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Argentina: La tecnología y otros factores determinantes en la educación

Argentina / 2 de enero de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Universia Argentina

Los avances tecnológicos también afectan positivamente en la enseñanza y en el método de estudio en los últimos años

  • Nuevas técnicas de estudio que van más allá de lo pedagógico llegando a influir en lo cultural y lo social.
  • Además de crear un espacio de formación más colaborativo, este sistema educativo se refuerza a través de los vínculos creados entre todos los involucrados en el mismo.
  • Las universidades de Iowa e Indiana marcan tendencia en cuanto a la aplicación de la tecnología en las aulas y en su filosofía académica.

La metodología de estudios tal y como la habíamos conocido hasta ahora está a punto de desaparecer. Algunos señalan que habría que romper con la clásica relación unidireccional profesor-alumno, empoderando a este último para crear un ‘feedback’ real y que el intercambio de conocimientos fluya hacia todas las direcciones.

Por otro lado están los que siguen confiando en el papel del docente, pero piden —y exigen— un profesorado altamente preparado y comprometido con su trabajo. La idea es que estos profesionales guíen a sus alumnos a través de un aprendizaje participativo apoyándose en los nuevos avances tecnológicos.

Las Universidades de Iowa e Indiana se inclinan hacia la segunda opción, y han constituido programas excepcionales que traspasan las barreras del aula e influyen en la cultura local.

Programa TILE (Universidad de Iowa)

Por sus siglas en inglés (Transform, Interact, Learn, Engage), este proyecto nace con la idea de revolucionar el método de estudio tradicional para centrarse de lleno en el aprendizaje del estudiante. Al principio fue la estructura de las aulas de clase, organizándolas de manera más equitativas y reforzándolas con dispositivos tecnológicos que inviten a la experimentación y la participación de los alumnos.

Pero no era suficiente. Estas aulas de aprendizaje activo se quedaban a medias sin la tutorización de un docente comprometido con el proyecto. Así pues se realizaron talleres de capacitación y experimentación de profesores para sacar el mejor provecho al Programa TILE.

Se plantean objetivos y estrategias entre los profesores del centro, y después de exponerlos o desarrollarlos se selecciona los más valiosos para aplicarlas en las aulas interactivas.

Este sistema ha servido como muestra maestra para muchas otras universidades americanas, más aún al ver los resultados positivos sobre los estudiantes de Iowa, que participan activamente en el mundo laboral o en su comunidad local.

Iniciativa Mosaico (Universidad de Indiana)

Inspirada en las aulas de aprendizaje activo del Programa TILE, la Universidad de Indiana fue un paso más allá, y creó la Iniciativa Mosaico. Ahora esta casa educativa cuenta con diferentes aulas tecnológicas en espacios diferentes y adecuados para según el tipo de enseñanza, facilitando la formación colaborativa y en grupo.

La iniciativa se expande tanto para profesores becarios de la propia Universidad como para docentes de la región. La idea es que conozcan de primera manos los beneficios que se obtienen a través de este nuevo método de estudio e impulsar la creación de nuevas aulas de aprendizaje activo a nivel estatal.

Cuestiones culturales aparte, esta nueva forma de educación que se está implantando en las universidades de Estados Unidos es totalmente adaptable en cualquier parte del mundo. Solo depende del compromiso de nuestros docentes locales, la tecnología ya está al alcance de nuestras manos.

Fuente de la Noticia:

http://noticias.universia.com.ar/educacion/noticia/2017/12/28/1157094/tecnologia-factores-determinantes-educacion.html

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Aprendizaje activo: ¿hay algún otro?

