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Tras la saga de Garín

Por: Luis Hernández Navarro

Alfabetizador, fundador de escuelas, periodista, organizador obrero y de jornaleros agrícolas, orador brillante, propagandista, el andaluz Abelardo Saavedra Toro utilizó el seudónimo de Garín para firmar sus artículos. A lo largo de los años, se ganó la vida ejerciendo múltiples oficios: zapatero, boticario, tranviario, impresor, sastre, albañil, fotógrafo, lector en una tabaquería y fabricante de aparatos ortopédicos. Fue uno de los más destacados militantes ácratas de finales del siglo XIX y las primeras tres décadas y media del XX.

Según el investigador José Luis Gutiérrez, el recorrido vital de Saavedra es el del anarquismo histórico español y caribeño. El que va desde la creación de la Primera Internacional en 1864 hasta la Revolución española de 1936. Su trayecto es el del prototipo del anarquista ibérico que aunaba las prácticas estrictamente ácratas a las societarias primero y sindicalistas después.

Este apasionante camino está amena y rigurosamente narrado en un libro de reciente aparición: Saavedra: un anarquismo, escrito por Aurelio Fernández, economista, director de La Jornada de Oriente y bisnieto de Garín. En la obra se cruzan y funden, con buen ritmo, diversas historias: la del biografiado (1860-1938); la de las luchas obreras y campesinas en España y Cuba; la de la difusión del anarquismo a través de sus periódicos y de su proyecto organizativo, y la de la elaboración del libro.

Saavedra es un personaje que parece sacado de una audaz novela social. Uno más de una generación extraordinaria de revolucionarios sin fronteras, internacionalistas de corazón, formados en el mundo del trabajo, que hacen de la revolución social, la solidaridad y la ayuda mutua el centro de su existencia. De militantes que se oponen a la profesionalización de la política, sufren cárcel y persecución sin claudicar en sus convicciones y gestan una contracultura, que piensan y practican en todos los ámbitos de la vida privada y pública.

Felipe Fernández Rodríguez, su yerno, decía: Los anarquistas no tenemos patria, nuestra patria es el mundo y allí donde haya explotación estaremos luchando. Fiel a esta divisa, Garín, además de batallar en el campo andaluz, en el mundo obrero madrileño y catalán, en la Cuba dominada por Estados Unidos y en Portugal hasta que fue deportado, combatió la dictadura de Porfirio Díaz en México.

El lance maya de Saavedra lo llevó a la cárcel en Cuba, adonde llegó después de pasar una temporada en prisión, con 42 procesos legales, como una espada de Damocles sobre su cabeza. Allí, los magonistas mexicanos lo convencieron de escribir contra Porfirio Díaz en el periódico ¡Tierra! En noviembre de 1907 aparecieron las dos entregas de su artículo La inquisición en México, en el que denuncia la oprobiosa situación que se vivía en el país. El diario entró a la Península de Yucatán a través del puerto de Progreso. La represión del dictador no se hizo esperar. En Mérida detuvieron a sus distribuidores, catalanes anarquistas, y los deportaron. El presidente Porfirio Díaz solicitó al interventor estadunidense en la isla, Charles Magoon, actuar contra la publicación y contra Garín. El juicio en su contra duró seis meses. Años después, en 1915, fue nuevamente detenido y expulsado de Cuba.

Profundamente anticapitalistas, dotados de una enorme mística, los anarquistas hispanos de aquellos años –cuenta Aurelio Fernández– crearon grupos de afinidad, primera forma de reunir a los simpatizantes, a partir de las proximidades en barrios, gremios y familias. En ellos se comentaba la actualidad, se pensaba un mundo alternativo, y se leía la prensa y la literatura ácrata en voz alta. Al que no sabía leer, se le alfabetizaba. Con la consigna de ni dios ni amo, fundaron sus propias escuelas y Centros de Estudios Sociológicos, en los se abrazaron los postulados de la ciencia y la cultura universales.

Los comunistas libertarios extendieron su influencia y construyeron sus redes a través de giras de propaganda, en las que hacían mítines y daban conferencias en las poblaciones de trabajadores. Estas excursiones estaban a cargo de formidables y entusiastas oradores, como Saavedra.

