la de ser un analfabeta.
Entiendo que el término de analfabeta digital se haya adoptado para crear conciencia de los nuevos analfabetismos en la era tecnológica. No obstante, habría que desarrollar un neologismo que hable del atraso de algunos sectores de la población en lo que al manejo de las herramientas digitales se refiere y respetar el término analfabeta.
El analfabetismo es un fenómeno vergonzoso, cuya existencia denigra a cualquier país. Significa que los gobiernos abandonaron grandes sectores de la población a su suerte y los condenaron al atraso. Es la evidencia de una gran injusticia social. Dejaron sin escuelas zonas aisladas y permitieron que, en las pocas que existían, se diera una educación de mala calidad, sin maestros, sin programas para abordar el abandono escolar o el fracaso en los estudios. Factores todos ellos que lo propician. Es cierto que combatir el analfabetismo no da el mismo lucimiento que construir edificios, pero cualitativamente es la mejor obra que cualquier gobernante puede realizar.
Sé que solicitar que no se utilice la palabra analfabetismo, cuando se refieran a no poder manejar las TIC´s, es un acto romántico, porque el término ya es de uso común, máxime cuando la propia UNESCO determinó el 8 de septiembre para conmemorar el “Día Internacional de la Alfabetización Digital” como medida para reducir las desigualdades tecnológicas. No obstante, espero que la sociedad y el gobierno no pierdan de vista el grave problema que supone el analfabetismo en su más pura expresión y que se atienda con la misma intensidad con la que ahora se atienden las carencias tecnológicas.
Es cierto que la pandemia puso en jaque al sistema educativo y que éste pudo salir adelante gracias a las nuevas tecnologías. Es cierto asimismo que sería muy difícil prescindir de las ventajas que nos ofrecen; pero también es verdad que existen muchos lugares donde están saliendo adelante sin estos recursos tecnológicos y no es justo que se les llame “analfabetas digitales”.
Aprender a usar dispositivos tecnológicos es fácil y siempre habrá tiempo para hacerlo; pero aprender a leer y escribir bien; ser un persona de principios y actuar con ética no se aprende con tanta facilidad.
No sobreestimemos las TIC´s más de la cuenta, porque al hacerlo estamos subestimando las habilidades del ser humano para adaptarse a todas las circunstancias.
“Cuando todos sepan leer y escribir (…) encontrareis en el pueblo jueces cuya censura habréis de temer (…) y entonces adquiriréis las virtudes que os faltan” Flora Tristán. Petra Llamas
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