Por: Rosa María Torres

«El conocimiento es como un árbol;
las hojas crecen desde el mismo árbol, desde adentro”
(Constance Kamii)

– “Esta es una escuela activa. Los niños se sienten a gusto, el juego es aquí lo principal”, me dijo el director cuando fui con mi hijo mayor, entonces de 7 años, a inscribirlo en esta escuela particular de la ciudad de México, renombrada en aquel momento entre las escuelas activas de la zona. De esta escuela terminaría sacando a mi hijo, al terminar el año, para buscar, desesperada, algo más convencional y menos ‘activo’.

– “Una institución inscrita en las modernas corrientes de la escuela activa”, decía el folleto promocional que a continuación enumeraba un largo listado de virtudes de este colegio particular en Buenos Aires. Después de tres años en este colegio activo, mi hijo menor terminó la enseñanza secundaria con un rechazo absoluto a todo lo que oliera a estudio.

Pedagogía activa, métodos activos: todos los nombran y ofrecen; pocos los llevan a la práctica. Una genuina pedagogía activa implica romper con los esquemas usuales de hacer educación, con los roles convencionales de educador y educando, con la comprensión usual de lo que es enseñar y aprender.

Muchos confunden pedagogía activa con activismo. Profesores empeñados en que los alumnos realicen febrilmente actividades y se mantengan ocupados todo el tiempo. Profesores que se mueven incansablemente y convierten al aula en un bazar, intentando motivar a los alumnos y hacer su clase amena, poniéndose a la altura de los niños o jóvenes a quienes tratan de enseñar.

Muchos creen, equivocadamente, que lo ‘activo‘ se ubica del lado de la enseñanza. No obstante, una enseñanza activa no garantiza necesariamente un aprendizaje activo. El profesor o profesora pueden terminar agotados física e intelectualmente, mientras los alumnos continúan de espectadores, sin poner un gramo de emoción o de materia gris en el espectáculo.

Muchos creen que lo activo‘ se refiere a actividad física. La actividad física es importante y una condición favorable para el aprendizaje, pero una pedagogía activaes, esencialmente, una en la que el movimiento pasa por adentro. Una que estimula al alumno a pensar, a hacerse y a hacer preguntas, a investigar, a problematizar la información que recibe, a dudar, a argumentar, a discutir, a sacar conclusiones propias, a identificar y resolver problemas, a pensar autónomamente, a esforzarse por entender y por aprender, a desear saber más.

Bien vista, una pedagogía activa no debería ser considerada una innovación. Porque el aprendizaje es activo o no es. No hay opción. Y esto es válido tanto para el niño como para el joven y el adulto. Quien no tiene un rol activo en su proceso de aprendizaje, sencillamente no aprende. Si al alumno solo se le ‘transmite’ información o conocimientos, a lo sumo lo que puede esperarse en que los regurgite y repita, no que los aprenda, es decir, que los comprenda, incorpore, aprehenda.

Aprender implica explorar, experimentar, descubrir, reflexionar, construir, de-construir, equivocarse, rectificar, desaprender, crear. Enseñar es ofrecer al alumno condiciones y oportunidades para que haga todo eso, con entusiasmo, sin miedo, a partir de sus propias necesidades e intereses, a su ritmo, individualmente y en colaboración, en interacción consigo mismo y con los demás.

Una pedagogía activa es una invitación a maravillarse y a confiar en la capacidad de aprender que tiene el ser humano, por ser humano más que por ser alumno. Es estar dispuesto a ceder al alumno el rol protagónico en su proceso de aprendizaje, aceptando al mismo tiempo la compleja responsabilidad que en ese aprendizaje tiene quien, ubicado en el rol de educador, debe facilitarlo, estimularlo y orientarlo.

Una pedagogía activa es, por eso, paciente y pausada, empática y amena, centrada en el alumno y en el aprendizaje, consciente y respetuosa de la diversidad, enemiga del autoritarismo y del paternalismo, refractaria a manuales y a materiales hiperestructurados, reñida con la rigidez y la rutina.

Una pedagogía activa no solo crea lectores sino buenos lectores, lectores críticos, que reflexionan sobre lo que leen, que interrogan al autor, que sacan conclusiones propias. Una pedagogía activa fomenta escritores, no copistas.