Su actualidad es sorprendente. Hace más de un siglo, rechazaban el matrimonio y exaltaban la unión y el amor libres. Fomentaban el control natal. Llamaban a sus hijos con nombres ajenos al santoral católico, como Fraternidad, Violeta o África. Los educaban en sus propios sistemas escolares, auspiciados por las organizaciones de trabajadores, con base en la laicidad y la ciencia. Promovían el cariño y respeto a la naturaleza, practicaban el nudismo, el vegetarianismo y el excursionismo popular. Fomentaban la igualdad de los sexos.

Saavedra fue enterrado, por decisión propia, en una fosa común. Solidaridad Obrera lo describió como suma de bondades, inteligencia clara y corazón exuberante. Fue, además, un hombre fecundo en toda la acepción de la palabra: en hijos, en ideas, en trabajo, en bondad, resumió la publicación.

En un mundo dominado por el presentismo y el posibilismo, en el que el futuro ya no es lo que era pero en el que urge poner a debate la sociedad que queremos, Saavedra: un anarquismo, de Aurelio Fernández, permite asomarnos no sólo a la saga de un personaje excepcional como Garín, sino a las prácticas y valores que hacen un otro mundo posible.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2021/07/20/opinion/013a1pol

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Revolución en punto cero: Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas

Descripción

Este volumen reúne trece artículos de la feminista Silvia Federici fechados entre 1975 y nuestros días. Incluye algunos de los textos fundamentales de la campaña Salarios para el Trabajo Doméstico así como importantes análisis sobre el impacto de los Programas de Ajuste Estructural en los países del Sur, de los que fue testigo en Nigeria. Recoge también sus recientes propuestas sobre los comunes, al igual que algunas críticas a las posiciones de otros pensadores e instituciones actuales. Todas sus contribuciones reflejan tanto la fuerza de su pasión política como la potencia intelectual de su concepción acerca del capitalismo, en general, y del trabajo reproductivo, en particular. Tres grupos son los protagonistas de este libro: las mujeres, las campesinas y las comuneras. Sobre las primeras recae un trabajo ingente que, por ser imprescindible para la acumulación capitalista, es devaluado y naturalizado como «propio de las mujeres. Las segundas sufren el robo y la contaminación de sus tierras por parte del neoliberalismo (a menudo en forma de guerras) con el objeto de eliminar la agricultura de subsistencia, fuente de autonomía social. El tercer grupo está formado por todos aquellos que generan formas de cooperación no mercantilizadas, relaciones sociales basadas en la solidaridad y la corresponsabilidad. Este análisis de sus prácticas de resistencia resulta central en aspectos todavía poco explorados en la lucha por un horizonte postcapitalista: la crítica práctica al salario en tanto forma de división social, así como el reconocimiento de todos los trabajos no asalariados que sirven de sustento para la vida en común.

Descargar: http://ecopoliticavenezuela.org/biblioteca/textos/Revolucion%20en%20punto%20cero-TdS.pdf

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Haití y la raza: tensiones y contradicciones para el feminismo antirracista y plurinacional (I)

Por: Diana Carolina Alfonso

Tanto la historia como el presente del pueblo haitiano pueden servir de vidriera para la historia del continente. El rol de las mujeres haitianas presiente revanchismo colonial y revolución social.