Una pedagogía activa acepta que todo lugar, momento y edad son buenos para aprender, dentro y fuera de las aulas.

Una pedagogía activa respeta al alumno, junta cabeza y cuerpo, trabaja no para la prueba sino para el aprendizaje, mira el error no como una señal roja sino como una señal verde que indica la posibilidad de un nuevo nivel de conocimiento, aspira al disfrute no solo del aprendizaje sino también de la enseñanza.

Tan simple y tan complicado. Tan fácil de decir y tan difícil de hacer. Porque políticos, padres de familia y profesores cargamos con ideologías educativas forjadas en pedagogías antiguas, simplificadoras, transmisoras, reproductoras. Porque, pese a tanto nuevo conocimiento y a tanto demostrado fracaso, preferimos seguir creyendo que el aprendizaje se resuelve – burdamente – llenando cabezas con informaciones y datos.

Fuente: http://otra-educacion.blogspot.com/

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Zapping: El cine debería ser materia obligatoria en escuelas y colegios de Costa Rica

Costa Rica/27 marzo 2017/Fuente: La Nación

A algunos les sonará como una propuesta inútil, pero a otros, como algo peligrosa. Esa es la idea. El cine debería ser materia obligatoria en escuelas y colegios de Costa Rica.

No es una idea particularmente innovadora ni radical; no es inalcanzable ni un desperdicio de tiempo. Se practica en distintas escalas alrededor del mundo y es muy común en universidades –aunque su rol suele ser más bien decorativo, poco aprovechado–.

En la era de la imagen, cuando lo audiovisual prima sobre los demás lenguajes y construye minuto a minuto el mundo que habitamos, es incomprensible que no demos herramientas a escolares y colegiales para confrontarlo. Solo se entiende, de hecho, si lo que deseamos es educar a ciudadanos ajenos a la complejidad y profundidad de la imagen, desempoderados y neutralizados.

El cine, nacido a fines del siglo XIX, transformó el mundo en pocos años. A la teoría del arte y la filosofía les tomó poco tiempo, relativamente, comprender la profundidad del cambio cultural (hasta filosófico) que implicaba esta nueva forma de comunicación, cuya función principal ha sido de arte y entretenimiento.

Comprender cómo surgió, cómo se difundió y cómo se entendió el cine es informarse de cómo nuestra cultura llegó a ser lo que es.

Analizar el mundo a través de las historias contadas en cine o televisión es aprendizaje activo; puede ser usado en todas las materias y estimula conexiones entre ellas

El cine (y lo audiovisual, en general) debería estudiarse en escuelas y colegios en dos maneras: por su tecnología y su práctica, y por el contenido de las narraciones que se han creado en cine y televisión. Cada estudiante debería tener capacidad para manipular una cámara, editar un video y entender cómo se producen las imágenes que ve a diario y en todas partes.

Por otro lado, somos animales que cuentan historias. Analizar el mundo a través de las historias contadas en cine o televisión es aprendizaje activo; puede ser usado en todas las materias y estimula conexiones entre ellas; propicia la discusión y el pensamiento crítico; es impensable sin trabajo en equipo.

El cine es peculiar: si uno aprende un poquito, termina queriendo más y más. En el salón de clases, tal hambre se puede canalizar hacia otras materias.

A través de la historia del cine se puede estudiar la historia entera de un país o del mundo. Se pueden comprender y debatir el racismo, la homofobia, la xenofobia y el machismo. Permite reflexionar sobre situaciones históricas específicas (el Holocausto o la lucha por el voto femenino) y repensarlas. Motiva a averiguar más y por cuenta propia; estimula e informa a la vez.

Fuente: http://www.nacion.com/ocio/tv-radio/Zapping-materia-obligatoria-escuelas-colegios_0_1623837605.html

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