En el relato oficial de los años ‘90, las aperturas neoliberales se predisponían a diseñar al brazo del capitalismo internacional un porvenir marcado por el fin de la historia. Es decir, el fin de las ideologías y procesos de masas de carácter universalista, como el comunismo, el anarquismo, e incluso el mismo liberalismo filosófico republicano. El fin de la historia, como premisa destructiva de las históricas utopías emancipadoras mundiales, condensaba además un proceso de largo aliento, cuyo quiebre estratégico tendría que ver con el desgaste de los Estados de bienestar.
A este discurso nordocéntrico (situado en las realidades del norte de poder internacional: EE.UU. y los países céntricos de Europa) debemos sumar los procesos de descolonización en África y Asia. Lo que el neoliberalismo lee como fin de la historia, las periferias mundiales lo vivimos como el deterioro de la dominación eurocéntrica, con sus formas de dominación directa colonial. Como lo atestigua Frantz Fanon en los Condenados de la tierra, los procesos de descolonización, aunque tuvieron por objetivo la destrucción del sistema colonial europeo y estadounidense, fueron fuertemente torpedeados por el colonialismo interno y la cooptación estratégica de los mandos altos y medios de poder.
Las burguesías nacionales habían sido educadas durante décadas en el corazón imperial europeo. En la actualidad, aunque formalmente las periferias del mundo gocemos de aparatos autónomos devenidos de luchas cruentas contra la dominación extranjera, como Constituciones, Sistemas Educativos e Instituciones Financieras Nacionales, en la realidad estamos lejos de gozar de autonomía política, financiera o cultural.
La colonialidad persistente es un grave lastre de las dependencias colonialistas. El resultado es el reforzamiento de discursos y prácticas basados en el odio racial, clasista y machista.  En el caso haitiano, el racismo sexo-genérico está relacionado con una impronta de clase.
Las viejas élites mulatas de Pétionville (Ciudad de Petión, en nombre del prócer revolucionario mulato, letrado y propietario) coordinaron la vida política y económica del país durante años, dejando a fuera a la totalidad de la población. En la actualidad el cuerpo jurídico está en francés y los Liceos prohíben el creol al 99% del pueblo que habla la lengua local.
En una operación historiográfica desastrosa Jean-Jacques Dessalines, referente máximo de la revolución anti esclavista, por negro e iletrado, es degradado y puesto linealmente, codo a codo con Petión. Otra de las operaciones historiográficas de la colonialidad del saber, fue borrar el papel prominente de las mujeres en la revolución. Cécile Fatiman, la responsable de convocar la rebelión dedal de la revolución en Bois Caimán, ha sido totalmente olvidada. Olvido premeditado, dicho sea de paso, por las lógicas del poder epistemológico patriarcal y colonial.
En el libro más leído sobre revoluciones al interior de nuestras academias, El Siglo de las Revoluciones de Eric Hobsbawm, la revolución haitiana -primera revolución independentista de la modernidad, primera gesta anti esclavista de la historia universal moderna- solamente aparece en dos menciones: un renglón sobre esclavitud y un pie de página.
En Haití, la colonialidad racista y misógina es un lastre del revanchismo que tuvo que pagar la Nación por atreverse a reventar las cadenas de la esclavitud y gritar, por vez primera en el continente “Libète ou lanmò”, libertad o muerte en palabras del gran Dessalines.  Tras el terremoto del 2010, Haití viene sufriendo un total desguace de sus recursos.
El negocio de la lástima campea. Según el sociólogo Lautaro Rivara, de la Brigada Dessalines, el negocio de la ayuda internacional, vehiculizado por cientos de ONGs de los centros de poder, ha provocado un desdoble total de la economía.
El capital que circula a través de la llamada ayuda internacional ronda buena parte del Producto Interno Bruto del país. Sin embargo, el injerencismo internacional no puede pensarse sin la ocupación del territorio y de la humanidad que en él habita.  Tras el terremoto, más de un millón y medio de personas fueron evacuadas a las periferias de Puerto Príncipe y otras urbes en campamentos totalmente desprovistos de acondicionamiento digno para la vida. En esos días se registraron 250 casos de violación, cifra nimia si se tiene en cuenta la globalidad del proceso destructivo que se ha perpetrado desde entonces.
En los últimos dos años el pueblo haitiano se ha rebelado contra el imperialismo que les empuja a la muerte, la explotación o la prostitución. En mayo de este año, las organizaciones de izquierda, movimientos políticos, y organizaciones juveniles, tomaron las calles para reclamar contra la violencia sexual devenida tras la ocupación del país por organismos como la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah) donde la bota militar de los países participantes franquearon toda ética, violando, abusando laboralmente y explotando sexualmente a mujeres, niños y niñas.
La movilización se llevó a cabo en las inmediaciones de la Universidad de Quisqueya en la capital, Puerto Príncipe. Bajo el hashtag #PaFèSilans (“No te calles”, en creol haitiano) surgió el primer movimiento masivo de mujeres que esboza definiciones programáticas de carácter feminista, urgentes para la democratización de la vida nacional.  Uno de los requerimientos fue la creación de un cuerpo jurídico que tipifique la violencia contra las mujeres y las infancias.
Ya en el 2015 había sido llevado a cabo un proyecto que no pudo adelantarse por el cierre del Parlamento. Otra de las medidas que exigen las mujeres tiene que ver con la capacitación efectiva en problemas de violencia sexo-genéricas. Al día hay una total escasez de capacitación en el tema, como de políticas de asistencia y acompañamiento a víctimas. En síntesis, Haití expresa la inagotable fuerza del revanchismo colonial. Al agravio del hambre se suma la total desregulación del mercado de trabajo.
El peso de las maquilas textiles agudizan las pésimas condiciones de vida de las mujeres que mal viven para trabajar en los talleres. La miseria de las maquilas es la esclavitud del presente y tiene cuerpo de mujer.  Ver a Haití es ver un futuro posible. Tanto si nos movilizamos para cambiar la historia, a pesar de los límites de la imaginación, como si nos quedamos viviendo y parasitando al rededor de la lástima como cualquier ONG.
Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=263139
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Libro: El Autoaprendizaje en la Educación Anarquista (PDF)

Chile / 11 de noviembre de 2018 / Autor: Jorge Enkis / Fuente: Periódico Libertario

Párrafos extraidos del librillo ilustrado El Autoaprendizaje en la Educación Anarquista, que en versión completa original es accesible en http://bit.ly/2MhPLIn.

Link para la descarga:
https://drive.google.com/file/d/10WjpunaoY2kE9I4nf5Q_D_nvi2GWSaBb/view
Fuente de la Reseña:
http://periodicoellibertario.blogspot.com/2018/08/apuntes-en-torno-autoaprendizaje-y.html
ove/mahv/293640
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Alerta Educativa #249 – Educación Libertaria en el altiplano Entrevista con Marcelo Maldonado (Audio)

Chile – Bolivia / 4 de noviembre de 2018 / Autor: Alerta Educativa / Fuente: Youtube

Publicado el 29 oct. 2018

Conversamos con el politólogo e historiador Boliviano Marcelo Maldonado, autor del libro «Pedagogías libertarias en el altiplano». Editado recientemente por la Campaña Boliviana por el Derecho a la Educación aborda la experiencia del movimiento indígena y anarcosindicalista en Bolivia previa ala Revolución de 1952. El nos relata nos ilustra acerca de su organización, demandas y como la educación era un elemento importante para expandir su organización. Conversamos sobre como se organizaba la escuela, la autogestión de las mismas y sobre figuras como el rebelde Marcelino Llanqui, quien retrata en su propia biografía el proceso organizativo y educativo del movimiento indígena anarquista boliviano. En la conducción Marcelo Pérez y en el panel estable. Juan González.

 

 

 

Fuente: https://youtu.be/-h9pVtLQ9gg

ove/mahv

 

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Libro: Educación anarquista. Aprendizajes para una sociedad libre

Chile / 1 de febrero de 2018 / Autor: Félix García, Héloisa Castellanos, Hugues Lenoir,
Silvio Gallo, Lamberto Borghi, Francesco Codello, Pere Solà, Josefa Martín Luengo, Daniel Parajuá / Fuente: Portal Libertario OACA

Educación Anarquista: Aprendizajes para una sociedad libre, se enmarca dentro de las intenciones de la Editorial Eleuterio del Grupo de José Domingo Gómez Rojas por ir aumentando de la mejor manera posible el acervo bibliográfico anarquista en las tierras donde vivimos. Ampliar, difundir y (re)descubrir novedosas miradas junto con puntos de vista críticos y a la vez que propositivos, es uno de los objetivos que nos hemos propuesto. Y no es casualidad entonces que un libro sobre educación anarquista sea el segundo que la pequeña Editorial Eleuterio se empeña en sacar a la luz y que reúne una serie de artículos y textos publicados en diversos lugares y momentos, que en torno a ideas tales como autogestión, autonomía, enseñanza-aprendizaje, individuo-colectividad, acentúa una gran diversidad de motivos, conceptos, formas y propuestas que apuntan a uno de los temas centrales del anarquismo.

En este libro encontrarás no sólo historias referentes a experiencias de educación libertaria a lo largo y ancho del mundo. No será una lista de nombres o biografías de educadores libertarios. Aquí, compañero y compañera, hallarás cuestionamientos e ideas para construir desde nuestra contemporaneidad y cotidianidad una educación anarquista que promueva los aprendizajes libres para sociedades libres. De allí que no podemos dejar de establecer como punto central y motivador de esta selección, las ideas de autoformación y de autogestión como hechos de vida cotidiana al interior y alrededor de los proyectos educativos. Sin embargo, también notaréis las limitaciones y dificultades que se han producido a lo largo de los años y contra las cuales se han visto enfrentados las y los libertarios. Estas no deben ni pueden desanimar a quienes luchan diariamente, aunque debemos tenerlas en cuenta: aprender de las experiencias es parte fundamental de la vida, pues las limitaciones y obstáculos para el emprendimiento de tareas educativas de carácter anarquista comprenden tanto dificultades externas como internas.

Los métodos pedagógicos libertarios son múltiples y por ello no determinan un camino recto y único: cada comunidad debe encontrar su propia ruta en la búsqueda incansable y siempre renovada de una educación para la libertad. Comunidad autoeducativa, autogestionada y autónoma, es decir, que enseña y aprende mediante la relación de todas y todos los individuos que son parte de ella y que toma decisiones por ella misma, en completa responsabilidad para consigo. Serán entonces los más pequeños los beneficiarios de este cambio actitudinal de la colectividad, que respeta y promueven sus derechos.

El presente libro está compuesto por artículos de Félix García, Héloisa Castellanos, Hugues Lenoir, Silvio Gallo, Lamberto Borghi, Francesco Codello, Pere Solà, Josefa Martín Luengo y Daniel Parajuá, educadores que han realizado grandes aportes para el desafío de una educación anarquista en el siglo XXI, actualizando y revitalizando el terreno de lo práctico y de lo teórico.

Link para la descarga:

https://www.eleuterio.grupogomezrojas.org/download/educacion-anarquista-aprendizajes-para-una-sociedad-libre-vv-aa/?wpdmdl=177

Fuente de la Reseña:

http://www.portaloaca.com/pensamiento-libertario/libros-anarquistas/13431-libro-educacion-anarquista-aprendizajes-para-una-sociedad-libre.html

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“El discurso escolar se dirige a un pibe que ya no existe más”

Argentina / 8 de octubre de 2017 / Autor:  Juan Ignacio Provéndola / Fuente: Página 12

Felipe Pigna y Darío Sztajnszrajber en Ciudad Cultural Konex

En “Preguntas de la Historia y la Filosofía: amor, muerte, religión y poder”, ambos pensadores ponen en diálogo las dos disciplinas para dar con “la historia de los derrotados”. “Siempre buscamos la perspectiva del que queda afuera, del derrotado”, dicen.

Prácticamente a cada paso que dan desde el bar donde se hizo la entrevista hasta la facultad en la que se realizaron las fotos aparece alguien que se les arrima y los saluda. El recorrido dura apenas una cuadra y concluye en el patio de Puán, sede de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos aires, donde se produce una conmoción: personal académico se acerca a abrazarlos y algunos alumnos incluso preguntan emocionados si están ahí porque van a dar una charla en algún aula. Felipe Pigna y Darío Sztajnszrajber lograron lo que pocos consiguen, muchos admiran y algunos –para qué negarlo– envidian: sacarle la naftalina de claustro a contenidos que la pedagogía oficial dejó obsoletos y convertirlos en atractivos y populares. Moviéndose en una multiplataforma (libros, medios, charlas), ambos hicieron de la Historia y la Filosofía objetos de consumo masivo pero saludable. Así como Pigna y Sztajnszrajber leyeron a Alberdi y a Derrida, o a Jauretche y a Heidegger, en un futuro serán ellos a quienes acudirán los curiosos del mañana para entender este tiempo en el que las audiencias de repente se sienten cautivadas por aquello que el sistema educativo formal les presentó como repelente.

Por sus perfiles similares, resulta hasta obvio que hayan llegado a un proyecto común, que comenzó hace cuatro años y pasó por distintos ejes. Primero fue alrededor de la identidad argentina, luego “Cinco pensadores en su tiempo” y después “Pensar el Bicentenario”. La fórmula se fue afinando con el paso del tiempo y, para su nueva puesta, pensaron en “un espacio universal”. Así surgió “Preguntas de la Historia y la Filosofía”, en donde Pigna y Sztajnszrajber le ponen la voz pero también el cuerpo a esta diálogo cimentado sobre cuatro ideas-fuerza: el poder, la religión, la muerte y el amor. Una intertextualidad en la que la historia argentina se relee a través de sus libros pero también de sus pasiones. De sus reflexiones y de sus emociones. El espectáculo, que ellos prefieren definir como “conversatorio”, es un éxito por donde pasa, con salas agotadas en el interior y también en el Konex (Sarmiento 3131), su fortaleza porteña, adonde volverán el domingo a las 19, después de un paso por Neuquén y antes de desembarcar en Rosario (estarán en el Teatro El Círculo el 18 de octubre).

Pigna y Sztajnszrajber entraman la Historia y la Filosofía (dos saberes que lo mismo se nutren del registro y del pensamiento de cada época para poder entender desde guerras sangrientas hasta el corte de pelo de moda) con el efecto de reconstruir construcciones de sentido imperantes y ponerlas en cuestinamiento. Un ejemplo sencillo pero muy claro es el prisma del amor para explicar de qué manera la emocionalidad íntima influyó y determinó las acciones de esos próceres que el relato oficial inmaculó al punto de despojarlos de todo tipo de sentimiento más que el fastuoso “amor a la patria”. “Esos tipos del siglo XIX no eran muy diferentes a los que de carne y hueso que conocemos hoy. ¿Se piensan que no amaban, no extrañaban, no querían estar en pareja o tener relaciones sexuales? ¡Hablaría mal de esta gente si no hubiese sido así!”, sostiene Pigna. Para Sztajnszrajber, en tanto, “la idolatría en la que se coloca a los ‘héroes nacionales’ creó esta especie de personajes por encima de lo humano, en un nivel casi religioso. A San Martín se lo define como El Santo de la Espada”.

La figura de San Martín es nodal porque entraña todo un complejo sistema de disputas e imposiciones simbólicas que siguen generando tensión. “Ahora intenta vinculárselo con la idea de ‘emprendedor’ –explica Pigna–, aunque en el sentido del ‘entrepreneur’ francés. Es decir, un emprendedor empresario. Entonces la gesta libertadora se reduce a una empresa, haciendo una asociación de palabras para nada inocente. Se habla entonces de la ‘empresa del Cruce de los Andes’ para subrayar la capacidad de iniciativa individual, cuando en realidad fue una de las acciones más colectivas de la historia argentina”. En esa línea, Sztajnszrajber observa que “se buscan asociaciones y afinidades conceptuales, porque ese emprendedurismo tiene que ver con el éxito y entonces la historia, una vez más, es contada en términos de héroes y villanos, de ganadores y perdedores. Y la empatía siempre es con el ganador, porque lo que se recuerda de San Martín son sus victorias”, detalla el filósofo. “El fomento de una sociedad exitista deja debajo de la alfombra aquello que nosotros queremos desempolvar: la historia de los derrotados. Por eso, en los cuatro temas siempre buscamos la perspectiva del que queda afuera. Si hablamos del amor, salimos de las novelas rosa con final feliz, que es el discurso oficial, para entenderlo también como una zona donde se hace política, una zona de poder, de conflicto. Y que la muerte es algo irresoluble. Lo cual no es malo, salvo para una sociedad exitista donde algo que no se resuelve es visto como una falencia”.

A propósito de esto último, Pigna agrega que “en la enseñanza de la Historia en primarios y secundarios se omite el conflicto, porque se sostiene que el niño no esta en condiciones de comprenderlo, cuando en realidad el niño de 2017 vive viendo videos o leyendo comics donde conflicto está presente. Además, su capacidad de abstracción y memorización es impresionante: Pokemón tiene 590 personajes y en japonés. El discurso escolar está dirigido a un pibe que ya no existe más, que atrasa cincuenta años. Pero, por debajo, el sistema sirve para reforzar la escolarización de la Historia: parece que su único ámbito autorizado para ‘pensar’ la Historia es la escuela,a tal punto que, cuando llega el 9 de julio, la gente habla más del acto escolar que del proceso independentista en sí”.

–En el conversatorio dicen que los alumnos son “víctimas de la Historia”, en alusión a los métodos pedagógicos convencionales. ¿Cómo se podría zanjar este conflicto?

Felipe Pigna: –Los dos estamos orgullosos de nuestra experiencia docente en la secundaria, porque nos dio un aprendizaje importantísimo en la divulgación y en la necesidad de hacerte entender. La Historia y la Filosofía son dos disciplinas lo suficientemente hermosas como para convertirlas en una experiencia sufrida. La clave quizás esté en hacer coparticipar al alumno, detectar qué podría despertarle más inquietudes y, por ende, mayor curiosidad. De qué manera se pueden relacionar los contenidos del pasado con su presente, qué consecuencias generaron en su cotidianidad.

Darío Sztajnszrajber: –El aula tradicional, para decirlo en términos nitzcheanos, ha muerto. Lo cual no necesariamente signifique algo negativo: en todo caso, debemos repensar por donde pasan la transferencia y el conocimiento. Creo que enseñar hoy contenidos en un aula es una pérdida de tiempo, porque los pibes los tienen disponibles en plataformas que antes no existían. Usar ochenta minutos de Filosofía en el colegio para dictar los conceptos fundamentales de Sócrates no tiene sentido. Hay que crear acontecimientos filosóficos. Una vez, cuando era profesor de secundario, quise llevar a los alumnos caminar, emulando las caminatas que hacía Aristóteles, pero siempre tenias una autoridad que te decía: “vuelvan al aula, esto no es joda”.

–Las políticas educativas oficiales tienden a hablar, curiosamente, de la despolitización de las aulas y de los contenidos. ¿No supone esto una contradicción, en el sentido de que revisar la historia implica de por sí un hecho político?

F.P.: –Habla de educación gente que no tiene la menor idea, que no pisa un aula desde hace cuarenta años. Y ahí estamos ante un problema. Existe una gran ignorancia sobre lo que pasa en la escuela de una gran parte de los formadores pedagógicos, y también de opinión, que no saben lo que ocurre en un colegio, cómo se enseña, y con qué métodos. Todo lo que se salga del mitrismo, de ese relato oficial que se sigue reproduciendo, parece urdir intenciones políticas, pero nadie discute todo lo político que significó imponer esos discursos como cánones. La lógica actual, que por cierto el sistema avala, hace que los alumnos deban preocuparse únicamente por aprobar un examen. Se vuelven especuladores y, en ese contexto, el conocimiento queda completamente al margen.

D.S.: –Etimológicamente, la palabra “escuela” viene de “skholè”, que en griego significa “ocio”. Es decir: la gente iba a la escuela pasarla bien. Y fíjense qué deserotizada está la institución escolar actualmente que los pibes la viven como una carga y no como un lugar para realizarse. Obvio que un aula es un espacio político, porque hay relaciones de poder entre docentes, alumnos y autoridades, y esto genera conflictos de intereses. El tema es que el poder busca construir zonas apolíticas. Como el aula, o mismo la casa. ¡Los lugares donde, justamente, se ponen en evidencia las relaciones de poder! El conocimiento sale de ese choque de espadas, de lo contrario el docente fagocita al alumno hasta convertirlo en otro ladrillo en la pared, como ya lo explicó Pink Floyd.

La resistencia como pregunta

En tiempos de posverdad, en los que la verdad es dinamitada por la verosimilitud (no importa qué se dice, sino cómo),emergen desde esas ruinas quienes buscan explicaciones revolviendo los escombros. “Pensar hoy una resistencia es pensar no sólo prácticas y narrativas que rompan las del poder, sino también las de esas resistencias que el propio poder genera para su funcionalidad”, apunta Sztajnszrajber. Y ejemplifica: “La idea del Panteón de los Próceres delimita los modelos a seguir y también, por exclusión, los que no. Y produce un efecto narcotizante, en el sentido de que da placer y tranquilidad consumir y reflejarse en un discurso cerrado y, por ende, indiscutible. En ese sentido hablaba Marx de la religión como el opio de los pueblos”.

–¿Michel Foucault y su análisis de los dispositivos de control y poder se volvió una lectura indispensable para entender todo esto?

D.S.: –Es que se volvió actual, aunque hayan pasado más de cincuenta años de alguna de sus obras, porque sirven para entender la exclusión y la forma en la que hoy trabaja el capitalismo en la intervención de los cuerpos. Pero la extemporaneidad no es un rasgo de Foucalt, sino de la Filosofía entera: podés entender mejor al gobierno de Macri a través de La república que por muchos pensadores contemporáneos, porque ese libro provee categorías de análisis muy valiosas. Ya en ese entonces Platón hablaba del hombre justo como una armonía entre sus dimensiones racionales e instintivas, y por añadidura esto se extendía a la polis, donde la injusticia residía, entre otras cosas, en la intromisión del mundo de la empresa o del comercio en las decisiones políticas.

–Rescatan el tango “Desencuentro” para darle visibilidad a expresiones silenciadas durante la Década Infame. ¿La cultura popular sirve como atajo para reflejar aquello que dejaron afuera los relatos oficiales?

F.P.: –Es que la cultura popular es prácticamente el primer registro de la otra historia, aquella que el pueblo cuenta en base a lo que vive. El tango, ni hablar, pero antes la payada, un elemento que usó el anarquismo entre fines del siglo XIX y principios del XX para divulgar textos de Kropotkin o Bakunin entre obreros analfabetos. Es increíble como se han ignorado históricamente estas expresiones. Me viene a la mente una escena extraordinaria de Y la nave va donde un grupo de gitanos baila sobre la cubierta de un barco y, desde la primera clase, dos antropólogos los critican, cuestionando la autenticidad de ese baile popular. Una maestría de Fellini que por otra parte refleja un escenario real.

–Otro interés que comparten es la construcción de la identidad nacional, inquietud irresoluble que acompaña a historiadores y pensadores argentinos de todos los tiempos. ¿Es posible llegar a alguna conclusión?

F.P.: –No es esa la intención sino, por el contrario, dejar a la gente con más interrogantes que certezas. Porque la Argentina es un país aluvional, sostenido por identidades múltiples, entonces hablar de un único “ser nacional” es casi fascistoide. Muchas veces se alude al argentino espejándose en el porteño, que nada tiene que ver con el jujeño, por cierto tan argentino como aquel. En el “inventario” coexisten más de cincuenta naciones indígenas y casi sesenta colectividades extranjeras. ¡Tan solo en Oberá, una ciudad misionera de 60 mil habitantes, tenés medio centenar de colectividades! ¿De qué estamos hablando, entonces? O, mejor dicho: ¿a quién le sirve definir un “ser nacional”? Porque, en otro punto, esta idea de uniformidad identitaria disuelve también el conflicto de clases.

D.S.: –La identidad es una metáfora que busca un ordenamiento farmacológico, porque trata de encontrar aquello que es permanente en uno y, por ende, nos da más seguridad. Identidad surge de “ídem”, lo que se repite a sí mismo. Y eso se ata al concepto de Patria, como un padre compartido, y al de Nación, que viene de nacer. Todo remite a una misma sangre en el contexto de estados modernos, no sólo el argentino, que son artificiales, productos de imposiciones, de un alambrado que definió las fronteras “por que sí”. Entonces, los mitos sirven para darle sentido a esa artificialidad territorial y cunden en expresiones fundamentalistas como el reciente avance neonazi en Alemania, entre tantas otras. Pero, al mismo tiempo, del otro lado se tensa una decostrucción de identidades que no sólo afecta a lo nacional, sino también a lo sexual y a lo cultural, creo yo que como saldo positivo del posmodernismo.

–Uno de los mitos de origen de la construcción identitaria argentina es la Independencia de 1816, de la que se cumplieron 200 años. ¿Cuánto de mito y cuánto de independencia hubo en este relato fundante?

F.P.: –En principio, no fue tal independencia, porque luego hubo ocho años de guerras civiles. Pero, al mismo tiempo, el llamado Bicentenario de 1816 no generó demasiado interés ni entre los estamentos oficiales que podrían haberlo impulsado como pretexto para la reflexión histórica ni tampoco entre la gente. El año pasado, nosotros dos hicimos un ciclo referido al Bicentenario y sentimos un generalizado clima de apatía, de modo que ese debate siempre queda abierto.

D.S.: –El problema es plantearse la independencia en términos absolutos, error similar al que se comete cuando la felicidad o el amor son abordados de la misma manera. Porque absoluto implica no dejar nada suelto, ya que todo lo contiene, y esos términos no existen en la independencia. Siempre dependés de algo, en todo caso lo relevante es la gradación. Es decir, de cuántas dependencias de carácter opresivo lográs liberarte. Porque la independencia no se decide, sino que se apropia. Es producto de una lucha, no de un consenso: la ganás provocando una ruptura que inevitablemente genera perturbación.

Fuente de la Entrevista:

https://www.pagina12.com.ar/66264-el-discurso-escolar-se-dirige-a-un-pibe-que-ya-no-existe-mas

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